Bronceandose con la luna (Priado)(Cerrado)

Atani había corrido a paso ligero hasta su diminuta casa en los plantíos, se desnudó a paso veloz y tomando un jarrón de agua, salió al jardincito trasero para regar las flores que estaban allí sembradas, esperaba no tardar demasiado como para que murieran, pues de ellas conseguiría dinero. Entro a la casa dejando el jarrón a un lado de la vieja puertecita trasera y se pudo el vestido que en la mañana había dejado en la cama,Se colocó unas altas botas de cuero que estaban algo gastadas por el uso (igual que el resto de cosas que se ponía y guardó un par de frutas en una pequeña bolsa.

Respiró hondo, pues llevaba casi media hora en la casa, se colocó el corsé de cuero, los protectores de sus brazos para usar el arco y se cargó con el mismo pensando en aprovechar el viaje a la vuelta para conseguir comida, se puso un abrigo encima y tomando sus pocas pertenencias salió de nuevo. Mientras caminaba iba trenzando su cabello casi rojizo, ahora sin toda la ropa y accesorios bonitos se sentía más común, pero más genuina. Pudo distinguir por las luces del festival a Quelt en la entrada de la ciudad y se acercó más a prisa, haciendo que su agitación se hiciera evidente.

-Lamento mucho haber demorado casi la hora completa, había dejado algo sin hacer en casa... -Dobló su cuerpo apoyando las manos en las rodillas para respirar hondo y recuperar el aire, luego se irguió y respiró hondo sintiendo su corazón calmarse.

Asintió a sus palabras, y cuando él mencionó lo del transporte su mente viajó hasta la imagen mental de un par de caballos, sólo que los animales no estaban, y Quelt de estaba transformando en algo...

¡Quelt de estaba transformando en algo! Abrió los ojos como platos mientras retrocedía un par de pasos, pues había visto muy pocas transformaciones en su corta vida. Una vez que su transformación estuvo completa se acercó de nuevo con una viva curiosidad.

-¡Oh, vaya! -Dijo con evidente asombro- ¿Qué eres? -Preguntó mientras obedecía a subirse a él como medio de transporte. Si era algún tipo de dragón, jamás había oído hablar de él- Igual creo que no seré una carga grande -Agregó tratando de opacar el asombro- No peso mucho...

-Oh... -Fue lo único que respondió.

Estudió con la mirada las escala y todo lo que componía a aquella especie, era como una serpiente gigante ante su imaginación, una serpiente gigante y con adornos en la cabeza. Se sujetó en cuanto lo sintió moverse, se aferró con extrema fuerza en cuanto sintió los giros y ahogó un par de gritos. Pero luego de haberse aferrado no pudo soltarse, el vértigo que estaba empezando a sentir era terrible, el viento, el no sentir nada debajo... Hacía que su cabeza diera vueltas, y algo como eso a semejante altura no era bueno. Respiró hondo y trató de serenarse. Pero todo su cuerpo se había aferrado al quetzalcoatl.

-¿Cuánto sueles tardar en llegar así? -Preguntó lo suficientemente fuerte como para que él la escuchara.

La idea de tener que seguir en el aire por 40 minutos no hizo más que formarle un nudo en el estómago, no quería ser descortes, pero honestamente habría preferido ir a pie, los movimientos del quetzalcoatl la hacían sentir que podría soltarse y caer.

Continuó con la sensación de mareo mientras duraba el vuelo hasta que el hombre mencionó el bosque. Levantó apenas la mirada y lo observó... Si había un lugar donde pudiera concentrarse la sensación de magia a simple vista, era ese. Una momentánea sensación de bienestar se apoderó de ella, sientiendo que la sangre fluía de nuevo a sus extremidades.

El descenso tuvo que ser y por mucho la peor parte, cuando estuvo en la arena le tomó un par de minutos poder soltarse y moverse para dejarse caer en la arena, misma que apretó con sus puños agradecida de poderla sentir bajo sus pies.

-¡Que calor hace! -Dijo de repente, olvidando que no se había quitado su abrigo.

Cuando él preguntó si de verdad hacía calor lo miró, como si no entendiera aquella pregunta y dirigió su vista al mar, su estómago seguía algo revuelto por el viaje y ahora más que antes, la idea de montarse en un caballo resultaba completamente tentadora como medio de transporte, si pudiera, daría el poco dinero que el quedaba por alquilar uno.

-Yo no... -Dijo tomando la mano que le era dada para poder ponerse de pie con más facilidad, pues sus piernas apenas estaban recuperando las fuerzas perdidas durante el viaje- Bueno, eso es porque nunca he volado, y porque soy mucho más cobarde de lo que puedo aparentar a veces.

Se limpió el sudor frío de la frente y respiró hondo, sintiendo como lentamente su cuerpo se relajaba de nuevo, y sintiendo por primera vez desde que llegó la sensación salina de la brisa. Extendió su vista por todo el horizonte maravillada de la vista nocturna de aquel lugar ¿Qué hora sería ya? ¿Cuánto más tardaría en volver a casa? Solo se mantuvo en silencio, expectante de lo que pudiera hacer para seguirlo. Detuvo sus pensamientos un momento y revisó el bolso de manta que colgaba sobre su espalda, donde venía guardado su arco y su carcaj lleno de flechas viejas.

Era solo por precaución, sabía que en Mirovia podrían ocurrir muchas cosas inesperadas en el exterior y en cualquier lugar. Asintió a las palabras de Quelt sin saber que él no la estaba observando. Se colgó el carcaj y el arco sobre el mismo a la espalda y ajustó las correas de sus protectores en los brazos; levantó al mirada para darse cuenta de que él ya se había adelantado en la tarea de buscar las plantas, por su parte, solo pensaba buscar bajo el agua cualquier coita que pareciera tener luz propia.

-¿Qué hay que buscar exactamente? ¿Las plantitas biluminiscentes de las que me hablaba antes? -Dijo justo en el momento en el que se plantó a su lado mientras hacía una rápida búsqueda con su mirada- ¿Son difíciles de encontrar? Preguntó al no tener algo que atrapar a simple vista.

Atani había visitado muy pocas veces el mar, de modo que, se sintió de nuevo un poco desorientada cuando se acercó a la orilla y las olas movieron la arena bajo sus pies. Respiró hondo y regresó la mirada a Quelt con curiosidad en lo que él regresaba con algo en las manos.

-Oh vaya... -Dijo en un ligero susurro, pero con algo de asombro en el tono que usó- se ve muy bonito... ¿Y para qué usan estas cosas? -Preguntó mientras se adentraba solo un poco más en el agua intentando buscar el sitio de donde la sacó Quelt, encontrando por fin aquel punto ligeramente luminoso donde seguramente habían un poco más de aquellas plantas.