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Post by Ivka Lawson on Apr 1, 2018 9:45:21 GMT
Una fría brisa invadió su pecho, aire que por fin podía sentir correr a través de su cuerpo y ahogarle con cierta vitalidad; el arcano reposaba en la cama de su habitación, postrado hacia arriba con las manos a los lados, silencioso y con el rostro casi falto de vida. Respiró profundo y en cuanto sintió el aire nuevamente tocar sus pulmones abrió los ojos a prisa pero sin mover un sólo músculo. Rebuscó con sus pupilas alrededor, respirando con cierta agitación al ver que podía sentir su palpitar otra vez.
Podía sentirlo, estaba vivo. Y al reaccionar a aquel simple hecho, el dragón se reincorporó de golpe sobre su cama, clavando firmemente sus manos contra la fina tela; mostrando solamente un rostro lleno de asombro y confusión. Su respiración se hizo más notoria, agitada y nerviosa, llevó ambas manos frente a su pecho y las miró con ansiedad. En su desespero por saber que había sucedido exactamente se levantó de golpe de aquel lecho, pero sus piernas flaquearon ante el mareo imprevisto por tal movimiento brusco. Cayó al suelo, llevandose consigo parte de una tela entre los pies y una jarra con agua que había por un lado sobre una pequeña mesa. Le restó importancia y como pudo se arrastró al baño de la habitación, buscando cuanto antes un espejo.
Una punzada de dolor invadió su cabeza, haciéndole morder su labio inferior con molestia por ello mientras abría la puerta. Logró ponerse de pie pese al tremor de sus piernas; entró con ansia y se miró en cuestión de segundos al tener la oportunidad.
El aire se detuvo, los ruidos se esfumaron y aquellos ojos color blanco quedaron fijos al reflejo que se mostraba. No hubo palabras, ni siquiera su respiración era audible ahora. Todo se quedó callado por brevedad, comprendió la trampa que había sido tejida por el mismo con ayuda de Azazel.
La "tranquilidad" se esfumó hasta que por fuera de la habitación se escuchó un fuerte golpe, seguido de pequeños fragmentos caer al suelo y un fuerte grito de furia.
- ¡ESTO NO ES LO QUE PEDÍ! - Gritó el dragón para sí con dolor mientras apartaba ambos puños del espejo roto, viendo como la sangre escapaba de entre su piel ahora oscura. Poco a poco fue perdiendo fuerza, cayendo sobre sus propias piernas para terminar de rodillas y con la cabeza baja. Nuevamente llevó ambas manos al frente, abriendolas con lentitud para ver como la sangre fluia sin problemas por los fragmentos que habían quedado clavados en su piel.
-Прости меня...-
Su voz fue sumamente débil al pronunciar aquello, y antes de poder siquiera pensar algo más, una figura que sobresalía del bolsillo de su pantalón le hizo acallar por completo. Sin prisa alguna llevó su mano a este, y del mismo sacó con sorpresa su reloj y un collar que conservaba de años atrás, a ambos los miró con nostalgia y sin fuerza alguna solamente los dejó caer al suelo.
Se sentía agotado y el dolor de las heridas regresaba nuevamente, pero no había más que hacer; lamentarse y llorar ya ni siquiera era una opción, las cosas fueron hechas y no existía remedio. Guardar silencio fue su mejor arma en tal situación, esperaría a quedarse inconsciente otra vez.
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Post by Evangeline on Apr 1, 2018 10:34:24 GMT
El camino de regreso fue largo y tortuoso para su alma; lloró todo el tiempo. No podía quitarse de la cabeza todas las imágenes que de aquí en adelante se quedarían tatuadas a su memoria por siempre. Cargaría con el peso tan grande de lo que le tocó atestiguar; la oscuridad, el dolor, la tortura y la muerte que presenció fueron suficientes para arrancarle los sollozos del pecho y hacerla sentir más sola que nunca.
Llegó con el hombre en brazos, unas cuántas horas antes del amanecer; por suerte a dicho horario los sirvientes se preparaban para descansar puesto que era cuando el Lord se preparaba para ir a dormir. Entró por uno de los balcones sin problemas; nadie los vió. Caminó despacio, sin hacer ruído, no quería que nadie viera al señor Lawson en ese estado y comenzara a hacer preguntas. Poco conocía a los demás sirvientes del castillo y lo peor, con quien menos quería toparse era con el señor Sven.
Recordó la habitación del amphitere por lo que entró con sumo cuidado, cerrando la puerta detrás de si. Lo recostó sobre la cama; se veía tan apacible, como si lo que ocurrió horas antes hubiera sido sólo una terrible pesadilla. Pero eran esas marcas oscuras las que le negaban el gusto de pensar que todo había sido ficción; estaban ahí, manchando la piel de su salvador como un constante mensaje de que la sombra se había desbordado aún más en su corazón.
Lo miró por unos instantes sentada a su lado en la cama mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano. Apretó los dedos, arrugando la tela de su uniforme que se pegaba a sus muslos. ¿Hubiera sido mejor no influenciar su decisión? Teniendo ya la calma para ordenar sus pensamientos, o al menos intentarlo, comenzó a experimentar la culpa. Fue ella quien sugirió acercarse a ese puesto... y de no ser por ello, tal vez ahora el día habría transcurrido como cualquier otro, con la misma rutina... con los mismos pesares pero al menos no en una condición peor.
Se levantó para tomar una jarra de vidrio que se hallaba cerca, en ella había agua. La dejó al lado del buró conjunto a la cama del dragón. La dejaría ahí por si se sentía sediento mientras ella regresaba a su habitación para hacerse un cambio de ropa. Se sentía sucia... estaba cansada. Regresó a su cuarto para ponerse la ropa que usaba para dormir y encima una bata que cubría sus brazos y hombros. No se permitió estar sola lo suficiente, no quería sentirse aún más aterrorizada por la responsabilidad que se estaba echando a los hombros.
Justamente colocaba su mano sobre la perilla de la puerta cuando escuchó el sonido de algo al quebrarse y la voz del señor Ivka resonando con furia a través de la madera. Inmediatamente entró, asegurándose de cerrar con llave la puerta. Sentía que la cabeza se le había ido a los pies. Corrió en ese instante hacia el baño en donde encontró la figura del dracónido vencido y ensangrentado de rodillas en el suelo el cual se hallaba manchado de gotas de espesa sangre. Se arrodillo frente a él, rodeando las muñecas del hombre con sus manos. -Señor Lawson... por favor, no haga eso- pidió con voz cansada. Se hallaba triste, perturbada y sobretodo impotente. Veía cómo el sufrimiento del hombre era más grande que su cuerpo y su espíritu; jamás había visto una muestra de dolor de tal magnitud y le dolía no saber qué hacer.
Notó los pedazos de cristal incrustados en su piel e intentó sacarlos uno a uno. De esas heridas brotaba la sangre como si fuese una fuente infinita de carmesí. Sus manos fueron manchándose así como las telas claras de sus ropas fueron cobrando color, desvaneciendo el blanco con el rojo. Lo puso de pie, cuidando de no pisar los vidrios que amenazaban con rasgarle la piel. No era una buena idea que el olor de la sangre se propagara así, no en el estado de extrema hambruna en la que se hallaba el señor Ulgriff y por supuesto, no bajo el techo de un vástago que era dueño de la vida de todo ser que habitara su castillo.
En aquél baño por suerte había una bañera de cerámica de color oscuro... tal vez para ocultar las manchas de sangre de viejos sirvientes o víctimas constantes. Evangeline sintió un nudo en el estómago pero no hizo más que seguir la lógica en aquél momento; ya habría tiempo de lamentarse por inocentes. No había agua pero aún así lo condujo hasta ella para que reposara en su interior; los pisos estaban ya muy manchados. En la esquina de la habitación se encontraban varias cubetas, dispuestas siempre para ser usadas, cambiadas y colocadas a diario. Se acercó para tomar dos de ellas y dejarlas a una proximidad más cómoda. Nuevamente se hincó, esta vez, apoyando sus brazos sobre la tina, mirando el rostro del amphitere. -No pretendo que... que hable conmigo- dijo casi susurrando, muy quedito que apenas y pudo oírse en la habitación. Llevó su mano al rostro del dragón, acariciando suavemente su mejilla mientras las lágrimas volvían a acomodarse al borde de sus ojos. -Pero déjeme sanar sus heridas físicas... Necesita atención-. Le dolía verlo; ardía en el pecho. Temía tanto por él, por la salvación de su alma, por su supervivencia... Estaba ante algo desconocido, algo por lo que jamás había pasado; ¿cómo proceder? Sentía que era incluso un insulto pretender curarle el cuerpo porque no podía ni imaginarse cuán dolido y roto se encontraba por dentro.
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Post by Ivka Lawson on Apr 1, 2018 11:30:38 GMT
Su mirada perdida y con falta de brillo dejaban claro su estado anímico tan deplorable. Y aunque fue consciente de la fémina, no reaccionó adecuadamente hasta que ella le dirigió la palabra, provocando que estas hicieran ruido en su mente cual eco en el vacío. No hubo respuesta por su parte, únicamente dejaba que su cuerpo fuera controlado por la mujer, pues sentía que podría derrumbarse en cualquier instante.
Con cuidado entró a la tina color negro a la que fue guiado, incautó del mismo olor que su sangre podría escapar a través de los huecos de la puerta o la ventana; poco atento a tal fallo, pero sumamente despreocupado de tal hecho, pues no le importaba realmente, hasta ahora no había servido de alimento más que una vez, ese "temor" por ser una presa ya no vivía consigo desde que había sido infante o joven. Se acomodó con calma en la tina, despojandose de sus prendas hasta quedar desnudo. Apegó sus rodillas a su pecho y con calma miró el mismo color negro en sus pies llenos de cicatrices. Sintió vergüenza, siendo capaz solamente de desviar el rostro a lado contrario de la arconte quien colocaba las cubetas con agua por un lado. No sentía siquiera el privilegio de hablarle después de lo que había ocurrido y de lo que la había hecho vivir.
Guardó silencio hasta que la mujer se colocó a un lado, posando sus delicadas manos sobre la tina en la que estaba. Sin pensarlo demasiado el dragón cedió, regresando su rostro a donde ella con suma calma después de aquella rabieta que había tenido hace poco, incongruente en su actuar por el mismo hecho que le acomplejaba ahora. La voz de la mujer apenas fue un susurro, pero fue capaz de oírlo claramente debido a su "experiencia" del depender del sentido auditivo; pronto, una delicada caricia palpó su rostro, y todas las dudas se nublaron en un instante con sólo verla llorar nuevamente.
Tragó en seco y cerró los ojos, apoyando su rostro con cierta confianza en la mano de la ajena. - ¿Por qué no hablaría con usted?...- Preguntó con calma mientras abría de nueva cuenta aquellos ventanales claros, dirigiéndose directamente al rostro ajeno. Sin esperar respuesta alejó su presencia de ella, regresando su vista al frente; se sentía sucio y no quería tocarla en ese estado. - Debería ser yo quien diga eso, Evangeline. - Le habló claro, con un tono ligeramente seco. - Después de todo, sabe en lo que me convertí. Ya era un animal, ahora sólo soy un animal con magia prohibida como fuente de vida... No necesito atención ahora, ya no quiero preocuparla más de lo debido. - Insistió, girando su cuerpo para tomar una de las cubetas con agua y, acto seguido, verterla dentro de la tina. Estaba templada y deseaba deshacerse de esa sensación sobre la piel cuanto ante.
- No quiero que llore más por mi culpa. Por favor, sólo cure esta estupidez que acabó de hacer y luego... - Hizo una pausa, dudoso de la indicación que daría después. Un suspiro de pesadez escapó de sus labios, y antes de hablar nuevamente, tomó la otra cubeta y vertió más agua en la misma. - ... No lo se. Por más que quiero pedirle que se retire, no puedo. Ya no me siento en posición de darle una orden de esa índole después de tanto. - Declaró agobiado, reacomodandose dentro de la cerámica oscura nuevamente. - Sólo dígame que vio mientras yo... - Dudó nuevamente, agachando el rostro con vergüenza nuevamente.- ...mientras que yo estaba muriendo. - Terminó de hablar, digiriendo ahora su vista al agua que cubria casi por completo la mayoría de su cuerpo.
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Post by Evangeline on Apr 2, 2018 1:43:57 GMT
Le veía rejego, totalmente negado a siquiera poder mirarla con libertad. Sólo un par de lágrimas se atrevieron a bajar por sus mejillas pero el resto se quedó como un simple secreto jamás contado. Le permitió tomar las cubetas y hacer aquello por sí solo, quería dejarlo ver por sí mismo... al menos tenía la voluntad de limpiarse y deshacerse de la sangre, el sudor y la tierra que profanaba su cuerpo. Movió la cabeza suavemente, negando las palabras de desprecio que expresaba a su propia persona; no, no creía que fuera justo ni cierto todo aquello que decía de sí mismo. Era demasiado cruel.
El agua ya cubría gran parte de su cuerpo; se encontraba manchada, no era clara. Estaba llevándose consigo las impurezas que se atrevían a cubrirlo. Mantenía las manos apoyadas sobre la cerámica oscura, simplemente observando su rostro rendirse ante la vergüenza y el dolor, con la cabeza gacha perdiéndose entre la superficie del agua. Cerró los ojos, recordando el rostro de Vsévolod, su dolor, su desesperación. Podía escuchar su voz en su cabeza tal cual estuviera con ellos en la habitación. -Por un momento usted desapareció... tuve mucho miedo- respondió, introduciendo sus manos a la tina para tomar un poco de agua en la cuenca de su mano. Dejó que cayera en la cabeza del dragón, mojando su cabello con pequeñas gotas transparentes. Repitió el proceso. -Y él estaba ahí Vsévolod...En algún punto él también se desvaneció... en el interior del péndulo...- ni siquiera tuvo las fuerzas para pronunciar lo demás. Bajó la cabeza, fijándose en sus manos al contraste con la oscuridad de la tina. -Después la criatura...- se quedó con las palabras suspendidas en el aire. Se esculcó los bolsillos, buscando unos jabones que llevaba guardados junto con otros remedios que convenientemente llevaba con ella desde que le había hecho curaciones en las alas. Tomó un jabón redondo entre sus manos que sumergió en el agua y frotó con ambas palmas para generar algo de espuma. Llevó la espuma a la cabeza del amphitere, frotando con cuidado para limpiar sus cabellos manchados y húmedos. -¿No recuerda...?- le preguntó mientras el recorrido se fue hasta sus hombros. Inevitablemente le vio el pecho, cerca donde se encontraba la marca que había brillado en aquél sótano. Pasó sus dedos por aquella área buscando alguna cicatriz pero no encontró nada. -En su lugar hubo una criatura... feroz... apenas me reconoció pero negó su propio nombre-.
Suspiró mientras sus manos limpiaban los hombros y nuca del amphitere. Suavemente lo despegó de la tina para levantarlo y sobarle la espalda. Las marcas negras en su cuello y brazos se veían dolorosas por lo que aplicaría algún ungüento después. -Estuvo a punto de matar a esa mujer- dudaba de compartir aquella información pero la consideró importante. No deseaba ocultarle absolutamente nada. Evangeline tenía sus sospechas de lo ocurrido pero no tenía siquiera el valor de pronunciarlo... era demasiado diabólico incluso pensarlo. -No pienso dejarlo Ivka; aunque usted me lo pidiera. Me siento responsable por todo esto... de haber tentado su curiosidad, de haber abusado de esa confianza que usted me dio para empujarlo a un acto tan terrible como lo que presenciamos y usted vivió-. Comenzó a llorar inevitablemente, los sollozos eran crudos y desesperados; refugió su rostro entre sus brazos, apoyados al borde de la bañera.
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Post by Ivka Lawson on Apr 13, 2018 15:06:47 GMT
La explicación de la fémina era un arma de doble filo, permaneció sereno ante lo que le era comentado; pero no recordaba claramente aquello, únicamente unas pocas imágenes borrosas aparecían en sus recuerdos, todas tan rápidas y salvajes que parecían no ser reales. Aquel animal que había domesticado escapó nuevamente. No había respuestas por su parte, ¿Qué podría decir? No encontraba siquiera razón para disculparse de aquello, en el fondo era lo que quería pero no había recibido lo que pedía, no había arrepentimiento aparente.
Las manos de la mujer lavaban su cuerpo con esmero y sin pena, cosa que a Lawson le resultaba un tanto satisfactorio; no había vergüenza en ninguno y parecía que ella tenía suficiente confianza con él. Pero en ese instante, el primer día en que la vio por las calles regresó a sus recuerdos...¿Cuál había sido el propósito de integrarla a ese trabajo? Verla sufrir o escapar claramente, pero habían sucedido tantos acontecimientos entre ambos que aquel objetivo había sido desechado la primer noche que ella escuchó sus quejas. Se había doblegado y había olvidado el porqué de aquella acción benefactora; ahora sentía un ligero aprecio por ella, o quizá algo más, aún era demasiada información que debía procesar para no actuar imprudentemente.
"Criatura feroz" "Negó su propio nombre..." "Estuvo a punto de matar a esa mujer..."
Las palabras que no escuchaba hace tanto volvieron a sus oídos, pero sin culpa alguna solamente agachó el rostro; no le sorprendía esa actitud tan tajante y salvaje que pudiese haber tenido en aquel momento tan volátil, en su juventud solía ser así, inconsciente de lo que podría hacer y de las consecuencias de sus actos meramente animales. Se había controlado bastante bien por años, pero aquel suceso con Azazel y con aquel ser conformado de magia negra que ahora le prestaba vida resultaban sumanente inestables. Revelaban su verdadera naturaleza, dejaban a la vista lo frágil que era la cuerda de la calma y cordura.
Hubo un momento de silencio en el cual la fémina lavaba su espalda; no fue hasta que la misma comenzó a hablar nuevamente y, después de terminar, lloraba inevitablemente una vez más, refugiandose en el borde de la bañera. Lawson sintió tensión por un momento, ¿Debía brindarle algo más que palabras? ¿Pero de que servía? Hacía tiempo ya que había confundido seriamente la lástima con la compasión, había olvidado que actos tan sencillos podrían brindar calma a otros.
- Evangeline...- Pronunció su nombre sin darse cuenta, buscando con su diestra el rostro de la mujer que yacía ocultandose entre sus propios brazos. No dudó, con cuidado tomó la mejilla de la mujer sin importarle demasiado el agua o el color mismo de sus palmas. - Usted no es responsable de nada. - Fue claro, no lo decía por pena o lástima, ni siquiera fingia; su rostro aunque estaba afligido y cansado reflejaba sinceridad en sus palabras y en el modo en que la miraba. Era verdad y ella debía creerlo antes de seguir culpandose. - No recuerdo con claridad que sucedió en ese momento...- Comenzó a explicar, quizá de ese modo no se sentiría mal por los acontecimientos recientes. - ...pero recuerdo algo, recuerdo que la voz de Vsévolod me llamaba a su encuentro. - Poco a poco, el dragón elevó el rostro de la fémina, intentando limpiar esas lágrimas con su pulgar pero sólo logrando que estas se mezclasen con el agua que escurria por su piel. - Todo era oscuro, pero de la nada, una luz sofocante iluminó todo; y alguien me preguntó "¿Qué le sucede al corazón del hombre cuando este muere?, cuando la sangre y el alma lo abandonan... ¿Qué queda? " - Hizo una breve pausa, agachando el rostro con una muy leve sonrisa llena de satisfacción. - La mente no puede comprender esto, sólo el corazón sabe la verdad Evangeline...- Palabras burdas escapaban, y aunque trataba de explicarlo simplemente no podía hacerlo adecuadamente en dicho momento. Pronto, el amphitere separó su mano de la mujer, ahora llevando ambas manos color negro a las de la fémina, sujetandolas con cuidado. - Lo que experimenté en ese momento no fue doloroso... al principio; era una gran celebración, una reunión... Era la magnífica plegaria otorgada a muy pocos servidores, en ese momento dejé de existir. - Susurró, apegando su frente a las manos de la mujer, buscando su consuelo y que el llanto se detuviese. - Mi voz, mi cuerpo, lo que creí que era de mi pertenencia se desvanecieron en cuestión de segundos, y luego la luz se extinguió. En ese momento me quitaron dos cosas pero me brindaron algo que no era mío para sustituirlas...- Un suspiro escapó al hacer una breve pausa, ¿Entendería lo que le diría? ¿Para qué lo explicaba si no era necesario? ¿No sólo bastaría con pedirle que se fuera y ya? ¿Por qué sentía esas necedad de calmarla para calmarse?
- Quién negó mi nombre fue el ente que Azazel mandó para ocupar mi cuerpo; pues en ese instante yo ya estaba muerto. - Acotó de pronto, elevando el rostro un poco, viéndola directamente a los ojos desde abajo con algo de vergüenza pero con el semblante serio. - Después de la muerte el cuerpo pierde vida, misma que depende de algo llamado alma y espíritu; perdí vida y espíritu, pero aquel trato me otorgó una vida prestada y el espíritu de quien más amaba, los tres fusionandose en uno sólo para formar lo ve ahora. - Desvío la mirada y de nueva cuenta miró sus palmas con cierta nostalgia. - Hasta cierto punto, dejé de ser lo que era, pues tres mentes parecieron mezclarse al mismo tiempo; en ese momento de salvajismo, el ente de magia negra era quien intentaba hacerse por completo del contenedor... - Entre más hablaba más se sentía agobiado, consciente de que la arconte probablemente no entendería lo que decía, agobiado de tener que decirlo, agobiado de todo y todos. El trato aunque había sido "exitoso" aún no le convencía del todo pese a sentirse satisfecho. - No se sienta culpable por algo como esto, pues incluso antes de que usted llegase a mi, yo ya tenía planeado hacer algo. Estaba dispuesto a todo por recuperar lo que había perdido. - Terminó de hablar, soltando las manos ajenas una vez guardó silencio. Tan pronto como pudo, el amphitere regresó su vista al agua que cubría su cuerpo, tan sucia.
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Post by Evangeline on May 12, 2018 17:47:52 GMT
El llanto era una expresión de la culpa, una que no había experimentado en su vida. En sus manos sentía las manchas de oscuridad que se plasmaron en el señor Lawson esa tarde. El haberse no sólo asomado al abismo pero haberse aventado y llevárselo a él con ella, era algo que no podría perdonarse jamás. Sin embargo sintió la piedad del amphitere en su tacto, en su mano que tomó sitio en su mejilla, conduciendo su mirada hasta la suya. Sentía el sentimiento en el pecho, sofocándole, privándole de respirar. Le quitaba una culpa que no se marchaba ni con la seguridad de las palabras del hombre, sin embargo se quedó callada, reservándose de sus contradicciones para escucharlo; eso era lo que él merecía.
Poco a poco conforme las palabras fueron sometiendo a los sollozos de la arconte fue que comenzó a sentirse más tranquila. Las lágrimas caían pero la agitación de su pecho estaba calmándose. Cerró los ojos mientras los dedos de Ivka intentaban arrastrar la humedad de sus mejillas, aún atenta al recuento de sus memorias. Le miró al dejar de sentir sus manos sobre su cara reaccionando a esas palabras que mencionaba se habían adentrado en su mente con preguntas sobre la muerte y el espíritu.
En efecto, no comprendía, no había manera de que su mente tan mundaba pudiera siquiera concebir lo que intentaba describir el hombre frente a ella. Permitió que tomara reposo sobre sus manos; no había mayor honor que servir como su roca y aún más ahora que existía esa culpa acunándose en su vientre. Con cada enunciado, Evangeline se hallaba más y más sumida y rodeada de confusión. Si es que podía comprender lo que le estaba diciendo, entonces, el Ivka que ella había conocido… ¿no existía más? Pero… aún podía sentir su espíritu con ella. Era él, hablaba como él, sin embargo, habían ciertas diferencias que hacían lo que pronunciaba algo que hasta cierto punto podía creerse. Confiaba en él; no negaría lo que hablaba con tanta convicción.
Tragó saliva mientras un suspiro se apoderó de su cuerpo. Cerró los ojos por un instante, para darse un segundo y respirar nuevamente con claridad y calma. Era demasiada información lo que sus ojos habían atestiguado y lo que ahora sus oídos recibían. Siendo todo tan nuevo para alguien como ella, una recién llegada a una tierra de magia y misterios, era imposible no sentirse sobrecogida por tantas verdades que su corazón y mente ignoraron por tanto tiempo.
-Tal vez me sea difícil comprender esto de inmediato… las palabras cobran sentido al escucharlas, sin embargo, al verlo a usted, es… complejo… Pero le creo... no hay persona en quien confíe más en este instante de mi vida que en usted – declaró sonriente aún con los ojos cristalinos y enrojecidos por el llanto de antes. Para ese entonces el señor Lawson ya había devuelto sus manos al agua y con ellas su vista nuevamente a perderse lejana a ella. Evangeline continuó limpiándolo mientras dejaba que las palabras salieran con libertad, guardando la culpa para otro momento, uno en el que estuviera en soledad; no deseaba agobiarlo más con los pesares que ahora su alma cargaría hasta el final de sus días. -Señor Lawson, espero que sepa que puede apoyarse en mí en lo consecuente a… este cambio – pasó sus manos por uno de los brazos del otro, quitando las manchas de tierra y demás que quebraban la pureza de su piel, teniendo especial cuidado en esas partes que se habían oscurecido, temiendo que éstas estuvieran sensibles al tacto, que fueran heridas o quemaduras; aún no lo sabía. Acercó la mano del dragón hasta sus labios y la besó con cuidado, dejando reposar sus dedos sobre su propia frente. -Tuve mucho miedo de no volverlo a ver vivo; usted ha traído una oportunidad a mi vida, es por eso que le debo demasiado. Pero no es sólo esa deuda la que me mantiene a su lado; es lealtad al sentir que tengo por usted. Le tengo aprecio y aunque sé que usted fue claro en no aceptar mi amistad, mantengo los brazos abiertos para el día en que usted necesite de ese abrazo, usted... y quienes se encuentren acompañándolo en su corazón -.
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Post by Ivka Lawson on May 12, 2018 23:43:46 GMT
La voz tranquila de la arconte le brindaba un poco mas de quietud, eliminaba ese ligero tremor que escapaba de sus propias palmas; parecía apaciguar un poco la duda y el sofoco que resurgia en el corazón ajeno. Su tacto nuevamente fue partícipe de suaves caricias en aquellos brazos manchados, con cuidado ella limpiaba lo que parecía ser tierra y mantenía esa delicadeza al tratarse de las zonas marcadas. La miró por un segundo, considerando sus palabras y su amabilidad, más sin embargo, sus pupilas se contrajeron con sólo ver aquel acto tan inesperado, el sentir los labios sobre su piel, ver aquello que consideraba puro y limpio degradandose a algo tan bajo como él. Pensó en apartar su mano cuanto antes, impedirlo y detener aquello, pero no pudo.
Las palabras no surgieron de su boca y su semblante se mantenía sereno pese a las dudas o la ansiedad que le recorría. El tremor volvió poco a poco, las impías y desgarradoras punzadas le perforaban el pecho con esmero, pero no se quejó, únicamente escuchó lo que ella decía, agachando el rostro aún sin alejar su mano del tacto femenino; no podía, no quería mostrarse desagradecido y grosero, no frente a ella ni mucho menos hacia ella. Era débil, falso.
- ¿Acompañando mi corazón?...- Repitió de forma ambigua- ...Sólo usted me acompaña ahora, por eso mismo me niego a aceptar su amabilidad. - Comentó serio, girando su rostro a ella para esta vez, apartar su mano con cuidado. - No comprendo esa deuda, ni la lealtad o el aprecio que menciona hacia mi, tal vez, puedo entender la lealtad que dice sentir...- Hizo una pausa, el dracónido desvió su cabeza a un lado y luego, sin más, se levantó. - ...pero no creo ser la persona indicada a quien usted demuestre tanto. - Con calma, el dragón salió de la tina y caminó fuera de esta, aún dentro del cuarto de baño se detuvo para buscar un paño para secarse o cubrirse. El agua escurria con lentitud, y las gotas que escapaban de su cabello recorrían con cuidado cada parte de la espalda del hombre. - Como se habrá dado cuenta, este lugar es diferente; quienes habitan estas paredes tienen objetivos únicos y diversos, pero un sólo amo. No hay decisiones buenas o malas, sólo oportunidades... Por eso mismo, temo por algo. - Hablaba mientras cubría la parte baja de su cuerpo con una toalla, haciendo un nudo en esta para poder caminar sin problemas. Miró el lugar, el desorden y el agua; comparó su cuerpo a como estaba antes del baño y como lucía ahora. - Volver a cometer el mismo error del pasado; esa es mi mayor preocupación ahora. Porque, ¿Qué pasa cuando a alguien le arrebatan lo que más ama y aprecia? ¿Qué sucede cuando algo o alguien por quien sientes algo "diferente" es tu única debilidad? ¿Cómo se le llama a aquello con lo que alguien puede manipularte despojandote de algo preciado? - Cuestionamientos burdos aparecían de nuevo mientras que el amphitere apoyaba ambas manos en el lavamanos antiguo del lugar, dejando que el agua de sus cabellos escurriese a este mismo. Se encontraba aún agobiado y las heridas pese a que ardían y parecían quemarle, las resistía en silencio, apretando los dientes. - Si tengo que enfrentar la muerte, prefiero que sea por decisión de quien sirvo, y de ser así, siempre optaré por la soledad, pues será menos doloroso; para mi y para aquellos que me rodearon alguna vez. No tener lazos o conexión con alguien me asegura que no habrá sufrimiento de por medio, y ese es mi temor, cometer el error de querer una vida normal y luego, perderlo todo. - Habló con cierta desesperación, apretando con fuerza los bordes del lavamanos, agachando su cuerpo hacia al frente poco a poco dada la impotencia. - Sólo tengo un último favor que pedirle. - Comentó mientras desviaba ligeramente el rostro a donde ella, buscando mirarla nuevamente. - Necesito que cure mis alas. Es lo último que me atreveré a pedirle, después de eso, podrá retirarse. - Más que una orden, fue una súplica; se sentía mal por ello, pues sabía la posición tan incrédula que tomaba con tan tontas palabras. Lo dejó a criterio de la otra, pues en cuanto pidió aquello, apartó su vista nuevamente para esperar respuesta.
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Post by Evangeline on May 13, 2018 3:04:50 GMT
Salió de la tina a lo cual el pudo la hizo no mirarlo. Bajó la mirada mientras colocaba las manos sobre su regazo. La sangre que había estado en el suelo había manchado su inmaculada ropa, aún estaba fresca que se había adherido a sus manos. Se levantó, aún dándole la espalda al señor Lawson mientras sus palabras fungían como un eco de lo que éste le había dicho aquella noche en la que también se negó a aceptar sus favores. Quedándose de pie, entrelazando las manos húmedas y llenas de sangre, con la mirada perdida en el agua que se había quedado con las impurezas que habían manchado el cuerpo del dragón, se estuvo en silencio hasta que fuera hora de romperlo por sus propios labios.
Sabía del trato por el que estaban ahí el resto de los sirvientes y podía entender el proceder de las palabras ajenas. Mientras ella era libre de ser leal por quien ella quisiese, ellos estaban a merced de ser fieles a un amo. Había prometido no hacer preguntas por lo que los detalles de aquellas relaciones le eran desconocidos por completo. Podía comprender que no había lugar en los corazones de Las Serpientes puesto que todo ese espacio debía ser ocupado por el Lord Velfast… aún así, le parecía injusto… por ellos.
Se dio la vuelta cuando creyó que era puntual, para ese punto Ivka ya se había cubierto el cuerpo por lo que se tomó el atrevimiento de acercarse un poco. No sería soberbia para pensar que su existencia era tan importante para él, por lo que tomó sus palabras como si estuviera poniendo una pared en ese instante, en el cual no sentía nada por ella para que no pudiera pasar. Lo entendía pero eso no hacía distinto su propio sentir. Sintió la mirada del amphitere buscándola por lo que alzó la mirada para encontrarse con él. Asintió.
Caminó fuera del cuarto de baño, nuevamente a la habitación de Lawson. No se tomó la libertad de ser indiscreta y dar un vistazo a sus alrededores. Se concentró en la lámpara de aceite que se hallaba a un costado de la cama para avivar un poco la luz de la habitación. No quería tocar nada, no quería sentarse en ningún lugar además puesto que sus ropas se encontraban húmedas y manchadas de sangre. Esperó a que el amphitere se sentara y mostrara sus alas para poder comenzar a curarlo. El hombre estaba dándole la espalda, con los hombros y espalda aún libres de aquella parte que aún necesitaba sanar. Acarició con cuidado antes de abrazar su cuello. -El riesgo de perderlo todo yace en toda alma que vive y que respira… Viva sin cuidados que jamás me interpondré en el lazo de su servidumbre -. Se despegó de él, tomando unos pasos de distancia. Esculcó entre los bolsillos de la bata para tomar los ungüentos que por suerte había tomado junto con los jabones mientras esperaba que el amphitere dejara salir sus alas.
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Post by Ivka Lawson on May 14, 2018 4:50:59 GMT
En cuanto la fémina salió de la habitación de baño, igualmente se atrevió a dar pasos dudosos hacia afuera, mirando con cautela cada acto, cada acción; pero en consecuencia por propia necedad, su pierna chocó contra un mueble, como si su visión se hubiese perdido por un momento. Soltó un quejido muy leve, llevando al instante su vista hacia abajo y palpando la zona del golpe, ¿Qué había ocurrido en ese momento? Se preguntó con suma confusión, pero lo dejó pasar de momento.
Vio la luz de aquella lámpara encenderse, y sin más, siguió en ese pequeño trayecto al medio de la habitación. Una vez ahí, le dio la espalda mientras mantenía el rostro abajo, dispuesto a sacar aquellas alas hasta que sintió el tacto femenino nuevamente. Se sorprendió, e incapaz de mencionar algo siquiera, solamente escuchó, dejando que la mujer tuviese ese momento de cercanía que él mismo no rechazó en ningún instante. Las palabras fueron como un eco en su cabeza; las reconsideró y permitió que siguiera, sintiendo con cierta dicha aquel calor que brindaba el cuerpo ajeno sobre su fría piel. En cuanto la mujer se alejó el dragón desvió el rostro, y sin decir nada se arrodilló al suelo, aún dándole la espalda.
Hubo silencio por brevedad, no hubo acto por su parte pues la impotencia del momento parecía impedirle siquiera sacar aquello de lo que solía enorgullecerse. Sin más, se despojó nuevamente del manto que le cubría y se inclinó hacia el frente, apoyando sus brazos contra el suelo al igual que su frente. Un quejido escapó de sus labios y de cada lateral de sus caderas comenzaron a emergir lo que parecían ser sus alas, primeramente tomando una forma un tanto grotesca hasta formar lo que eran dos pares de alas de cada lado, heridas y con quemaduras aún tratables. Respiró de forma agitada y cansada; aún no podía acostumbrarse al cambio y ahora algo tan simple como mostrar sus alas le resultaba difícil e inclusive algo tortuoso. - Vivir sin cuidados...¿Hm?...- Irrumpió con sus palabras la posible calma, levantándose con lentitud para quedar de rodillas sobre el suelo de la habitación. Soltó un suspiro y miró con cierta curiosidad su propia estancia; los cuadros sin terminar, pinturas sobre un escritorio, libros acumulados, un instrumento a lado de la ventana, notas y notas acumuladas sobre una mesita. Esa era la única vida que conocía. - Vivir sin cuidado me hizo sufrir, ser precavido ahora es lo único que sé hacer, lo único que me enseñaron. - Murmuró mientras intentaba cubrir su intimidad con el paño, logrando poco realmente pero ocultando lo necesario. - ¿Usted ha vivido de ese modo? ¿ O ha perdido algo? - Cuestionó de forma indiscreta sin dirigirle la mirada, moviendo sutilmente sus alas para que la otra pudiese tratarlas mejor. - No conteste si no lo desea, solamente... me resulta algo incómodo estar con usted en silencio. Eso es todo. - Declaró de forma un tanto seca, algo ansioso por dentro. -
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Post by Evangeline on May 14, 2018 5:43:01 GMT
Esperó pacientemente a que el dragón se hincara en el suelo, dándole su espalda desnuda. No es que le avergonzara la desnudez; había atendido enfermos gran parte de su vida, sin embargo, sentía pudor en ese momento por alguna razón. Estaba en el espacio íntimo del señor Lawson, en su habitación, donde pedazos de su personalidad se plasmaban en los rincones… un espacio de vulnerabildad que de pronto se sintió impropia e indigna de siquiera conocer. Se enfocó en las largas y oscuras alas que comenzaron a sobresalir de la piel que se abría con cada centímetro que éstas tomaban hacia arriba hasta quedar frente a ella, débiles y dañadas, esperando al tacto de los remedios que llevaba consigo. Se frotó las manos para esparcir el remedio por su piel y así tocar una de las alas para poco a poco aplicarlo con todo el cuidado que un paciente se merecía.
Lo escuchaba hablar mientras sus labios se mantenían sellados, sin interrumpirlo. Aunque su alma era perturbada la calma de su voz le daba seguridad. Sin embargo, la pregunta tocó fibra sensible en su corazón; los movimientos de sus manos se hicieron más pausados mientras escudriñaba en los rincones de su memoria. -He vivido sin temor ni cuidado de querer, señor Ivka… ¿que el dolor forma parte del amor?, de eso no hay duda… no hay manera de escapar de los contrastes de la vida. Es tan simple como reconocer que con el nacimiento vendrá la defunción en algún momento y es así como funcionan los ciclos. El amor, es un ciclo, empieza y termina, ilumina y oscurece… Sí, he perdido, mucho pero eso sólo quiere decir que en algún momento gané algo – prosiguió a su ritmo como si aquél cuestionamiento no la hubiera sorprendido de pronto. Pensó en la gente que dejó atrás al huir, en cada uno de sus amigos y en su familia que perdió en las guerras y los ataques de los humanos… Aún así, anhelaba el sentir ese cariño siempre.
Le resultó extraño que dijera eso, que expresara incomodidad por estar en silencio con ella siendo que habían compartido muchos momentos en donde las palabras salían sobrando. Por un instante se enfocó en frotar sus manos contra la piel de las alas; sentía las costras que estaban ya cubriendo las heridas que en algún momento habían estado expuestas y se enfocó en ser cuidadosa de no ser muy brusca para no abrirlas nuevamente. -No quisiera que se sienta incómodo en mi presencia; puede preguntarme cuánto necesite para que se llenen esos espacios donde el silencio pretende dominar – pronunció aún sin comprender el provenir de esa incomodidad. Se detuvo por un momento. -Digame, ¿hay algo que he hecho durante mis silencios que lo ha hecho sentirse de esa manera? Quisiera saberlo para no hacerlo más – declaró preocupada.
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Post by Ivka Lawson on May 14, 2018 13:07:35 GMT
El tacto sobre su piel y sobre aquellas alas lo sentía como algo habitual, una costumbre impropia, sucia y mundana a la que se había sometido a la educación, pero esta vez era distinto, sin intenciones, con limpieza y cuidado; hasta que la duda comenzó a mostrarse por culpa de sus palabras. Se percató de ello, pero prefirió guardar silencio, fingir que no lo había notado siquiera y solamente desvió su rostro un poco para escuchar la respuesta que tenía por dar.
Una vez la mujer guardó silencio el dragón permaneció sereno y calmo, algo curioso por la reacción involuntaria de la arconte pese a que su voz intentaba mantenerse firme y controlada. Claro que había perdido algo; la mayoría de quienes habitaban dicho lugar habían huido de algo a costa de sus vidas, no se encontraba siquiera en posición como para irrumpir dicha verdad y aquellos sentimientos guardados. Fingió calma y acalló su voz, sólo dejando escapar pequeños quejidos casi insonoros por el mismo tacto a las heridas.
La voz de la mujer se hizo escuchar nuevamente, preocupada por dicha incomodidad que él mismo había mencionado. No contestó al momento y pensó seriamente en sus palabras, lo que diría y el como de esas mismas palabras. - No. - Fue breve de momento, pero continuó hablando. - No tengo quejas al respecto de su labor, usted ha hecho más de lo que se le pide, no podría tener incomodidad de ello; mis "molestias" sólo surgen por falta de costumbre, quizá. - Mientras hablaba, el dracónido extendía con cuidado dichas alas que eran sanadas por las manos de la fémina, podía sentirlo, podía sentir esa leve mejora y el ardor irse, y aunque era pronto... él añoraba saltar por la ventana nuevamente. - No tengo nada que preguntar de momento, aunque no niego que la curiosidad pueda surgir momentáneamente. Prefiero mantener distancia, estar sólo; el tener compañía por tanto tiempo me resulta incómodo, inusual. - Aclaró, dicha incomodidad surgia del desconocimiento, más aún considerando todo lo que había pasado; tanto Vsévolod como Ivka estaban acostumbrados a la soledad, el tener una convivencia tan activa con otro individuo que no fuese alguno mismo le resultaba extraño, y pese a que el amphitere se estaba acostumbrando a la presencia de la fémina, las circunstancias ahora eran diferentes, como si no la conociera pese a hacerlo, como si todo aquello hubiese vuelto al principio. El haber tenido que compartir algo tan íntimo con ella le resultaba extraño.
- Sólo necesito descansar, es lo único que puedo hacer en este estado si realmente quiero volver a volar. - Admitió con frialdad, agachando su cabeza por mero agobio. - Han pasado semanas desde la última vez que volé fuera de estas paredes, no me resulta cómodo, necesito volver a extender las alas aunque sea un momento...- Explicó su preocupación, misma que le causaba cierta ansiedad. - Todos estos cambios, los dolores continuos, estas punzadas en el pecho y cabeza; necesito olvidarlas por un momento, quisiera hacerlo. - Reiteró, elevando poco a poco sus manos hasta tenerlas frente a su rostro. - Necesito estar sólo otra vez. - Lo dejó claro, no tenía problemas con ella ni mucho menos, sus preocupaciones residían en su propia mente y cuerpo.
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Post by Evangeline on May 14, 2018 16:02:15 GMT
Rodeó con sus pasos al amphitere, teniéndolo de frente para poder hacer curaciones del otro lado. Se enfocó a su tarea mientras éste respondía a su pregunta que era genuina, llena de una intención pura para preservar la comodidad del otro. No pudo evitar sonreír, un gesto muy inadecuado para el momento pero era tal vez la ligereza de no sentir que estaba haciendo algo que le afectase negativamente. Despegó sus manos de las alas del amphitere, reservándolas a su regazo ya que se había ya colocado de rodillas frente a él, olvidándose ya de que estaba separada de su desnudez apenas por una simple tela. Podía sentir sus propias prendas ligeramente endurecidas por la sangre seca, la sangre que había brotado del cuerpo del amphitere, manchando sin pena los suelos de aquél lugar. De momento, no porque no estuviera prestando atención pero porque las preocupaciones de todo en sí comenzaron a bombardearla por todos lados, pensó en que el cuarto de baño debía limpiarse. Su mirada se perdió sobre sus dedos que se entrelazaban unos con los otros hasta que nuevamente Ivka la trajó de vuelta. Quería estar solo. Lo miró, no dijo nada por unos segundos provocando ese silencio que tanto incomodaba al señor. Solo… se refería a una soledad permanente no de sólo ese momento.
Por más que sus sentimientos fueran genuinos y que deseara derramar sobre él, el cariño y cuidados que pensara se merecía, dentro de sus límites estaba ese consentimiento que el amphitere aún no había dado. Seguía negándose a la amistad latente que había en el pecho de la arconte, palpitando tan viva como ellos dos; no podía hacer nada al respecto… era su decisión. Asintió suavemente a sus palabras, respetando ese deseo. -Comprendo – murmuró, agitando suavemente la cabeza de arriba a abajo un par de veces para remarcar que las palabras le habían llegado a la razón. -Señor Ivka, no tengo intenciones de agobiarlo con gestos que no son bienvenidos. Cerraré la puerta sólo para no incomodar con lo que hay dentro pero siempre estará abierta para usted – no tenía más qué decir al respecto. Hasta ahora había sido insistente y era porque quería ser clara… enfática en que podía encontrar un poco de apoyo en ella, pero era claro ya que estaba convencido de que así era y aún así, él no podía aceptarlo. Finalmente se convenció de que tal vez había hecho más daño que bien al grado de incomodarlo o hacerlo sentir frágil por no sentirse apto para poner en riesgo su servitud por una amistad; no quería orillarlo más a algo que él deseaba con tanto ahínco prohibirse. Por mucho que no pudiera comprender eso, debía respetarlo, debía comprender que esa era su voluntad.
Se puso de pie, estirando el vestido hacia abajo en las partes que estaban pegadas a su piel por el carmesí ya seco. Guardó los ungüentos en las bolsas del blusón dándole un vistazo a las alas que aún se encontraban extendidas frente a ella. -Cumpliré su voluntad; lo dejaré solo pero permítame limpiar el cuarto de baño antes de irme… Temo que el olor a sangre se impregna rápidamente y no es prudente que corra el aroma en esta casa – asomó la cabeza hacia el baño, donde el piso aún estaba manchado ya de un color más oscuro. Percibía el olor metálico y se preguntaba si el señor Sven o el Lord Velfast estaban ya al tanto de que alguien en la casa estaba herido tan sólo por el aroma. También debía lavar sus ropas y las de él… o desecharlas, lo que fuera más práctico. Volvió a mirarlo; le veía vencido y no estaba para menos. Los eventos de ese día la habían marcado profundamente, no podía imaginarse los estragos que habrían en él. -Sólo déjeme decirle una cosa… una cosa antes de que le dé mi distancia y mi silencio – volvió a hincarse frente a él para quedar frente a frente. En su rostro había una sonrisa cansada por ser víctima de la preocupación y la angustia. -No estamos hechos para la soledad… incluso ahora, creo que su espíritu se encuentra acompañado – llevó una mano al pecho del dragón donde sintió el palpitar de su corazón bajo su palma. Si había entendido bien, ahora Ivka compartía su vida con quien sufrió esa tarde dentro del círculo… y aquella bestia tal vez. -Si usted así lo requiere sólo prométame que pedirá ayuda… no se reserve sólo porque piense que habrán deudas conmigo. Me queda claro que no hay lugar para mí en su vida pero estoy dispuesta a servir de apoyo en el momento que sea necesario – era difícil, por no decir imposible para la arconte desentenderse de alguien que sabía necesitaba tanta ayuda. Simplemente no podía apartarse a la distancia y la apatía; era algo antinatural en ella. Volvió a levantarse con intenciones de ir al cuarto de baño y hacérse cargo del desorden tan pronto como le fuera posible.
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Post by Ivka Lawson on May 20, 2018 17:59:22 GMT
"Los conflictos no pueden dejarse sin resolver. Los malos entendidos, los rencores, el que algunos dejen de hablarse, se debe a la falta de diligencia en querer resolver aquello que nos quita el sueño y nos roba la paz"
Tales palabras recobraron sentido con tan sólo una pequeña acción, un simple roce que le hizo querer comprender la amabilidad ajena; dejando a flote y simple vista la ignorancia del mundo y sus ventajas. Sus ojos estaban abiertos a nuevas posibilidades pero se negaba con esmero a ver, era egoísta y se concentraba en su propia persona por simple educación humana, por mero temor. Y lentamente aquella palma parecía alejarse de su piel desnuda, sin dudar la mujer se levanataba para irse; el dracónido mantuvo oídos sordos, hasta ese momento en que casi volvía a recobrar el sentimiento de pérdida. Sus impulsos fueron impropios y más veloces, y sin percatarse, su mano detuvo con cierta firmeza el brazo femenino, impidiendole alejarse aún más.
Reaccionó a su actuar, a sus movimientos, y pese a todo, aquel semblante serio permanecía inerte. - No malinterprete mis palabras. Por favor. - Tal como lo dijo, deseaba dar a entender su sentir en el momento, su voz y su cuerpo, todo. - Nunca he dicho que no tiene un lugar, pero por ahora, sólo en estos momentos preferiría pensar por cuenta propia, no busco su compasión ni lástima, y hasta ahora, lo único que le he dado a cambio de su compañía y amabilidad sólo ha sido pena y confusión, dolor. -interrumpió por un momento, dejando escapar un suave suspiro acompañado de una pequeña risa irónica- Debo verme lamentable en este estado, seguramente. ¿Pero como podré agradecerle después si sigo luciendo así? - El amphithere poco a poco se reincorporaba, apoyando ligeramente su mano sobre su pierna a la vez que sostenía el paño que cubría su intimidad al hablar. A la brevedad estaba de pie, arratrando sus alas en dicha habitación la cual solamente pudo escudriñar por un simple segundo. - Puede proceder a limpiar, me gustaría mostrarle algo después. - Hizo el comentario, soltando ya a la mujer para que siguiera en lo que tenía que hacer. Tan pronto como lo pidió, le dio la espalda con amabilidad, ocultando nuevamente sus alas y avanzando por sus aposentos para buscar algunas prendas de vestir antes de que fuese demasiado tarde. Sus pasos eran cortos y lentos, aún se encontraba débil pero podía mantenerse de pie, no tendría problema si intentaba despejarse. De momento sus deseos tenían que ser reprimidos.
Breves minutos pasaron, mismos en los que el siervo se vistió adecuadamente con otro uniforme, utilizando esta vez una camisa con cuello alto y un pañuelo amarrando el mismo; en un intento casi obvio de ocultar la quemadura que se asomaba en tal zona. Sus prendas estaban mejor que antes, y sus objetos personales permanecieron lejos esta vez.
Miró de reojo a la habitación de baño, ligeramente atento a la mujer que le acompañaba. Regresó la vista al frente cuanto antes, y para hacer tiempo, comenzó a ordenar su propio escritorio. Tomaba libros y los depositaba donde correspondían, ocultó sus papeles y lienzos sin terminar y entre aquellos movimientos, un pequeño cuadernillo cayó al suelo. - Si ha terminado, use el baño también. - Comentó de lejos, recogiendo todo y ojeando dichosos libros que buscaban su lugar en la estantería. - Probablemente sería mejor a tener que salir con el olor de la sangre, a estas alturas ignoro si el olor se ha esparcido o no. - Terminó con lo que hacía, libros de su propiedad y otros tantos de la biblioteca ahí ordenados, papeles en su lugar, pequeños contenedores de tinta dentro de un cajón y un collar sobre el mueble principal daban una mejor impresión que al principio. - Puede usar la habitación de baño. - Inquirió en ello, sin titubear y dejando claro que dicha sugerencia más bien era una orden. - Mientras lo hace, me aseguraré de deshacerme de las prendas manchadas y traer algo para usted. - Indicó lo que le parecía mejor, acomodandose por un lado de aquella puerta sin atreverse a ver nuevamente el interior, ocultando su preocupación debajo de unos ojos calmos y una postura erguida.
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Post by Evangeline on May 20, 2018 19:40:35 GMT
Estando por marcharse se detuvo al tacto ajeno; la presión le vino de sorpresa mas se quedó quieta, escuchando su retórica. No… no se veía lamentable, su aspecto no lo hacía menos fuerte ni quitaba el valor que manifestaba por mucho que sus deseos los hayan asomado a la oscuridad… Comprendía que era un amor profundo lo que lo movía a tales motivaciones. Le siguió con la mirada hasta que se puso de pie, sin despegar los ojos de sus alas y después de su espalda desnuda. Las cicatrices… el dolor… hablaban a través de su cuerpo. Se puso de pie igualmente, aceptando el deber que se había impuesto de limpiar hasta la más minúscula mancha de sangre de aquél cuarto.
Se dedicó a lo prometido, llenando de agua los pisos, tallando con telas y estropajos que se hallaban en los gabinetes de la habitación. Una analogía de los esfuerzos de limpiar su propia alma y la de él. Echó agua a la bañera que igualmente se encontraba sucia; gracias a su color oscuro no era fácil distinguirlo pero había sangre y tierra acumulándose en la base de la porcelana. La llenó varias veces con agua hasta que el líquido era cristalino y puro.
Se sentó frente a la tina, descansando un poco; su cuerpo se hallaba tieso por la preocupación y también el cansancio del día. Alzó la cabeza, mirando suavemente por encima del hombro al escuchar la voz del señor Lawson, ofreciendo la tina para su uso personal. No lo veía impropio pero sintió una pizca de nerviosismo, sin embargo, era la opción más prudente. Salir de la habitación con las ropas impregnadas de sangre no sería lo más conveniente. De sólo pensar que existía la posibilidad de toparse con el señor Sven después de lo que había ocurrido… sentía mucho miedo. Se puso de pie con cuidado, estando de pronto dubitativa. Llevó la mano hacia el tirante de su blusón, desvistiendo hasta quedar en una desnudez reveladora y vulnerable.
Metió los pies al agua hasta poco a poco hundir su cuerpo en la tina. Sus ropas habían quedado sobre el suelo recién limpiado; frío y brillante, como si nunca hubiese habido ahí muestras de violencia. Nada. Hundió su torso, sólo se asomaban sus hombros através del agua; sintió calma y alivio, por instantes como si los ratos de terror no existieran. -Le agradezco señor… - murmuró para indicarle que podía entrar y así no toparse con una indeseada desnudez.
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Post by Ivka Lawson on May 22, 2018 0:41:10 GMT
Tras haber escuchado la voz de la fémina supo que era momento de adentrarse a la habitación. No dudó en ningún instante, más sin embargo, una vez dentro, sus ojos fueron testigos de la desnudez y fragilidad ajena, misma que se ocultaba discreta entre el agua. Trago en seco y se mostró estoico, limitándose a tomar aquellas prendas que estaban manchadas con su propia sangre del suelo, fugazmente, recuerdos invadieron su mente; entre ellos el día en que la arconte llegó a dicho castillo para buscar un lugar al cual pertenecer. Con sólo ese vago recuerdo, una muy leve sonrisa se dibujó en sus labios, irónico. - Si me disculpa, volveré enseguida. - Mantuvo distancia, iracundo ante la idea de aprovechar la situación, de mostrar su naturaleza real; no podría sobrepasarse aunque realmente tenía la pequeña curiosidad de averiguar otro tipo de sensaciones, no podría, al menos no con ella en tal situación, no era momento.
No fue hasta que se percató de algo; una duda que le hizo cuestionarse seriamente su actuar y su pensar...¿Añoraba tener algo íntimo con la fémina? ¿Era por ello que no podría seguir? Lo dudó, intimidado ante la verdad que él mismo parecía querer ignorar. Únicamente suspiró con discreción y, luego de ello, la miró por brevedad sin intenciones de invadir su desnudez, consciente de las consecuencias de la promiscuidad que bien podría surgir ante tal deseo mundano que se apropiaba del momento. - Tocaré la puerta una vez tenga sus prendas.- Le dijo a la arconte, saliendo de ahi mismo sin titubeos, sin decir más de lo necesario, sin mostrarse cuan simple era su sentir.
Una vez salio de la habitación de baño, el dracónido avanzó a la puerta de sus aposentos, abriendo con cierto cuidado la misma por mera precaución por culpa del olor que la sangre desprendía. No había nadie al parecer. Caminó por los pasillos con calma, avanzando con lentitud entre estos mientras sus mismas pisadas causaban un eco tan calmo. Miraba de reojo cada rincón, cada esquina y detrás de su espalda pese a todo, pues sabía que aquel veterano que parecía carecer de control dada su nueva naturaleza podría estar en sus propios pasos rutinales.
Pasaron los minutos, y aquellas prendas habían sido reducidas a simples cenizas. Caminaba de regreso al lugar con las prendas de la fémina y un rostro más relajado que antes, quizá mucho mejor que después de haber llegado tras aquel suceso. Abrió la puerta y volvió a cerrar; unos tantos pasos fueron necesarios hasta que unos suaves toques resonaron en el baño. - Evangeline. - Musitó su nombre, advirtiendo que pasaría. Esperó unos pocos segundos y entró sin mostrarse demasiado precipitado, llevando todo de una forma gentil y amable. - Lo dejaré por aquí, será mejor que espere afuera. - Insistió en ello mientras que colocaba las prendas limpias en un canasto que había dentro, agachando la cabeza al salir por mera costumbre. Una vez fuera tomó asiento en una de las sillas y se mantuvo silencioso, mirando a través de la ventana con añoranza y una sonrisa cálida dibujada en los labios; se encontraba distraído y permanecía ajeno a lo que ocurría a su espalda, pues pese a todo, se sentía bien. Era una sensación nueva y satisfactoria, al igual que los días calmos de su infancia y otros cuantos de su adultez.
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