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Post by Viktoria Íriell on Sept 30, 2017 17:14:54 GMT
Al momento en que el dragón tomó al joven arcano y la liberó del niño, pudo notar la expresión y lenguaje corporal del mismo, siendo este completamente en calma y control. Hacia no tanto, había tenido la tarea de atender a un arconte en situación crítica, y había asistido a otro dragón en curarle, siendo mayormente un apoyo moral y semblante de tranquilidad para que los demás conservaran la calma durante el proceso. Intentó aplacar su propia desesperación bajo el argumento de que era la mejor ruta de acción, para apoyar a Derek como para no asustar al resto de niños.
Cuando Haoyang partió de la casa con el pequeño, los otros cinco jóvenes quedaron extrañados de la situación. No recordaban haber visto o conocido a ese arcano, pero dado la familiaridad que su protectora mostraba a con él, asumieron que era alguien de fiar. Viktoria notó esta consternación y sacudió un poco la cabeza -No hay tiempo para explicar, pero confíen en él- acotó, tratando de estar en paz. Muy a raíz de su razonamiento y querer copiar la profunda tranquilidad ajena, su pecho era un torbellino y su mente un mar violento indomable, lo cual se podía notar en sus manos temblorosas. Respiró profundo, recogió el ruedo de la capa entre sus manos y corrió en dirección por donde Lian se había ido, tratando de alcanzar su paso tan pronto posible.
Fue entonces cuando entró en un establecimiento, y el sentido común dictaba que aquello debía de ser un boticario. Antes de entrar, se volteó, viendo la tropa de chicos detrás suyo frenar de golpe y cuestionar el por qué se habían detenido. La nephele les pidió que se mantuvieran ahí, por lo cual muchos reclamaron al respecto. Era natural que quisieran estar cerca de Derek y mantenerse pendientes de su estado, pero dado lo emocionales, caóticos e impredecibles que se podían tornar, no era ideal que aglomeraran el recinto y acosaran al curandero. Nuevamente y con una voz débil, aunque sonriendo muy suavemente, les pidió que se mantuvieran afuera del edificio. -Más vale que se cure- gritó Turik entre dientes, apretando la mandíbula con ira y dolor. Aunque ninguno ahí estuviese conectado por sangre, los lazos que los ataban eran tan fuertes como el de una familia biológica- después de todo, habían sobrevivido a tantos horrores y penurias juntos que se habían vuelto inseparables. Los demás jóvenes asintieron al comentario del pelirrojo, algunos con lágrimas y otro asustados, pero determinantes en que el bienestar del pequeño arcano fuera óptima. Viktoria asintió, sin realmente saber cuál sería el resultado de aquella situación, pero queriendo llenarlos de esperanza y calma -Todo estará bien- mencionó, antes de adentrarse al establecimiento.
Una vez allí, pudo notar que el Rakshasha que atendía estaba examinando al pequeñuelo, notando el estado tan deplorable en que se encontraba. La nephele se hallaba impaciente, tratando de hallar soluciones con sólo la mirada, pero encontrándose con la del Lung, que la observaba con calma rotunda. El boticario alzó la mirada y preguntó respecto al arcano, tratando que recabar información para dar un diagnóstico certero. Viktoria recolectó sus memorias, respiró profundo e inició -Empezó como una fiebre ligera hace unas cuantas semanas. Intenté atenderlo con remedios caseros. Algunos parecieron funcionar, ya que aún se mantenía haciendo sus actividades rutinarias, pero gradualmente empezó a tener menos energía y quejarse de su área abdominal, lo cual lo mantenía en cama- tomó una pausa antes de continuar, tornándose pesado al explicar todo aquello -la fiebre se tornó tan terrible que tuvo un episodio similar a este, pero no tan severo, hacia unos días atrás, en el cual lo sometimos a aguas gélidas para calmar el ardor en su cuerpo, y pareció aplacar la fiebre.- la mujer titubeó un poco, y no pudo continuar. No obstante, aquella información pareció suficiente y el curandero la mandó a esperar en un asiento, mientras se encargaba de Derek. La nephele se encontraba cabizbaja y atribulada, cuestionándose si lo que había hecho hasta el momento había sido prudente. Tomó asiento donde se le indicó, y clavó la mirada en sus palmas, tratando de encontrar respuestas en las mismas.
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Post by Haoyang Lian on Sept 30, 2017 17:57:04 GMT
El rakshasa escuchaba mientras lavaba sus manos al fondo de la habitación. Dándoles la espalda sólo asentía a cada palabra de la mujer para después acercarse a la camilla sobre la cual reposaba el niño. Le indicó que se sentara a lo cual la nephele obedeció sin titubear. El boticario dejó reposar su mano sobre la frente del niño mientras que con la otra tanteaba las palpitaciones de su pulso, sosteniéndolo firmemente de la muñeca. Haoyang permaneció de pie, al lado del muchacho, observando atento a cada movimiento de aquel curandero. -Su fiebre es terrible y su pulso es lento, casi inexistente- declaró encajando sus ojos amarillos sobre los del dragón. Tragó saliva con cierta pesadez sintiendo un dejo de culpa por quién sabe qué razón. El niño se encontraba enfermo desde antes de que esa información llegara a sus oídos; aun así, sentía cierta responsabilidad.
Mientras la ola de sentimientos comenzaba por dominarle, el otro arcano se acercó a otro de los extremos de la habitación la cual estaba repleta de pergaminos sobre los cuales había pintados esquemas, bocetos y anotaciones médicas. Sus peludas manos recorrían varias botellas y frascos que poseían etiquetas difíciles de leer, muchas de ellas con pedazos de plantas y otras parecían tener viseras de animales e incluso tal vez, de arcanos. El boticario ajustaba sus lentillas al tomar uno de los frascos que inspeccionaba con detenimiento; en su rostro y postura no había un dejo de urgencia lo cual comenzó a irritar al lung. -No voy a pagarte si el niño muere- replicó en voz baja pero con tintes molestos. Su mandíbula tensa causando que sus dientes se apretaran unos contra otros apenas dejando que el sonido de su voz escapara entre ellos. El rakshasa apenas levantó la mirada, sin sorprenderse puesto que no era la primera vez que el hombre le hablaba de esa forma. - ¿Cuándo le he fallado? - contestó sin preocuparse de hablar en voz baja. Haoyang tensó los puños a sus costados guardando silencio. Era cierto, el hombre jamás había tenido desaciertos, pero ahora la urgencia provenía de otras causas. Miró por encima de su hombro a la mujer quien permanecía sentada, con el rostro prácticamente distorsionado por la angustia y la impotencia.
Las palabras que deseaba pronunciar burbujeaban en su pecho; una reacción que casi ardía. “Todo va a estar bien”, “Tranquila, saldremos de aquí satisfechos”, “No hay nada que temer"… todas aquellas palabras que algún momento de su vida pudo llegar a pronunciar, teniendo la suavidad y ternura para decirlas sin vacilaciones. Apretó aún más los puños sintiéndose impotente de no encontrar el valor suficiente para dejarlas salir para calmar aunque fuese un poco los pesares de aquella mujer. No pudo hacer más que acercarse, mantenerse de pie frente a ella. Firme como siempre pero en su interior rebuscando entre los espacios quebrados de su voluntad las fuerzas para hablarle. -Viktoria…- su nombre quedó suspendido en el aire así como una de sus manos pretendiendo acercarse, cuando el chillido agudo del muchacho quebró lo que pudo haber sido la primer experiencia del dracónico ante la dulzura en años. Giró el rostro con rapidez y con el rostro abatido por la incertidumbre y el temor. Encontrarse con la imagen del chiquillo retorciéndose, con la espalda arqueada de una manera que no podía ser natural, balbuceando frases llenas de incoherencias. Inmediatamente, Haoyang avanzó al camastro, casi a zancadas, ayudando al boticario a someter al muchacho. Sostuvo sus piernas, mientras tomaba unas correas de cuero que pendían a los costados. Por primera vez sintió temor puesto que el pequeño cuerpo del enfermo poseía una fuerza increíble. Le costaba trabajo mantener sus extremidades quietas lo cual causaba que sus manos temblaran por el uso de tanta potencia. Seguro dejaría marcas pero era imperativo que el chico se atara al camastro cuanto antes.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 30, 2017 20:33:24 GMT
La voz del dragón llamandola por el nombre no fue suficiente para que la mujer levantara la cabeza. Permanecía ahí, inmóvil, cuestionándose todas sus decisiones. De un punto a otro el grito agudo de dolor por parte de Derek reventó en el recinto, instintivamente conllevando a que levantara el rostro y su mirada se perdiera en la distancia tratando de hallar el pequeño. La escena parecía sacada de un cuento de horror puro. La forma en que pateaba y golpeaba, se arqueaba y balbuceaba cosas ininteligibles, hacían parecer como si estuviera poseído por una fuerza mayor.
Viktoria sintió como un escalofrío le recorrió la espina dorsal, agitando sus sentidos y alterando su cordura. Quería interceder, abrazar al arcano y curarlo con puro y llano amor. En un mundo donde los sueños eran la fuerza determinante para calmar las mareas, algo así podía ser posible. No obstante la realidad dictaba lo opuesto y señalaban en dirección a una serie de eventos desafortunados. Por naturaleza, la nephele no era de recurrir a la desesperanza y la futilidad de la negatividad, por lo que intentó buscar luz dentro de sí misma para encarar aquello. Juntó sus palmas y rezó, imploró a todo dios o entidad que pudiese escucharle. Susurraba tan suave que no era audible a menos que se estuviese en proximidad, y mantenía el rostro enterrado entre sus manos apuñadas. Conforme oraba, recuerdos desastrosos de acontecimientos en el viejo continente empezaron a inundar su corazón, tratando de abatir sus pobres intentos por buscar resolución. -Por favor... por favor....- repetía, en un tono más audible.
Mientras tanto, por la fuerza implementada entre ambos arcanos, Derek pudo ser amarrado, pero aquello no implicaba que se mantuviera del todo quieto. Arranques de fuerza y convulsiones hacían parecer que iba a arrancarse de sus ataduras, mostrando un rojo marcado en su rostro debido a la sangre acumulada en el mismo.
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Post by Haoyang Lian on Sept 30, 2017 21:26:44 GMT
Al fin sometido el muchacho, Lian alzó la vista. Una mezcla entre furia y terror podía verse en sus ojos ahora más abiertos de lo usual. Se atrevió a mirar a Viktoria quien depositaba ahora sus energías en rezas cosa que le causó un agudo dolor en lo profundo de su alma. -¿LO PUEDES CURAR O NO?- vociferó impulsado por la desesperación de la mujer y su propia confusión ante la escena tan fuera de lo usual. El niño ya tendido y sometido a la camilla movía la cabeza, echando espuma por la boca, con el rostro enrojecido y los ojos en blanco. El dragón se hallaba sumamente confundido por no decir que aterrado mientras que el boticario se mantenía con los ojos bien abiertos y puestos sobre el muchacho. Lo tomó del rostro intentando calmarlo y evitar que dejara de mover el cuello de manera tan brusca.
Sus huesos crujían con cada movimiento mientras que el rechinido de sus dientes se hacía fuerte y molesto. Haoyang se encontraba desesperado en sus propios pensamientos, buscando la manera de hacer lo posible por no estar estorbando. El boticario se alejó hacia una de las repisas, tomando frascos y demás ingredientes que comenzó a machacar en un mortero. El choque de la piedra contra las hojas y pomadas es escuchaba apresurado. -Nunca había visto algo así- indicó con voz rasposa intentando atravesar con su voz entre los gritos del muchacho y los golpeteos de este contra la camilla. Por su parte el lung adoptó el lugar del rakshasa, usando su fuerza para mantener inmóvil la cabeza del muchacho mientras que sus piernas se movían con desesperación como un pez fuera del agua.
Intentaba clavar su mirada con la del niño pero era imposible ya que parecía estar mirando simplemente dos orbes blancas, ajenas de vida, de alma… El niño murmuraba pero no podía comprender sus palabras entre la cacofonía y los propios golpeteos de su consciencia. El rakshasa se acercó apenas con una mezcla pegajosa y negra que pretendía introducir en la boca del muchacho mas fue imposible porque al momento en que acercó su mano, el chico logró extender la cabeza para mordisquear los dedos del boticario. El hombre gritó, dejando caer el plato de vidrio al suelo, el cual se quebró en mil pedazos. Haoyang miraba la escena, enfocándose en el boticario cuya mano ahora trémula sangraba, sin embargo, sus ojos se devolvieron al rostro del chiquillo quien comenzó a reír de forma burlona. El dragón tensó la mandíbula, sintiendo la fuerza acumularse en las yemas de sus dedos pero debía contenerse. Sabía que en un descuido, de no controlar la potencia de su agarre podría fracturar su cráneo.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 30, 2017 22:07:35 GMT
En la joven arcana acrecentaba más y más la necesidad de acercarse a aquella escena, brindar su apoyo y luz al joven arcano que ahora no era más que una manifestación de horrores y pesadillas. Se detuvo de rezar, se levantó con la cabeza aún baja, su cabello desaliñado por el viaje anterior cubriéndole el rostro, y pasó la mano por el mismo para acomodar algunas de estas hebras detrás de su oreja. Los gritos, rechine de la cama y golpeteos por las pequeñas extremidades del niño cargadas de adrenalina provocaban un sonido sordo que se opacaba en los sentidos de la nephele, la cual estaba encaminándose hasta un costado de aquella cama, hincándose sobre sus rodillas y tomando la mano del pequeño entre las suyas. Aquel agarre no era bienvenido, por lo que el joven poseído no hizo más que apretar, aruñar y rasgar la delicada tez y palma de la mujer a como hubiera oportunidad.
Viktoria no le importó aquello, y aunque en su rostro se reflejaba dolor ante dichas acciones, mantuvo su agarre firme. En su rostro se marcaba una profunda melancolía y penuria, vistiendo una sonrisa quebrantada directa del corazón, observando a Derek, un centauro de venado joven, apenas entrando en la pubertad, cuya historia inició al momento en que los hombres asesinaron a su familia, y lo vendieron a él y sus hermanas como esclavos. Lo conoció cuando Zurek alcanzó a comprarlo de las garras de un degenerado y lo trajo a casa, cediéndoselo a la mujer para que lo aseara y lo instruyera en su nueva vida. En aquel entonces era un niño que apenas estaba aprendiendo a hablar, pero la vida le había mostrado horrores que ningún infante debía conocer nunca. Íriell se había prometido a sí misma el protegerlo, educarlo y darle los valores y cariño necesarios para que creciera con bien. Sin embargo, al igual que muchos de los otros huérfanos, sufría de una extrema soledad que lo volvía retraído e introvertido. Para desfortuna, no pasó mucho tiempo antes de que la tragedia volviera a tocar el corazón de todos, y tuvieran que huir hacia Mirovia, causando así un mayor trauma en el pequeño que lo conllevaba a ser más distante.
-Derek, recuerdas lo que me decías- empezó a recitar la arcana, a pesar de que el ruido y el caos reinaba en aquel camastro -de que querías vivir lo suficiente para tener tu propia familia- mencionó en un tono dulce, aunque se podían ver tintes amargos en sus gestos -tienes que luchar, Derek, hemos vivido tanto y sufrido aún más, como para que este sea el fin- explicaba, mientras su agarre se tensaba en la palma del chiquillo, la cual había abierto la piel de Viktoria a ese punto por sus ataques constantes. -No puedes darte por vencido, no puedes abandonarme sin demostrarme lo contrario. Por favor...- mencionó, con la garganta atorada como si estuviera a punto de reventar en llanto -Hazlo por ti, por Isaac, por Turik, por Sasha, Ajnar e Ýr. Hazlo por mí, te lo ruego- culminó, bajando el rostro para no ser vista, aún manteniendo sus manos en las del centauro.
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Post by Haoyang Lian on Sept 30, 2017 22:33:14 GMT
Estuvo a punto de soltar al niño al ver cómo con un golpe hería a la nephele pero al notar que seguía aferrándose a él, implorándole por mantenerse firme, no vencerse ante lo que ahora ya no parecía una enfermedad sino una maldición, decidió mantenerse a raya. Para ese punto el rakshasa había logrado vendarse la mano de manera provisional, volviendo a ocupar su lugar sometiendo el rostro del muchacho. Ahora Haoyang permanecía de pie, con las manos libres para ocuparse a otra tarea.
Las piernas del chico seguían moviéndose mientras que sus talones descubiertos raspaban sobre la superficie del camastro que ahora estaba levantando el pellejo y la piel que herida dejaba salir sangre manchando las telas y la madera. Lo tomó de los tobillos, buscando la manera de mantenerlo quieto y que no fuera a herirse más. Las palabras de Viktoria seguían en el aire, apenas luchando contra la turbulencia y la violencia que estaba presente. El chiquillo parecía calmarse, aún con la mandíbula tensa y los ojos ausentes, pero al fin quieto. Su pecho parecía ya calmado aunque la agitación continuaba escuchándose en su respiración. El lung observaba expectante, de cierta manera optando por siquiera moverse, temiendo que el instante de paz se viera comprometido por algún movimiento inesperado de su parte. -Solo- murmuró el chiquillo al fin de forma que podía entenderse lo que hablaba.
Haoyang frunció el ceño, preguntándose el porqué de su elección de palabras. Tal vez era un simple delirio lo cual justificaría la falta de coherencia. Aún así, la situación no dejaba para menos; algo verdaderamente extraño estaba sucediendo. Tanto él como el boticario observaban en silencio. Al fin el dragón miró al rakshasa buscando soluciones. -Dudo que esto se arregle con palabras dulces; ponte a trabajar- sentenció con severidad a lo que el viejo curandero obedeció. Por suerte logró recuperar algo del ungüento que se había caído al suelo, lo embarró en un pedazo de tela e introdujo en la boca del muchacho quien de nuevo volvió a retorcerse como si de una cucaracha moribunda se tratara. En seguida, Haoyang se aproximó a Viktoria tomándola de los hombros para levantarla y alejarla del chico. -Suéltalo- ordenó al boticario. No era necesario puesto que el hombre ya estaba dándose a la tarea de aflojar las correas y permitirle movimiento al chiquillo.
En cuestión de segundos, que pareció fue más tiempo, Derek se levantó de un sentón. Tosió de manera seca, trayéndose sonidos que parecían rasparle la garganta. Su espalda se arqueó hacia el frente mientras sus manos, apoyadas sobre la madera, se apretaban para impedir caerse. El boticario al darse cuenta que el muchacho parecía estar de vuelta en sí, lo sostuvo de la espalda y así, al fin, de la boca del chico, salió un objeto envuelto en una baba espesa que cayó con pesadez al suelo. Por un instante parecía sólo un pedazo de tierra pero en seguida, un brillo verdusco alumbró el fluido y el suelo. Varios puntos verdes comenzaron a elevarse torpemente en el aire, tomando camino por las aperturas de la puerta y así, tan pronto como se relevaron ante ellos, desaparecieron.
La confusión y la terrible preocupación del momento permanecía pero podía sentirse cómo el aire se hacía menos pesado. El silencio que de pronto los rodeó se interrumpió con el llanto del niño quien asustado llamaba por la nephele. Perplejo y aún con la vista puesta sobre la puerta, Haoyang soltó los hombros de la mujer permitiéndole que se acercara al muchacho. Se mantuvo de pie, sin mirar el reencuentro entre ambos. No necesitaba del diagnóstico del rakshasa para saber que todo se había tratado de un encantamiento de lo más ruin. Si bien, sus dominios no eran los de la deducción, deseaba llegar al fondo del asunto.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 1, 2017 1:58:51 GMT
Como si hubiera sido una mala pesadilla, aquel terrible episodio parecía haber cesado. Al momento en que el Lung retiró las manos de sus hombros la mujer se lanzó a abrazar al niño, importándole poco la sangre de sus palmas o la situación tan inusual y macabra que parecía extenderse a raíz de lo que el joven había expulsado fuera de su sistema. Como una madre encontrándose con un hijo perdido, fue el sentimiento que derrochó ese momento entre ambos, donde la Nephele lo abrazaba tan estrecho contra el costado de su rostro, como si estuviese asegurándose de que todo eso fuese real. -Sabía que lo lograrías- repitió con rastros de angustia y alegría, mientras plantaba besos en la frente del niño de forma dulce y hasta empalagosa. El derroche de amor se detuvo por un momento, permitiendo un espacio para que ambos se miraran cara a cara, a lo cual Íriell acarició la cabeza del pequeño -Todo va a estar bien- sonrió con ojos cristalinos, con infinita gratitud a los dioses y los seres dispuestos en su camino para lograr que las cosas tornaran a mejor.
Viktoria reposaba la cabeza del castaño en su hombro, acariciando tiernamente el cabello del mismo para que se aplacara su llanto. Extendió su mano hasta alcanzar la manga de Haoyang, ensuciando su ropa con algunos rastros de sangre, pero tirando suavemente para captar su atención. Al momento en que se miraron, la nephele esbozó una sonrisa agradecida y profunda -si el destino no lo hubiera puesto en mi camino...- mencionó, pero cortó la oración antes de recabar de vuelta en hipotéticas tenebrosas -Muchas gracias- musitó, con ojos en los que parecían acumularse las lágrimas de felicidad, y unos labios que escondían profunda sinceridad. De igual manera, la nephele extendió el gesto al boticario, agredeciendo repetidamente por su intervención.
Derek estaba confundido, pero reconocía bien el gesto de su protectora, sintiendo paz a causa de sus palabras y afecto. Se hundió en el pecho de la mujer, antes de esbozar palabra alguna -e-e-estaba muy as-as-asustado- tartamudeaba entre sollozos que se desvanecían conforme se mantenía en aquel abrazo maternal -La v-v-voz me prometió que n-n-no estaría más s-s-solo...- titubeó con suma inocencia, ignorando completamente el peso de aquella declaración. La sonrisa de Viktoria pareció aplacarse por un segundo y se tornó en desconcierto -¿Derek...?- exclamó la mujer, tratando de descifrar qué había querido decir con aquello.
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Post by Haoyang Lian on Oct 1, 2017 4:50:39 GMT
Sintió el tirón que lo llevó a encontrarse con el rostro de Viktoria abatido por las emociones de ver al muchacho sano y salvo. Sus labios se entreabrieron incierto sobre las palabras que le dedicaría a la mujer. ¿De nada? No estaba del todo seguro. Parpadeó un par de veces hasta que el jovencito captó su atención. Hablaba de una voz, lo cual lo llevó a mostrarse un tanto tenso, incluso inquieto. Por otro lado, el boticario se puso de cuclillas frente al cúmulo de saliva y sangre que había en el suelo. Inspeccionó de cerca para encontrarse el rastro de un insecto ya muerto. Lo tomó entre sus dedos, acercándolo a su rostro. En efecto se trataba de una luciérnaga sin embargo, prácticamente al tacto, se desvaneció en el aire entre cientos de partículas, como si nunca hubiera existido.
Haoyang volvió a mirar hacia afuera, mirando cómo el atardecer perdía poco a poco su luz. Distinguió la luz de algunas luciérnagas que al verle se marcharon. Los ojos del lung se entrecerraron al sentirse observado de alguna manera que no sabía explicar bien. Volvió a mirar a la nephele y esta vez se acercó a ella colocando una de sus manos sobre su hombro. -Lo mejor será que él descanse- replicó. De mala manera sabía que hablar después de un evento con tanto traumatismo no era lo idóneo… Y también… no creía que fuera lo mejor para el chico, para ella y el resto de los huérfanos seguir en aquella casa con tan poca protección y comodidades. Tensó la mandíbula, no encontrando la voluntad suficiente para sugerir su hogar como un área de descanso temporal al menos.
El rakshasa ya se había levantado, atendiendo sus propias heridas. Se acercó al dragón aún envolviendo su mano con vendas. Le echó un vistazo al muchacho antes de tomar del hombro al lung y alejarlo para hablar con un poco más de privacidad. -Lo ocurrido no fue un asunto de salud-. El felino se había acercado a los oídos ajenos, cuidando de hablar muy despacio. Aunque no era necesario seguramente para los presentes que hubiera semejante declaración; lo atestiguado iba más allá de cualquier enfermedad. -No sé qué o quién haya causado esto, ni por qué, pero debe mantener bajo vigilia al muchacho- sentenció. Haoyang asintió sólo una vez. Aunque no gustara de que le dijeran lo que tenía que hacer, el hombre tenía razón. Del bolsillo de su pantalón sacó una bolsa de tela que poseía varios mirvos que al caer sobre la mano del boticario hicieron un sonido. De nueva cuenta caminó hasta el par, callado por un momento antes de expresar lo que él creía sería lo mejor para todos. -No me sentiré cómodo dejándolos a su suerte- dijo al fin. Sonaba firme y determinante, y era porque lo que decía era cierto. Ahora se sentía responsable por la seguridad de ambos al ver cómo aquello… fuese lo que fuese, se había apoderado del cuerpo del chiquillo. De ocurrirle lo mismo a Viktoria… la sola idea le resultaba de lo más terrible.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 1, 2017 7:53:32 GMT
Aquello que había mencionado el niño quedó en un segundo plano al momento en que la intervención breve del Lung le hiciera recabar que, efectivamente, lo mejor para el pequeño era descansar. Una situación traumática había recién concluido, tanto para el centauro como para ella, dando por hecho que lo mejor era tomar un respiro y reposar. Después de todo, hacía semanas que ninguno de ellos había descansado acorde a raíz de las penurias y malestar del chiquillo. Siguió abrazando al joven, en más calma y frotándose un poco los ojos para retirar el exceso de humedad que peligraba en descender a modo de lágrimas por sus mejillas.
-M-m-ma... qué te p-p-pasó?- mencionó Derek, apartándose un poco de la mujer para ver los rasguños en sus delicadas palmas, con cierto miedo de lastimarle más de lo que parecía estar ya. A cuenta de aquello, inmediatamente sintió el ardor de sus manos, pero ignoró aquello para no perturbar al pequeño -No es nada, corazón, sanará pronto- replicó con confianza, sin mostrar una pizca de consternación al respecto.
Mientras tanto, los varones se habían apartado, secreteando cosas entre ellos en la distancia que no preocupaban mucho a la nephele en ese punto. De un momento a otro Haoyang retornó con ellos, ofreciendo una vez más oportunidades que abrirían una puerta para asegurar el bienestar de los suyos. Aquel rostro era determinante y marcaba una honestidad rotunda que la mujer sabía, era algo que no mencionaba a la ligera. Por momentos intentó descifrar el por qué de aquellos actos e intenciones desinteresadas. Por qué la había estado ayudando. No parecía estar interesado en algún pago o servicio de su parte, ni era malintencionado, cosa que tuvo cientos de oportunidades en demostrar. Cerró los ojos y sonrió suavemente, antes de levantar la mirada y clavarla en las del dragón. Simplemente asintió, sin cuestionar aquello, tomando al niño entre sus brazos e instando a Lian a acompañarla a las afueras del recinto.
Al salir del establecimiento del boticario, encontraron a cinco jóvenes inquietos y algo exasperados en sus formas selladas justo fuera del mismo, en donde todos en unísono se detuvieron y voltearon en busca de respuestas. Una felicidad creció en el pecho de la nephele, al notar que tenía noticias buenas que otorgar -Derek está bien, sólo necesita descansar- dijo en un tono lírico y emocionado, a lo cual, los niños gritaron emocionados celebrando el estado de salud de su hermano de circunstancias. Entre el jolgorio y la emoción, una niña de cabello blanquecino alzó la mano y señaló a la cercanías de Viktoria, con el dedo firme sobre la imagen de Haoyang -ESE QUIEN ES- preguntó atropelladamente, siendo rígida de expresión pero demostrando obvia curiosidad. Íriell cayó en cuenta que no había presentado al benefactor de sus andanzas y situaciones, por lo que remedió la situación -Él es Haoyang Lian, gracias a él, estoy viva, y el pequeño Derek también- respondió con tranquilidad, dejando una pequeña risa risueña escapar su boca. La joven que no parecía estar muy lejos de abandonar su adolescencia frunció el ceño y retrajo su dedo, clavando su ojos plateados en los magentas ajenos -BUENO, VA.- musitó entre dientes -Te la dejo pasar por ahora- mencionó con recelo y algo de conflicto en sus gestos y palabras. Ante ello Viktoria no pudo evitar carcajear por los evidentes celos de la chica, por lo que se adelantó en darle a conocer las más recientes noticias -Oh, Ýr, vas a tener oportunidad de notar la gran persona que es él. Después de todo, nos permitió el privilegio de convivir con su persona por algún tiempo- explicó con alegría que apenas podía esconder.
Los niños quedaron algo boquiabiertos y se miraron entre ellos, tratando de leer más allá de lo que les habían dicho. Se podían notar como entre ellos cuchicheaban y reían por lo bajo, mientras soltaban miradas hacia el dragón y la nephele.
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Post by Haoyang Lian on Oct 1, 2017 17:02:20 GMT
Haoyang salió junto con la mujer y el chico afuera de la botica del rakshasa. Ahora habían más niños esperando, ansiosos por una respuesta que les diera algo de paz. Por fortuna para todos Derek se encontraba fuera de peligro, por ahora, cosa que los niños hicieron de lo más evidente, tanto en su dicha como en por fin notar la presencia de un extraño entre ellos. A cada palabra de la chiquilla y por consecuente de Viktoria, el lung reparaba más y más en el compromiso que se había dado para con ellos. No estaba acostumbrado a la compañía, su casa, generalmente sola a excepción por sus sirvientes y Zoe en ocasiones. Alzó la cabeza como siempre intentando marcar su posición ante una situación que le confundía o molestaba.
Miraba a la mujer conforme se expresaba sobre él. Aún no comprendía el apego que sentía ella hacia él, sin siquiera pensar que él ya tenía uno por ella. Observó a los jóvenes con algo de severidad mas decidió no recaer en prestarles mucha atención, en cambio, se dirigió a la nephele para pedirle que fuera puntual y preparara lo necesario para su mudanza temporal. Habría un carruaje dispuesto para ellos al mediodía del día siguiente y así, sin decir más, se alejó sin una despedida o más palabras que lo ataran a ese sitio.
Se sentía cansado, cosa que se notó al pasar por el umbral de su hogar. Se llevó una mano a la frente mientras dejaba caer el equipaje que aún llevaba en la espalda. Se desplomó sobre un sofá, recargándose ante el cansancio y el brote de emociones del día. ¿A qué se habían enfrentado? Abrió los ojos para mirar hacia el techo como si en un simple momento de reflexión pudiera llegar a sacar sus conclusiones. Sin embargo, se vio interrumpido por el burbujeo en su estómago: hambre. Estiró la mano para acercar una de las bolsas que se encontraban a sus pies y tomó lo primero que sus manos tocaron.
Una manzana.
De nuevo una preocupación llegó a su pecho. Era como si el tacto de la mujer aún permaneciera sobre su superficie. Cuánto le había costado deliberar si debía morderla o no… Vencido por su propia voluntad, acercó la manzana a sus labios y morderla. Su cuerpo parecía descansar al fin sabiendo que se estaba dando el permiso de alimentarse pero no sólo eso, de abrirse al privilegio de recibir algo más; una amistad.
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