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Post by Ivka Lawson on Feb 11, 2018 19:53:20 GMT
Ante sus palabras únicamente pudo ser capaz de morder su labio inferior, a la par que entrecerraba ligeramente sus párpados; reacio a dichosa frase que no se equivocaba. - Probablemente...- Murmuró casi para sí mismo, sin demasiado entusiasmo mientras que palpaba ligeramente su frente como si de un dolor de cabeza se tratase. - Yo no espero nada de ese tipo de cosas, pero he de admitir que una parte de mi persona estaría interesada en saber si algo... "así" es posible. - Su voz era tranquila pese al inconveniente tema, intrigado con aquella sencillez e inocencia que nuevamente demostraba la arconte a su lado; como aquel día en que la encontró. Un suspiro escapó de sus labios, regresando la vista al dichoso puesto mientras que la mujer daba a conocer su nombre y la razón del porque los había reconocido; y ciertamente era solamente por algo que realmente recordaba con suma pobreza, un tema relativamente vago para sus recuerdos. - ... Ya veo. - Murmuró mientras posaba de nueva cuenta sus ojos en los orbes ajenos. - La señorita a mi lado es Evangeline, y mi nombre es Ivka. - Los presentó con cierta frialdad pero serenidad, intentando recobrar su sentido de pertenencia y su concentración misma. Miraba a la mujer que no se detenía, no fue hasta que se levantó sumamente molesta, arrojando las cosas de la mesa por un lado con sumo odio y desprecio. Causando una impresión en todos los presentes, pues el sonido de los objetos quebrandose había sido demasiado fuerte. Los presentes le miraban con miles de sentimientos aflorando dentro de sus cuerpos, pero no había alguno que encajase perfectamente con la situación tan humillante. " ¡Mentiras! " Replicaba la mujer con toda su fuerza, dejando ver cuan afligida estaba por ello; tomando a prisa sus pertenencias, retirándose después de haber armado dichoso escándalo.
- El "amor" sólo es la búsqueda de satisfacción propia, el envolverse en dichas emociones humanas. Sentirse completo. - Murmuró, agachado ligeramente la cabeza mientras que dejaba escapar una muy leve sonrisa, arrepentida. - Si nos disculpa, deberíamos regresar a nuestras labores...Seguramente debe tener asuntos que atender Señorita Bloodspell; no queremos distraerle más de lo necesario con este tipo de cosas tan banales.- Rebuscó entre su bolsillo, mirando por debajo la hora que marcaban las manecillas. Aún había tiempo pero se sentía acorralado tras ese pequeño suceso, se veía reflejado con suma facilidad; inmerso en la misma situación... ¿Quizá por ello mismo había llamado su atención?
Quizá solamente era un pequeño aviso, una forma sutil de descubrir que ya era tiempo de dejar atras lo sucedido... O de buscar una solución real.
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Post by Agatha Bloodspell on Feb 12, 2018 7:23:05 GMT
Experimentó cierta satisfacción por la respuesta del hombre; ese interés por averiguar si lo que se ofrecía en aquél puesto era posible. Agatha sabía que era algo que podía lograrse... pero requería de mucha disciplina, concentración y sobre todo, sacrificios. De momento, la sucubo se encontró distraída por la visible preocupación que mostraba la arconte. Parecía tan sensible al dolor ajeno y no es que ella fuera ciega ante el sufrimiento... pero a veces creía que el amor era algo tan frívolo que nadie era digno de aferrarse a él por mucho que encendiera la chispa de la voluntad por vivir.
Agachó la cabeza una vez que supo sus nombres. Fue solemne, apenas y sonrió. La otra mujer, quien se hallaba buscando en las manos de una charlatana la esperanza, se levantó con brusquedad, causando confusión e incertidumbre entre los marchantes que se habían aglomerado al rededor del puesto. Muchos se marcharon, pero otros se quedaron ahí, aún dispuestos a caer en las garras del engaño. Miró de reojo a Ivka, escuchando el murmullo que se le había escapado de sus labios.
Por su parte, Evangeline observaba con horror lo que acababa de darse; se lamentaba por la decepción de la mujer y también, porque no negaría que había cierta esperanza habitando en ella porque obtuviera lo que su corazón parecía desear con tanto ahínco. Siguió con la mirada a la decepcionada clienta hasta que desapareció entre los callejones, volviéndose a los presentes una vez que el amphitere anunciara que era hora de marcharse. La arconte se pegó más hacia él, preparándose para tomar el camino de regreso al castillo. A punto de tomar camino, aquél plan comenzó a perder fuerza. La sucubo se había tomado el atrevimiento de tomar del brazo al hombre, deteniéndolo antes de que pudiera perderlos de vista.
No estaba segura por qué lo hacía... estaba dejándose llevar por un impulso... Una mera corazonada. -Espere... Dígame... ¿está usted atado a esa búsqueda?-. El intercambio de miradas parecía crear un espacio donde no había lugar para nadie más. Evangeline observaba, sintiéndose inquieta de pronto. Recordó las palabras del dracónido aquella noche; recordó sus lágrimas y el temor que había escuchado en su voz. Tomó su mano, como si supiera lo que la otra mujer estuviera a punto de sugerir. Lo miró, buscando en su mirada una respuesta... algo que delatara la voluntad que palpitaba desde su pecho y la miró a ella. Había un sufrimiento que era evidente pero también un misterio que la envolvía que hacía difícil para la arconte descifrarla... Tragó saliva, esperando en el silencio que de pronto los había abrazado.
El tacto de la castaña abandonó el cuerpo del varón. Había cierta derrota... de pronto, Agatha se sintió patética de sólo haber pensado en algo tan descabellado. -Discúlpeme, fue... un impulso- se disculpó, agachando la mirada sin atreverse a verlos. Se dio la vuelta, dispuesta a marcharse, suponiendo que había sido ingenuo de su parte buscar en ellos una oportunidad para cimentar el inicio de un camino. Por su parte, Evangeline observaba aún incierta. Apretó su mano contra la de Ivka por un instante, antes de alzar el rostro y verle. -Señor... tal vez ella posee respuestas a asuntos que le inquietan- se mordió los labios al pronunciar tales palabras pero lo había escuchado, había oído bien aquello al salir de su boca. Había interés por averiguar... por tener contacto con el más allá. Era impropio... pecado... pero aceptaba que se hallaba en un mundo distinto y que tendría que abrir su corazón y mente ante nuevas verdades. Tal vez, ese sería el día para más descubrimientos y retos a su moral.
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Post by Ivka Lawson on Feb 12, 2018 13:49:08 GMT
Como respuesta inmediata sintió el tacto de la sucubo sobre él, siendo detenido y cuestionado, con osadía y cierta impertinencia. La pregunta detonó cada fibra de su razonamiento, provocando que detuviera en seco su andar y fijará sus ojos en los ajenos, perpetrando con sutileza aquella desesperación que podía verse con facilidad. Sus pupilas se contrajeron en un sólo instante, mirando detenidamente a la mujer... ¿Cuál era el propósito de esa pregunta? Pero ahí estaba la trampa, en sólo unas viles palabras, la duda fue sembrada en él.
Estaba a punto de responder dicho cuestionamiento, tragando saliva con dificultad debido a la impresión de tal imprevisto. No fue hasta que el tacto de la arconte sobre su mano le trajo de vuelta a la realidad en cuestión de segundos, haciéndole sentir un golpe de sofoco, girando cuanto antes su rostro hacia ella. Buscando su ayuda con vergüenza. Podía notar la advertencia, la preocupación. Pero estaba decidido, fue tentado con sólo esa posibilidad tan vaga; fue débil ante el deseo de poder satisfacer su curiosidad y su anhelo egoísta.
¿Responder o no responder? ¿Cuanta probabilidad habría en la razón de que no fuese otra mujer oportunista intentando sacar provecho de la situación? La duda no era notoria, se mantenía inamomible pero su mente divagaba y desbordaba inquietud. Deseaba más que respuestas. Regresó la vista a la mujer que le soltaba junto con una disculpa un tanto innecesaria; viendo al instante como esta se daba la vuelta para irse, irse junto con la posibilidad de acallar los cuestionamiento internos que calcinaban su garganta. Involuntariamente dió un paso al frente; denotando desesperación con la mirada, perisguiendole para no perderla de vista. Sintiendo de nueva cuenta una ligera presión en su mano por parte de la fémina a su lado se detuvo, escuchó sus palabras también dudosas, como si apoyaran a la otra mujer en algo que incluso el desconocía pero daba por hecho.
-Deseo más que respuestas Evangeline...- Murmuró, y en cuestión de segundos soltó con amabilidad su mano de la contraria, dando unos cuantos pasos al frente; apresurados antes de que la "extraña" se fuese. - Por eso necesito respuestas, para comprobar cuan cierto es. - Dijo en voz alta, casi para sí mismo, como si se diese una excusa y valor para actuar de tal manera tan mal vista. - ¡Bloodspell! - Gritó sin mucho esfuerzo su nombre, lo suficientemente fuerte para que le escuchase antes de alcanzarla. Esperanzado de atraer su atención, avanzó a ella, y en cuestión de segundos tomó con firmeza el brazo de la mujer, aferrando con cierta fuerza sus dedos a la piel contraria. La giró a prisa hacia él con cierta imprudencia, obligándole a verle antes de caer en más mentiras. - Deje los rodeos. - Insinuó con cierta acidez mientras que fruncia el entrecejo, ligeramente agobiado y molesto. - Ambos sabemos que su curiosidad no persigue el mero morbo de saber mi respuesta, usted desea algo más que simples palabras de un sierviente cualquiera. - Añadió seco mientras soltaba a la fémina, mantiendo su vista sobre ella a la par que retrocedía un par de pasos; dándole su espacio.
- Claro que estoy atado a la búsqueda, todos lo estamos; pero por el contrario de otros, yo deseo más que respuestas. Yo ya conozco la respuesta a ciertas dudas que me aquejan, en vez de conocer la demás verdad, anhelo actuar. - Habló con frialdad, sintiendo en ese mismo instante como la gente parecía no existir; como si aquellos entes andantes sólo fuesen niebla. La pesadez del ambiente era casi palpable, al igual que la tensión sobre ambos. - Dejemos de mentir por un segundo. - Inquirió mientras regresaba la vista a la arconte que se había quedado lejos, regresando la vista cuanto antes a la señorita que tenía al frente. - Si tiene algo que ofrecerme para terminar con esta búsqueda sin fin, puede decirlo ahora, antes de que pierda el interés en la posibilidad de sus palabras. - Reiteró insistente, esperanzado de que fuese más que una simple broma o charlatanería por parte de la fémina.
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Post by Evangeline on Feb 12, 2018 17:53:36 GMT
El amphitere se alejó de ella buscando algo más ante la presencia de la extraña. Evangeline dio apenas un par de pasos mas le paralizó de pronto el miedo de entrometerse. Aún se encontraba con cierta inseguridad, de si estaba en lo correcto apoyar algo que por toda una vida había considerado impuro. Agachó la cabeza, simplemente esperando a que se diera lo que debiese darse. Dejaba todo en las manos de Dios por lo que comenzó a orar. Rezó por su amigo, por la paz de su espíritu; que pasara lo que tenía que pasar.
Mientras tanto, el llamado de su nombre la detuvo y en instantes era ella quien estaba sometida a la firmeza de una mano ajena. Miró los dedos en envolvían su brazo para después, clavarse a los del otro. Notaba cierta desesperación, casi era sencilla saborearla en su boca, una desesperación que buscaba en los rostros ajenos cuando había hambre... Entrecerró los ojos, de pronto desviándolos a un punto lejano, rebuscando en su consciencia las palabras que saldrían después de su boca. -No tengo certeza... porque nunca lo he intentado... usted tal vez desea algo que yo quiero poder darle a alguien más- pronunció en voz baja.
Era momento de cobrar voluntad, de ofrecer algo que por tanto tiempo deseaba practicar. Aún bajo su agarre, colocó su mano encima de él, acortando la distancia por un instante, hasta posar sus labios cerca de su oído. -Puedo ayudarle a echar un vistazo al olvido- susurro, suave, como el llanto del viento. Sus ojos, mientras tanto, se clavaron sobre la arconte, quien se hallaba lejana a ellos, reservándose de quebrar esa intimidad que de pronto la hacía sentir ajena y forastera. -Venga conmigo- le pidió, separándose para tomar camino entre la gente, estando segura de que sus pasos serían seguidos en poco tiempo.
Al comenzar a andar, Evangeline corrió hacia Ivka, tomándolo del brazo como si quisiera detenerlo. La idea le cruzó por la mente de manera fugaz pero no podía intervenir... era la voluntad del dragón y sólo suya. Era decisión de ella la de marcharse o acompañarlo en su camino a lo que su corazón anhelaba.
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Post by Ivka Lawson on Feb 13, 2018 1:00:42 GMT
La tentación podía más consigo, estaba siendo sometido fuertemente ante la idea de la posibilidad; cegado nuevamente con la falsa ilusión de poder ver a aquella persona que tanto anhelaba poseer de nueva cuenta. Accedió casi al instante, con la vista ligeramente nublada y los sentidos apagados avanzaría sin mucha duda. Simplemente dio unos pocos pasos, pero al instante pudo sentir como la fémina le detenía, haciendo que sus orbes volviesen a captar la tenue luz del ambiente, recobrando parte de su consciencia lejos del deseo. - Evangeline...- Susurró con cierto dolor a la par que se giraba a verla; no deseaba entrometerla demás debido a lo frágil que podría llegar a ser ante tales circunstancias, pero su decisión estaba tomada, el miedo yacia en él pero poco importaba, era aún más grande su egoísmo que el temor mismo. La miró en silencio una vez más, apreciando la belleza misma que le cautivaba al mismo tiempo que le recordaba con fervor el límite de su cercanía. - Aún es temprano si desea volver... Esta vez le brindo la oportunidad de elegir. - Añadió con calma mientras sujetaba la mano de la fémina entre las suyas, apartandole con cuidado mientras agachaba ligeramente el rostro. - No tengo nada que perder, pero usted aún puede salvarse. - Las palabras escaparon cual suspiro al vaho helado, entrecerrando ligeramente sus párpados ya separándose de ella, dando la vuelta una vez dicho aquello. Realmente no le importaba si le acompañaba o no, si algo salía mal no quería que ella lo viese en un estado tan deplorable y humillante, pero tampoco ansiaba estar tan sólo en dicha situación. No deseaba que lo viese nuevamente.
Su interior era contradictorio e inestable, confuso.
Avanzó nuevamente, siguiendo el paso de la súcubo; dejando que su vista se perdiera en los alrededores por una "última" vez. ¿Hacia bien en ello? ¿Hasta donde podía llegar? ¿Recuperaría su libertad? ... ¿Qué era realmente lo que buscaba? Las respuestas las sabía, cada una de ellas tenían respuesta concisa y clara, pero a dichas alturas las pruebas eran mejores que pobres palabras. Y si parecía en el intento, estaba bien, estaba listo para afrontarlo si era necesario...Pues finalmente sus plegarias habían sido escuchadas, como si aquellas palabras tan íntimas plasmadas en su tableta arcana hubiesen sido leídas por alguien más, como si aquellos pensamientos tan vagos fuesen sólo una carga de auxilio para el verdugo que le daría la libertad que tanto le confundía.
Sus pasos eran calmados, no salía palabra alguna y su figura se mantenía erguida al caminar. No podía negar que se sentía nervioso; como si esa fuese la última vez que vería los alrededores, pero se mantenía expectante, el olvido no era una opción, su única opción era recuperar a quien mantenía su mente ocupada, recuperarse a sí mismo en el camino. Avanzaba, ignorante al hecho de si la arconte le seguía o no, manteniendo la vista fija en la mujer que le guiaba por el sendero que poco a poco se iba quedando más solitario, más frío.
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Post by Agatha Bloodspell on Feb 13, 2018 21:05:57 GMT
Fueron unos segundos de incertidumbre donde el egoísmo de Evangeline pretendió apoderarse de ella. Aislarla de una situación que le traería tal vez mayores pesares, más duda, más miedo... Agachó el rostro cuando el amphitere se alejó de ella, dejándola a merced de su propia consciencia. ¿Debía volver? Tal vez... por su seguridad pero... ¿qué quedaba en aquél castillo si no se encontraba él? Él quien le había brindado la esperanza de una nueva vida; a quien le debía tanto. Tomó una decisión y lo siguió, tomando distancia pero lo suficientemente cerca para no perderlo de vista.
Más adelante, la sucubo los guiaba a ambos hasta su morada. Salieron del mercado para adentrarse a la zona de vivienda de la ciudad la cual dejaba ver las condiciones deplorables en las que vivían muchos arcanos. El atardecer comenzaba a pintar el cielo de tonos cálidos, haciendo caer una luz sobre ellos que comenzaba a desvanecer las sombras que los seguían.
Al fin, dieron hacia una pequeña y modesta casa, no tan humilde como las demás pero aún así, no parecía poseer grandes lujos. Agatha se detuvo frente a la puerta, posando su mano sobre el candado mientras colocaba la llave en el cerrojo. La puerta se abrió dando vista tanto al amphitere como a la arconte del interior. Un pequeño cuarto que apenas era suficiente para las necesidades más básicas de la mujer. Una cama y a su lado, un escritorio repleto de flores y ramas, una silla, y de otro lado una pequeña chimenea, mientras que frente a ella, dormitaba una cabra negra, que levantó la cabeza al tener la luz que entraba por la puerta sobre su oscuro rostro.
-Pasen, por favor- pidió con voz suave, permitiéndoles entrar para después cerrar la puerta tras de sí. Caminó hasta el escritorio y tomó algunas de las flores que se hallaban descansando ahí, a la espera de sus manos. Evangeline, se acercó con cierta duda, mirando a sus alrededores con atención. Todo parecía regular... nada sospechoso se podía apreciar a simple vista. La cabra había tomado especial atención en ella, acercándose para llamar su atención, dándole pequeños topes en la pierna. -Por favor, pueden tomar asiento, sobre la cama y la silla. En seguida los llevaré al sótano- declaró aún sin mirarlos.
Evangeline miró a Ivka mas no esperó a que esté tomara una decisión, por lo que tomó la silla que se hallaba cerca de la mujer y tomó asiento, dejando a un lado la canasta sobre el suelo, sin notar que la pequeña cabra comenzó a curiosear por su interior. Posó sus manos sobre su regazo, sintiendo el peso del silencio de pronto cargarse sobre sus hombros. Respiró profundo, antes de romperlo con sus preguntas. -Señorita Bloodspell, si no es... imprudente de mi parte preguntar... ¿lo que tiene planeado hacer... es... peligroso?-. La arconte estaba casi segura que su pregunta era ingenua pero desconocía totalmente lo que tenía en mente la extraña. Finalmente, estaban en casa de una completa desconocida, sin saber sus intenciones. Se aferró a las telas de su uniforme que se arrugaron con la tensión de sus dedos, que dejaban escapar un poco de la ansiedad que comenzó a experimentar.
La mujer se detuvo, colocando las flores nuevamente sobre la mesa. Caminó dio unos pasos cortos hacia Evangeline pero de momento, sólo para ahuyentar a Catalina, la cabra, quien estaba masticando algunas de las hierbas que se encontraban en el canasto de sus invitados. -Me temo que sí- respondió, tomando el cesto para colocarlo en un lugar fuera del alcance de su mascota. -Es magia muy antigua, prohibida en estas tierras... No he tenido la oportunidad de practicarla antes y sé... que cuento con su discreción- sentenció mirándolos a ambos. Esperaba que así fuera, que silencio sería una promesa que cumplirían hasta los últimos días de su vida... de lo contrario, sería en ese momento que acabaría con ellos. Miró al dragón, con un filo en sus ojos, distinto al de antes. -Dígame... ¿usted, está seguro?-.
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Post by Ivka Lawson on Feb 14, 2018 20:37:16 GMT
Una vez escuchó el resonar de la llave en el candado el dragón miró en dirección a los aposentos de la femina. Se mantenía en el frenesí de sus dudas y la cumbre del interés por lo desconocido; reaccionando al instante al percatarse de que la menor había decidido acompañarle. Sintió alivio, pues aunque le costaba demostrarlo, estaba agradecido de poder contar con la presencia de la arconte en tal situación; misma que solamente ella era conoocedora. Le tenía cierta confianza, y si ese era su último momento de pie, hasta cierto punto había alivio en su alma tras haber podido "liberar" tal carga tan simple con ella, no le molestaría tanto que ella lo viese fracasar nuevamente.
La voz de la súcubo los invitó a pasar, y una vez ellos dentro, la puerta fue cerrada. El amphitere hasta cierto punto pudo ser consciente del espacio en que estaba, pero ignoraba bastante dicho interior; avanzó a pasos lentos a la chimenea, agachando ligeramente su cabeza para mirar con detenimiento el fuego que antes daba calor al animal. Escuchaba cada sonido que el fuego mismo producía por la madera quemandose, la arconte tomando asiento en la silla y aquella cabra rebuscando entre las hierbas que tenia el canasto de Evangeline, cada sonido era débil pero perceptible por la costumbre del dragón. Por su parte, se mantenía erguido, con ambas manos tras su espalda y la vista fija en el color rojizo mientras que escuchaba las palabras temerosas e inocentes de su acompañante, haciéndole reconsiderar seriamente su presencia en el proceso; aunque ella parecía tener buena "resitencia" a ciertas situaciones de índoles semejantes, eran cosas sumamente distintas. Intereses y situaciones contradictorias entre las mismas.
Reincorporó su postura, alzando la cabeza nuevamente a la par que miraba de reojo a la mujer de cabellos color ocre claro. La vio alejar el canasto de la cabra y escuchó la respuesta que probablemente sólo causaría más malestar en la ajena. Cruzó mirada con ella, percatandose que era diferente a las veces anteriores, solamente pudo corresponder sin emoción aparente; ya había tomado la decisión de hacer algo mucho antes de encontrarla a ella. De un modo u otro. - Por supuesto.- Respondió con hastío mientras se giraba con calma hacia ellas- ...¿Y usted? - Reiteró sin mucho afán de querer respuesta, más bien haciéndole hincapié en que no necesitaba hacerle ese tipo de cuestiones, tan burdas e innecesarias, ya no había marcha atrás para él. Necesitaba comprobar su verdad y su egoísmo, ansiaba recuperar la visión de su realidad actual; ya no quería estar ciego, incluso si eso significaba ser solamente una "experimentación" para la femina.
- Seré directo. - Interrumpió con amabilidad el silencio que se había formado, cruzandose de brazos mientras dirigía su mirada a la súcubo. - ¿Cuál será el pago? - Le dirigió aquella cuestión a la mujer con la voz fría, haciéndole entender que no hablaba de dinero, sino algo más, a sabiendas de que entenderia dichas palabras tan directas. - Mi decisión no cambiará según su respuesta. - Dejó en claro posibles cuestionamientos por parte de ella, pues era de las pocas veces en que podría hablar antes de que cualquier cosa ocurriese. Un suspiro escapó de entre sus labios, sin abatimiento o pesadez, esperando respuesta mientras que su cabeza rebuscaba entre las acciones de las presentes.
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Post by Agatha Bloodspell on Feb 15, 2018 5:19:46 GMT
¿Precio? Ni siquiera había pensado en aquello. Bajó un poco la cabeza, sólo lo suficiente para que sus ojos se encajaran sobre el hombre de una manera un tanto amenazadora, cual depredador acechando a su presa en la oscuridad, tentándola hacia su escondite hasta poder devorar cada parte de ella. -Su vida, tal vez...-. Evangeline reaccionó a esto poniéndose de pie, como si sus caderas rechazaran la madera de la silla, haciéndola incorporarse casi de un salto. Un grito se ahogo en su garganta; no podía salir. Sus manos apenas podían someter el palpitar acelerado de su corazón que chocaba contra su pecho. Agatha miró a la arconte, sólo reaccionando a su sorpresa mas no tomando responsabilidad por ella. -Créame... lo único que deseo ganar de esto es experiencia... quisiera...- se detuvo mientras tomaba camino hacia un punto cercano a la chimenea, de pronto dándoles la espalda. -Quisiera poder hacer lo que haré por usted por alguien más-. Mientras decía esto se colocaba de cuclillas sobre el suelo, desvistiendo el suelo de la alfombra que lo cubría para mostrar una compuerta que daba hacia el sótano. Jaló de la pequeña manija para abrir el camino hacia una oscura escalinata. Miró por encima de su hombro a ambos, esperando a que dieran pasos hacia ella.
Evangeline se colocó al lado de Ivka, teniendo sólo una última oportunidad para detenerlo pero, se veía convencido y totalmente entregado a cruzar el límite que lo mantenía distante de una verdad que anhelaba. La pequeña cabra se colocó a su lado; parecía haberle tomado cariño especial pero ni siquiera la inocencia del animal lograba hacerla sentir en paz. Si eso era lo que él deseaba, entonces lo acompañaría, aunque eso pudiera ponerla en un gran riesgo. No espero a que él caminara y fue la primera en adentrarse al pasillo oscuro. Podían escucharse sus pasos alejándose cada vez más y su clara cabellera desapareciendo entre la negrura de aquél sótano.
El lugar era más amplio que el piso superior. Habían decenas de velas encendidas, que reflejaban sombras largas sobre las húmedas paredes. El piso de loza se hallaba manchado de un color oscuro... café, oxidado y el olor era... peculiar. No era un olor fétido pero olía como a animal. En un rincón había una mesa con hierbas y sobre las paredes se encontraban estantes que tenían a disponibilidad de la vista pequeños calderos, navajas y otro tipo de artefactos de metal. La arconte caminó lentamente hasta colocarse en el centro del espacio, mirando a sus alrededores conforme un escalofrío le invadió la piel. La cabra movió una de sus manos con el hocico, buscando sus caricias, totalmente ajena al ambiente tan oscuro que hacía del aire más pesado.
Aún arriba, Agatha esperó hasta que el amphitere bajara, para así ella, seguirlo y cerrar la compuerta detrás de ella. -Lamento que no sea... un sitio acogedor. Nadie a entrado vivo a este sótano- comentó con sinceridad, sin temor a dejar en claro sus crímenes y sus pecados. Tomó lugar en la esquina de donde tomó un pequeño cuchillo, junto con las hierbas que utilizaría para el ritual de aquella noche. -Dígame, por favor... necesito saber los secretos de su corazón antes de comenzar con esto... Es importante saber a quién debo buscar- declaró suavemente, tomando la mano del dracónico, la cual, sin aviso, cortó por la palma, dejando brotar la sangre que goteó hacia el suelo. Los ecos del líquido se escucharon en el lugar acompañados de la respiración agitada de la arconte, quien dio unos pasos hacia atrás hasta topar con un muro. -No tema señorita Evangeline... el ritual aún ni siquiera comienza- le aseguró sin mirarla mientras embarraba el excedente de sangre sobre las hierbas que llevaba en la otra mano.
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Post by Ivka Lawson on Feb 16, 2018 2:38:13 GMT
La amenazadora mirada de la mujer no logró intimidarle demasiado, había visto un rostro aún peor tiempo atrás, la amenaza misma con ojos color rojo y colmillos asomándose con hambre; su amo acorralado por el salvajismo de la Luna roja que había pasado anteriormente. Recordarlo tan claro aún le debaja incómodo, debido a ello, el dracónido sólo fue capaz de elevar ligeramente su rostro para verle desde arriba con cierto desgano y tranquilidad, intentando descifrar aquella respuesta por su parte mientras que escuchaba la continuación a lo que le era mencionado. Claro que dichosas palabras le causaron asombro, pero bien sabía a qué estaba enfrentándose. - Si de algo le sirve, no hay problema entonces. - Murmuró justo después de que la femina se levantase de imprevisto, sin demostrar pena por tal posibilidad, pues después de todo, estaba mentalizado ante el hecho de que no regresaría con la arconte en caso de que perdiese la vida. Desvió ligeramente la mirada a ella, sin el poder o ánimo necesarios como para brindarle confianza; no podía, porque sabía bien lo peligroso y arriesgado que resultaba todo ello, no era capaz de encontrar las palabras adecuadas. No podía mentirle ahora.
Ivka se limitó a seguir con la vista a la mujer de prendas oscuras, apreciando como mientras hablaba, abria una pequeña compuerta al sótano. " Alguien más", esas palabras resonaron en su mente a la par que miraba como la arconte se colocaba por un lado. Curioso por indagar, desinteresado en su persona o sus relaciones personales. " Entonces ciertamente seré solamente el sujeto de prueba. " Pensó, adentrándose a paso lento a dichoso sótano con la tenue iluminación que podía percibirse aún por los escalones. Apoyaba sus manos por detrás de su espalda, contando inconscientemente el número de escalones que yacían debajo de sus pies; deteniendo poco a poco su andar una vez todos los presentes estuvieron ahí abajo. El sonido de la compuerta cerrándose hizo que desviase el rostro al centro de la habitación por un momento; apreciando con cuidado a la arconte que era nuevamente acompañada por la cabra. El olor y la estancia eran tolerables, quizá un poco más limpias que las mazmorras a las que se había acostumbrado a visitar continuamente. - No se preocupe. - Respondió gentil a aquel comentario, restandole importancia a la declaración que había salido de aquellos delicados labios, como si fuese totalmente normal; pues después de todo, era algo con lo que convivía de vez en cuando. Se mantenía inmerso en lo que le rodeaba, viendo con cuidado cada flor y cada vela que había ahí dentro, tan resaltantes de entre aquellos artilugios.
Sin previo aviso sintió como su mano era tomada por la fémina, quien le hizo una pregunta de importancia; y en ese momento, toda su consciencia y su mente se nublaron ante el recuerdo, siendo traído de vuelta a la realidad con aquel filo contra su piel en cuestión de segundos. No tuvo reacción, solamente fue capaz de fruncir ligeramente el entrecejo por la sensación del ardor en la herida. A punto de responder su voz fue opacada por la respiración de su acompañante. Manteniendo su mano frente a él la miró por unos cuantos segundos, alzando la vista con lentitud a la par que cerraba su puño y dejaba gotear la sangre de la herida en dicha habitación, manchando el suelo mientras aplicaba fuerza. Gota tras gota, el eco era inquitante y, hasta cierto punto, molesto.
- Vsévolod Svyatoslav. - Murmuró el nombre por fin, mientras que abría y cerraba su palma, dirigiendo su vista a la arconte con cierto desasosiego reflejado en los orbes de ambos. - Pero hay un intermediario para buscarle...- Interrumpió con frialdad mientras que caminaba a donde la menor, posando con lentitud su otra mano sin sangre sobre el hombro de la ajena para brindarle calma una vez la tuvo al frente.- Azazel. - Terminó de hablar, pronunciando con cierto desagrado y acidez aquel nombre, intentando recordar con claridad aquel rostro del pasado que había sido testigo de la presencia del dragón y del humano cuando el dracónido era más joven e ignorante.
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Post by Evangeline on Feb 17, 2018 18:35:44 GMT
Dejó caer las hierbas ensangrentadas al suelo, mientras acomodaba varias velas a su alrededor, envolviendo el espacio en un círculo de luz que invitaría sólo al que fuese llamado. -El intermediario... ¿Camina entre nosotros?- preguntó aún ocupada a acomodar todo lo necesario para el ritual que estaban por hacer. Mientras tanto, Evangeline recibía el tacto del amphitere pero aquello no calmaba el temor que sentía. Alzó la mirada, tomando la mano que se apoyaba sobre su hombro. Su respiración, aún agitada, se escuchaba más de lo usual. No había estado preparada para esto pero al permanecer ahí, había prometido silenciosamente acompañar al dracónido en su búsqueda. El círculo de velas estaba preparado. Un viento sopló, un viento que tomó posesión del espacio, sin venir de algún sitio. Llamaba al centro; Evangeline caminó hasta ahí. Las gotas de sangre que habían brotado una vez desde la mano de Ivka, se encontraban adornando el suelo, en patrones irregulares, ya secándose en el ambiente, haciéndose uno con el suelo. Se agachó, pasando sus manos por la sangre que se adhirió a la yema de sus dedos. Mientras tanto, Agatha disponía de lo necesario para comenzar el ritual. Tomó al dracónido de la mano, acercándolo al círculo. Colocó ambas manos sobre sus hombros para sentarlo frente a las velas mas no al centro del aro de luz. La cabra nuevamente se había acercado hacia la arconte, buscando su compañía como si estuvieran atadas de un hilo invisible. -Tal vez... no... tal vez, ¿el intermediario tiene presa el alma de quien busca?-. Dijo esto rodeando el círculo, colocándose al lado opuesto del hombre mientras se cubría la cabeza con una capucha oscura que ensombrecía su rostro. La lumbre se hizo más fuerte, elevándose hasta alumbrar las paredes y pintar las alargadas sombras de los presentes sobre la piedra. La arconte se sobresaltó, buscando la manera de salir, pero el fuego parecía tener vida propia; deseaba mantenerla cautiva. Agatha agachó la cabeza, juntando sus manos ensangrentadas por el ajeno. Una penumbra comenzó a rodearlos, era distinta, era... una total carencia de luz... antinatural. En los ojos de Evangeline podía verse el terror, buscaba respuestas en los ojos de los otros, pero comprendió que tal vez, jugaría un papel distinto. Las manos le temblaban pero no hizo más lucha por escapar. Esperó. Oscuridad que acarreas las penas de mi alma,
abre el camino... déjame llamarle...
Su voz y espíritu, que venga que ande entre nosotros. Agatha abrió los ojos, parar mirar al dragón al otro lado. -Llámelo- ordenó con una determinación en su voz. -Es su voz quien lo traerá con nosotros- estiró la mano permitiendo que ésta se quemara con la punta del fuego. El contacto de la sangre ante el calor, sería también carnada para el espíritu, que viniera al llamado de sus almas.
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Post by Ivka Lawson on Feb 18, 2018 22:11:29 GMT
-No.- murmuró el arcano en contestación a aquella pregunta, agachando ligeramente la cabeza mientras recobraba sus memorias. Fue consciente del momento en cuanto la fémina se alejó y el fue llevado a tomar asiento, los preparativos estaban listos y el solamente se limitaba seguir lo que le decían; igual que hace ya algunos años había hecho. Levantó el rostro y miró a la mujer al otro lado del círculo de velas, desviando su mirada para buscar a la arconte, topándose solamente con llamas. - No se le puede llamar preso a quien se entrega voluntariamente...- Acotó con la voz fría, regresando su vista a los patrones de sangre que se formaban en el suelo, irregulares y a punto de secarse.
Un murmullo por parte de la súcubo se hizo presente, mientras que un manto oscuro cubría parte de su rostro. El dracónido le escuchó atento, presionando aún su palma, dejando que pequeñas gotas fluyeran con naturalidad por entre los pequeños huecos. La orden fue dada, y el olor de su sangre contra el fuego casi perceptible despertó sus sentidos, suspiró con hastío y algo abatido. -...- No dijo nada durante un breve momento, solamente se mantuvo serio, mirando con cierta concentración a la cabra que acompañaba a la arconte en aquel círculo luminoso.
Он - сияние его славы и точное выражение его природы, которое поддерживает все со словом своей власти. И когда он очистил наши грехи, он сел по правую руку величества на высоте.
Ему не нужно каждый день приносить жертвы, сначала за свои грехи, а затем за грехи людей; потому что именно поэтому он сделал это один раз для всех; предлагая себя.
Но теперь он представил себя раз и навсегда в конце столетий, чтобы убрать грех, жертвуя собой.
Habló claro pero de forma baja, enfocando su vista en las pezuñas del animal que tenía al frente; no podría olvidar aquel rasgo tan característico aunque quisiera. Conforme el dragón hablaba, parecía que su garganta se fuese secando, como si su propia voz se extinguiera con sólo pensarlo. En su desespero llevó una de sus manos a su cuello, palpando con insistencia como si aquello fuera a ayudarle. Forzó su garganta, aclarando unas cuántas veces.
О, ведущий еще раз перед нами. Он переполняется до того, как слово грешника успокоится.
Insistía, forzando a que las palabras saliesen. Respirando con dificultad y cierta agitación encima, aferrando sus uñas a la carne con ansiedad. No podía respirar.
El fuego comenzaba a moverse por cuenta propia, de un lado a otro, como si el mismo fuera alborotado por el viento frío que había en el cuarto encerrado. La sangre que yacia en el suelo comenzó a moverse hacia el centro del círculo, rodeando sin tocar a la fémina o al animal dentro de este.
El dragón por su parte, presionaba su cuello aún, dejando escapar una leve tos, con sudor frío en su frente abrió su boca por última vez para terminar el verso.
Азазель.
La sangre en el suelo formó un símbolo, y de entre los labios del dragón y de la súcubo comenzó comenzó salir bruma negra, tan pesada y espesa que provocaba que ambos tosieran de forma forzada al privarles de oxígeno. Las velas se apagaron por el viento, como si de un soplido se hubiese tratado, dejándolos a todos los presentes sumidos en una oscuridad abismal.
- Nadie me había llamado con ese verso en varios siglos...-
Se escuchó un murmullo, pero sólo audible para la arconte.
- Nos conocemos de algún lado, si han usado ese verso es porque me han visto antes. -
Añadió con serenidad.
- Tú... ¿Cuál es tu nombre? -
Preguntó curioso el ente aún sin mostrarse, con cierta duda en su tono de voz. Hubo silencio por su parte un momento, hasta que se escuchó una muy leve risilla.
- Espera, no me digas. -
Interrumpió a prisa.
- Mejor responde, ¿Por qué solamente tú fuiste invitada a este círculo?...-
Fue su última pregunta, necesitaba tiempo.
La bruma que escapaba de los labios de los que se encontraban fuera del círculo comenzaba a terminarse y el aire volvia sus pulmones, más sin embargo, la oscuridad aún estaba presente en la habitación.
- Tu voz no me ha llamado, es su temor lo que me atrajo. -
La voz se hizo escuchar, ahora para todos los presentes. Aquella bruma comenzó a juntarse, yendo directamente al centro de aquel círculo de velas; formando una silueta sentada, justo por un lado del animal.
El dracónido respiraba de forma agitada, ansioso. No recordaba que algo así ocurriese en el pasado, o por lo menos, no a él. Colocó su mano sobre su pecho una vez la bruma se fue por completo de sus labios, su respiración podía escucharse fácilmente por el eco, con cierto desespero. No fue hasta que la voz de Azazel hizo que elevase el rostro nuevamente, buscándole pese al negro que se apoderaba de sus ojos.
- ¿Cuál es tu nombre? -
Le preguntó el ente a la súcubo, mientras tomaba con cuidado las flores que habían en el centro, con facilidad sin importar la falta de luz. Admirandolas con una leve sonrisa dejó escapar un muy suave suspiro nostálgico; eran bastante hermosas pese a que estaban secas. Y de un momento a otro, las velas se encendieron nuevamente, dejando ver al demonio levitando con una posición relajada. A lo que Ivka solamente pudo guardar silencio, y verle con calma.
Azazel mantenía su vista puesta sobre el dragón, intentando reconocerle, pero desviando sus preguntas a otros antes que a él, ya tendría tiempo. Primero debía saber para que había sido llamado.
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Post by Evangeline on Feb 19, 2018 6:39:28 GMT
La penumbra los envolvió, negándoles del privilegio de observar lo que estaba por ocurrir. Evangeline buscó protección sobre la piedra, dejándose caer para tener un lugar dónde apoyar las manos. Se sentía aterrorizada, sola... como si existiera en ese momento en un plano ajeno al de los otros dos. Una voz quebró el silencio, una voz que hizo temblar a la mujer al centro del círculo. Deseaba poder ver, no estar en la penumbra; la voz se sentía tan cercana, como si pudiera palpar al dueño con sólo estirar la mano. A punto de decir su nombre, calló, obedeciéndolo sin sentir que tuviera otra opción. -No lo sé- susurró con la voz temblorosa. La cabra se recostó a su lado, apoyando su cabeza sobre su regazo, balando como si estuviese ella también contestando a la pregunta del extraño.
La bruma se sentía sofocante, como si su presencia absorbiera el oxígeno, dejándolos a merced de los minutos que quedaban de ello en la sangre. Aquella oscuridad tomó lugar al centro, devolviendo nuevamente la luz y así, formándose para dar rostro a la voz que los acompañaba. Agatha se llevó una mano al pecho, como si estuviera incrédula de que el aire le llegara a los pulmones. Con la respiración agitada, miró al hombre que se había materializado frente a ellos. -Agatha- respondió al fin, apenas con un murmullo que parecía fundirse en el silencio. Alzó la mirada para ver al dracónico, inevitablemente sonrió, experimentando la satisfacción de haber llegado tan lejos. Apoyó sus manos sobre su regazo, brindándose energías para proseguir. La bruma parecía haber cobrado algo de ella, se sentía débil, mucho, como nunca antes. Era peor que aquellas noches en las que el hambre parecía querer clamar su vida. -Azazel- pronunció con dificultad, aún con los ojos cerrados... -¿Es él a quien busca?- preguntó al dracónico.
Por su parte, Evangeline no experimentaba el cansancio de los otros, sólo el miedo y la incertidumbre de la situación presente. Posó su mano sobre la cabeza de Catalina, acariciándola para refugiarse a algo que le diera un poco de tranquilidad. La cabra cerró los ojos, a punto de quedarse dormida. Cómo envidiaba la inocencia de los animales en ese momento. Las pupilas de Evangeline se tentaban de un ladro a otro, entre el ente e Ivka; ¿era en él donde encontraría respuestas? No se atrevía a hablar, ni siquiera a moverse lo suficiente para quebrar el ritual. Pasó las yemas de los dedos por el suelo, sobre la sangre que aún húmeda yacía sobre la piedra. Sus manos se mancharon de rojo... ese rojo que conocía bien.
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Post by Ivka Lawson on Feb 19, 2018 15:01:36 GMT
El dracónido miró de reojo a la mujer, y seguido de ello, al ente que descansaba justo a lado de los otros presentes en el círculo. - Si. - Respondió, para luego bajar su mirada un poco, palpando suavemente con la yema de sus dedos el suelo.
- No, a mi no es a quien busca. -
Completó el expiatorio, dejando la flor sobre su palma para luego, provocar que la misma se conviertiese en bruma misma.
-¡Ya recordé quien eres!, no te reconocí~. Ese verso está tan olvidado que ni yo mismo era capaz de pronunciarlo correctamente... Lawson. ¿Estás buscando a Vsévolod? -
Se mofó del dragón, levantándose con suma tranquilidad, levitando con cierta dificultad para salir del círculo de velas.
- ¿Para qué me ha llamado "Agatha"? -
Cuestionó curioso, intentando palpar algo cerca suyo, hasta que se acercó aún más a la fémina que portaba la capucha. Con cuidado, tomó el rostro de la mujer, acercándose cada vez más y más con una sonrisa al ver que realmente podía tocarle y no desvanecerse. Estaba ahí gracias a la desesperación del dragón, era cierto... Pero, algo además de ello, o del temor de la arconte lo sentía, lo saboreaba y le daba un poco más de fuerza para seguir presente y tener una forma más... "física". Algo que provenia de la súcubo... ¿Pero qué era?
- Estoy dudando que quieran hablar conmigo sólo para saludar... ¿No? -
El ente hablaba de forma natural, casi burlándose de la situación. Por su parte, el dragón solamente lo miraba andar de un lado a otro, desviando ahora su vista a la arconte y a la cabra que reposaba sobre su regazo.
- Sabes que estoy buscando. - Le dijo al expiatorio con cierta acidez, llevando ahora su mano a su propia frente para buscar alivio con aquel suave tacto insistente. El dolor iba en aumento.
- Puedo darme una idea, pero quiero que ella lo diga, quiero saber que le prometiste a cambio. Quiero saber que obtendré de todo esto, sea lo que sea que quieran que haga. Ya sabemos todos como funciona esto, nada es gratis. -
Habló desinteresado, soltando aquellas mejillas. A los breves momentos volvió al círculo, ahora arrodillandose justo por detrás de la arconte, tomando sus hombros con ambas manos.
-Por ejemplo ella, el temor mismo que emana de sí por tal situación me atrajo, es diferente, es más... "raro", se desborda y pide a gritos salir... PERO ELLA SIGUE AQUÍ, SIGO PREGUNTÁNDOME POR QUÉ, ¿SABES?, ES GRACIOSO PENSARLO. Ella parece insistente en seguir presenciando algo que le da miedo, y no lo comprendo, es como los humanos, denota demasiada... ¿Empatía?...-
Aplicaba cierta presión al cuerpo de la mujer mientras hablaba, sofocandole, impidiendole respirar correctamente. Hasta que se detuvo, y la soltó por completo. Una risilla escapó de sus labios, tornando aquel semblante a uno más serio y propio.
- No puedo hacer tratos contigo por culpa Svyatoslav. Pero ahora quieres ayuda... e incluso pediste apoyo de alguien más, tengo curiosidad... ¿Por qué insistes tanto? ¿Qué le prometiste a ella? ¿Servir de ejemplo para comprobar que no puedes revivir a este muerto a menos que yo lo permita? -
Insistía, su tono de voz era tan inconsistente, al igual que sus palabras. Se sentía sobre-extasiado por el hambre. Dio una explicación sumamente pobre, y luego de ello, el ente suspiró. Hasta que reaccionó a sus propias palabras.
- ¿QUIZÁ ELLA TAMBIÉN QUERÍA HACERLO? -
Se cuestionó a si mismo en voz alta, regresando casi de un salto a donde la encargada del ritual. Azazel se sentó justo al frente de ella, tomando a prisa sus manos mientras acercaba de nueva cuenta su rostro y presionaba con fuerza sus manos.
- ¿Me equivoco?...¿A quién quería revivir? ¿Un familiar? ¿Un amigo?¿Un amante?...¿Otra persona? ¿POR QUÉ AYUDA A ESTE DRAGÓN? ¿Qué esta buscando exactamente mujer? -
Hizo una breve pausa, ya cuando sus labios estaban casi al borde de los de la fémina. Entrecerró ligeramente sus párpados, aspirando el aliento que escapaba de la boca de la mujer.
- No puedo saborear el temor desbordando de usted, pero puedo percibir otra cosa... Quiero comprender que es. Es como si hubiese dejado de sentir temor hace tiempo, pero ahora... sólo experimenta una ansiedad o un anhelo...-
Se mantuvo cerca, invadiendo su espacio por unos momentos, clavando sus afiladas uñas en las manos femeninas. Debía insistir.
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Post by Agatha Bloodspell on Feb 21, 2018 1:07:24 GMT
El tacto del ente era tan conocido pero a la vez completamente nuevo. Cerró los ojos llenándose de la satisfacción de haber traído de vuelta a un ser que había abandonado el plano de los vivos. Estaba tan cerca de poder dar lo que tanto anhelaba, lo que aplacaría el corazón turbulento de aquél que invadía sus pensaientos. Abrió los ojos al sentir el abandono en su rostro, fijándose en la escena, en el intercambio entre el espectro y el dragón, a la par que la arconte y la cabra permanecían en el mismo sitio, a merced del círculo.
Evangeline sintió el tacto en sus hombros lo cual le estremeció. Las manos que la tocaban eran frías que transmitían esa temperatura incluso a través de la tela. Cerró los ojos, apretando los puños que reposaban sobre su regazo para aislarse por un instante. Las palabras de Azazel hacían eco más allá del espacio físico, golpeaban las paredes de su consciencia, orillándola a cuestionarse del por qué. ¿Era eso, empatía? Le faltaba el aire pero se mantuvo quieta, como si con ello terminaría más pronto aquél tormento, y así fue. Respiró profundamente, ya con los ojos al borde del las lágrimas. Miraba a Ivka, sintiendo una profunda angustia. Se sobresaltó una vez que el ente exclamara, extasiado a sus propias confabulaciones. Por suerte, no fue a ella a quien se acercó.
Nuevamente la cercanía entre los dos se acortó, esta vez, Agatha no desprendió sus ojos del contacto con los otros. Le observaba mientras sus preguntas chocaban contra la suavidad de sus labios, en un profundo aliento que parecía invadir el aire a su alrededor. Sonrió, a pesar de las rasgaduras en sus manos. No comprendía por qué debía saber aquello pero decidió brindarle aunque fuese ese gusto. -No hay temor desbordándose de mi ser, Azazel. Es dicha de verle frente a mí, tocando mi piel, respirando sobre mi aliento- respondió, acercando su rostro más al de él, rozando la finura de sus labios sobre la oreja ajena. -He deseado esto por tanto tiempo; su presencia en nuestro plano agrega seguridad a una promesa que deseo cumplir pronto-. Cerró los ojos por un momento, apoyando la barbilla sobre el hombro de Azazel, permitiéndose visualizar aquellos ojos ámbar que despertaba el palpitar de su pasión. "¿Es eso lo que quieres?" pensó como si pudiera formular tal cuestionamiento al dueño de sus suspiros. -¿Alguna vez deseó la felicidad de otro?- dijo en voz alta. No estaba segura si deseaba una respuesta, fue simplemente el eco de sus pensamientos desobedeciendo su silencio.
Se enderezó despacio, volviendo a tener frente a ella el rostro del espectro que aún le sostenía las manos. Estaban sangrando. -¿Qué es lo que nos impide de que nos permita ver al ser que llamamos, Azazel?-. Sus ojos brillaron como si tuvieran luz propia; un destello de curiosidad e incluso de esperanza se pintó en sus pupilas. Estaba tan cerca...
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Post by Ivka Lawson on Feb 21, 2018 14:49:40 GMT
La cercanía y el susurro no surtieron efecto en su persona, no podía sentirlo demasiado realmente.
- Mi único deseo fue querer eximir de los pecados a todo ente perdido, independientemente de si eso les daba felicidad o no, o si a mi me brindaba algún estado de conforte. Aunque siendo sinceros, ya es algo que me da igual, ya no puedo experimentar ese tipo de pensamientos y sensaciones; uno se acostumbra a fingirlas para empatizar con los demás... ¿Verdad? -
Explicó, sonriendo al final de sus palabras con aquella pregunta que no buscaba respuesta; separándose de la fémina y soltando aquellas manos con sangre. Agachó la vista y se limpió esa sustancia tan desagradable que hace tanto tiempo no palpaba.
- No tengo razones como para impedir algo tan simple y mundano.-
Acotó por un momento, sacando de entre sus prendas un pequeño péndulo, delicado y con un brillo llamativo; mismo que colgaba de una cadena color plata.
Por su parte, el dragón lo vio atento, reaccionando casi al instante en que vio aquél cristal opaco y brillante color rosa. Por innercia, casi se colocaba de pie, más sin embargo, fue frenado por propia cuenta, debía esperar. Estaba agitado. Presionó con fuerza sus puños sobre sus piernas, agachado el rostro mientras que mordia su labio inferior y cerraba los ojos con insistencia; recordando vagamente.
- "Vsévolod" esta aquí. -
La voz del ente murmuró. Una vez dicho aquello, el demonio se colocó de pié; levitando fuera del círculo.
- O una parte de él. -
Dijo apacible, para luego terminar arrojando el péndulo hacia arriba, haciendo que el mismo se quédase justo al centro del círculo de velas, levitando.
- Se que lo que buscan es regresarle a este plano nuevamente, cosa que hasta cierto punto resulta... "complicado", pero no imposible. Todo depende de que esté dispuesto a pagar y de como lo haga. Él tiene sus razones, usted las suyas; yo sólo estoy aquí para cumplir si salgo ganando. -
Dirigió sus palabras al dracónido pese a no estarle viendo, aquel semblante sonriente poco a poco se fue apagando, dejando ver ya un rostro más calmado.
- Lawson sabe que tipo de pago estoy buscando, sabe lo que queda del humano en ese péndulo. Pero para poder cumplir con un nuevo trato, tengo que romper el primero que hice con Vsévolod... "Proteger el alma y espíritu de Lawson hasta que llegase la muerte de su cuerpo." Ese fue el trato, y eso me incluye por ser una "posible amenaza". -
Al escuchar ello, los ojos del dragón se abrieron de golpe, levantando el rostro a donde se encontraba el expiatorio. Lo miró por brevedad, mostrando un semblante molesto y ligeramente confundido. - Ese no fue el trato. El trato fue respecto a sus ojos, él me los dio aunque yo me negaba...- Replicaba calmado y con cierta confusión al escuchar las palabras del otro. Sabía que eso no podía ser verdad, quería convencerse de ello; sólo se estaba mintiendo.
- Tal parece que nunca te lo dijo...Pero eso está fuera de mi interés. Ese fue el trato y el pago aún lo conservo, no soy un devora almas como otros entes. Todo ser vivo que posea un cuerpo, un alma y un espíritu es de mi interés, porque todos son tan dependientes de ello. Si estan dispuestos a acceder, no tengo problema en romper el pequeño paradigma-
Respondió de forma clara, cruzando sus piernas y tomando nuevamente una pose relajada, ya un poco más lejos de ellos.
- Usted. Salga del círculo junto con esa cabra. -
Le ordenó a la arconte, señalandole con la vista el péndulo sobre su cabeza; si accedían necesitaría todo el espacio para lo que tenía en mente. Necesitaba todo ello para el invitado.
El dragón se sentía aturdido, incapaz de comprender las obvias palabras del demonio o las acciones del humano. Resultaba sumamente confuso.
- Hazlo, estoy de acuerdo con romper el primer trato. - Estaba decidido, y su tono de voz lo dio a entender. Sin dudarlo demás se colocó de pié, y caminó a donde estaba el ente levitando; extendió su mano y esperó a que el otro aceptace con sólo su palabra. Lo ansiaba tanto y su desespero casi era notorio. -Evangeline. - Interrumpió antes, sin la necesidad de verla directamente. - Si algo sale mal, regrese a la mansión. - Fue lo último que dijo, y en cuestión de segundos sintió el frío tacto de Azazel sobre su piel. En un parpadear la conciencia del dragón se perdió, y su cuerpo se desvaneció tras ese simple tacto.
- Entonces hay que comenzar... Agatha, le permito seguir, una vez que lo llame, yo intervendré. Aquí está la respuesta a lo que tanto busca con "suma dicha". -
Azazel dio indicación mientras que se agachaba, palpando con su mano el pecho del dragón; sintiendo como poco a poco su respiración se apagaba. Rebuscó con la mirada, hasta que finalmente llegó al cuello del hombre de cabellos claros.
- Me preguntó que impedía ver a quien llamaban. - Murmuró con calma mientras que con ambas manos revelaba un símbolo oculto en la piel del amphitere, mismo que brillaba de color rojizo, activandose de nuevo. - Nada lo impedía, Vsévolod se negaba verlo. Él siempre ha estado al pendiente de las imprudencias de este dragón, pero al final cedió... Supongo que después de tantos años ambos siguen obsesionados el uno con el otro. -
Explicó de manera burda, dirigiendo su vista a la arconte por unos breves segundos; tenía curiosidad e ella ahora.
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