Aagron
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"Con o sin Sol en los cielos, con o sin tormentas por delante. Este mi hogar, esta es mi gente"
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Post by Aagron on Feb 11, 2018 17:02:53 GMT
Hubiera deseado darle otro golpe. Hubiera deseado encajarle el puño esta vez en la boca para que la cerrara de una buena vez.
Esa escoria sin orgullo, no merecía siquiera llamarse "hombre".
Aagron en efecto había alzado el puño una vez más, un solo golpe no bastaba para que organizara su cabeza; dos deberían haberlo. Realmente estaba dispuesto a hacerlo, realmente iba a darle un segundo golpe quizá más fuerte que el anterior... Los gritos de Amalthea fueron lo único que lo frenaron. Sus ojos se abrieron, las escamas desaparecieron de su piel y acto seguido, sin pensarlo demasiado había echado a correr. Aagron ignoró el empujón de Zobek, no cayó al suelo por la fuerza del mismo, realmente, con su cabeza en otro asunto de manera instantánea, ni siquiera lo había notado de verdad. El Rakshasa entró primero, la transformación desde la forma sellada a la verdadera había sido rápida, la figura del tigre marcó paso dentro como si se tratara del dueño de todo cuanto hubiera ahí; él entró justo detrás, y la vista del hombre sometiendo a la mujer le hizo soltar un fuerte rugido desde lo más hondo de su pecho. Un rugido de advertencia ni más ni menos, breve, lo necesario para llamar la atención.
Zobek se abalanzó sobre el hombre, vio las garras del arcano enterrarse en la piel, fuma como si el tiempo hubiera pasado sumamente lento en aquellos momentos. Aagron corrió a por su arma y sin sacarle de su envoltorio, la utilizó para propinar un golpe directo a la cara del pirata; el golpe terminó por alzar al hombre, apartarle de la unicornio y Aagron por un traspié casi cae al suelo de espaldas; soltó la larga arma y esta cayó con estrépito a un costado. El Rakshasa acto seguido lo arrojó por la ventana. Él se arrodilló junto a la mujer y con cuidado, una de sus manos pasó por debajo de los delicados hombros. Le atrajo a si, cubrió su campo de visión con su figura; la sangre era algo que ella no debía ver, no estando nuevamente . No sabía si ella lo rechazaría o lo aceptaría, sabía que eso no bastaría para calmarle, pero no podía quedarse sin hacer nada. "Estás a salvo" aseguró varias veces, era lo máximo que podía hacer cuando ya alguien más se encargaba del intruso. Aquella mano con la que no le sujetaba, examinó el cuello, caricias leves en busca de algo que pudiera causar repercusiones a futuro, de pronto sentía que estaba tratando con una muñeca de porcelana que se rompería en bajo su tacto si no era lo suficientemente delicado; por ello intentaba no ser intrusivo.
Cuando el Rakshasa volvió a entrar sus ojos quizá lo pudieron haber atravesado. Si, lo sabía, la sangre lo cubría, el dragón pasó aquella mano hacia los ojos de Amalthea con suavidad, acarició los párpados en un gesto para que mantuviera los ojos cerrados.
—ella está bien —le dijo, su mirada se paseó sobre él— lávate, no necesita ver eso. —culminó refiriéndose a la sangre. El draconio no volvió a gruñir, no hizo más nada. Ante él la prueba de que aquel hombre no haría daño a Amalthea se había manifestado, sin embargo, seguía sin confiar. No podía confiar en él.
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Post by Amalthea on Feb 12, 2018 3:57:32 GMT
Los sonidos a su alrededor, el frio el miedo y el olor, ese estúpido olor a sangre que invadia su nariz, unos fuertes brazos tomaron su cuerpo mientras que esos rugidos y gritos de dolor por parte de su atacante llenaban su cabeza de recuerdos como golpes en la cabeza con un pedazo de madera, un tronco lleno de sangre unos látigos que cortaban su carne, los recuerdos de las torturas y violaciones a su cuerpo, todo en una secuencia de imágenes tan horribles que hacían sentir verdaderamente enferma a la mujer, su mirada no subia hacia la del draconico que estaba abrazando su cuerpo, los golpes la dejaron aterrorizada, en shock absoluto.
—¡¡¡¡N-NO NO NO NO NO NO NO PARA PARA PARA PARA PARA PARA POR FAVOR PARA!!!! — Decia en gritos de desesperación y terror, sentía como su corazón latia desesperadamente por huir, la adrenalina culminaba sus sentidos en un parpadeo como si este pudiera escapar de su pecho, golpeando contra sus costillas, las hermosas y delicadas manos tomaron su cabeza mientras estaba atrapada en aquellas tan espantosas memorias que habrían ocasionado que cualquier persona se suicidara, Zobek y Aagron estaban a su lado pero no podía regresar de aquella pesadilla. —¡¡NO NO NO ESTAN AQUÍ ESTOY SOLA VIENEN POR MI VIENE A MATARME VA A MATARME AYUDA NO POR FAVOR NO MAS GOLPES LO IMPLORO HACE LO QUE SEA LO QUE SEA PERO NO MAS GOLPES POR FAVOR DUELE DEMASIADO!! —
Expreso aterrorizada para mirar a Aagron, una memoria terrorífica del pirata que le había hecho tanto daño, aquel que ahora tenia heridas de gravedad mientras huia despavorido hacia los bosques esperando sobrevivir e informar a su capitán, pero era algo que quizá no pasaría si algún depredador lo atrapaba primero, la fémina empujo al dragon sin reconocerlo, llena de miedo y lagrimas se separo de su cuerpo y trato de escapar aterrorizada y asi lo había hecho, salio por la puerta empujando a Zobek que no lo había reconocido, en su mente aun yacia atrapada en ese barco de las tinieblas, el clima cambiaba, donde el bosque era mas denso, lleno de plantas y arboles que la luz del sol casi no tocaba las flores, la unicornio corria despavorida tan rápido como sus largas y delgadas piernas le permitían, esperando encontrar refugio de aquella pesadilla. Plantas, arboles, rocas y toda clase de ecosistema forestal eran completamente ignorados por la mujer que solo ceso su escape hasta llegar a un gran arbol, un arbol que uso como refugio, inmenso. Su refugio en su mente tan traumatizada, adentrandose en las raices enormes, pero que permitian unicamente espacios demasiado estrechos donde no cualquiera podria entrar, su corazon no paraba de latir hasta llegar al fondo de una pequeña madriguera que ahora era un refugio para la albina, acostada en las hojas secas sobre la tierra, su hermoso vestido manchado por la misma, abrazo sus piernas y se encogio llorando en su soledad como en aquella celda donde creia estar.
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Post by Zobek Reapersea on Feb 13, 2018 5:47:48 GMT
No podía calmarse después de todo lo que había sucedido, ese pequeño momento en que ambos habían dejado a la mujer sola para hablar sobre aquello que tanto insistía el draconio… ahora estaba más que convencido que había sido un gran error el aceptar ir con él, todo eso no había causado más que problemas, de haber estado en casa con ella ese marino no hubiera logrado mirarla siquiera, pero ahora en ese momento estaba realmente enojado con ese hombre y también con aquel que lo había enviado a hacer ese sucio trabajo, Torturer, lo sabía perfectamente, luego se encargaría de tener una charla con él y también con el imbecil que se había atrevido a poner sus asquerosas manos sobre ella. Pero ahora lo único que importaba era cuidar de Amalthea, sabía que lo sucedido iba a causar problemas, todo ese tiempo intentando no hablar sobre aquello que había sucedido en el barco...incluso saliendo de la casa para que ella no escuchara lo que iba a discutir con el dragón solo para que ese pirata viniera a la residencia y arruinara sus esfuerzos por mantenerla feliz, por protegerla… ahora sí que se sentía como la peor basura de todas, no había sido capaz de impedir que eso sucediera, había fallado por completo.
Al entrar nuevamente a la casa se encontró con la mujer, claramente afectada por lo sucedido, pero por suerte Aagron había estado presente para contenerla, aunque claro no podía evitar enojarse un poco, los celos no desaparecían, pero se olvidó de aquello en cuanto el contrario le confirmó que ella se hallaba bien, aunque también le dijo que debía limpiarse y tenía razón, no lo había notado pero estaba algo manchado por no decir mucho. Lentamente la forma felina del Rakshasa fue desapareciendo mientras que sus rasgos humanos regresaban, volvió a tomar la apariencia que tenía antes de aquel altercado, suspirando, quitándose una de las camisas que llevaba encima para limpiarse la sangre y luego desecharla. Miró a la unicornio pero entonces ella comenzó comenzó a gritar, parecía ser que estaba teniendo una crisis nerviosa debido a todo que había sucedido, obviamente ambos intentaron calmarla. -Amalthea… tranquila, estas a salvo ahora, no debes de temer…- sus intentos fueron en vano, ella simplemente no reconoció a ninguno de ellos y salió corriendo al corazón del bosque para perderse entre lo verde de la vegetación tan rápido que el ninguno de los dos pudo impedirlo. -¡Amalthea! ¡Espera!
El Rakshasa solo volteó unos segundos para ver al contrario preocupado. -Hay que encontrarla pronto…- sentenció para luego echar a correr a toda velocidad en la dirección en la que Amalthea se había ido, era increíble lo rápido que corría la unicornio, tanto que ya no podían hallarla, se había perdido por completo. -Debe estar escondida en algún sitio de este bosque… no creo que haya seguido huyendo en el estado en el que estaba…… Maldito pirata… me las pagará…- comentó con un notorio tono de enfado tras detenerse en un pequeño claro del bosque y comenzando a buscar por los alrededores algún lugar que pudiera haber usado la unicornio como escondite, de verdad que estaba preocupado por Amalthea, no podía dejarla sola en ese momento, no quería verla sumida en el estado de pánico y desesperación había visto cuando había estado encerrada en aquella celda del barco pero... probablemente ya se encontraba así… ahora solo podía buscarla esperando que no estuviera lejos de donde ellos se hallaban. -Amalthea… ¿Dónde estás?... - murmuró angustiado mientras seguía con la búsqueda, revisando cada lugar, dos veces para estar seguro.
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Post by Aagron on Feb 16, 2018 3:01:33 GMT
Sería quizá la única vez que pudiera estar de acuerdo con el Rakshasa.
Aagron, había intentado calmar a la mujer, trató de servirle como consuelo y apoyo sin ningún tipo de éxito. Ella seguía atrapada en ese evento, seguía cayendo constantemente en la misma zanja y lo peor era que al parecer, era incapaz de conseguir firmeza en los alrededores. Entendía que fuera complicado, entendía que no fuera algo que superaría de la noche a la mañana; simplemente, sentía que había fracasado de alguna manera. El dragón intentó contenerle, ante los forcejeos que ella realizaba él trataba de dar a cambio un tacto suave y cuidadoso que realmente, no dio resultado alguno; ni las propias palabras parecían alcanzarle. Fue entonces que sintió un fuerte empujón en el pecho, lo suficientemente fuerte como para hacerle retroceder. Fueron segundos, quizá menos ante su percepción, lo que hizo falta para que le perdiera de vista.
Como cazador, Aagron buscó un rastro que pudiera seguirse. Huellas no había ninguna; el suelo estaba muy duro para que los propios osos dejaran huellas. Tampoco veía tela o algo similar entre las ramas y astillas de los árboles. No había manera simple...
La preocupación, empezó a crecer en su pecho.
Aagron apresuró el paso. Alzó la voz unas cuantas veces llamándola, subió a los árboles con la esperanza de ver algo desde arriba, nada tampoco. Perdían esperanzas… Había sido casi como si movidos por la misma ansia de encontrar a la mujer, el dragón y el tigre hubieran dejado de lado sus riñas y hubieran entrado en una tregua temporal que a saber hasta cuanto duraría.
Bajó al suelo, ya habrían pasado un par de horas de la búsqueda cuando sus ojos dieron con algo cuanto menos curioso. Un árbol enorme, lleno de enredaderas desde el suelo hasta la copa y con raíces tan intrincadas que casi formaban cuevas por su cuenta. Tragó grueso, tenía una corazonada. Entonces palmeó la espalda de Zobek; había procurado no distanciarse, mantenerse en el rango de visión del otro había sido una idea para tener como reaccionar de alguno encontrarla; lo sujetó por los hombros y tiró de él hasta dirigirle a tal follaje que acaparaba la vista. Entonces se puso de pie sobre una de las raíces del inmenso árbol.
—tengo una corazonada —le explicó al Rakshasa— mantén los ojos abiertos, podría estar por aquí. —y entonces volvió a caminar— escucha, sé lo que dije antes, pero también sé otra cosa: incluso la escoria puede redimirse. Usa la primera oportunidad que tengas si la ves.
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Post by Amalthea on Feb 21, 2018 4:40:31 GMT
Hasta ese momento la arcana se ahogaba en su pesadumbre, un alma en pena atrapada sin esperanzas, oculta en su inmensa soledad mientras oía ruidos provenientes del mundo exterior, esta se encontraba más tranquila, con menos terror del que sentía anteriormente, pero ahora solo sabía que debía salir o esconderse de aquellos piratas que trataban de asesinarla, quería que todo aquel traumatismo desapareciera pero…no creía que aquello fuese posible, entonces un ligero grito surgió desde el corazón del bosque, la mujer se levantó sentándose en la oscuridad de la cueva mirando hacia la luz, entonces fue cuando la dama dejo sus prendas quedando desnuda como la tierra la había traído al mundo, cerro sus ojos y su cuerpo se convirtió en lo que era, ese precioso unicornio blanco con ligeras manchas de lodo y suciedad, solo asomo su cabeza un poco…pensó que no sería reconocida por nadie en esa forma pero el miedo hacia que agachara sus orejas mientras emergía de la oscuridad hacia la luz ¿Por qué se sumergía en la oscuridad? ¿Por qué no simplemente dejaba todo pasar como si hubiese sido únicamente un mal sueño? No era tan sencillo…la vida no era tan simple como muchos aseguran que lo es, no todos viven de la misma manera, había sido ultrajada, violada y torturada por no horas…días o semanas en realidad ya no sabía cuánto tiempo había transcurrido pero ahora era feliz o eso pensaba, pues hasta que aquel ser la ataco comenzó a pensar que estaría completamente sola.
—…—
Relincho leve, mientras sus pezuñas resonaban contra el follaje avanzando alrededor del árbol ignorando si era vista o no, admiraba a su madre…la naturaleza que le da la vida a los unicornios, que les da su divinidad, había olvidado quien o que era…se había acostumbrado demasiado a ser más humana, dejo de lado su verdadero yo y ya era hora de abrir lo que era de verdad al mundo, dejar de sentirse pisoteada por arcanos verbalmente y físicamente, no se dejaría pisotear jamás, nunca más.
Una figura masculina se mostró, el unicornio bajo la cabeza y amenazo con darle una cornada con su largo y filoso cuerno, en si aún seguía con el vago recuerdo del encierro, no lo reconocía si era amigo o enemigo, fue cuando con la pata izquierda rasco el suelo amenazadoramente, decidida a no dejar que le hicieran nunca más daño, pero sus patas temblaban, tenía miedo ¿Quién no lo tendría? Tener miedo hacia lo desconocido o lo amenazador en realidad diciendo para que quien este a su alrededor lograda escucharlo.
—Aléjate…criatura maligna, n-no tendré más miedo…te enfrentare—
Dijo a quien estaba frente suya, un hombre que no era conocido ¿Quién era? ¿Un pirata? ¿Un cazador? No estaba segura pero simplemente amenazaba con atacarle a quien estuviera frente suya relinchando.
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Post by Zobek Reapersea on Feb 22, 2018 20:43:04 GMT
La preocupación por parte de ambos hombres era evidente, los dos querían encontrar a la unicornio lo más pronto posible, realmente era necesario que la encontraran ya que ahora en ese estado de pánico en el que se encontraba no era bueno que estuviera sola corriendo por el bosque, ya habían enviado a un sicario por ella y no había garantía de que no mandaran a otro a intentar terminar el trabajo, ahora era prioridad hallar a la peliblanca y aunque no iba a admitirlo jamás estaba aliviado de que no estuviera solo en la búsqueda, con algo de suerte lograrían encontrar a la unicornio más rápido. La mirada del Rakshasa buscaba por todos lados, buscando en cada rincón alguna pista de la unicornio pero no había muchos rastros de ella, esperaba, rogaba, que hubiera sido porque estaba muy bien escondida y no porque hubiera pasado algo malo, no, no debía pensar en eso, solo debía seguir con su tarea sin distracciones, hallar a la mujer era prioridad, por lo que se concentró en esa tarea junto al draconio, quien estaba buscando tanto como él, las voces de los dos hombres se escuchaban mientras la llamaban pero no había respuesta por parte de ella.
Al cabo de unas horas de intensa búsqueda llegaron hasta un árbol un tanto llamativo, el cual tenía unas raíces muy grandes y pequeñas las cuales estaban cubiertas por múltiples lianas creando algo así como un refugio perfecto solo que no había sido descubierto por el Rakshasa sino por el draconio quien no tardó en tocar su espalda y llevarlo hasta donde estaban las raíces mientras le hablaba sobre su corazonada. -Bien… te haré caso esta vez…- comentó acercándose a las raíces lentamente para ver entre estas buscando ver al interior y esperando encontrarse con la peliblanca allí, trataba de no hacer muchos ruidos fuertes puesto que no quería asustarla, trataba de escuchar mejor pero no solo escuchaba la brisa moviendo las hojas o el cantar de las aves, nada de parte de Amalthea. Pero él Rakshasa también quería creer en esa corazonada de parte de Aagron así que siguió buscando por entre las raíces, hasta que escuchó algo, pezuñas para ser específicos además de un leve relinchar entonces alzo la mirada y vio como ese magnífico unicornio blanco se alejaba de ellos trotando, no necesitó nada de tiempo para reconocer de quien se trataba. -Amalthea…- susurró para luego seguir al equino por entre los árboles junto al draconio.
Los pasos detrás de la unicornio se escucharon, el ex-marinero siguió a la mujer ahora en su forma verdadera mientras esta se alejaba, pero no podía dejarla sola, ella lo necesitaba, necesitaba saber que el peligro ya había pasado, que ahora no tenía nada que temer, aquella fugaz persecución se sintió casi como un sueño mientras veía la blanca figura de la unicornio alejarse, pero no iba a permitir que se perdiera otra vez. Logró alcanzarla pero ella estaba obviamente aterrada todavía y al parecer no reconocía a ninguno de ellos pues estaba dispuesta a usar su cuerno para defenderse de ellos por lo asustaba que estaba, le dolía verla así, quería que volviera a ser feliz como antes. -Amalthea… no tengas miedo, nadie va a hacerte daño… soy yo… Zobek…- se acercaba a ella lentamente, con una postura calmada para no alterarla más mientras extendía su mano hacia ella, mostrando los tatuajes que tenía en su mano y parte del brazo para que ella lo reconociera mejor. -Aagron también está aquí… ¿Lo ves? Estas a salvo, tranquila, ven volvamos a casa…- para asegurarse de que la contraria tuviera mas calma consideró que lo mejor era que también le hiciera ver que el pelirrojo estaba allí para que se sintiera mejor, solo esperaba que ella los reconociera para que se tranquilizara.
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Post by Aagron on Feb 27, 2018 2:01:41 GMT
Sin dudas, ella se debía de sentir amenazada
Aagron había cometido un error garrafal al haberle comparado con un animal indefenso de forma inconsciente. Los unicornios podían ser muchas cosas, pero no estaban indefensos ni a merced total de sus alrededores. Y lo que ella presentaba en ese momento era la reacción natural de todo ser vivo al sentirse acorralado: contraatacar. El dragón había corrido, corrido tanto como sus piernas daban cuando por mera casualidad había visto el momento en el que Zobek arrancaba a correr tras ella. Fueron pasos pesados, firmes sobre el terreno lleno de raíces y hojas en el suelo. El dargón se había frenado en seco al ver la amenaza.
Una sola embestida así... si no se reaccionaba podría matar a alguien... Y seguramente ella, por más que determinada a hacerlo, no querría guardar un recuerdo semejante en la cabeza. Aagron lo sabía, sabía lo que era cargar el peso de una vida sobre los hombros de primera mano; había terminado con unas cuantas en sus años más jóvenes con tal de proteger a los suyos, si pero no era una excusa válida.
Zobek actuó antes que él. Básicamente le arrebató las palabras directamente de la boca. El dragón hubiera querido decir algo similar. Pero ya no había nada que pudiera decir o hacer al respecto, solo esperar, esperar que las palabras o la realidad la alcanzaran. Alzó las manos a la altura de su propia cabeza, donde estuvieran a la vista. Aagron tragó grueso buscando en su cabeza algo más que pudiera hacer. Rodearle no era buena idea, ir de frente podría ser una condena... Darle espacio e insistir parecía la mejor alternativa en ese momento sin duda alguna.
Sintió su garganta apretarse, cerrarse casi. Solo había algo que podía decir al respecto. Sus ojos enterrados ahora en Zobek demostraban lo poco que aprobaba la situación, pero tenía que confiar en él así fuera por tres míseros segundos. Aagron odiaba tener que decir "te lo dije" pero, en definitiva, una vez todo estuviera en orden de nuevo habría una inmensa satisfacción en su ser al pronunciar aquellas tres palabras directamente en la cara del rakshasa.
Era necesario que fuera a buscar a Torturer justamente por lo que veían en frente.
Nadie viviría en paz mientras ese sujeto respirara. Mucho menos Amalthea ¿cual era la garantía de que no se enviaran a varios más a encontrarla? ¿Cuantas veces estaría Zobek ahí?
Se aseguraría de dejar en claro aquello, si. Pero no era el momento
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Post by Amalthea on Feb 27, 2018 22:02:51 GMT
El sonido de las hojas danzando con el viento mismo que traía consigo el aroma de la calma, los orbes amatista del hermoso equino se encontraban opacos y vacíos, carentes de todo amor y seguridad del mundo, la yegua relincho un poco más mientras se movía hacia los arcanos que se encontraban en frente suya creyendo que amenazarían con acabar con su vida, sus pezuñas resonaban contra el firme suelo llenándose de tierra que saltaba por cada golpe que daba contra el mismo, su larga cola se movía de un lado a otro mientras alzaba la cabeza ligeramente, dispuesta a atacar, abalanzándose hacia ellos en el primer momento que se movieron cuando se frenó en seco quedando frente a frente de ambos hombres que alzaban sus manos, su mirada se veía consternada, la voz de Zobek era tan familiar para sus orejas que las alzo lo más alto que era posible, moviendo estas ligeramente mientras su blanca crin se movía con el viento mismo, acerco su cabeza mirando aquel brazo tatuado, recuerdos revolotearon como mariposas por su mente.
Una horrible celda después de haber perdido a su mejor amiga en aquella horrible forma de vida, pasos pesados y firmes que le aterraron en el primer momento en que aquel sonido comenzó, cuando esperando ver los ojos de la muerte que yacía en vida, noto unos ojos distintos, esmeralda que reflejaban preocupación aunque el gesto del muchacho de tez morena era uno de indiferencia, fue hasta ella con paños y vendajes curando cada golpe y herida, llevándole agua y comida frescas solo diciendo unas cuantas frases. “—Estarás bien…—“, “— ¿Puedes comer?—“La voz era inconfundible, era de Zobek quien se había acercado a ella con preocupación, fue la primera vez que alguien en ese barco le mostro misericordia y le había salvado la vida.
El equino dejo caer su cuerpo al suelo mientras olfateaba esa mano con cuidado reconociendo el aroma, sal marina y un poco de ron, le gustaba mucho esa mezcla y era curioso para ella, más otro se presentó ante sus sentidos, el suave aroma de azufre con un poco de…¿acaso eran frambuesas? Aagron, sin dudar en absoluto, eran conocidos y por poco los mataba, la yegua apego su cabeza en el Rakshasa y con su cola atrapo la mano del draconico que en cuestión de segundos el equino había abandonado esa forma de caballo místico a la de una mujer de cabellos plata, carente de toda ropa solo le importo abrazar a sus amigos, abrazar a los que amaba tanto y le brindaron su apoyo y gentileza, la arcana sollozo pero…de alegría, de tranquilidad y paz.
—Z-zobek….snif….Aagron…lo siento tanto lo siento…yo…yo no sé qué paso…estaba todo oscuro…solitario y…triste…quería escapar y…fui tan estúpida…—
Expreso mientras cerraba los ojos en brazos de los contrarios sin pensar en su desnudez, solo quería ser abrazada por ambos.
—Por favor…perdónenme…. —
Su blanco cuerpo aun yacía manchado por las heridas del pasado, los recuerdos de la maldad, las quemaduras de aquella llave al rojo vivo que apenas eran cicatrices, los arañazos de los arcanos que la profanaron yacían en su cadera, la espalda era la más notable, con aquellas marcas del fuete con el que había sido brutalmente golpeada, pero eso ya no le importo, no más, solo quería pensar que estaba sana y salva con ellos, sana y salva con ambos muchachos que la querían.
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Post by Zobek Reapersea on Feb 28, 2018 18:40:00 GMT
La situación en la que se encontraban era bastante delicada, tensa si se quería decir, Amalthea seguía a la defensiva ante los dos arcanos que trataban de acercarse a ella para ayudarla y hacerle saber que no estaban allí para hacerle daño sino que todo lo contrario, solo querían llevarla de nuevo a casa y cuidar de ella pero la unicornio no quería ceder terreno, el cuerno filoso de esta aún les apuntaba mientras que ella usaba sus pezuñas para hacer marcas en la tierra mientras que esta relinchaba de manera agresiva, estaba asustada todavía y se sentía amenazada por lo que había sucedido. El equino avanzó hacia ellos dispuesto a atacarlos, a defenderse de la amenaza que sentía pero entonces, cuando estaba cerca de ellos se detuvo, todo quedó en silencio por unos momentos que parecieron ser horas, las horas más largas que había tenido que pasar, esperando con la incertidumbre de saber si sería reconocido por ella eso era algo que lo ponía de nervios ya que sentía que tenía un considerable desventaja contra el draconio quien ciertamente no había hecho nada más que salvarla, sólo esperaba que ella recordara todos los buenos momentos que ambos habían pasado juntos, así que solo se dedicó a esperar con un nudo en la garganta.
Esos momentos se le hicieron eternos, como si el tiempo se congelara frente a ellos en los que ambos hombres esperaban por ver qué era lo que sucedería, el ver a la mujer en ese estado de verdad que le dolía bastante, solo quería que ella estuviera bien, que esa alegría y esa sonrisa que había comenzado a mostrar desde hacía unos días no se borraran de su rostro jamás, ella ya había sufrido bastante, ahora tenía el derecho de vivir en paz. Un suspiro de alivio salió de los labios del Rakshasa en cuanto la cabeza de la unicornio tocó su mano, le sonrió de manera gentil, luego de eso la figura del unicornio cambió a la de una mujer de cabellera plateada, la cual estaba totalmente desnuda y arrepentida por lo que había sucedido, el ex-marinero no dudo en rodearla con sus brazos mientras acariciaba su cabello, estaba feliz de saber que todo eso ya había pasado. -Está bien… todo va a estar bien de ahora en adelante…- comentó mientras continuaba con aquel abrazo donde no era el único para reconfortarla, también estaba el pelirrojo para brindarle tranquilidad y consuelo de toda aquella experiencia tan aterradora que había sufrido cuyas marcas y cicatrices yacían en la piel de su cuerpo, eran la prueba irrefutable de toda la tortura que había tenido que pasar, de cuanto habían profanado su cuerpo en ese barco pero eso era lo que Torturer solía hacer, por algo tenía esa mala fama a su alrededor.
Se dejó llevar por el momento mientras los tres seguían juntos y entonces fue que cayó en cuenta de que ella estaba desnuda, entonces sin demora se despojó de la camisa que le quedaba para entregarsela a la mujer así pudiera cubrirse mientras que él se quedó con el torso al descubierto. -Ten, puedes usar esto por ahora, volvamos a casa así puedas asearte.- le comentó mientras le ayudaba a ponerse la camisa que por suerte era lo suficientemente larga como para que ésta cubriera lo necesario del cuerpo de la mujer aunque por muy poco, ya que todo estaba en orden los tres arcanos de dispusieron a regresar a la casa de la mujer después de todo aquello lo necesitaba y además tenía que limpiar el desastre que había quedado en la casa luego de aquel altercado con ese pirata que había logrado llegar a la casa. No tardaron mucho en llegar por suerte y mientras la mujer se disponía a lavarse el Rakshasa fue en busca de otra camisa limpia para ponersela y luego ir por la escoba para barrer los restos de los cristales que quedaron en el suelo y acomodar un poco todo el desorden que había quedado en la residencia, deseaba hacerlo él para que Amalthea no tuviera que preocuparse por esos detalles, sin embargo luego de ese incidente sabía que Aagron iba a tener un punto muy válido para seguir con aquella cacería a Torturer, cosa que todavía no aprobaba por muchas razones, aún así sabía perfectamente que iba a responderle cuando este viniera a hablarle de nuevo.
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Post by Aagron on Mar 5, 2018 0:18:01 GMT
Que alivio...
Amalthea les reconoció. Para Aagron eso fue como volver a sentir el sol luego de una larga tormenta de nieve así fuera por unos instantes. La mujer, desnuda y sin dudas conmocionada, los abrazó a ambos, tanto a él como al Rakshasa y ninguno le negó el confort de un abrazo. La vista de las múltiples cicatrices que aún adornaban la nívea piel de la mujer fue un recordatorio para el dragón de porqué debía encontrar a Torturer, fue un recordatorio de que no debía detenerse o descansar hasta purgar a ese repugnante ser de la faz de la tierra.
No, matarlo sería darle la gracia divina del perdón, si los dioses y las estrellas creían había algo que se pudiera perdonar en aquel hombre aún.
Aagron dejó que sus brazos rodearan a la mujer tanto como la presencia del Rakshasa le permitía. No le importaba su desnudez, le importaba que ella estuviera bien, a salvo, lejos de cualquier daño. Sabía que tal cosa era imposible, y aún así, solo con darle seguridad... No, darle seguridad que en cualquier momento podría desvanecerse no era suficiente. Tomó distancia solo cuando Zobek le tendió la camisa a la mujer, sus ojos examinaron al Rakshasa de pies a cabeza nuevamente; su expresión se había endurecido ¿Qué tanto podría confiar en él? ¿Podía siquiera hacerlo? No tenía una forma segura de decir que si con certeza. Y fue quizá en un gesto tanto protector como relativamente territorial, que una vez el muchacho marcó paso a la casa nuevamente, Aagron no esperó una autorización de la mujer para alzarla en sus brazos con mero cuidado. Su mandíbula estaba apretada, casi podría rechinar los dientes. Estaba dudando en tantas cosas a la vez... su cabeza era un lío.
No dijo palabra alguna, sus manos, eran firmes en su agarre, tan firmes como pudiera sin lastimarle para que no temblaran. De pronto se estaba sintiendo asustado, mejor dicho, aquello había estado ahí por un buen rato, simplemente lo había ignorado.
Una vez dentro, la miró. Sus ojos verdes buscaron los amatista de la mujer como si esperara alguna instrucción ¿Qué podía hacer ahora? Con sus pensamientos vueltos un tornado, su cuerpo aún agitado y resentido por las constantes carreras también empezaría a doler en poco si él no liberaba tensiones. Algo que no se permitiría.
Simplemente estaba ahí en cuerpo, pero no en mente. Súbitamente se había quedado en blanco y sin ideas ni para conversar ni para alzar los ánimos.
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Post by Amalthea on Apr 1, 2018 18:10:34 GMT
Aquella terrible pesadilla había cesado finalmente, estaba unida a ambos arcanos que le habían salvado la vida, el pirata que le perdono de aquellas terribles torturas y violaciones, que le había ayudado a escapar del infierno en el mar y aquel tierno arcano que a pesar de tener un cuerpo tosco y marcado tenía el corazón de un alma completamente bondadosa, no había una pizca de malicia en su ser, Amalthea se levantó con ayuda de ambos mientras que veía como Zobek se quitaba su camisa de algodón y entregaba para que cubriera su desnudez, no lo dudo…tomo la prenda y cubrió su cuerpo con esta misma abotonando cada uno de los botones que tenían la misma para evitar que nuevamente se le viera desnuda, sus mejillas tomaron una coloración rosada haciendo notar que había caído en cuenta de la pena que estaba sintiendo en esos instantes. Caminaron por el extenso bosque sin descanso, hasta donde ella había sido cargada por el pelirrojo como si fuera una muñeca de lo más frágil existente, era tan gentil…ambos eran tan dulces con ella que no sentía siquiera merecer aquel apoyo de ambos, ellos merecían más…mucho más, cerro sus ojos dejándose llevar hasta que llegaron a la vivienda donde con ayuda del ex-pirata llego hasta la tina del baño, si…quería asear su cuerpo y no lo considero dos veces, dejando que el agua caliente permitiera lavar las desolaciones, los miedos y las dudas…dejando salir un suspiro de alivio limpiaba las marcas de las torturas, las marcas del pasado que con la misma agua y el tiempo se desvanecerían para siempre, en aquella tina comenzó a recordar cosas del pasado, la sonrisa del soberano Asthur, su corazón se encogió un poco ante la duda de si este se encontraba sano y salvo, aun sentía un gran amor hacia el pero aquel amor de pareja amor puro…amor no correspondido se había desvanecido, Amalthea miro sus manos y suspiro pesado, solo se preguntaba si estaba bien…luego pensó en Khorial y Silver, se preguntaba dónde estaban en esos momentos…en si Kaira seguiría en la Botica, extrañaba charlar con él, era un muy lindo amigo…cuando recordó a Garkal, sus lágrimas no se distinguían entre el vapor del agua cálida y las mejillas húmedas, extrañaba tanto a su mejor amigo…pero ahora no podía ya enfocarse en el pasado, miro la puerta del baño y miro con decisión, salió de la tina y se secó el agua, finalmente ya vestida salió mirando como Zobek aun limpiaba el desastre, vio la sangre en el suelo solo sintió ligeras náuseas y evadió ver esto mismo, miro a Aagron y se quedó…confundida. —Aagron…—Expreso para caminar hasta él y tomarle el rostro para sonreírle con calidez, quería transmitirle que todo estaba en orden y que así permanecería, después de todo él era el más grande compañero, su mejor amistad en mirovia también, su héroe, quería ser igual de valiente que él, igual de fuerte incluso, pero luego le jalo de las orejas para decir. — ¡Ni se te ocurra hacer una tontería para ir a buscar a quien me ataco!— Dijo con una mirada firme y dura hacia el dragón mientras le jalaba de la oreja para ver a Zobek y decir. — ¡Y tú también no creas que te has salvado de nada!—
Después de darles la reprimenda de sus vidas esta suspiro exhausta sentándose en el sofá esperando poder tomar algo de té. —Disculpen…es solo que…me preocupo demasiado por ustedes, no quiero que…por mi culpa algo les llegue a suceder…no podria perdonarmelo...no quiero vivir lo mismo que cuando...Asthur resulto herido por mi culpa...—
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Post by Zobek Reapersea on Apr 3, 2018 19:24:38 GMT
El ruido de la escoba llevándose los restos de los cristales podían escucharse, pero era lo único que se oía, los arcanos allí presentes estaban en silencio, el ex pirata depositó los cristales rotos en la basura asegurándose de que no quedara ni el mas pequeño fragmento ya que no quería que hubiera accidentes en caso de que alguien caminara descalzo por aquel sitio; una vez que ya no quedaron cristales procedió a tratar de borrar las manchas de sangre que todavía quedaban en el suelo producto de ese atentado que por suerte no había tenido éxito, si Amalthea hubiera resultado herida jamas se lo hubiera perdonado, pero ahora sabía que ahora Torturer lo pensaría mejor antes de enviar a otro de sus lacayos para tratar de asesinar a la unicornio, es más comenzó a considerar que quizás lo mejor seria que se mudaran a la ciudadela para que ella estuviera en un lugar más seguro, así sería muy difícil que algo como lo que había sucedido ese dia se repitiera, además así se sentiría mucho más seguro a la hora de tener que salir de casa para trabajar sabiendo que estaría más tranquilo.
Era algo curioso todo el silencio que había en aquella residencia pero no le molestaba, suponía que tanto el draconio como él mismo tenían mucho en que pensar, aunque sabía que Aagron era quien tenía más cosas en su cabeza, después de todo seguramente la idea de ir tras Torturer aún estaba presente pero ese no era para nada su asunto, solo quería asegurarse de que Amalthea estuviera bien por el resto de su vida, quería hacerla feliz a toda costa ya que realmente se preocupaba por ella, no, era más que eso, era un sentimiento más fuerte e intenso… era algo que pensaba que no sería capaz de sentir por nadie pero estaba equivocado, solo hizo falta que escuchara aquella voz angelical para que su corazón se conmoviera por completo haciendo que se revelara contra aquél a quien tenía como un padre… “Todo por ella…” fue lo que pensó mientras miraba fijamente al suelo, olvidándose por completo de que el draconio estaba allí con él por unos momentos. Unos pasos provenientes de las escaleras le hicieron ver que la unicornio ya se había aseado y cambiado de ropa, fue instantáneo, una sonrisa se formó en su rostro al verla con la ropa limpia y también el cabello húmedo, estaba feliz de que estuviera bien.
Observó como la fémina iba directo al draconio, se notaba cuanto lo estimaba y para ser sincero consigo mismo los celos estaban presentes en ese momento aunque eran opacados por la alegría de ver que ella no estaba asustada, además de que también soltó una pequeña carcajada al ver como la ajena regañaba al draconio más luego fue su turno de recibir algunos regaños por parte de ella los cuales aceptó bajando la cabeza, después de todo ella tenía razón en algunas cosas… o más bien en todas, luego de todo aquel sermón la mujer decidió descansar en el sillón, se la notaba algo cansada por lo que el Rakshasa se dirigió a la cocina para preparar algo de té para ella, sabía que eso haría que se relajara. Luego de eso no tardó en sentarse a su lado mientras peinaba su cabello y le sonreía, sabía bien que ella se preocupaba por ambos cosa que le aliviaba saber. -Lo sabemos Amalthea, pero no tienes que preocuparte por nosotros, ninguno haría algo tan estúpido como arriesgar su vida para intentar capturar a un hombre tan peligroso… ¿verdad Aagron?...- comentó mirando al pelirrojo con una sonrisa de lado mientras rodeaba los hombros de la peliblanca con su brazo. -El té estará listo pronto así que espera solo un poco ¿si?
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Aagron
La Resistencia
"Con o sin Sol en los cielos, con o sin tormentas por delante. Este mi hogar, esta es mi gente"
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Post by Aagron on Apr 6, 2018 2:01:35 GMT
En blanco, esa era la mejor manera de describir como se sentía Aagron en ese momento. El dragón durante los minutos en los que Amalthea había ido a asearse, observó en silencio el panorama; los pocos momentos que habían transformado de la morada un campo de batalla en miniatura. Aagron podía sentir todavía sus manos temblando, sus oídos zumbaban de pronto, Su cabeza; le dolía la cabeza y casi la sentía palpitar como si fuera un segundo corazón. Estaba aturdido luego de tan pocos instantes que fácilmente habían escalado muy rápido a los eventos más caóticos que era capaz de recordar. Su cabeza punzó cuando el escenario le trajo otro sumamente similar a la memoria:
Jaulas abiertas y desastrosas, algunas con sangre desparramada por el suelo; gritos de guerra, de gloria, alaridos de dolor, de miedo. Aagron los recordaba terriblemente bien, recordaba esa noche infernal como su hubieran pasado solo minutos de que hubiera roto los candados y cadenas de las celdas. Recordaba y aún era capaz de sentir la piel arder en furia y adrenalina del mismo modo en que había ardido la noche que liberó a tantos arcanos como sus fuerzas le permitieron y fue nombrado su líder hacia la tierra prometida que resultaba Mirovia. Sus hermanos de otra estirpe. Jefrey, Atharus, Oron, Reyna... Incluso el difunto Prowuls. Todos ellos lo habían seguido sin dudarlo un instante, sin ponerlo en cuestionamiento.
Arrastró los ojos por la estancia. Su arma, la Hsu Quandao que envuelta entre cuero y tela reposaba en el suelo fue levantada entonces, el dragón la irguió. Recordaba cuando de joven había aprendido a blandirla con su maestro, el humano que cuidó de él y le dio propósitos y visión; también recordaba que una vez llegó a Mirovia se dispuso encargar una... aún sabía exactamente cuantos Mirvos le había costado encargar un trabajo de herrería personalizado que se adaptara a su altura y fuerza. Y desde el día en que la había adquirido, aquella arma se había convertido en su compañera más fiel, se había convertido en el símbolo con el que juraba a mar cielo y tierra hacer lo que fuera correcto sin importar el costo o cuanto debiera sacrificar.
Era el arma con la que había jurado tiempo atrás detener a Torturer, y no había nada que le hiciera cambiar de idea.
Ni siquiera, desgraciadamente, la propia Amalthea.
Escuchó los pasos bajar, delicados y ligeros como plumas y él bajó su arma a una postura más relajada. Su rostro se veía decaído, casi triste, pero no llegaba a aquello; la paz mental de Aagron era nula en esos momentos, un rostro atribulado era lo que se mostraba. El dragón sintió las manos de la mujer llegar a su rostro. Manos suaves y cálidas, libres de impurezas a comparación de las propias. Las manos de Aagron estaban llenas de durezas, cayos y demás promenores que surgían al llevar una vida en el bosque y trabajando como cazador además de la manipulación de armas. A sabiendas de eso, alzó una; cubrió con suavidad una de las manos de la mujer. Sentía que le hacía falta tiempo solo, o tiempo con ella; ya no estaba seguro. Aagron guardó silencio sepulcral... hasta que recibió el tirón de oreja
Como era natural, se quejó, intentó huir de la mano de la mujer y quizá lloriqueó. No era algo que quisiera admitir haber hecho en cualquier caso a decir verdad, y ¿el regaño? No dijo palabra, se mantuvo en silencio con la cabeza baja y la mirada en algún otro lugar. Era malo fingiendo, y odiaba hacerlo... por eso no lo hacía. En ese momento aquella reprimenda era la menor de todas sus preocupaciones incluso se dio la libertad de sentarse y dejar su arma de lado a la mitad de la misma, pero por otro lado...
"No quiero que... por mi culpa algo les llegue a suceder..."
Alzó la cabeza, aún en silencio, la alzó y sus ojos lo primero que percibieron fue a Zobek en movimiento de un lugar a otro. Hacia la cocina a poner una tetera a hervir y regresar... Regresar y atreverse a acariciar los cabellos blancos de Amalthea, pasar un brazo sobre los delicados hombros que él mismo había llegado a vendar tiempo atrás al encontrar a la mujer tendida en la playa, casi muerta. Aagron sintió su sangre hervir una vez más, la caldera en su pecho encenderse de golpe. Mostró los dientes, los ojos verdes fijos en el moreno con indudable desagrado, asco incluso.
—Quítale las manos de encima —murmuró. Quizá tan bajo que no se hizo escuchar, realmente le sorprendía no estar gruñendo todavía.
"Ninguno haría algo tan estúpido como arriesgar su vida para intentar capturar a un hombre tan peligroso... ¿verdad Aagron?"
Fue eso... fue decir eso nada más para que cualquier rastro de desear dser civilizado desapareciera en cuestión de segundos. Algo se quebró en su mente. No, mejor dicho decidió dejar de luchar por breves momentos. El dragón estuvo de pie en cuestión de segundos, atravesando la distancia que mantenía a Zobek a salvo de sus agarre. Cobarde, usando las palabras de Amalthea como excusa y escudo, usándola a ella quizá de manera inconsciente para escudarse a si mismo de la realidad. Inhaló, su diestra sujetó al Rakshasa directamente por el cuello, él contenía el impulso y deseo de querer enterrarle las uñas en la garganta, arrancársela. Un tirón y había levantado del sillón al hombre.
—Habla por ti, cobarde —fue lo que dijo al instante. Quería gritar, golpearlo, quería terminar lo que había iniciado fuera. Pero no lo hizo. Todo lo contrario, su último movimiento fue empujarlo a un lado, lejos de Amalthea, lejos de la mujer que defendería con uñas y dientes hasta de si mismo. Pero había algo en lo que podía contradecirle.
Ella, por más que fuera quizá la persona más importante de su vida, no era el centro del universo.
—No puedo quedarme de brazos cruzados ante ese imbécil. Mucho menos sabiendo lo que ocurrió aquí, y sabiendo que tú sigues escudándolo como si fuera alguien bueno cuando sabes bien que no lo es. —prosiguió— no confío en ti, Zobek. Y mientras sigas siendo un cobarde no estaré tranquilo mientras estés cerca de Amalthea. —Sentenció.
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Amalthea
Los Grises
La musica apacigua a las almas en pena
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Post by Amalthea on Apr 22, 2018 20:17:19 GMT
El acercamiento del hombre hacia su persona le hizo estremecer, sonrojarse incluso por aquello, su brazo rodeo sus hombros en un instinto protector, se puso nerviosa pero…no le desagradaba en absoluto, la confundía mas no le incomodaba, las caricias en su cabello ¿Cómo podía ser alguien tan dulce con ella de esa forma? Las palabras que Zobek expreso hacia ella era algo que le había traído una paz absoluta, era verdad que no se atreverían a hacer algo similar…capturar a quien le había hecho tanto daño… ¿sacrificarían sus vidas por detener a alguien que está más allá de su propio alcance?
El corazón se le oprimió bastante, pensó lo peor, perder a quien estaba considerando amor y perder a quien le había salvado la vida…pero si Aagron realmente necesitaba averiguar algo ¿Qué podía hacer ella para detenerlo? Lo conocía demasiado bien para saber que era demasiado necio, no era sobre ella todo esto, ya nada era sobre ella si no, que era sobre la protección de toda Mirovia ¿Cuántas personas estarían ahora mismo sufriendo lo que ella?...como Tsuyume…nunca se perdonara el no haber tenido la fuerza para salvarla de la muerte…pero algo la saco completamente de sus pensamientos, el cómo Aagron se acercó tanto y tomo a Zobek del cuello con la intención de alejarlo de ella, el golpe del impacto que recibió Zobek al ser empujado por el dragón hizo saltar a la mujer, tuvo miedo…nunca había visto ese lado de Aagron, su amigo más cercano…incluso su hermano más amado, la mujer lo miro asustada en verdad…le recordó al pirata incluso esa mirada llena de odio, su corazón latió con velocidad pero no escapo…no esta vez, se levantó del sofá y se interpuso entre Zobek y Aagron.
—Para. —
Expreso fría y firme, no permitiría más enfrentamientos de este tipo en su casa nunca más, las lágrimas brotaron pero el gesto de seriedad no lo rompería de ser completamente necesario, le dolía tener que poner un alto pero estaba cansada de esto, si no lo hacía no podría perdonarse nunca más esto…miro a Aagron llena de lágrimas y dijo con pesar.
— ¿De verdad deseas saber todo lo que se?...—
La verdad no quería expresarlo, no tenía tanta fuerza como Aagron, era débil demasiado débil para enfrentar sus demonios pero ¿de qué serbia escapar? De nada…su rostro serio se mantuvo mientras miraba de reojo a Zobek esperando que no se hubiese lastimado, bajo la cabeza y respiro profundamente.
—Te contare todo…sé que no te puedo detener de lo que quieres hacer, pero Zobek no tuvo que ver en esto…el me salvó de morir en el barco a coste de que lo mataran…me dejo en la playa y escribió los mensajes con mi nombre en la tabla…—
Miro a Zobek con ternura y dijo.
—Si…me di cuenta que me diste tu tabla y pediste ayuda…sabias que vendría alguien a salvarme…—
Su rostro regreso al dragón y prosiguió.
—Fue en el festival del cortejo cuando ocurrió…las luces los colores y la felicidad por todas partes era algo que anhelaba con todo mi corazón como Bardo…deseaba bailar al son de la banda y cantar a todo pulmón, mas aparte deseaba con todo mi ser confesarle mi amor al soberano del invierno…que me protegió de Black Stag en el pasado…pero lamentablemente fui rechazada…me rompió el corazón y solo deseaba desaparecer del festival, así que me fui de la ciudadela…volvía hasta el carruaje que me llevaría de regreso al templo del invierno y me retiraría finalmente, pero lo guardias…al salir del arco de la ciudadela…nos emboscaron varios arcanos…mataron a los guardias que venían escoltándome…eran…mis amigos….—
La voz le temblaba, ni siquiera eso le había expresado a Zobek en privado, era algo que hubiera preferido acallarlo hasta el día de su muerte.
—Todo fue tan rápido que no presentí el golpe que me dieron en la cabeza…no supe quien fue ni como ocurrió exactamente, solo recuerdo que me tomaron de la garganta y me metieron en un saco de mimbre…trate de pedir ayuda pero nadie me escuchaba por la música del festival, para recibir otro fuerte golpe en la cabeza que…me dejo inconsciente, cuando desperté pude claramente sentir el aroma del océano, agua salada y humedad, revise mi alrededor y yacía en una celda…nunca creí que estar en la ciudadela ese preciso tiempo, sería el inicio de un infierno…fue entonces cuando lo vi…el hombre que conocen como Torturer…lo eh visto su nombre en la ciudadela en esos afiches de “se busca” pero ninguno tenía una imagen…jamás ha sido capturado hasta donde se…sus ojos los recuerdo perfectamente…uno rojo y otro con dos colores mezclados…su sonrisa era deforme…creo…que tenía una cicatriz, es todo lo que recuerdo de esa persona Aagron, lo demás…fueron solo torturas crueles, mancharon mi cuerpo con golpes y mordidas, desearon tomarme como mujer pero…no fue así, porque…conocí a Zobek en ese entonces…el impidió que me violaran…siempre le tuve miedo debo admitirlo…pero…cuando conocí a Tsuyume…mi única amiga en el barco, Zobek cambio…el me mostro dulzura y compasión a ambas…pero…el otro hombre no lo hizo…el solo nos quería hacer daño y mantenernos ahí hasta la muerte…y…T-tsuyume….ella…—
No podía decir más, sentía que su corazón se fragmentaria, miro a Aagron y con enfado dijo.
—Sé que no voy a poder detenerte pero…te pido que lo pienses bien, no quiero perder a alguien que quiero…no puedo perder otro amigo…no lo soportaría…Aagron…ten cuidado…si Zobek no te dice nada es porque sabe que es peligroso…para ti y nosotros…pero nunca dudes que yo seré quien te salve ahora Aagron…yo…no deseo perderte y no voy a permitirlo...prométeme que volverás a salvo. —
Dijo seria para verle directo a los ojos con decisión, si podía confiar en la fuerza de alguien ese era Aagron, tenía tanto miedo por el pero…no podía detenerlo, por más que le doliera, camino hasta Zobek y le ayudo a levantarse para verlo de nuevo y decir.
—Si le pones una mano de nuevo a Zobek, el que recibirá un golpe serás tu Aagron. —
Expreso con un tono frio que nunca había expresado, incluso daba miedo a los arcanos cuando se enfadaba.
—En mi casa no voy a permitir esta clase de comportamientos NUNCA, de ninguno de los dos, Zobek…habla con Aagron, tienen mucho que discutir, yo…no me estoy sintiendo bien…—
Expreso con un gesto de mucho cansancio.
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Post by Zobek Reapersea on Apr 29, 2018 22:12:28 GMT
Pensaba que después de aquello no pasaría nada más que evitar las peleas o los actos insensatos a su parecer como lo era el ir a buscar al Señor de los piratas, pero se notaba que Aagron estaba más que decidido a hacerlo, parecía que nada lo iba a convencer de no hacerlo; “Dragones, siempre son muy testarudos y orgullosos, además de ciegos..” fue lo que pensó al momento en que ese pequeño momento de calma estando los tres juntos se quebró con las palabras del pelirrojo, sus ojos verdes se encontraron con los propios en una especie de combate de miradas, aunque luego esto pasó a ser algo más serio cuando el draconio actuó. Vió como él se le acercó de una vez para tomarlo por el cuello mientras su mirada desafiante, llena de ira, se le clavaba encima, sabía que le molestaba mucho que no quisiera hablar sobre el paradero de Torturer o de lo que sabía sobre este; le resultaba gracioso por lo que no pudo evitar sonreír mientras lo veía sucumbir ante la ira que sentía, incluso a pesar de que luego éste lo apartó bruscamente del lado de Amalthea y terminó en el suelo lejos de ella mientras el draconio rugía expresando el obvio desagrado a su persona. -Piensa lo que quieras de mi Aagron, no tengo que darte explicaciones o probarte nada…- respondió desde el suelo algo adolorida, quiso incorporarse para decir algo más pero entonces Amalthea se impuso diciéndole al pelirrojo que se detuviera.
Eso le tomó por sorpresa, pero no tanto como cuando la unicornio comenzó a hablar sobre todo lo que le había sucedido en esos días oscuros que había pasado en la celda de torturas a merced del pirata con la espantosa cicatriz en su rostro, incluso mencionó aquel acto que hizo para asegurarse de que ella sobreviviera permitiéndole pedir ayuda desde su tableta arcana, estuvo feliz de que hubiera resultado aunque la verdad sabía que iba a dar resultado pero aún así, ese día se quedó lo más que pudo observando hasta que alguien vino a socorrer a la unicornio y ese alguien fue Aagron con quien se estaba peleando en esos momentos. Se notaba que hablar sobre ello era algo que le afectaba, eso lo sabía bien, William no solía dejar a nadie vivo pero ella había sido la única excepción que conocía debido a que había intervenido para que no muriera, había intentado hacer lo mismo por la sirena que había sido capturada también… pero en realidad la había dejado más a su suerte en el mar y a pesar de que había estado viva al momento en que la arrojaron por la borda no había garantía de que alguien la hubiera hallado antes de que fuera tarde, después de todo ella estaba muy débil.
Se podía ver lo mal que la ponía saber que Aagron partiría, después de todo ellos eran muy cercanos, tan cercanos que sentía una envidia notable de esa relación afectuosa, pero ese momento no era para pensar sobre eso, se levantó del suelo con la ayuda de la unicornio para luego escuchar aquella amenaza hacia el pelirrojo con respecto a volver a enfrentarse, era algo vergonzoso ser defendido por una mujer pero también estaba feliz de saber que ella se preocupaba por él también al punto de amenazar a un dragón, se le hacía algo de verdad adorable que impuscontraria, en en su casa con respecto a las peleas y la verdad no tenía intenciones de llevarle la contraria, menos ahora que ella había expresado que no se sentía del todo bien. -Esta bien Amalthea, quédate sentada descansando, el té no tardará en estar listo, seguro luego de beber un poco te sentirás mejor. - comentó en un tono tranquilo para luego mirar al siguiera o ya más serio. -Mira vamos a hablar a fuera, dejemosla descansar un poco ¿si? - luego de decir aquello caminó fuera de la casa, salió al jardín viendo al cielo despejado mientras suspiraba esperando a que el draconio le siguiera. - Sigo estando en contra de lo que quieres hacer, se que me detestas y no me quieres cerca de ella… también se que no confías en mí pero… debes confiar cuando te digo que lo que quieres hacer no es una buena idea. Arriesgas demasiado, y preocupas a Amalthea, nada bueno saldrá de esto, lo dice alguien que como tu dijiste estuvo al lado del diablo por muchos años, se de lo que hablo.- comentó seguro mientras lo miraba, era lo último que iba a hacer por Aagron, la última advertencia que le daría y si él quería continuar entonces no lo detendría, sólo iba a esperar lo inevitable.- Te lo dije una vez y volveré a repetirlo, no puedes salvar a todos… sin embargo si quieres hacerlo de todos modos, ya no te detendré… Si quieres saber dónde está Torturer harías bien en seguir el rastro de sangre que dejó ese mercenario que vino aquí, él volverá con su capitán y ahí tendrás su ubicación…
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