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Post by Viktoria Íriell on Sept 5, 2017 13:58:08 GMT
Esta sería la segunda vez que se aventuraba fuera de las transitadas calles y comercios de la Ciudadela. No era que aquello le disgustara en lo absoluto- al contrario, amaba el contacto y bullicio con las aglomeraciones de arcanos en tan peculiar ciudad, lo cual traía un sentimiento de familiaridad y calidez a su estadía. El tiempo transcurría sin esperar a que fuera conveniente para nadie. Antes de darse cuenta, la dama había residido en la isla hacia casi dos meses, creando gratos recuerdos y sobreviviendo las adversidades que los conllevaban. Y vaya que las habían. Una de las razones que la llevó a abandonar la inmediata seguridad de la amurallada capital fue más que nada necesidad, puesto que uno de los jóvenes de los que se hacía cargo había enfermado, sin signos de mejoría. Aunque el adolescente era fuerte, cualquiera con un par de ojos podía notar que su estado estaba yendo lentamente en declive.
Confiando su cuido por otros de los jóvenes, Viktoria partió aquella mañana, embarcándose en un camino que entendía podría tornarse peligroso, más su impulso por proteger a otros pisoteaba su sentido de seguridad propia. Entendía a la perfección lo arriesgado que aquello podía ser, ella sola dirigiéndose por su cuenta al bosque de las hadas, sin nada más que la defendiese que sus propias manos y una modesta canasta en la que cargaba provisiones en general. De cierto modo confiaba en el destino que todo saliera bien, más allá que por deseos propios, si no por la angustia que le generaba que uno de los suyos estuviera en un estado de salud tan pobre. De libros que había alcanzado leer, y menciones en la tableta arcana y de bocas de rumores, que el gran lago de las hadas y sus habitantes contaban con propiedades mágicas y curativas. Aquello era esperanza suficiente para mover sus piernas y dirigirse a dicho lugar.
La caminata fue larga y extenuante, mas no imposible. Había seguido fielmente el río de las cercanías de la Ciudadela hasta dar con el gran lago. Si el mismo se rodeaba hacia el oeste era infalible llegar a aquel mágico y delicado bosque, donde la belleza rebosada en cada hoja y pétalo, y la magia descansaba a flor de piel en cada toque de la suave brisa. Le hubiera gustado poder visitarle con más tiempo, pero su tarea le obligaba a apresurarse. Conforme se abrió camino hacia la mencionada área, la frondosidad de una espesa selva empezó a nutrir el panorama y el suelo bajo sus pies. Era algo inesperado, pero mientras se mantuviera a la orilla del lago, no tenía por qué perder su ruta. Sin embargo, cada paso y lo intrincado del terreno la obligaban a desviarse ligeramente, siempre con la idea de que podía volver a su paso original si tan solo ladeaba un árbol o evitaba cruzar por una maraña de lianas. Pero cada pisada fuera de lugar, hacía que sin notarlo, se adentrara en aquella peligrosa jungla. Hubo un punto en el que la arcana entendió aquello y la gravedad de su ingenuidad, aparte de su falta de experiencia en lugares del tipo. Aunque quisiese, no podía usar sus habilidades para flotar a un punto razonable, ya que las copas de los árboles y palmas se enmarañaban íntimamente a tal punto que hasta la luz del menguante creciente sobre el vasto cielo era imposible de observar.
Ante todo, la nephele guardó la calma, pero en su corazón había miedo y cierta impotencia ante aquella situación tan desafortunada. Apretó el paso, creyendo que así de un momento a otro saldría, pero el terreno sólo se volvía más arisco y despiadado. Fue entonces cuando un sonido de pisadas en la distancia le devolvieron la esperanza. Lo único que podía maquinar su cabeza por producto de la creciente desesperación era que se toparía con un explorador, o al menos alguien competente que le guiaría por el camino correcto. Corrió a tropezones en dirección de donde creyó haber escuchado aquello, sólo para notarse con una fúnebre noticia- un felino cuyo cuerpo duplicaba en diámetro al suyo era el autor de aquellos sonidos. En un toque de suerte, pareció no haberse percatado de su presencia, al menos no aún, pero el corazón de Íriell retumbaba tan fuerte que sentía como se le asomaba a la garganta. Se quedó fría de la impresión, y empezó a retroceder por inercia lentamente, tratando de no llamar la atención de dicha criatura, pero el temor sudaba de cada uno de sus poros, y su paso era entorpecido por el estremecimiento involuntario de sus extremidades.
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Post by Haoyang Lian on Sept 5, 2017 17:48:45 GMT
Llevaba varios días entrenando en Shangri Lax intentando despejar su mente y espíritu para deshacerse de dudas que lo comenzaban a agobiar. Los sonidos de la jungla lo hacían concentrarse antes de llevar su entrenamiento a la cascada. Reposaba sobre una roca, respirando profundamente después de una ardua sesión y deshacerse del calor. El lugar no era generoso, el sudor recorría su torso expuesto haciéndolo sentir dentro de un gran domo de calor. Los sonidos aunque eran distintos eran constantes, sin parecerle extraño que de pronto la aves cantaran más fuerte y el sonido de las rocas cayendo de la montaña se hicieran presente, sin embargo, escuchó unos pasos, certeros como los de otro arcano. No es que jamás se topara con nadie pero era raro que hubiera otro ser cerca en el corazón de la jungla. Abrió a duras penas los ojos, sólo lo suficiente para estar al tanto de sus alrededores.
Por alguna razón sintió la necesidad de ponerse de pie, dar unos pasos y tantear el terreno. De momento no veía absolutamente nada fuera de lo usual sólo los arbustos cuyas hojas enormes sobresalían en el panorama, aves de todos colores posándose sobre las ramas en el suelo y alguna que otra serpiente buscando por alimento. No fue hasta que avanzó más que notó en la distancia una figura que de momento pensó, se trataba de un espejismo. Lo atribuyó al calor de la jungla; tal vez se había sobrepasado, sin embargo, la ilusión parecía vívida muy vívida, sería demasiado que aquél espejismo se encontrara interactuando con un animal salvaje. Sus pupilas se dilataron al sentir un hueco en el estómago. Sin perder tiempo la suavidad y palidez de su piel comenzó a endurecer y oscurecerse. Su figura imponente comenzaba a apoderarse de la forma tan vulnerable que siempre adoptaba, siendo esta su verdadera imagen.
Era como si el animal actuara en sincronía con el lung; se agazapó, moviendo sus patas lentamente, acechando a la mujer. Podían notarse las paletas de su espalda elevarse con fluidez con cada pisada que daba. Los ligeros rugidos que emitía eran audibles que aunque suaves, eran amenazantes. De inmediato al percatarse de esto, Haoyang no dudo en tomar vuelo rápidamente, extendiendo su largo cuerpo que surcó en el aire de la jungla como si de un rayo de oscuridad se tratara. De inmediato sus fauces se abrieron y tomaron al felino del cuello. Éste se resistió, rugiendo con desesperación, lanzando zarpazos por donde podía, rasguñando partes del cuello del dragón pero nada que pudiera herirlo de gravedad. Sometido al fin, el animal optó por salir corriendo una vez que el agarre de la quijada del lung se había liberado. Estando libre de peligro, el cuerpo del lung serpenteó hasta colocarse frente a la nephele, poco a poco recobrando su imagen tan conocida para ella. La tomó del brazo con fuerza con un gesto difícil de saber si era susto, enojo o ambos. -¿Qué hace aquí?- preguntó con voz ronca. No pensó que volvería a verla y el brinco que su corazón daba no estaba del todo seguro si se debía a lo ocurrido minutos antes o a la sorpresa de encontrarse con ella de nuevo.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 5, 2017 20:02:24 GMT
Por segundos que parecían extenderse eternamente, los ojos de aquel feroz animal se habían clavado finalmente en los suyos, determinando así que ella se había convertido en su presa. Muchos pensamientos cruzaron la cabeza de la mujer de forma atropellada en ese momento, tanto que era abrumador el poder encontrar una solución a su inminente perdición. Sentimientos de desolación, terror e incertidumbre creaban una tormenta en su interior, que se manifestaba en aquel tembloroso retroceso de su persona, tratando de interponer la canasta que llevaba consigo frente suyo, como una forma pobre de encontrar seguridad al encontrarse totalmente expuesta. Vestía una ligera capucha grisácea que tapaba su atuendo, el cual era ropa común de explorador. Realmente no contaba con prenda u objeto que fuese a servir como una oposición ante un súbito ataque de aquel jaguar.
Sintió como su pecho se encogió conforme sus manos se aferraban a su canasta. No podía aceptar la situación que sucedía frente a sus ojos- todavía había tanto por hacer, debía atender a sus niños, verlos crecer en seres de bien. La impotencia creció como una daga en su pecho, desgarrando la esperanza que brotaba en sus pensamientos. -Por favor…- murmuró para sí misma, como si intentase calmar aquel animal con simples palabras. Era futil.
Pero fue entonces cuando algo inesperado sucedió, haciendo que los agonizantes minutos de horror se convirtieran en sorpresa y alivio. Una criatura como la noche misma hizo su magnificente entrada, abalanzándose contra la fiera que la había sentenciado a un doloroso fin. No podía decir del todo que estaba alegre por aquello, puesto que parecía que aquella escena dictaba que se iba a tornar sanguinaria, y aún el temor la carcomía, manifestándose en respingos y tremores a lo largo de su delicada figura. Cerró los ojos y se quedó inmóvil, no quería ver lo que pasaba, simplemente no tenía el corazón de presenciar un asesinato, por lo que se privó a abrazar su canasta contra su pecho con todo lo que daba sus fuerzas. Se distanció en sus pensamientos, ausentándose de todo ruido externo- o amenos así fue, hasta que sintió una imponente presencia acercarse a ella y tomarle por el brazo con fuerza. El susto del momento provocó que soltara su canasta y esta rodara unos metros lejos de ambos, esparciendo algunos de sus contenidos sobre el enmarañado suelo.
Al abrir los ojos pudo encontrarse otros de un característico magenta. Aquella mirada fría y tosca podían únicamente pertenecer a un solo ser: Haoyang Lian. Lo reconoció de manera inmediata, pero la severidad de su agarre y voz no brindaron calma como para poder articular una respuesta coherente. En su afligida mirada, la nephele inspeccionó fugazmente la apariencia del Lung y el terreno detrás de este, como si estuviese esperando encontrar una escena mortífera causada meramente por su impertinencia al haberse aventurado peligrosamente en aquella zona. No obstante, salvo por unos rasguños en la piel del otro, el área estaba limpia de sangre y víctimas. Aunque seguía intimidada por el cuestionamiento y tono ajeno, hubo una notable sensación de alivio sentándose en su pecho. Intentó responder, pero le era difícil encontrar las palabras correctas para explicar su situación, debido al arrebato de adrenalina que aún daba ecos en su sistema -Yo.. me perdí… realmente no esperaba…- fue lo que alcanzó a balbucear interrumpidamente mientras acomodaba sus pensamientos.
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Post by Haoyang Lian on Sept 6, 2017 15:28:59 GMT
Sólo porque sostenía su brazo entre sus manos sabía que era real. Movió los ojos con insistencia, recorriendo el cuerpo de la mujer con el magenta de su mirada; consternado buscaba heridas aunque supiera que el animal no le había puesto ni un pelo encima. La soltó poco a poco, haciendo notorio con esa lentitud que no estaba del todo deseoso de perder el contacto. ¿Qué hacía sola en el Corazón de la Jungla? Ella misma había dicho que no poseía cualidades físicas y evidentemente, como había ocurrido con el felino, no sabía protegerse del entorno tan violento que en ocasiones podía llegar a amenazarla.
Miró al suelo, donde la canasta había caído junto con lo que llevaba dentro. Recogió una de las manzanas que había rodado hasta sus pies; se perdió en el rojo de su cáscara. Se sentía tentado a morder y saborear la fruta pero inmediatamente volvió a la realidad para entregársela a Viktoria. Su gesto se veía disgustado además de que su cuerpo daba señas de cansancio. Las heridas que enrojecían su torso y cuello descubiertos dejaban caer algo de sangre pero no lo suficiente para hacer de la situación algo grave. -Sigue sin responder mi pregunta: ¿qué hace aquí?-. Pronunció con mayor pausa y un tono más frío que de costumbre capaz de congelar esa jungla tan cálida. Sus ojos centrados en hallar una respuesta por sí solos. ¿Viviría por ahí? ¿Estaría huyendo de alguien? Inevitablemente miraba hacia otros lados para asegurarse de que más peligros no acecharan los alrededores.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 6, 2017 16:30:17 GMT
Tomó tímidamente la manzana que el otro le cedió, aún con un deje de desconcierto. No obstante, poco a poco iba recuperando sus cabales conforme el tiempo se extendía y el terreno mostraba estar libre de moros. Al desviar su mirada hacia el suelo, notó la ubicación de su canasta, por lo que no dudó en agacharse y recoger sus cosas. De cierta forma cometió la grosería de romper contacto con el dragón, meramente por la necesidad de renovar sus energías y ordenar su mente en busca de las palabras adecuadas. Sus dedos pasearon pacientemente por cada una de sus pertenencias y sus rodillas se posaron en la superficie de aquel enmarañado terreno. No llevaba mucho en aquel cesto- aparte de frutos, agua en recipientes y algunos pañuelos, llevaba consigo otros contenedores con el propósito de resguardar las plantas y líquidos por los cual estaba sacrificando su propia seguridad física en aquella calurosa noche. Viktoria no sabía ni por donde empezar a conversar; aquella situación era poco ideal y se sentía fuera de su elemento, aparte de que no esperaba encontrarse al Lung bajo esas condiciones. Quería verlo, y hasta había planeado visitarle dentro del tiempo adecuado, pero no en aquel aprieto. No pudo evitar sentirse culpable por el haber arriesgado la vida de alguien más, él realmente no tenía por qué exponerse al inminente peligro por la falta de cuidado y precaución de parte de alguien como ella.
Respiró hondo, se levantó y sacudió un poco la manta que le rodeaba, retirando la capucha que cubría parcialmente su rostro. Mantuvo sus ojos bajos y fijos en su canasta, tratando de remover cualquier suciedad que había invadido la misma -Uno de mis niños está enfermo- elaboró, inusualmente reservándose los detalles -me encaminaba al bosque de las hadas, con la esperanza de encontrar algo que pudiese ayudarle- fue directa, mas no grosera. Su voz estaba algo apagada pero siempre demostraba esa característica melodía y amabilidad que formaban parte de la naturaleza de la nephele. Al inflar el pecho y levantar mirada hacia el dragón, pudo notar uno que otro hilo de sangre se desbordaba de algunos rasguños que había sufrido, haciendo que su gesto se tornara en inmediata preocupación. Actuó por inercia, ignorando si su gesto sería adecuado- tomó uno de sus pañuelos blancos, bordado delicadamente en el margen del mismo con hilos amarillos y con sus iniciales, y lo llevó al pecho del otro, presionando lo suficiente para absorber el ligero exceso carmesí, pero sin lastimar innecesariamente. -No sabe cuanto lo siento, Sire Haoyang- expresó con profunda culpa, conforme limpiaba aquellas heridas -no vine a incomodarlo, y mucho menos que sufriera por mi imprudencia- repetía como un rezo. Era cierto que no tenía ni la más mínima idea de que el otro frecuentara dicha área, y había pasado casi un mes desde aquel peculiar encuentro durante el festival, pero no quitaba el peso que sentía a raíz de sus malas decisiones. Poco a poco llevó el trozo de tela, ahora manchado parcialmente por la sangre del contrario hasta el rostro del mismo, y se detuvo al momento de conectar miradas nuevamente. Sus ojos eran fríos y severos, pero se sentía cómoda con aquello. Inconscientemente dejó salir un pensamiento de su pecho en un tono cargado de alivio -Gracias- añadió, dando una pequeña caricia en la mejilla del contrario, escondida tras el pañuelo que separaba sus pieles, sonriendo ligeramente.
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Post by Haoyang Lian on Sept 7, 2017 4:24:05 GMT
La escuchaba hablar con aquél tono lleno de consternación. Sus manos encerradas en un puño firme que encapsulaba la sensación tan impulsiva que se concentraba en las yemas de sus dedos. ¿Niño? Inevitablemente su rostro mostró confusión; no tenía idea de que fuera una madre. Guardó silencio aunque sus palabras que describían aquél recorrido sonaban incoherentes pero entonces recordó… la joven llevaba poco tiempo de haber llegado a la isla. Suspiró, de pronto sus ojos cerrados, sometiendo sus pensamientos y deseos de interrumpirla, de decirle que había hecho todo mal. Pero de nueva cuenta, su dureza comenzaba a suavizarse por los gestos de la mujer quien insistía en tratarlo con ternura. Estar lejos de él era lo idóneo pero no hallaba formas de ordenárselo. Era como ser testigo de una desgracia a punto de suceder; algún miserable al borde del acantilado que es observado con morbo hasta el momento en que se deja caer, siendo simplemente objeto de curiosidad. Tanta frivolidad y egoísmo…
Qué ganas de tomar su mano y retirarla. La joven parecía pensar que era sencillo llegar a su corazón pero poco sabía que eso era imposible. No le retiraba la mirada, se mantenía quieto… estoico, como si aquello no moviera ni una fibra en su interior, lo cierto era que las sensaciones que experimentaran eran iguales o incluso más poderosas que la vez anterior. Bajó ligeramente su mirar para capturar en la esquina de aquél pañuelo una mancha con sangre. Ni siquiera había sentido su piel rasgarse; se curaría en poco tiempo, no había necesidad de tratos especiales.
Sostuvo la mano de la mujer, al fin atreviéndose a detenerla. -No tiene por qué hacerlo- comentó con la poca gracia que le caracterizaba. Su carisma era inexistente y estaba consciente de que lo más sensato sería dejarla continuar con su camino pero… una mujer como ella, sola en la jungla, aún con un largo camino qué recorrer… Era una misión de muerte. -Voy a acompañarla al Bosque, sin embargo, el viaje no continuará hasta mañana; es imprudente andar en soledad en la jungla a horas como estas-. Caminó de regreso a su lugar de campamento sin soltarse de su tacto. Lo hacía por el terreno irregular de la selva, sólo por eso.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 7, 2017 14:30:44 GMT
No tuvo tiempo de dar una respuesta. Realmente su plan era continuar sin descanso hasta llegar a aquel bosque cuanto antes, ya que no podía concebir la idea de que el niño bajo su protección siguiese retorciéndose en fiebre y delirios. Al ser llevada de aquella forma, no pudo tener el nervio de negarse o enfrentarlo, aunque la preocupación estuviese carcomiendo una parte de sí. Tomó un respiro, tratando de justificar aquellas acciones "Es necesario" se repetía. Era cierto por los hechos recién acontecidos de que había puesto su camino en pura y llana suerte, con la esperanza de ser guiada hasta su objetivo. Pero la realidad era más tenebrosa e inesperada, con la noche llena de peligros al acecho. Debía ser paciente, sí. Por más que quisiera correr hasta dar con el bosque, si algo le pasase, jamás podría regresar a con los suyos. Desistió de la idea de oponerse tras analizar todas las variables, volviendo su paso más ligero al tener que seguir al otro que guiaba su camino. No estaba segura a dónde se dirigían, pero esperaba que fuese un lugar seguro. Igualmente con el mero hecho de que el otro estuviera presente, era suficiente para proporcionarle un sentido de respaldo y seguridad, aunque aquello significase que estaría expuesto a lastimarse nuevamente. Sacudió su cabeza de aquellas ideas, no era necesario adelantarse a situaciones negativas sin siquiera haber señales de las mismas. Conforme caminaron, el terreno se mantenía irregular y lleno de obstáculos, pero no fue impedimento para dar con la zona en que el Lung había sentado un campamento. El área era modesta, apartada y posicionada en un sitio con reducidas vulnerabilidades. El asentamiento del dragón era preciso y justo con las cosas que necesitaba- no había excesos ni carencias. Sin tener que profundizar en aquello, se notaba había sido planeado adecuadamente y con previa experiencia. La nephele se relajó un poco, sintiéndose cómoda con dicho escenario. El calor por haber caminado tan apresuradamente la estaba abrumando, por lo que con una mano desabrochó su túnica y se la retiró, tratando de obtener algo de aire fresco. La jungla no era exactamente fría, pero pareciese que entre más adentrada la noche, la temperatura se sentaba a niveles más plácidos y tolerables. Al retirarse la capucha, dejó notar el atuendo que llevaba por debajo, siendo ropas ligeras previstas para su movilidad y circulación de aire. -Le agradezco- mencionó Viktoria con el propósito de capturar la atención de Lian, y poder retirar su mano del agarre sin ser brusca al respecto. Una vez liberada, interpuso su túnica entre su posterior y una piedra, y tomó asiento. No exteriorizó su estado mediante palabras, pero bastaba con ver su lenguaje corporal para saber que estaba agotada. -Sólo necesito tomar un poco de aire- justificó, con la intención de que el otro no le reparara más cuidado por pequeñeces. Ya era suficiente todo lo que había hecho y no deseaba incomodarlo más.
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Post by Haoyang Lian on Sept 9, 2017 19:20:27 GMT
Observó lo suficiente a la mujer mientras retiraba la capa que llevaba atada al cuello para apreciar lo descubierto de sus hombros. Más que verla con ojos curiosos y sensibles a la imagen femenina lo hacía con escrutinio preguntándose si el clima tan cambiante no sólo de la jungla pero de la isla sería generoso con su salud. Miró hacia otro lado, a donde se encontraban sus pertenencias. El campamento estaba oscuro por lo que debía encender una fogata pronto más por comodidad de la mujer que la suya. Dispuso de pedazos de madera seca que inmediatamente logró chamuscar con una descarga eléctrica. En pocos segundos una luz cálida iluminaba el espacio en el que se encontraban y aprovechando esto comenzó a empalar varios pedazos de carne cruda que había envuelto con cuidadoso detalle junto sus pertenencias. Los colocó cerca del fuego, dando tiempo a que se cocinaran.
Mientras tanto, volvió a mirar a la mujer, esta vez con cierto recelo. Se le notaba en el rostro el cansancio, aunque se esforzara no podía ocultarlo. No era para menos que una mujer con las carencias físicas como las que tenía se encontrara en dicho estado. -No llegará al Bosque de las Hadas con sólo un poco de aire- recalcó con algo de sarcasmo. Si bien sus palabras se encontraban envueltas de una acidez extremadamente corrosiva, estaban también llenas de verdad.
El lung no tenía gracia como para manifestar su preocupación la cual había tenido suficiente tiempo para desarrollar desde la última vez que la había visto. Su presencia había impactado su ser, rebuscando dentro de él pedazos de su carácter que había prometido mantener ocultos por siempre. Sin decir más y tratando de acallar sus pensamientos comenzó a tender las telas que llevaba consigo usualmente para descansar, abultando debajo de ellas hojas y tierra para crear algo de soporte; no sería él quien las usaría esa noche.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 9, 2017 20:31:02 GMT
En lo que recuperaba su aliento y estiraba un poco sus brazos y músculos, como si estuviera tratando de asegurarse de que efectivamente estaba ahí, no pudo evitar mirar al dragón con detenida atención. Preciso y meticuloso con sus acciones y movimientos, robótico, demostrando que aquello no era absolutamente nada nuevo para él. A diferencia suya, que había estado prácticamente toda su vida en el hogar de un adinerado político que solventaba todas las necesidades de los que compartían dicha casa. El único contacto con el exterior que tenía al vivir resguardada en aquel santuario, eran historias de aventuras y cuentos de héroes en armadura. Salvo por su tiempo en Mirovia, nunca antes había tenido contacto con el mundo de forma tan apresurada y directa (excluyendo, claro, la fatídica tragedia que le empujó al punto donde se encuentra ahora).
La nephele miraba algo mesmerizada al otro, solo para encontrarse con la dureza de su mirada y palabras. Ante aquel comentario, su rostro pareció prenderse y dejar una suave pero cálida risa directo del corazón -No creo que posea una sola cualidad que me ayude a llegar hasta ahí- comentó en su agasajo -Pero tenía que intentarlo de todas formas- explicó, en un tono más calmado -Usted ha de entender el impulso que nace del corazón por proteger, que atropella inclusive la razón- admitió sin miedo. Ella comprendía mejor que nadie que no tenía las capacidades físicas para hacer algo como lo que hacía, pero lo intentaba de todas maneras. No quería sentarse y ver todo arrebatado de sus manos, no de nuevo.
Sonrió, tratando de tapar las memorias de impotencia, y el hecho de que estaba siendo, muy posiblemente, una piedra en el calzado del otro en aquel instante. -Le agradezco su preocupación- mencionó, atreviéndose a objetar que el otro sentía tal cosa por ella. -Le retribuiré con creces cuando todo esto acabe- prometió, sin saber del todo con qué lo haría. No contaba con dinero ni lujos, pero sabía que algo había de existir para que ella pudiese reparar el esfuerzo del otro a con ella. Inmediatamente, cayó en cuenta de que estaba expectando mientras el otro hacía todo, por lo que se levantó apresuradamente de su asiento -¿Hay algo que pueda hacer?- se ofreció sin pensarlo dos veces.
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Post by Haoyang Lian on Sept 10, 2017 5:15:47 GMT
El acomodo que estaba haciendo con las telas y hojas estaba listo. La escuchaba atento aunque no la mirara; comprendía ese afán ingenuo por proteger… ese impulso proveniente del corazón que hacía vulnerable a cualquiera. Por eso mismo se había propuesto ocultarlo y mantenerlo así hasta siempre. Tal era la razón por la que había decidido mantenerse ajeno a la familia… cosa que rompió al adoptar a Zoe. Le cruzaban mil pensamientos por la cabeza y ya para cuando sus manos recorrían la tela que pretendía aplacar, su atención volvió hacia ella. Insistía que era una molestia y que debía devolver el “favor”. ¿Cómo decirle y sobre todo admitir que no lo hacía por ser un favor? No lo hacía por eso, por recibir algo a cambio pero tampoco podía decirle… eso simplemente podría confundirla (y a él también).
Se levantó con el cuerpo tenso como siempre; con esa pared tan gruesa y fría que se distinguía desde las distancias más largas. Sus cejas, como siempre hundiéndose en su mirada, haciéndola más severa de lo usual; tan afilada, tan llena de fuerza que era suficiente para tocarle sin ponerle una mano encima. ¿Algo que pudiera ella hacer? -Por ahora lo que puede hacer es descansar- sus palabras eran frías, ajenas a la ternura pero detrás de ellas había consternación por el prójimo. Apretó los puños por un momento, estando frente a ella con el gesto siempre tan difícil de leer, tan ajeno a la calidez. Extendió su brazo y abrió la mano en dirección al camastro que acababa de hacer. -Por favor; cuanto antes mejor- parecía más una orden que una sugerencia.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 11, 2017 4:49:06 GMT
Aquella orden traía consigo el uso de una curiosa palabra, que probablemente de haberla usado en otra ocasión, no la había notado si no hasta ahora. "Por favor". De cierto modo quería pensar que el modo de apaciguar sutilezas se balanceaba con la brusquedad de su mirada e inclusive lenguaje corporal. No obstante, no quería presionar de nuevo para averiguarlo. Después de aquella vez en que se conocieron, llegó a la conclusión de que se había excedido con su curiosidad y sus deseos por aprender del otro. No obstante, no significaba que se daría por vencida, pero sí tendría más cuidado de ahora en adelante.
Al observar aquella cama, no pudo evitar mirar alrededor en búsqueda de otra. Debía de haber otra, ¿no? -Le agradezco- agradeció, como ante sala a sus dudas -Usted también planea dormir eventualmente, ¿cierto?- preguntó, ya que deseaba descartar la posibilidad de que el otro estuviera sacrificando su integridad por la comodidad de ella. Entre los dos, era más importante que el varón tuviera el sueño y descanso necesario para contar con todas las energías necesarias para proteger y defender, a diferencia suya, que solo era una vulnerabilidad.
La nephele tomó su túnica y se encaminó al lado del lung, arrodillándose a un costado de aquella cama campestre. Pasó su mano a lo largo de la tela, palpándola con cuidado, como si tratase de crear tiempo para alargar aquella breve interacción -yo también puedo sentar guardia, si es lo que pretende hacer. No tiene que desvelarse más de lo necesario- ofreció de buen corazón, conforme alzaba la mirada y se encontraba con los ojos del contrario.
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Post by Haoyang Lian on Sept 11, 2017 13:04:15 GMT
La mano que tenía extendida se contrajo en un puño al recibir la pregunta de la joven. Por supuesto que dormiría pero no cerca de ella; no podría conciliar el sueño. Por obvias razones, claro, debía mantener guardia en algún punto del campamento, en donde pudiera tener suficiente visión y cercanía a los sonidos de las amenazas que acechaban en la jungla. Bajó la mano en seguida, sin responder de inmediato. Por alguna razón se vio obligado a observarla mientras la mujer colocaba su capa por un lado de lo que justo había tendido. ¿En qué estaba pensando?
Su mirada se ancló a la de ella quien lo miraba desde abajo, sin verse suplicante o inferior. Realmente hablaba en serio, realmente tenía intenciones de que él, un hombre relativamente extraño para ella se recostara a su lado. No es que sintiera pudor ni vergüenza pero aquello lastimaba un poco su orgullo. Apretó las manos, conteniéndose de reaccionar de forma impulsiva; ya la había asustado antes y por azares del destino la había vuelto a ver a pesar de pensar que jamás se volverían a cruzar sus caminos. Aunque su corazón fuera duro y lento había algo que lo hacía alimentarse de su presencia; aún no sabía bien qué era. ¿Sería esa calidez que por poco olvidaba existía? Lo había visto de la Soberana pero nunca de forma tan cercana e íntima. -Nada de eso- replicó intentando sonar reservado más la tensión en su mandíbula hacía que las palabras salieran con esfuerzo.
No había necesidad que la mujer viera tan de cerca su comodidad y mucho menos que lo percibiera tan vulnerable que hiciera tal cosa por él. Estaba de más. -La jungla no es tan fría por la noche; sólo pasará calor teniéndome a su lado- replicó intentando aportar una excusa lo suficientemente convincente para no recostarse ahí. Tomaría su lugar al pie de un árbol, donde pudiera recargar la espalda. Aún con el torso descubierto tendría calor, sería aún más si sus cuerpos se encontraban a tan corta cercanía. Sus puños se apretaron más al sentir tensión en el vientre, como si sus entrañas se retorcieran. -Seguro lleva horas caminando en la selva aparte de lo que lleva perdida. Debe descansar o será realmente un estorbo-. Apretó de nuevo la mandíbula al darse cuenta de la palabra que había salido de su boca. Estorbo… no lo era en realidad, no la veía tal cual… pero si se retractaba sería una muestra de debilidad, de… ¿preocupación por ella? ¿empatía? Ya era suficiente con ofrecerse o más bien imponerse como su protector durante su trayecto. Desvió la mirada por un instante, no teniendo suficiente valor para mirarla a los ojos.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 11, 2017 23:49:21 GMT
Escuchó atenta, siendo observadora en los tiempos entre comentarios y el lenguaje corporal ajeno, más allá del rostro que destilaba enojo. Prefirió no presionar, y dar tiempo esta vez a que el dragón resolviera sus conflictos, si es que su presencia o comentarios hubiesen causado alguna tribulación en la mente del otro. Para apoyar la autoridad ajena y aliviar la tensión, se limitó a sentarse sobre la tela y deshacer el moño por el cual llevaba el cabello recogido, haciendo que el mismo cayera sobre sus hombros y espalda con cierta gracia. Colocó su cesto sobre su túnica y del mismo sacó una pequeña peineta, la cual utilizó para peinarse el cabello. A diferencia de la mayoría del tiempo, esta vez no llevaba irises en su cabello, puesto que temía perderlos dadas las implicaciones del viaje.
Pacientemente, cepilló su melena castaña, asegurándose que no quedara ni un sólo nudo, para finalmente guardar aquel objeto de vuelta a la canasta después de un par de sacudidas. Tras aquella pausa entre palabras, decidió romper el silencio -De acuerdo- asintió sumisa, entendiendo que lo mejor era hacer las cosas como él las deseaba, para así evitar contratiempos para ambos. Volteó el rostro, tratando de buscar las pupilas rodeadas en magenta del otro y ofrecerle una sonrisa. -Tal vez es egoísta de mi parte, pero... ¿podría mantenerse cerca?- preguntó midiendo cada sílaba -no tiene que ser por mucho, al menos hasta que concilie el sueño- admitió, tratando de no sonar fastidiosa -El sentimiento de seguridad que usted emana me es reconfortante- añadió con sutileza. Era una verdad. Aunque estuviesen fuera de inmediata amenaza, con sólo verlo al alcance de su brazo le daba una sensación de protección, la cual era lo suficientemente embriagante como para brindarle la paz necesaria para conciliar el sueño después de aquel impactante altercado, y esconderla de la evidente realidad que aquella topografía ofrecía en términos de peligro. -Puedo relatarle una historia, si gusta de prestar oído- ofreció, evidenciando que dicho cuento sería tan corto como el abrazo de morpheo la rodeara.
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Post by Haoyang Lian on Sept 12, 2017 0:51:34 GMT
Parecía totalmente despreocupada a la palabra que justo acababa de usar… Haoyang sintió algo en el pecho, ¿alivio tal vez? No tuvo tiempo de descifrarlo puesto que de inmediato hubo una nueva distracción. Sus ojos parecían no querer abandonar las manos que desataban el cordón que sometía el cabello ajeno. Con esa liberación, aquellos filamentos tan delicados ondeándose con suavidad en el aire, se vino un aroma tan dulce que lo hizo arrepentirse de haberse negado con tanta seguridad ante su invitación. Debía verse tan torpe simplemente parado, con los ojos bien puesto sobre cada uno de sus movimientos, sin poder decir palabra alguna. Como un hechizo, no fue hasta que la voz de la mujer lo volvió a la realidad, forzándolo a mirarla a los ojos otra vez. Levantó el rostro, recobrando su postura rígida y altiva. Sentía el ápice de su orgullo en lo alto al saberse obedecido mas aquella altitud cayó de nueva cuenta. Desarmado la escuchó.
¿Acompañarla mientras conciliaba el sueño? Sonaba absurdo… totalmente absurdo. Pero algo no le permitió negarle semejante petición. Tan simple e inocente. Suspiró profundo ya perdiendo ligeramente el control de su fachada; manifestándose rendido, sin más razones que dar para objetar lo que se le pedía. -No es egoísta, es razonable- acotó. Sin decir más, se sentó a su lado, con los hombros visiblemente tensos. El lung no era bien conocido por sus gestos amables y/o caballerosos, era más bien que actuaba por mínima educación; sólo lo suficiente. Pero en ese momento, estando descubierto de esa forma ante ella, en una cercanía más íntima; un hombre y una mujer, en medio de la noche sobre una cama tendida, le parecía algo inapropiado. El estar ahí le hacía sentir que ultrajaba el pudor de Viktoria. Cerró los ojos por un momento, despejándose de aquellos pensamientos.
Recargó su espalda sobre la tela, abriendo los ojos para encontrarse con las hojas de los árboles que contrastaban apenas con el manto nocturno. Se concentró en dicha imagen por un instante para acallar su consciencia que turbada no le permitía responder claramente. -Soy un extraño Viktoria; no debería confiar con tanta libertad- dijo con cierta amargura. No era un regaño en realidad, fue una idea que se le escapó del pensamiento. Necesitaba distraerse con algo… La historia no parecía tan mala idea ahora. Giró un poco la cabeza para mirarle, capturando entre sus pupilas la imagen de su rostro envuelta en su cabellera suelta y la luz tenue de la fogata que no era suficiente para resaltar la belleza que poseía. Su mirada se endureció, intentando sacudir la traición en su cabeza. -La escucho- respondió sin decir más.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 12, 2017 4:02:50 GMT
Viktoria escuchó con gozo aquellas palabras y la alegría la inundó al ver que había cercanía entre ambos, así fuera por la simple acción de acercarse a su lado para escucharle. Siendo una dama que pecaba de excesiva confianza, curiosamente estaba consciente de que estaba siendo muy permisiva y abierta con su actitud, pero no le molestaba. De cierta forma se sentía cómoda con el otro- inclusive si se le daba mente al asunto, el otro tuvo demasiadas oportunidades para aprovecharse de su gentileza, más siempre fue reservado y recio para con ello. Eso era evidencia suficiente para la nephele como para asumir que no tenía de qué preocuparse.
Tomó aire y se preparó para su relato, contrayendo el rostro en un gesto sereno, conforme se acomodaba de manera apropiada aunque aún sentada sobre el costado de su muslo, pero en dirección al dragón para poder observarlo durante su relato. Con una mano paseó una parte de su cabello, que caía como una noble catarata sobre su pecho, y lo llevó detrás de su hombro, con la intención de poder mostrarse más accesible. Aclaró su garganta un poco y empezó -En una época ausente, entre los versos de tiempos perdidos, existía un hombre, joven, elegante y atractivo. Un muchacho que disfrutaba de los placeres del silencio, permitiendo que los sedosos dedos de la soledad exprimieran su corazón tan estrechamente. No era por falta de diversiones, amigos, o compañeros de aventura, por que de haberlo deseado así, encontraría en qué agasajarse, con quien compartir y elegir aquellos para una aventura. Su soledad era un prisión que el mismo se había forjado, una tristeza profunda que lo impulsaba a enamorarse de aquello y exaltar su espíritu en suaves pétalos de melancolía- pausó la arcana un momento, creando un breve paréntesis -Como un estanque entre dos montañas, reflejando los colores del cielo y las nubes, y opacado por las sombra de los gigantes- explicó, siendo efusiva con sus manos, como si quisiera dibujar aquellas escenas con sus delgados dedos -pero aquello, no lo podía él entender, porque no conocía nada distinto a dicho mundo. Un vacío, llenado meramente por los placeres del conocimiento. Una hoja en blanco en su existencia, que estaba convencido sería así.- Viktoria sonrió suavemente, clavando su mirada brevemente en los ojos del otro -Pero fue en el climax de una primavera, en que los ángeles descendieron a la altura de los demonios, demostrando toda belleza y malicia, en la que aquel joven pudo experimentar, por primera vez, un ayuno profundo en su alma que sobresaltaba el hambre de su mente.-
La mujer tomó la mano del otro y la colocó sobre su palma, siendo educada ante todo -Este acto se llama, la mano del destino- explicó, conforme paseaba su dedo medio en la palma ajena -La primavera vestía como novia, extasiando a los poetas con dulces versos, tiñendo el cielo en pasiones y floreciendo con sueños efímeros en cada retoño. El joven colisionó con la memoria de un viejo amigo, el cual visitó al ser arrastrado por el impulso de los dioses, quienes le guiaban sobre aquellas alfombras verdes vivaces y efusivas, a través de valles de olores veraniegos.- Viktoria pausó, y cerró delicadamente el puño del otro con su mano y le retornó la autonomía de su extremidad. Deseaba continuar, pero el peso del cansancio se posaba sobre sí, además de que los impulsos de querer acercarse más al otro se hacían presentes, por lo que temía acorralarlo nuevamente.
-Mañana, si así usted lo desea, continuaré con la historia- susurró de forma suficientemente audible, entrecerrando un poco los ojos al tiempo que se agachaba para recostarse sobre su propio costado. -O si bien gusta, puedo continuar hasta que mi consciencia se desvanezca- ofreció. En aquel punto, el lung se encontraba sobre la espalda mirando el paisaje nocturno, mientras la dama reposaba sobre el costado de su torso en proximidad del otro.
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