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Post by Irenea Novkrov on Sept 11, 2017 21:32:35 GMT
Parecía ser un bien día en la ciudadela, los arcanos iban y venían, el clima era agradable e Irenea esperaba desde temprano en el lugar de siempre, a que las cartas y los paquetes con destino a la isla gélida comenzaran a llegar. También aceptaba mensajes hacia otros lugares, sin embargo si prioridad y los primeros en ser entregados, eran aquellos que iban dirigidos a aquella remota y poco habitada isla.
Algunos de sus clientes mas frecuentes ya habían dejado sus cartas, así como otras caras nuevas a las que seguro había sido recomendada como una mensajera de confianza. La centauro respetaba y cuidaba muy bien de cada uno de los mensajes que se le encomendaban, tenia una reputación que la precedía la cual que se había estado ganando desde hace ya un par de años atrás.
Con tranquilidad y paciencia, acomodaba cada una de las cartas en orden según los destinos a los que iban, sin embargo una de ellas llamó su atención. Dicha carta no tenia nombre ni destinatario, estaba completamente en blanco y eso le causaba curiosidad y a la vez algo de preocupación ¿como es que no se había dado cuenta de eso antes? De haberlo hecho pudo avisar al cliente del error para que no ocurrieran malentendidos y no pudo evitar adjudicarse algo de la responsabilidad en ello, así que se veía muy tentada a abrirla pues tal ves dentro, venia el nombre de quien la había mandado o a quien se dirigía y si le resultaba familiar todo seria mas fácil.
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Post by Giselle on Sept 12, 2017 0:14:12 GMT
Era su día libre por lo que aprovechaba para hacer sus compras para la casa. Aunque pasaba poco tiempo en ella (un día a la semana para ser precisos) gustaba de usar su tiempo libre para alimentar una de sus pasiones más grandes: la cocina. Rondaba por los puestos de comida, tomando entre sus dedos especias que trituraba con el ligero roce de las yemas de sus dedos para embriagarse con el aroma. Era un pequeño tiente a la sazón que podría dar a sus platillos. Tomaba cuanto necesitaba: cebollines, semillas, camote, quesos que se encontraban cuidadosamente envueltos en papel encerado y carne. Quien la viera pensaría que estaba lista para tender un gran banquete pero todo era en realidad dispuesto para ella solamente.
Ahora que tenía todo lo necesario estaba con la idea de ir a una sastrería a consentirse un poco… Hacía tanto tiempo que no se daba el gusto de un vestido nuevo, algo que despertara un tanto su deseo por mostrarse ante los demás y resaltar su cuerpo de una manera diferente: sentirse bonita para ella. En su camino sobre la calzada observó de lejos a una chica que se encontraba de pie, envuelta en un sobre de color claro. Por su ropaje y demás parecía una mensajera pero realmente no le había visto antes. Todo aquello que se encontrara fuera de la taberna era como un mundo nuevo para ella. Curiosa se acercó, asomando la cabeza por detrás del hombro de la desconocida. -Ah… qué fastidio, olvidó poner su nombre- indicó lo obvio. En su rostro se dibujó una sonrisa traviesa. De sólo pensar… -Tendrás que abrirla… y leerla- sugirió volteando a ver a la chica, esperando su reacción. La emoción de Giselle se encendió. ¡Nada como profanar correspondencia ajena!
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Post by Alek Layne on Sept 12, 2017 5:00:35 GMT
Su caminar era tranquilo, apacible entre las multitudes molestas de la Ciudadela, no estaba acostumbrada pero ella podía soportarlo ya que no había razón alguna para armar alboroto por algo tan trivial y sin importancia. La joven miraba de un lado a otro, intentando buscar algún lugar para descansar adecuadamente después de su sesión diaria de entrenamiento, estaba cansada pero sus energías no se iban, avanzaba distraída mientras se ajustaba los vendajes de sus brazos, asegurándose de no tener heridas nuevamente, hasta que una figura femenina captó su atención, una dama quien parecía tener cartas entre las manos y otra más, curoseando aquellas. Sin poder evitarlo las miró unos segundos, interesada en lo que sucedía y algo dudosa de querer intervenir ¿Pues quien era ella como para importunar tales asuntos?. Sin darse cuenta, ya se hayaba caminando hacia donde las contrarias.
-¿Ocurre algo?- Cuestionó con seriedad mientras detenía sus pasos lentamente, quedando cerca. Su voz era algo difícil de distinguir, y además de su aspecto, eso era una razón extra para confundirle fácilmente con otro género - Oh, lamentó importunar, únicamente me acerqué por curiosidad. - Comentó tranquila y con una voz neutral, mientras terminaba de dar los últimos ajustes a sus vendas, mirando con total calma a las féminas frente a ella, intentando comprender que situación se estaba dando.
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Post by Deleted on Sept 12, 2017 14:01:40 GMT
La quimera había decidido acercarse a la ciudadela para realizar unas pocas compras con un pequeño saco de mirvos que había "encontrado en el piso". Mantenía una única cabeza a la vista, la del chico rubio de ojos azules, dejándole solamente a la pequeña anguilita hacerle compañía. Se paseaba entre los puestos del mercado, comparando los precios de cada puesto, pues no se permitiría gastar más por un producto que luego encontraría más barato. Veía alrededor para ubicar los puestos más económicos, sacando discretamente su saco u comenzando a contar una vez más cuánto dinero portaba. Mientras tanto, su colita veía alegremente el lugar, pocas veces podían salían de Reapergate para hacer este tipo de cosas. Pero la chiquilla notó a un grupo de arcanas que estaban reunidas no muy lejos de ellos, por sus expresiones, parecían estar teniendo algún problema, y Lithya se veía en la necesidad de ayudarlas...bueno...ella no podría hacer mucho, así que molestaría a Hyden, el león, para que le facilitara el acercarse a ellas e incluso hablar en su lugar. La anguilita comenzó a darle toques con su naricita a la quimera, quien aún contaba sus mirvos. -Lithya, perdí la cuenta! Qué pasa?- dijo algo molesto volteando a ver a su compañera, y esta le señalo hacia el grupo de chicas, indicándole que quería acercarse. A Hyden le costaba mucho desobedecer a esa dulce carita, así que caminó hacia a ellas de mala gana y suspiró antes de hablar -Necesitan ayuda?- preguntó con la expresión de pocos amigos que rara vez se borraba de su rostro.
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Post by Irenea Novkrov on Sept 15, 2017 22:46:11 GMT
No encontraba otra alternativa, si quería saber de quien era o para quien tenia que abrirla y cuando estaba a punto de hacerlo, escuchó una voz femenina sobre su hombro decir aquello que la tomó por sorpresa. Se giró recobrando su tranquilidad, para quedar frente a ella mirando la carta y después a la peliblanca- Si, tendré que hacerlo pero será en otro momento con mas calma, aun así esperaré aquí en caso de que el remitente recuerde su error y regrese -Comentó con una voz suave y cortes a la vez que guardaba la carta en uno de los bolsos de cuero, pues si bien iba a abrir esa carta, por respeto no dejaría que alguien mas la leyera y le daba la impresión de que la arcana tenia curiosidad también por su contenido, pero era algo que no podía permitir.
Una vez la carta en el bolso, se dedico a examinar a la chica frente a ella notando la cantidad de comida que llevaba con sigo, sin sentirse con la libertad de preguntar algo al respecto, optó mejor por presentarse- Irenea Novkrov a su servicio, cualquier carta o paquete que desee enviar a la isla gélida o algún otro lugar de Mirovia, puede contar con que será entregado, su precio es equivalente a la distancia y la urgencia del envío - Se notaba lo ensayada que estaba esa presentación, pues era la forma en la que siempre lo hacia con algún posible cliente, formal y educada, agachando ligeramente su cabeza para concluir.
Una nueva voz llamó su atención, dirigiendo su mirada hacia el chico, negando ligeramente con la cabeza- Todo en orden, solo un pequeño inconveniente con una carta que no tienen el remitente ni destinatario y la señorita... -hizo una pequeña pausa, mirando a la peliblanca, dándole oportunidad para que dijera su nombre- me daba algunos consejos sobre que hacer -respondió con su tono de voz calmo y suave de costumbre.
Lo que le sorprendió fue la llegada de la quimera, pues era la primera vez que se topaba con una, pasando su mirada de una cabeza a otra sin saber a cual de las dos dirigirse, se parando los labios con intenciones de responderle, mas ni una palabra salió al no poder formular una oración congruente. Su cabeza estaba llena de preguntas y dudas sobre como seria su estilo de vida ¿cual era la dominante? etc. Tratando de no verse tan sorprendida, final mente aclaró su garganta para responder y recuperar la compostura- Hmm a menos que tenga la capacidad de rastrear olores, creo que no -dijo con brevedad al recién llegado ¿o a los recién llegados?.
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Post by Giselle on Sept 30, 2017 23:22:24 GMT
Hinchó ligeramente los labios al escuchar la negación de la joven por abrir aquella carta más había muy poco que pudiera hacer al respecto. En cambio, recibió una introducción bastante… insípida lo que abrumó el interés que de pronto sintió. Acostumbrada a conversar con arcanos sin tener realmente interés, encontró rápidamente un punto para continuar la conversación que exigía de su intervención inmediata. -Ya veo… dudo conocer a alguien que resida en la Isla Gélida… bueno, no que yo lo sepa al menos- dejó escapar una risa mientras intentaba recordar la lista de personas que había llegado a conocer tan íntimamente como para saber de sus procedencias pero no podía colocar a ningún en aquél sitio.
En poco rato se vieron acompañadas de dos extraños… ¿tres? No estaba segura cómo catalogar el segundo contacto que tuvieron puesto que la criatura poseía dos cabezas. El desconcierto de la vulpina fue obvio mas no grosero. -Giselle- agregó a las palabras de Irenea sin despegar la vista de las dos cabezas que ahora se manifestaban ante ellas. -Bueno, Irenea si de buen olfato se trata, tal vez pueda ayudarte-. Si bien no poseía un olfato extraordinario entre los de su misma especie sí era notablemente más agudo que el de cualquier arcano promedio. Las características de su raza le permitían capturar e identificar aromas con mayor facilidad. Sin embargo, decidió no tomar un rol más activo puesto que su curiosidad seguramente que ya estaba causando desconfianza. Permaneció expectante a la respuesta de la chica; esperaba a que aceptara su ofrecimiento.
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Post by Alek Layne on Oct 14, 2017 2:44:27 GMT
Atendió las palabras de la Centauro, quien mantenía la calma como si de algún asunto totalmente normal se tratase, pero una nueva presencia hizo que apartase su pobre vista de aquellas, fijándose ahora en la quimera recién llegada. Guardó silencio y únicamente regresó su vista a la mensajera, y sin más, escuchó el nombre de la dama de cabellos blanquecinos, a lo cual sólo pudo agachar ligeramente su cabeza, por amabilidad.
Tian permaneció calmada y con interés en el asunto, pues una carta sin remitente ni destinatario no era cualquier cosa, mucho menos una broma de mal gusto. Su mente divagaba en las posibilidades, algo expectante a que no se tratase de algo insignificante y lamentable como una simple burla. Pese a estar ligeramente distraída, la licántropo miraba de reojo una de las cabezas de la quimera, percatandose del color claro de los ojos y las notorias diferencias entre ambos. Su atención regresó a la señorita Irenea en cuanto mencionó el tema de la capacidad de rastreo. Se tentó de hablar, pues ella podía hacerlo también, pero la voz amable y tenue de Giselle se hizo notar primero con un ofrecimiento. Tian únicamente dejó escapar una muy diminuta sonrisa y luego un ligero suspiro. Aliviada.
- Señorita... - Vaciló por unos segundos y al instante supuso que aquel nombre era de la Centauro. - ¿Irenea?...- Añadió con calma a la par que miraba las demás cartas. - ¿Esta pensando en buscar al responsable de la carta? - Cuestionó con un tono de voz neutro pero con un toque de amabilidad y curiosidad disfrazadas, mirándola ahora directamente al rostro.
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Post by Deleted on Oct 16, 2017 12:31:15 GMT
-Oh! Así que reastrear olores?- dijo el león con una sonrisa ladeada. -Lithya, parece que no hay nada que pueda hacer, nena. Mi nariz no es tan buena como antes- expresó a la vez que subía las manos a la altura de sus hombros, sin abandonar esa sonrisa que demostraba estar feliz por poder salirse de esto. Pero su cola insistía en que Hydnore que le diera una mano a la señorita centauro. Le daba leves toques en el hombro a la quimera y le miraba con un pucherito un poco enojado. Ambas cabezas eran débiles ante su tierna colita, por lo que unos toques más le harían ceder. -Vaaale, Vaaaaaale!- dijo Hyd con su expresión amargada de siempre, suspiró y comenzó a buscar en su bolso -Quizá no tenga el mejor olfato, pero quizá la cabra estúpida que tengo al lado sí pueda. En todo caso también puedo conseguir un perro de la calle para que lo haga, protegerlos de bandidos que aparezcan por el camino y puedo robarme conseguirles un transporte- explicaba mientras iba sacando de su bolso las herramientas y armas que tenía a la mano -Pero no les va a salir gra...- fue interrumpido por un golpecito de Lithya en su espalda, haciéndole cambiar de parecer nuevamente -...lo hago gratis- expresó a regañadoentes, dirigiéndose a meterle un cachetón a su otra cabeza -Noremorth, ni creas que voy a cargar con esto yo solo. Espabila, ctm-
No tenía muchas intenciones de empatizar con las chicas y lo que sea que fuera Tian (aunque un bicho raro como él no tiene nada que decirle), pues sólo actuaba acorde lo que pedía su cola. Si fuera por él, ya se hubiera ido a comprar sus cosas para regresar a Reapergate.
(ooc: sorry por tardar ;u;)
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Post by Irenea Novkrov on Dec 5, 2017 9:09:17 GMT
Al parecer tenia mucha mas ayuda de la que necesitaba, lo que era bueno pues entre mas rápido encontrara al responsable de la carta, mas pronto podría seguir con su trabajo. ¿Les parece una recompensa por ayudarme? Después de todo, creo que el dinero nunca sobra y al tratarse de un inconveniente en mi trabajo, podríamos decir que solicito sus servicios de rastreo. -La centauro apreciaba las buenas intenciones de aquellos desconocidos, pero al tratarse de una persona independiente, no le gustaba dejar cabos sueltos o favores pendientes optando, por algo mas justo para todos según criterio. Sacó la carta nuevamente y se las presto a cada uno para que hicieran lo necesario para poder captar cualquier aroma, en caso de que aceptaran el trato, y aquellos que lo hicieran, se darían cuenta de que el rastro se separaba en dos caminos que tomaban direcciones contrarias. Uno que se adentraba mas a la ciudadela y el otro a las afueras. Ahora solo faltaba decidir como se dividiría el grupo.
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Post by Giselle on Dec 8, 2017 2:34:24 GMT
Todos parecían estar interesados incluso la extraña criatura de dos cabezas pero de pronto los comentarios que vinieron por parte del par le molestaron. Se cruzó de brazos mirándoles con disgusto. -Es grosero ignorar a los demás; no necesitamos a un perro de la calle si yo ya me ofrecí para ayudar-. Vaya que la gente era maleducada. Volteó la cabeza indispuesta a mirarles y más ahora que la mensajera había tomado la palabra. La propuesta de la mujer era sumamente tentadora, tanto que el malestar se le había olvidado por completo a la vulpina. Se acercó a ella, tomando su mano para tener más de cerca el papel y empapar su olfato del aroma que era despedido tanto de la misteriosa correspondencia como de Irenea. Hierbas, flores silvestres, tierra y algo de sudor. Era difícil pero gracias a estas características la albina optó por seguir el camino hacia las afueras de la Ciudadela. -Yo buscaré por aquél camino pero, ¿dónde nos vemos de vuelta?- preguntó deteniendo un par de pasos que ya había dado alejándose del grupo.
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Post by Alek Layne on Dec 17, 2017 18:56:25 GMT
Prestó cierta atención al ofrecimiento de la centauro y sólo asintió, a favor de recibir dinero a cambio, de cualquier modo tenía razón, a nadie le vendria mal. Hasta cierto punto ignoró la voz de la criatura de dos cabezas, esa forma de expresarse le hacía verse mal y a Tian únicamente le parecía innecesario, molesto. Chasqueo la lengua y sólo atendió la voz que se hacía escuchar con un tono de molestia; proviniendo de la albina que estaba a su lado. No pudo haberlo expresado mejor, a lo que sólo pudo soltar una leve risa.
Después de ello, acercó la carta a su rostro e intentó olfatear el olor, más sin embargo sólo podía distinguir el aroma de la tierra y el sudor, junto con una suciedad que sólo podía provenir de la Ciudadela.
- Si les parece bien, vayamos en pares, cada quien con un rastreador. -Hizo una breve pausa para soltar un suspiro con pesadez. - Al contrario de los presentes, mi olfato ya no es el de antes... y seria más fácil puesto que sólo se distinguen dos rutas a tomar...- Comentó mientras regresaba la carta a la mujer y se percataba de la albina que se alejaba. - Si no les molesta, la acompañaré a ella, no creo poder soportar demasiado a ese par de cabezas. - Añadió, refiriéndose a la quimera, con un tono de voz un tanto seco. Sin más, comenzó a caminar a donde se encontraba la albina. - Nos veremos aquí mismo antes de que el sol se oculte ¿Está bien? - Fue lo ulitmo que les dijo, para así, dirigirse a paso lento con la contraria, confiando en sus habilidades de rastreo, expectante a servir más como un apoyo de pelea que un segundo rastreador, en caso de ser necesario.
Una vez que estuvo casi a lado de la dama sólo le saludó un poco formal. - Decidí acompañarla, así que ¿Comenzamos? - Cuestionó con curiosidad mientras que desviaba su mirar a las afueras, un tanto expectante pero sin dejar ese semblante tranquilo.
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Post by Deleted on Dec 18, 2017 20:26:11 GMT
La propuesta de recibir el dinero a cambio del rastreo no estaba nada mal. El león volteó a ver a Lithya, su cola, con una sonrisa que tenía un poco de burla en ella. Después de todo no quería andar ayudando por bondad a unos arcanos desconocidos. Pero su motivación para dar una mano se convirtió en algo de enojo tras el comentario de la tipa ésa. -Mira, señora ofendidita. Sí, escuché que se ofreció, pero otro rastreador para buscar entre los miles de caminos que hay en la ciudadela no está de más ¿Sabes?- expresó alzando su voz molesto, dejando ver sus colmillos de vez en cuando mientras hablaba. A Hyden le molestaba esa tal Giselle, osea, ¿qué le pasaba? En ningún momento había dicho nada malo, más bien se estaba ofreciendo a ayudar, incluso dispuesto a hacerlo gratis (aunque obligado) en un principio. Mientras tanto, Noremorth comenzaba a disfrutar de la pequeña pelea que había surgido, riéndose de un modo desagradable, aunque lo más bajo posible para evitar ser abofeteado por Hyden.
Hasta ahora, la única persona decente que había aquí era Irenea. Por lo menos ella no se andaba con esas actitudes con las que venían las otras 2. Ahora se dividían en pares, cada equipo con un reastreador. Por el comentario de Tian, Hyd le respondió chasqueando la lengua del mismo modo que ella había hecho antes, y luego Nore repitió el gesto unas cuantas veces más hacia la licántropo, en un intento de hacerla molestar. -(Bueno, en parte tiene razón; yo tampoco tengo suficiente paciencia para Noremorth)- se dijo para sí mismo, alejándose de esas 2 tipas fastidiosas para ir a convencer con cariño a un perrito de la calle para que lo acompañara por un rato (porque Hyd nada no es kk tratando animales) para luego ir al lado de Irenea. -Me permite la carta?- preguntó con un tono serio, pero nada mandón o maleducado. Trataría de ser lo más útil posible para competir con ésas 2.
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Post by Irenea Novkrov on Jan 11, 2018 8:58:33 GMT
Irenea dio un pequeño respingo cuando Giselle le tomó la mano, teniendo que retener ese primer impulso de apartarla pues gracias a sus costumbres, sus manos eran un tema delicado que no cualquiera podía tocar. Aun así soporto lo suficiente hasta que la soltó, retrocediendo un par de pasos sosteniendo su propia mano con la sensación de la piel ajena grabada en la suya. Tratando de distraerse con lo que decía Tiana- ¿Dos rastros dices?- aquello la dejó algo consternada ¿como podían haber dos rastros en diferentes direcciones? tal vez la carta había pasado por dos personas distintas. No se detuvo demasiado a pensar y asintió al plan para mirar a sus ¿compañeros? Suspirando ligeramente ante los roses que habían entre los que se ofrecieron a ayudarla ¿no se cocinan y ya se estaban llevando mal? en fin no le pareció que fuera algo tan grabe o tal vez le faltaba convivir mas con otros arcanos. Le entregó la carta al Hydnore para que pudiera percibir el aroma a la vez que lo analizaba con la mirada. No parecía tener malas intenciones, tal vez solo le faltaba cuidar un poco mas sus palabras, al igual que Tiana con respecto al comentario, fue sincero pero tal vez algo ¿brusco?. En fin, ninguno de los tres le causaban desagrado ni parecían ser malos, de hecho incluso se sentía agradecida con ellos pues era raro que de pronto alguien viniera para ayudarle, tal vez por su aspecto distante. -Creo que no me he presentado, me llamo Irenea Novkorb y... agradezco por tu ayuda, no puedo partir hasta encontrar al dueño de esa carta y con su ayuda esto será mas rápido-comentó mientas el otro ubicaba hacia donde se dirigía el rastro y una vez lo hizo, comenzaron a andar en dirección al centro de la ciudadela donde habían puestos de todo tipo, pero el lugar a donde los llevaría, era un comedor con sillas en el exterior, vistosas lamparas de colores y olores fuertes a especias donde se encontraba el dueño de la carta; un tipo de apariencia delgada y con un alguna especie de lentes oscuros en los ojos. El sujeto bebía té de forma tranquila como si esperara a alguien. El rastro que guiaba a las otras dos las adentraba por un sendero en el bosque, donde la sombra de los arboles era cada vez mas espesa, apenas y pasaban algunos rayos de sol por entre la las hojas, dejando sentir la humedad de la tierra, las plantas y un ambiente mas fresco. Pero ambas arcanas no estaban solas pues algo las observaba- ¡¡BASTARDO!! -Se escucho por entre los arboles pero nadie a la vista, solo el aleteo de un ave que como una sombra fugaz, robó una de las compras que tenia Giselle en su canasta. El cuervo huyó veloz mente justo en la misma dirección del rastro hasta llegar con su amo. Un joven pálido y ojos cansados que escribía en una pequeña libreta, sumido en su tarea hasta que escuchó el sonido de su compañero regresar y posarse sobre su hombro-
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Post by Giselle on Jan 16, 2018 2:13:34 GMT
No estaba de humor para responder a más groserías por lo que se dio a la tarea de seguir el rastro ahora acompañada de la otra persona que los acompañaba. Giselle sólo asintió, mirando por encima del hombro al otro par... ¿trío? alejarse en sentidos contrarios. Una vez que estuvieron lejos de ellos, suspiró con cierto hastío. -Perdón; me pongo de mal humor cuando me ignoran. Me llamo Giselle; por lo visto tú tampoco tuviste mucha tolerancia a esos dos-. Al decir esto, su mueca se torció un poco, arrugando la nariz y apenas teniendo voluntad para sonreír pero el disgusto era mayor. Su andar era despreocupado aunque seguía detectando el aroma en su nariz, intentando no prestar mucha atención a otros olores que comenzaban a mezclarse. Pateaba las piedritas del camino con los pies, cuidando por supuesto de que no fuera a caerse su canasto. -Se me hace curioso cómo es que una carta pueda andarse entre dos caminos distintos... pero... bueno, las locuras de la gente de hoy en día-. Se encogió de hombros, distrayéndose para mirar a la joven que tenía al lado y sonreírle, sin esperar que un ave llegaría con toda intención de hacerle una mala jugada. En seguida, Giselle reaccionó, liberando un agudo chillido casi dejando caer todas las compras que había hecho en el día.
Se reincorporó rápidamente, fijando la vista sobre el punto oscuro que se elevaba entre las copas de los árboles. -¡MALDITO ANIMAL, REGRÉSAME ESE PAN!- exclamó con un puño al aire, deseando con todas fuerzas que la inmunda ave se golpeara con una rama o se muriera en pleno vuelo. Olvidando por instantes la tarea que se había comprometido a realizar, comenzó a correr en dirección al cuervo, con el canasto en un brazo y con su otra mano sosteniéndose las enaguas para no tropezar. El camino entre las rocas era difícil de pisar con los zapatos que llevaba pero era más fuerte su determinación por recuperar el robo y luchar por su humillada dignidad. No tardaron mucho en llegar hasta el lugar donde el ave había dejado lo que había hurtado, en las manos de un hombre de aspecto extraño; absorto en sus pensamientos y con los ojos tan cansados que parecían sumidos en un abismo de sopor. La vulpina frunció el ceño, sospechosa, pero no intimidada por su figura tan poco usual. Dio un par de pasos, acercándose al muchacho, hasta que estuvo lo suficientemente cerca para encararlo totalmente. -Tu animal acaba de robarse mi pan- sentenció con un tono enfadado. -Y tengo un testigo- señaló a Tian con su pulgar, dispuesta a dar batalla por si el tipo se negaba a devolverle su comida. Si algo detestaba era cuando le jugaban trucos.
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Post by Alek Layne on Jan 23, 2018 6:58:47 GMT
- No se preocupe. - Respondió tranquila a aquella disculpa mientras que guardaba sus manos dentro de sus prendas, caminando a paso lento a lado de la fémina de cabellos blancos. - Así es, mi nivel de tolerancia decae rápidamente ante actitudes como esas señorita Giselle. Puede decirme Tian, si gusta. - El comentario escapó con suma neutralidad y calma, más sin embargo, mientras ambos caminaban mantenía su vista al frente, rebuscando con la mirada si salía algo. Escuchó tal comentario, pero antes de poder responder un grito bastante fuerte se hizo escuchar y seguido de ello, un ave osadamente robó algo de las pertenencias de la mujer que tenía a lado; provocando que la misma se quejase ante ello.
Le tomó desprevenida, lo único que pudo hacer en ese instante fue girarse a ver al ave mientras se alejaba, y pocos segundos después, seguirle el paso a quien ya corría detrás de dichoso ladrón. Tian corría detrás de la otra con cuidado de no tropezar o chocar con la gente, mirando hacia arriba en busca del animal. Hasta que finalmente llegaron a un lugar en el cual reposaba un hombre extraño. El reproche justificado de la joven no tardó en hacerse escuchar, y Tian únicamente permanecía detrás de ella con un semblante serio. La escuchó mientras que miraba sin mucho interés al ajeno, intentando decifrar que quería exactamente. - Sip, soy el testigo. - Añadió con cierto desinterés y seriedad mientras que levantaba ligeramente su mano a la altura de su propio hombro al notar que era señalada. Una vez dicho aquello, guardó de nueva cuenta sus manos y miró un tanto extrañada al ave ¿A él le habrían gritado hace recién?
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