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Post by Iphine Vorgel on Oct 29, 2017 21:42:25 GMT
Y así fue dicho, dos lunas después de los cambios políticos y de autoridad que agitaron a toda Mirovia, fue que la alcaldesa había puesto a disposición un gran salón en las faldas de la edificación central de la ciudadela, con la intención de reunir a todos aquellos consternados al respecto. Aquello la había tomado por sorpresa completamente- Lysander apropiándose de los dominios de su respetado soberano, Ariel Ysk, y derrumbando las cortes que reinaban en Mirovia. "Los que se mueven entre sombras no traen buenas intenciones" era la frase que martillaba en la consciencia de la dama, la cual estando limitada en autoridad y poder, sólo podía extenderse a tomar medidas como la de aquella mañana. En asociación con la Tormenta Aullante, y en consejo contínuo por parte de sus líderes (descontando la gran cantidad de rumores y sucesos envolviendo ya al susodicho vástago) que Vorguel entendía no podía confiar en el Lord de Reapergate. No podía comprender cómo otros líderes como Soren Vi Draconia, o inclusive Ajani del Sol, barrían bajo la alfombra la tiniebla que envolvía al que seguían. Antes de plagarse con aquellos pensamientos, los cuales únicamente otorgaban rabia e intraquilidad en su persona, sacudió su cabeza. Decidió enfocarse en el momento, en el ahora, y lo que se podía hacer al respecto. Primero que nada- rectificar la seguridad y libertad de su gente, y aquellos buscando refugio. Aunque existían más razones para aquella reunión, la principal era con intención de calmar las preocupaciones y aplacar las conjeturas descabelladas que otros podrían estar armando. Se escuchaban palabras alarmantes en los callejones y avenidas de su ciudad, de entre las más severas resplandeciendo las de "guerra" y "traición". Había que actuar rápido, por lo que, además de dar el aviso mediante la Tableta Arcana, hizo que sus propios guardias y soldados inundaran los buletines y pizarrones a lo largo del pueblo, habilitando la información de aquella reunión a cada rincón de la Ciudadela, y hasta de Mirovia. La Alcaldesa vestía su blanca capa ceremonial, tejida por años y siglos con las plumas de sus aves acompañantes. Debajo de la misma lucía una armadura de cueros y cotas, lo cual era común observarle en su persona. La arcana se encontraba al fondo de aquel amplio recinto, en una zona un poco más elevada con algunos asientos calados en piedra, dando la idea de que era el punto de enfoque. A su derecha e izquierda, estaban Rulzrom y Zykeor respectivamente, como centinelas fieles e inamovibles en espera de cualquier orden por parte de aquella a la que juraron lealtad. Consiguiente, a la derecha, se encontraba el maestro de armas, un hombre igual de confiable para Vorguel, aún se podían notar algunos asientos vacíos, reservados para otros invitados de confianza. A lo largo del recinto, habían mesas y asientos con aperitivos para aquellos que estaban por llegar, además de guardias dentro y fuera del mismo protegiendo celosamente de cualquier incidente o peligro. El día iniciaba, con una amplia campana en el edificio más alto de la ciudad resonando, anunciando la hora y el inicio de aquella importante reunión. -Ya casi es hora- musitó la líder, algo impaciente por empezar.
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Aagron
La Resistencia
"Con o sin Sol en los cielos, con o sin tormentas por delante. Este mi hogar, esta es mi gente"
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Post by Aagron on Oct 29, 2017 22:09:32 GMT
Inaceptable
Aagron, por más tiempo que pasara no era capaz de quitarse el sentimiento de traición del pecho; respetaba a su soberano, lo respetaba como a pocas personas y por ende también sus decisiones. Fue un golpe sumamente bajo no soo para él, sino para muchos colegas de su corte el saber que Ajani, el señor del sol al que tenta estima le tení y al que tanto tiempo atrás había ofrecido sus puños hubiera optado por semejante acción. Sus puños apretados y la forma en la que sonaban las decoraciones de sus ropas lograba que entre las calles de la ciudadela más que unos cuantos voltearan a mirarle.
Si, el dragón albergaba una cólera inmensa en ese momento. Deseaba dar la vuelta y regresar al templo, darle un golpe a Ajani directo a la cara solo por ver si el sacudón de neuronas lo regresaba a sus cabales, pero sabía que sería injustificado; por más que él se sintiera vendido como un simple toro en el ganado, El "Señor del Sol" no había hecho nada que mereciera semejante trato desde que lo conocía, y el haber aceptado aliarse a Lyssander, a sus ojos era lo que Ajani interpretaba por lo correcto. Respetaría esa decisión y haría lo mismo: Aagron haría lo que creía correcto, pero no junto al hombre que por tanto tiempo había admirado respetado y servido.
La edificación pronto se alzó ante él, y una vez se presentó a los guardias su entrada no demoró más tiempo. El dragón ignoró la comida al momento de entrar, su nariz y paladar estaban siendo tentativamente seducidos por su olor, pero su cerebro estaba bien conectado, su fiel y noble corazón de guerrero estaba al frente como un escudo a los caprichos carnales que le impidieran concentrarse en su misión de proteger a su gente. Tomó asiento entonces, justo en la primera fila de los espectadores y apoyando los codos sobre sus rodillas con una seriedad que en el joven dracónico no era habital en ver. ¿Cómo no podría enseriarse? Sus colegas se estaban separando más y más y él ahora, lejos del templo, poco podía hacer para mantenerlos unidos. No como corte, sino como los camaradas que eran, como la fuerza protectora que representaban para estas tierras ¿no era eso lo que los distinguía como guerreros? ¿La disposición de proteger algo, aunque fuera un mero capricho egoísta? Al menos, así lo veía él.
Justo al sentarse, la última de las campanadas resonó en sus oídos. Ya era la hora.
Los demás no deberían tadar en llegar
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Malak Ruko
Los Grises
entre la luz estelar he de reflejar los deseos de aquellos que lo necesiten
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Post by Malak Ruko on Oct 29, 2017 22:17:25 GMT
El pelinegro se encontraba cercano a la ciudadela, en sus formas mas elegantes y poco sutiles pero de las cuales guardaban con mas recelo la identidad a la cual pertenecía solo dando la apariencia de su ostentosamente profunda y poco escondida naturaleza la cual respondía bajo el nombre de "Vanessa" solo causando ciertas paradas para aquello que le causara interés y no fue mayor si no el de los afiches que veía por todas partes pegados por la ciudadela anunciando una reunión organizada por la mismísima alcaldesa de la ciudadela -ahhhh?- su interés fue robado aun que no fuera por las razones por las cuales se organizaba la reunión pero "siempre es interesante informarse" por lo cual emprendió su lento y elegante paso hacia el edificio indicado en los afiches.
Al llegar a este edificio entro de forma silenciosa y casi sin causar impacto solo dando su presencia por la orilla de la puerta mirando a la distancia lo que seria la figura de la (que suponía era) alcaldesa de la ciudadela acompañada por la presencia de unos arcanos la cual parecían escoltarla o solo ser parte del espectáculo que en poco se armaría "no tiene importancia" pensó por lo cual recorriendo la periferia de la zona de sillas dirigió su rumbo a la mesa de bocadillos en donde tomo un plato y robo no proporciones desmesuradas pero si cantidades generosas de los bocadillos que habían ahí "si aun no llega nadie y solo voy a escuchar, mejor entretenerme con algo bueno que picar" pensó simplemente mientras con su plato en mano se dirigió a una zona intermedia de las sillas donde tomo asiento cruzando una de sus piernas adornadas en seda y piedras preciosas y colocando el plato en estas mismas en espera de que la función comenzara "ojala se ponga emocionante" pensó simplemente mientras esperaba.
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Post by Laia Bloodwalk on Oct 29, 2017 23:08:18 GMT
Le preocupaba el como segurían las cosas de ahí en adelante, con los recientes bandos establecidos era dificil plantarse de una forma u otra ante la situación, sabía que solos no lograrían gran cosa, que los soberanos estaban lidiando sus propios problemas, pero parecían olvidar algo importante... si querían ganar necesitarían mucha más ayuda de la que albergaban en sus propios templos, ya las cortes, aquellos títulos que la mayoría llevaban con orgullo se habian difuminado, muy a su pesar su Soberano Ariel había desaparecido, le frustraba saber que Lysander había aprovechado ese espacio vacio para empezar sus planes, y no podía evitar pensar que seguramente aquel vastago embustero tenía algo que ver en el que Ariel ya no estuviera.
No quería hacer conjeturas, ahora mismo necesitaban un plan y necesitaban a alguien que tomara el mando en medio del desastre, por suerte la alcaldesa había decidido hacer el primer movimiento. La noticia de aquella reunión se extendió por todas las calles de la ciudadela y sin dudarlo un poco decidió que asistiría. El dia acordado arribó al lugar de encuentro, avanzó y tomó asiento en una de las mesas de la esquina, no quería ser demasiado vista pero tampoco quería estar lejos de lo importante, la comida podía esperar, no podía pensar siquiera en ingerir un bocado de algo, la idea de una guerra llamando a la puerta se revolvía de forma siniestra en lo más profundo de su ser. Dirigió su vista a la alcaldesa, siempre tan imponente y segura, grata había sido su sorpresa el dia que se enteró que hacian parte de la misma corte, estaba dispuesta a escucharla, después de todo, ese momento podría resultar siendo el inicio de algo grande.
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Deleted
Deleted Member
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Post by Deleted on Oct 29, 2017 23:27:36 GMT
Toda la situación que estaba aconteciendo en esos últimos días me provocaba muchas sensaciones, desde confusión hasta una extraña acidez en el estómago que me quitaba el apetito, no me sentía contenta para nada con todo lo sucedido, ni siquiera podía procesar bien el hecho de que Lysander quiera tomar el poder del que en su tiempo fue el Soberano del Otoño, mi soberano y como su cortesana todo esto me amargaba demasiado. No es que no creyera que Lysander no podría hacerse cargo del puesto, pero en él había una extraña aura que manifestaba una gran desconfianza e inseguridad, ya sea por el hecho de que viva encerrado en su gran castillo, sus tétricos sirvientes o su peculiar forma de actuar que casi podría considerarse un héroe pero a la vez un criminal, simplemente alguien el cual no se debería confiar a ojos cerrados. Eso lleva también a hablar acerca de las acciones tomadas por Ajani y Soren, que a mi parecer fueron apresuradas y tomadas sin pensarse demasiado. Lysander no ha hecho público muchos detalles sobre su mandato excepto lo de los impuestos en locales lo cual me parece una estrategia muy buena para ganar gente a su campaña, pues la mayoría de los Mirovianos tienen locales y trabajos la mayoría diseñados por ellos mismo, por lo cual muchos caerían en la tentación, pero yo, a pesar de ser dueña de una de las empresas capitalistas más grande de este lugar, no me fío, no pienso hacerlo hasta que todo este enigma sea resuelto y esclarecido, y que mejor lugar para hacerlo que en la junta la cual la mismísima alcaldesa quiso inaugurar para expresar su desagrado respecto a esta decisión, además claro de los otros arcanos y los soberanos Aesther y Asthur los cuales han expresado en más de una vez de manera publica la decepción y decepción que sentían por todo lo que han hablado.
Pero a diferencia de mi y mi opinión imparcial aunque más de parte del pueblo pues ellos son mi más grande prioridad, está Azealia la cual por la situación no se mostró indignada ni nada por el estilo o eso es lo que me contaban mis sirvientes, al parecer se sentía bastante de acuerdo con esta nueva ideología política, aunque era algo predecible, siempre ha sido muy avariciosa y el hecho que desde la llegada de Lysander los impuestos hayan bajado sabría que pronto esto aumentaría hacia otros rumbos... O eso creía, de todas formas ella se encontraba cegada por irse del lado de aquel que para sus ojos sería el salvador de la grandes ganancias que hasta ahora llevamos. Bueno fuera de todos mis pensamientos y opiniones las cuales chocaban con otras terminé por llegar al lugar donde se efectuaría la reunión en la cual haríamos una especie de debate con respecto al tema. Llegué momentos antes de que la campana sonara, por lo que el lugar aún no estaba con demasiada gente, con unas pocas que decidieron anticiparse ya sea para comer o tomar los mejores asientos. Había bastante comida y se podía apreciar al frente de todos la imponente figura de la alcaldesa y sus consejeros de más confianza, otra cosa que pude notar fue la presencia de Aagron. Al principio me dio algo de pánico acercarme por un irracional miedo a socializar, pero al final terminé tomando la valentía para ir hacia donde se encontraba, le saludé con la mano pues las palabras no alcanzaron a salir de mis labios. Me senté para luego esperar el sonido de la campana que daría inicio a la reunión en cuestión y el momento en el que los cúmulos de gente comenzaría a llegar
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Post by Galder Havelock on Oct 29, 2017 23:46:14 GMT
Escuchó las voces, vio el anuncio. Cuanto más se acercaba el día más inquietud había. Galder debía enterarse del asunto de primera mano. Sabía bien cómo se podían distorsionar las cosas y más adelante podría llegar a saber solo una fracción de lo que realmente había sucedido. La situación ya estaba bastante tensa, si los rumores se esparcían, los descontentos podían incrementarse y todo señalaba a los comienzos de alguna guerrilla civil. Normalmente no le importaría o afectaría algo así, pero podría escalar a ser una mala cosa.
La parte más difícil de entrar a aquella reunión era convencer al guardia, que al parecer le conocía o tenía palabra de él con anticipación. ¿Que pensaban que iba a hacer? ¿intentar ligar con la alcaldesa? ni siquiera él era tan descarado. El guardia, por otro lado, era juego limpio. - Le digo, he sido invitado, como todos los demás - susurró, engatuzó y batió sus pestañas. Al final se le dejó entrar, con la solemne promesa que se quedaría en algún rincón y no molestaría a nadie.
Solo era un inocente kelpie. ¿Cuán malo puedo ser?. Suspiró, pero obediente entró mirando la distribución de las mesas y sillas, era un gran lugar. Saludó a un conocido o dos con un guiño y se deslizó por entre los reunidos. Debía mantenerse silencioso, escuchar, atestiguar. Aquello era importante.
Las cosas realmente pueden escalar.
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rosse
La Resistencia
Persiguiendo sueños
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Post by rosse on Oct 29, 2017 23:55:46 GMT
Desde que se separaron las cortes, la Kelpie Rosse no estaba bien de sus ánimos alegres como solía hacerlo. Pronto escucho la noticia de que había una reunión con la alcaldesa. Ni floja ni perezosa se puso su mejor vestuario con un perfume de olor a rosas y se dirige al lugar. Mientras caminaba pensaba en el bienestar de los demás, de como se sentirán los mirovianos estar solos sin ningún soberano que vigile su bienestar y el cuidado. Habría que diseñar un plan lo más pronto posible, y como sugerencia, pediria que se estableciera grupos de vigilantes fuera de la Ciudadela. Puede que en el centro de la ciudad todo pareciera esta en calma, pero...¿que hay en los alrededores del bosque de las Hadas? Tiempo atrás había recibido un mensaje de su amigo Wolfi de que había sido victima de una criatura de ceniza estando el en los manantiales, y eso es mas que suficiente para exigir más seguridad,
Logrando llegar observo a la alcaldesa, jamás la había visto con ese vestido blanco acompañado de su armadura y viendo una hilera de sillas, decide sentarse al lado de un joven con un cabello rojo muy largo con una cara algo seria, pero igual de totalmente guapo. Usando secretamente sus poderes, descubre que el es un dragón, pero por pena solo le hace un comentario simple, mientras esperaba que la reunión empezara.
Veo que hay muchos arcanos que asistieron por la invitación.. ¿No lo cree así? Uff me da lastima que ninguno de los soberanos este presente en la reunión
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Post by Takato Kawahana on Oct 30, 2017 0:28:52 GMT
Caminando a paso apresurado con los dos hijos de Biss, uno a cada lado, caminaba el Kitsune en su forma Fated por la ciudadela. Llevaba pocos días allí, pero en un golpe de suerte - o destino tal vez- la posible respuesta a sus preguntas se presentaban como servidas en una bandeja de plata. No hacía mucho discutía con el alfa de la tribu de la Luna Plata sobre las interrogantes que tenían a Mirovia tan conmocionada, y esta reunión en la ciudadela era simplemente idonea para entender y comprender los múltiples factores e interrogantes que surgían.
Habíendo dado múltiples vueltas y hecho las preguntas indicadas, no les tomó mucho tiempo a estos tres Arcanos encontrar el edificio. Sabía existía la posibilidad quisieran dejar a Edel y a Rein fuera por ser muy jóvenes, pero él entraría con ellos de cualquier manera. Al guardía no le parecía la idea, pero una astuta elección de palabras y el compromiso a responzabilizarse de el actuar de sus pupilos y salir si se ponían ruiodosos les brindó la entrada a los tres. Edel y Rein, parecidos a sus padres, Biss y Balzak, venían con abrigos sencillos pero de bonita manufactura de piel de conejo. Takato, por su parte, utilizaba un kimono rojizo y encima una capa de piel de venado.
Buscaron lugar en un punto donde no hubiera aún mucha gente, pero que estuviera suficientemente cerca para oir sin problema todo lo que se decía. Takato pretendía que este encuentro fuese muy instructivo para los cachorros, y que desarrollaran una habilidad muy importante: Mantenerse en silencio. No esperaba él mismo hablar mucho, enrealidad. No conocía a nadie y nadie lo conocía a él. El kitsune de cabello rubio y ojos azul perlado era el emisario de la desconocida tribu, y de momento prefería se mantuviera como desconocida. Tomó asiento, luego de comprobar la disponibilidad del asiento, a unos pocos asientos de un Arcano de cabello rojizo y expresión de indignación y de una arcana con olor a perfume. Era evidentemente por la cercanía a lo que uno llamaría "primera fila" lo más indicado si esperaba conseguir la información que buscaba. Edel y Rein, los cachorros, se sentaron junto a él, uno a cada lado. Sabía más de alguien se sentiría ofendido por la presencia de los pequeños en el lugar, pero ya estaban dentro y eso era lo que importaba en ese momento.
Escuchó campanadas, sus orejas vibraron ante el ruído y luego de recordarles a sus pupilos mantenerse en completo silencio, y limitarse a escuchar, centró su vista en la imponente mujer de blanca capa y armadura. Extrajo un libro, carboncillo y luego de abrir una página en blanco, se dispuso a esperar.
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Post by Kravla Thelnak on Oct 30, 2017 0:51:00 GMT
Cobardes.
Eso era lo único en que la orco podía pensar mientras se sentaba a la mesa. Aquellos que no estaban allí, sentados, eran cobardes. Los que no luchaban por defender lo justo, eran cobardes. Todos los arcanos que no querían alzar su voz y hacer notar su descontento con la tiranía de Lysander Velfast y la corrupción de Ajani y el dragón ese, Soren, eran cobardes. Sentía rabia por vivir en un mundo de cobardes, pero, al menos en ese instante, la rabia no la asqueaba ni la hacía entrar en un frenesí violento, no; la rabia le inflaba el espíritu y la motivaba a pelear contra los malvados. Quería justicia.
No había llegado sola a la reunión, pero tampoco hablaba con nadie. Todo era tan... tan político. Ella no sabía nada de diplomacia y estaba consciente de que su voz era tosca y sus modales muy descuidados. No sería la primera en hablar. Solo abrió la boca para preguntarle a su acompañante, el jefe de su hermano, si acaso la mujer de capa blanca era Iphine, la dama a quien ella había prometido su lealtad y su lanza si hacía un llamado a tomar armas. El baphomet asintió y le dijo algo que ella prefirió ignorar para poder concentrarse completamente en la alcaldesa. Quería escucharla hablar, necesitaba oír a alguien verdaderamente valiente. Estaba ansiosa por dentro y mortalmente seria por fuera. Sentía que sí, este era un tema de vida o muerte, de dictadura o libertad. Ella elegía morir libre. El tabernero sentado a su lado le había sonreído y dado la razón al escucharla antes, en la cantina, cuando andaba preguntándole si se podía quedar por la noche. Fuera lo que fuera a pasar, estarían listos... o al menos eso creía ella y así lo esperaba él. Esperaron (im)pacientemente a que la sesión comenzara.
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Post by Rose Bonebreaker on Oct 30, 2017 1:17:29 GMT
Dicen que la lealtad de un guerrero hacia su causa es lo que define gran parte de su esencia ¿entonces qué pasa cuando esa causa se ve contaminada? El guerrero lo pierde todo, se vuelve vulnerable. La lealtad es un arma de doble filo, una que ahora amenazaba a la joven pelirroja con destruir su única razón de permanecer en Mirovia. La noticia de la alianza entre el soberano Ajani y el vástago Velfast había caído como una bomba para Rose, tan devastadora como inesperada. ¿Cómo podía el gran sol de Mirovia doblegarse ante alguien más? ¿Aceptar a someterse ante alguien tan vil y sin honor? Rose no podía llegar a entenderlo, ni mucho menos podía imaginar que vendría para su corte y el papel que la soldado desempeñaría si la guerra estallaba como los rumores profetizaban. Aquella “alianza” le asqueaba, no estaba dispuesta a seguir al lord de Reapergate en el campo de batalla. Pero de igual forma no podía imaginarse yendo en contra de su corte ni de su soberano, no iba a dejarlos ni de chiste, su devoción y tradiciones se lo impedían rotundamente.
Seguir a Ajani ciegamente, o no. Era ese mismo conflicto de lealtad el que la orillo a asistir a la reunión, aunque no quisiera admitirlo se sentía tan perdida como cuando salió de su hogar; el temor la estaba matando, necesitaba inmediatamente un punto de apoyo. La pequeña pero fornida joven llevaba una capa negra con el símbolo de la pluma escarlata y su armadura de metal bien lustrada en su hombro. Mostraba la insignia del sol tribal en su brazo que, dados los tiempos que se vivían, resultaba más pesada que nunca, pero aun no tenía la lealtad tan deshecha como para quitársela. Con un semblante de orgullo en su andar camino por la orilla del salón hasta una mesa solitaria, lo suficientemente cerca para escuchar con claridad todo lo que iba a acontecer. Tomo asiento de brazos cruzados, escudriñando con seriedad todo el panorama. Su lugar le permitía ver justo frente a ella otra mesa con varios arcanos, un hombre pelirrojo con una imponente aura, una dama hecha y derecha, un pelirrubio y... ¿aquellos eran niños? Bufo por lo bajo con desagrado, rezaba por dentro para que no hicieran tanto ruido y le dejaran escuchar en paz.
Las campanadas sonaron por fuera y por un momento sus latidos incrementaron su rapidez, ahora su fiera mirada se encontraba anclada en la gran líder de capa blanca en el centro; esperaba que ella pudiera darle aquello por lo que había venido: estabilidad, un rumbo a seguir.
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Post by Hiro Genshukuna on Oct 30, 2017 1:35:37 GMT
El Rakshasa llegó a la hora anunciada en su brillante armadura, con una elegante capa de hilo blanco sobre los hombros. Había pasado ya algún tiempo involucrándose directamente con los sucesos de Mirovia. Se había cansado de ser un espectador pasivo y este encuentro, aunque no dictaría su bando a tomar, le serviría para tener más perspectivas sobre la mesa.
Entró al gran salón luciendo su brillante melena y ojos felinos, buscando con la mirada a alguien en particular. Lo encontró, sentado casi en primera fila, junto a una arcana de buen vestir. Al pasar su mirada logró distinguir variados Arcanos que no conocía, pero salvo dos niños con orejas de lobo, que asumió eran miembros de la Tormenta Aullante, nadie captó su atención particularmente. Sólo Aagron, su compañero de lo que alguna vez fue su corte, y la alcaldeza, Iphine, ante la cual, a esa distancia, realizó un námaste a nivel de su hocico, juntando sus patas y dando una reverencia, mirando a la elegante mujer a modo de respeto. Caminó a paso firme, haciendo tintinear su armadura en cada paso. No quería hacer particularmente mucho ruído, pero si asegurarse de no pasar desapercibido. Se paró junto al dragón de rojos cabellos, y le saludó con respeto. "El viento saluda al dragón." Realizó un námaste, juntando sus patas a nivel de su pecho y luego haciendo una leve reverencia. Luego se sentó en el asiento que aún quedaba libre frente a él, y se dispuso a esperar.
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Post by Laiah Todorovic on Oct 30, 2017 1:43:04 GMT
No me interesa profundizar mucho en todo este tema de la caída de los soberanos, es algo que simplemente estaba destinado a pasar, con la muerte del Soberano del Otoño era inevitable llegar a este destino, aunque sea un asco total, más fue mi sorpresa al enterarme que aquel que tanto repudiaba al Conde Velfast fuera el primero en aliarse con él, nada más ni nada menos que el mismísimo Ajani, el sol que se terminó quemando con su propio fuego y es bastante consciente de ello, y lo demostró muy bien en la tableta arcana, medio social en el que yo misma terminé exponiendo la hipocresía y poca moral que tenía el Rakshasa, a tal punto que tuvo que retirarse para no seguir perdiendo el poco orgullo que ya le quedaba. Mi odio hacia Velfast era en cierta parte injustificado, o quizás solo resentimiento al encerrarme en su castillo y que sus sirvientes me castigaran hasta casi matarme, bueno en general simplemente creo que ese hombre no es más que una vil víbora disfrazada de un galán y si fuera por mi, haría lo que fuera necesario para poder hacer su vida miserable.
Había oído de la reunión que haría la alcaldesa en donde el pueblo expresaría sus inconvenientes por el infortunio que estaba acechando a la Ciudadela. Buena idea el de la señorita Iphine el hacer que su pueblo alzara la voz en contra de los deseos de aquellos que desean que Lysander tome el control de los cortesanos del Otoño. Llegué a la entrada del lugar donde se haría aquel debate, iba encapuchada y con una mascara que cubría la mitad de mi rostro, la gente iba llegando de a poco, me quedé en la entrada unos minutos mientras observaba a los pajaros volando por el cielo en una danza armónica. La campana comenzó a resonar por toda la ciudad, marcando así el pronto comienzo de lo que sería la reunión que decidiría lo que pasaría con la Ciudadela de ahora en adelante. Uno de los guardias de la entrada me quedó mirando para luego detenerme el paso al momento en el que finalmente me había decidido a entrar, al parecer la manera en la que me veía daba para muchas sospechas y como no, después de todos los problemas y asesinatos que han habido como no sospechar de alguien que estuviera como yo, sin embargo debía encontrarme así. Estaba precavida, no permitiría revelar mi identidad, uno nunca sabe si eso podría afectarme a futuro, pero bueno si quería estar al tanto de todo lo que sucedería con la ciudad debía mostrarme, no podía perderme nada, ningún detalle, cada segundo de información perdida podría arruinar mis planes. Esperé a que los montones de gente terminara de pasar, quedando la calle vacía y solo siendo rodeada por el silbido del viento, por lo que era el momento preciso para hacerlo, me quité la capucha y la mascara para luego darle mi nombre. Me hubiera gustado causar algún revuelo, pero no me convenía hacerlo en un lugar lleno de guardias y gente que me atraparía en un instante y ahora al dar mi identidad me sería imposible, por lo que esta vez me reservaría.
Ya cuando los guardias me dejaron pasar volví a ponerme la capucha y la mascara para poder entrar al recinto. Las mesas y sillas rústicas llena de gente acomodada de manera inteligente y los platos llenos de comida infestaban el lugar, en el frente la alcaldesa y su gente de confianza. Me centré en una de las esquinas, sin hacer ningún ruido, sin molestar a nadie, pero causando cierta intriga a los que estaban cerca, causando que me miraran con curiosidad o miedo.
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Martina
Los Invictos
Hilos y Agujas
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Post by Martina on Oct 30, 2017 4:07:23 GMT
La elfo caminaba por la ciudadela, tenía ya un par de meses viviendo ahí y poco a poco comenzaba a sentirse como en casa. El pasar tanto tiempo en aquel lugar traía sus ventajas que se enteraba fácilmente de acontecimientos.. aunque a veces eso era una desventaja. Podía sentir la tensión en el aire y los rumores había entre los habitantes. Estaba al tanto de los eventos actuales gracias a otros pero sabía no era correcto solo hacerle caso a lo que decían los demás, si quería realmente informarse y evitar cualquier tipo de información errónea sobre lo que ocurría y lo que sería de la ciudadela debía ir ella misma a confirmarlo.
Su vida antes de la ciudadela era bastante simple, todo esto era nuevo y complicado para ella entender. Pero eso era normal, no es así? Venia de una comunidad de elfos que vivían en armonía con la naturaleza y se enfocaban en pequeños asuntos.. todo este asunto con los líderes y tantas personas enojadas era un ambiente que experimentaba por primera vez.
No tardó mucho en llegar a la edificación central de la ciudadela, tenía pensado solo ir y escuchar. Informarse y quizás resolver algunas dudas estaban en su cabeza.. más que nada saber si la ciudadela continuaría siendo un lugar tranquilo o si pasarían cosas que volverían de aquel lugar no apto para vivir. Normalmente evitaría cualquier tipo de conflicto si era posible, sabia no tenía talento en el campo de batalla o experiencia si se trataba de un área de debate, pero se consideraba una persona responsable y no quería evitar algo que podría ser importante para ella saber. Una vez dentro miro a su alrededor, ya habían algunas personas dentro de aquel lugar, se apresuró moviéndose de forma silenciosa tomando asiento y apoyando sus manos en su regazo aguardo en silencio.
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Post by Beltaine Waters on Oct 30, 2017 5:01:02 GMT
Cuando apenas había escuchado las noticias, una parte de su orgullo se partió en pedazos al sentir con impotencia que su estima y el de sus compañeros fue traicionado. No solo como un cortesano del verano, sino también como un ciudadano de Aqualia. No entendía como Ajani, el soberano que lo recibió en su corte tras haber probado su valía podía haberse aliado con una garrapata despreciable como Lysander Velfast que ostentaba suficiente poder para pasarse la justicia por la sombra de su capa y atacar de un modo descarado al guardian de Aqualia que tantos arcanos estimaban y apreciaban. Para Beltaine era injusto y un pisotón a todos sus preceptos. Fue tanta su rabia y su coraje al enterarse que se desquitó con la cascada del trueno que por un solo instante corrió en sentido contrario antes de crujir con fuerza sobre el agua.
No podía confiar en el vástago que moraba dentro de la penumbra de Reapergate, lo que había hecho era imperdonable. Las cortes quizás se habían desintegrado, pero como miembro de los Light Riders, no permitiría que se siguieran cometiendo injusticias. Le inquietaba lo que pudo haberle ocurrido al soberano del otoño. Los arcanos no desaparecen como si la tierra se los hubiera tragado a menos que se hubiera utilizado un poderoso hechizo, pero ¿quien en toda Mirovia podría conjurarlo? los grimorios eran algo común, pero los hechizos...Ahh, los hechizos eran tan escasos que solo se conocían unos cuantos, pues la mayor parte de los grimorios no lograban llegar a Mirovia. El papel y las corrientes del mar no se mezclan. Y tampoco el poder y la maldad deberían.
Llegó a la ciudadela a pie y así también entró al recinto donde lo primero que vio fue a varios de sus antiguos compañeros cortesanos, los reconocía de espaldas. Tomó asiento a orillas del corredor central y esperó a que la alcaldesa hablase. Por un instante pensó que lo mejor sería permanecer encerrado en su hogar en los manglares con Wild, pero no podía permitirse declinar la petición de la alcaldesa. Aunque en sus adentros se preguntaba si habría alguien en los alrededores que pudiese presentar un disturbio.
Extendió sus aletas para ampliar su habilidad racial y permaneció atento al podio con los brazos cruzados.
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Post by welstcher on Oct 30, 2017 15:14:25 GMT
Welstcher había puesto su atención los últimos acontecimientos a través del chat de la Tableta. Muchos problemas se ha presentado en Mirovia cuando el Lord Lysander decidió tomar el mando en el templo de Otoño. No estaba muy contento de que el gran "Señor del Sol" apoya su causa, pero no tenía justificación para reclamar. El soberano Ariel habia desaparecido sin dejar ningún rastro y eso le causaba intriga. A pesar de no pertener todavía a ninguna corte o un clan, sentía preocupación por los demás mirovianos.
Visitando la ciudadela para ver si podría conseguir información secreta sobre Ariel, escuhó a través de sus oídos puntiagudos de que la alcaldesa Iphine estaba a punto de realizar una reunión tipo emergencia. Iphine... su nombre le había cautivado de maravilla, había escuchado rumores de que ella junto con otros arcanos rescataron algunos ciudadanos en una posada de reapergate... definitivamente para el lobo, ella era uno de sus fuentes de inspiración, por el valor de ella de ayudar a los demás, aún ariesgando su propia vida.
Logrando llegar al lugar de la reunión, observo que el lugar se estaba llenado y que al fondo del lugar se encontraba la alcaldesa, vestida con su armadura como una fuerte guerrera, adornada con una capa blanca y unas extrañas plumas, cualquiera que viera el rostro de Iphine, representaba una pureza real; junto a ella le acompañaban unos guardias y conocidos de ella. Acercándose frente a ella, a unos 2 metros para evitar problemas con la guardia, se arodillo de un pie frente a ella.
Lady Iphine Vorgel... es un gusto honor y placer de conocerla en persona
Se levando de alli y mirandola con sus ojos violeta y una suave sonrisa continuo hablando antes que llegara otro arcano para saludar o establecer una conversacion con Iphine, no le gustaba mucho ser interrumpido, pero tampoco no le gustaba interrumpir a los demás.
Solo vengo a decir, que su reputación es muy alcanzable y elevada en los profundos bosques, sin embargo solo vengo a decirle, que espero que pueda dar una buenas palabras de motivación... como puede observar en los rostros de los arcanos, muchos de ellos están aquí preocupados, asustados, tristes, e incluso enojados, aunque hay otros aquí que solo vienen puro para charlar y coquetear.
Su forma indirecta de decir estas cosas, era que había visto a un trio de arcanos compuestos por 2 damas y un misterioso joven pelirrojo que su cara mostraba una seriedad absoluta. Meditaba el lobo que probablemente se sienta presionado por la conducta de las 2 damas. ¿Quien puede culparlo? Era natural de enamorarse de alguien aun que esa misma persona no sienta nada por el ajeno.
Se retiro de allí sin mas que decir volviendo dar otra reverencia, y buscando un lugar para sentarse observo a un Rakshasa, que con un gran armadura puesta, en su rostro se le notaba una paz y tranquilidad. Queriendo también contagiarse de esa tranquilidad se sienta a su lado mostrandole una suave sonrisa y con un suspiro de nervios, pues no quería que el Rakshasa se sintiera amenazado por su presencia. Voltió a mirar atrás y observo a un joven rubio con ojos azules que cargaba puesto algo rojo y una capa...por el aroma...era de venado..no dudaba que sería un cazador pero estaba acompañado con otros dos pequeños con una piel de conejo encima.
Pobres niños...hasta ellos les toca presenciar estos terribles acontecimientos
Comento en voz baja para no ser escuchado...para el, se lamentaba no haber traído algo de comida, que con gusto le hubiera compartido con los pequeños junto con su padre.
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