Post by Aagron on May 5, 2018 14:03:22 GMT
¿Qué demonios acaba de hacer?
Aagron se quedó paralizado, su garganta brillaba con los colores del fuego a cada exhalación que daba el arcano, las bocanadas de aire caliente que surgían una tras otra mantenían su temple inquebrantable... ¿Pero qué había hecho? Amalthea, ella estaba ahí justo ante él: las lágrimas caían una tras otra de los hermosos ojos amatista, sin parar. El dragón por fuera permanecía inmutable, su rostro deformado por la ira y las escamas que brotaban lentamente como manifestación de la bestia que realmente podría llegar a ser una bestia que por siglos y siglos había sido denominada como uno de los terrores más grandes de la tierra, y con mucha razón... Pero había una pequeña parte de él que le hablaba, le advertía que sus acciones habían dejado de ser las correctas; apenas podía escuchar esa molesta voz en la parte de atrás de su cabeza.
Y por más que ella hablara, nada de eso le funcionaba para seguir avanzando, nada de eso le funcionaba para dar con The Torturer por más que fuera una clara advertencia de que se detuviera. El dragón mostró sus dientes.
"Me salvó a coste de poder morir"
De nuevo gruñó. Aagron tenía sus ojos enterrados en Zobek de nuevo, no miraba más a Amalthea. Le dolía saber que era su culpa que ella estuviera recordando de ese modo, le dolía saber que era el responsable de sus lágrimas y su miedo en ese instante. Era una emoción que había visto ya tantas veces en tantos rostros distintos, que simplemente casi podía oler el temor. Sus puños apretados temblaron, aplicó incluso más tensión en los mismos para no mostrar que se estaba quebrando por dentro ante sus palabras. ¿Cómo era posible que ella mostrara tal amabilidad a un ser tan asqueroso como lo era ese cobarde? ¿Cómo era posible que el propio Aagron ahora se sintiera indigno de haber recibido la misma amabilidad e incluso más?
—El hecho de que esconda a ese bastardo es lo peligroso aquí —señaló— Esa rata cobarde a la que tanto defiendes —apuntó a Zobek— Seguirá huyendo a refugiarse en tu falda hasta que aceptes una cosa: Todo lo que ha hecho hasta hoy, no ha sido más que huir y huir de sus errores. No está moviendo un solo dedo para corregir nada y tampoco lo hará si lo sigues consintiendo y diciendo que está bien cuando lo está —gruñó. Sus pasos se dirigieron al exterior, recogió la Quan Dao; al erguirla golpeó el suelo con fuerza utilizando el taco metálico que servía de contra peso para la hoja. Las palabras de Zobek alcanzaron sus oídos a duras penas. Ya no importaba, apenas le interesaba lo que un sucio cobarde tuviera que decir.
Aagron le había prometido desaparecer de su vida si cooperaba, le había prometido silencio e indiferencia a su existencia si tan solo hablaba. No había existido forma ni manera.
—Espero sepas lo que te acabas de hacer a ti mismo, Zobek —fue lo que dijo— Yo, ya no puedo hacer nada por ti si la guardia se llega a enterar de tu conexión con Torturer