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Post by Izrlo Miéville on Oct 19, 2017 20:11:45 GMT
Incertidumbre, duda, nerviosismo, aquello era lo que leía en los ojos y observaba en el cuerpo de Ondine, el amor y sus recuerdos que aun ante una escapatoria de su dolor nos aferramos con fuerza a las memorias que aun al rojo vivo de un hierro marca a la mente con dolorosas cicatrices que difícilmente desaparecen con el tiempo ¿Por qué seguir sufriendo, hiriéndose uno mismo ante aquellos fantasmas que no se encuentran a nuestro lado? ¿Por qué no borrar las marcas que han dejado aquellos dulces momentos que solo afligen nuestros sueños? ¿Por qué no sencillamente olvidamos?
—El valor es pequeño, insignificante si lo piensas— Su cuerpo ondulaba junto al agua en una lenta danza la cual deformaba el reflejo de la luna haciendo que se fragmentase por las pequeñas olas que creaba el cecaelia —Pues ¿Qué es olvidar un dolor que jamás te abandonara?— Sostenía por el cuello la diminuta botella la cual su blanco y reluciente contenido podría ser tomado en un solo trago.
—Algo preciado para ti que encierre un enorme amor de quien quieres olvidar ¿Ve? No pido mucho, solo deshacerse de algo que ya no quiera cargar, de un objeto que simplemente le cause un tremendo dolor cada vez que lo ve— A cada palabra la botella aumentaba su resplandor como si entendiera las palabras de su creador y quisiera verse atrayente e hipnótica a quien parecía estar interesada en poseerle. Desechar, dar algo a aquel joven que le estaba colocando en bandeja de plata la cura para su dolor. Olvidar para jamás recordar a quien una vez amo quizás con todo su corazón.
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