Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Dec 30, 2017 2:49:22 GMT
Hoko limpió el sudor de su frente, caminando con tanta fascinación como si los grados que podrían hacer burbujear un balde de agua helada en cuestión de segundos no le importaran en absoluto. Adoraba el desierto, desde siempre había sido su hogar y siempre lo sería, muy a pesar de donde estuviera o a dónde tuviera que viajar, no necesitaba de alguna de sus formas arcanas para sobrevivir, su piel era dura, morena y lo suficientemente resistente ante los cambios de clima tan estruendosos que se daban en el día y en la noche.
Aún así, la Rackshasa no desearía estar en otro lado.
La mujer acomodó el turbante que cubría tan solo una parte de su cabeza y su rostro, observando un papel del tamaño de la palma de su mano un tanto maltratado debido al viaje.
El papel mostraba un fragmento de lo que parecía ser de un libro más grande.
"Cuenta la leyenda que, dentro de los más recónditos sitios del desierto, dentro de las cavernas más oscuras, yace entre sus rocas los ingredientes de la poción del conocimiento. Aquel que logre reunir todos los pedazos de un alma que jamás perdonaría volver a ser unida, podrá ser partícipe de la verdad."
Sonaba como un buen cuento de hadas. O quizás una muy buena advertencia. Cualquiera de las dos, Hoko pensó en la cantidad de dinero en la que se podía vender dicha poción.
―Quizás podría extender el negocio hasta la esquina de la ciudadela ―Bromeó la mujer mientras se observaba a sí misma, un cántaro, su fiel arco, algunos cuchillos escondidos en las botas, un saco que colgaba de su cinturón con los Mirvos suficientes para sobrevivir varios días entre comidas y hospedaje, y una mochila con algunas provisiones, lo que no alcanzara lo cazaría después, al fin y al cabo, una pequeña alma para Hoko era como un banquete para un arcano promedio, la comida no le preocupaba bastante. Sabía que había muchos escorpiones rondando por aquí y por allá… La mujer observó hacia todos lados, y revisando una libreta que colgaba en su cinturón, la hojeó un poco hasta dar un mapa hecho por sí misma del desierto. Nunca confiaba en los mercaderes que te podían vender cualquier cacharro a cambio de un precio muy alto y terminar en las fauces de un animal más grande que tú. No. A la arcana le gustaba seguir sus propios pasos. Siempre había sido así. Con su dedo señaló un dibujo de una cueva entre las páginas de la libreta con algunos escritos en árabe alrededor.
―Podríamos empezar por aquí ―Hablaba consigo misma ―Vamos a ver que tiene para nosotros el primer ingrediente. ―La mujer levantó el papel hasta su rostro ―Una pluma de un fénix... ―Frunció el ceño, empezando con lo complicado, ¿No? Levantó la mirada, donde una ciudad para viajeros se levantaba a lo lejos, la mujer se apretó las pinzas que sujetaban su cabello y sonrió mostrando los colmillos. ―Andando ―Dijo mientras daba el primer paso sobre la suave y misteriosa arena.
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Post by Naunet Bast on Jan 3, 2018 3:10:01 GMT
Naunet volaba algo cansada, pero feliz de visitar el desierto, el basto mar de arena era hermoso y caluroso, había vivido allí casi toda su vida, así que aleteaba contenta entre las brisas de el cielo, el sol como siempre ardiente, pero el viento la refrescaba un poco, aunque ese día estaba algo impredecible, no es que el calor le molestara en lo mas minimo, en eso ve a alguien caminaba en la arena hacia la ciudad de desierto, le da curiosidad, asi que baja para saludar, va en bajada cuando una rafaga le pega y cae, por suerte alcanza a planear un poco antes de llegar al suelo solo para aterrizar casi de cara en la arena frente a la viajera que había visto antes, saca su cabeza de la arena y escupe un poco -Puaj, arena puh puh, en mi boca blegh... oh, jeje hola- saluda algo torpe.
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Mitsuki Yuki
La Resistencia
The Stars will guide you partner... I assure that...
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Post by Mitsuki Yuki on Jan 3, 2018 4:13:47 GMT
El día había sido flojo y lento, por fin había logrado acomodarse en una casa a las afueras de la ciudadela, pero necesitaba conseguir trabajo, en fin, eso no sería problema si lograba conseguir algunos buenos ingredientes y preparar algunos remedios podría venderlos hasta poder estabilizarse, pero necesitaba buscar algo magistral y llamativo, pero para eso debía buscar ingredientes excepcionales (Y obviamente buscar los correctos para hacer su magias como boticaria, no tendría sentido si mezclaba cosas llamativas al azar). Lo único que hizo fue arreglarse y volverse un desastre por su enorme cantidad de cabello aunque lo manejo bien para poder soportar el calor en el desierto. Tomó un bolso lleno de frascos, indicaciones, libros y un par de cantimploras bien cargadas con agua. Al llegar el desierto se mantuvo caminando un par de horas, dando vueltas en busca de platas escondidas y pequeños animales. Sus largas botas de cuero conseguida en uno de sus viajes la llevaron de manera segura pero calurosa hasta una cueva donde pensaba reposar un rato, aunque a ver un par de arcanos decidió acercarse con curiosidad mientras bebía un poco de agua, se secó el sudor y las miró con curiosidad agitando las orejas. -Buenas tardes.... Vaya, jamás pensé encontrarme personas por aquí ¿Puedo saber que hacen ustedes por aquí? EL clima es calientes y el desierto no es demasiado amigable en varias ocasiones-
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Post by Farren Jawzahr on Jan 17, 2018 4:03:27 GMT
Poco a poco fue recuperando el conocimiento. El terrible calor que sentía era la única prueba de que aun estaba vivo, pues al haber estado tanto tiempo amordazado, apenas y podía sentir las piernas y los brazos intentando moverlos de apoco para recuperar la circulación. Miró a los lados achinando los ojos, el sol reflejado en esas montañas doradas solo le causaba mas dolorosas punzadas en la nuca, justo donde había recidivo el golpe propiciado por uno de esos bastardos. Un grupo de areneros ladrones a los que no les bastó robarle todo lo que tenia, si no que ademas lo habían dejado ahí amarrado en aquel árbol seco. Dejó caer la cabeza hacia el frente frustrado y adolorido, por su puesto que dio pelea pero fueron demasiados para el solo. Menos mal no pudieron robar su mascara, la cual era protegida por un hechizo que quemaba a todo aquel que la tocara y no fuera él. Gruñó por lo bajo al intentar alcanzar una de sus botas, donde escondía una pequeña daga con la cual podría liberarse y mientras lo hacia, notó como un par de aves de rapiña volaban sobre el esperando a que se convirtiera en su cena- ¡No será hoy! -les gritó como si estos pudiesen entenderlo y final mente consiguió sacarla. Las cuerdas eran muy resistentes y soltarse le iba a tomar tiempo, por suerte pudo ver a una arcana aterrizar no muy lejos de donde estaba él, lo que resultaba bastante conveniente. Carraspeo un poco su seca garganta y comenzó a llamar para pedir ayuda- ¡Heeeey¡ ¡por aquí!... necesito algo de ayuda -hizo una pausa esperando escuchar alguna respuesta, sin dejar de frotar la cuchilla sobre las sogas.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Jan 28, 2018 22:48:07 GMT
Hoko respiró hondo, sintiendo como el aire caliente se paseaba entre sus pulmones con la libertad de un ave en pleno vuelo, era un sentimiento delicioso el hecho de sentir aquella tibiedad contra su pecho. Estuvo a dar un paso, lista para proseguir su camino cuando algo cayó en frente de ella, la mujer pegó un brinco, soltando un grito mientras movía las manos de un lado a otro, miró un rato a lo que ahora tomaba forma de un arcano que había tenido un aterrizaje forzoso, ¿Estaría viva? Si no lo estaba podía ser un buen festín adelantado.
Al oírla hablar frunció los labios al saber que su quizá postre antes del anochecer había despertado, la miró desde arriba.
―Buena tarde, compañera alada viajera ―Saludó Hoko agitando la mano. Dirigiendo ahora su atención en la mujer de la máscara de kitsune que se acercaba a ambas. ―Parece que no somos las únicas paseando en las arenas del desierto. ―Masculló en voz alta mientras levantaba una mano en señal de saludo.
―Nada del otro mundo, los gajes del oficio de cualquier mercader que quiere vender o de vez en cuando hacer algo interesante ―Sonrió Hoko, mirando a las nuevas compañías a su alrededor.
Algo detuvo su plática con las recién llegadas, guardó profundo silencio, mostrando ahora un rostro serio. Juraría que había escuchado una voz bastante conocida, cerró los ojos, intentando concentrarse, hasta que recibió de nuevo aquel grito de ayuda a la lejanía, miró hacia arriba, donde algunas aves de rapiña volaban en círculos sobre algo… o alguien. Hoko comenzó a correr por la arena, dirigiéndose específicamente a donde las aves esperaban que lo que sea que estuviera allí muriera pronto.
Cuando estuvo a una distancia considerable en la que podía ver al individuo encadenado, lo miró desde un lugar seguro, sin poder ver a detalles de quién se trataba. Hoko se mantuvo escondida tras una piedra grande. Bien sabía que muchos ladrones utilizaban este tipo de métodos, usar carnada falsa de pobres bastardos estando en peligro, y cuando te acercabas a ayudarlos, le clavaban una daga por la espalda, para luego quitarte todo lo que tuvieras encima. La mujer sacó una daga de entre su bota por mera precaución, mirando a las otras arcanas, pensando que, quizás si iban tres, pudieran tener una oportunidad en caso de ser un tipo de trampa e incluso salir con un poco de dinero extra. Qué era de la vida sin un poco de riesgo.
―Oigan ―Las llamó en un tono bajo ―Hay alguien atado a un árbol seco ―Dijo, apuntando con su dedo índice en lugar donde Farren se encontraba.
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Post by Naunet Bast on Jan 29, 2018 0:21:17 GMT
Naunet saluda a ambas chicas y asiente, pero antes que nada entra en su forma verdadera y se sacude la arena que le había quedado en el pelo -Ugh por esto prefiero el aire, uuuh hi, Me llamo Naunet- le dice a la chica de la mascara ya que la otra arcana parecía haber oído algo y salio corriendo -jeje visitando la zona, el desierto es genial, pero admito que es mejor desde arriba- dice señalando el cielo - me asalto la curiosidad de ver a alguien caminar sola entre las arenas y decidi acercarme, bueno estrellarme- dice en un tono algo animado volviendo a su forma fated, mueve sus alas para terminar de sacarse la arena cuando oye a la chica que se fue corriendo decir algo de alguien atado a un arbol -Ladrones...- suspira -Bueno vamos a ver quien es, de pronto solo es una victima o algo asi- dice para luego caminar hacia el lugar indicado no sin antes esperar a la joven de la mascara.
Camina hasta allá para asomarse y ver que sucede -Parece que lo asaltaron, pobre tipo... seria mejor desatarlo no?- dice mirando a la chica de pelo oscuro y luego al hombre atado a la distancia
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Mitsuki Yuki
La Resistencia
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Post by Mitsuki Yuki on Jan 31, 2018 16:02:37 GMT
―Yo solo intentaba buscar algunos ingrediente raros por aquí, pero como bien saben el desierto no suele ser demasiado amigable, al menos en la cueva podría tomar algo de sombra y por suerte me he encontrado con ustedes― Sonrió de manera gentil e hizo una leve reverencia. ―Mi placer es conocerlas, mi nombre es Mitsuki Yuki― Se acomodó un poco y observó a ambas jóvenes hablar entre ellas, ciertamente era una gran y feliz coincidencia encontrarlas en el desierto, después de todos así no sentiría que se perdería o al menos que estaría sola todo el día. Observó a la morena y soltó una leve risa. ―Sí ciertamente los gajes del oficio en un mercader suelen guiarnos mucho más allá para obtener lo que deseamos―
Iba a añadir otro comentario, pero su atención se vio totalmente capturada por el joven atado al árbol seco por completo, preocupándose de inmediato el estado en que pudiera encontrarse. ―Oh... Por todos los dioses, probablemente si hayan sido bandidos, es mejor ayudarlo de todos modos ¿No es así?― Se acercó al joven y sacó una de sus cantimploras para tenerla a la mano. ―¿Cuanto tiempo llevas atado aquí? Debes tener demasiada suerte para encontrarte a un grupo de personas por aquí― Observó las ataduras y luego la cuchilla en sus manos soltando una leve risa. ―Déjame ayudarte― Tomó la cuchilla y empezó a cortar con cuidado cada cuerda, evitando a toda costa cualquier roce de la afilada cuchilla contra la piel del arcano, una a una, un proceso lento cabe destacar, pero bastante útil sí lo hacían un par de manos libres y cuidadosas podían lograr con paciencia. Al cabo de algunos minutos logró desatar por completo al arcano y mirarlo de reojo. ―¿Qué te pasó para que terminaras rodeado de aves de rapiña?― Intentó ser seria pero terminó por soltar una leve risa ante todo el alboroto. Se volteó hacia las arcanas y les sonrió. ―¿Ustedes que piensan chicas?―
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Post by Farren Jawzahr on Feb 1, 2018 6:02:26 GMT
Al no ver respuesta en un principio, se concentró en su tarea de cortar las cuerdas. Cansado y mareado, se percató de la parecencia de la arcana cuando ya la tenia a un par de metros, trenzando sus músculos y poniéndose alerta al ver que acercó su mano a el. Acababa de pasar por una pelea y sus instintos reaccionaron antes que su mente, dudando en dejarle su daga a la extraña. Era todo lo que tenia y el desierto no perdonaba, confiarle lo único que tenia para poder liberarse a una extraña le tomó algunos segundos hasta que pudo descifrar sus intenciones, las cuales al parecer eran buenas. -Para serle sincero no tengo idea, ¿una hora...dos? pero eso ya no importa... creo que tengo mas suerte de la que merezco -comentó en un tono ameno mientras que al otra cortaba las cuerdas y una vez lo logró, se sobó las muñecas sintiendo como la sangre regresaba a sus extremidades y apoyándose del tronco seco, se puso de pie con dificultad. Estiró la espalda y se sobó el trasero, estaba lo que seguía de adolorido pero prestó atención a la arcana que estaba frente a él y que parecía estar hablando con ¿alguien?.
Dirigió su vista hacia las pierdas, notando un par de cabezas asomadas entre ellas de las cuales solo podía distinguir la siluetas algo distorsionadas por el calor. Comenzando a pensar que no debería confiar demasiado en quien tenia enfrente- Señorita, le agradezco infinitamente por su ayuda ¿a quien le debo este favor? -dijo a la vez que extendía su mano para que le regresara la daga- Mi nombre es Kasuf... veo que le divierte mi situación-soltó una suave risa- se lo perdono si me regala un poco de su agua -bromeaba con lo de perdonarla, no había nada que debiera perdonarle, al contrario estaba en deuda con ella pero fue un modo "disimulado" de pedir algo de agua.
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Hoko Sodza
Los Grises
Nuestro cuerpo es solo una frágil máscara de nuestra alma
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Post by Hoko Sodza on Feb 11, 2018 2:38:38 GMT
Esperando pacientemente a que algo sucediera, o a planear un rescate en caso de que los ladrones siguieran cerca, se volteó hacia atrás, pero lo único que vio fue el rostro de la mujer egipcia, “¿Dónde está la otra?” pensó mientras giraba su cuerpo, observando como la muchacha se pasó de largo por el camino para ir directamente hacia el pobre arcano atado al poste.
―¡Oye! ¿No escuchaste nada de lo que dije? ―Grito Hoko acomodando las manos a cada lado de sus labios ―Eh… ah… da igual ―Hoko se puso de pie, resbalándose por la arena hasta que llegó con Farren y Mitsuki, volteando a todos lados una última vez. Se sacudió las ropas, dejando de lado la arena de sus pantalones mientras dirigía su vista al arcano frente a ella, frunció el ceño, parpadeando un par de veces.
―¿Farid? ―Habló al reconocer la voz y la máscara que Farren siempre portaba con él, luego miró a Mitsuki con los ojos muy abiertos acomodando las manos en las caderas, al volver a ver al muchacho, soltó una carcajada tan grande que hasta los escorpiones bajo tierra podían escucharla. ―¿Cómo llegaste a esto, Farid? ¡Fueron duros contigo! ―Hoko palmeó la espalda del arcano ―Aún así, es bueno que estés bien, por un momento pensé que eras una carnada de algunos pobres ladrones, pero esta muchachita tiene nervios de acero ―Dijo mientras señalaba a la arcana de cabellos anaranjados.
―Parece que el destino nos ha puesto a nosotros cuatro en una situación divertida ―Anunció, observando a todos los arcanos que se encontraban a su alrededor.
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