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Post by Haoyang Lian on Sept 12, 2017 4:59:57 GMT
Fuese por burda coincidencia o un meticuloso análisis sobre su persona, el relato parecía hablar de sí mismo. Sus oídos recibían las palabras de Viktoria, imaginándose todo aquello que sus labios pronunciaban. El joven, si bien no por sus cualidades sino por su lucha, lo visualizaba como él mismo. Se preguntó si la nephele había elegido semejante relato para él; y de ser así, ¿cuál era el propósito? Nadie podía presumir de conocerlo; de comprender las marañas de su espíritu y sin embargo, esta mujer que apenas había visto en cortos lapsos, parecía comprender a profundidad lo que aguardaba en su alma.
Sintió un hueco en el estómago; miedo… por primera vez en años, miedo. El tacto sobre su mano, no era nuevo, realmente que no, pero sí la respuesta que su cuerpo le brindaba. Esta vez recorrió con la mirada el dedo de la mujer, paseándose por la palma de su mano pero de inmediato terminó atraído a los ojos de Viktoria. Permaneció intrigado, debatiendo internamente sobre el significado de aquél ayuno, de aquella visita que golpeó las puertas del alma del joven del relato. Sin embargo, era evidente que el cuerpo de la mujer no daba para más. Quiso ser egoísta y escuchar lo más que pudiera; alimentar su curiosidad pero él mismo contradeciría sus propias palabras. Debía descansar; les esperaba un viaje largo al día siguiente. -Mañana- respondió, esforzándose por mantener la vista sobre el cielo. Sus ojos lo desobedecieron, por un corto instante, lo suficiente para recordar la imagen tan apacible de Viktoria, reposando su lado. Con las cascadas de su cabello descendiendo por sus hombros y rostro, que aunque cubierto estaba, se mantenía enigmático.
¿Cómo podía existir alguien así? Alguien que ha atestiguado la miseria y a pesar de eso, mantenía esperanza en su corazón. Suspiró suavemente, no tan fuerte como para ser molesto. Pensó en el chiquillo que antes había mencionado, su hijo tal vez. Parpadeó un par de veces, cortando contacto con las copas de los árboles que comenzaban a tatuarse en sus ojos. Una familia… Lo pensó en algún momento pero siempre se interpuso la angustia de hacer falta. Eventualmente tal deseo se desvaneció junto con su capacidad de brindar lo que aquello representaba: amor. Algo que sintió en algún tiempo pero que perdió de forma inesperada. -Su hijo se repondrá- dijo de pronto, rompiendo el silencio tan apacible que de pronto se generaba entre los dos. No estaba seguro si la mujer ya dormía pero aquellas palabras de aliento salieron sin permiso. Se mordió el interior de la mejilla, experimentando algo de arrepentimiento y una sensación que aún lograba identificar totalmente.
Anhelaba la presencia de la mujer tal vez por eso mismo; por la cantidad abundante de nuevas sensaciones o más bien, sensaciones que creyó borradas de su sistema. Y era por eso mismo que tal vez debiera mantenerse alejado de ella; su incapacidad, su carencia de inteligencia emocional y demás terminaría por hacerle daño. Lo sabía. Por más que sintiera las yemas de sus dedos quemarse por una caricia reconfortante o que sus labios temblaran por la necesidad de abrir su ser a la ternura, se negó rotundamente. Se volteó, dándole la espalda, negándole al cuerpo mirarla a ratos. Debían dormir; los rayos del Sol no perdonarían y quemarían a primer hora del día.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 12, 2017 14:06:00 GMT
La nephele apenas y alcanzó a escuchar la frase del otro, como un suspiro forzándose entre las rendijas de su consciencia, que estaba siendo robada prontamente por Morpheo. Respiró un poco profundo, de manera mecánica acomodándose para estar más apacible, pero siempre en aquella posición vulnerable de ovillo. Murmuró algo en respuesta, que bien no se pudo distinguir con claridad, fue en un tono tierno y algo mimado, debido al estado tan adormecido en que ya había sucumbido. El mero hecho de que el otro estuviera cerca suyo y la empapara con ese aroma particular y sobrio característico de mismo, brindándole tan preciada aura de seguridad, era suficiente para que se añadiera a su comodidad y paz.
Entregada al cansancio, la mujer concilió el sueño, el cual parecía tan pesado como una piedra, pero la dejaba ver tan delicada y frágil conforme dormitaba de aquella forma tan expuesta. Esa noche, Viktoria pudo descansar apropiadamente, sin que la amargura de su corazón a raíz de la incertidumbre y la impotencia la agobiaran. Sus sueños se embarcaron en alegrías y agasajos de viejos recuerdos y presentes fabricados, permitiendo la felicidad bañar sus sentidos y alimentar su buen humor y prepararla para el día siguiente.
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Post by Haoyang Lian on Sept 14, 2017 2:47:17 GMT
Inevitablemente se dejó vencer por el sueño, dejando que el peso de sus pestañas cayera sobre su mirada apenas despierta por la adrenalina que ya estaba haciéndose menos intensa. Sus sueños dejaron de visitarlo por las noches desde hace mucho tiempo. La oscuridad lo envolvía al caer en los brazos de Morfeo; siempre incierto, en un abismo desconocido que no exploraba los rincones de sus memorias. Pero esa noche hubieron imágenes, voces, incluso sensaciones. Instancias viejas que prefería bloquear por no alimentar el dolor… mas nunca olvidaba; no había olvidado.
Despertó por la mañana, sintiendo los rayos del Sol hacerle arder los párpados. Abrió los ojos poco a poco, cubriéndose el rostro con la mano mientras se incorporaba con cuidado sobre el suelo. Había una ligera neblina rodeándolos, se sentía un poco de frío. Inmediatamente su mirada buscó la imagen de la mujer a su lado; su cabello, envolviendo su rostro en un caos que irradiaba belleza, se encontraba repleto de pequeñas gotas de rocío. Esperaba que no se hubiera resfriado… porque eso sería inconveniente para el viaje más que nada. Se levantó del suelo, pasando por cada centímetro del campamento. La fogata se había apagado por sí sola, dejando las cenizas sobre el suelo, aún irradiando algo de humo y calor que se capturaba entre la humedad del aire.
Se echó la ropa encima; había olvidado cubrir su pecho. Entre el alboroto que era su mente la noche anterior, eso había pasado a un segundo plano. Con su camisa ya protegiendo su cuerpo del clima y miradas ajenas, volvió hacia la fogata para echarle algo de leña con la intención de prenderla y preparar algo para tener con qué alimentarse antes de partir. Sin embargo, antes de que pudiera siquiera lanzar el primer leño, un estruendoso estornudo lo interrumpió.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 18, 2017 14:02:32 GMT
Reposaba serenamente, cubierta por un leve baño de rocío y una cortina castaña de cabello que cubría la mayoría de su rostro, hombros y torso. Su sueño era tan apacible y profundo, que el levantar del contrario no fue razón para interrumpir dicho estado. No obstante, fue un estornudo ajeno lo que llegó a retumbar en el subconsciente de la dama, causando que su entrecejo y expresión se arrugaran un poco, trayendo consigo los pequeños segundos de inconsciencia y desconcierto típicos de todo despertar.
-¿Derek?- murmuró la mujer con un dejo de alarma, levantándose de golpe mientras intentaba apartar el cabello de su rostro. Aquel era el nombre de uno de los niños de los que estaba a cargo, más específicamente, el que se encontraba enfermo. El estornudo había hecho que por inercia, la nephele llamara por instinto al joven, dejando notar esa profunda preocupación en su voz y reacción, aunque al momento en que su mente se esclareció, se ubicó con confianza de vuelta a la realidad. Al notar al Lung a unos metros suyo, se calmó un poco, volviendo a una expresión serena, graciosamente adornada por aquella melena enredada que la cubría.
-¡Buenos días!- se explayó Viktoria, tanteando sus alrededores con la palma en busca de la canasta. Al dar con esta, extrajo la peineta que le ayudaría a arreglar su cabello a un estado más ordenado. No pudo pasar por alto el hecho de que estaba levemente húmeda, al igual que su ropas. La neblina era débil, pero hacía entender que la temperatura podría servir para enfermarlos, de no tomar medidas necesarias. Al regresar el peine de vuelta al cesto, debajo de este reposaba su túnica, la cual sorpresivamente no se había humedecido puesto que era cubierta con aquel contenedor de mimbre. Con cuidado obtuvo la prenda y se la llevó encima, y muy cuidadosamente, se puso a retirar las ropas debajo de esta. Al despojarse de su vestimenta inmediata que llevaba bajo la capucha, tomó la canasta y se acercó a las cenizas de la fogata, llevando consigo las prendas humedecidas. Se incorporó al lado del dragón sonriéndole suavemente. -¿Se encuentra bien? Tome esto- mencionó, prontamente sacando una manzana de sus pertenencias y ofreciéndosela al arcano -Tengo más si gusta, pero no estoy del todo segura de que se alcance a saciar sólo con fruta- comentó en un tono ligero y divertido, tratando de conversar un poco -¿Hay algo en que le pueda ayudar?- se ofreció, tratando de agilizar su estadía y no ser simplemente una carga.
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Post by Haoyang Lian on Sept 19, 2017 1:56:16 GMT
De inmediato, como si fuese la respuesta natural de su estornudo, Viktoria se levantó con un aire alarmante, rebuscando en sus alrededores a alguien extraño para el lung. Giró el rostro sólo para verle entre una maraña de cabellos y confusión, intentando despejar aquél caos con las manos. Se vio vencido ante su cuerpo y rostro, mirándolos inevitablemente en busca de señas que indicaran daño. Todo parecía bien por lo que volvió a sus actividades, fingiendo indiferencia. Se limpió un poco la humedad que llevaba bajo la nariz con el dorso de la mano mientras seguía arrojando pedazos de madera al fuego que ahora calentaba con fuerza frente a él.
La escuchó saludarle pero no respondió. Sentía que debía obligarse a evitar cruzar la mirada; por orgullo, por probar su fuerza de voluntad y sobre todo por no verse capturado a su merced. Pero no pudo evitar por mucho tiempo el contacto puesto que había una pregunta aún más específica dirigida hacia su persona, eso sin contar la cercanía que se había acortado entre ellos. Inadvertido de que capturaría en su mirada un poco de piel, se enfocó en observar la manzana que tan amablemente le ofrecía. Al caer en cuenta de que debajo de aquella capa no había más que desnudez, que sus ropas se encontraban en sus manos, las mismas prendas que había llevado encima el día anterior, se sintió tenso. Tomó el fruto sin mirarle, ahora esforzándose por mantenerse con los ojos sobre la lumbre que comenzaba hacer crujir la madera.
Silencio. Aún se preguntaba por qué la mujer confiaba en su persona de esa manera; como si supiera de su naturaleza de principio a fin. La fruta en su mano tenía un peso fuera de lo normal; no era físico. Era como si la carga de su consciencia, de su confusión y repentino caos mental tuviera núcleo en esa manzana. Morderla parecía ser más que un simple acto. Vacilaba entre sus manos mientras rebuscaba en su mente de qué formas responderle. Echó un corto vistazo hacia sus pertenencias; unos envoltorios en donde había carne que había cazado el día anterior. Carne seca, pan, quesos y otros alimentos se encontraban también en un costal que se encontraba recargado sobre uno de los árboles. No tenía apetito y sabía que su cuerpo podría mantenerse en total y eficiente funcionamiento sin necesidad de alimentarse en ese momento, pero ella debía comer. -Puede tomar lo que necesite de allá- carraspeó -…ropa también-. Seguía negándose a mirarla. El ardor en su vientre era molesto y no porque físicamente fuera desagradable… era molesto por lo que implicaba. Debía ahuyentar aquella sensación. -No debemos perder más tiempo; la urgencia exige que nos movamos rápido. ¿No es así?-. Comenzaba a sentir temor al finalizar sus enunciados, experimentando una preocupación casi nueva. De pronto temía que sonara hastiado, con ganas de terminar con todo como si disgustara de su presencia.
Traicionado por una repentina inseguridad, decidió manifestar interés; de manera muy escueta, sí, pero finalmente, interés. -Viktoria; ¿qué es lo que le pasa a su hijo?-. La pregunta podía ser sumamente invasiva, incluso imprudente. Aunque el trayecto que recorrerían sería finalmente para encontrar cura para el niño, seguramente que eso le daría un recordatorio a la nephele; reafirmaría su angustia, su urgencia y sobre todo, tristeza. No era lo que Haoyang deseaba pero los años lo habían hecho torpe ante la ternura y la fragilidad que debía emplear para preservar la calma en el prójimo. Habría sido más apropiado continuar con el relato… del cual, se sentía sumamente curioso aún.
La manzana permanecía íntegra.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 19, 2017 3:25:12 GMT
En los breves momentos en los que permanecía cerca del Lung, acercó sus ropas humedecidas a las llamas de la fogata, con la intención de que las mismas se secasen. No estaba analizando a profundidad el lenguaje corporal del otro, pero si llamó su atención la forma en que parecía repelerla con la mirada, retirando la manzana de su propia palma. ¿Acaso había dicho algo indebido, lo había acosado inadecuadamente con su presencia? No lo sabía con exactitud, pero prefirió guardar silencio, y dejar que el otro liderara las futuras interacciones a su ritmo.
Ante la invitación de abastecerse de alimentos y ropas, se levantó en aquella dirección, no sin antes dejar su vestimenta a la falda del fuego. Conforme se encaminaba a dicho costal, inspeccionándolo de una manera algo tímida, cuidando ante todo sus modales. Fue entonces cuando le fue recordado el tiempo limitado con el que contaba, y la urgencia de la situación que se encontraba. La pregunta sobre Derek ocasionó que su apetito se cortara a la mitad, y le robara el impulso de tomar un poco más de lo que tenía previsto. Se limitó a quebrar un trozo de pan que cabía en su palma, y un trozo de queso que cubría apenas la cara más pequeña de dicho bollo.
Parecía de repente que un peso mayor al que su cuerpo podía soportar se hubiese sentado en sus hombros, dada la tensión que abarcó su figura de un segundo a otro. Suspiró de manera sonora, como si intentase librarse de aquel pesar, pero teniendo la fuerza necesaria para responder aquella incógnita -Ha tenido una fiebre que sólo ha empeorado con los días, a punto de dejarlo clavado en una cama- explicó con amargura -Hubo un punto en que tuve que reposarlo en una tina de agua helada, ya que se retorcía en espasmos por el ardor en su cuerpo- aquello último pareció hacer un nudo en su garganta, ya que fue una escena realmente impactante para la mujer. -Afortunadamente, el destino lo estabilizó y me cedió la oportunidad de buscar un remedio- delató, recuperando un poco la energía -Sé que fue imprudente, pero... ¿Qué más podía hacer?- se cuestionó a sí misma, no podía ir a un boticario o curandero ya que no contaba con el dinero ni los recursos. Todo lo que tenía era el conocimiento que había estudiado de libros sobre Mirovia, sobre su flora y fauna, y las propiedades de los mismos. Hubo un silencio en el que la dama guardó aquellos alimentos que había tomado del costal dentro de su canasta, y se dispuso a revisar por alguna prenda que se sirviese de abrigo.
No tardó mucho en encontrar algo que asemejaba una especie camiseta, que contrapuesta sobre su pecho, se miraba grande. Tomó su forma verdadera, la cual se caracterizaba por poseer muy pocos rasgos físicos o humanoides, y se retiró la túnica que la cubría. Se colocó la prenda ajena encima, y tal era su diámetro que la cubrió como si fuese una bata. La tela era cómoda y lo suficientemente cálida para servir de abrigo, por lo que decidió volver a colocarse la capucha encima sin más contratiempos. Resumió su forma sellada, retomó su cesta y se acercó una vez más a la fogata, esta vez a recoger sus ropas. Aún no se habían secado del todo, pero como mencionó el dragón, no había tiempo para desperdiciar. -No es mi hijo-dijo en un murmullo lo suficientemente audible -Al menos no de sangre.- comentó, en un tono neutral. Se irguió y miró al cielo -Podemos partir cuando guste, comeré en el camino.- añadió con amabilidad. -Gracias- mencionó, haciendo hincapié en la comida y la ropa que había tomado para sí.
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Post by Haoyang Lian on Sept 26, 2017 15:36:46 GMT
Sintió un pinchazo en el pecho. Recordó las veces en las que Zoe enfermaba, su primera opción siempre era la de llevarla con el mejor boticario de la Ciudadela. Eso jamás había sido problema… Entonces, de tener Viktoria que recurrir a viajar por Mirovia para hallar un antídoto debía significar que carecía de mirvos. Se dio la vuelta para mirarla, una vez que ya se encontrara a su lado de nuevo. Se sintió mal… culpable aunque no fuese su culpa. Sus labios se apretaron, dibujando en su rostro una delgada línea que ocultaba detrás de esa expresión una empatía que se anidaba en lo profundo de su ser.
Se obliga a no seguirla con los ojos, a no mirar la forma tan etérea en la que se había transformado, pero inevitablemente en su mirada se capturó aquella imagen. Era tan real y a la vez parecía una imagen acarreada de un sueño a esa realidad tan cruel a la que estaban atados. Una vez que la figura tomara una forma física, se devolvió a la fogata, a la imagen de su mano sosteniendo el fruto cuyo destino aún era deliberado en las sombras de su consciencia. -¿Intentó llevarlo a la ciudadela?- preguntó de pronto. Debía verla esta vez, mostrar aquella curiosidad e innegable preocupación que tanto se esforzaba por ocultar. Podría ser evidente para cualquiera pero no estaba de más despejar eso como una opción. Sería una solución más rápida y menos riesgosa; lo último por muchos factores.
El peso en sus bolsillos se había hecho difícil de cargar. Por primera vez en tanto tiempo había una culpa que debía apaciguar. Sin pensarlo, colocó su mano sobre el hombro de la mujer. Un tacto torpe, casi tembloroso; bastó con tocarle por encima de la piel para ahuyentarlo del contacto que duró apenas unos cuántos segundos. -Si es la cuestión monetaria lo que la lleva a buscar soluciones en un lugar tan lejano no se preocupe por eso-. Aunque su propuesta y palabras estaban llenas de bondad su tono permanecía severo, frío; como si fuese una contradicción entre su lenguaje corporal y las verdaderas intenciones que comenzaban a resguardarse dentro de él. Comenzaba a hacerse consciente de la vulnerabilidad que estaba creándose en su coraza; un punto débil que de ser golpeado a la menor provocación expondría facetas que se esmeraba por ocultar día con día.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 26, 2017 16:40:50 GMT
Aquellas palabras sacudieron a la mujer de manera pronta, provocando un impulso directo del corazón representarse en forma de un abrazo. Con la rapidez que caracterizaba a los de su raza, dejó caer su cesta a un lado y sus brazos actuaron por instinto, deslizándose como ceda por los costados del torso ajeno, sujetando estrechamente el mismo con su delicada fuerza, enterrando el rostro un tanto avergonzada en el pecho del lung. -Permítame esta indulgencia si tan sólo un momento…- mencionó en un susurro ahogado contra la piel recubierta del otro. Bien era cierto que su sensibilidad estaba desnuda cada que se trataba de sus niños, aquel ofrecimiento era una bendición que no podía simplemente agradecer con palabras. Ignoró por completo si aquel gesto sería bienvenido o no, pero simplemente no pudo evitar el atrevimiento. No era mal intencionado, si algo, representaba la genuina gratitud que sentía por el otro.
El contacto continuó, a pesar de que cada segundo le dictaba a a su sentido común que no incomodara a su benefactor. -Para ambos, sería lo más apropiado y de bajo riesgo…- comentaba, despegando suavemente su rostro de aquel fornido pecho y levantando la mirada para atrapar la ajena -Pero me tiene que permitir repararle el costo- dijo aquello asemejando un súplica. En sus ojos habían culpa a raíz de la posible deuda que aquello podría acumular. Desde su llegada a la isla, había estado rodeada de voluntades desinteresadas y buenos actos, pero el peso de la culpa de recibir y no dar creaba un ambiente agotador que la desgastaba. Muy a pesar de ser dicha una y mil veces que “no era necesario” siempre existía esa obligación moral que la forzaba a querer reponer todo bien, y con creces. No le molestaba en lo más mínimo; en contraparte, la motivaba y la hacía sentir útil. -Dejo a su discreción qué puede ser ello, pero por favor… concédame al menos la posibilidad de hacer algo por usted- era obvio que no contaba con recursos monetarios, al menos no de momento. Estaba desde un puñado de semanas intentando encontrar un trabajo, pero sin mucha suerte. La música le dejaba a duras penas lo necesario para alimentar a sus chicos, y ellos por su propia parte también encontraban la manera de abastecerse para no dejar todo el peso reposar enteramente sobre Viktoria.
No esperó una respuesta de sus labios, y llevó su rostro a un costado del cuello del dragón, acurrucándose en un espacio conforme esperaba una reacción de parte del otro. Estaba siendo egoísta, pero iría a tomar toda responsabilidad si aquello generaba una respuesta negativa por parte de Lian.
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Post by Haoyang Lian on Sept 27, 2017 2:52:34 GMT
Envuelto de manera repentina, su cuerpo de nueva cuenta tenso, incierto y temeroso de aquél gesto tan cálido que comenzó a infundirle terror. Sus manos se abrieron y al suceder esto, el fruto que había estado sometido por sus dedos cayó al suelo, rodando un par de centímetros frente a sus pies. Percibía el aroma de la mujer, entre un mar de sensaciones. Un olor vencido por el clima, desnudando la esencia de la mujer entre el rocío y el aroma de las flores. No se atrevía a depositar sus manos sobre el cuerpo ajeno, que a diferencia de la vez anterior, en la que sus cuerpos se hallaban a una distancia similar, ahora se trataba de un contacto espontáneo, ausente de un propósito práctico.
Se hallaba tenso, con el corazón revoloteando como si de una pequeña ave se tratase. Intento salir, echar vuelto y llegar más allá de lo que habían llegado jamás. Con su mirada ahora en sus fríos y profundos ojos, no encontraba algo específico que necesitara de ella, sólo comenzaba a detestarse por no poder desechar el pensamiento de aceptar tal permiso para seguir viendo su rostro. Alzó las manos, con el propósito de alejarla de una vez por todas, pero de nueva cuenta, la mujer parecía fundirse más y más en él. Era algo que no alcanzaba a comprender aún; esa comodidad y facilidad para depositar algo en un extraño. Cerró los ojos un momento, intentando acallar sus propios pensamientos, los cuales comenzaban a invadirlo con preguntas, con suposiciones de escenarios que no existían y seguramente ni existirían.
Su vientre ardiendo, llevando su voluntad al borde de un impulso. Colocó sus manos sobre los hombros de la nephele, apretando un poco antes de separarla de su pecho con fuerza. La miró entre una respiración profunda que no podía saberse a ciencia cierta si era agitación o molestia. Tardó segundos en contestar ya que sus pensamientos se hallaban en caos dentro de su cabeza. Torpes y distraídos por las sensaciones en su piel aún nublando su juicio y elocuencia. ¿Qué podría darle aquella mujer para compensarlo? No tenía respuesta puesto que su acto de generosidad no venía con intenciones de ser repuesto. -Lo hablaremos después- indicó severo, puntual para cortar la tensión mas no hizo otra cosa que hacerla pedazos, multiplicándola, haciéndola más invasiva.
Tomó la manzana del suelo para después avanzar hacia el lugar donde se encontraban sus cosas. Comenzó a juntar todo lo que estaba esparcido en el área, cuidando de no dejar nada antes de partir. Se quedó de pie por un momento, observando aquél fruto que terminaría por meter en una de las bolsas que llevaba. Aseguró cuanto equipaje llevaba en su espalda; si bien, una carga ligera para él, pesada para la joven. Su plan era sencillo; tomar su forma liberada y volar hacia la Ciudadela. Si se trataba de una cuestión de urgencia sería idóneo, sin embargo, debía preguntar. -¿Tiene problemas con las alturas, Viktoria?- dijo de pronto, acercándose hacia la fogata la cual apagó echando tierra con la punta de sus zapatos. Fingía desinterés, no la miraba; no podía. Los ojos de la mujer despertaban una desesperación en el centro de su pecho que no podía darse el lujo de experimentar de nuevo.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 27, 2017 21:44:05 GMT
Hubo fuerza en aquella reacción en respuesta a su gesto, pero el trato no fue explosivo como la última vez. En su positivismo, decidió interpretarlo como una diminuta señal de progreso, donde su presencia y exterioridad a dichas delicadezas se embarcaban siquiera dentro del rango de lo tolerable. Imaginar aquello le provocó una inminente sonrisa que era imposible de aplacar. Se retiró, llevando consigo el olor ajeno encima suyo del suyo, y muy a pesar del lenguaje corporal atribulado que el otro demostraba, le dedicó un gesto amistoso. Las palabras ajenas dejaron en la incertidumbre la posibilidad de retribuir, pero al menos la puerta se mantenía abierta a discusión. No quiso forzar el tema de momento, no obstante, tenía un gran puñado de ideas que otorgar cuando ese fuera el caso.
De momento se dispuso a recoger su canasta y acomodar sus pertenencias, tomando un trozo de pan y dando una mordida del mismo. Aquella situación le había devuelto los ánimos junto al hambre, por lo que no pudo resistir el llenar el vacío que se formaba en su estómago. Observaba pacientemente al otro, siendo cuidadosa con sus gestos para no parecer desagradable mientras comía. Al escuchar la pregunta del Lung sus ojos parecieron brillar por un segundo, develando la fascinación que aquello realmente le generaba. Se disculpó un segundo, limpió las comisuras de sus labios con un pañuelo y aclaró su garganta de la manera más pronto posible, vistiendo un suave rubor sobre sus mejillas conforme respondía -Ninguno, Sire Haoyang- sonrió, preliminarmente agitando la cabeza en negación -Soy hija de los cúmulos que besan el cielo, no hay lugar más agradable que el estar cerca de las nubes- mencionó con cierta poesía, haciendo referencia a la naturaleza de su raza. Aunque ella no tuviera la capacidad de sobrevolar los cielos libremente, podía acercarse un poco al posarse sobre árboles y sus copas, haciendo uso de su habilidad de flote.
En su mente se pintó la imagen del recuerdo de la noche anterior, cuando Lian había optado por su forma real para espantar a aquel animal salvaje que la acechaba. Aunque era un acontecimiento no distante que le provocaba algo de escalofríos, estaba más intrigada por la naturaleza del arcano. ¿Acaso irian a volar? -¿A qué se debe la pregunta, si me permite el atrevimiento?-
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Post by Haoyang Lian on Sept 29, 2017 15:15:36 GMT
Alzó los ojos, por un momento callado, enfocando la vista detrás de la mujer. El espacio era suficiente y seguro para tomar su forma liberada; ya no había nada que hiciera falta recoger. Volvió a mirarla, esta vez observando sus manos en donde llevaba sus pertenencias. Todo indicaba que no tenían más ataduras para permanecer en la jungla. Dio una última pasada a la fogata con el impulso de su pie y la tierra que levantaba al moverlo para dirigirse a ella. -Tomar altura será la forma más rápida de llegar con un boticario, Viktoria-. Caminó relativamente lejos de ella, a un área donde no hubiera árboles o arbustos que se interpusieran en su transformación.
Miró a los ojos de la mujer antes de que su cuerpo comenzara a cambiar; a fundir sus ropas, su rostro y huesos en una figura alargada e imponente. Las cosas que llevaba colgando de la espalda terminaron pendiendo de su cuello, casi al grado de apretarle. Aquellos ojos afilados mantenían el mismo tinte severo de antes, ahora colocados en su anatomía tan fluida, casi semejando el movimiento del viento, sólo que la negrura de su piel parecía como si de una sombra andante se tratara.
Mantenía las patas bien puestas sobre la tierra, sintiendo la brisa sobre sus escamas. Esperaba. Podía tomarse la libertad de observarla mejor, sin un rostro que delatara los pensamientos y murmullos de su pecho. Tan frágil, envuelta en una belleza que parecía tan vulnerable incluso al aire. Pero no, era engañosa, hasta cierto punto, era peligroso; como una flor sobreviviendo en medio de una hostil tormenta, entre los zarpazos de una ventisca, los golpes de una fuerte lluvia… eso era. Levantó una de sus patas para arrastrar sus garras sobre el suelo, indicándole que se acercara.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 30, 2017 0:23:23 GMT
Mientras el otro revelaba nuevamente su aspecto verdadero ante la presencia de Viktoria, sus miradas se conectaron. Aquella transformación fue mística, enigmática y sobre todo, engatuzante. Pero había una fuerza y energía en aquellos orbes magentas que la obligaban a querer fundirse en los mismos, muy a pesar de la curiosidad que le causaba el explorar el resto de la anatomía y consistencia de aquel emblemática criatura. Un suspiro de admiración escapó sus labios, dejando sus ojos perplejos ante escena que acababa de tomar lugar.
La noche anterior el terror la había invadido, debido a la inminente amenaza de la cual fue rescatada- aquella situación de peligro había cegado sus sentidos y abatido su capacidad racional pensante, opacando detalles y sutilezas que formaban parte de la naturaleza pura de Haoyang, siendo estas merecedoras de intriga y asombro. Como si no existiese una diferencia de altura entre ambos dentro de sus formas selladas, ahora era cosa de perplejo el largo del dragón que invadía completamente la zona de campamento. La oscuridad pronunciada en el pelaje, escamas y piel expuesta del mismo creaban un aura imponente e intimidante, de la cual resaltaba estrepitosamente los acentos magentas de su mirada.
En el pecho de la nephele nació la necesidad inmediata de aproximarse, de explorarlo en la cernanía y sentir con sus propias manos la textura de aquellas escamas. No recuerda con anterioridad el haber visto a un Lung de aquel color y facciones tan particulares, por lo que estaba maravillada con el contrario. El gesto que extendió el otro la tomó un poco por sorpresa, debido a que estaba ensimismada en sus pensamientos. El gesto parecía sugerir que se acercase, lo cual no dudó ni por un segundo. Caminó de forma paciente hasta llegar a la extremidad que rascó el suelo e intentó adelantarse a lo que se suponía era el siguiente paso -Asumo viajaré en su espalda, ¿cierto?- preguntó, sólo para caer en cuenta inmediata de que quizás no tenía la capacidad de habla en aquella forma. Sacudió un poco su cabeza y dejó una sonrisa pintar su rostro, inmediatamente tomando el ruedo de su túnica con la mano libre y flotando sobre el suelo, lo suficiente para poder colocarse en la melena de la nuca del dragón y enredarse de forma concisa como para tener un agarre firme a la hora de ascender. -Estoy lista- explicó, sin demorarse en dar una dirección -Vivo al sur de la ciudadela, en el barrio contiguo a las tabernas de menor renombre- explicó, tratando de no utilizar palabras como "pobre" o "mala muerte". Aquella zona era característica por aglomerar arcanos con bajos recursos, teniendo estilos de vida módicos y calmados.
-Gracias- repitió, con dulzura en su tono.
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Post by Haoyang Lian on Sept 30, 2017 2:39:03 GMT
Sabía perfectamente a qué lugar se refería. Aquellos rumbos los llegaba a visitar cuando el cuerpo se tornaba débil y más frío de lo que pudiera soportar. Aún en su forma imponente a la vista sintió un pinchazo de vergüenza que por suerte no podía notársele en el rostro. Pasó de inmediato, al sentir el peso de la mujer sobre él; era liviana tal como un cúmulo de nubes. Sin más, emprendió vuelo en dirección hacia el cielo. Su cuerpo serpenteaba mientras quebraba el aire frente a él, ganando altura hasta encontrarse por encima de la jungla presentando ante la vista de ambos un panorama digno de apreciarse. Recordando las palabras de Viktoria quien muy apenas lograba instalarse en las copas de los árboles, se mantuvo en un vuelo quieto por unos momentos. Sentía la luz del sol acariciarle así como la brisa ahora más fría.
Fueron apenas unos instantes y de nuevo, se deslizó entre las alturas con rapidez, partiendo con su cuerpo las nubes y el viento. A lo lejos parecería una estrella llena de oscuridad, surcando el manto celestial, recorriendo distancias que con dos pies tomarían horas, días… tal vez semanas. Transcurrieron tal vez unas horas: dos probablemente. Se aseguraba de sentir las manos de Viktoria bien aferradas a su cuerpo, eso era siempre indicación de que se encontraba con bien.
Comenzó a divisar las pequeñas casas de la ciudadela a la distancia así como los edificios más altos y distintivos del lugar. Fue descendiendo de tal forma que llegara con precisión a aterrizar en el lugar que la mujer le había indicado. Podía ya ver a las personas andando a sus propios asuntos que ahora alzaban el rostro para mirarlo, algunos con asombro, otros con cierta confusión. En los alrededores no había otro dragón con su color por lo que sabían de quién se trataba mas nunca se manifestaba de esa forma; era raro verlo envuelto en la negrura de su forma real.
Sus pies tocaron el suelo al fin. Dio oportunidad a que la nephele bajara, sin poder ver en qué condiciones se encontraba por lo que no perdió tiempo para volver a su forma sellada y asegurarse de que se encontrara con bien.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 30, 2017 5:29:28 GMT
Aquel viaje a través de las nubes y el cielo fue reconfortante. Hizo que olvidara por un segundo sus preocupaciones y respirara de manera apacible, agradecida y llena aquel aire puro y frío que golpeaba su rostro y alborotaba su cabello. La vista robaba su aliento y agitaba su espíritu, llenando su corazón de sensaciones cálidas y alegres.
Conforme la ciudad empezaba a hacerse notar, la calma en su pecho empezó a interrumpirse, y ser reemplazada por una anticipación angustiosa y un afán de incertidumbre, tal cual si una fuerza mayor le estuviera advirtiendo que algo no estaba yendo bien. Al hacerse más visible los barrios bajos del sur del pueblo, en la zona comunitaria de arrendaje parecía alcanzar a mirar un par de cabezas conocidas, una rubia, y otra roja, las cuales se volvieron más familiares con la cercanía. Al momento que el Lung aterrizó, pudo reconocer con certeza aquellos jóvenes, Turik y Isaac, los cuales, parecían absolutamente aterrorizados y desesperados.
-¡MA!- gritó a todo pulmón el pelirrojo en dirección a la nephele -¡DEREK, DEREK!- repetía atropelladamente y con una pesadez preocupante en la voz. El joven de cabellos dorados le acompañaba en unísono, ignorando completamente al lung o alguna pizca de educación o etiqueta -RÁPIDO- chillaba desconcertado. Ninguno de los dos parecían superar las dos décadas de edad, y en sus formas selladas asemejaban unos meros adolescentes.
Ante aquella evidente desesperación y tribulación, Viktoria se lanzó de la nuca de dragón hacia el suelo, dejando caer su cesta en el proceso. Cayó un poco torpe, pero lo suficientemente estable como para correr hacia una puerta en aquel compendio de cuartos que comprendía la zona de arrendajes. A sus espaldas, Haoyang parecía haber retomado su forma sellada, pero esto no lo pudo notar la dama, ya que se había perdido dentro de un establecimiento sin siquiera mirar atrás.
La mujer buscó el cuarto del pequeño arcano enfermo y dio con el mismo en menos de un parpadeo. Ahí yacía, con ojos blanquecinos encorvándose en espasmos y titubeando frases ininteligibles. El corazón de la mujer se estrujó de una manera tan estrecha que sintió el aliento escapar de sus pulmones y la sangre estacionarse en sus pies. Se lanzó sobre el niño, siendo este pequeño como un niño de 11 años y cargándolo entre sus brazos sobre su pecho. Su fuerza no era la suficiente como para poder llevarlo por sí misma durante mucho tiempo, pero tenía que intentarlo. Todo estaba sucediendo tan rápido que había olvidado que vino acompañada, y que contaba con el apoyo de los otros jóvenes que cuidaba. Su garganta estaba anudada y no podía si quiera llamar por ayuda.
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Post by Haoyang Lian on Sept 30, 2017 7:04:02 GMT
En el momento en que aparecieron los dos jóvenes, Haoyang comprendió que la situación era tal vez más grave de lo pensado. No estaba seguro de cuál era la sensación que sentía pero lo que sí sabía era que de no haber tomado la decisión de venir a la Ciudadela, probablemente habría sido muy tarde. No pudo deliberar si debiera recoger el canasto o no, puesto que al darse cuenta de la urgencia con la que la mujer se adentró a una de las casas, supo que debía ir tras de ella. Apresuró el paso, atravesando el umbral de la fachada.
No vio con exactitud para dónde se había dirigido la nephele y en su intento por seguirla observaba el interior de la casa. Modesta y frugal, poseía poco o nada de lujos comparada con la suya. Escuchó pasos, lentos, miró en dirección a los sonidos sólo para encontrarse con la visión de Viktoria llevando entre sus brazos al chico prácticamente inconsciente. Se acercó a ella lentamente, tranquilo, como si aquello no fuera una situación urgente. Llevó sus manos por la espalda del muchacho y por detrás de sus rodillas para cambiar de lugares con la mujer. Inspeccionó por encima al chico cuyo aspecto indicaba que su condición estaba de lo más grave. Miró a Viktoria, tan preocupada, prácticamente paralizada por la situación.
Sin decir nada se dio la vuelta, llevando al chico consigo hacia afuera, caminando con prisa hacia uno de los boticarios que conocía en el área. Sabía que la nephele lo seguía mas no miraba hacia atrás. Podía sentir el cuerpo del muchacho temblar entre sus brazos, el murmullo de su voz apenas pronunciando palabras en desorden que juntas no tenían significado.
Entró al fin al establecimiento; un fuerte olor a árnica y otras hierbas acariciaron su nariz. Un viejo rakshasa, con pelaje negro y algunas canas en el rostro apareció ajustando sus lentillas ante la visión del hombre y acompañantes en el lugar. -Señor Lian, no esperaba recibirlo el día de hoy- indicó echando un vistazo a los otros arcanos que se encontraban con él. El dragón se acercó a una de las camillas del sitio y ahí dejó reposar el cuerpo del niño. Fue entonces cuando al fin se dio la vuelta para mirar a la mujer; su rostro mostrándose ligeramente consternado pero parecía más impaciente. La situación era confusa para él puesto que acarreaba sensaciones que tenía años sin experimentar.
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