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Post by Iphine Vorgel on Sept 19, 2017 14:13:16 GMT
Los ataques, la amenaza que sobrevolaba y acosaba en callejones, las peleas y el peligro que se acrecentaba a cada minuto en que la alcaldesa no podía interceptar con su presencia por falta de tiempo, ponían un peso en sus hombros, que se reflejaba en los anillos púrpuras bajo sus ojos. Había tanto que hacer, y simplemente no se podía partir en tres o seis, para atender todos los pendientes simultáneamente. "Paso por paso" se decía a si misma para aplacar los sentimientos de impotencia. "El que mucho agarra, poco abarca y bien que era cierto. Afortunadamente, contaba con la suficiente inteligencia como para entender que todo llevaba un proceso, y la forma mas ideal y eficiente de llevar a cabo lo necesario era ser paciente y planear con antelación. Como era de costumbre, Vorgel había dormitado apenas unas tres horas sobre su silla en el balcón fuera de su cuarto. Aún no se asomaba el sol en el horizonte pero la hora era pronta, ya que algunos de sus cuervos cantaban hacia el alba avisando de la hora. La dama tomó eso como iniciativa para levantarse y poner manos a la obra- después de todo, tenía una reunión de suma importancia con uno de los líderes de Mirovia, siendo la Reina Aqualiana respectivamente. Se habían citado la noche anterior en el Domo Operatta, en la brevedad de lo posible de ambos lados. Por inercia, decidió tomar la oportunidad justo en esa mañana para concertar el rendezvous, ya que representaba una importante oportunidad que podría beneficiarlas a ambas, o inclusive, al resto de la isla. Tras un baño de agua helada, la mujer procedió en colocarse el vendaje de tela roja alrededor de su cuello y pecho. Dada la naturaleza del lugar que iría a visitar, decidió optar por ropas formales, pero sin ningún tipo de armadura. Eligió un uniforme que usualmente utilizaba para situaciones de la índole, con la diferencia que no llevaría un chaleco u otro tipo de protección bajo o sobre el mismo. Alistó su confiable espada a su costado, sostenida por un fajón. No había nada más que necesitase llevar consigo, por lo que abandonó su habitación con prontitud, donde dos de sus mas confiados arcanos le esperaban en el umbral por el lado de afuera, listos para tomar órdenes. Eran dos dragones, llamados Zykeor y Rulzrom, que habían estado a su lado prácticamente desde su llegada a aquellas tierras. Tal era el nivel de confianza mutua que Iphine no cuestionaba su lealtad, y daba oído sordo a cualquiera que los acusara de lo contrario. Ponía su vida en sus manos, y ella ofrecería la suya por protegerlos, si fuese que se diera dicho caso. Ambas criaturas sabían la tarea que debían servir, por lo que caminaron sin chistar frase alguna al paso de la alcaldesa, finalmente dando con las afueras de aquella torre residencial. Sin restricciones o paredes de por medio, ambos arcanos tomaron sus formas reales, desplegando sus alas y rugiendo al cielo, cuya alba empezaba a teñirse en púrpura y naranja, dando la bienvenida a una nueva mañana. Zykeor, un dracónico de escamas naranjas, inclinó su cuello para que Iphine pudiera subir a su lomo e iniciar el viaje cuanto antes. Una vez la alcaldesa se acomodó, ambos dragones despegaron del área, siendo seguidos únicamente por una parvada de cuervos blancos. El viaje fue pleno y sin inconvenientes, llegando sin contratiempos al famoso domo Aqualiano donde se había citado con la Reina Ast. Al aterrizar, ambos guardias retomaron sus formas selladas y se colocaron de forma militante a los costados de Iphine, esperando pacientemente.
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Ast Nefertari
La Resistencia
Un buen líder, guía a su pueblo hacia el progreso
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Post by Ast Nefertari on Sept 19, 2017 19:30:29 GMT
La paz que se notaba aquella mañana, era algo que se debía apreciar con todos los sentidos que un arcano pudiera poseer, pues Ast sabía que no siempre iba a ser así. ¿Acaso había alguna manera de guardar todos los males dentro de un frasco y enterrarlos bajo tierra? La reina sonrió ante ese pensamiento tan ingenuo de su parte, pues sabía, que tarde o temprano aquel frasco se rompería, o caería en manos equivocadas, y no importaba todo el esfuerzo que se hubiera puesto en aquel trabajo, nada valdría la pena, a menos que la oscuridad fuera pisoteada primero. Y eso estaría a punto de empezar.
Ast se encontraba sentada en uno de los palcos del precioso Domo de Operetta, uno de sus lugares favoritos de toda Aqualia, donde los arcanos más talentosos, mostraban sus dones a los demás, y los enfrascaban en otros mundos, con tan solo el sonido de sus instrumentos, de sus representaciones y obras. Esa noche no había podido dormir del todo bien, por lo que, desde hacía unas horas que estaba sentada allí, pensando, observando la línea que separaba el mar del cielo.
―Su majestad ―Un hombre de brillante armadura color plateado con corales de colores rojizos y verdes incrustados en los costados y una capa de seda de color rojo intenso se mostró ante la reina, el hombre traía dos cicatrices que atravesaban su nariz y ojo, y una extra en su labio, tenía los ojos tan cristalinos como el agua pura y el cabello finamente recortado de los lados, dejando las orejas y la nuca al descubierto, con el cabello peinado hacia atrás, de un color gris azulado.
Ast desvió su vista del mar, para fijarla en su guardia personal.
―La alcaldesa de la Ciudadela ha llegado.
―Gracias, Esrond ―Ast le sonrió con la amabilidad con la que trataba a sus súbditos, y, bajando con cuidado por la escalera, caminó hasta la Orchestra, donde Iphine aguardaba, acompañada de sus propios guardias, Esrond la seguía de cerca.
El vestido azul pálido de Ast se arrastraba en el suelo, quedando como un tipo de cola, la cual se abría hasta hacer varios pliegues sobre otro, traía los hombros y el cuello al descubierto, pues en ese momento no necesitaba su armadura, menos si iba a tener una invitada. Iba descalza, como siempre, y el báculo en forma de bastón le ayudaban a mantener el equilibrio, su cabello azulado caía en ondas sobre sus hombros, y la corona, convertida a diadema sobre su frente, dejaba caer algunas perlas sobre su cabello.
La reina de Aqualia se acercó a Iphine, y acomodando una mano en su pecho, le sonrió.
―Me alegra que haya llegado, señorita Vorgel, es un gusto tenerla aquí, con nosotros
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Post by Iphine Vorgel on Sept 26, 2017 13:53:44 GMT
Al momento que la reina se aproximó, su atención se clavó en ella, dándole el debido respeto y reverencia que la dama se merecía. Más allá de formalidades y títulos, Ast Nefertari era una figura que ella respetaba, por lo que se le tornaba natural el expresar dichos gestos, muy a pesar de su empuñado rostro. Los guardias a su espalda alzaron la mano en un gesto militar de saludo, manteniéndose estoicos y quietos, tal cuales estatuas de mármol en un templo. A pesar de que la alcaldesa no era de baja estatura, los arcanos a sus costados eran mas altos que ella, por lo que se miraban como pilares masivos inamovibles y masivos, derrochando ese sentimiento de lealtad y severidad propios de guardias en los que le confiaría la vida alguien como la alcaldesa.
-El gusto es mío- respondió certera, sin necesidad de decir más de lo debido -Agradezco profundamente que haya aceptado a esta indulgente reunión de mi parte- acotó, recobrando su postura y mirándole al ojo, sin titubear. Había una fuerza distinguible y voluntad sólida en aquella afilada mirada, que generaba confianza al aliado y temor al enemigo, que distinguía a Iphine de muchos otros.
-Cuando guste- finalizó Vorgel, siendo sugestiva en que la otra liderara el inicio de aquellos asuntos que debían tocar sin más preámbulos. Siendo la reina la anfitriona en dichos dominios, era una delicadeza del oficio cederle el régimen de dicha discusión, por lo que esperó paciente a cualquier indicación que la misma ofreciese.
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Ast Nefertari
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Post by Ast Nefertari on Sept 26, 2017 17:53:49 GMT
―Agradezco que me haya tomado en cuenta para tratar los asuntos que alteran el orden en Mirovia ―Contestó Ast mientras se giraba para mirar a su guardia, pero sin darle la espalda a Iphine, indicándole con la mano a dónde debía ir. Esrond acomodó su mano hecho puño en su pecho y se retiró inmediatamente.
―En unos momentos, mi guardia traerá las ropas que utilizará para bajar, es una armadura especial hecha de corales, algas y arena para que, las ropas que trae en este momento, no sufran algún desperfecto y lo que pueda oxidarse, se mantenga en perfecto estado. ―Ast se acercó a Iphine con pasos calculados, y sacó un pequeño saco de cuero de color rojo oscuro. De aquella bolsita sacó una piedra preciosa de un color azul marino, su aspecto se parecía al de una gota
―Rompa la parte superior del cristal para beber el líquido interior ―Comentó Iphine mientras le entregaba una sola gota en la mano de la alcaldesa ―Bébaselo cuando estemos a punto de entrar al agua, con ello, podrá respirar libremente bajo el agua todo el tiempo que pase con nosotros.
Mientras tanto, Esrond regresaba con las ropas de Iphine en sus manos. La vestimenta para Iphine era sencilla, pero hermosa; Consistía de una toga la cual llegaba hasta las rodillas adornadas de pequeñas perlas marinas, un peto que protegía desde los hombros hasta las caderas, el material parecía hecho de hierro puro, aunque era áspero al tacto y era de un color azul coralino, las mangas se apretaban contra los brazos, terminando con una protección del mismo material que el peto en las palmas y codos. La vestimenta traía una capucha incluida como pura presentación, la tela era de un color arena, pues estaba hecho de ese material, aunque era suave, y flexible, era más duro de lo que parecía, pudiendo soportar rasgaduras de las piedras y estocadas de las espadas más afiladas. ―Puede vestirse tras bambalinas, hoy no vendrá nadie ―Comentó Esrond mientras volvía a acomodarse tras su reina.
―¿Sus hombres vendrán con nosotras? ―Iphine dijo esto, para estar segura de dar más de una lágrima de sirena. Aunque se preocupó un poco, pues en el caso de que ellos vinieran también, no había traído las ropas para ellos.
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Post by Iphine Vorgel on Oct 15, 2017 19:17:09 GMT
Con una simple mirada, sin palabras o gestos, la alcaldesa se volteó a penas para mirar a sus propios centinelas. El intercambio fue breve, aunque suficiente para expresar más de mil palabras. La mujer tomó un paso al frente, y se llevó la mano al pecho, desabrochando el saco militar que la cubría a nivel de torso. Conforme se lo retiraban, sus dos guardianes tomaron pasos en retroceso y en una vistosa pero majestuosa transformación, se tornaron a sus aspectos reales. Desplegaron sus alas y rugieron al aire, logrando en consecuencia que el manto de cuervos blancos que se posaban en el domo de la Operetta alzara vuelo y graznaran en alerta. Vorguel se retiró su saco y lo entregó a sus confiados hombres. Los ahora dragones no miraron de vuelta una segunda vez y se retiraron, seguidos de la parvada personal de Iphine. Salvo por tres cuervos, sólo estaban las líderes y los ayudantes de la reina, esperando la resolución de la arcana de cabellos bicolor, la cual envuelta en vendajes rojos, procedía a vestirse con aquellos ropajes ofrecidos por Nefertari.
-No puedo dejar la ciudadela sin una presencia de fiar- acotó, conforme los dragones puros abandonaban la vista de ambas en el horizonte. Sus guardianes no necesariamente servían de compañía para protegerle o defenderle, si no para ser de apoyo en caso de una emergencia donde se ocuparan manos a disposición. Aquella mañana, de darse cualquier inconveniente, ella se podría arreglar por sus propias cuentas- o al menos la seguridad en sus propias destrezas así lo dictaminaba.
Fue cuidadosa con el objeto que le permitiría respirar bajo el agua y lo mantuvo listo entre sus dedos, esperando que la reina aqualiana guiara los pasos que debería seguir. -Espero no haya encontrado ofensivo ese gesto- se disculpó, haciendo referencia al retiro de su propia ropa previo a utilizar la ofrecida. No desconfiaba de la palabra de Ast, pero aquellas prendas prefería mantenerlas íntegras debido a la importancia de la misma. Se hizo una nota mental de conseguir prendas más casuales para reuniones del tipo, y apropiadas para viajar bajo agua en un futuro. Dio unos cuantos pasos, sin sobrepasar a quien la había invitado ahí, acercándose al agua y mojando sus pies en las mismas. -No recuerdo la última vez que visité su reino- comentó, sin poder hallar memorias de susodicho evento.
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Ast Nefertari
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Post by Ast Nefertari on Oct 21, 2017 3:40:47 GMT
Ast observaba en un sumo silencio los movimientos de la alcadesa, esperaba con paciencia a que terminara de poner en orden todos sus asuntos, muy a pesar de que estar sobre pies humanos le causara cierto malestar. Se mantuvo erguida, con las manos apoyadas en su bastón.
―No hay nada ofensivo en sus acciones, alcaldesa Vorgel ―Comentó la reina mientras dirigía su mirada a los cuervos, pensando en lo hermosas que podían ser las criaturas fuera del agua. Sabía que un reino, ciudad o pueblo jamás se debía de dejar a tientas, pues nunca se sabía que podía ocurrir en su ausencia, en el caso de Ast, el consejo de los arcanos submarinos más fieles a la corona se encargarían de resguardar a sus habitantes mientras ella no estaba presente.
Cuando Iphine terminó con sus asuntos y dirigió sus pies en el agua, Ast apoyó sus pies desnudos en la arena, sintiendo al mar llamarle para que volviera a sus profundidades, a su hogar y protegiera a los que estaban bajo su manto, el mismo poder del mar hirvió en su sangre, haciendo que Ast cerrara los ojos por algunos segundos. Volteó hacia la alcaldesa y le dedicó una sonrisa.
―Estoy segura de que lo encontrará maravilloso ―Ast observó el agua cristalina ―Los aqualianos nunca dejan de trabajar para hacer la ciudad cada vez más hermosa.
Cada vez que Ast hablaba de los arcanos de aqualia sus ojos parecían tener un brillo peculiar, como si hablara de sus más preciados cuidados o si cada uno de ellos tuvieran su propia sangre. La reina caminó hasta que el agua rozó sus rodillas sobre el vestido, y siguió así hasta cubrir por completo su cuerpo con las aguas marinas, pronto el cabello dejó de ser lo que era, pasando a ser un tipo de coral y ventosas tan suaves y brillantes que las perlas parecían como si el mar estuviera en su cabeza, su piel cambió de un color verde pálido, y sus ojos se oscurecieron, la cola de colores no se hizo esperar, haciendo sentir a Ast tan libre, que incluso su porte cambió a uno más relajado aunque imponente, el bastón se transformó en su fiel báculo, y encajándolo en la arena, se volteó hacia la costa, esperando pacientemente a que Iphine entrara con ella.
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Post by Iphine Vorgel on Oct 27, 2017 17:11:07 GMT
Sin más preámbulos, la alcaldesa se adentró en el agua, no sin antes ingerir aquel líquido en aquella pequeña gota que se le había ofrecido para dicho propósito. Se sumergió, sintiendo la cálida agua que hervía bajo el abrazo del sol bañar cada rincón de su cuerpo, abarcando cada recoveco de su piel sin perimitir escapatoria. Hubo un ligero temor al inicio, antes de respirar, puesto que era antinatural y en contra de los instintos de supervivencia para las criaturas de tierra el atreverse a respirar en un ambiente que no les pertenece, pero aún así inhaló con fuerza, sus pulmones recibiendo el agua salada dentro suyo.
Al inicio sintió incomodidad y suma molestia, pero al no haber sofoco al aspirar dicho líquido, la transición se completó sin mayor percance. Era un sentimiento extraño, el poder respirar de manera libre bajo el mar. Paralelamente, sus oídos y visión se agudizaron lo suficiente como para poder divisar de forma más clara aquello que estuviese sumergido. Al notar la reina y sus acompañantes, nadó en su dirección, deseando el poder hacer uso de sus habilidades para transformarse en algo que le permitiese manejarse mejor en el área, pero recordando instantáneamente el voto a consigo misma de nunca hacer uso de aquello.
Siguió a los aqualianos de forma algo torpe en comparación a las sirenas, pero manteniendo el paso a como le era posible, avistando poco a poco aquella hermosa ciudad que brillaba por avances tecnológicos y magia. Cualquiera que postrara sus ojos en aquel lugar, sabría sin duda que su reinado era pacífico y armonioso, dirigido por una mano adecuada y preocupada por el bienestar del mismo. Sentía cierta conexión con Ast en dicho sentido, debido a que ambas anteponían el bienestar de su gente sobre todo, convirtiéndoles en cuidadoras recelosas de sus respectivos pueblos.
Conforme Nefertari y sus acompañantes ahondaban en una dirección específica, la alcaldesa se preguntaba si estarían a punto de arribar.
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Ast Nefertari
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Post by Ast Nefertari on Oct 29, 2017 22:32:06 GMT
Cuando Iphine tomó la decisión de sumergirse, Ast hizo lo mismo, sintiendo repentinamente el cambio de temperaturas del exterior a su hábitat natural. La reina la esperó con paciencia, moviendo su cola de un lado a otro para mantenerse en un mismo lugar, mientras lo hacía, las escamas brillaban bajo la luz del sol que las aguas dejaban atravesar.
Su guardia las siguió de cerca, pero siempre detrás de ambas, habiendo tomado el vestido que Ast había dejado atrás, y guardándolo en un saco del mismo material de la toga que portaba la alcaldesa.
Conforme se acercaban a Aqualia las luces y los edificios tan brillantes como si estuvieran hechos de cristal o piedras preciosas se hicieron presentes, incluso algunos peces de distintas formas, tamaños y colores nadaban en círculos alrededor de la invitada, para luego seguir con su camino. Mientras tanto, Ast le explicaba a Iphine cada uno de los edificios importantes de la ciudad, desde el centro de investigaciones de los Aqualianos, como era el Laboratorio de Caracol, hasta los puestos de compra y venta del centro de la ciudad. Los arcanos que la veían, inclinaban sus cabezas como una muestra de gratitud y respeto, mientras que, los aqualianos más jóvenes agitaban sus manos como un saludo normal, pero cortés. Ast respondía a los saludos apoyando su mano contra su pecho y con una sonrisa, inclinando levemente la cabeza, o moviendo su mano con lentitud.
A pesar de las aglomeraciones que se pudiesen hacer por su presencia, Ast no podía darse el lujo de detenerse a como siempre lo hacía, sabía que Iphine tenía cosas importantes de que hablar con ella, y sabiendo las responsabilidades que la alcadesa tenía en la Ciudadela, lo menos que quería era alargar de más su visita. En poco tiempo llegaron al palacio, una estructura tan grande que pareciese que la torre más alta del castillo fuese a tocar la superficie, la estructura estaba hecha de corales, piedras y arena, todo junto para hacer una fortaleza que soportaba las corrientes marinas, los desastres naturales y los ataques enemigos más poderosos. La Reina se acercó a la entrada, la cual fue abierta por varios guardias para mostrarle el interior. Todo parecía ser, al igual que los edificios de afuera, de cristal, a pesar de que fuese solo la apariencia.
Un hombre se acercó a ellas, era un tritón con una larga cola de delfín, y portaba unos extraños lentes, con la cabellera larga de color blanco, hizo una reverencia ante la reina y luego levantó su tableta arcana.
―Reina Ast, es bueno recibir su llegada
―Se lo agradezco ―Ast se hizo a un lado, dejando a Iphine en frente del arcano. ―Ella es la alcaldesa de la ciudadela, Iphine Vorgel, mi invitada, y una gran aliada de nuestro reino.
El arcano hizo una pequeña reverencia, acomodando su mano en su pecho. ―Un honor, alcaldesa ―Se hizo hacia un lado para no estorbar en su camino. ―Me encargaré de que no les lleguen a interferir en los asuntos que tengan que arreglar.
―Gracias ―Iphine avanzó unos cuantos centímetros, para luego voltearse hacia Iphine ―Dispongo de una habitación donde podremos hablar cómodamente, sígame, Vorgel.
Al decir aquellas palabras, la reina siguió con su camino por los pasillos del palacio, con la mirada en alto y el báculo en frente de ella. Hablando con algún sirviente que necesitara de su permiso para alguna acción en específico o algún arcano de su consejo para transmitir alguna orden. Los muros del palacio se extendían a casi cincuenta metros de altura, mientras algunas reliquias naturales se extendían por el mismo, los pasillos estaban tapizados con una tela que soportaba el agua salada, y al lado derecho de Iphine, unos arcos adornados de cristal puro donde la ciudad de Aqualia era visible desde allí, y uno que otro vitral, el cual contaba, por medio de ilustraciones con pequeños cuadros de colores que brillaban en contra luz, historias, leyendas y reinados.
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Post by Iphine Vorgel on Dec 5, 2017 15:39:26 GMT
Aquella magnífica ciudad que destacaba por exceder en ciencia y tecnología, eran una vista que no se podía olvidar. Cada edificio armonizaba con el paraje marino de manera tan estrecha, que parecía una obra de arte tallada directamente por los dioses. Y no se podía ignorar el respeto y cariño que el pueblo tenía a con su reina- era evidente que Ast se había ganado ese status no por su sangre noble, si no por sus acciones y dedicación a con los Aqualianos. Eran aspectos que la alcaldesa no pasaba por alto, y atesoraba profundamente como evidencia de que podía confiar en la otra. El camino continuó y algunos rostros más allegados a la realeza, como sirvientes y seres en un lazo de más confianza se hicieron notar. Iphine saludó conforme tuvo oportunidad, manteniendo sus modales a punta a pesar del ambiente acuatico al que poco estaba acostumbrada. Era más sencillo moverse ahora que el agua había reemplazado el aire de sus pulmones, ya que no flotaba con tanta facilidad y requeria menos esfuerzo físico para mantener su postura caminante.
Conforme se dirigían a la habitación que les brindaria la privacidad necesaria para tocar temas delicados, Vorgel daba pasos lentos y pesados, quizás por la misma presión marina y lo antinatural de aquel ambiente, pero le permitían el lujo de darse el tiempo de observar los detalles a su alrededor. Finesa, elegancia y distinción únicas de aquellos que se posaban en cunas de oro. No había celos en aquella acotación- al contrario, sentía paz al saber que la reina era digna de todo aquello, debido a sus logros y mano protectora. Más temprano que tarde, llegaron a una amplia puerta, la cual cedió con el mínimo esfuerzo y les permitió adentrarse, estableciendose en un cuarto que parecía una casa entera, a raíz de lo amplio y cargado de muebles, libreros y adornos. Era una elegancia refinaba, sin caer en la vulgaridad de los obstentoso. La alcaldesa dio unos cuantos pasos, acercándose al sillón más cercano y finalmente tomando asiento, no sin antes disculpar su atrevimiento. Aquel mueble era separado de otros por una pequeña mesa, dejando entrever un juego de sala que encajaba preciso con el resto de la decoración.
-Sé que ambas tenemos asuntos importantes que atender, por lo que iré directo al grano- Iphine rompió el silencio, pecando un poco de desesperación -Hay que estar ciego para no observar que Mirovia está siendo acechada por fuerzas peligrosas- inició con aquel augurio -Y justo por eso, vengo a pedir de su ayuda, y ofrecer la mía- explicó, con tono severo y sin profundizar mucho en la naturaleza de aquella ayuda. La mujer no había llegado ahí con las manos vacías, con propuestas de ideas o lazos únicamente, pero tenía que ser cautelosa- no por dudar de la sirena que vestía en oro, si no por la raíz de la propuesta que traía consigo. -Temo que nuestros pueblos sangren a causa de estas situaciones, y el pensamiento me roba de sueño cada noche. Es algo que no puedo permitir, y entiendo que usted tampoco-
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Ast Nefertari
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Post by Ast Nefertari on Dec 5, 2017 20:08:11 GMT
Cuando ambas entraron a la habitación, la cual parecía más una biblioteca y oficina que algún lugar de palacio, Ast se dio la media vuelta, cerrando con total paciencia la puerta, esperando que ningún sirviente pasara por allí. El guardia de la reina se detuvo a unos metros de la puerta, para acotar con su mera presencia que no estaba del todo libre el pasillo, simplemente para evitar algún oído curioso. La reina mantuvo sus manos contra la puerta, mirando hacia el suelo por algunos segundos al percatarse de las palabras de la alcaldesa, guardó silencio por unos segundos, y al levantar la mirada, el rostro tan amable de la mujer desapareció, mostrándose mayor a lo que en realidad era, le dirigió una mirada seria, fría, aunque con atisbos de dolor y preocupación en aquellos ojos verde limón.
―Lo sé ―Respondió la mujer mientras avanzaba hasta sentarse en uno de los sillones, justo en frente de Iphine, el báculo se enredó alrededor de su brazo hasta formar un tipo de brazalete de hierro. Sabía que la visita iba en aquel camino; Una alianza para un enemigo común y mantener la paz, si es que podían pelear por ella. ―Mirovia es un caos escondido ―Comentó la mujer mientras mantenía la espada recta y la mirada centrada en los ojos de Iphine.
Ast miró hacia un lado, observando algunos documentos que descansaban sobre su escritorio principal, a solo algunos pasos de ambas. ―Es como si en algún punto, alguien hubiera roto un candado que jamás debió haber tocado ―Volvió a mirarla ―A pesar de que por años los Aqualianos hemos estado apartados de todo problema con la superficie, me atrevo a decir que estoy de acuerdo con usted, si nos unimos podremos ser mucho más fuertes… ―El orgullo de sus ancestros golpeaba su pecho con ferocidad, diciéndole con resentimiento el atrevimiento a unirse tanto física como mentalmente con la política de las afueras del océano, no sabría decir si algunos Aqualianos estarían de acuerdo, pero… hasta una reina sabía cuando había que dejar de lado la altivez para dar paso a las ideas, ¿No era así como iniciaba el progreso? ¿Acaso siempre debían estar allí, observando, sin hacer nada solo por asuntos que “no le corresponden”? No. Ast no estaba de acuerdo, también era su tierra, también era su mundo.
La reina lo pensó por largos minutos, poniendo frente a sí ciertos caminos, pensando si debía confiar en la mujer que tenia en frente, casi nunca salía a la superficie, pero hasta ahora, la alcaldesa daba a entender con sus palabras y acciones que se preocupaba por su pueblo, por su gente, por Mirovia. Ast asintió con la cabeza.
―Por lo que acepto su ayuda, y ofrezco la mía a igual modo, Iphine Vorgel ―Ast la miró con el rostro sereno, pero sus ojos daban a entender de que, en ese momento, ambas estaban creando un lazo de confianza que no podía ser separado por nada, y si llegara aquel día, se tenían que acatar fuertes consecuencias. ―¿Qué es lo que usted propone? ―La arcana acomodó ambas manos sobre la cola, la cual se balanceaba delicadamente de un lado a otro, no iba a negar que dentro de aquel sentimiento de frialdad se escondía un poco de emoción.
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Post by Iphine Vorgel on Dec 6, 2017 16:27:12 GMT
Aunque sabía que por su mejor interés y el de su pueblo debía aceptar aquella propuesta, no esperaba que fuese de manera tan pronta. Aquello no le incomodó a la alcaldesa, al contrario; le agilizaba enormemente el proceso de intentar convencerle. Pero también entendía que la reina no tenía aquel título simplemente por herencia, si no por su inteligencia y buen juicio. Aunque personalmente Iphine no pretendía ningún daño, o escondía alguna intención torcida, siempre existía ese factor de riesgo desde ambos bandos. Pero las alianzas eran un tema donde la honestidad debía predominar, para poder edificar las bases fundamentales de la confianza y seguridad que eran pináculos para dicha relación. Vorgel inclinó su torso hacia adelante, de manera que pudiese descansar los codos sobre sus propias rodillas. Miró a la sirena con dedicación y confianza, a pesar de lo severo que luciese su semblante. ―Agradezco su voto de confianza. Le puedo asegurar que dicho sentimiento es recíproco.― explicó, antes de responder aquello que se le fue preguntado con antelación.
La mujer estiró el brazo y lo acercó a la superficie de la pequeña mesa que distanciaba a las damas en dicha reunión ―Hay demasiadas cosas cruzando mi cabeza aún, ya que todo se mantiene en cuerda floja entre posibilidades y realidades. No obstante, tomar medidas de prevención nunca están de más, y es lo más pertinente― inició, explicando los temores y tensiones que se mantenían en asuntos políticos. ―El Soberano del Otoño a desaparecido sin mayor noticia. Su más fiel guardian, Atlas el último, fue asaltado de manera mórbida, y también hay muchos ataques reportados en mis dominios de índoles similares. Estas ocurrencias no son simples casualidades, lo que me temo, es que todo esto sea parte de un plan siniestro.― Iphine se llevó la mano a uno de sus bolsillos, extrayendo su tableta arcana donde guardaba algunas pictografías y notas que le ayudarían a explayarse mejor con su siguiente argumento. ―Estuve haciendo acotaciones y bosquejos sobr― su voz se cortó de forma abrupta, conforme su rostro mostraba un semblante congelado. Al mirar su aparato, en la zona de noticias hacía mención de un terrible presagio, una pesadilla, si se atrevía a catalogarlo de esa manera. Su ceño se frunció y su rostro se tornó oscuro y sumamente severo, conforme su mandibula se apretaba y su mano se tensaba con tintes de enojo.
Se levantó del asiento y lanzó la tableta sobre la mesa, apretando los puños y rechinando los dientes en un gesto ampliamente despectivo, antes de clavar su mirada en la reina. Al momento de abrir la boca, la puerta de la habitación fue golpeada con cierta agitación. En sus adentros, Vorgel sabía que debía tratarse de lo mismo, por lo que evitó escupir el coraje que tenía en la punta de la lengua. Aquella ira que hervía en su sangre no era por culpa de Ast o lo que estaban discutiendo, si no por la atrocidad que acababa de azotar a la isla entera. No hallaba palabras para referirse a ello, por lo que permitió que la reina mirase con sus propios ojos aquella noticia, o recibiera a su mensajero respectivo con las terribles noticias. En su cabeza, explotaban las ganas de abandonar ese lugar, llamar a sus guardias e ir a tirar inmediatamente la puerta de Velfast. Cómo se atrevía a hacer tal descaro. Quién se creía para ejecutar toda una órden a raíz de un capricho personal. Las ideas venían atropelladamente a su cabeza, pero no actuaba sobre las mismas. Esperaba en la tormenta de sus emociones, que la reina hiciera sus propios juicios sobre lo que había recién sucedido.
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Ast Nefertari
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Post by Ast Nefertari on Dec 6, 2017 21:49:35 GMT
La arcana asintió con la cabeza, dedicándose ese momento a atender las palabras de la alcaldesa, sus labios se mantuvieron sellados, y su rostro fue invadido por los sentimientos que le causaba ciertos temas, como el ataque hacia Atlas, conocía al hombre que había estado detrás de todo aquello, y tan solo le bastaba para estar de acuerdo con la mujer en unirse para formar un pueblo más fuerte… Había que ser inteligente. ―Estoy al tanto de las situaciones más perturbantes de Mirovia ―Ast negó con la cabeza ―Aquí en el mar también han sucedido cosas ―Dijo de manera un poco más baja, modulando su tono de voz ―Nadie sabe más que mi guardia personal y yo… y no estoy segura si estará enlazado a todo lo acontecido recientemente, pero presiento que es importante ―La reina hablaba mientras Iphine revisaba la tableta para buscar aquellos documentos que prometían dejar las cosas en claro. Pero, de pronto, el semblante de la mujer cambió tan drásticamente, que Ast frunció el ceño, mirando de manera severa a la mujer. Cuando aquella se puso de pie, la reina hizo lo mismo, mirando con cierta preocupación a la alcaldesa.
―Vorgel… ―El golpe de la puerta le cortó la pregunta de la boca, haciendo que la sirena dejara de lado todo su porte real, para tomar un cuerpo mucho más alerta, robusto y preparado para cualquier amenaza.
―¡Su majestad! ―Las puertas se abrieron de par en par, dejando entrar al general de la guardia de Ast, interrumpiendo la junta de las arcanas, el hombre tenía el rostro de color gris pálido, dejando mostrar mucho más sus ojos claros abiertos de par en par. ―Mi señora ―El general se acercó a ambas ―Disculpe mi intromisión, pero esto es urgente.
―¿Qué sucede, Esrond? ―Ast miró a Iphine, suponiendo, debido a los rostros pálidos que se trataban de la misma noticia.
El general levantó su tableta arcana entre tanteos, temblores y una que otra torpeza. ―Son las cortes de las estaciones ―El tritón le pasó la tableta arcana a la reina ―Se han disuelto…
Ast sintió una punzada en el pecho, leyendo una y otra vez la misma noticia, intentando poner en orden sus ideas y aclarar que, lo que estaba viendo era totalmente cierto. ―¿Cómo?... ―Su voz estaba cortada, atascada en su garganta.
―Y eso no es todo, ha surgido un nuevo movimiento político, Los invictos… ―Ast levantó la mirada, con ambos orbes verdes llenos de furia ―Lysander Velfast ha iniciado una toma de poder, es apoyado por el mismísimo Ajani, y Soren Vi Draconia, lo apoyan, su majestad, está en todas las noticias arcanas, no hay arcano que no se haya enterado ya de lo sucedido.
La mujer se quedó en completo silencio por largos minutos, observando aquellas palabras en la pantalla de su guardia, ¿Por qué? ¿Cómo había sucedido? ¿Cuándo? De pronto sintió que todo el mundo le daba vueltas, y algunas de sus escamas parecieron tomar más brillo de lo habitual, su piel, tal como si estuviera congelada comenzó a palidecer hasta ser de color morado y sus ojos se oscurecieron hasta ser de un color carmesí. Apretó la mandíbula, manteniendo un porte a punto de fracturarse. Esrond bajó la mirada, intentando no mirar a su reina al rostro, mientras mantenía los brazos a cada lado del cuerpo.
Ast cerró los ojos por un momento, y su piel volvió a ser de colores brillantes, y de ojos verdes como las algas marinas. Respiró hondo, y entregando la tableta arcana a su general.
―Esrond, dile al consejo que dentro de un momento iré a su presencia, deben estar bastante preocupados si ya se han enterado de lo sucedido, lo cual es bastante seguro ―El general accedió al instante, disculpándose con la alcaldesa antes de darse la media vuelta, salir de la habitación y cerrar la puerta para dejar la oficina tan silenciosa como había estado en un principio.
La mujer se quedó un rato en silencio, miles de pensamientos pasaron por su cabeza, muchos no demasiado buenos siquiera para volver a pensar en ellos. Levantó la mirada, y dirigiéndole su atención a la alcaldesa de nuevo.
―Alcaldesa Vorgel, acepte esto como un pacto de que en este momento, nuestras fuerzas serán una sola ―Ast se regresó a su lugar, sin embargo, no tomó asiento. ―Parece que aquellos planes que solo eran ideas, debemos de tomarlos muy en serio desde ahora.
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Post by Iphine Vorgel on Jan 23, 2018 15:25:13 GMT
La última frase que dedicó la reina, la ofrenda de un pacto, otorgaba cierta tranquilidad a la ira que la carcomía en ese momento. No era propio de su persona actuar de forma espontánea, mas se dio la libertad de tomar la mano de la reina de Aqualia y juramentar su alianza. ―Sin duda alguna, en desgracia o en gozo, en guerra o en paz, dedicaré mi vida para honrar este pacto. Que nuestras fuerzas sumadas en una levanten un estandarte de libertad en toda Mirovia, siendo un faro de luz y esperanza para cada arcano sobre esta isla.― comentó con determinación, sosteniendo firmemente la mano de la sirena antes de dejarla ir. La alcaldesa mentiría si dijiese que aún no estaba absolutamente anodadada y enfurecida por la situación, pero sabía mantener su postura. Inhaló y exhaló profundo, la fría agua apaciguando el calor que sentía por dentro ―Queda de más decir que tenemos que reportarnos con nuestro pueblo y aclarar este asunto cuanto antes, por lo que seré breve.― la arcana tomó de vuelta su tableta arcana y buscó pictografías de planos y esquemas ―He determinado los puntos más débiles en la ciudadela, por lo que he ideado un sistema de defensa y ofensa que nos puede dar una ventaja― explicó, confome cedía la tableta para mostrar una imagen―Tal cual los arcos y ballestas convencionales, pero a larga escala. Nos protegería de invasiones aéreas y causaría caos contra maquinas de guerra terrestres y aglomeraciones. Con más creatividad, se podría adicionar arcana o explosivos a las lanzas, intensificando así el ataque de las mismas― permitió que la mujer sostuviese el aparato para que observara el bosquejo ―Igualmente, se podría adecuar este sistema para Aqualia. Esto conllevaría a que en caso de una guerra, los atacantes se mantuviesen en tierra firme, dandonos ventaja en nuestros propios terrenos― justificó la idea. Habían demasiadas variables aún por considerar, pero aquello era el comienzo ―Existe un grupo de artesanos que pueden ayudar con esta tarea, pero me veo en la necesidad de solicitar la ayuda del Laboratorio de Caracol para mejorar e implementer esta idea en una realidad― pidió con cierta preocupación. Debía ser precavida conforme a quiénes estarían involucrados en ese proyecto, no fuese un espía que llegase a crear una desventaja. ―De igual manera, sería ideal empezar construcciones para crear cuellos de botella en caso de una invasión.― continuó, añadiendo a la mara;a de ideas y puntos que debían ser tocados eventualmente. ―Por supuesto, esto es mi perspectiva. ¿Cuál es su opinión al respecto?― preguntó respetuosamente, esperando alguna añadidura por parte de la reina.
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Ast Nefertari
La Resistencia
Un buen líder, guía a su pueblo hacia el progreso
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Post by Ast Nefertari on Jan 29, 2018 0:06:32 GMT
Ast miraba a Iphine con una sonrisa, de aquellas que a solo pocas personas mostraba, una sonrisa con la palabra confianza rosando sus labios. Sabía que Iphine y ella compartían los mismos ideales, muy a pesar de lo diferente de sus personalidades o gobierno, pero, al fin y al cabo, ambas servían a un solo deber: Proteger a su pueblo.
La reina miró con cierta curiosidad la tableta ajena, mostrando un diseño de un arma, la mujer tomó el aparato solo cuando Iphine se lo ofreció, acercando la imagen para observar los detalles de los planos, frunció el ceño pensativa, al mismo tiempo que escuchaba a la alcaldesa sus ideas, tanto para los implementos del arma como el uso de las instalaciones aqualianas.
―Un proyecto de estas magnitudes es casi imposible mantenerlo en secreto, alcaldesa Vorgel, por lo menos mucho tiempo ―Ast levantó la mirada, regresándole la tableta a Iphine para tomar la suya. ―Por lo que tendríamos que tener sumo cuidado de quien estaría involucrado ―Ast miró hacia la ventana detrás de su escritorio que tenía una vista hacia la ciudad ―Puede estar segura de que nuestros inventores y científicos de el Laboratorio de Caracol son lo suficientemente aptos para esta tarea… ―Se mantuvo en silencio por unos momentos ―El problema sería, de qué manera llegaría a afectar a los Aqualianos las noticias recientes.
―Eso, sin contar las municiones que el arma necesitaría ―Ast continuó, hablando del proyecto, pensando en la ballesta gigante ―Tendría que construirse de una manera rápida en el lugar donde se colocaría en el momento de la batalla, ya que su transporte resultaría muy difícil para los lugares tan distintos de Mirovia, como las catapultas. ―Ast se movía de un lado a otro, acomodando las manos tras su cuerpo, pensando. ―Yo podría llamar a los mejores inventores y científicos de Aqualia para llegar al proyecto, para que hagan las modificaciones necesarias, pero también sería excelente poder llamar a los mejores herreros, constructores e inventores de la superficie, trabajando de maneras separadas, como si unieran su propia parte de un rompecabezas ―Ast miró a Iphine con suma seguridad ―Cada parte por separado, principalmente para que oídos u ojos equivocados no se lleguen a enterar de manera tan sencilla lo que queremos lograr.
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Post by Iphine Vorgel on Feb 4, 2018 15:02:54 GMT
―Es correcto― asintió Iphine conforme la precisa observación de parte de la reina era vociferada ―Ya tengo a gente en la mira, lista y dispuesta a servir a esta obra con suma discreción.― infirió al caso. ―Se que no será largo el tiempo en que se mantendrá el secreto, pero utilizaré todos los recursos posibles para que se mantenga silencioso lo suficiente, y evitar que agentes externos interfieran con ello en tempranas etapas, al menos― bien era que la mujer confiaba en su pueblo, y tenía conocidos dentro del mismo que le habían asistido en anterioridad para trabajos personales y también proyectos de ciudad, siendo impecables y eficientes con su obra.
Aunque el furor de aquella noticia sobre las cortes aún golpeaba las paredes de su pecho, la recepción sincera que recibió por parte de Ast le tranquilizó a cierta medida, además de brindarle medios para poder prepararse en conjunto contra la tormenta venidera. ―De igual manera, podemos utilizar futuros eventos sociales como cortina de humo a nuestra ventaja― se atrevió a decir, ya que la ciudadela a pesar de todo, era el epicentro de actividades culturales y sociales, que aunque fuesen criticadas por muchos, servían para calmar y relajar a los Mirovianos.
La alcaldesa guardó la tableta arcana en uno de sus bolsillos, con algo de anticipación, para luego dirigirle una mirada a la elegante sirena ―Por supuesto, cada una necesita tiempo para poner las cosas en orden con su pueblo con respecto a esta inaudita noticia― dijo de forma consciente ―Por lo que de momento, debemos atender dichos asuntos― suspiró con cierta pesadez ―Pero no nos durmamos en los laureles, debemos tener presente a quienes proteger ante todo― musitó con un tono preocupado. No desconfiaba en lo mínimo de la dama, ni en su destreza, temía en general simplemente por que dicho plan estuviese sucediendo a un ritmo lento y que fuesen atracadas por otra sorpresa de Velfast como había sucedido hacía nada.
Vorgel esperó por un respuesta o reacción de parte de la otra, manteniéndose de pie en un porte firme, tal cual como un soldado. No había mucho que hacer, más que preparase para efectuar todo aquello. A menos que claro, la Aqualiana tuviese algo más que aportar a la reunión.
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