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Post by Giselle on Oct 10, 2017 6:50:04 GMT
Por fin. Había logrado conseguirse varios días de descanso muy a pesar de su jefe quien insistía eso daría una baja en el negocio. Giselle estaba exhausta. La rutina comenzaba a fatigarle además de que, en muchísimo tiempo no había tenido oportunidad de dedicarse a la cocina. Se había resignado ya a encontrar algo extraordinario, algo que retara su credibilidad, su falta de asombro y curiosidad por la vida. Su único refugio era el gusto por la música y la gastronomía. Teniendo mayor deseo por lo segundo, optó en hacer un pequeño viaje en busca de frutos y especias diferentes que no encontraría en la Ciudadela.
Había escuchado de unos cactos que producían una tuna de lo más dulce y jugosa que sólo podía hallarse por las cordilleras de Draconia. Jamás había puesto un pie en esas regiones... más bien, jamás había pisado más allá de los Plantíos de Mirovia. A pesar de ello, Giselle era una mujer firme y que se llenaba de valor cuando se proponía algo en específico. Preparó todo lo necesario, capaz, prendas que cubrieran su piel, ya que a pesar del intenso calor, debía protegerse del sol que podría ser sumamente tosco y agresivo en su piel tan sensible. Se aseguro de revisar el mapa con detalle, resolviendo las rutas más convenientes para su travesía. Sería de varios días pero no importaba; realmente deseaba obtener tal ingrediente que ya había buscado por toda la Ciudadela.
Comenzó su viaje, los primeros días sin problemas. Se detenía bajo algún árbol para descansar, resguardando su equipaje en las ramas de los árboles y adoptando su figura vulpina para pasar desapercibida. Conforme avanzaba más, el clima y el sol iban tornándose más abrasivos pero luchaba contra el ardor en su piel y el calor que advertía que se haría peor.
Al fin llegó a la base del volcán, en plena noche. Estaba tan emocionada que no se detuvo para descansar. De la palma de su mano una pequeña llama azul surgió, alumbrado el camino frente a ella y permitiéndole tener visión suficiente para dar con aquellos cactos. De sólo pensar en los platillos que crearía con las tunas se sentía dichosa y emocionada. Al fin algo de dicha en su vida.
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Post by Erdos Balderoth Karaz on Oct 10, 2017 20:47:29 GMT
Mientras continúo mi caminata por aquel nido de dragones trato de repasar todo lo ocurrido en los últimos días. No sé si estoy lo suficientemente aburrido para hacer esa clase de estupideces o sea el hecho de que la pequeña naga que usualemnte me hace compañía no esté a mi lado. Puede ser cualquiera de las dos opciones, pueden ser las dos. ¿A quién a parte de mí le interesaría tal cosa? Sea como sea, mi situación es alarmante. Es fácil saberlo cuando estoy perdiendo el tiempo en buscar una explicación a algo que ni siquiera he hecho. Jaja, que tontería. Parece que mi mente trata de auto-entretenerse para no caer en la locura y la felicito por eso. Tal vez luego le dé una buena ración de peyote en agradecimiento.
Hago lo posible por enfocar mi atención en el mundo exterior a mi mente y por fortuna lo logro; sigo caminando. El ambiente no ha cambiado en nada, así que debo seguir en Draconia. Eso es un alivio al recordar que, la ultima vez que me perdí en mis pensamientos desperté en los brazos de un oso grizzly. Un oso muy bonito, de hecho. Volviendo a lo que acontese agito la cabeza para despertarme del todo. Es dificil no perderse en tonterias cuando estas lleno de siglos de experiencias igual de extrañas que tú. Echo un vistazo a mi alrededor. Logro divisar una enorme fuente de luz a una gran altura. Y como no hacerlo si el lugar está oscuro por completo. Es decir, si no fuera por la tablilla que llevo no podría ver siquiera mis manos. Pero total, es más que obvio que me encuentro al pie de un volcán. Me pregunto que hubiera pasado si mi mente aún vagara por los aires. ¿Me hubiera dado cuenta o simplemente seguiría caminando hasta tomar un baño de lava? Miro curioso la tablilla y la guardo en el morral. Es obsoleta para una situación como ésta, así que busco entre mi cosas otra fuente de luz que me sea util. Mientras lo hago un leve resplandor llama mi atención. Al poner más atención me percato de que efectivamente esa lucecilla no es una creación de mi mente y que además se mueve. Curioso por saber de que se trata camino hacia ella. -¿¡Máma, eres tú!? - exclamo en un mal intento de caractterizar un suceso paranormal sin perder en mi actuar aquella pizca de ironía que me caracteriza. - ¿¡O acaso eres tú, George!? Si es así, créeme. ¡¡¡No fui yo el que te movió la escalera!!! - Ahora mi actitud es la de un bufón y no hago más que alimentar aquel espectáculo que había creado tan espontanea y ridículamente.
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Post by Farren Jawzahr on Oct 10, 2017 22:19:32 GMT
Una figura se adentraba a la zona del pie del volcán, sin una lampara o algo que le alumbrara, no era necesario pues el camino era tan familiar como la palma de su mano. Caminando a paso ligero y con unas pisadas que apenas y se escuchaban, de forma sigilosa llegó hasta una pared de rocas, comenzando a remover un par de estas hasta revelar un hueco en el que había ropa, joyas y otros objetos extraños, no muy grandes y que cabía todo perfectamente.
Se quitó la mascara dorada, que era lo único capaz de reflejar la poca luz que había esa noche, acariciando con sus dedos aquel objeto capaz de permitirle en ocasiones ser el mismo, una mascara capaz de brindarle libertad aunque fuera por pocas horas. La metió en el hueco junto con su recién adquirido botín, un mapa de un castillo, ¿pero cual? solo el ladrón lo sabia. La noche había estado de su lado, ningún guardia lo había siquiera visto o escuchado, felicitandose internamente por su hazaña.
Final mente cambió sus ropas oscuras, depositandolas en el hueco y cubrirlo con las piedras nuevamente. Nadie podría imaginarse que ahí había algo escondido pues era un secreto que solo él sabia, todo lucia igual y no había nada que indicara lo contrario. Se sacudió un poco y estiro la ropa, pero una voz lo puso en alerta, alguien a quien no le importaba aprovechar el silencia ni el mano nocturnos para pasar desapercibido.
De forma cautelosa, siguió aquella voz topándose primeramente con la luz que fue lo único que pudo ver por el momento. ¿Que hacia una mujer a esas horas al pie del volcán? ¿Y la voz? no paresia haber provenido de ella. Su curiosidad lo mantuvo expectante sin dejar su escondite. Conocía a muchas arcanos en Draconia, pero a ella nunca la había visto antes, de ser así, su memoria no le fallaría. Conocía desde a los mercaderes hasta los mas importantes de Dreaconia, al menos sus rostros y pocos eran a los que pasaba por alto, por lo que podía suponer que se trataba de una viajera, ahora solo faltaba descubrir donde estaba la otea voz.
De pronto el canto de un ave nocturna que emprendió el vuelo, interrumpió el silencio que de pronto se había hecho, agazapándose aun mas en su escondite y abriendo mas los ojos para poder captar cualquier otro movimiento. No quería ser visto aunque fuera por extraños, aquello generaría preguntas y no estaba en sus planes dar de que hablar, debía ser muy cuidadoso pues el mas mínimo fallo podría arruinar su reputación o levantar sospechas.
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Post by Giselle on Oct 11, 2017 0:34:04 GMT
Se encontraba sumamente concentrada en hallar entre las rocas aquellos cactos, casi saltó al escuchar una voz entre los ruidos de la montaña. Sintió curiosidad pero de momento se mantuvo alerta. Apagó el fuego que emanaba de su mano, intentando ocultarse debajo de la capucha de su capa. Olvidaba lo vulnerable que era y en momentos como ese se regañaba internamente por su impulsiva naturaleza. Dio un par de pasos hacia atrás, tratando de no dar la espalda a lo que fuese o quien fuese que se encontrara acechando entre las sombras. Sin embargo, sus pies fallaron haciéndola tropezar con una roca que no hizo más que causarle una caída a la orilla de una gran roca. Ahogó un grito, tratando de mantenerse silenciosa más las piedras que se removieron del suelo hicieron suficiente alboroto para delatar su posición.
Al sentirse acorralada, Giselle no encontró otra solución más que dar cara a la voz. Se puso de pie a duras penas, ya que su tobillo parecía haberse lastimado con el tropezón. -Ni George ni tu mamá; sigue buscando- dijo entre dientes mas por el dolor pero también por sonar un poco más intimidante de lo que su suave voz podía transmitir por sí sola. “Sólo a mí me pasan estas cosas” pensó mientras llevaba ambas manos sobre una gran roca que le sirvió de apoyo para no caer hacia el frente. Ahí esperó, con la respiración agitada a que quien fuese que estuviera por ahí se marchase o se manifestara al menos. De ser necesario huiría; era pésima peleando.
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Post by Erdos Balderoth Karaz on Oct 11, 2017 14:26:48 GMT
Al acercarme más la luz se apaga repentinamente, lo que me deja cegado por unos segundos, ya que tenía la vista fija a ella. Aún con éste inconveniente sigo mi camino, agudizando mi sentido del oído para guiarme por aquel mar de tinieblas. De repente el chasquido de unas rocas me confirma que, efectivamente estoy tomando el camino correcto. Me guío en aquel sonido para seguir acercándome e intuir así a que distancia se encuentra lo que provocó que las piedras se moviesen. Es gracioso darme cuenta de que en una situación tan llena de intriga mi mente es más... ¿Fresca? A pesar de no tener malas intenciones camino con sigilo. ¿Por qué? Simple: la situación lo amerita. Y cuando siento que he llegado a lo que antes alumbraba la zona me detengo. Mas mi sorpresa es grande al escuchar una vocecilla responder a mi pequeña comedia y percatarme de que proviene justo detrás de mí. - ¡Ohh, vamos! ¡Por poco le atino! - Digo en forma de queja mientras dejo caer mi postura para darle énfasis a mi berrincheta. Tal y como lo haría cualquiera que, como era mi caso, había perdido una partida de "Las escondidas". Resignado a la derrota anterior no veo el chiste de seguir a ciegas, así que saco de mi morral una antorcha semi gastada y le prendo fuego con ayuda de un mechero. La madera arde de un segundo a otro, expulsando así una gran cantidad de candela a mi alrededor. Además claro de crear una leve corriente de aire que le da un efecto épico al primer encuentro entre... eh... bueno... dos personas que vagan solas en la oscuridad de la noche. La iluminación se contonea de la misma forma que la flama que le otorga la existencia y pega de lleno en mi rostro, haciendo más épica mi aparición. Mas la repentina candela me ciega por un momento, así que observo al vacío para no quedar como un idiota. Cuando por fin mi visión se estabiliza puedo ver a un pequeño ser frente a mí. - Buenas noches, pequeña criatura de la noche. - Mi rostro se adorna de aquella sonrisa tan característica al igual que mi ojos levemente desalineados de la realidad. - ¿Acaso eres tú quien tenía aquella lucecilla? ¿O realmente era George? Por qué mira que aún me debe una gallina y si él se esfuma te la cobraré a ti. - En busca de ver más detalladamente a aquella personilla tan tierna me poso en cuclillas para luego enterrar la estaca de un golpe. - Aunque no debes de preocuparte por eso. Acabo de escuchar... algún polluelo volar por ahí. - Al decir ésto observo los alrededores, en especial el cielo. Mas no le presto tanta atención. Un ave cualquiera no podría valer lo que mi difunto pollo.
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Post by Farren Jawzahr on Oct 11, 2017 23:39:40 GMT
A Farren le causó algo de gracia la respuesta de la arcana, pero ver que tenia dificultad para levantarse después del pequeño accidente, le provocó una punzad para ir a auxiliarla, impulso que tuvo que reprimir un poco al ver aparecer por fin al otro arcano, quien parecía estar hablando incoherencias, lo que le hizo preguntarse si tenia un tornillo flojo o esa era su manera de socializar. Era extraña sin lugar a dudas, pues toparse con alguien así en medio de la noche en un lugar solitario ¿a quien no le causaría desconfianza? Tal vez estaba siendo demasiado prejuicios, pero simplemente no podía evitarlo.
La luz de la antorcha lo encandiló unos instantes, pues sus ojos ya se habían acostumbrado bastante bien a la oscuridad, sin embargo no tardó mas de un par de segundos en acostumbrarse, permitendole ver de forma mucho mas clara a ambos arcanos. La mujer parecía inofensiva, aunque no podía decir lo mismo del otro, preguntándose si debía intervenir o simplemente dejarlos a tras y seguir su camino para no meterse en problemas. Se debatió aquello por unos momentos, hasta que el sonido de unas piedras que se desajustaron mas arriba llamaron su atención.
El pequeño derrumbe de la arcana, había provocado que las piedras de mas arriba perdieran su soporte y al conocer un poco mas el terreno, se pudo anticipar a lo que pasaría- ¡Cuidado¡ -Exclamó a le vez que salia de su escondite de un brinco; no quería tener la carga de conciencia de no haber hecho nada al respecto y dejar que dos arcanos se lastimaran por nada. Asi que se acerco a ambos lo mas rápido que pudo y los alejó de forma algo brusca por las prisas. A Giselle tomándola por la muñeca y a Erdos por la ropa. Fue entonces que las piedras comenzaron a derrumbarse una tras otra provocando un gran estruendo que levanto una nube de polvo.
Los tres cayeron al suelo, pero por fortuna ninguno había resultado herido, bueno no mas de lo que ya estaba Giselle- ¿Están bien? -Examinó a ambos con la mirada, una vez mas estando a oscuras pues la antorcha había sido aplastada- Espero puedan disculpar mi brusquedad, pero no encontré otro modo mas eficaz de ponerlos a salvo- se puso de pie y les ofreció su ayuda a los otros dos para hacerlo también- Creo que ya se dieron cuenta que el pie del volcán no es el mejor lugar para salir a dar una vuelta... soy Farren, Farren Jawzahr -se presento de forma cortés agachando un poco la cabeza-
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Post by Giselle on Oct 18, 2017 17:06:23 GMT
Por fin de entre las sombras surgió el aspecto de quien hablaba cosas sin sentido; de momento su rostro le causó un ligero sobresalto más se contuvo de mostrarse abatida o afectada por ello. Se encontraba entre la oscuridad, en la soledad de las montañas frente a un extraño de conducta un tanto peculiar; no era conveniente despertar ningún tipo de inconformidad. Sonrió suavemente, correspondiendo al saludo del arcano. -Yo... era sólo fuego- contestó intentando suspender la conversación. Debía ser cautelosa, muy cautelosa. Desconocía de lo que hablaba; no había visto ni escuchado ninguna gallina. Aún así, miró en distintas direcciones, buscando a ver si daba con algún rastro y así el extraño joven pudiera seguir su camino.
Captó un sonido; rocas. El movimiento de los sólidos descendiendo por la montaña. Miró con urgencia hacia arriba, sólo para lograr ver las siluetas de los cuerpos rocosos cayendo con rapidez en dirección a ellos. Pudo haberse movido rápido pero el dolor agudo en su tobillo se lo impidió por completo. Todo pasó demasiado rápido; una voz se hizo presente y en cuestión de segundos, se vio arrastrada por alguien a un lugar seguro. Cayó al suelo, de momento con las manos apoyadas sobre el suelo, sintiendo un ardor intenso en sus rodillas y pie ya lastimado. Respiró profunda y agitadamente ignorando de momento al otro desconocido. Se enderezó, sacudiéndose las ropas con las manos para quitarse el polvo de encima para después tomar la mano que se le ofrecía para ponerse de pie. -Me quejaría de tu brusquedad pero eso acaba de salvarnos la vida- correspondió con una sonrisa más su ceño se arrugaba por las punzadas de dolor de su tobillo torcido. -Giselle-. Echó una ojeada a los alrededores, sólo para darse cuenta que el camino por el que había llegado se encontraba ahora bloqueado por las gigantescas piedras que se habían logrado liberar de la montaña. Suspiró con pesadez, sospechando que su tarea sería más difícil de lo que imaginaba. -Me imagino entonces que tú no te encontrabas dando una simple vuelta entonces, ¿o me equivocó?- acotó con suspicacia. Observó de arriba a abajo al joven, notando que sus ropas era un poco más que simples, algo ostentosas. ¿Qué hacía alguien así merodeando por la noche?
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Post by Erdos Balderoth Karaz on Oct 22, 2017 0:10:50 GMT
- Ahh, así está mejor. - digo sonriente al ver que la actitud de aquel ser hacia mí había cambiado. Ya que anteriormente su respuesta había sido un tanto... ¿Brusca? O pudiera ser que ella se expresara así, no lo sabía ni me interesaba. Ademas, su respuesta no era lo que esperaba. Realmmente me hubiera gustado cobrar a mi gallina. Pepe, siempre estarás en mi corazón... si es que tengo uno. Total, tenía pensado hablar un poco más con aquel personajillo, mas un estruendo a la cima del volcán llamó mi atención. Volteé rapidamente hacia el lugar de donde provenía el sonido, mas la falta de luz no me permitió ver mas que unas siluetas oscuras moviéndose por el lugar. Se trataba de un derrumbe. Por instinto mi corazón se agitó de repente y una gran descarga de adrenalina recorrió mi cuerpo, aún más al escuchar una voz que nos alertaba de algo. Corríamos peligro y debido a la candela no podía ver a que distancia se encontraban las rocas o cual era su tamaño. Mi cuerpo se tensó para intentar soportar la avalancha, lo cual era absurdo. Pero... ¿Qué importaba si alguien como yo moría? Eso no me importaba en lo más mínimo. Aquel pequeño ser, en ese momento era lo que me preocupaba. El pensar en un plan requería tiempo, más eso era lo que menos teníamos. O tal vez no, no lo sabíamos y ese era el problema. No pensaba cargar con un muerto más en mi conciencia, así que dejé que mi cuerpo actuara por sí solo. Mi instinto me dictó lanzar un fuerte golpe contra el pequeño, quien por su tamaño y algunos conocimientos lógicos pero herejes saldría expulsado lejos del luga, teniendo que lidiar simplemente con el impacto (aún desconocido) de las rocas. Pero... repentinamente, algo me haló del pantalón con gran fuerza y al tomarme completamente desprevenido me tiró a un lado. - ¿¡Pero que c...!?!- exclamé asombrado mientras veía al pequeño ser arrastrado por una mano. Las piedras rodando se encuentran, se fue la luz y para variar caí sobre mi trasero... en un lugar rocoso. Seh, dolió demasiado (Y espérate a mañana) Lo que me hizo recordar una experiencia que había vivido en una isla de caníbales la cual, por el momento, no voy a profundizar. Aún aturdido por el repentino problema, el repentino rescate, la adrenalina desperdiciada y la ceguera en la que nos volvíamos a envolver me levanto y empiezo a estirar mi cuerpo, ignorando por completo la ayuda del extraño. Cierro los ojos para acoplarme un poco más rápido a la oscuridad y, una vez que he tronado cada uno de mis huesos prosigo a sobar mis afectadas posaderas. Mientras tanto puedo escuchar al pequeño conversar con la mano que le salvó, así que no me preocupo más por él. Ya tendré tiempo de conversar con mi mano (o lo que sea que me salvó) tambien. Termino de des-aturdirme, agitando mi rostro para hacerlo y por fin enfoco un poco a las figurillas frente a mí. - A mí me dá igual vivir o morir. Aún así te debo una. - Por fin me expreso con ellos, haciéndolo primero con el que nos salvó. Mas nunca los miro. - Mi nombre no es de importar, muucho menos que hago aquí. Además...- me muestro tan sonriente como siempre, sólo que esta vez no me importa mostrar un gesto sádico. - ¿Que tiene que ver el como vista? ¿Qué nunca te has arreglado para dar una vuelta por los volcanes? - menciono con el sarcasmo marcado en cada una de mis palabras para luego ver del montón de rocas sobresalir una pequeña cantidad de humo. - ¡Ohh, espera! Que he perdido mi antorcha. Entonces ya no te debo nada. - digo girándome hacia el extraño y despues de darle una palmada en el hombro suelto una trémula carcajada, remarcando así lo retorcido de mi mente.
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Post by Farren Jawzahr on Dec 5, 2017 11:00:35 GMT
Farren sonrió ligeramente de lado, corriendo su vista hacia las rocas ante la pregunta de la arcana, buscando con eso algo de tiempo y una excusa rápida y creíble. Las mentiras se había vuelto su especialidad, aunque algo le decía que aquellos dos no eran tan fáciles de engañar. Así es, el motivo por el que he venido a este lugar es por que al pie del volcán, cada año un cactus en especial florece por las noches. A mi madre solían gustarle mucho, así que no podía perder la oportunidad de ofrecerle algunas. Supongo que usted también tiene un motivo por el cual ha venido a este lugar. -Dijo a la vez que regresaba su vista a la peliblanca. No había mejor mentira que aquella basada en la verdad, el elfo solía ir en búsqueda de aquella flor, mas sin embargo esta no era la ocasión. Dicho eso y tras mirar mejor su rostro, pudo notar que la chica seguía con el ceño fruncido a causa del dolor- ¿Se ha lastimado señorita Giselle? -se acercó un poco mas a ella en un intento de examinarla, pero la poca luz no le permitía ver mucho, así que prefería no invadir su espacio personal y mantener algo de distancia para atender rápidamente al otro sujeto; quien parecía esforzare por dar una impresiono inquietante que lo mantenía alerta, mas su propio semblante se mantenía relajado.
Suspiró internamente ante sus palabras, respondiendo con una suave sonrisa- Hubiera preferido saber su nombre para tener una manera de referirme a usted, pero si así lo prefiere entonces no voy a contrariarle -comentó con paciencia y cortesía, alzando una ceja ante lo que dijo después-¿El como se vista? -se miró a si mismo- no puedo decir que estas sean mis mejores ropas, pero tampoco son las peores... como usted decida vestir para dar una caminata nocturna al pie de un volcán, es complemente respetable, aunque si me lo permiten... no les recomendaría permanecer mucho tiempo cerca de este lugar, sobretodo si no están lo suficiente mente familiarizados. -Comentó, haciendo un ligero énfasis con la mirada hacia el derrumbe- ¿Ustedes no son de por aquí o si?
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Post by Giselle on Dec 7, 2017 15:36:54 GMT
¿De qué rayos hablaba el tipo más raro? Le miró con desconcierto sin cuidar de ocultar su confusión. No estaba del todo segura que la cabeza del tipo funcionara bien... normal... lo que fuese. Al menos por el momento no parecía tener interés en causar ningún daño sólo en ser raro y nada más. Por otra parte, sintió cierto alivio cuando el extraño salvador mencionaba que andaba buscando precisamente lo mismo que ella, de ser así, tal vez él sabría exáctamente dónde encontrar los cactos. Sonrió sin reservas y aún más al ver al joven preocupado por ella. Giselle, se regodeaba cuando recibía atenciones por gente de buen ver. -Sólo una pequeña torcedura- respondió.
Las palabras del muchacho tenían bastante sentido pero Giselle no confiaba en nadie lo suficiente para que le acompañara hasta las cordilleras Draconianas... por ende, su malísima suerte para estar involucrada en un accidente de semejantes proporciones. Ante la pregunta del extraño, Giselle miró al otro quien se había rehusado a dar su nombre. -Él no sé, no venimos juntos pero yo vengo de la Ciudadela... Me parece una gran coincidencia porque yo estoy buscando lo mismo que tú-. Se quejó de nuevo lo cual hizo que buscara descanso sobre una de las rocas del derrumbe. Se sentó sobre ella y colocó su equipaje sobre el suelo; el peso seguramente estaba dándole más problemas. -Es la primera vez que vengo por estos lados, creo que se nota- soltó una risilla intentando ocultar la vergüenza de verse tan inútil e ingenua. -Pero bueno, tú tampoco has dicho tu nombre- dijo en un tono ligeramente coqueto pero, a pesar de que el joven de cabellos verdes parecía inofensivo y era definivitamente ante los ojos de Giselle, más confiable, no dejaba de estar sola en la montaña con dos desconocidos. Cruzó las piernas con el propósito de revisar su tobillo pero también, de tener a mejor alcance un pequeño cuchillo que llevaba oculto a la altura del muslo.
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Post by Giselle on Apr 3, 2018 20:44:48 GMT
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