E4 - Despertando la locura (cerrado)

tan inmerso por la sed de sangre que le provocaba la luna roja, Jeriko caminaba por las calles de la ciudadela, soltando leves risas maníacas que daban la sensación de miedo a los que llegaban a oírlo, moviendo levemente la cabeza de un lado a otro y arrastrando por los suelos el filo de su fiel compañero Nimbel

mas sus sentidos de afilaron al ver como la kitsune lo saludaba mientras pasaba a su lado y seguía su recorrido, tan inmediato como se dio cuenta, hizo girar su guadaña con la intención de asesinar a la kitsune pero esta fue mas rápida al avanzar evitando el corte de la guadaña, por otro lado la historia con las criaturas de cenizas fue diferente

dos criaturas de ceniza fueron destruidas instantáneamente al ser costadas por la  guadaña del incubo, una perdió la cabeza y la otra toda la parte superior del tórax, las criaturas detuvieron su cacería hacia la kitsune y se detuvieron a verse cara a cara con el incubo quien también había puesto toda su atención es las criaturas, se mantuvieron en ese estado, como si se estuvieran intimidando mutuamente antes de empezar su ataque 

Sus ojos no pudieron engañarla, y no se quedaba ciega a pesar de la vertiginosa velocidad, había alcanzado a notar algo al pasar al lado de su amigo, pero apenas si lo pudo creer.

"...Acaso intentó decapitarme?!" -Pensó dentro de si apenas evadiendo el golpe transversal de la guadaña que apenas le rozó el pelo de la punta de las orejas -"Nah, Jeriko no lo habría hecho enserio" -Repuso confiada del trato que ambos se tenían y que a veces zigzagueaba entre las travesuras y la violencia.

De pronto dejó de escuchar los rugidos de su persecución y al voltear por un instante descubrió que estaba sola, las criaturas habían dejado de perseguirla.

-Pero eso solo quiere decir!!...

Sin esperar un instante saltó sobre el dejado de una casa y corrió por toda la manzana hasta detenerse en lo alto del edificio que quedaba frente a la residencia de Jeriko. Pero la pelirroja se había preocupado en vano, pues su mandibula cayó al suelo cuando vio al Incubo descuartizar a las criaturas de ceniza como si fueran castillos de arena de carbón ardiente. Una por una fueron cayendo ante las audaces maniobras que hacía la guadaña envenenada al son de su mortifero baile. Keyko se quedó observando todo el tiempo las peripecias de su amigo cuya diversión se le podía contagiar desde lejos, pasando por alto su inquietante mirada y la maniatica sonrisa que no dejaba de mostrar.

-Uhh!! Eso Jeriko!! -Exclamó con entusiasmo desde el tejado de aquel edificio- Otra! Otra!

Quizás ella había olvidado que la luna roja afectaba a los seres de la oscuridad.
O solamente olvidó que Jeriko era uno de ellos, pues el peligro en el que yacía al estar cerca de él era tan grande que solo se podía reflejar en la extrema tensión que circulaba por las calles.

-Woohoo!!! -Vitoreaba antes de darse cuenta de que se encontraba en grave peligro- ...Oh aquí vamos de nuevo! -Anticipó para emprender la retirada, pero sin siquiera dar media vuelta, los agresores volaron como polvo al ser rebanados una vez más por la afilada guadaña.

-Oye, si que estás emocionado esta noche ¿No crees Jerik... -Una daga había pasado junto a ella, cortandole un mechón de cabello muy cerca de la mejilla e incrustándose en la chimenea que la Kitsune tenía tras de si. Ella se quedó quieta, procesando lo que acababa de ocurrir para finalmente entender que era lo que estaba pasando.

-¡Acaso me veo como una criatura de ceniza!? -Reclamó a su amigo emprendiendo la retirada, saltando a la cima de la chimenea y después escapando por el costado del muro de las casas- Es que acaso eres daltonico?! Este color es Rojo entiendes? ROJO!!!

Pero su amigo no escuchaba ni entendía razones, estaba inmerso en su siniestro festival de la sangre y ebrio de estupor violento en un frenesí de cacería.

las palabras de la kitsune no hacían nada por cambiar la decisión del incubo de asesinar a la pelirroja, dando gala de su agilidad el incubo logro saltar y quedar en el tejado frente a su amiga con una sonrisa dibujada en su rostro y con una sed de sangre inmensas, el incubo se apresuro en atacar a ala kitsune con una ferocidad digna de una bestia, corrió hacia la pelirroja y dio un fuerte golpe con su guadaña

la kitsune logro esquivar el ataque al escarpa hacia un muro, pero la chimenea no tuvo tanta suerte,  fue cortada tan fácilmente como si de mantequilla se tratase, al ser destruida esta soltó mucho polvo que se propago por los aires envolviendo al incubo, pero esto no detendría al ser de cabellos bicolores, una ráfaga de once dagas salieron disparadas de la nube de polvo en dirección a la Kitsune y a la Esfinge que de le había acercado recientemente para brindarle ayuda a la pelirroja 

Mi vida corrio por mis ojos al notar las dagas que habían sido lanzadas a nuestra trayectoria, conscientemente estaba lista para ir a ver a anubis. Pero parece que no era mi momento ya que al segundo de ver las dagas pase al de bajar tras sentir peso sobre mi espalda.

Aproveche el impulso que la chica peliroja habia puesto sobre mi y cerre mis alas para poder tocar el suelo, tenia que pensar en algo para escapar, pero mis opciones eran limitadas. De pronto vi como la chica sobre mi lanzaba una bolsa de algo extraño, la cual creo una pantalla de humo muy útil.

-buena idea, espero que tengas mas bolsitas de esas.

Tras decir eso me escabulli por unos callejones muy alejados del pequeño lunatico y enprendi vuelo hasta una altura donde lo veia del tamaño de una hormiga, solo espero que el no nos alla visto, ojala que no tenga un truco bajo la manga.

-Funcionó! no puede vernos! -Dijo con exitoso afán de haber escapado así de las garras de la muerte. Pero sabía que para Jeriko no sería suficiente. Sin criaturas de ceniza que exterminar, el incubo centraría su atención en el primer incauto que saliera por la calle o que paseara por ahí, lo cual era un llamado más a la muerte.

No podían solo escapar dejando suelto a su loco amigo por la ciudadela; si llegara a matar a alguien, la alcaldesa lo condenaría de por vida o peor.

-Tenemos que sacarlo de la ciudadela o en su desesperación cortará las puertas de las casas -De sus bolsillos sacó una cuerda con un ratón de felpa amarrado en la punta, el cual prendió con el fuego que conjuró en sus manos y lo bajó al nivel del suelo- En cuanto vea el ratón, vuela hacia los pastizales tan rápido como puedas! -Indicó a la esfinge que la llevaba en el lomo.

Acababan de escapar del lunático y ahora se encaminarían una vez más a su encuentro, por el bien de quien intentaba degollarlas, vaya ironía.