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Post by Ivka Lawson on Aug 3, 2018 7:20:58 GMT
Sintió aquella cuestión como un puñal en el costado, misma sensación que se vio más dolosa ante sus palabras, como si resquebrajaran su piel y entrecortaran lentamente sus memorias. No, ni siquiera el podía entenderlo bien ¿Por qué alguien ajeno habría siquiera dé intentar comprender? No tenía sentido, pero aún así las palabras eran crueles para él, quien odiaba admitir su debilidad por la más mínima muestra de afecto.
- Hay cosas que son mucho más difíciles que odiar, entre ellas... olvidar. - Su voz sonó cansada y quebrada, por fin tenía su pertenencia en manos, podía ver como el otro se colocaba aquel lazo en el cuello; todo había terminado al parecer, pero Lawson sentía la necedad de restregarle en la cara cuán equivocado podía estar, cuán falsa era la ilusión de creer en algo. - Creer era cosa de humanos, los animales fuimos educados para otras cosas. - Tan pronto como lo dijo, intentó levantarse, apoyando su mano en el suelo, manchando nuevamente este con su sangre. - ¿De qué serviría morir si esos mismos recuerdos se apagarán lentamente? La verdad de aquellos recuerdos nunca cambiará pese a la muerte, la crueldad de los humanos, de los arcanos; la incompetencia de los poderosos y la abrumadora sensación de miedo por despertar nuevamente. Nada cambiaría pese a que uno muera, por ello yo ya no creo. - Explicó abatido, sintiendo como sus fuerzas se iban casi por completo, pero por el contrario, el "poder" y energía de lo que había salido resultado del conjuramiento de noches atrás lo reactivaban de una manera espontánea e inoportuna. - Pero era joven, inocente, ignorante, frágil; anhelante por el afecto ajeno... esa oportunidad fue una salvación, por ello decidí creer, creí en aquel joven, creí en sus palabras, en sus promesas, en su futuro, en él. Creí pese a las advertencias, pese al peligro, pese al temor, pese a la obvia naturaleza de ambos. - Y aunque las palabras del dragón resurgian de su garganta con un tono neutro y seco, las emociones eran notorias, mismas que se acumulaban en su pecho y causaban estragos en el interior. Mentalmente estaba agotado, pero aquel oscuro animal que le prestaba vida al contenedor comenzaba a tomar las riendas del asunto, lentamente la conciencia de Ivka iba perdiéndose poco a poco, mientras que el regalo de Azazel se aferraba con fuerza a la provechosa oportunidad, era su momento de tomar el control por un rato, beneficiado de la caída del arcano.
El hombre cayó de rodillas al suelo, mientras que aferraba sus manos a su cabeza con fuerza, retorciendose de dolor mientras que agachaba su cuerpo al frente, ocultando su rostro. Un grito ahogado apenas escapó de sus labios, mientras que un símbolo de hacía notar en el cuello herido del siervo. Finalmente Ivka quedó fuera, esta vez tomó el control aquella tercera consciencia; la forma fated del dragón apareció, misma que adquirió un par de cuernos negrizos y aquellos ojos en blanco aparecieron para ver nuevamente el mundo.
La tercer consciencia finalmente se apoderó del cuerpo, y solamente se quedó en silencio, respirando de una forma más abrumada y forzada, audible. Tenía recuerdos de dos personas consigo, sabía todo de ellos pero no sabía nada, y finalmente, el dragón soltó aquel collar, dejándolo caer al suelo sin pena ni culpa. - Es curioso como algo que amabas tanto podia herirte de ese modo, un dolor tan fuerte que ni el acero caliente es una comparación. - Murmuró, girando su rostro apenas para verlo de reojo. - Azarel era su nombre, sólo otro hombre siguiendo el camino de las mentiras. - La tercer consciencia hablaba con calma, respirando de forma agitada y lenta, con los cabellos desalineados y el color negrizo de la piel extendiéndose por todo el cuerpo con lentitud. Sus palabras eran vacías, y aunque la conciencia de Lawson peleaba por recuperar el mando y guardar silencio, estaba débil, no podía contra ello. No podía acallar las palabras que en el fondo sentía que eran ciertas, de una forma cruel al revivir tales memorias al fuego vivo.
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Post by Azarel Mstislav on Aug 23, 2018 4:18:01 GMT
Estaba dispuesto a regresar por donde vino, a ignorar los falsos latidos que parecía producir su corazón seco y duro, a desaparecer un espectro que parecía querer atormentarlo por sus pecados. Pero se detuvo, escuchó cada una de las palabras del joven que salían como suspiros llenos de pesadez, se quedó en un mordaz silencio, mirando hacia la pared de piedra, dándole la espalda al joven pálido que poco a poco comenzaba a quebrarse.
A pesar de las advertencias…
La voz ajena diciendo su propio nombre le hizo estremecer durante escasos segundos, los cuales fueron más que suficientes para despertar los sonidos del pasado.
Recordó la celda fría, las largas noches y días que parecían jamás acabar, recordó las consecuencias de sus actos. Solo había llegado a amar pocas veces en su vida, y aquellas habían sido suficientes para enseñarle que el mundo en el que vivía no era un mundo para el amor.
—Tu especie estaba destinada a morir —. Fueron las palabras que soltó después de un breve silencio. Sabía que no lo entendería, sabía que habría sacrificios, y vaya que lo pagó caro todos esos años… Azarel se volteó hacia él, mientras su cabello comenzaba a crecer de manera rebelde, casi salvaje, al igual que su tamaño aumentaba, se acercó rápidamente a Ivka, tomándolo del rostro hasta estamparlo en una pared cercana, sus ojos brillaban de color azul intenso, mientras algunas venas resaltadas se coloreaban lentamente de color negro. —Sabia que jamás lo entenderías… la crueldad tiene dos caras, en ese reino todo estaba perdido, no viste el infierno porque hice lo que hice, ¿Crees que no pagué consecuencias? —. Azarel se alejó algunos centímetros, aún quedando cerca del otro individuo —Tu habrás elegido la muerte antes que el dolor, el ardiente sucumbir del hierro al fuego vivo, pero aquella noche, la decisión no era tuya, era mía. —Las palabras de Mstislav salían sin titubear, afiladas, pero con aún los sentimientos que creía perdidos escondidos en cada una de ellas.
—No me arrepiento de tu odio, de tu rencor, ni siquiera de lo que pasó después de que te fuiste. —Mstislav lo miraba desde arriba, mientras evitaba a toda costa transformarse por completo. —Tu viviste la crueldad humana, yo, la arcana, un precio justo para dos almas que estaba destinadas de caminar por el infierno, yo tan solo en ese tiempo hice lo que tenía que hacer, como tu amigo, como tu rey.
De su cuello ya no se podía esconder más el medallón, que colgaba tan expuesto y brillante sobre su pecho.
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Post by Ivka Lawson on Nov 6, 2018 5:01:44 GMT
Los ojos del dragón se abrieron ante la súbita sorpresa, el asombro de ver realmente a quien creía muerto, pero esta vez pese a que las lagrimas sucumbian y quemaban, la calma reinaba en el rostro del hombre mitad dragón, de aquel animal que ocupaba el contenedor. Las lágrimas fluían pero una risa escapó de los labios del ajeno, baja y tranquila...- Jamás fui de tu pertenencia como para que decidieras por tu cuenta lo que debía hacer. Nadie te lo pidió, sólo lo asumiste como cualquier egocéntrico al frente del poder. Nunca fuiste mi amigo, mucho menos mi rey. - Escupió las palabras y luego de ello sólo elevó el rostro, dirigiendo aquellos ojos ya sin pupilas al licántropo. - Eras mi hermano. - Añadió al final, apoyando su diestra en la pared, presionando la misma donde ahora solo habían resquebrajos tras el golpe con su cabeza. La sangre fluía pero nada cambiaba, tan sereno que resultaba repugnante y extraño. El hombre se reincorporó y su forma Fated cambió con facilidad, volviéndose ya lo que era un monstruo sin demasiada consciencia. Sus palabras resultaban hirientes por la mera verdad que se disfrazaba de veneno y rencor, aquellos ojos temblorosos junto con la voz más profunda y ronca, cansada; eran dirigidos con cierto tremor al otro. Lo miró mientras jadeaba, notando apenas en lo que se había transformado el antiguo humano, algo semejante a lo que él era, quizá.
- Odiarte y tenerte rencor sería demasiado amable.- Murmuró el animal, entreabriendo el hocico apenas unos milímetros, dejando escapar el ácido de entre sus fauces. - ¡Fuiste el salvador de entre las cenizas que iniciaron el infierno!- Alardeó con ironía en su voz, aumentando el tono de esta. - NO SALVASTE NADA, INTENTABAS SALVAR TU MORAL, LO QUE CREÍAS QUE AÚN TENÍAS. A BASE DE MENTIRAS QUERÍAS SENTIR QUE SALVASTE ALGO Y, ¿QUIEN TE DIJO QUE LAS MENTIRAS SALVARÍAN A LA ESPECIE QUE ESTABA DESTINADA A MORIR DE TODOS MODOS? NADIE, JAMÁS FUE TU DECISIÓN, DE TODOS MODOS LAS COSAS TERMINARÍAN IGUAL... - Gritó con un tono grave, molesto y, sin más, el dragón utilizó su cola y golpeó con suma fuerza al licántropo, arrojándolo sin demasiado esfuerzo a la pared, quebrandola por el fuerte impacto.
- Eras tan débil que preferias mentirle a quien más "atesorabas" en aquel entonces, preferias las mentiras que la muerte ajena; no estabas listo para ver la sangre derramada de alguien cercano, no de nuevo. - La bestia sólo hablaba por hablar, mientras que las lágrimas de Lawson se derramaban por la misma crueldad de las palabras, palabras que él no deseaba pronunciar, al menos no en voz alta; era extraño, como si lo peor de sus pensamientos paranoicos saliera a la luz por un golpe de adrenalina y euforia. - Claro que Lawson no lo entendía, jamás entendería ese tipo de actos humanos; era un animal solitario y abandonado. - Explicó, avanzando con pisadas fuertes y marcadas, hasta llegar al ajeno, tomando al hombre de las prendas para elevarlo contra la pared, acercando su hocico al rostro ajeno, salpicando ácido en la piel del otro. - LO MEJOR DE TODO ESTO, ES QUE DESPUÉS DE TODO, JAMÁS HUBO ODIO, SOLO PENA, DOLOR; DÍA TRAS DÍA CARTAS Y CARTAS QUE JAMÁS RESPONDISTE, CARTAS QUE ERAN QUEMADAS, CARTAS QUE EXPRESABAN EL RECUERDO Y REMORDIMIENTO, EL TERROR DE LA PÉRDIDA DE UN HERMANO, UN HOGAR, EL TODO. Pero... después de los años, parece que cada uno resguardó esa pena. No creo que te sientas culpable por ello, después de todo, lograste que siguiera "vivo" aún cuando ya estaba pereciendo desde adentro de tristeza. Lo mantuviste vivo. - Alardeó, y acto seguido el dragón soltó una fuerte mordida en el hombro del mayor, clavando sus dientes bañados en ácido, dejando una marca horrenda y profunda, apenas importante comparada con las que ya tenía el licántropo. Sin soltarlo el dracónido arrojó con el hocico al hombre lobo al suelo y se abalanzó sobre él. - Vamos, termina de hacer lo que viniste a hacer, ya casi está muerto de cualquier forma, si sigue consciente es por mi... y en parte por ti. - Declaró con seriedad, mirando con aquellos ojos blancos al otro, perdido en el momento, deseoso por la emoción de finalmente ver perecer a quien le retenía el control completo del contenedor. - Ya no puedes lastimarlo más. - Finalizó, para acto seguido comenzar a pelear con el lobo, golpeándole y forcejeando tras las palabras vacías y acusativas, mismas que solo buscaban provocarlo.
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Post by Azarel Mstislav on Nov 6, 2018 6:30:07 GMT
Las palabras se encajaban en su corazón frío y duro como el hielo en el que vivió como diminutas agujas filosas. Sus ojos azules no le quitaban la vista de encima a la criatura que ahora perdía el control de sus pensamientos y su cuerpo mismo para transformarse a la luz de la luna. Apretó los dientes, mientras que el satélite rojo susurraba en su oído que se dejara llevar después de todos esos años. Recordó la primer luna roja en Mirovia con vivacidad, aquella que la había sacado de la prisión helada por la que había estado luchando contra la muerte por más de veinte años.
No había salido para nada.
El golpe con la cola le sacó el aire por un momento, dejándolo jadeante mientras intentaba no perder el equilibrio, pero las palabras ajenas siguieron brotando como veneno de las fauces, al igual que las lágrimas cristalinas de unos ojos que sí conocía en un cuerpo desconocido, palabras como una armadura contra el dolor y la realidad. La luz rojiza inundó toda la habitación en el momento justo que la bestia clavó sus colmillos en la piel pálida casi grisácea, Mstislav se dejó caer, sintiendo el terrible ardor del ácido roer la carne, pero tan solo soltó un suspiro, mirando la luna que se asomaba entre los barrotes, un símbolo de su frente comenzó a brillar con intensidad, mientras el cuerpo de Mstislav crecía, comenzando a llenarse de pelo en todo el cuerpo. Pronto, el rostro ya no era el de un hombre, si no, el de una bestia.
-¿Crees acaso que regresé como un héroe? ¿Qué elevé mi status, que tuve un gran banquete y la corona dispuesta ante mis pies? -Una mano se aferró al cuello ajeno, mientras una risa ronca se escapaba de su garganta, se levantó poco a poco-. Si hubiera hecho lo que hice hace pocos años entonces creería tus palabras, creería que me perteneces. -Se quedó en silencio por un momento -.Pero no él, no el joven de hace doscientos años, él no sabía las consecuencias de sus actos, solo esperaba no ver morir a su familia tres veces.
El hombre lobo se puso de pie, apretando sus garras contra el cuello ajeno.
-Tu misma especie te traicionó, traicionó a tu rey, a tu pueblo, solo por riquezas y tesoros, ¿Y me culpas a mí por tus desgracias?
Su voz se quebraba, pensando en las cartas que jamás pudo saber de su existencia.
-¿Cartas? Posiblemente se habrían encargado de ellas, de arrojarlas al fuego junto con los cadáveres de los arcanos en medio de la plaza, mientras me pudría en prisión por traición a la corona, por intentar salvar lo único que me quedaba de la vida que alguna vez tuve. -Mstislav miró hacia su hombro, tomando con suavidad la cicatriz que le había dejado-. Ellos no me recibieron con los brazos abiertos, ellos no me dieron el poder, usurparon mi reino, el reino de mi padre y yo lo gané de nuevo por mi cuenta.
Lo miró fijamente, y con un movimiento rápido, le dio una fuerte bofetada en el rostro.
-Siempre pudiste solo quedarte, morir junto con los demás campesinos, pero no lo hiciste -Mstislav lo arrojó al suelo-. Intentas hacerme culpable de un destino que solo era tuyo, intentas odiarme, escudarte bajo esa estúpida mentira, bajo esas palabras que no son tuyas -Mstislav miró el collar que colgaba sobre su propio pecho-. Yo nunca te odié.
Soltando un gruñido, se acercó, poniendo un pie sobre su cuerpo, apretándolo con fuerza.
-¡Sácate esa máscara, y dime a la cara que me odias, maldito cobarde! -No supo si sus palabras eran por el mismo dolor, la luna o la adrenalina-. ¡Dímelo ahora que ves a la bestia en la que me he convertido! ¡Repite con tu propia voz todo lo que acaba de decirme tu protección! y entonces tan solo volveré por donde vine y podrás estar satisfecho con el hecho de que no viví una vida llena de lujos, felicidad y posesiones como tanto lo jurabas.
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Post by Ivka Lawson on Nov 6, 2018 15:07:07 GMT
Los golpes que había soltado apenas eran un rasguño para el ajeno, su único escudo eran los gritos con acidez de la paranoia de un simple y absurdo extraño resultado de un trato; más sin embargo, las palabras le perforaban el alma fuertemente, de una manera sumamente dolorosa con una verdad que no podía negar, pero así era su realidad, escudarse en lo único que tenía: un ser débil como él difícilmente sobrevivia a la crueldad del mundo, entonces ¿Para que vivir? Para pensar que todo había sido mentira o sólo un efímero momento. Un dragón débil simplemente debía morir al nacer, pero como hacerlo cuando los ojos de una madre y un padre lucían tan esperanzados.
El dracónido forcejeaba pero ni siquiera tenía oportunidad, al menos no en ese momento, no así, no de ese modo. Sentía los golpes y aquella bofetada fue lo último que pudo tolerar el animal enojado. La furia y la rabia se mezclaban fervientes pero en un simple segundo todo se vino abajo, como si aquello trajera de vuelta la situación poco favorable. Moriría si se quedaba, debía cambiar ahora que el mayor estaba dispuesto a avanzar después de soltar tantas palabras al azar; la provocación había resultado de una forma inesperada. La respiración del dragón era más lenta, y las lágrimas aunque parecían detenerse, aquellos ojos blancos apenas recuperaban la visión del panorama real, pero no fue demasiado notorio; sólo había silencio de su parte acompañado de una respiración forzada y agitada, apenas notoria mientras que la forma fated apenas iba perdiéndose.
Lawson lo miraba con tranquilidad, aún cuando el gruñido y aquel pie le aplastaron parte del pecho y le sofocaban el poco aire. El animal tosió sangre y apenas aferró aquellas garras al ajeno, intentando quitarlo sin demasiado esfuerzo, lo sujetaba pero no se movía. Escuchó sus palabras y reclamos tan ciertos que la vergüenza ni siquiera podía dibujarse en su rostro; estaba tan cansado, tan fatigado, tan frustrado. Ya era el momento de decirle adiós después de tantos años. De disculparse, por ser un cobarde, de haber sido así. El pie del mayor presionaba fuertemente y sacaba el aire del siervo, quien apenas se retorcia, escuchando vagamente las crudas palabras del otro; finalmente su cuerpo se fue desvaneciendo hasta quedar el hombre que su antiguo amigo ya no conocía. Lawson se forzó a tomar aire mientras sujetaba fuertemente la pierna ajena, poco a poco dejando la fuerza de lado y solamente extendiendo sus brazos a los lados. Ya no hubo lágrimas, sólo había un tremor en sus manos, notorio.
Tosió fuertemente sin dejar de ver aquellos ojos perdidos, no lo culpaba después de todo; había dicho tanta basura que la vergüenza no era suficiente.
- Jamás fui de tu pertenencia como para que decidieras por tu cuenta lo que debía hacer... - Comenzó a hablar, iniciando con la primera frase que la bestia había dicho en un principio; justo en ese instante sintió como el pie destrozaba su costilla tras iniciar así, asumiendo que repetiría el discurso de antes. Se retorcio y únicamente sintió como su costilla lentamente se quebraba y el aire se escapaba aún más, obligandolo a respirar con más esfuerzo. Gruñó apenas tras el dolor pero sin elevar su propia voz, no podía ya- ... o lo que debía sentir. - Completó la frase, escupiendo apenas la poca sangre que quedaba en su boca. Se exigía el hablar, completar lo último que tenía que decir, después de todo no creyó que ese fuera su último momento, a manos de quien menos lo imaginaba.
- Siempre lo supiste, nunca lo oculté; siempre supiste que era un cobarde, que prefería evadir o atacar desde otro ángulo. - Habló de forma cortada, entrecerrando los ojos con lentitud, intentando mantenerse despierto. - Jamás te odié, nunca lo hice y nunca lo haré, odié que me mintieras para salvarme cuando lo único que quería era estar cerca. -Masculló- Nunca logré entenderte, jamás lo hice, ni antes... ni ahora, aunque me dejaste entrar, nunca logré ver más lejos de donde lo permitiste, ambos fuimos así. - Tragó en seco, pero sin apartar la vista de los ojos furiosos. No tenía ninguna expresión en el rostro, ya no podía siquiera y las lágrimas simplemente se habían terminado. - ¿Por qué te culparia por lo que me paso? Nunca lo hice, nunca vi ese acto tuyo como algo así, simplemente te culpo por cargar con aquel peso encima tu sólo, sin decirme... - Ya no quedaba tiempo, y pese a lo que dijera, las cosas ya estaban hechas, de una u otra forma. - Ya no estoy en posición de hablar de traiciones o suposiciones, ni pediré perdón por lo que pude haber dicho; el pueblo jamás fue mi hogar y la gente en el nunca mostró sus rostros reales, y aunque creas que así es, nunca he pensado que tuviste lujos; por eso nos complementamos en algún punto. Lo único bueno que tuve me lastimó, a alguien débil y necesitado, es cierto, daba lastima, ahora la doy incluso... ¿Pero... y qué? ¿A caso no tenía derecho a sentirme herido? No eras el único que enfrentaba situaciones difíciles en ese momento, ahora...esto ni siquiera es un reclamo. Las cosas pasaron, y tu... seguiste vivo, en lo que te hayas convertido me importa más bien poco, porque... quien fue mi hermano sigue ahí, ¿o dejaste de serlo en algún momento? No puedo darme el lujo de suponer que aún existe ese vínculo, no quiero ser el único aferrado al pasado, pero no puedo evitarlo; al menos ahora tengo el coraje para decirlo en voz alta, a diferencia de ti. Tú viviste, eso es más que suficiente para sentirme relativamente tranquilo ahora que ya no me queda tiempo. - El dragón tan pronto como dijo ello desvió apenas su mirada, viendo detrás de aquellos cabellos rebeldes del mayor, notando la luz rojiza que apenas entraba a la mazmorra. Lawson regresó sus ojos nublados al licántropo y le miró en silencio, sin ganas ya de hablar o de seguir, había fracasado por última vez.
- Прощения недостаточно, но я позволю тебе закончить с этим.
Вы можете пойти.... -
El siervo miró el medallón que colgaba del otro, y sin nada más, dejó sus ojos abiertos; mismos que se apagaban junto con su lento respirar mientras que la sangre solamente fluia en el suelo. No le pidió que lo terminara de matar, de cualquier modo ya se estaba apagando desde antes.
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Post by Azarel Mstislav on Nov 6, 2018 22:46:50 GMT
Hubo silencio.
Ni siquiera las criaturas encerradas a su alrededor se atrevieron a gemir entre la oscuridad de las mazmorras del castillo. Mstislav lo miró desde arriba, tenía los labios sellados y sus ojos brillaban en contraste con la oscuridad, su cuerpo volvió a ser el de un humano a pesar de la luna llena en el cielo, pues ya no deseaba sucumbir ante su propio odio. No negó que la respuesta del contrario no le causaría ninguna conmoción, pero a Mstislav le gustaba encarar los problemas antes de que lastimaran tanto que uno no pudiera soportarlo, algo que solo tus propios pensamientos manifestaban.
Se agachó, recargando una rodilla en el suelo, observando al ser al que entre suspiros apagados se le iba la vida en cada palpitar del lento corazón. Si hubiera sido otra persona simplemente se hubiera ido de allí para que muriera lentamente entre la podredumbre y la miseria, no se habría tomado las molestias de nada, y posiblemente al siguiente día lo olvidaría como otra alma más que se iría al infierno.
Pero no él. Él no era cualquier arcano.
Mstislav tomó a Ivka por la parte trasera de la cabeza, sintiendo los cabellos blancos entre sus dedos.
-дебил
Acercó sus labios a su propia mano, mordiéndose con fuerza suficiente para sacarse un poco de sangre, después, tallando sus dedos uno contra los otros, toda su mano quedó manchada de sangre. Acomodó con fuerza el rostro de Ivka contra su hombro, manchando un símbolo en el abdomen del contrario, y con un veloz movimiento, le encajó sus garras bajo las costillas, apretando con suma fuerza, retorciendo la carne del dracónico bajo su tacto. Comenzó a hablar en ruso una especie de conjuro mientras los símbolos de su propia piel brillaban de un color rojizo, sintiendo como la magia negra se paseaba deliciosamente por sus venas. Después de un momento apretó los dientes, sintiendo el mismo dolor que Ivka por un momento, y luego, sintiendo como su propia alma se despagaba de su cuerpo, antes de sucumbir a la muerte ésta regresó a él, pero dejó un pedazo fuera, bailando entre los dedos sangrantes del licántropo.
Mstislav observó su propia alma, la cual era como un hilillo delicado de seda casi transparente, el cual se paseaba como un pecesillo entre su piel. La tomó con sumo cuidado, como si pudiera romperse y la acercó a los labios de Ivka.
-Desde el momento en el que perdí a toda mi familia, nunca estuve vivo -Tomó el rostro del contrario para evitar que pudiera negarse-. Sólo hice lo que tenía que hacer.
Y antes de que dijera algo, metió los dedos en la boca del contrario, obligándolo a tragar el pedazo de alma, al mismo tiempo que los huesos del dracónico regresaban a su lugar. La herida en el abdomen comenzó a cerrarse, formando una extraña cicatriz, la cual se reflejó de igual manera en el abdomen de Mstislav.
-Vivirás -Fue lo único que dijo. Tomando al contrario, lo levantó en sus brazos mientras se ponía de pie. Mstislav sintió su cuerpo más frío y se tambaleó, pero después de tomar aliento, volvió a enderezarse, caminando lejos de las mazmorras oscuras.
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Post by Ivka Lawson on Dec 29, 2018 8:32:55 GMT
Y en sus últimos pensamientos sólo estaban los recuerdos y las palabras del pasado, intentando guardar solamente por un momento más dichas imágenes, buscando atesorarlas aún más. El dragón ya no era capaz de ver con claridad que sucedia, pero tenía miedo; miedo de lo que seguía, del silencio, de dejar de respirar, de dejar algo pendiente... De olvidar. El tragar saliva era difícil y aquellos ojos sólo miraban al techo, esperando. Lawson era ligeramente consciente, aún sentía dolor y agonía aunque su cuerpo estuviese inerte. Apenas lograba ver dada la oscuridad misma, pero pudo notar al otro acercarse y después de unos segundos, la frialdad de aquella mano entre cabellos casi blanquecinos se hizo presente. Se quejó apenas mientras su semblante se mostraba doloso, llevó su mano a su abdomen e intentó calmar de un modo poco convencional el dolor de sus huesos, lo estaba sosteniendo pero el siervo no entendía el porqué. El actuar ajeno le dio indicios pero nunca esperó lo que ocurriría después, aquel símbolo dibujado en su cuerpo mientras la fuerza del arcano era ejercida contra su piel pasaron desapercibidas por completo. Un grito ahogado escapó de su boca mientras su mano buscaba donde aferrarse, encontrando solamente el hombro del ajeno; Lawson presionó con fuerza a la par que ocultaba su rostro agonizante en el cuerpo del otro, ahogando su propia voz en sangre, respirando apenas de forma forzada y desesperada, raspando su garganta. Apenas podía escuchar la voz del licántropo, únicamente sentía como su piel se desgarraba y todo nuevamente parecía desvanecerse.
Alejó su rostro de donde se ocultaba e intentó mirar al suelo, era más doloroso que antes. Sus parpados caían e hilillos de sangre brotaban de su boca mientras que intetaba safarse de tal acto, tenia dudas, tenía nervios y ansiedad. Pensó en negarse, claramente lo pensó; porque ya no encontraba mucho sentido, sin embargo las palabras fueron como dagas perforando su pecho y, finalmente, sólo pudo sentir como el otro sujetaba su rostro para obligarlo...
El tiempo se detuvo por un instante y, poco a poco todo parecía moverse con demasiada lentitud; vio aquellos dedos con el alma acercarse a sus labios, vio a los animales encerrados en total silencio, el color rojizo de la luna. Vio su cuerpo manchado y en un abrir y cerrar de ojos todo ocurrió, una punzada en el pecho y antes de darse cuenta ya estaba siendo obligado a tomar la otra parte del alma. Su rostro estaba inerte pero aquellos ojos sólo miraban al ajeno, con confusión.
Cerró los ojos e intentó sacar aquellos dedos de su boca, sus manos apenas se apoyaron sobre su propio cuerpo mientras sentía como este se curaba de forma extraña e inesperada. El aire volvió y con ello una tos que manchaba de color rojo. Se forzó y dada la debilidad de su cuerpo entero y aquella magia desconocida se dejó vencer, perdiendo ligeramente los sentidos. Ya no fue capaz de librarse o negarse, de ocultar su vergüenza. Nada.
"Vivirás"
Se repitieron sus palabras por breves momentos mientras dejaba que sus párpados se dejaban vencer al cansancio. Pudo sentir como era cargado y llevado... ¿Pero a dónde? Se hizo esa pregunta una sola vez, y sólo cerró los ojos un momento, sintiendo la eternidad pasar mientras ambos se iban de ahí.
"¿A que precio?... Azarel."
Pensaba entre sueños, como si todo siguiera su curso con una lentitud que más bien parecía un suplicio. Estaba siendo una carga, había fallado nuevamente... Y aún así, lo había regresado a la vida. ¿Por qué?... Después de apenas unos segundos el dragón despertó, para él habían sido como varias horas, pero la realidad era diferente, aún seguían buscando un lugar en tal castillo. Apenas habían pasado unos minutos dado que quién cargaba con todo otra vez, estaba cansado.
Sus ojos apenas se abrieron, pudo verlo, pudo ver aquel semblante frio que no lograba reconocer. Su mano lentamente intentó elevarse, buscando tocarlo como si no fuera real, buscando una explicación...
El recuerdo de aquel joven regresó con tan solo verlo nuevamente; era él, definitivamente... Pero se había perdido de tanto que no lo reconocía. Su mano temblaba mientras que el mayor iba deteniendo sus pasos al notar el actuar del otro. No dijo nada, pero finalmente Lawson logró palpar al ajeno, depositando esta vez su mano con delicadeza y sinceridad, débil, vulnerable.
Todo se detuvo nuevamente.
Lo amaba tanto, amaba todo lo que había conocido por más poco que fuese. Amaba el hecho de haberlo encontrado después de tanto, lo amaba como el hermano que siempre consideró... Pero no podía darse el lujo de apegarse a ello nuevamente, a los ojos ajenos, quizá el sólo era un recuerdo del pasado. No podría exigirle más.
Finalmente el dragón abrió sus labios y emitió sus últimas palabras antes de caer vencido al cansancio y la pesadez de su propio cuerpo. Viendo al final solamente ese semblante doloso por parte del licántropo.
Tenía miedo de despertar y ver que todo se había desvanecido.
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Post by Azarel Mstislav on Apr 3, 2019 4:22:35 GMT
No supo en qué momento las mazmorras quedaron atrás, solo sabía que nada más importaba en ese momento que el hombre que ahora tenía en brazos. Su mirada fría no se apartaba del frente, sus pasos eran movimientos concentrados para no perder el equilibrio, después de todo había perdido una parte de su propia alma y su energía estaba decayendo debido al cansancio de la pelea anterior y los hechizos.
Iba en silencio a pesar de que sus pensamientos no dejaran de hacer un torbellino de recuerdos, imágenes y sentimientos, dentro de él era como si hubiese una tormenta que no pudiera ser apaciguada. Los fantasmas del pasado habían regresado a él, como si estuviera buscándolos sin saberlo realmente. La mano que se paseó por su rostro hizo que Mstislav volviera a la realidad, al presente, al pasillo del castillo Velfast y al tiempo que apremiaba.
“Cuanto has crecido”
Mstislav lo miró desde arriba con los ojos duros y peligrosos como dos peldaños de hielo en la oscuridad. Su rostro se ladeó de manera inconsciente hacia la mano fría de Ivka, como si tuviera que probar de nuevo que en realidad estaba allí. Cuando el dragón cayó en la inconsciencia, el lobo apuró el paso.
Empujó con su hombro una puerta al azar, la cual dio hacia una habitación vacía con algunas cosas preparadas en los muebles como agua o toallas. Posiblemente para los que se resguardarían de la Luna roja en los aposentos del Lord Velfast. Mstislav cerró la puerta con su propio cuerpo, dejó a Ivka sobre la cama y lo cubrió con una manta que estaba cuidadosamente doblada a los pies del colchón.
Se puso de pie, acercándose a la puerta listo para marcharse. Si volvía a transformarse en algún otro sirviente, podría salir sin que nadie se diera cuenta, y volver a sus aposentos para olvidar lo que había sucedido esa noche.
Su mano no se separaba de la perilla.
Mantuvo su mirada fija en la puerta a escasos centímetros de su nariz.
Cerró la puerta con seguro, encaminando los pasos hacia uno de los roperos cercanos, de donde sacó una camisa holgada de algodón lo suficientemente grande para que le quedara y unos pantalones de tela grisácea. Guardó el dije de plata dentro de los bolsillos del pantalón, acercando un cuenco de agua al buró de la cama y un trapo de seda.
Mientras limpiaba las heridas de Ivka, Mstislav no hablaba en absoluto. Lo miró con reticencia, como si en algún momento fuese a desaparecer como una visión falsa en el desierto. Dejó el cuenco entintado de sangre, limpiando sus propias heridas con el dorso de la mano y tan solo lo observó, sentado en la silla de al lado.
—Tu cuerpo habrá crecido, pero tu alma sigue siendo la de aquel niño del bosque, lo he visto, jamás cambiarás —Habló a pesar de que sabía que no podía escucharlo—. A pesar de lo que tengas ahí dentro, lo he sentido… —Mstislav acercó sus dedos a la frente de Ivka—. ¿Me has escuchado? Ahora su alma es mía también, y por lo tanto, no es completamente tuya.
Separó los dedos pálidos de la frente y recargándose en la silla, cerró los ojos, sintiendo un profundo sueño y cansancio. Se quedó dormido.
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