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Post by Azarel Mstislav on May 15, 2018 16:01:00 GMT
Mstislav caminaba alrededor de la pelea como un lobo hambriento, sus ojos, a pesar de que estuvieran bajo el reflejo de un cuerpo distinto, brillaban con la intensidad del alma que lo portaba en ese momento, a pesar de estar observando la pelea fijamente, su rostro se mantuvo frívolo, ni una sonrisa de satisfacción, ni la sensación de calidez en su pecho, nada. Solo estaba concentrado, viendo cada rasguño, cada golpe, cada gota de sangre brotar de la piel ajena. Observó el espejo que Ivka había puesto su atención, viendo el reflejo del cuerpo de Abraham. “Inteligente” El pasillo se cernía sobre los tres arcanos, pero Mstislav sabía que aquel no era un lugar seguro, pero las mazmorras estaban cerca, podía sentirlo a través de los pensamientos del sirviente. Un lugar oscuro, y solitario que solo está vigilado por los ojos y oídos de los monstruos.
Mstislav miró hacia arriba, donde un candelabro posaba con elegancia a unos metros arriba de sus cabezas.
Siempre había que esperar una buena oportunidad.
―Señor, manténgalo debajo de ese punto ―Resonó la voz del sirviente mientras corría hacia una de las cuerdas de seguridad que sostenían aquel enorme y pesado objeto de plata con algunas velas encendidas. ―Si le damos en el punto correcto, quedará invulnerable.
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Abraham Shelley
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Post by Abraham Shelley on May 30, 2018 4:31:45 GMT
La carne siendo lentamente penetrada era una sensación placentera que le causaba cierto éxtasis a la bestia al sentir el aroma de la fresca sangre brotar de su víctima, pero tan pronto como su deleite crecía recibió un golpe en su rostro que hizo tambalear y agitar su rostro por la leve contusión.
La presa había escapado, su mente dominada por los deseos de su oscura naturaleza ya no daban cavidad a la abstinencia y el arrepentimiento, sus zarpazos acompañados de sus mordidas eran dirigidas con total intensión de asesinar al sirviente sin ápice de remordimiento, pero ahora cada vez que rozaba la piel del arcano esta se le resistía, un gruñido de desespero escapo de sus fauces ansioso por saborear el rojizo brebaje que corría por sus venas.
Embestía, golpeaba y mordía, pero tanto como sus golpes encontraban resistencia por la escamas del amphitere también fallaba estos por el tamaño menor y más ágil del contrario, su vista un impedimento por lo dañada que se encontraba también era algo que le dificultaba el atrapar al contrario, pero su fino oído eran capaces de suplantar sus ojos y no ser totalmente vulnerable por su limitación visual.
Atrapando nuevamente a la presa esta se escabullo dejándole por unos momentos inmovilizado con su gélido aliento que al golpear con sus propias garras había rasgado levemente su carne con sus propias garras, iracundo la bestia mostraba sus dientes y su larga lengua retrocediendo hacia la pared del corredor, pero en vez de verse acorralado la criatura sin dificultad alguna y con tremenda agilidad escalo por la muralla como si por el piso se tratara.
Antigravedad. Aunque siempre esté el piso, no significa que es la única ruta por donde caminar. Los arcanos con esta habilidad desafían las leyes de la física invirtiendo el centro de su cuerpo para poder trasladarse de cabeza o costado por cualquier superficie
Gruñendo y mordiendo el aire el enorme vampiro enloquecido se lanzo en contra de su presa, junto a su agilidad, la velocidad de la caída y por sobre todo, su enorme tamaño logro a duras penas atrapar con una de sus garras al sirviente, con rapidez abrió sus fauces y junto a un quejido siendo reprimido por su presa apreso al contrario por su pecho, sus colmillos se enterraban mas y mas en su piel escamosa hasta que al fin las gotas de sangre empezaban a inundar su paladar.
Poco duro el placer del néctar que siempre se negó a probar de las venas de un arcano pues el aliento gélido le cegó. El amphitere nuevamente congelando al vampiro logro helar el lado izquierdo del rostro del vampiro congelando la mitad de su rostro expuesto y por sobre todo causándole un tremendo dolor en sus ojos congelados que ante el tremendo hizo que soltase nuevamente a su presa sacudiéndose y estrellándose por la ceguera y el dolor contra piso y murallas para quitarse aquel manto helado de su rostro.
Cegado y en confundido golpeaba y mordía el aire con tal de asestar un golpe, pero tan solo sus movimientos le llevaban mas cerca del candelabro, pero no perfectamente abajo como para que el enorme objeto llegase a impactarle, pero expuesto como estaba el dragón vio la oportunidad que buscaba, la espalda expuesta de la bestia vampírica aturdida por el dolor y el frio que entumecía sus sentidos.
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Post by Ivka Lawson on Jun 8, 2018 13:47:18 GMT
La voz del otro siervo resonaba con muy poca fuerza en su cabeza, su concentración estaba en el vástago que parecía estar aún más sumido en su naturaleza salvaje, además, el amphitere pese a lo que estaba ocurriendo, se mantenía atento al mismo lugar en que estaban, las condiciones de cada cosa que había ahí mismo, el cuidar que nada valioso fuese roto. Estaba preocupado, ansioso y de mal humor, ya habían pasado demasiados años desde la última vez que había tenido que enfrentar a otro ser sin utilizar su forma verdadera o siquiera una espada; un sabor amargo de desprecio apareció en sus labios, pues los recuerdos fueron tan veloces y mezclados que un dolor de cabeza hizo que su cabeza punzara por lo mismo. Cerró sus ojos con molestia, dejando ver un semblante doloso y más iracundo, estaba perdiendo la calma por todo lo que ocurría en ese momento.
El dolor en su cabeza aumentaba y lo mantenía ajeno a su realidad, pues de un momento a otro, pese a que intentaba prestar atención al vampiro, no notó al instante como este trepaba las paredes. Llevaba su mano a su frente y presionaba con insistencia como si eso fuese a calmar su dolor y confusión, agobiado. El dragón miraba con dificultad a los alrededores, y en pequeños momentos su visión parecia nublarse, como si todo se volviese oscuro nuevamente.
Pero de un momento a otro, hubo silencio. Escuchaba apenas, pero podía ser consciente de la respiración agitada de la bestia. Le buscó con la mirada pero en cuestión de segundos aquel ajeno cayó sobre el, aplastandolo con suma fuerza sobre el suelo; inclusive provocando que este se fracturase un poco debido al impacto súbito. Lawson por su parte, fue sorprendido con tal acción, pues un quejido de dolor escapó de su boca. El amphitere echó su cabeza hacia atrás al sentir el golpe en su espalda ya herida con anterioridad, apretando los dientes con tanta fuerza que parecía brotar sangre de esta. Pero antes de poder intentar luchar o forcejear, un movimiento inesperado le sorprendió; su pecho fue presionado con fuerza y en cuestión de segundos unos colmillos se clavaron en su cuerpo. El dragón arqueó su espalda debido a la sensación tan grotesca que le provocaba, el dolor mezclado con el calor, el aliento del animal, sus escamas siendo perforadas por una bestia. Un gemido ahogado escapó de sus fauces por el dolor de su cabeza mezclado con la mordida que extraía su sangre, siendo esta la primera vez que experimentaba una mordida de tal intensidad, más aún tratándose de una bestia de más de tres metros. Sentía su sangre escapar, inclusive sentía como esta escapaba por entre los dientes del animal y se derramaba en el suelo; estaba en una situación que le provocaba asco y que le resultaba sumamente repulsiva para él. Sus piernas ni siquiera peleaban y sus manos se aferraban apenas con cierta fuerza en el brazo que le mantenía cautivo debajo. En su desespero, su aliento gélido escapó con dificultad y apenas calculando donde caería exactamente, pues disparó con prontitud y mero esfuerzo forzado; para su suerte había dado en la cara del vástago, provocando que las garras salieran de entre su piel y sus colmillos le soltasen. Un quejido escapó nuevamente al sentir libre la herida, expuesta al frío. Respiró con suma dificultad y dolor, como si el aire no quisiera entrar por su propia boca, y se mantuvo ahí mismo donde estaba, sintiendo su propia sangre derramandose por sus prendas y manchando el lugar antes tan impecable. Apenas pudo giró su rostro al siervo y sin decir una sola palabra cerró sus ojos; no podía confiarse ni confiarle nada a nadie dentro de esas paredes, tal como el día del castigo que había vivido. Estaba sólo.
Fue necio y terco, su visión estaba borrosa y sus sentidos parecían apagarse poco a poco debido al sangrado que no se detenía; pronto sería sólo un alimento más en aquella mansión de vástagos. Con sumo esfuerzo se puso de pie, apoyándose sobre si mismo con cierta dificultad. Estaba bastante oxidado para las peleas cuerpo a cuerpo, extrañaba de cierto modo esos días de entrenamiento que tuvo. Su andar fue firme pero su cuerpo se tambaleaba un poco, apenas pudo ponerse correctamente tuvo que apoyarse de la pared mientras que con su mano libre se sujetaba un costado, herido. Pensó y pensó en que hacer, como librarse de todo ello, como respirar adecuadamente, como cerrar la herida para detener el sangrado. Estaba aún más agobiado pero podria lidiar con ello, había sido educado para hacerlo.
Sin más, actuó. No cedió por completo pero tuvo que recurrir a utilizar sus últimas armas.
Lawson intentó congelar su herida, más no podía debido a la ubicación de esta. Miró con desprecio la situación y al vástago que apenas recuperaba su consciencia en el suelo, y en un golpe de salvajismo y mero instinto corrió a donde él con sus últimas fuerzas. El vástago al verlo apenas iba levantándose, colocándose sobre sus dos extremidades inferiores para recibirlo de frente. Más sin embargo, el dragón escupió hielo de su boca nuevamente, mezclándose este con su sangre al ser expulsado; el hielo congeló por debajo de los pies del ser de oscuridad y antes de recibir un golpe directo, Lawson utilizó su última carta viable, una finta.
El amphitere se deslizó por entre las piernas del vástago gracias al hielo y con cierta velocidad, aún estando en el suelo se giró con prontitud y, con la poca fuerza que quedaba en su cuerpo, golpeó con sus pies las piernas del vástago, empujandolo y haciéndolo caer aún más cerca de donde estaba el candelabro. Antes de dejarse caer por completo, el dragón escupió una sustancia negriza a donde se unia el candelabro con el techo, dejando varias gotas salpicando dada la situación tan repentina, su puntería esta vez fue pura suerte.
El material de la iluminación parecia derretirse poco a poco, pero aún faltaba para que cayese por completo. El siervo dudó y tuvo el impulso de lanzar aquel ácido corrosivo y venenoso al vástago, pero no lo hizo, se detuvo en seco, pues después de todo; aún era un "invitado" y debía comportarse.
No hizo más que esperar. Lawson no confiaba, pero esta vez en su desespero tuvo que hacerlo, debía arreglar las cosas, debía ser útil.
O fácilmente sería reemplazado.
Miró desde el suelo al otro siervo, indicándole que hiciera lo que tuviese planeado, pero antes de poder gritarle la indicación, cerró sus ojos y su cuerpo se dejó vencer ante el cansancio y el dolor, ante la misma sangre que aún escapaba de sus venas. Deseaba mantenerse, pero no podría, no en ese estado, no al menos en esos momentos.
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Post by Azarel Mstislav on Jun 19, 2018 21:38:14 GMT
Miró por segundos que parecieron minutos al joven sirviente malherido en frente de él, y al vampiro que pronto se puso bajo el candelabro. Un tentador pensamiento pasó por su mente, podía dejar morir al sirviente y llevar a Abraham a las mazmorras hasta que los efectos de la luna llena se le pasaran, al fin y al cabo, él solo era un sirviente que solo hacía su deber, la bestia se había salido de control, con el sirviente y el vampiro fuera de su camino sería mucho más fácil recorrer los pasillos del castillo. Al fin y al cabo, era un arcano más, ¿Qué importaba? Estaba seguro que nadie se preocuparía por él, que, en cuanto vieran el cuerpo simplemente cavarían un hoyo en la tierra y lo echarían allí.
Una decisión bastante tentadora, y la más sensata, pues un muerto no podía hablar…
La mirada de Lawson se encajó en la suya, observándolo fijamente por un momento para después sucumbir ante las heridas. Entonces Mstislav sintió algo que no había sentido hace muchos, muchos años… ¿Qué era? Le sorprendió a sí mismo dudar. ¿Por qué?
La punzada se sintió en la boca del estómago, gruñó para sus adentros, sacando una pequeña daga que había logrado meter entre las ropas del sirviente antes de apoderarse de su cuerpo y cortó la soga que mantenía el pesado objeto sobre sus cabezas, el candelabro cayó, centrando al vástago, y como si sus piernas se movieran por sí solas, corrió hacia el sirviente, jalándolo con ferocidad del cuello de la camisa hacia atrás, evitando que lo aplastara el candelabro o el enorme vástago salvaje.
Lo tiró al piso sin una pizca de delicadeza, mirándolo desde arriba con el ceño fruncido, ¿Por qué no pudo matarlo? Era tan fácil… Se quedó en silencio, pensando que, quizás, el sirviente podría ser más útil que un paseo infinito por el pasillo, quizás servía para algo, quizá guardaba secretos útiles.
Se quedó con ese pensamiento mientras observaba si su plan había tenido éxito o no.
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Abraham Shelley
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Post by Abraham Shelley on Jul 3, 2018 5:51:08 GMT
Falto de raciocino consumido por la locura de la Luna Roja y el frenesí del sabor y el aroma de la sangre del dragón. El vástago en su sed de sangre se lanzo nuevamente contra su presa recuperado del gélido aliento del cual había sido victima nuevamente y había dejado con una visión nublada en su ojo izquierdo y dejando igualmente afectado el derecho dejando que el vampiro ahora se guiase mas por su excepcional olfato que por su casi muy limitada visión.
Con enormes zancadas el vástago arremetió contra su oponente, pero su embestida fallo pues el amphitere usando su tamaño y su habilidad con el hielo se deslizo con gracia por debajo de su enorme cuerpo arremetiendo con brutalidad contra sus patas delanteras un movimiento inesperado para el vampiro el cual seguido de un aullido de dolor su cuerpo de forma poco extravagante rodo por el suelo, pero habiendo solo perdido el equilibrio el golpe poco daño le había hecho además de dejarle una pequeña cojera.
Levantándose del suelo a pocos metros de su presa rugió cual bestia maldita de media noche deleitándose con los vestigios de la sangre que aun manchaba sus dientes.
Un crujido, eso fue lo único que llego a escuchar antes de que su cuerpo fuera aplastado por la hojalata y plata del enorme candelabro.
Tan súbito, tan imprevisto, su cuerpo yacía en el suelo desplomado por el impacto con solo uno de sus ojos abierto a su vez que un débil gruñido escapaba de sus labios. El hierro había fracturado huesos y perforado la piel, el dolor nuevamente le inundaba y sacaba un sollozo ahogado de lo mas profundo de su garganta.
A rastras aquejándose del dolor que arrastraba sentir como el hierro que le había perforado la piel se negaba a dejarle ir sentía como la sangre brotaba y goteaba por su pelaje, fatigado con tan solo liberarse del candelabro el vástago apenas pudiendo mantenerse en pie miraba iracundo a ambos sirvientes.
Sus dientes visibles como los de un perro acorralado castañeaban en un intento de aparentar bajo esa patética forma algo de temor, pero sus pasos lentos y lamentables en dirección a los dos arcanos dejaban claro que se encontraba acabado con la punta de su mandíbula a punto de tocar el suelo.
Estaba a su merced, derrotado, aunque aun pudiendo arrebatar una vida si se le tomaba muy a la ligera pues una mordida aun por su parte resultaba aun mortal.
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Post by Ivka Lawson on Jul 3, 2018 7:20:29 GMT
En cuestión de segundos todo aquello ocurrió sumamente rápido, los sonidos eran distorsionados y apenas era capaz de distinguir las formas debido a los mareos dada la migraña que surgía y a la sangre que no se detenía. Se rindió por completo, como si en aquel instante no importase nada más, como si todo aquello que había logrado no valiera nada; se había abandonado al hecho de que en ese mismo instante, moriría por fin. Los recuerdos, las sensaciones, las personas, las voces y las melodías se entremezclaron y dieron rienda a un último momento para despertar, pero no lo hizo, se rehusó a hacerlo; cerró sus ojos y con suma dificultad notó como aquel candelabro caía lentamente por encima de él, además del animal aturdido. Aceptaba ese final, lo aceptaba por desespero, por ser una buena oportunidad, para admitir que era reemplazable después de todo.
Lawson lo aceptó con facilidad, de cierto modo... Había estado buscando eso desde hacía tiempo ya, pese a que ahora tenía respuestas, quizá sus motivos ya resultaban simples, su deseo había sido cumplido de una forma errónea y su pesar seguía siendo una carga, entonces ¿Por qué quedarse?
¿Por qué?
Se hizo esa pregunta, pero antes de obtener respuesta sintió una fuerte presión en el cuello y el como a toda prisa era jalado velozmente fuera del destino. Sus manos instintivamente buscaron su propio cuello, le faltaba el aire pero aquel movimiento imprevisto le salvó de morir, sólo por ese instante. Un gemido ahogado escapó de sus labios y antes de poder percibir que había ocurrido exactamente, fue arrojado por un lado. Su cuerpo no tenía resistencia ya, sus escamas ya se habían esfumado y la herida de la mordida podía verse más, podía notarse la gravedad de ella; el arcano retumbó contra el suelo, manchando y provocándole más dolor del necesario. En aquél movimiento, el amphitere había rodado un poco; y dada la fuerza y de donde había sido tomado, un objeto valioso salió de entre sus prendas, soltandose de su cuello. Un collar de metal resonó contra el suelo, haciéndole reaccionar casi inmediatamente.
- No no no no no no no no no... -
Se repetía el hombre en pensamientos, sujetando y presionando a duras penas los huecos en su cuerpo tras la asquerosa mordida, arrastrándose a donde había caído aquel objeto, importandole poco la sangre que escapaba y el dolor de sus propio ser. No hizo ruido, aprovechó que el otro hombre se mantenía atento al vástago. Lawson retumbaba de dolor, y aunque tenía buena resistencia, ya no soportaba demasiado, era como si el interior de su cuerpo estuviese ardiendo en llamas mientras que sus propias manos parecían congelarse; no había sentido eso en muchos años, al menos no de ese modo. Y mientras agonizaba entre suspiros forzados, avanzaba cuidadoso, hasta que aquel objeto estuvo por fin en su diestra, siendo este manchado por su misma sangre. Lo presionó con fuerza y lo apegó a su pecho, manteniendolo ahí por pocos segundos, respirando ya con más dificultad que antes. Giró su rostro y buscó una solución, otro siervo, algo... pero nada.
El dragón se puso con mucha dificultad de rodillas, aferrandose al suelo con las manos, con la cabeza baja y sus cabellos ocultando su rostro; en pésima condición presionaba sus puños contra el suelo, y antes de caer por completo, tosio de manera forzada, raspando con dolor su propia garganta tras el esfuerzo. Se levantó como pudo, sosteniendo su propio cuerpo con su diestra, la cual aún mantenía el collar bajo su protección. Estaba mareado, ansioso, enojado y cansado; caminó con lentitud a una de las paredes y miró una de las mesitas que había. - Tengo que cerrarla...- Masculló entre dientes para sí mismo, casi inentendible. Apenas pudo ver la pared cerca, se recargó contra esta, y antes de caer al suelo; sacó su daga de sus prendas y la acercó cuanto antes a una de las velas encendidas que decoraban la mesita. Su mano temblaba y su visión era más borrosa, tenia que cauterizar la herida, más sin embargo... no lo resistió.
Lawson dejó caer todo su peso contra la pared y a los pocos segundos, sus fuerzas se fueron por completo, aquella daga se escapó de sus manos y él calló por completo al suelo, quedando recargado contra la pared con la mirada perdida. Seguía despierto y ligeramente consciente; sosteniendo su recuerdo contra su pecho y presionando apenas dichas heridas. Su cabeza se recargó en la pared y guardó silencio, viendo ya al sirviente con lo que parecía ser su último aliento, atento a ver que ocurriría antes de dejarse vencer por completo.
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Post by Azarel Mstislav on Jul 3, 2018 22:52:29 GMT
El plan había funcionado.
Mstislav vio como la bestia caía rendida delante de ellos, intentando soltar gemidos de dolor que solo se transformaban en rugidos del averno ahogados, secos. Mstislav volteó hacia un lado cuando escuchó que algo tintineó en el suelo, pero antes de observar el objeto, fue tomado por Lawson y escondido contra su cuerpo. Entrecerró los ojos, observando pacientemente como el hombre intentaba por todas sus fuerzas cauterizar la herida, pero no lo lograba, la muerte parecía más próxima.
Nunca había que dejar un trabajo a medias.
Se acercó a Ivka, tomando el cuchillo del piso, acercándolo al fuego por un rato hasta que éste tomó un color rojizo.
—Hemos de dejar la hipocresía de un lado en esta situación—Susurró Mstislav, aprovechando la escasa distancia que los separaba para que Ivka pudiera escucharlo atentamente muy a pesar de su paseo en la cuerda floja entre la vida y la muerte. —Aún no he terminado contigo —Antes de que Ivka pudiera decir algo, hizo bola el corbatín que adornaba su cuello y se lo metió a la boca para que evitara romperse los dientes o que gritara, y en un movimiento rápido, unió el metal ardiendo contra la piel herida de Lawson, duró así por unos segundos, hasta que estuvo seguro que la sangre dejaba de derramarse, después, llevó su mano a la mordida, apretando con fuerza mientras un brillo morado oscuro salía de entre sus dedos, cuando separó la mano, la herida casi había desaparecido.
Llevó su mano a la cuerda que aún oscilaba sobre su cabeza, menos mal era lo suficientemente larga. La tomó con fuerza y jaló lo suficiente para quitarle el candelabro de encima a la criatura. Lo miró fijamente. Sabía que si lo transformaba en su forma “humana” no sobreviviría. Soltó un suspiro pesado, tomando a Ivka por el brazo y a la criatura por el cuello, jalándolos a ambos por la entrada de las mazmorras.
Cuando todo estuvo seguro, no perdió el tiempo, se adentró a una de las celdas más alejadas del primer piso, arrojándolos a ambos dentro.
—Una buena pelea —Mstislav entrecerró la celda ya que estuvo dentro él también —Quien lo diría, pero dejemos los rodeos a un lado. —Movió la mano en señal de desinterés. —Vayamos a lo que en realidad importa. —Se acercó a Ivka, empujándolo del hombro para que tomara asiento.
—¿Cómo puedo llegar a los archivos del castillo? —Mstislav se sentó en frente de él, observando con cierta curiosidad lo que Lawson escondía con tanto recelo —Un castillo debe de tener su biblioteca, ¿Dónde está?
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Abraham Shelley
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Post by Abraham Shelley on Jul 7, 2018 7:07:35 GMT
Sintiendo como el peso del candelabro le era removido pudo respirar con mayor facilidad, pero con su cuerpo destrozado y su voluntad en el piso su mirada solo reflejaba el vació en su interior, dando una pequeña, pero inútil lucha ante el agarre ajeno sobre su cuerpo no le fue difícil para el sirviente y amo de su voluntad llevarle a las mazmorras.
Agarrotado sin fuerzas su cuerpo cayó a un lado, alejado de la escena entre aquellos dos arcanos, ajeno a las intenciones del sirviente, ajeno al mundo ahora no era más que una bestia que intentaba no ahogarse en su propia sangre con su mirada fija en ambas figuras aun mostrando en cada ocasión que se le presentaba los dientes, única acción que junto a sus ahogados gruñidos hacían notar su ya insignificante presencia en las frías celdas de la mazmorra.
Si fuera el, si tuviera la cordura de su mente seguramente ya habría abandonado su lucha, se hubiera detenido a descasar, a llorar sus dolorosos recuerdos que le traían las heridas abiertas en su piel y el horror del sabor a sangre arcana en sus dientes, pero no, la Luna Roja estaba lejos de terminar y como el canto de una sirena esta solo hacía que se acercase a su perdición.
Arrastrando como pudiese su enorme cuerpo se acercaba lentamente a ese par, quejándose en silencio, pero no lo suficiente para pasar desapercibido pues al momento en que sirviente se volteó a ver su maltrecha y patética figura el tan solo siguió avanzando en su dirección con sus fauces abiertas, sedientas del néctar que se había privado toda su vida, tan solo, tan solo deseaba un poco más.
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Post by Ivka Lawson on Jul 8, 2018 7:46:35 GMT
La voz del siervo apenas era entendible para el dragón, su mirada perdida y sin demasiada emoción aparente dejaban clara su poca consciencia. La cercanía ya no representaba un problema a decir verdad, intentaba verlo y ver más allá de la triste apariencia en la que se había ocultado, pero no podía, su mano permanecía reacia a esconder su pertenencia pero había un tremor notorio en sus manos, débiles. Tuvo un ligero ataque de ansiedad, pero no podia moverse lo suficiente; únicamente fue capaz de dejar caer su cabeza hacía el frente, abatido. Cerró los ojos y respiró de forma forzada, hasta que de imprevisto sintió como era colocado en su boca una tela, el amphitere fue testigo del cuidado con lo que aquellas manos trabajaron; levantó el rostro como pudo, lo miró con un semblante rendido y humillado, mordiendo apenas el manto entre sus dientes, hasta que de imprevisto un ardor insoportable despertó sus sentidos en cuestión de segundos. Sus pupilas se contrajeron y aquellos ojos se abrieron con velocidad y desespero, sus dientes apretaron con suma fuerza la tela y un gemido ahogado, doloso, escapó de lo más profundo de su ser. El dolor era demasiado, no lo aguantaba, e inconscientemente se dejó apoyar contra el siervo; recargando su cabeza con fuerza en el hombro ajeno mientras que su mano libre presionaba con fuerza y desespero las prendas del arcano, desgarrando con facilidad la parte de la espalda por la fuerza y presión que aplicaba. Su voz dejaba notar el dolor que experimentaba mientras que la saliva escapaba por la comisura de sus labios, realmente era una sensación infernal pero podia sentir de una forma grotesca como la sangre ya no escapaba. Le daba asco, nervios, ansiedad; estaba en un flujo de emociones tan repentinas que simplemente sus acciones no eran las adecuadas.
Fueron breves segundos, mismos que Lawson sintió con desespero como si hubiesen sido horas, pero tan pronto como el ardor dejó esa zona herida él escupió el trapo y ocultó aún más su rostro en el hombro del siervo a la par que respiraba de manera forzada y sumamente audible, como si el aire le hubiese sido privado por años y en un sólo instante le hubiera sido devuelta la oportunidad de reavivar la vitalidad. Ya no podia, su cuerpo estaba sumamente debil por culpa de la perdida de sangre, tan cansado estaba que ni siquiera fue capaz de sentir como la herida de la mordida era tratada, pero por el mismo efecto de aquel brillo morado, su piel manchada reaccionó, aquellas marcas negrizas parecieron invadir un poco más el cuerpo del amphitere, como si un lienzo fuese manchado con tinta a costa de sanar dichas heridas. Tan pronto como fue tratado su cuerpo se dio por vencido; en cuanto el siervo se alejó para levantar el candelabro, Lawson dejó caer su cuerpo al suelo, descansando a merced de lo que ocurriese, importandole poco ya dicha situación, incapaz de resistir más.
"Resiste..."
Una voz familiar resonó en su cabeza, tan tranquila y gentil, tan nostálgico. Todo estaba oscuro, pero a los pocos minutos el dragón abrió los ojos con dificultad, rebuscando con cierta torpeza donde estaba. Lawson yacía en el suelo, recargado contra la pared de una de las celdas de las mazmorras. Incauto se preguntaba como había llegado, pero le era imposible recordar que ocurrió exactamente en ese pequeño lapso de tiempo. Pestañeó varias veces, con un semblante deplorable y lamentable al respecto, llevando sus manos al frente para ver ambas manchadas, para ver aquel collar aún entre sus dedos negrizos. "Parece que no lo perdí otra vez." Pensó al ver el objeto, hasta que la voz del siervo llamó su atención nuevamente, acompañado de un empujón para traerle a la realidad.
Soltó un quejido y apretó los dientes, presionando con fuerza el objeto para ocultarlo torpemente en el interior de su chaleco. Elevó el rostro y miró con desprecio al siervo que ahora le cuestionaba su verdadera intención. Se cruzó de brazos y presionó su propio cuerpo, adolorido e incapaz de moverse más de la cuenta; únicamente lo vio tomar asiento frente a el, dejando ver curiosidad en su semblante. Guardó silencio unos segundos, viendo solamente con desprecio a quien se ocultaba en el cuerpo de otro arcano; lo había descubierto con tal cuestionamiento tan incoherente. No decía nada, solamente intentaba mantenerse en una posición correcta. Miró al arcano y por detrás de este, vio al vástago arrastrarse hacia ellos. El dracónido echó su cabeza hacia atrás y dejó escapar un suspiro abatido, seguido de una risa un tanto forzada. - ¿Y que ganaré si se lo digo?...- Negoció con el arcano mientras miraba el techo manchado, tomando con discreción cuanto aire le fuera posible, impulsando su propio cuerpo. No esperó ni dejó que el ajeno tuviera tiempo de contestar tales palabras tan impensables; Lawson tomó impulso y en un movimiento veloz regresó su rostro hacia el frente y, en cuestión de segundos, escupió una sustancia negriza sobre el rostro del arcano que intentaba averiguar cosas que no eran de su incumbencia.
El ácido cayó en gran parte de su rostro, y con sólo tocarlo podia escucharse un sonido grotesco; la piel reaccionando a la sustancia corrosiva. Una vez expulsó el ácido tosio de una manera forzada, escupiendo sangre de por medio dado el esfuerzo; sin esperar aprovechó la reacción del siervo y golpeó con fuerza sus piernas con su pie, empujandolo fuertemente para que cayera en garras del vástago.
- Tenga la decencia de decírmelo usted mismo. -
Sus palabras fueron claras pese a la voz ronca que se notaba, lo descubrió en voz altas y solamente dejó que el cuerpo del arcano fuera un sacrificio ahora que sabía que el verdadero problema era alguien más. - Ya sabe como llegar, estaré esperando... Seguramente será divertido. - Se mofó el dragón, apoyando su mano en la pared para levantarse poco a poco; pero tan pronto como lo hizo, su collar finalmente calló al suelo nuevamente, quedando a la vista del siervo antes de ser devorado por completo.
Un collar antiguo, manchado con sangre pero con un aspecto sumamente cuidado. El siervo finalmente lo habia visto; ¿Pero lo habia visto el real o el falso?
Lawson reaccionó al instante y antes de que el ser de oscuridad arrastrase tan pequeño objeto con el siervo, escupió como pudo una ráfaga de hielo para impedir que avanzara más. Una vez inmovilizado avanzó con cuidado y solamente se agachó para tomar entre manos aquella pertenencia. Miró el objeto manchado y por debajo de este veía como el vástago devoraba la sangre del cuerpo del siervo, quien solía ser su compañero. Ivka presionó el collar y lo guardó en su bolsillo, se apoyó en la pared y miró con desprecio tal situación, manteniéndose impio. Aquel siervo era remplazable, lo sabía perfectamente; e Ivka haría lo necesario para seguir manteniéndose a la raya en dicha situación.
Respiró profundo y de recargó con suma pesadez en la pared, manchandola sin cuidado. Lo peor estaba por venir apenas, lo sabía bien. Cerró sus ojos y esperó callado, quizá, sería la última vez que se tomaría un momento para intentar respirar adecuadamente y relajarse siquiera un poco.
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Post by Azarel Mstislav on Jul 10, 2018 3:21:32 GMT
Mstislav se quedó un momento en profundo silencio, mirando fijamente al sirviente.
—Ya lo veremos —Fue lo único que comentó en un tono mordaz al verlo directamente a los ojos, sabía que, al ser un siervo de el afamado castillo Velfast, no le importaría morir con la boca cerrada, pero tampoco pensaba darle algo a cambio, o siquiera que saliera con vida de aquella habitación, eran demasiados ojos y oídos con esos dos arcanos, con suerte los dos se pudrirían en aquella celda.
Pero antes de poder decir algo más, el sirviente le embistió con un ataque ácido, el hombre soltó un gruñido ronco, haciéndose hacia un lado con la carne derritiéndose en la piel ajena, pero el dolor era el mismo. Cayó de bruces contra el suelo, justo debajo de las fauces de aquel animal agonizante pero aun con fuerzas para devorar, tomó a Abraham de las fauces, reprimiendo sus impulsos de tronarle la mandíbula, pues sus fuerzas y odio estaban dirigidas directamente al arcano en frente de él, Azarel lo empujó, aún en aquella forma de sirviente, sin atreverse a dejar a un lado el disfraz para mostrarse ante ellos. Con una sonrisa deformada por el ácido en su piel casi visto hasta el hueso, el hombre miró a Lawson. Conocía demasiados caminos para que un arcano sollozara, suplicara o susurrara lo que él quería saber. Ellos no serían la excepción.Lo haría despacio, pues tenía toda la noche por delante.
Pero algo lo detuvo.
Tan solo fue una ráfaga de segundo, pero aquel tintineo que tan solo resonó tres veces en el suelo fue suficiente para captar su atención, y aquella imagen que duró segundos cortados por el sirviente que volvía a esconder el objeto entre sus prendas, hizo que el hombre se pusiera de pie, casi ido.
La sorpresa pasó a la ira de un momento para otro.
Mstislav se abalanzó hacia el sirviente, tomando su rostro con su mano mientras lo estrellaba contra la pared, haciendo que se mantuviera de perfil para evitar que le volviera a escupir, aún con el dolor insoportable en su rostro, le golpeó el brazo hacia la pared, metiendo su mano en sus ropas hasta dar con el objeto.
Miró el medallón como uno lo hace cuando mira un tesoro perdido, sus ojos se abrieron de par en par. Apretó el collar entre sus dedos, golpeando al sirviente contra la pared rocosa con fuerza.
—¿Dónde conseguiste esto? —. La voz del sirviente se deformó mostrándose como dos ecos en un solo cuerpo, la verdadera voz de Mstislav, aquella escondida tras la piel ajena. —¿Lo robaste? —. Mstislav apretó los dedos contra el rostro ajeno, el cual lo mantenía fuera de su alcance y de su aliento corrosivo. —Contéstame —. Advirtió furioso, mientras los ojos del sirviente cambiaban a un color azul pálido.
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Abraham Shelley
Los Invictos
El pasado por más que se deje atrás, te alcanzara.
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Post by Abraham Shelley on Jul 12, 2018 21:28:43 GMT
Maltratado y con heridas abiertas que tardaban en sanar aun en aquella abominable forma incluso con la influencia de la Luna Roja el vampiro se arrastraba lastimosamente hacia el par que estaban a una considerable distancia a la suya, pero los gruñidos le hicieron levantar su cabeza del suelo a duras penas para observar como el cuerpo de uno de los sirvientes se dirigía a el torpe e indefensamente. Por instinto y hambre la criatura abrió sus fauces agradeciendo más que satisfecho la complicidad con el otro sirviente, aquel que le había dejado tan maltrecho su cuerpo, pero aquel bocado simplemente no se iba a dejar devorar tan fácilmente.
Con destreza y una fuerza que no aparentaba tener aquel sirviente le fue relativamente fácil evitar que las fauces de la criatura se cerraran en cualquier parte de su cuerpo siendo apartado de su presa nuevamente derrotado y puesto otra vez como un espectador de las preguntas que no eran respuestas, por el contrario, reacio a que de sus labios saliese alguna palabra que satisficieran las dudas del contrario en cuyas palabras se notaba la irritación que le causaba el silencio del interrogado.
Sigilo: Habilidad de pasar completamente desapercibidos siempre que no los estén viendo directamente.
Ignorado nuevamente por su lamentable estado el vampiro era seducido por el dulce aroma a sangre que había sido capaz de oler tan cercanamente cuando el sirviente cayo por breves segundos bajo sus fauces, como un vino destapo, distinto e igual de tentador que el líquido que escurría de las heridas del dragón.
Bestia sin raciocinio, criatura que tan solo deseaba satisfacer aquellas noches el pozo de sed en su pecho que mantuvo seco por tantas décadas, absteniéndose de beber sangre de humanos y sus pares por una promesa al fin rota, sin ruido alguno, como la sombra que se escabulle entre los dedos del temeroso la criatura a duras penas, ahogando los gruñidos de dolor en lo más profundo de su garganta se pudo poner nuevamente en pie, calculando cada paso que daba mientras la escena entre ellos dos, las preguntas y el silencio del dragón se habían vuelto el centro de toda atención.
Los ojos de Ivka fijos en los del falso sirviente miraron a la figura detrás del arcano, la sombra del vampiro que ahora por la luz carmesí que entraba por una de las ventanas abarrotadas de la celda proyecto ante la vista del impostor la figura de la enorme criatura antes de que su vista fuera engullida por la oscuridad.
Quizás con cierto regocijo o tal vez confusión por el tono de voz ajeno familiar en sus recuerdos el amphitere observo como las fauces del vampiro se cerraron como una trampa sobre la cabeza del farsante llegando sus dientes a perforar el pecho ajeno con su enorme mordido a su vez que permanecía la cabeza del contrario en su interior, con deleite el vampiro sentía la sangre brotar de las heridas e inundar su paladar y con más disfrute sintió la lucha del contrario por liberarse del sorpresivo ataque.
Con las fuerzas que le quedaban el vampiro en su nuevo frenesí zarandeaba el cuerpo lo más que podía sintiendo como la ropa, piel y músculos se desgarraban contra cada azote, pero tal deleite se desvaneció al sentir nuevamente las firmes manos sobre sus fauces esta vez llegando hasta su rostro golpeándolo con tan brutalidad que luego de un par de minutos enfrentados en una lucha donde el vampiro se rehusaba a soltar a su presa tuvo que ceder al fin y liberarlo cuando una de esas manos llego a uno de sus ojos amenazando con arrancárselo por la fuerza que estaba ejerciendo en la cuenca del vampiro.
Jadeante, al fin sin más fuerzas para mantener una lucha más, tirado en el suelo junto al cuerpo del arcano atrapado en sus fauces que al fin libero la sangre del contrario se escapaba de su boca y cuya lengua tan agonizante como el propio vampiro lamia del suelo con tal de llenarse de su tan ansiado néctar. Su cuerpo se curaba, ya lejos de las garras de la muerte y rozando la inconsciencia la criatura observaba la figura ahora maltrecha de ambos sirvientes con cierta vileza y remordimiento.
Y pensar que el tan solo deseaba encontrar una flor para curar los dolores que le atormentaban.
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Post by Ivka Lawson on Jul 13, 2018 7:15:00 GMT
No tuvo siquiera un momento de paz, pues en cuanto abrió sus ojos y recuperó el aliento vio como aquella bestia utilizaba sus últimos momentos de consciencia y fuerza para desahogar aquella rabia y furor contenidas, buscando apaciguar el hambre tan natural que caracterizaba a los de su raza; vio con impacto tal escena, el como utilizaba dichosos colmillos contra aquel arcano, la sangre derramandose y el olor entremezclandose con el hedor de la celda, casi provocando a los demás animalejos que reposaban encerrados en las mazmorras. La sangre escurria y gemidos roncos de dolor se escuchaban con ecos por las paredes... Pero fue en vano, pues a la brevedad se pudo ver la fuerza real del ajeno contra la bestia de más de dos metros, quien fácilmente de deshizo del vástago pese a las heridas en el cuerpo, pese al dolor. Aquel siervo sonreía de una forma grotesca pese a todo. Lawson mostró un semblante sorprendido y asqueado, e inconscientemente intentó moverse, alejarse cuanto antes... pero le fue imposible. Su collar había sido guardado a gran velocidad pero aquel extraño se había abalanzado contra el sin siquiera dudarlo, más molesto que antes.
Un quejido escapó de su boca ante el fuerte impacto sin compasión, la roca contra su rostro y el mismo dolor del golpe provocaron un semblante irritado, el como fue fácilmente detenido dada la debilidad de su cuerpo y su egocentrismo al creer que había acabado todo fueron su mayor dolor; mismo que se vio opacado al sentir como el arcano usmeaba y buscaba entre sus prendas, hasta dar con aquel objeto que guardaba con recelo. Supo al instante que lo tenía entre sus asquerosas manos, sabía que se lo quitaría, sabía que estaba en problemas; pero el dragón no reaccionó de forma coherente, al instante su piel se erizó y sus pupilas se contrajeron, con ira. No podía ver el rostro ajeno ni mucho menos, pero forcejeó como pudo, intentando calmarse para recuperar lo que era suyo, pero no podía. Lo único que recibió en ese momento fue otro golpe contra la roca, agravando más el anterior, pero poco le importó, intentó contenerse pero no pudo, su paciencia se iba pero sus fuerzas volvían solamente por esa situación tan problemática.
- No lo toque...- Masculló entre dientes mientras ignoraba su primer pregunta, gruñiendo cual animal mientras intentaba liberar su mano, sin mucho éxito al parecer. Sentía la presión de los dedos sobre su rostro, el dolor de todo su cuerpo, las heridas, la voz del hombre que parecía ser otra; era consciente de todo ello, pero aún así, su instinto animal combinado con esa furia retenida despertaban un lado caótico, mismo que residía en su interior por culpa de aquel ritual llevado a cabo días atrás. - NO LO TOQUE. - Ordenó en un grito con furia, mostrando los dientes con cierto desespero y enojo, forcejeando de manera errónea para intentar liberarse. Se mordió el labio con suma fuerza y de imprevisto sintió con mucha más fuerza la presión de aquellos dedos junto con otra pregunta. No hubo respuesta por su parte, el dracónido se mordia el labio con insitencia para retener su ansiedad y su furia, sacando sangre sin importarle ya. La presión aumentó más dada su terquedad a guardar silencio, un semblante irritado se dibujó en su rostro y sólo escuchó como aquel extraño le ordenaba contestar con una furia notoria en aquel tono de voz.
El dragón soltó un suspiro forzado y dejaba escapar su respiración de una forma audible y cansada. Seguido de ello puso todas sus fuerzas restantes para actuar y, de manera forzada, giró como pudo su rostro, sintiendo aún como el arcano le sostenía con fuerza; cubriendo ahora gran parte de su rostro. Guardo silencio pocos segundos, peleando contra la fuerza del hombre que intentaba regresar su rostro contra la piedra. - No...- Dijo apenas con la voz entrecortada. - No tengo porque responder eso. - Se atrevió a guardar su respuesta, mirándolo con ojos ladinos pero nublados, sin temor a perder algo, sin temerle pese a lo grotesco que se veía, sin esperanza a salir vivo. Retuvo su ira pero continuó forcejeando apenas con fuerzas para arrebatarle su collar, pero le resultaba imposible. Lo miraba con cierta ira pero resignado, aún con el pequeño deseo de recuperar su objeto; con temor de perderlo nuevamente. Tan pronto como el dragón dijo aquello, sintió como era azotado de nueva cuenta contra la pared; con más furia y rabia que antes. Sangre escapó de sus labios y finalmente de aquel golpe anterior emergió aún más sangre, manchando la pared y su rostro. No tuvo tiempo para quejarse siquiera, antes de darse cuenta fue arrojado con suma facilidad al suelo por aquel sujeto, quien en un sólo movimiento le transmitió todo su odio por algo que el dragón aún no entendía del todo.
El cuerpo del sirviente derrapó contra el suelo liso y finalmente quedó tirado por un lado, dándole la espalda al hombre y lo suficientemente lejos del vástago como para sufrir algo. Respiró de manera forzada y tosió con fuerza, escupiendo sangre nuevamente. Guardó silencio, ignorando al arcano y lo que hacía, dejando de lado el hecho de que ya parecía mostrar su verdadera identidad. Se dejó rendir y dejó que su cuerpo reposara tras ese último lanzamiento.
Solamente se escuchaba la respiración del dragón en la celda. Hasta que habló con dificultad.
- Necesito ese collar...- Murmuró cansado mientras se giraba poco a poco, reincorporarse lento, apoyando sus manos en el suelo dejando ver un tremor notorio en sus brazos dado el esfuerzo. - Devuelvamelo y mateme. - Dijo con una voz seca y fría, pero decidida; sabía a duras penas a lo que se enfrentaba, pero durante años se había visto envuelto en situaciones similares, no había diferencia alguna con el pasado en ese aspecto, esta vez lo único diferente era el final, sabía que moriría... y por ello, debía morirse con aquel objeto que atesoraba desde hace tantos años. Sólo eso necesitaba ya, pues no tendría a que aferrarse cuando fuera el momento. - Un pedazo de metal que no vale nada para usted es mi vida entera, así que, devuelvamelo y termine con este estúpido juego. - Su voz estaba tan débil y ronca, pero sin importar que, se notaba el desespero en recuperar lo que era suyo; sin embargo, durante esos momentos en los que habló, no se atrevió a verlo, mantuvo su rostro agachado, derrotado y humillado. Había fallado como sirviente, como protector, como amigo. ¿Qué más podía hacer sino pedir que lo dejaran morir junto con aquel pedazo de metal que tanto había atesorado consigo?
Sin más esperó, preguntándose vagamente porque tal interés en ello; ¿Por qué resultaba aún más importante su pertenencia que aquello por lo que había venido en primer lugar? Dudó un momento, y sin más elevó el rostro, viendo a aquel hombre con el semblante furioso, clavando sus ojos azul pálido en él. Se estremeció por un momento, como si pudiese ver a través de él.
Guardó silencio y sin muchas fuerzas se puso de pie, presionandose un costado como si aquello le diera equilibrio alguno. Sin más, miró al hombre fijamente a los ojos mientras mantenía su distancia y dejaba clara su intención, admiró con calma aquel color pálido, recuperando por brevedad el recuerdo de aquellos ojos azules del humano del pasado. Se quejó al recordarlo, pero se mantuvo inmerso en aquel rostro, esperando a recibir en cualquier momento el golpe final.
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Post by Azarel Mstislav on Jul 14, 2018 3:06:09 GMT
Pronto todo comenzaba a ser más pequeño, el hombre tirado en el suelo, la bestia queriendo devorarlos, el cuerpo que utilizaba resultaba ser demasiado débil, tan herido, tan extraño… Olvidó por completo su misión en primer lugar, como si aquello ya no importara en lo absoluto, ahora todo decaía en ese pequeño medallón en su mano. Escuchó las palabras sofocantes del sirviente deseándolo de vuelta y luego morir con él. ¿Por qué? Y de pronto sus miradas se entrelazaron por primera vez en toda la noche, el hombre lo miró fijamente, su rostro se deformó en uno derrotado, pero a la vez curioso, aquel que Mstislav creyó haber borrado de sus recuerdos…
No.
Mstislav frunció el ceño, haciéndose hacia atrás mientras apretaba el medallón entre sus dedos. Gruñó, como si la magia negra utilizada para estar en ese cuerpo le estuviera costando demasiado. Se tomó la cabeza adolorido, perdiendo el equilibrio y de un momento para otro, el sirviente abrió los ojos de par en par, sus ojos rojizos volvieron en sí, siento de nuevo aquel siervo de la entrada.
Parpadeó un par de veces y cuando fue partícipe de la situación en la que se encontraba comenzó a respirar agitado.
—¿Qué pasó? —. Susurró entrando en un profundo miedo, soltando de pronto el collar, como si fuera algún tesoro maldito. —No hice nada malo, ¿Qué hago aquí? —. Su respiración seguía siendo acelerada mientras su cuerpo poco a poco recordaba el dolor de su ser, observando donde realmente se encontraba, llevó su mano a su rostro y comenzó a gritar de terror al sentir su tacto con el hueso y de pronto se tomó el estómago, poniéndose de rodillas, jadeó mientras gotas de sudor escurrían por su rostro acompañadas de lágrimas de dolor y desesperación, y como un rayo, todo pasó demasiado rápido, su boca se abrió por sí sola, sacando humo, cenizas y algo de sangre de por medio, pronto la plasta negra formó un cuerpo, como si hubiesen arrojado un bote lleno de tinta sobre alguien, y el cuerpo del sirviente cayó, como un cascarón vacío, completamente tieso frente a la criatura, terminando como cena en noche de luna roja.
Mientras tanto, la plasta negra comenzó a levantarse, tosiendo de vez en cuando debido al acomodo de los huesos y la piel ahora nuevamente suya, jadeó con pesadez, debido al hechizo que se vio interrumpido. Cuando se puso de pie, su cuerpo absorbió la oscuridad como si siempre hubiese sido parte de él, dejando ropas simples y holgadas para no entorpecer la transformación. Sus ojos azul pálido brillaron en la penumbra, encontrando directamente a Lawson, mientras su respiración aún era cortada, se acercó a Abraham, y antes de que pudiera levantarse acomodó su pie en su rostro, apretándolo contra el suelo como si de un perro se tratase, y luego, jalando al sirviente casi desmembrado, se lo acercó a las fauces.
Después se dio la media vuelta, dándose el tiempo para recoger el medallón del piso, caminando hacia Lawson, lo fulminó con un par de ojos que sembraban la ira y el dolor dentro de su ser. Lo tomó por el cuello, levantándolo del suelo hasta que lo tuvo cara a cara.
—No quiero oír tus súplicas de misericordia—. Sus dedos se apretaron contra el cuello ajeno, mientras su rostro de piedra se fijaba contra él. —¿Dónde lo conseguiste? —Puso al mismo tiempo, el medallón frente a su rostro, para que lo viera de cerca. —¿Lo robaste? ¿A quién?
Los recuerdos comenzaron a invadirlo como olas enfurecidas, haciendo que su voz saliera ronca y en cierta medida desesperada. Debido a las ropas holgadas que le acompañaban, un pequeño atisbo de material brillante lograba asomarse entre la tela, al mismo tiempo que el lazo que rodeaba su cuello.
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Post by Ivka Lawson on Jul 14, 2018 8:34:55 GMT
El momento finalmente parecía llegar, atisbos de dolor en el cuerpo entero junto con bajas pulsaciones; podía sentirlo y con ello, su visión de volvía pobre y ligeramente nublada. El sirviente no prestó atención al vástago que ahora se alimentaba de los restos tan grotescos y asquerosos que quedaban de aquel pedazo reemplazable, únicamente miraba con atención y precaución a aquel hombre que se acercaba lentamente, haciendo resonar sus pasos en el suelo.
No retrocedió, por el contrario, se mantuvo firme y con una postura erguida pese al dolor muscular. Sintió como aquel sujeto lo fulminaba y le deseaba más dolor posible, sabía como era esa sensación, pues había visto a hombres fuertes como aquel como si nada, cual libro abierto ante el mundo de las emociones humanas; derrotado y aturdido por simples cosas como ello. Pudo ser testigo del odio y del dolor que denotaban aquellos ojos cansados, aquel semblante tan sincero que sólo quería terminar con todo, pero sin razón aparente o lógica para el ampithere. No lo comprendía, ¿Por qué le resultaba relevante? ¿Quien era? ¿Qué sabía?
Y las preguntas no ayudaban a Lawson, sólo le mantenían distraído como una forma de calmar el dolor que seguía, una forma de apaciguar su realidad antes que caer por completo. No hubo respuestas, no había nada ni nadie que pudiese explicarle con coherencia que ocurría, o al menos no en dicho momento; y tan pronto como aquel hombre se acercó, sintió como le era privado el aire de una forma sumamente sencilla a la cual no se opuso, pues ya lo aceptaba con anhelo.
Se quejó al respecto, el tacto contra la piel quemada de su cuello y la presión que le quitaba cualquier oportunidad de respirar le mantenían preso y sin alternativas. Su voz apenas salía de sí, y el dragón abría apenas sus labios para recuperar el aliento, para hablar y mofarse en sus últimos instantes. Pero nada. Escuchó sus palabras y solamente soltó su cuerpo, mirando con respectiva frialdad aquellos ojos, rendido. - Jamás suplicaria misericordia, mucho menos a un mártir. - Habló con odio pero calma, fijando sus pupilas en aquel hombre, siendo consciente de como ahora todo parecía volverse más borroso. Su voz era ronca y débil, pero no titubeaba pese a que se entrecortaba entre respiraciones agotadas.
Los sonidos se alteraban a su alrededor, las formas parecían perderse y la poca luz era menos brillante. Y aunque tenía el collar justo al frente de su rostro, lo sentía aún más lejos que antes, de una manera sumamente tortuosa y desagradable. Lawson observaba al arcano, el cabello blanco y aquella barba, apenas notando el lazo que rodeaba el cuello ajeno; no sabía quien era ni que quería, pero tenía la certeza de que hablar o no hablar tendría el mismo final para él, entonces fue ahí cuando el dragón consideró seriamente hablar respecto a su pertenencia, no sucedería algo relevante, no en esas circunstancias ni con un sujeto ajeno a su pasado.
El siervo intentó moverse, consiguiendo apenas que sus manos subieran un poco y se aferraran con insistencia a la mano que le sostenía con fuerza. Lawson apenas aplicó fuerza con sus dedos negrizos, solamente se sostenía de aquel hombre y lo miraba aún con serenidad, bastante apacible pese a saber que seguiría. - Fue un obsequio...- Esta vez su murmullo titubeó al principio por la falta de aire, tan pronto como pudo, intentó zafarse de aquella mano, rasguñando apenas la piel contraria, temblando más por la gravedad que iba en su contra. - Novgorod, Rusia. - Completó con dificultad, aferrando sus manos al ajeno y mirando despectivamente aquellos ojos con sus pupilas contraídas, fijándose a ver a través de aquellos ventanales apagados frente a sí con su último aliento. Ya no tenía porque ocultar ello, de nada le serviría al otro arcano saber algo tan personal y mundando. El no sabría cuán doloroso e importante era, no lo permitiría; aún intentaba mantener consigo un poco de dignidad.
- Alguien de cabello castaño y ojos azules me lo dio cuando éramos jóvenes. - Lawson hablaba con suma franqueza y frialdad, sin temor, presionando con falsas esperanzas aquella piel, sin parpadear, sin moverse demasiado, respirando entre tanto y tanto. - Alguien que era fuerte de espíritu pero frágil por su naturaleza. - El siervo sentía como la presión en su cuello aumentaba y disminuía entre ratos por sus palabras, sentía como aquello parecía perforarle la piel aún débil por la quemadura que había quedado marcada. - Alguien que vio más que un animal, pero luego me desechó como lo que era en verdad. - Gruñó con dificultad, apretando los dientes al sentir más fuerza tras esas palabras. Saliva escapaba apenas por la comisura de sus labios, ya no tenía tiempo, todo se agotaba tan rápido...- Alguien que ya debe estar muerto. - Dijo con su último aliento, apartando esta vez su mirada, dejando caer su cabeza ligeramente hacia atrás, ahora observando el techo con cansancio, soltando la piel ajena y dejando caer sus manos sin hacer escándalo aparente. - Un humano. - Y tan pronto como lo dijo, el arcano tomó un impulso y apoyó sus pies sobre el pecho del arcano. Estiró su brazo y tomó con fuerza aquel lazo que decoraba su cuello; podría usarlo a su favor, similar a una soga para privarlo del aire. Lawson sujetó el lazo y tiró de él, al mismo tiempo que empujaba con sus pies el cuerpo entero del ajeno y el salía impulsado. Pero aquel extraño no lo soltaba, presionaba de una forma insistente su cuello, y aquel movimiento forzado sólo provocó que ambos cayeran al suelo, consiguiendo solamente romper el lazo de la pertenencia del otro, cayendo él por un lado, dándole la espalda nuevamente y aquel collar cerca del mayor. Un tintineo resonó en el suelo, pero el dragón solamente se contrajo y tosió doloso, palpando su propio cuello herido como si el fuego volviese a su piel manchada.
No esperaba que alguien ajeno a su persona lo entendiera, no esperaba que alguien como él lo comprendiera, estaba resignado a la situación, y aunque odiaba admitirlo, tenía miedo de no tener aquel collar consigo para aferrarse a el cuando lo nataran por fin. No tuvo opción, el dragón apenas sintió que podía respirar nuevamente intentó reincorporarse, pero se notaba el hastío y cansancio. Ya no prestó demasiada atención; cerró sus ojos y ocultó sin más su rostro contra el suelo, apretó sus puños y dientes e intentó resistir el dolor del recuerdo.
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Post by Azarel Mstislav on Jul 14, 2018 16:57:57 GMT
Un sepulcral silencio invadió las mazmorras, ni siquiera las criaturas de la oscuridad se atrevieron a gimotear en sus celdas, por lo que tan solo el sonido del viento que se colaba entre las diminutas barras que daban al exterior en lo alto de la pared chiflaba hacia ellos. El rostro furioso de Mstislav comenzó a suavizarse, pero sin dejar el semblante frío que siempre portaba con él, su mano dejó de apretujar el cuello ajeno, como si las fuerzas de pronto le faltaran.
Los recuerdos ultrajaban su cabeza, como si el viento no te dejara avanzar, como si el mar no dejara de ahogarte…
“He traído esto especialmente para ti, no solo significa nuestra amistad, si no, dos mundos unidos entre sí”
No.
No era posible.
Mstislav abrió la boca para hablar, pero en ese mismo instante sintió un empujón de parte del arcano, mientras un dolor agudo se propagaba por su piel debido al jaloneo del cordón, pero por alguna razón que desconocía no lograba soltarlo, como si quisiera ahuyentar a aquel fantasma para que lo dejara tranquilo, como si todo lo que soltaba el arcano fuesen más que mentiras de alguna venganza desde hace años…
Solo cuando cayó al piso su mano al fin cedió. Se quedó un rato tumbado en el suelo, observando como su propia pertenencia caía al suelo, y como el arcano tumbado, herido y aún con las suficientes fuerzas de apartarlo y luchar se encontraba a escasos centímetros. Tan cerca. Tan lejos.
Mstislav lo observó por unos segundos, y luego observó el collar de Lawson entre sus dedos, apretándolo ligeramente como si así pudiera percatarse de que era de verdad, que no era tan solo una ilusión o alguna broma de su subconsciente.
Alguien que vio más que un animal, pero luego me desechó como lo que era en verdad.
—Entonces, ¿Por qué conservar el recuerdo de aquel que te desechó? — Esta vez su voz fue casi como un susurro ronco, mientras mantenía la mirada fija en el objeto. Levantó su mirada hacia él, mientras lentamente se ponía de pie.
Quizá no estaba tan equivocado, quizá en realidad el hombre que buscaba en realidad había muerto. —Es bueno creer en la muerte para no decepcionarte con la realidad, descubres cosas que ya no existen, con la muerte esos recuerdos jamás cambian —Mstislav se acercó a él, entregándole el collar, mientras tomaba el propio del piso, se dio la media vuelta, dándole la espalda por completo, atando el lazo de nuevo en su lugar.
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