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Post by Farren Jawzahr on Feb 27, 2018 7:04:09 GMT
La cita estaba hecha y Farren había mandado traer a quien quiera que fuese su acompañante de esa noche. Bajo instrucciones especificas, fue su mas fiel sirviente quien se encargó de que fuera un viaje lo mas rápido y cómodo posible.
El elfo estaba algo ansioso y preocupado, y pensar que había aceptado los servicios de aquel querubín por una apuesta perdida. Le preocupaba un poco que fueran a pensar de él, sobretodo su "prometida" quien por nada del mundo podía enterarse de lo que estaba haciendo. Era una mala idea lo mirara por donde lo mirara y si fuera por él, habría hecho la cita en un lugar menos publico, pero ya estaba ahí y había alguien observando que cumpliera su parte, eso sumado al hechizo que tenia encima que aceleraba su corazón de vez en cuando. Así que eligió un pequeño pueblo cerca de la playa de Aqualia, donde se estaba llevando acabo una pequeña celebración, al parecer una tradición en la que el pueblo estaba decorado con flores en color rojo, rosa y su derivados, incluso mientras caminaba para llegar al punto de encuentro recibió varios collares de flores por parte de algunas arcanas, no sabia el significado que pudiera tener, pero igual las aceptó recibiendo algunas sonrisas coquetas.
Final mente llegó a la orilla donde habían un pequeño establecimiento con techo de palmas secas, antorchas y unas cuantas fogatas mas cerca del agua y uno que otro arcano a su al rededor, al parecer en parejas.
Tomó asiento en unos cojines que estaban en el suelo, sobre telas gruesas y coloridas que evitaban el contacto con la arena. Era un ambiente bastante agradable y tranquilo, la brisa marina que traía consigo el aroma salado del mar, ondeaba sus finos y lacios cabellos, al igual que la ropa holgada y que dejaba ver un poco mas de la cuenta los músculos de su torso. Inhaló profundo y exhaló hundiéndose mas en los cojines para relajarse y sacar cualquier preocupación de su cabeza. Seria solo un encuentro casual para deshacerse del hechizo ¿que podría salir mal?
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xien
Los Invictos
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Post by xien on Feb 28, 2018 5:05:15 GMT
No hay un solo corazón que este libre de pecado, que sea tan fuerte como para resistir los embates de la constante abstinencia, no existe voluntad tan resistente que pueda ignorar las mas bajas pasiones, instintivas y propias de nuestros bestiales orígenes. Xien no era la excepción a esta regla; aunque su nueva vida como sacerdote del dios innominado lo había dotado de una nueva perspectiva ante la vida, dentro de su ser aun existía aquel cazador de arcanos, lleno de lujuria; hacia mucho tiempo que no sentía la piel de otro ser, el aliento que se transmite de boca a boca. Su sexo se alborotaba día tras día entre sus piernas, ya no distinguía entre machos y hembras, siempre listo para atacar le inundaba de vergüenza, pero ¿que podía hacer?, ¿cortarlo?.
Todos estos pensamientos rondaban en su mente, mientras viajaba en el carruaje que habían enviado por el: su corazón palpitaba estrepitosamente, el aire se sentía denso, cada respiración era una lucha, sintió perder el sentido por un momento, pero seguía vivo, todo era culpa de la maldición del querubín, - ¿que demonios estoy haciendo?-, y para colmo la ligera vibración causada por el viaje empedrado, había despertado al incomodo invitado, eso no era culpa del hechizo.
-Hemos llegado señor- el transporte se detuvo justo a la orilla del malecon, la playa no estaba muy lejos, Xien se desprendió de sus sandalias para poder sentir la suavidad de la arena fría, ¿ como saber exactamente cual era su pareja?, una nota con el nombre no bastaba para identificarle, pero, si aquel conjuro te ata con el otro ser, entonces no se necesitan los ojos para llegar a su encuentro, cerro los ojos y se dejo llevar por el conjuro. Sintió el calor de las llamas a su paso, pero no pertenecían al lugar de su encuentro, poco a poco se fue acercando, el calor de su piel se elevo de pronto, y sintió una extraña fuerza que guió sus pasos a un lugar que estaba mas alejado entre si que el resto, al abrir los ojos se encontró con un hombre, parecía disfrutar en demasía la brisa marina jugar con su cabello.
-Buenas noches, ¿es usted Jawzar?- dijo al momento de sentarse en el cojín contiguo, tuvo que usar las ultimas fuerzas de la voluntad divina que le quedaban; para sostener su mano derecha que, rebelde, quería poder sentir las formas de su abdomen.
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