Romance tintado de egoismo (Priv.Abraham)

La mano de aquel hombre que había esquivado le sujeto del hombro haciendo que por mera reacción tuviera que voltearse, pudo notar las ojeras en un rostro pálido como el ceño fruncido de este, apenas y pudo reaccionar, no por el hecho de que fuera veloz ni mucho menos tuviera alguna habilidad en particular, si no por lo repentino de los acontecimientos y sin si quiera un previo aviso, alguna señal o advertencia pues apenas le había dado la cara a aquel hombre recibió un puñetazo considerablemente fuerte en su rostro.

Fue claro con aquel golpe que llego de lleno en la nariz y entre los ojos que lo hizo con toda la intención del mundo.

Retrocediendo un paso por si al Kelpie le daba por devolverlo le dirigió la palabra.

—Al menos haberle dicho la verdad hubiera sido mucho menos doloroso para ella que saber que nunca se volverán a ver ¿Sabes?

—O—

Abraham había estado explorando el Bosque de las Hadas hasta que por casualidad se había encontrado el Manantial del Unicornio en su caminata.

Los tulipanes crecían por la orilla del manantial siendo sus pétalos acariciados por las hojas de los sauces llorones, las amarillas y llamativas hierba centella florecía en las propias aguas del manantial haciendo que fuera difuso el observar donde acababa la tierra y empezaba el agua gracias a aquel manto amarillo tan frondoso a causa de la pequeña flor.

Pero la escena más hermosa se creaba en el agua. Flores del Nilo de diversos colores permanecían estáticas a causa de la tranquilidad del agua apenas perturbada por el lento fluir de sus aguas.

El Jacinto del agua como la de tierra inundaban de una exquisita fragancia fresca y viva en los alrededores del manantial y el vampiro, que veía la escena bajo la sombra de su parasol, aun cuando el reflejo del sol bien le podría resultar molesto por su naturaleza arcana no podía dejar de ver tan bello paisaje.

Así viendo cada pequeño detalle de aquel lugar no pudo evitar notar la presencia de dos figuras a lo cual no pudo evitar sonreír con cierto agrado.

Dos jóvenes cortejándose así que sin ánimos de espiarlos se concentró en tomar algunos tallos, brotes o semillas de las flores que iba encontrando en el manantial y guardándolas en una pequeña bolsa húmeda que guardaba dentro de otra bolsa un tanto más grande e impermeable para evitar mojar su ropa cuando la metía a su pantalón.

Así pasaron los minutos hasta que sintió por su afinado odio el sonido de los arbustos, ya habían acabado sus actos y no pudo no evitar escuchar las palabras de amor que siempre se dan los jóvenes cuando encuentran a el amor de sus vidas.

Pero sorpresa, estaba escuchando las palabras que ciento de veces escucho decir de hombres que se jactaban de su vida amorosa o de los destrozados corazones que recordaban con pena aquellas palabras, sin mencionar, que la última frase que soltó el Kelpie hizo que sus acciones fueran bastantes obvias.

Así, al final Abraham termino por reaccionar de aquella forma y encararlo tan bruscamente, por no decir violenta.

—Así que da la cara ¿O no eres hombre para decirle a esa dama tus intenciones de un principio, eh?— Soltó nuevamente Abraham con tono de vergüenza ajena al Kelpie.

Si hubiera sido otro tipo de persona quizás alguien más alegre o de cruel humor hubiera roto en una sonora carcajada al ver como se contorsionaba el cuerpo del Kelpie ante el golpe que le había dado, pero ese no era el caso, el ceño fruncido, aquel semblante de indignación y vergüenza ajena se dibujaba en su rostro donde sus cejas se cerraban en una forma de v y la piel se arrugaba en su frente, su mandíbula se tensaba como los ojos del azabache penetraban la figura del contrario.

Y aquel semblante no hizo más que empeorar al escuchar sus palabras.

—"Y ahora a huir lo más pronto posible, lo más lejos posible"— Pareció escupir aquellas mismas palabras que antes había dicho el Kelpie a espaldas de su conquista, aquellas palabras que resbalaron de los pálidos labios del vampiro como si fuera veneno que no deseaba tener en su boca.

—No creo que sean palabras que uno dice sin más cuando acaba de tener relación con una dama— No necesita más hechos, eran palabras dichas por el contrario, sonidos que exponían sus verdaderas intenciones.

En aquel momento seguía sintiendo la necesidad de darle un puñetazo en el rostro, pero a su vez sabía que debía contenerse, no podía caer a tan primitivo actuar, pero aquella actitud que con solo unas frases ya podía hacerse una idea de cómo era hacia que sintiera ya cierta aberración por aquel hombre.

—Así que en vez de huir como un cobarde— Se acerco, inquisidor a Galder —Y ve a disculparte como decirle tus verdaderas intenciones a aquella dama.

Tenía razón pues aquella explicación tan despectiva ante la ninfa casi como si no fuera un ser que pudiese sentir solo era para él una "Jodida Ninfa". Si, se podía ser mujeriego, pero al punto de referiste a sus parejas como un objeto u otra marca para su contador era no solamente irritante, sino que también repulsivo.

—Mira tú...— Se mordió la lengua, literalmente se la estaba mordiendo para no insultarle con palabras vulgares a aquel desgraciado a su vez que con su dedo índice le señalaba acusadoramente directo a su rostro —Tú... ¡Tú!— Su voz pareció lo suficientemente alta para llamar la atención de la ninfa, pero en movimiento que el kelpie no esperaba fue tomado de su hombro y arrastrado fuertemente detrás del tronco de un sauce haciendo que este chocara de forma violenta contra la madera al no ser tratado de forma amistosa, pero al contrario de lo que podría esperar, otro golpe, el vampiro nuevamente tomo un poco de distancia de él observándolo con sumo desprecio.

—Pueda que las damas nunca den un no por respuesta— Lo debía admitir, aquello podría considerarse una verdad universal ante todo ejemplo que se les pudiera dar —Pero ¿Como te sentirías si te robaran algo preciado y personal para luego nunca más saber de aquella persona, eh?— Pudo entender por sus respuestas que por razones y amenazas no iba a entender, quizás por el sentimentalismo y la empatía podría hacerlo recapacitar por sobre sus acciones, aunque ocultándolo tenía la mano con la que le había dado el puñetazo anterior cerrado y cálido, aunque sus palabras fueran un poco más "suaves" aun sentía las ganas de romperle con suerte la nariz.

—Si me dices que ella empieza a hablarte de amor eterno, pero antes me decías que sabía ella de tu reputación... ¿Acaso crees que soy un idiota?— Sus dientes castañearon al decir la última frase, sus ojos miraban al kelpie como los de un juez al culpable y parecía realmente deseoso de darle una condena a desagradable ser.

—Porque no lo soy y más vale que no trates a los demás como si no lo fueran porque eso trae problemas— Los nervios ya calientes se le empezaban a fundir intentando mantener la compostura ante aquellas palabras, si, era libre de rechazar a una persona, de solo pasar un encuentro casual y jamás verle, pero dejar claro aquello ¿Era tan difícil? De encontrar una persona dispuesta a eso, un encuentro y jamás verse en vez de dar una promesa de "volveré" que nunca se cumplirá.

No cumplir una promesa...

—Solo ve y dile que mentiste, no importa si te da una bofetada por que dudo que te vaya a doler más que el golpe que te di antes— Eso bien podría llegar a ser una mentira pues a veces las mujeres además de ser tan o más vengativas que los hombres bien tenían palmas de hierro, pero aun así el vampiro no iba a dejar escapar al kelpie hasta que diera la cara y dijera la verdad a aquella dama y esperaba que lo hiciera de una vez por que aquella actitud tan arrogante empezaba a hacer que la pálida piel del vampiro empezara a tomar un vivo a diferencia del pálido de su especie.

Cerro sus puños sin saber que hacer ante un idiota como tal, sus dientes rechinaban a cada palabra que salía de su boca que simplemente hacían hervir su sangre como las excusas que daba le parecían tan vagas y egocéntricas que hacía desear metérselas nuevamente a su boca a la fuerza para no tener que escucharlas nuevamente.

—...— No tenía palabras, era incapaz de formularlas sin que en ellas aparecieran insultos o agravios hacia el kelpie, sus músculos se tensaban al igual que el hilo de paciencia a punto de romperse en la mente del vampiro. Había conocido cretinos en su vida, pero Galder resultaba ser uno de los que podría bien pelear por el primer puesto.

—Ve a disculparte y te dejare ir. Hazlo— Sus palabras fueron directas y sin rodeos, incapaz ya de soportar más a ese personaje, sencillamente quería que hiciera lo que le pedía de una vez y acabar con ello ¿Como podía ser tan cobarde y no dar la cara a una dama? Era sencillamente absurdo e insultante.

No se dio cuenta a tiempo del cambio como tampoco del ataque por parte del contrario por lo que sus pies fueron brutalmente golpeados a la vez que un grito de dolor escapo de su garganta inmediatamente seguido como respuesta un golpe en el rostro de Galder el cual por el dolor y los erráticos movimientos del kelpie choco contra la dura madera del sauce resonando los huesos del vampiro el cual soltó un nuevo grito de dolor el cual sonó más ronco que el primero a causa de que a diferencia de las pisadas aquel era un dolor un tanto vergonzoso.

Obligado tuvo que tomar distancia de aquel bastardo, las pupilas de sus ojos se habían encogido como al momento de volver a mirar a Galder los colmillos del vampiro habían crecido reluciendo ante la luz del sol. Gruño, claramente enfadado, había mantenido la compostura, había intentado ser un caballero, gentil, racional, pero ese tipo... aquel imbécil simplemente... simplemente.

—¡Solo tienes que disculparte con ella, bastardo cobarde!— Grito a todo pulmón, su cara pasando de aquel pálido característico de su especie aun rojo enrojecimiento colérico, sus cabellos pegados por el sudor a su frente y sus ojos inyectados en sangre por la rabia que hervía en su cabeza.

No dudo en volver a cortar terreno con su puño en alto para darle un golpe nuevamente un gancho en el rostro del Kelpie.