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Post by Narelle Kafka on Dec 13, 2017 19:12:04 GMT
El apacible sonido de las hojas tambaleandose con la brisa del despertar era tranquilizante, bastante hermoso comparado con el ruido que surgía en los alrededores. El silencio siempre era una vía de escape para pensar y disfrutar, para soñar. Cuál figura desentonante avanzaba, adentrándose con facilidad entre los caminos de arbustos y plantas, cuidando de no aplastar nada con su cuerpo. Lentamente se abría paso con expectativa a poder admirar una vez más esos campos de color púrpura que tanto amaba, gustosa de imaginar nuevamente ese delicoso aroma, tan cautivante y diferente a otras flores. Avanzaba, sujetandose con delicadeza de los árboles que le guiaban por el pequeño sendero, intentando ocultar su enorme cuerpo de los arcanos que se encargaban de cuidar esa zona, ignorante del hecho de que su presencia les causaba cierto temor por tan peculiar aspecto; provechosa de ello avanzaba entre los delicados tallos llenos de flora, tan largos, capaces de ocultar a cualquiera que buscase un refugio o una escapatoria. La mitad baja de su cuerpo se asomaba con dificultad entre aquellos colores, se mezclaba y pese a ello, aún resaltaba entre los alrededores, no importaba cuán largo fuese, aún era algo notoria su presencia; era dificil pasar desapercibida con esa piel tan blanca.
Un suspiro escapó de aquellos finos labios y al instante, una leve sonrisa. Estaba cansada, más aún después de haber recorrido tanto. Se había detenido justo en la mitad del estrecho camino para descansar y apreciar más de cerca aquellas pequeñas flores que le recordaban tanto a los días que pasaba con su hermano. Sin más, acercó con cuidado su mano a uno de los tallos y con delicadeza arrancó un pequeño trozo de la flora que tenía al frente. Una sutil y débil frgancia se desprendió de ella, la naga lo percibió y gustosa acercó aquel pequeño tramo a su rostro, para así, oler el delicado aroma que aún desprendía.
- Tan relajante como siempre...- Murmuró con una voz neutra y llena de paz, gustosa de la suerte de poder estar ahí, anhelante por guardar consigo ese aroma. Con cuidado, sujetó aquella flor entre ambas manos y cerró los ojos, dejando ver una pequeña sonrisa; a los pocos segundos se tomó un momento e inhalo el aire fresco del ambiente, para así, exhalar despacio. Se sentía en paz, y el tomarse esos segundos para respirar un poco le ayudaron a relajarse.
Reposaba entre aquellos tallos, silenciosa y calmada, ignorante al hecho de que alguien pudiese acercarse o inclusive, tropezar con su cuerpo mitad serpiente. Sacando pequeños trazos en su herbario de la flor que yacía en ese plantio.
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Post by Farren Jawzahr on Jan 17, 2018 6:05:57 GMT
Aquella noche fue larga y difícil para el elfo; la misión fue completada pero muy apenas logrando escapar de los guardias que custodiaban el tesoro que había robado, llevándose una herida en sus costillas.
Sin aliento llego hasta el hermoso y pacifico campo lleno de flores, un ambiente completamente contrastante comparado con lo que tuvo que pasar apenas unas horas atrás. Las flores tenían la altura perfecta para poder esconderse y tener la oportunidad de descansar su mancillado cuerpo para atender la herida que garitos se lo pedía.
Un rastro carmesí corrompió el color natural de las flores dándoles una nueva personalidad, una que reflejaba lo bello de la mortalidad y lo frágil que podía ser una vida. Farren se sentó y miró el cielo nocturno, antes de descubrir su pecho sin quitarse esa mascara dorada que ocultaba aquel falso rostro con el que se presentaba a los demás. Su verdadero rostro y ser solo podía revelarlo el dorado gastado, las facciones poco definidas que le premitian ser libre de esa gran mentira que vivía día con día.
La sangre había hecho que la tela negra se pegara a su piel eh hiciera mas dolorosa la tarea, la herida no era tan profunda pero si larga y se extendía por todo su costado. Sacó de su cinturón un ungüento, agua y gasas; limpiando con cuidad, aplicando y cubriendo. No tenia nada para el dolor, pero el cansancio era el suficiente como para que sus ojos pesaran lo suficiente y permitirle dormir.
Se recostó preocupandole poco aplastar las flores, con la tela de sus ropas negras abierta y dejando ver aun su torso. Dejó escapar un largo suspiro antes de cerrad los ojos y descansar.
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Una punzada en su costado, el sonido de las aves que cantaban con el alba y la parecencia de alguien. Emitió un casi e inaudible quejido de dolor antes de abrir los ojos y poder ver por entre las varas de flores, la figura blanca de la naga. Ella aun no se daba cuenta de su parecencia, cosa que aprovecho para poder admirarla desde donde estaba, envidiando aquella aura tan apacible y tranquila que no deseaba interrumpir. Su figura podría ser intimídante para otros pero para él, era la de un ser hermoso y pacifico.
De no ser por las voces de los campesinos que comenzaron a hacerse presentes en el plantío para comenzar sus labores, el elfo se habría quedado ahí observando un poco mas, pero si la otra se daba cuanta repentinamente podría asustarse y llamar la atención, prefiriendo anunciarse de manera cortes.
Arrancó uno de los tallos usando un pequeño y simple hechizo que cambiaría el color de los pétalos morados a un blanco tan puro como el de la piel de la arcana, sin afectar en lo absoluto su aroma o su forma- -¿Es una hermosa mañana no cree? -dijo con una suave voz distorsionada por el eco metalico, tras la mascara que aún cubría su rostro.
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Post by Narelle Kafka on Mar 2, 2018 4:01:41 GMT
Los trazos en las hojas amarillentas de su herbario eran delicados y con sumo detalle, intentando remarcar los pequeños pliegues de cada rincón de la flor. Un ruido hizo que reaccionase, y luego de ello, una voz que provocó que apegase su pequeño libro a su pecho, algo asustada por el imprevisto de escuchar algo tan diferente a lo usual. De cualquier modo, después de prestar atención a dicha pregunta que le había sido planteada, se giró al ajeno, mostrando un rostro tímido y con una ligera duda al ver aquella máscara cubriendo su rostro. Sonrió tímida y miró la flor en la mano del extraño; diferente a las demás pero de un color blanco como ella, ¿Cómo no la había visto antes? Estaba tentada a pedirsela para colocarla en su libro, y a punto de responder su voz de vio interrumpida, psusues pese a que sus ojos bicolor se fijaban en aquella flor que sostenía, debido a que este la mostraba a una altura baja, terminó percantandose de la herida del hombre. La preocupación se mostró en su rostro y por error su libro cayó al suelo, su mano se movió nerviosa a donde el ajeno, intentando palpar las vendas que lo cubrían. Reaccionó nerviosa y apenada, regresando sus manos juntas frente a sí misma, entrelazandolas con vergüenza. Se detuvo a tiempo antes de invadir su espacio personal - Ya lo creo. - Murmuró, separando sus manos un poco para luego acomodar los cabellos que reposaban por el frente de su pecho, cubriendo su desnudez. - Perdone, no quería molestarle... - Dudó por un momento, hasta que se armó de valor para preguntar adecuadamente- ¿Se encuentra bien? - mostraba interés por el bienestar ajeno, aún jugando un poco con sus cabellos mientras intentaba ocultar su vergüenza por querer saber demás del presente. Sin esperar mucho se inclinó a alzar su cuaderno, recogiendo unas cuantas flores secas que se habían escapado del mismo.
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