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Post by Evangeline on May 22, 2018 1:21:33 GMT
Lo escuchó entrar y en ese momento su cuerpo se tensó. No estaba segura si era vergüenza, si era recato de estar en aquella habitación con el cuerpo solamente oculto debajo del agua pero no se atrevió a mirarlo de inicio. Fue al sonido de su voz que giró suavemente la cabeza, sólo para observarlo tomar las prendas, con un gesto que fue tan fugaz y sútil que no tuvo la seguridad si había visto bien o no que el amphitere había sonreído.
Se mantuvo quieta en la soledad del cuarto, sólo acompañada por los sonidos del agua al pasarla por encima de su cuerpo. Sumió su cabeza por un instante, aguantando la respiración mientras sus pulmones trabajaban con el poco aire que había tomado antes de sumergirse. Se mantuvo así por un rato, lo más que pudo tolerar sin aire. Ese sofoco no era tan cruel como el de la culpa que sentía en su pecho. Inconscientemente se castigaba por sus malas acciones, orillándose a sentirse sin salida, totalmente rodeada de un ambiente sin aire. Salió del agua con un profundo suspiro, tomando aire mientras se sostenía de los bordes de la tina. Su alma comenzaba a torturarla con los castigos que se merecía…
Continuó con la limpieza de su cuerpo; no habían heridas físicas, sólo sangre ajena y tierra por el vuelo de regreso al castillo. Pasó sus manos por encima de su cabello ya húmedo que se comenzaba a adherir a su rostro por la humedad. No hubo mucho que pudiera pensar en aquél momento; su consciencia estaba intranquila, llena de preguntas y confusión. No quería admitirlo pero su alma estaba manchándose por sensaciones y situaciones que en su vida había imaginado experimentaría. Ahora que lo pensaba… no había rezado en mucho tiempo.
Escuchó la puerta, recuperando una postura más recatada, inconscientemente sumergiéndose un poco más en el agua. Le agradeció en voz baja al dragón poniéndose de pie para salir de la tina. Secó su cuerpo y cabello con lo que se hallaba dispuesto en el baño, sintiendo pena por el rastro de agua que había dejado al salir… Ya lo secaría en su momento. Tomó las prendas para ponérselas para después cuidar que su cabello no estuviera escurriendo, no deseaba mojar las ropas secas. Estando ya en la decencia, salió de la habitación para encontrarse al señor Lawson sentado frente a la ventana. Lo veía de espaldas pero su rostro acomodado de tal forma que podía notar su pómulo ligeramente alzado. ¿Sonreía? Parecía que sí… lo vio en el reflejo de la ventana. Dubitativa se quedó de pie en el umbral entre el baño y la habitación, con las manos entrelazadas, no queriendo interrumpir aquél gesto que no le había visto antes.
Se atrevió a dar unos pasos hasta acercarse a él, quedando tan cerca de su espalda que podría tocarla. -Señor Ivka – le llamó, anunciándose por si no la había sentido al llegar. -El baño está limpio… sólo un poco húmedo por el uso que acabo de darle pero, no tardará en secarse. Usted quería mostrarme algo – temía sonar muy asertiva o demandante por sacar a flote el tema pero estaba realmente curiosa. Si algo estaba cambiando de su persona al estar viviendo en aquella mansión era tal vez la chispa del conocimiento; todo era tan nuevo que actuaba impulsivamente por conocer. Colocó su mano sobre el hombro del dracónido, sonriéndole con mayor tranquilidad. Aunque se sintiera en un estado emocional turbulento debía ser fuerte y firme.
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Post by Ivka Lawson on May 22, 2018 4:22:51 GMT
El dragón mentiría si no reaccionaba en ese instante, el tacto por parte de la mujer le tomó por sorpresa, mismo que iba acompañado de la voz amable que tanto la caracterizaba. Su cuerpo se tensó por un momento, había bajado la guardia por un instante. Atendió lo que le decía mientras la miraba de reojo y luego regresaba la vista a la ventana; en ese instante se atrevió a llevar su diestra a donde la mano de la arconte, sólo para sujetarle con cuidado, intentando dejar de lado esa mera vergüenza de tocarla con lo que sentía aún sucio. El contraste de aquellas palmas le causaba curiosidad y algo de pena, dando suaves palmadas para después levantarse de donde estaba sentado. - Tome asiento por favor. - Le indicó a la par que se levnataba de la silla, cediendole donde antes estaba.
Mientras que la mujer caminaba y tomaba asiento, Lawson le dio la espalda un momento, rebuscando entre aquellos libros que había acomodado; sacando de estos solamente una pequeña llave bastante vieja y, lamentablemente, oxidada. - No es nada relevante a decir verdad, solamente me preguntaba... ¿Cómo he de agradecerle por tanto? - Explicó, agachandose en ese mismo lugar con la llave en mano, buscando una pequeña caja que mantenía en un baúl al pie de la cama de dicha habitación. - Hace tiempo, en mi antiguo hogar; hubo un tiempo bastante tranquilo y armonioso en mi vida, irónicamente fue una etapa difícil. - Comenzó a hablar, rebuscando entre aquel baúl, moviendo de un lado a otros prendas que nunca antes había mostrado, papeles rotos y unas cuántas cajas más ocultando más pedazos del pasado. Finalmente dio con la caja que buscaba, pequeña comparada con otras dentro, aún polvorienta y algo maltratada, pero bastante bien conservada pese a los años. - Durante esos tiempos, conocí a alguien que transcribia mis palabras y me enseñaba el idioma de los hombres; una humana. - Seguía, al igual que cerraba el baúl y mantenía la pequeña caja entre sus manos, con los ojos meramente serenos. - Eran épocas difíciles, pues estaba prohibido que un esclavo aprendiese a leer o escribir; más aún tratándose de un esclavo que solamente servía para entretener y luchar. -Hizo una pausa, pues dio un soplido a la caja para levantar el polvo que esta acumulaba-...Cada noche, la humana acudía a mi sin que se lo pidiera, día tras día, noche tras noche. - Continuó.- Me enteré que dicha humana era mandada por cierta persona que me vigilaba, pero al parecer también ella lo hacía por gusto personal, aunque claro, los primeros días lucia forzada. - Bromeó con cierta burdeza, rompiendo finalmente el papel que mantenía sellada la caja. - No me negué a la enseñanza, era algo que requería si quería sobrevivir, mantenerme distraído y competente con todo el silencio de las celdas era necesario. - De la caja, el dragón sacó varios sobres sumamente maltratados, amarillentos por el tiempo. Las letras que podían verse en el exterior del mismo estaban borrosas y parecían perderse por el maltrato del papel. - Fui mediocre e ignorante, no me percaté de lo que ganaba cada día, creo que sólo me di cuenta una vez que lo perdí. - Se detuvo, pues al ver el primer sobre se quedó casi congelado. Le costó procesarlo adecuadamente una vez más, únicamente cerró sus ojos y ladeó su cabeza con lentitud, recuperándose a la brevedad. - Curiosamente, usted y los humanos que me conocieron se preocuparon demasiado por mi, mostrando un "patrón" semejante de actitud; torturandose a sí mismos por cierta cuestión en la que no habían tenido tanta intervención. - El dracónido no sabía de lo que la arconte había hecho recién en el baño, pero por aquella actitud que le mostraba anteriormente sabía que ocurría, lo había visto antes y hasta cierto punto, le preocupaba. Una vez dijo ello, el dragón le entregó el primer sobre a la fémina.
- Lo único que deseaba mostrarle es esto, una prueba que quizá pueda librar esa culpa que carga en el pecho, o al menos, mostrarle con mis propias palabras y las dé mis antiguos... amigos, que tal vez, pueda llegar a liberar esa pena del mismo modo que yo lo hice con usted. - Explicó serio, dejando que la fémina viese por cuenta propia el contenido de la primer sobre.
El primer fragmento de la carta estaba colocado con una caligrafía bastante similar a la de Lawson, pero esta se notaba más delicada y pulida, refinada. Pero justo después de ello, seguia una contestación que nunca fue leída.
Una respuesta corta y conscisa, breve y dolorosa.
- No hay forma en la que pueda agradecerle lo que ha hecho por mi y lo que continúa haciendo, sólo permítame devolverle esa amabilidad aunque sea una vez, o será consumida en ese dolor que atormenta su interior, Evangeline. Comprenda que lo que me ha ocurrido recién, no fue su culpa, comprenda que pese al dolor, puedo cargarlo aún, comprenda que no estoy sólo ahora, la tengo a usted aquí a mi lado; pero no para que usted lleve esa culpa en mi lugar. - Fue directo y amable, con la voz fría pero sin ningún toque de intimidación o regaño, solamente neutro y sincero.
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Post by Evangeline on May 22, 2018 5:22:44 GMT
Apreciaba los momentos, aunque fuesen breves, en los que podía sentir el calor de la piel de otro arcano. Los días en la mansión eran inciertos; las horas transcurrían pero el tiempo parecía estar estático; de no ser por el propósito de mantenerse fuerte y pagar su deuda, su espíritu se habría quebrado ya y se habría hecho esclava de la rutina. Obedeció al amphitere, sentándose en la silla que antes había sido ocupada por él. Colocó sus manos sobre su regazo, esperando con una postura no propiamente tensa pero sí firme; deseaba ser respetuosa, no tocar más de lo debido. Miraba sus movimientos mientras el señor Lawson arrastraba a la realidad recuerdos de su pasado… ¿Agradecerle? En realidad no tenía por qué pero se mantuvo en silencio, perdiéndose en los movimientos del hombre y de sus manos… sus manos ahora oscurecidas por el traumatismo del evento recién ocurrido. ¿Cuántas horas habían pasado ya?
Poco a poco se le iba obsequiando información que no sentía merecía aún así respeto el momento que su benefactor se estaba dando para expresar asuntos tan privados como los que estaba revelando. Notó de pronto tensión en su cuerpo al tener en sus manos un sobre cuyo contenido pronto conocería. Se encontró con su mirada mientras el sobre le era ofrecido a sus manos. Podía oler el aroma del pasado en los objetos que se hallaban guardados en aquél baúl y también en el papel ya añejado que ahora estaba por desenvolver.
El contenido de la carta era… perturbador. Podía sentir através de la palabra escrita las emociones que se habían plasmado en el papel. No podía ni imaginarse la situación tan precaria en la que ambos debieron de haberse hallado… Había estado cerca pero jamás tuvo el infortunio de toparse con ese tipo de desgracia. Suspiró profundamente, guardó silencio. Aún no terminaba. Al leer la respuesta del señor Lawson sintió un hueco en el pecho… Podía darse una idea de lo que había ocurrido y sentía pena por ambos. Sintió en sus ojos el acumulamiento de las lágrimas pero no quiso derramarlas, no porque Ivka no lloraba; si él era fuerte, ella debía serlo también. Dejó el papel sobre la mesa, bajando suavemente la mirada sintiéndose inadecuada de haber tenido esa información frente a sus ojos, sin embargo, fue en las palabras del amphitere que sintió libertad. Fue entonces que no pudo controlar el llanto y lloró mas no fue doloroso; se sentía tranquila incluso feliz, como no lo había estado desde aquella noche en que lo había conocido.
Tomó su mano, llevándola a su mejilla donde las lágrimas se comenzaron a acumular, mojando la piel nueva de sus dedos. -Señor Ivka… No tiene por qué agradecerme por nada… Cargo la culpa precisamente porque no quiero que se sienta solo; ya no lo está – se detuvo por un momento, durante el cual sostuvo la mano ajena con las suyas y la besó. -Prometo deshacerme de este sentimiento... de verdad… Todo ha sido tan nuevo… tan aterrador para mí… - sintió cómo un nudo en la garganta comenzaba a formársele, traicionando la fluidez de sus palabras. -Nunca pensé que fuera a atestiguar lo que me ha tocado ver aquí… Tal vez por eso es que estoy tan vulnerable y permito que ese arrepentimiento se acumule en mi corazón- sacudió su cabeza, sonriendo suavemente para alejar los malos pensamientos. -Quien debería dar las gracias soy yo… Por permitirme ver este pedazo de su alma… Haré más espacio para el cariño que siento por usted y no al miedo, a la culpa ni al pecado de la ambición… No pediré más de lo que usted me está dando, es promesa -. Alzó el rostro para mirarle sonriéndole en el proceso. Las lágrimas se habían detenido, las viejas dejando un rastro húmedo sobre sus mejillas húmedas. Soltó la mano del amphitere para limpiarse con los dedos y acomodar un poco su cabello mojado que lo sentía muy cerca de sus ojos.
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Post by Ivka Lawson on May 25, 2018 4:34:51 GMT
Sus palabras parecían servir, y aquellas lágrimas reprimidas por fin escpaban de los ojos claros que parecían tenerle cautivo en su inocencia. La miró, admirando cada pequeño detalle y entrebuscando en lo más profundo de su ser la verdad oculta. Nuevamente pudo sentir la piel ajena, cuál breve corriente tan simple acto; la humedad de dichosas lágrimas hizo que su vista se fijara más en el rostro femenino, escuchando apenas aquellas palabras que escapaban de los labios ajenos. Su pulgar apenas se movía sobre aquel rostro delicado, intentando limpiar las lágrimas pero siendo casi al instante detenido para recibir el beso en la mano. Aún le resultaba incómodo, como si ella también fuese a mancharse con la suciedad de la evidencia de tal prohibición y culpabilidad, negó con la cabeza suavemente, hasta cierto punto comprendiendo sus pesares y aquello que le era mencionado. Era cierto, ya no estaba sólo pero aún intentaba comprender lo que implicaba estar acompañado por alguien más. - Siento que ya no estoy sólo. - Murmuró con una muy leve sonrisa en los labios, con la mirada apacible por el momneto mientras la miraba desde donde estaba, moviendo con su otra mano las demás cartas que yacían en la pequeña caja; tal parecía que ya no era necesario mostrarle alguna otra, pues todas eran similares, sólo eran aquellas palabras que nunca fue capaz de decirles de frente. Con cuidado, el dracónido acercó lentamente su diestra a la mejilla de la mujer, tomandole con delicadeza a la par que limpiaba el tenue rastro de las lágrimas que parecían secarse, tomando dichosa oportunidad para brindar caricias con su piel. Tan lento y hasta cierto punto, dudoso, embriangandose con la dicha del momento y esa confusión misma que surgia en su interior. - Я благодарен - Masculló muy tenuemente, a la par que acercaba su rostro al de la fémina sin dudarlo demasiado, vil susurro que parecía que no quería hacerle llegar a ella. Sin más, su mano se aproximó con cuidado, sujetando el mentón de la mujer para elevar aquel rostro a su altura; su vista estaba fija en los ojos de la mujer; y sin embargo, parecía no querer apartarse en ningún momento de aquellos ventanales claros. No dijo nada, no fue capaz de decir algo siquiera y, en brevedad, sus labios besaron aquel rostro, dando un roce bastante sutil en la comisura de sus labios, incentivando a la duda, deseoso por únicamente aplacar el ruido en su cabeza que surgía por la duda de tenerla ahí, con esos sentimientos que intentaba recordar y ocultar.
Cerró sus ojos y pronto sus labios se desviaron sin pensar demás en las consecuencias, juntandose finalmente con la boca femenina, aprovechándose del momento y haciéndolo suyo en cuestión de segundos. Su otra mano se movió discreta, tomándole por la cintura para acercarla con cuidado, presionando suavemente... Hasta que reaccionó. Se detuvo en seco, apartandose con cierta cautela a la par que desviaba el rostro, sin mostrarse apenado o arrepentido, o al menos, su semblante no lo dejaba claro. - Discúlpeme. - Aclaró la voz y, alejando sus manos de ella, solamente retrocedió un paso y se mantuvo firme, erguido.
No tuvo más palabras a lo sucedido, solamente se giró para tomar la caja entre manos para regresarla al lugar que le correspondía.
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Post by Evangeline on May 25, 2018 6:07:02 GMT
Le miró satisfecha, respondiendo a su sonrisa al escucharle decir tales palabras. La soledad era… abrumadora, era algo que no le deseaba ni al ser más oscuro del mundo. Por obvias razones pensaba que el señor Lawson no se merecía vivir bajo el peso de tal martirio; deseaba convencerlo de que existía en la compañía de su amistad y cariño, que no debía sufrir ya más callado a las cavilaciones de su ya tan agobiada mente. Cerró los ojos, dejando que las lágrimas fueran removidas de sus mejillas, una a una tan cargada de sus penas que sentía un peso ligero conforme el rastro iba desapareciendo bajo el tacto del pulgar ajeno. Le escuchó hablar, en un lenguaje que le era desconocido. Abrió los ojos, sólo para ver cómo sus rostros perdían la distancia que marcaban siempre a la distancia. Fue dócil, siguió el trazo del tacto que la conducía a mirarle con mayor determinación. Hubo silencio nuevamente en el cual se dio entrada para una oleada de sensaciones diferentes; un nerviosismo que apenas nacía dentro del vientre de la arconte. Un deseo. Sus labios se entreabrieron sin saber a conciencia lo que estaba por ocurrir; se quedó con las palabras en el aire. La caricia de sus labios sobre su mejilla, tan curioso, tan tierno pero a la vez inquieto. No se inmutó; su rostro se mantuvo quieto ante la sensación cálida que comenzaba a dominar su espíritu. Los labios del señor Lawson exploraron la totalidad de los suyos. Evangeline respondió de manera delicada y frágil; aquél encuentro le era desconocido. Había sido un intercambio que no se había atrevido a tener con nadie puesto que su alma y cuerpo estaban devotas a la fe y el servicio por otros. Las pasiones eran actos de egoísmo que nublaban los deberes de un siervo como lo era ella pero ahora… Todo era distinto. Las experiencias que eran tan nuevas ocupaban gran parte de su consciencia habían quebrado la voluntad que antes la mantuvo tan plantada en su misión. Ni siquiera se había puesto a pensar si se merecía tales pensamientos. Su beso fue tímido, reservado, mas no mostró resistencia al momento en que su cuerpo se acercó al otro por voluntad ajena. Colocó una de sus manos sobre el pecho del amphitere, temblorosa, casi por encima de la tela, sin atreverse por completo a fundir sus manos en él. Fue un acto tan breve pero tan poderoso en la mujer que al momento en que sus labios se apartaron casi pudo sentir un frío sobrecogedor. Por un instante sus ojos se mantuvieron cerrados, muestra de la devoción al acto tan nuevo para ella. Un sonrojo adornaba sus mejillas, podía verse entre la luz ténue que alumbraba la habitación.
Al ver el rostro del señor Lawson nuevamente, bajó la cabeza con cierta vergüenza. Lo escuchó disculparse, marcando nuevamente la distancia que siempre había habido entre ellos. La arconte desvió la mirada hacia el suelo, de momento no teniendo cara para dirigirle la palabra. Sus manos se entrelazaron mostrando el nerviosismo de su cuerpo, su cuerpo que se sentía acalorado y agitado por lo recién ocurrido. Se llevó los dedos a los labios como si estuviera repasando el beso por medio del tacto. Realmente había ocurrido… ¿Era así como se sentía entonces? Una sensación agradable, tan bella y pura que sin siquiera haberse dado cuenta la había hecho sonreír. Yacía de pie, frente a la espalda del amphitere con un gesto en su rostro que indicaba todo menos ofensa por lo ocurrido. -No tiene de qué disculparse, señor Lawson – se atrevió a decir aún sin poder alzar del todo la mirada. Dio un par de pasos hasta él, permaneciendo de pie detrás de su figura. No estaba totalmente segura de sus sentimientos; su admiración, gratitud y cariño eran fuertes y estaba dispuesta a manifestarlo cuanto fuera necesario, cuanto le fuera permitido… Pero no había caído en cuenta del nerviosismo de su corazón que en ratos la embargaba. ¿Habría sido todo mera confusión? ¿Impulso del momento? ¿Estaría vulnerable el señor? No quería ser ella quien tomara partido de una situación así, tan nueva para ella además… Sintió vergüenza esta vez de sentir dicha y anhelar algo en un momento así. -En todo caso, discúlpeme usted a mí… Yo… - hizo una pausa, sintiendo un nudo en el estómago. - Su beso… Me avergüenza admitirlo puesto que es algo muy egoísta de mi parte pero, lejos de ser una ofensa para mí fue un gesto que no sabía ansiaba por recibir... no hizo nada malo -. Ya no estaba segura si la vergüenza provenía por la situación de él o por sus propios prejuicios ante la pasión y el deseo. Jamás se había dado el derecho de explorar sentimientos y sensaciones como esa. Tocó su hombro, tratando de brindar peso a sus palabras. - Por favor, nunca se avergüence -. Lo había dicho… sintió frío en su vientre… Sonaba a pecado decir algo como eso. Tal vez debía marcharse, dejar las cosas así, dejarle descansar el espíritu y el cuerpo.
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Post by Ivka Lawson on May 27, 2018 16:45:45 GMT
No sintió demasiado nerviosismo, pero igualmente la respuesta ajena le dejaba sensaciones de ansiedad y cuestionamientos internos; dudativo al como proceder a decir verdad. Solamente dejó la caja al escuchar de nueva cuenta la voz femenina, interesado en el verdadero significado de aquellos murmullos ¿Realmente estaba bien? ¿Ella lo ansiaba? Dudó, ciertamente lo dudó pero no podía negar que le llenaba de regocijo pensar en la posibilidad. Se encontraba hundido en sus propios pensamientos, en el como proceder antes de cometer un error, pero el tacto en su hombro le hizo reaccionar; giró su rostro hacia ella, hasta que fue capaz de percibir aquel color rojizo en sus mejillas. No lo dudó demás, ansiaba experimentar de nueva cuenta esas sensaciones e incitar emociones para ambos, quizá descubrir realmente lo que ocurria entre ellos, entre aquellos momentos silenciosos que surgían de momentos. Excusas para ocultar su vulnerabilidad, para acallar un poco esos deseos tan mundanos. - No creo que sea egoísta...- Masculló mientras tomaba la mano femenina, volteando completamente hacia ella mientras con ambas manos sujetaba la palma ajena. Sin más, la incentivó a colocar sin pena alguna su mano sobre su pecho, para dejar un poco más claro la intención del momento. - ...y de ser así, entonces me temo que también estoy tomando un papel egoísta, que quizá, no me corresponde...- Murmuró nuevamente, agachando ligeramente su rostro al de ella, juntando su frente con la de la mujer para después, unir de nueva cuenta sus labios con sumo cuidado, sin apresurarse demasiado. Entre aquel beso, su diestra se entrelazó con cuidado en los cabellos de la arconte, brindando cuidadosas caricias de momento. Sin más separó sus labios, pero se mantuvo cerca; la miró con deseo pero reteniendose a actuar precipitadamente, poco a poco desvío su rostro hasta que sus labios quedaron cerca de su oreja, le susurró discreto a la par que su otra mano le tomaba por la cintura, cuidando sus propios movimientos. - Me detendré si así lo desea...- Le susurró al oído con lentitud, dejando escapar su respiración en la piel ajena para hacerle dudar, y después de haber dicho aquello, los labios del dragón se aventuraron a avanzar; su rostro se ocultó en el cuello femenino, atreviendose a dar besos con suma delicadeza mientras que sus manos ahora le rodeaban, intentando despojar lentamente aquellas prendas que estorbaban. Todo lo hacía con lentitud, incentivando los deseos tan mundanos, averiguando que tan lejos podría llegar y que tanto le permitiría avanzar; la posibilidad de detenerse estaba ahí, pero mientras no diera respuesta, le haría dudar un poco.
- Evangeline...- Murmuró su nombre, incauto por el momento pero atento a sus reacciones, a su voz, a ella. Sus labios se separaron de la piel de la mujer por un momento, únicamente para subir nuevamente a los labios femeninos, esta vez tomando la inciativa para apresurar sus propios movimientos, para atreverse a morder un poco sus labios. Poco a poco el dracónido se dispuso a avanzar, sus pasos eran lentos y discretos, pero con cuidado guió a la mujer al borde de aquella cama de su habitación, esperó a la respuesta mientras brindaba caricias y separaba sus labios de vez en vez para permitirle tomar aliento. Aquellas prendas que portaba la mujer parecían caer dentro de poco, pero aún se sostenían, aún tenía oportunidad de negarse; pero el siervo mantenía expectativa, cerraba sus ojos y se hundía en la suavidad de aquellos labios y el sutil tacto por parte de la hembra. Ansioso, conforme sus labios exploraban el sabor de los de la fémina, poco a poco sentó a la mujer en aquella cama, recostandola con sutileza, dejándola "acorralada" entre sus brazos. Se detuvo en seco y se separó de ella, mirándola con el semblante serio pero denotando el deseo en sus ojos, relamiendo sus propios labios ante aquel acto. Se encontraba por encima de ella, sus manos oscuras se sotenian por los lados de la fémina, apoyándose en aquel manto que cubría la cama, y el, únicamente miraba con anhelo y detalle cada facción del rostro ajeno, admirando su belleza, misma que había percibido el mismo día en que la conoció, misma belleza que no sólo era física.
Había algo más, algo que le mantenía con dudas pese a todo, algo que le hacía tener cuidado por temor a herirla. Pese al deseo, aún era consciente de la verdad.
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Post by Evangeline on May 27, 2018 19:31:57 GMT
El palpitar de su corazón era agitado e inquieto. Su cuerpo desobedeció al posar su mano sobre el hombro ajeno, aún si querer perder ese contacto de antes con el señor. ¿Por qué? Aquellos caprichos y placeres carnales de los que se jactaba no sentir ni querer experimentar jamás estaban rebelándose, tomando control de sus acciones. Siempre había creído ser ajena a ellos, que su misión en el mundo era distinta y completamente lejana a tales deseos pero en ese momento tal verdad estaba negándose ante sus ojos por la manera en que estaba sintiéndose con el sólo tacto de las manos del amphitere sobre la suya. De manera determinante, llevó su mano hasta su pecho; sin necesidad de palabras diciéndole que podía permanecer ahí, sintiendo el palpitar de su corazón. Evangeline le miró a los ojos con cierta timidez y reserva pero podía verse una chispa de curiosidad y deseo en ellos.
Esta vez sus labios fueron puntuales a responder al beso; se separaron para permitir la llegada de otros a saborear una esencia inmaculada que había mantenido en secreto. El movimiento de su boca en conjunto con sus dedos que acariciaban entre su cabello y cuello eran suficientemente fuertes como para que entre besos se le escaparan suspiros. Tales gestos eran nuevos para ella; caricias que por vez primera su cuerpo estaba experimentando. Comenzaba a sentir un calor completamente ajeno al ambiente que los rodeaba; venía desde adentro, de la base de su vientre, extendiéndose a cada parte de su piel cual catalizador para su propio deseo.
Por el breve instante en que sus miradas se conectaron, Evangeline sintió como si su alma deseara prenderse de aquellos ojos; aquella mirada cargada de melancolía y dolor que en ese instante transmitía otros sentimientos que despertaban aún más la timidez de la mujer. Mordió su labio inferior al sentir el aliento del hombre sobre la piel de su oreja y apretó la mano que tenía sobre su pecho, no pudiendo mantenerse quieta como lo había hecho antes. Juntó su pecho con el de él mientras su otra mano se deslizaba sobre su hombro hasta asentarse en la base de su nuca. Con los labios libres de la pasión de los otros, dejaba escapar suspiros reprimiendo algo más atrevido puesto que aún sentía vergüenza y pudor ante lo que estaba sucediendo. Podía sentir las manos del amphitere sobre su espalda y la tensión de sus prendas liberarse más y más.
Nuevamente le besó hasta ser dirigida a la cama. Estaba nerviosa pero completamente devota a las sensaciones tan placenteras que por vez primera se permitía sentir. Quedó sobre el colchón teniendo frente a ella la visión del amphitere dominando el acto, esperando por su consentimiento. La mujer temblaba ante lo desconocido, la anticipación y la incertidumbre de lo que dictaría su consciencia al final, después de todo. -No… - murmuró de pronto. Sus manos temblaban, se hallaban entrelazadas sobre su pecho habiéndolas colocado ahí cuando sintió la suavidad de la cama sobre su espalda. Las separó poco a poco, llevándolas hasta el rostro del amphitere, grabándose con el tacto cada parte de su rostro; desde su quijada hasta la severidad de su frente y cabello hasta detenerse en la suavidad de sus labios. -No deseo que se detenga – respondió al fin.
Sentía el rostro acalorado, seguramente que el sonrojo en sus mejillas era intenso pero la vergüenza no era suficiente como para cohibirse. Estaba curiosa de lo que ocurriría, de experimentar algo que por decadas se abstuvo de vivir. Sentía total confianza por el dracónido y además, un profundo respeto y cariño que crecía cada día. ¿Amor? Podría ser… el sentimiento así, a tal intensidad, a tales niveles de pasión le era extraño por lo que no estaba segura de poder identificarlo, tampoco sabía los motivos del señor Lawson. Podría negarse, detener el momento hasta no caer en el acto con alguien con quien tal sentimiento fuera mútuo pero… ¿realmente quería eso? Lo que realmente importaba en aquél momento era lo que su corazón le dictaba. No había mayor muestra de afecto que la de conectar su cuerpo con el de otro ser y en ese momento lo que más deseaba era colmarlo de su cariño.
Suavemente se desprendió del colchón, apoyando sus codos contra él para impulsarse y besar al amphitere. Temblaba; sus movimientos eran pausados y tímidos. Rozaba con fragilidad sus labios contra los de su salvador, apenas tocándolos, dando espacio al choque de su aliento contra su boca. Con una de sus manos acarició su cuello, complementando la lentitud de sus labios con suaves caricias. -Señor Ivka - susurró apartándose sólo un poco, mas no lo suficiente para desprender su boca de la ajena. -Como hasta ahora, me pongo en sus manos -. Ahora con ambas manos sobre su cuello, estaba a total disposición del hombre. Sentía el frío sobre su espalda y hombro descubiertos, entre la apertura reservada de las ropas que aún negaban la visión de su desnudez ante él. Sentía pena de mostrarse de esa manera, de que pudiera ver su cuerpo puesto que nadie lo había visto; una visión que se había reservado sólo para ella y nadie más. Evangeline no poseía la soberbia para tener pensamientos así pero estaba por obsequiarle algo demasiado íntimo a aquél hombre.
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Post by Ivka Lawson on Jun 1, 2018 13:58:26 GMT
Leves suspiros que escapaban de entre los labios femeninos, cautivandole y provocando que se perdiese a si mismo en aquellos orbes claros, dichoso. Y finalmente, un murmullo llegó a sus oídos a la vez que las palmas ajenas se posaban sobre su rostro; la miró y pese a su sorpresa únicamente pudo cerrar sus ojos, complaciente con sentir tal calidez proviniendo de las manos contrarias. No hubo respuesta por su parte, más sin embargo, al sentir el suave movimiento de la mujer, y ser testigo del como ella parecía incentivar su actuar con tal tímido beso se mantuvo atento, jactandose de tal momento. Correspondió aquellos labios y sintió su respirar sobre su piel, no pudo evitar sentir una leve corriente recorrerle el cuerpo. Sin más, sus manos actuaron con cierta timidez pero sin flaquear, dando razón a las palabras que ella mencionaba, aceptando el hecho de que ella le permitía avanzar aún más. Acarició su rostro y lo acercó más, haciéndole entender que no habría vergüenza en tal momento, pues sólo él sería quien la viera así, sólo el podría si ella lo permitía.
Él mismo se consideraba un arcano egoísta y posesivo, buscando obtener más de lo que podría conseguir, buscando satisfacer continuamente aquel vacío que yacía en su interior con actos tan vagos y mundanos; llenar una copa que posiblemente desbordaria en mera desesperación, pero en ese momento, en esos instantes, nada le resultaba más relevante que satisfacerla, que provocar en la arconte sensaciones nuevas y gratificantes, intentar compartir la calidez de su cuerpo en vez de querer poseerla. La deseaba, pero estaba comprendiendo en dicho momento que quizá su deseo iba aún más lejos que el placer mundano de la unión física en tal acto, más lejos de lo que antes pudiese haber imaginado sentir por ella.
El ampithere se reincorporó ligeramente, apartandose solamente para poder desprenderse de aquellas prendas superiores que cubrían su piel manchada. Se deshizo del pañuelo que mantenía ligeramente oculto las quemaduras de su cuello, y desabotonó aquel chaleco junto con su camisa para despues colocarlas por un lado. Agachó su rostro aún con cierta vergüenza, pero al tener a la mujer ahí, quien había sido testigo de tal prohibición y pese a todo, seguia a su lado, no dudó. Se acercó nuevamente, dirigiendo sus labios a la piel que estaba a la vista; aparentando timidez con movimiento lentos. Su diestra se acercaba con discreción al muslo femenino mientras que sus labios se perdían con esmero en el cuello delicado que tenía al frente, caricias se hicieron notar a la par que recostaba a la arconte nuevamente, labios inquietos pero sin titubeos besaron su piel, degustando con cuidado y brindando besos y leves mordidas que iban acompañados del rastro de su cálido aliento. No había palabras para describir lo que aquel acto conllevaba, sensaciones que hacia tiempo parecía no sentir completamente. Deslizándose continuaba, jactandose del sabor del cuerpo ajeno, probando dicha dulzura que permanecia en su piel, misma que asemejaba a la seda debido a la delicadeza que mostraba. Aquellos dientes se posaron sobre sus clavículas sin morder, únicamente tentando; y sus besos poco a poco fueron avanzando a zona más baja, viéndose interrumpido por las prendas que aún no caían por completo para dejarla al descubierto, para permitirle tomarla lejos de la timidez que ella pudiese sentir. Pero no se contuvo, sus besos siguieron su camino; su mano izquierda le tomó de la cintura, elevando ligeramente su cuerpo y, con su diestra, terminaba de desprender dichosas ataduras. Breve y consiso, comenzó a tirar de aquellas ropas para irlas quitando con cuidado, intentando no distraerla demasiado de aquellas sensaciones que sus labios seguían causando sobre su piel. - Permítame...- Dijo en un susurro apenas audible, dejando escuchar su voz tan neutra pero apasionada del momento, separando apenas sus labios de dicha piel. Una vez dicho aquello, el ampithere terminó de liberar la tensión de las prendas contrarias, deshaciendose de ellas en un suave movimiento; hasta tenerla a su disposición únicamente a su vista. No se detuvo a contemplar la belleza de su desnudez, sin más, acercó sus labios de nueva cuenta, adentrándose a zonas puras e intactas; primeramente demorando un poco, atreviendose a utilizar su lengua en el recorrido. Bajo por entre sus senos, y besó su abdomen, aferrando sus manos a la esbelta figura para elevarla un poco, apegandola a él. Levantó el rostro y la miró, clavando su vista en aquel rubor rojizo que no parecía esfumarse; se reacomodó con cuidado y, con movimientos apacibles, acercó finalmente su boca al pecho ajeno. Su lengua degustó aquella zona sensible del seno femenino, leves movimientos circulares que rodeaban el centro hasta atreverse a utilizar sus labios por completo, besando y dando muy leves atisbos de placer y lujuria, en la búsqueda furtiva de la complacencia.
Continuó en ello, degustando con su paladar mientras que sus manos palpaban y rodeaban la silueta femenina, apenas tocando donde él consideraba aún zona delicada. Su diestra se aventuraba más y más, dando caricias insistentes en los muslos de la arconte, tentando su fragilidad y probando apenas el reaccionar ajeno, intentando infundir un oleaje turbio de sensaciones mezcladas, apacible e insistente continuaba en la interminable sensación de placer, terco en querer escuchar la respiración agitada de la fémina con tan pocas caricias, enternecido por tomarla con su consentimiento.
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Post by Evangeline on Jun 9, 2018 17:45:32 GMT
Observó quieta el desprendimiento de las ropas que cubrían el cuerpo del amphitere. Cicatrices y piel que habían sido conocidos por ella en el pasado pero que ahora miraba con ojos nuevos. Con un sentimiento recién nacido que encendía los rincones de sus entrañas; pasión… lujuría. Al tener la realización de aquellas sensaciones en su interior sintió bochorno y la presencia de un suave e invasivo sonrojo posarse sobre su pálida piel. Sintió un escalofrío al saberse en una situación que por tantos años había negado a su propia existencia.
Nuevamente el cuerpo frente a ella se acercó a tomar lugar sobre su piel. Cortos y delicados besos recorrían su cuello mientras su muslo era dichoso en recibir las caricias del hombre quien poco a poco la devolvía a la suavidad de la cama. Suaves suspiros escaparon de la boca de la arconte, desvistiendo su espíritu que se dejaba caer a la pasión entregada por el señor Lawson. Su cuerpo inconscientemente cooperaba con los movimientos del señor, dejando que sus caderas se alzaran para permitirle hacer a un lado las ropas que aún hacían de su cuerpo algo oculto.
Cerró los ojos, sintiendo una vergüenza distinta. ¿Qué pensaría de verla así? Estaba pecando… lo sabía. Estaba cayendo a la tentación de la carne pero era algo más que sólo deseo para ella. Presionó sus labios sin dejar que su voz saliera por completo. Sus besos marcaban trazos sobre áreas que jamás habían sido tocadas, no de esa manera. Conforme las caricias iban haciéndose cada vez más certeras, Evangeline fue perdiendo control de su aliento. -Señor Lawson – suspiró mientras sus piernas se estremecían por el tacto tan apasionado sobre su pecho. Las sábanas se arrugaban al movimiento de sus pies sobre la tela, de sus manos aferrándose a ella para someter reacciones más atrevidas, desconociendo por completo que tales muestras reforzarían el ímpetu del amphitere.
No fue hasta que las caricias tomaron lugar en partes más peligrosas que la mujer reaccionó de tal forma que interrumpió su propio placer; despertando ante una verdad que seguramente haría que el hombre perdiera tal vez interés. Se incorporó precipitadamente sobre la cama, colocando una de sus manos sobre el hombro del sirviente. -Señor… perdóneme… Antes de que prosiga… - su otra mano reposaba apenas por encima de su propio cuello, como si deseara detener lo que estaría a punto de decir. -Yo… Carezco de experiencia… - pronuncio con el aliento entrecortado puesto que el tacto ajeno aún la tenía comprometida a sensaciones agradables. Lo que había salido de su boca lo decía como si fuera una verdad difícil de creer; ingenua pensaba que tal vez el señor Ivka no había pensando en aquello antes; en lo inmaculado de su cuerpo y en la pureza de su intimidad. -No deseo que se detenga… pero comprendo si esto es algo que… lo haga dudar sobre estar así conmigo – su pecho se alzaba ante su aliento agitado; su rostro se hallaba enrojecido por la exaltación de la pasión pero también de la vergüenza de exponer la verdad de su total ignorancia ante los caminos de la entrega del cuerpo. Presionó sus labios por vez primera mostrando un nerviosismo evidente ante él, una preocupación… Por un instante se culpó de haber dicho cualquier cosa puesto que ahora corría el riesgo de dejar de sentir las caricias tan agradables del amphitere pero por otro lado sabía que era lo correcto; hacerle saber su condición para que tomara una decisión. Finalmente el acto era de dos y las cosas debían estar puestas sobre la mesa con claridad.
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Post by Ivka Lawson on Jun 19, 2018 17:47:03 GMT
El aliento y el tremor mezclados de la mujer, aquellas sutiles reacciones que su cuerpo brindaba al simple tacto; le estaban causando estragos, se sentía aún más ansioso por continuar, por tomarlo todo de una vez. Y continuó en ello, utilizando sus propios labios sobre la piel delicada, admirando de reojo como aquellas manos se aferraban con fuerza a los mantos que yacían debajo. Ansiaba insistir más de la cuenta, aprovecharse y jactarse, llevarla a conocer ese mismo placer que le estaba infundiendo con tan sólo su respiración y el murmullo de su nombre... Más sin embargo fue detenido con un movimiento sorpresivo, mismo que provocó que sus manos quedasen libres y sus labios se separacen de aquella piel. Dudó, más sin en cambio tuvo que guardar silencio ¿Quizá después de todo ella no quería seguir? Lo pensó, y únicamente pudo acomodarse en aquella cama, viendo directo al rostro de la mujer quien apenas hablaba. Finalmente sintió el tacto sobre su hombro desnudo y la escuchó, tan ingenua y noble, inocente.
Un muy tenue color rojizo se mostró en sus mejillas al escuchar la verdadera razón del porque le había detenido. Abochornado, únicamente desvió el rostro intentando ocultar su propia curiosidad por las mismas palabras que recién había escuchado; hasta cierto punto lo entendía, pero de cualquier modo le parecía poco común algo así, la pureza de su cuerpo, antes intacto. Ahora que lo sabía, una mezcla de emociones le invadió de pronto, ¿Debía sentirse afortunado o simplemente apenado? Él simplemente no se encontraba en posición de considerarse una buena opción para ella, por lo menos no en esos momentos... pero por otra parte, ansiaba creer en la mínima posibilidad de intentarlo. Un suspiro suave escapó finalmente, tomando un poco de aire hasta escuchar lo último dicho por ella, mismas palabras que causaron un breve eco en su mente; pues aunque dudase sabía con certeza que seguiría adelante, ya no había marcha atrás, o por lo menos el se negaría a ceder la dicha de apropiarse de ella y compartir lo que fuese necesario.
- ¿Por qué dudaría?...- Cuestionó el dragón con voz baja entre un muy sutil suspiro. Su voz era calma, sin tono alguno de molestia o sorpresa a decir verdad, no tendría porque molestarse con la arconte, no por decirle lo que le causaba ruido en ese momento. - No necesita experiencia para sentir algo como esto, sólo permítame mostrarle... - Masculló con cuidado, posando sus manos sobre la piel ajena, inclinandose con cuidado al frente para finalmente besar sus labios de nueva cuenta, degustando ese curioso sabor e intentando eliminar el nerviosismo que se marcaba en el tremor de su boca. - A estas alturas, me sería imposible detenerme, Evangeline...- Le dijo entre aquel beso, ligeramente jadeante y serio, ocultando detrás de sus palabras el deseo que reaparecia pese al momento en que fue detenido. Sus labios se separaron con cuidado, y a la brevedad, el dragón tomó un poco de distancia. Sin hacerse esperar, se aproximó a tomar una de las piernas de la fémina con ambas manos, agachando su cuerpo a esta para brindar un muy suave beso, desviando su mirada hacia arriba solamente para ver el rostro contrario. - Evangeline...- Murmuró su nombre mientras se reacomodaba sobre el colchón y separaba con cuidado aquellas piernas, brindando caricias tentativas para no intimidar demasiado. Elevó el rostro para verla, para poder admirar el color carmín que no desaparecía de las mejillas de la mujer que tenía al frente, admirando su belleza, deleitando su vista con tales fracciones.
- Recuestese por favor. - Le pidió amable mientras acercaba su boca al muslo ajeno, palpando apenas la piel con sus dientes. Con lentitud besó a la mujer, bajando poco a poco, llevando con paciencia sus propios labios más lejos, acercándose tentativamente a una zona que se mantenía aún intacta debido al recato de la fémina.
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Post by Evangeline on Jun 20, 2018 0:53:25 GMT
Sentía mucha vergüenza, las mejillas ardiendo, el cuerpo temblando. No era temor, era una anticipación al fruto prohíbido, a lo que se le había dicho era impúdico: pecado. Tragó saliva puesto que la suavidad de su tono, de su voz le brindó un fuerte escalofrío. Era tan firme y tan certero a su determinación por proseguir que no pudo evitar sentir satisfacción. Correspondió a su beso, esta vez con mayor seguridad, no se sentía tan abandonada a la ignorancia y ahora podía disfrutar la suavidad de esos labios que fríos se fundían al calor de su boca. Aún así, de su mente fluían preguntas, muchas. Palabras que no daban talla para la situación por lo que se las quedaría cuando el momento fuera justo, si es que éste llegaba.
Permitió que cada parte de su cuerpo fuera tomada por el amphitere sin ejercer ninguna resistencia al manejo de sus muslos que fueron besados, dejando marcas cálidas sobre su piel, su piel que jamás había sido tocada ni besada de esa forma. Suspiró profundamente, obedeciendo al señor para dejar caer su espalda sobre el colchón sin la mínima idea de lo que venía en su mente. Apretó los labios con cada beso y cada caricia que despertaba un mar de nuevas sensaciones que azotaban su esencia apretando las telas entre sus puños ante aquello tan nuevo. Todo aquello retaba a lo que se le había inculcado y lo que por toda su vida había reservado e incluso pensado que no se permitiría experimentar jamás. Un suspiro, una bocanada... y su aliento arrastrando su voz que delataba el placer que experimentaba. La sensibilidad de su cuerpo era aguda por la falta de contacto; era evidente que por vez primera su piel se aventuraba a permitir que un contacto así tomara poder, dominio de su cordura. -Señor Lawson- suspiró. Nuevamente sus piernas se doblaron, retorciéndose suavemente ante esas nuevas sensaciones. Sin pensarlo una de sus manos se posó sobre el cabello del dragón; un contacto suave, cariñoso que luchaba contra la pasión que despertaba al punto de desbordarse entre suspiros y suaves gemidos que aunque la avergonzaban era imposible contener. -Perdón- se disculpó inútilmente; la mujer no se acostumbraba aún a que no había cabida para el arrepentimiento por el placer, a que no había espacio para negarse ante ello. Debía aún reconciliarse con eso, alejar la culpa de lo carnal; estaba dispuesta a aprender.
Su voluntad comenzaba a flaquear, su cuerpo a desobedecer las normas del pudor. Cada vez más su respiración se agitaba adentrándose más al acto en un compromiso carnal; deseaba dar. Había culpa por ser sólo ella quien estuviera embriagándose en tales sensaciones pero era ignorante por completo. -Por favor... en su momento deseo que me guíe, no quisiera sólo recibir- murmuró a duras penas pudiendo hablar entre la pesadez de su aliento.
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Post by Ivka Lawson on Jun 23, 2018 16:10:50 GMT
Conforme sus labios perseguían con deseo y desespero aquella piel, sus ojos se mantenían calmos y serenos ante la belleza ajena, el palpar de su piel y sus respiraciones aún más audibles. Se aventuró a seguir, a que sus labios los guiasen al camino de lo "indebido" pero deleitable, del pecado que había sido permitido. Y lo hizo, apenas pudo, unió sus labios con la zona prohibida y antes intacta de la mujer, besando y utilizando su lengua con cuidado, apoyándose de dos de sus dedos únicamente para abrirse espacio a la par que daba caricias ya más insistentes. El vaho cálido de su respiración escapaba de vez en vez, sin detenimientos ni intenciones de ceder al movimiento de las piernas ajenas, mientras que sus dedos vagaban por dicha intimidad, adentrándose poco a poco para preparar a la fémina antes de concretar su actuar. Escuchó muy poco aquella disculpa al sentir el tacto sobre sus cabellos, pero oídos sordos debido al placer parecían no querer prestar atención, ocupado continuaba perpetrando la intimidad de la mujer, introduciendo aún más aquellos dedos a la arconte mientras que separaba sus labios y subía poco a poco por el cuerpo ajeno, brindando apenas calidez hasta llegar al cuello ajeno. Apegó su cuerpo al de la mujer, sintiendo su calor contra su cuerpo y dejando que aquella frialdad y vergüenza se esfumasen con tan sólo escuchar la voz contraria acompañada de suspiros. Escuchó esta vez tal ofrecimiento, y una muy leve sonrisa apareció en su rostro con tal idea, se apegó aún más a ella y mordió con suavidad el cuello ajeno, dejando que su respiración agitada fuese audible para la fémina. - Si así lo desea...- Murmuró entre dientes apenas pudo, mientras que su mano desocupada se encargaba de liberar su cuerpo, deshaciendose de sus prendas inferiores con cuidado. - Aunque justo ahora, no es la única sintiéndose bien...- Admitió entre suspiros. Sin más, el dragón levantó su rostro y lo guió al de la fémina, mirándola con aún mas lujuria que antes, ligeramente desesperado por proceder, sin embargo se contuvo de hacerlo tan rápidamente y únicamente llevó sus labios a los de la mujer, besando dicha boca con más confianza y dejando clara su situación, dejando ver cuán apasionado se sentía en tal momento.
Poco a poco, sus dedos se movían sin pena alguna, hasta que decidió sacarlos para avanzar. Se separó apenas unos cuantos milímetros de aquel beso y habló con cierta dificultad, sometiendo su pena. - Yo la guiaré...- Divagó mientras sujetaba su virilidad con su mano desocupada y apegaba su rostro al de la fémina como si de una caricia de tratase, sin más, movió sus caderas y acercó su miembro a la piel ajena, rozando apenas los labios de la zona íntima, moviéndose contra ella con cierta calma, dejando que el placer los infundara. Se reincorporó con cuidado, apoyando su diestra sobre el colchón, presionando las telas entre sus dedos y con su otra mano tomaba su propia virilidad, esta vez para comenzar el acto. - Lo haré ahora...- Murmuró con un todo amable, y esta vez sin prolongarlo demasiado avanzó, colocándose con cuidado para que poco a poco, pudiese comenzar a unirse con ella, dejando que por brevedad su cuerpo dejase su sentir. Un suave suspiro escapó de sus labios mientras se adentraba, hasta que lo colocó por completo en su interior, quedándose quieto breves instantes para apoyar ahora ambas manos sobre la cama, buscando admirar aquel rostro ajeno antes de moverse y comenzar con el placer de la unión carnal. Esperó poco, y con sutileza comenzó a moverse lentamente, un vaivén de emociones y sensaciones se entremezclaban con el compás del ritmo entre ambos que parecía surgir apenas. Su respiración era agitada pero calma, intentando mantenerse firme; el dragón aumentaba la velocidad pero sin volverlo brusco tan rápidamente, buscando apoyo sujetó la cadera de la fémina para elevarla ligeramente, palpando con insistencia y presionando aquella carne entre sus oscuras manos, dejando de lado cualquier sentimiento de culpa, dando espacio solamente al placer, al deseo, a la ilusión.
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Post by Evangeline on Jun 25, 2018 1:42:20 GMT
La luz de las velas apenas y resistía entre el tiempo transcurrido durante el cual los besos y las caricias dominaban el ambiente. Evangeline dejó escapar un grito ahogado al momento en que los dedos del señor Lawson exploraban áreas desconocidas. Ese rincón en su cuerpo al que le había negado placer por miedo al pecado. Apretó los labios mas no se resistió. Reprimía los sonidos que deseaban escapar de su pecho apretando las sábanas y tensando el cuerpo. ¿Cómo es que algo que la hacía sentir así fuese prohibido? Suspiró; marcando cómo poco a poco el amphitere se adueñaba de ella entre dulces y firmes caricias que avivaban una pasión latente pero que había dormitado toda su vida.
Nuevamente sentía las pieles de ambos fundirse entre los besos y mordidas que el hombre depositaba en su cuello; la arconte sonrió un poco, llevando una de sus manos hacia la nuca de éste, acariciando con ternura y cuidado. El sonido de su voz era enervante; embriagaba sus sentidos. Sintió un escalofrío al sentir su aliento chocar contra su piel; cerró los ojos, permitiéndose sentir aquella sensación sólo por un momento. Al abrirlos se encontró con la apasionada mirada de Ivka, una que le hizo hervir la sangre, de alguna forma dominando una parte de ella que desconocía; ansiaba mayor cercanía, cosa que parecía imposible estando ya en semejante situación.
Era difícil contenerse; entre el movimiento de sus dedos puesto que cada vez más iban tomando posesión de su voluntad hasta que se detuvo y nuevamente le besó, hablando entre alientos. Lo que dijo le sonrojó de sobremanera, apenas y pudo asentir el rostro; no le salían las palabras. No despegó sus ojos de los de él, deseaba mantenerse fija en ellos, sostenerse de su mirada para lo que vendría. Colocó ambas manos sobre los brazos del amphitere para recibir el contacto que finalmente la haría sentir en una cercanía inigualable. Suspiró, echando el cuello hacia atrás ante el sutil contacto de ambos. Comenzaba a perderse en el éxtasis pero la voz del señor Lawson nuevamente le brindó un panorama del futuro. Lo miró, expectante, con cierta incertidumbre ante una sensación totalmente ajena a lo que hubiese experimentado antes.
Apretó sus dedos contra los brazos del amphitere al sentir cómo poco a poco el rincón de su pureza era ocupado por él. Se quejó con suavidad, esperando a que el dolor pasara. Lo había escuchado de las monjas que la cuidaron alguna vez; parte de la paga por semejante pecado era el dolor. Una vez que se adecuó por completo a él, comenzó a complementar los movimientos del señor, apoyándolo en el alzamiento de sus caderas. Levantó el cuello para besar los labios ajenos con mayor seguridad, con mayor pasión, mostrando por completo el compromiso de su carne e inocencia ante él. Devoraba para deshacerse de la culpa, ¿cómo podría? No había arrepentimiento en su corazón, ni un eco diciéndole que se detuviera, ni un pequeño impulso por dejar que las lágrimas corrieran por su rebeldía; no... no más. El acto venía con la expresión de su devoción y gratitud ante un hombre que le brindó luz y esperanza, por mucho que éste se negara a aceptarla en su propio camino.
Se abrazó de su cuello, dejándose sentirlo por completo, permitiendo que los movimientos de ambos la llevaran a conocer los límites del placer. Miraba su rostro, memorizándose cada parte de éste; por primera vez lo veía distinto, completamente entregado, abierto a mostrar una ternura que se había guardado para sí mismo desde que lo conocía. Sentía dicha de poder atestiguarlo, aunque fuese esa la única oportunidad que tendría para hacerlo. Era hermoso, cada parte de él.
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Post by Ivka Lawson on Jul 10, 2018 6:42:15 GMT
Sintió la ligera presión de los dedos sobre su piel, el como ella se aferraba a su cuello y le infundia tantas emociones que no había experimentado hacia tiempo; cerró sus ojos y se entregó a la hembra, hundiéndose en el placer del momento y en la dicha del sentir. Sus movimientos simplemente iban aumentando por el éxtasis, y de igual modo, rodeó a la fémina con sus brazos, abrazandola para tenerla cerca y aferrandose para lo que se avecinaba. - Evangeline...- Murmuró su nombre entre suaves jadeos mientras que sus caderas se movían por si solas, entrando y saliendo de una forma desvergonzada para buscar mayor placer de la contraria; sin más, el hombre ocultó su rostro por un lado del de la fémina, deleitandose con su aroma para susurrarle nuevamente. - No contenga su voz...- Le imploró con la voz agitada, y antes de obtener respuesta, aumentó el ritmo de su movimiento, esta vez buscando el punto exacto en que podría hacerla perderse casi por completo.
Ya no tuvo la voluntad necesaria para contenerse lo suficiente, pues a la brevedad sus movimientos se hicieron más consistentes y firmes, bruscos pero acertados, y sin dudas o temor por herirla; dejando clara su pasión por ella. Pero no había culpa en su mente ni en su cuerpo, no importaba como, pese a que se negaba al principio a permitirse tal situación, no había ni siquiera una gota de remordimiento o de temor por el porvenir, sabía las consecuencias, pero no le importaban. La deseaba a ella, poseerla y no permitir que nadie más tuviese la misma dicha que él de ver tal rostro avergonzado e inocente, pero más que poseerla, la quería, cada parte de ella le recordaba la belleza del día a día, la fortuna del respirar, el temor a perder algo relevante, la preocupación por alguien. Ella quien había salvado solamente por mera curiosidad, se había apoderado por completo del hombre, y lo había atrapado con tanta facilidad que simplemente ella no lo notaría nunca. Pero había vergüenza en su rostro y en su mente, incapaz de decirlo abiertamente se negaba a soltarlo con tanta facilidad. ¿Como podría? No habían palabras que describieran correctamente tantas emociones que no comprendía.
Y con gentileza, el dragón presionó con cierta insistencia a la mujer contra sí nuevamente, entregando la poca calidez que tenía para ella; aferrandose con fuerza a no abandonar tan fácilmente ese sentimiento confuso pero placentero, intentando transmitir todas esas emociones que seguramente no podría decirle de frente tras tanto sucesos ocurridos. Cerró los ojos y besó su mejilla con lentitud, cesando poco a poco sus movimientos para después reincorporarse ligeramente, únicamente para verla. Y sus movimientos se hicieron lentos, tortuosos para ambos, pero el dracónido esperó un momento y acarició con delicadeza la mejilla de la mujer, perdiéndose en aquellos ojos solamente por un instante, intentando adivinar en que pensaba, en que sentía más lejos del placer. No lo supo, pero admitía que estaba más que cautivado en ese momento; a la brevedad juntó su frente con la de la arconte y guardó silencio, apenas moviendo sus caderas.
- Sostengase con fuerza. - Le susurró a la mujer con calma, tomándola con fuerza de la cintura y en un sutil movimiento, reincorporarse junto con la ella, de modo que ambos quedaron sentados sobre los mantos de aquella cama. Una vez listo el dragón besó el hombro de la fémina, para acto seguido, recargar su mentón sobre este mientras que comenzaba a moverse de nueva cuenta. - No se contenga...- Le indicó con calma, y tan pronto como dijo aquello, el siervo abrazó a la fémina, dejando que sus manos vagasen con lentitud por la espalda ajena, bajando poco a poco hasta encontrarse con las curvas de la mujer, presionando apenas con sus dedos sin dejar de dar aquellas estocadas, sintiendo aún más cerca suyo a la hembra junto con el calor de ambos, consciente de su voz y casi perdido e ignorante a la realidad y al tiempo.
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Post by Evangeline on Jul 18, 2018 1:43:05 GMT
Obedecía como si su cuerpo hubiese estado hecho para hacer lo que aquella voz le pedía. Rodeó su cuello con sus brazos, permitiéndose estar sobre él entre aquellos tortuosos movimientos que arrancaban el calor interno de la mujer. Poco a poco desvistiendo la vergüenza que le había impedido expresar su entrega y su placer. Suspiró; ahora sabía que deseaba escucharla, deseaba sentirla. Envolverse en el calor que lo abrazaba tan íntimamente. Suspiró otra vez ahora dejando que su voz delatara la entrega de su cuerpo. -Señor...- dijo en voz baja mientras sus labios encontraban reposo sobre el oído del amphitere. Percibía su olor tan cerca; la sedujo, como lo prohibido, lo que se oculta en las sombras y llama, aquello por lo que tanto miedo le infundieron. Se presionó aún más sobre él, permitiendo que su pecho compartiera los latidos de su corazón con los ajenos. Su carne fundiéndose en un calor único, en un calor de dos.
Aún inexperta e insegura, se dejó llevar por los comandos de su cuerpo que pedían buscar mayor deleite. Sus caderas encontraron el ritmo para acarrear nuevamente su voz, en niveles aún más atrevidos, entre suspiros y gemidos que encendían aún más sus mejillas. Sus labios se mantuvieron entreabiertos conforme su cuerpo se dejaba a la merced del otro, ante su desesperación, su deseo. No tenía idea cuánto es que cruzaba por la mente del señor pero sabía bien que en su propio pecho comenzaban a desencadenarse preguntas a raíz de sentimientos ardientes que empezaron a ser más grandes de lo que hubiera pensado.
Buscó la mirada del otro; envolvió entre sus manos la quijada afilada del señor y sostuvo la belleza de sus facciones. Dejó al descubierto su sonrojo, el sudor que corría de su frente y su mirada que entre los brillos de su inocencia albergaba ahora deseo. Intentó besarle sin embargo era más fuerte el placer que retaba su voluntad. Respiraba agitada sobre los labios ajenos, dejando que el calor de su aliento se refugiara en la suavidad de estos. ¿Estaría sintiéndose como ella? Tan ignorante era que desconocía por completo; podía sentir las manos del señor Lawson recorrer su piel; aferrarse fuertemente, hundiendo sus dedos sobre ella... posesivo y apasionado. Empezaban a temblarle las piernas pero lejos de asustarse y verlo como cansancio sonrío; el hombre podría sentirlo por cómo sus labios se movían sobre los suyos. -Gracias- murmuró causando un ligero roce entre sus bocas. Llevó sus manos sobre el pecho del señor, apretando un poco, reaccionando a los movimientos tan certeros del otro. Deseaba contener su voz para poder decirle lo que sentía. -No me había sentido así antes...- su voz era débil, tan suave que se perdía casi entre sus suspiros. No podía hablar más, su voz luchaba entre expresar lo que su razón dictaba y lo que su cuerpo a gritos pedía decir; ocurrió lo segundo. Echó la cabeza ligeramente hacia atrás sintiendo la agitación de su aliento tomar control de ella.
Pecado... si eso era no veía cómo había vivido tanto tiempo sin hundirse en lo prohibido.
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