Stud Stallion (+18) (Conner-Zaniah-Clover)

OoC: como es que conner se transformó en Clover si este no ha mostrado su forma verdadera? Clover sigue usando la apariencia de Conner, lo siento si no lo deje claro

Un escalofrío le recorrió la espalda al ver como el suelo rocodo y la paja de los alrededores se manchaba ligeramente con su sangre y la de su oponente. Se relamio los labios y sonrió aún más, está vez mostrando los dientes e incluso dejando caer un par de gotas de saliva sobre la paja, una expresión digna de un vampiro sediento.

Sin perder aquella expresión y riendo por el dolor, Clover volvió a contraer sus manos contra su cuerpo. Al volver a la normalidad, sus extremidades temblaban ligeramente por la presión ejercida, las froto varias veces contra si mientras tomaba distancia del rubio -Siempre lo he sido, es casi un don- dijo sonriendo mientras el sonido de sus huesos crujiendo podían escucharse de fondo.

En cuanto Conner se transformó en el, frunció el ceño y le dedicó una mirada extrañada. Clover regreso a su verdadera forma y se cruzo de brazos -No es algo que acostumbre hacer- el único placer verdadero para Clover era torturar y asesinar, el tema sexual no era algo que llamará mucho su atención, sin embargo Conner ya era algo que a el sin duda le interesaba. -Asco- volvió a fruncir el ceño en cuanto el contrario comenzó a tocarse tomando su forma, no sabía si tomarlo como una ofensa o un simple chiste, extrañamente Clover no se sentia molesto, solo ligeramente extrañado.

Poso su espalda sobre una de las paredes de aquel establo -¿Cuál es tu nombre rubio?- dijo aún con las manos cruzadas y media sonrisa en su rostro, sin quitarle la mirada de encima en ningún momento.

Clover volvió a fruncir el ceño, admirándose como en un espejo, ladeo la cabeza como un niño sin entender del todo la situación. Su curiosidad era grande, tanto que incluso pensó en acercarse a su oponente, descartando la idea casi de manera inmediata, considerando que Conner estaba muy lejos y la sola idea de caminar solo para verse a sí mismo en esteroides le fatigaba. Sin embargo algo llamó su atención, tomó un mechón de su propio cabello entre sus manos e imitó el color que Conner había usado. Se quedó observando y tocando su propio cabello por varios segundos, llegando incluso a alargarlo solo para poder admirarlo correctamente


Tenía que admitir que se veía muy bien, le daba un toque más salvaje y rudo en comparación al arcoíris que tenía en su lugar, era toda una pena que al Shapeshifter en cuestión le diera igual el cómo se veía y lo que opinaran los demás sobre su imagen. -¿Qué clase de suerte?- preguntó un tanto curioso mientras su cabello volvía a la normalidad. Restándole importancia a la situación, Clover se dejó caer al suelo, sentándose sobre la paja del lugar manteniendo su espalda recargada sobre una de las paredes de aquel lugar.

-Clover- dijo simple y seco al mismo tiempo que volvía a ladear la cabeza para ver directamente al contrario –Eres el primer Shapeshifter que veo en mucho tiempo- alzo una ceja y dejo caer sus brazos a cada lado de su cuerpo.

Frunció el ceño para sí mismo, se cruzó de brazos y se quedó pensando un rato. Si había más Shapeshifters en la isla, clover tenía que saberlo y ubicar a cada uno. Ya había constatado que Conner, muy a pesar de su fuerza y destreza a la hora de transformarse, no era una amenaza para el. Un corte limpio en el cuello y se libraría del rubio, pero por ahora parecía ser una grata compañía, como un león a un lado de una pequeña cebra, Clover no se sentía amenazado por Conner.


Sin embargo no sabía la clase de habilidades y poder de los otros Shapeshifters y eso lo ponía un tanto nervioso. –He estado caminando sin rumbo por días, es la primera vez que veo este lugar- dijo aun medio inmerso en sus pensamientos. Decidió dejar sus preocupaciones a un lado, ya a su tiempo encontraría a sus compañeros de raza y comprobaría por sí mismo si eran una amenaza para el o no –De haber sabido que esto estaba habitado no me hubiera venido a parar por aquí- sonrió y volvió a centrar su atención en Conner –Pero supongo que me habría perdido un buen calentamiento de huesos-

Asintió lentamente ante la pregunta del rubio. Ya habían pasado un par de meses desde que había llegado a la isla y aun así no había explorado ni la mitad de ella. El trayecto de Aqualia hasta la Ciudadela la conocía perfectamente y también sus alrededores, sin embargo era ignorante hacia los demás destinos que la isla tenia para ofrecerle. Arqueo una ceja ante la sugerencia de Conner, ya el nombre del lugar le parecía sumamente interesante –Lo tendré en cuenta- y vaya que lo haría, lo más probable era que en cuanto terminara su pequeña charla se iría directamente a ese lugar.


Giro la cabeza y lo miró con media sonrisa en el rostro, musito un par de risas antes de entrelazar sus dedos y reposar su cabeza sobre la madera –Eres todo un caso- dijo mientras negaba ligeramente –Yo solo puedo pensar en cómo desollare a mi oponente en cada batalla- arrugó los labios y saboreó un inexistente sabor a sangre dentro de su boca.


-Me da igual si piensas hacer algo al respecto con “eso”- soltó un suspiro y cerró los ojos –Pero si me salpicas o haces mucho ruido te la cortare y se la daré de comer a los perros- manteniendo los ojos cerrados, Clover sonrió al imaginarse la escena.

Una pequeña risa hizo vibrar la garganta de Clover, causando un pequeño y muy momentáneo espasmo en su pecho ante las palabras del contrario –No es algo personal- ladeo la cabeza de tal forma que su vista solo se centró en el rubio –No soy adepto a hacer ese tipo de cosas- recargo su cabeza en la madera y se quedó mirándolo.


No era adepto y no tenía práctica, hacía mucho tiempo que la parte inferior de su cuerpo no tenía una visita externa o de sí mismo. Observo con sumo detalle como Conner se tocaba relativamente junto a él. Arrugo los ojos y se extrañó bastante al notar como el cuerpo del hombre presentaba tales cambios tan repentinos.

Se puso a pensar por un momento. Había visto ese tipo de comportamiento en el cuerpo de un Shapeshifter antes, solo que en una situación completamente diferente y en ocasiones que podía contar con los dedos de una de sus manos. Lo que no había visto antes, era la satisfacción que el contrario mostraba al tocarse a sí mismo de forma tan vigorosa.


Después de un buen rato de quedarse callado y pensar tan detenidamente, su mano se perdió dentro de sus pantalones negros y, de forma muy inexperta, comenzó a acariciar su propio miembro. Su cuerpo parecía reaccionar al estímulo, y si bien se sentía raro, una sensación en su pecho le decía que siguiera.

Con el pasar de los segundos su respiración se volvió agitada, reprimió los jadeos y gemidos, limitándose a exhalar pesadamente, apretar los dientes y soltar algunos sonidos raros, como si estuviera sufriendo o alguna parte de su cuerpo le doliera con mucha intensidad. Con forme su mano tomaba velocidad, su miembro iba creciendo de a poco. Desabrocho los botones de su pantalón con algo de torpeza, liberando así su pene y masturbándose apropiadamente.


Aquello era relativamente nuevo para él, nunca se había dado “placer” a sí mismo, siempre había sido de la mano de un ajeno y en esos tiempos no tenía ni idea de lo que pasaba. Su cabeza comenzó a mandarle pequeñas pero claras imágenes y recuerdos de los hombres y mujeres con los que alguna vez se involucró sexualmente.


Revivió los golpes, las torturas, los latigazos, mordeduras, quemaduras, violaciones, todo en un solo momento. Estaba tan perdido en aquel océano de recuerdos que su mano libre se aferró con fuerza a su propia pierna, mientras que su otra mano no cesaba el movimiento.


Sus globos oculares se volvieron completamente rojos, su cabello arcoíris perdió color, se volvió completamente negro, largo y puntiagudo, justo como un puerco espín. La cereza sobre el pastel vino cuando Clover recibió la imagen de su madre ante sus ojos. Apretó fuerte su mano en contra de su pierna e involuntariamente, sus dedos se convirtieron en largas agujas que traspasaron su carne hasta llegar al suelo.


Grito de inmediato por el dolor, su cabello regreso a la normalidad, cayendo sobre sus hombros y recuperó su vista y el color natural de sus ojos. Soltó su miembro con sorpresa y comenzó a quejarse en voz alta –¡¡Maldita sea!!- gritó. No podía quitar las agujas de su pierna, le dolía demasiado como para siquiera intentarlo –¡¡CONNER!!- volvió a gritar, esperando que el rubio supiera que hacer.