Aesther
Soberana de la Primavera
Posts: 138
|
Post by Aesther on May 14, 2018 18:52:52 GMT
Lo ocurrido en la Ciudad Oscura se robaba el sueño de la Soberana. Ahora más que antes sus noches se veían atormentadas por el momento en que cobró la vida del licántropo; una y otra vez se repetía aquél escenario en su mente en el cual casi podía oler la sangre brotar de aquella herida que provocó con el filo de su cuchillo. Jamás se creyó capaz de algo así; de llevarse la vida de otro ser… Estaba perturbada entre el arrepentimiento y el incesante pensar de que había una justificación. Se cuestionaba si habría habido manera de hacer diferentes las cosas, si había actuado en un impulso sin dejar aire en la habitación para que alguien más apto y piadoso tomara acción. Pero ya estaba convencida de que cargaría con la pena de su crimen hasta el final de sus días.
Buscaba maneras de mezclarse entre la gente; llevaba tiempo fuera del templo puesto que no sentía digna de ocupar su lugar ahí siendo que aún habían muchas dudas que deseaba despejar. El errante era una de esas cosas que habitaba su mente como un gran agujero oscuro cuyo interior era incierto para ella. No estaba segura si la gente en la Ciudadela la reconocía, quería pensar que no. Intentaba camuflajearse usando ropa más apagada, el cabello amarrado y siempre cubierta de una capucha que tapara su rostro lo más que se podía. Había estado pensando incluso en cortar su cabello y así tal vez dejar atrás lo que había sido antes. Ahora no se sentía como alguien digno de preservar la memoria de quien todos creían que era. No sólo sentía que Mirovia estaba cayéndose en pedazos sino que ahora había cobrado una vida por su propia mano.
Había tomado como lugar de pensamiento un pequeño establecimiento donde servían té y otro tipo de bebidas. El lugar era pequeño y modesto pero siempre estaba adornado con flores. Estar rodeada de su aroma y sus pequeñas y suaves voces la hacía sentir un poco en paz al menos. Sentada en una mesa cerca de un ventanal, se perdía en la taza de té que justo le había sido servida. Se perdía en un pedazo de papel escribiendo lo que había vivido y sus pensamientos, en ese diario que guardaba todos sus temores y frustraciones que no compartía con nadie.
|
|
|
Post by Izrlo Miéville on May 17, 2018 5:36:22 GMT
Se encontraba de vuelta en la Ciudadela, aun con la tensión en ambos bandos y los conflictos que estos llevarían a suponer entre las dos principales ciudades de Mirovia no contando con Aqualia el cecaelia seguía realizando sus encargos como si tal cosa sencillamente le resultase algo trivial por lo que llevaba a cabo su vida sin cambio o preocupación alguna sobre este tema en particular.
Aunque tampoco podía enajenarse tanto cuando de vez en cuando en aquellos momentos en que su mente se hallaba libre de ideas recordaba vagamente su encuentro con la soberana de la primavera.
-Hmmm...- Tomándose un descanso con ya todos su encargos terminados en la Ciudadela se había dado el lujo de relajarse antes de pensar cual debería ser su próximo actuar. La leyenda de la gárgola le tenía también esos días distraído, aunque a su vez entendía que emprender una búsqueda como esa resultaría para el en algo fútil. Tales hazañas están reservadas para seres importantes y en aquellos instantes el entendía que no era tal cosa. De existir seguramente caería en manos de alguien con recursos ¿Lysander? ¿Los soberanos? Muy seguramente.
-Hmmm...- La sensación en su boca pedía llevarse algo a ella, buscando con su mirada algún puesto o tienda de comida no tan solo encontró un local en el cual podría satisfacer su necesidad, si no también un rostro que se le hizo vagamente conocido por aquella última mirada que le dio llena de culpa y remordimientos por un acto contra la vida.
-Hmmm...- Repitió por tercera vez, intrigado con una leve sonrisa en sus labios que pronto busco borrar por completo de sus facciones. Acercándose a la puerta del local ingreso a este sin dirigirle la mirada a la soberana, con la actitud de cualquier otro arcano que simplemente había entrado a comer y tomar algo se acercó al maître.
Sus ojos esmeraldas parecían opacados a la vista, un rostro que imitaba el luto de una persona, facciones caídas y el cabello un tanto descuidado, desordenado antes de entrar al local para darle un aspecto un tanto más melancólico a los ojos de la soberana.
-¿Hay alguna mesa disponible?- Pronuncio con un apagado tono de voz y falto de la melodía que tan dulce hacia escuchar antes su voz, solo una voz rasposa y lánguida aprecia escapar de esos delicados labios que parecían ser incapaz de formar una leve sonrisa.
El maître asintiendo indico a una mesa adyacente a la de la soberana la cual Izrlo miro sin llegar a hacer contacto con la ajena, solo mirando con tristeza la mesa indicada a la cual se dirigió.
Sus tentáculos, pues era y será siempre su forma predilecta. Mitad humano, mitad pulpo. Le llevaron silenciosamente a la mesa en la cual se sentó y cuyo tentáculos se enroscaron en las patas de la silla o enrollaban en si mismas.
-Un té verde por ahora- Fue lo que por ahora ordenaría a la mesera que con el pedido fue a prepararlo mientras Izrlo miraba sus manos con aspecto desganado, no fue cuando empezó a observar de izquierda a derecha el local que sus ojos se toparon por primera vez desde que había entrado al local con la figura de Aesther.
Hizo un pequeño ademan de su mano, levantándola con la intención de saludarle de forma amigable, pero tal acto se vio ante los ojos de la soberana nublados por la duda ya que tal gesto se desvaneció junto a la mirada del cecaelia que nuevamente miro hacia al frente, aunque manteniendo sus puños cerrados sobre la mesa con obvias intenciones de hacerse presente ante ella, tan solo dudaba y seguramente la arcana bien podría al menos imaginar el por qué la duda y el aspecto tan “afectado” del arcano.
Mentiroso, dulce mentiroso que a vivido mintiendo y la perdida de su compañero no fue algo mas que un contratiempo aunque si podría decir que llegase a extrañarle, mas lo que paso en esa casa y su reaccionar al momento de su perdida una actuación Izrlo sabia con malicia lo que la culpa puede llegar a darle a uno.
|
|
Aesther
Soberana de la Primavera
Posts: 138
|
Post by Aesther on May 17, 2018 14:26:42 GMT
Estaba tan concentrada en su escritura que por poco no nota la llegada del cecaelia. Al escuchar la voz de un nuevo cliente levantó la cabeza por mera costumbre para darse cuenta que se trataba del chico que había conocido en Reapergate… el chico cuyo amigo… lamentablemente… tuvo que asesinar. Tragó saliva al sentir el conflicto en su garganta; no sería grosera y fingiría que no lo había visto… No podía con semejante ofensa pero antes de que ella tomara iniciativa el muchacho ya había alzado la mano para saludarle. Aesther respondió con poca gana pero buena voluntad; estaba cansada, mucho, y sus interacciones sociales habían estado limitadas por tantos meses que le era complicado entablar una conversación como lo hacía antes.
Rodeo el té que había estado reposando frente a ella por varios minutos ya y tomó un poco sosteniéndolo con ambas manos. Debía ser firme, finalmente, habían personas que aún le veían como una Soberana. Había cometido un crimen grave pero todo a costa de la seguridad de varios. Había hecho lo que tal vez muchos habrían hecho… ¿Sí? No estaba segura. -Joven Izrlo… Buen día – no tuvo la suficiente seguridad como para preguntarle cómo se encontraba… El chico parecía ser cercano al licántropo de la otra vez por lo que intuyó que tal vez se encontraba sumamente abatido por su pérdida.
|
|
|
Post by Izrlo Miéville on May 30, 2018 19:32:34 GMT
—Buen día…— Su voz titubeaba, sus ojos apenas y miraban a los ajenos, el cecaelia parecía en cierto modo dolido ante Aesther, mas en su mente era lo contrario.
¿Qué hacia ella vestida así? Era claro que iba de incognito pues nadie en el local parecía darle importancia a un arcano tan importante como un soberano entre ellos por lo que en voz baja para no alterar a la soberana al hablar con ella.
—Soberana Aesther— Inclino levemente su cabeza a modo de reverencia, apartados de las otras mesas no debían preocuparse por que nadie los escuchase ya que los clientes se encontraban inmersos en sus propios mundos.
—¿Como… como se ha encontrado? — Le intrigaba, la figura de los soberanos desde que había conocido a Aesther le intrigaban enormemente ¿Eran Arcanos como ellos o eran algo superior, mucho mas superior? No por algo habían sido los fundadores y elegidos según los cuentos que había leído de los libros en la biblioteca de su amigo antes de saquear cuanto le fuera útil e incendiar el local junto al cuerpo de su amigo. No, tenia que haber algo detrás de sus imponentes y a su vez, humildes figuras algo que se le escapase.
—Veo en sus ojos que… piensa en lo ocurrido aquella vez, sepa…— Agobiada, su voz se escuchaba agobiada y estrecha, casi como un hilo que llegase a romper en llanto —Sepa que le perdono y mi amigo pediría su perdón por o que le hizo— Su voz sincera era adorable, casi por romper en el llanto, admirable en cierto punto para cualquier actor.
—¿Puedo… puedo tomar asiento con usted?— Con una débil sonrisa Izrlo espero su respuesta, aun su pedido no llegaba por lo que no serian molestados por un rato.
|
|
Aesther
Soberana de la Primavera
Posts: 138
|
Post by Aesther on Jun 12, 2018 17:36:29 GMT
Apretó los labios al escuchar nuevamente a alguien dirigirse a ella como Soberana; era un concepto que deseaba alejar de su persona puesto que no se sentía merecedora de él. Bajó la cabeza por un momento sintiendo el peso de aquél título impedirle mirarlo a los ojos de inicio, sin embargo, no se pudo dar el lujo de semejante indulgencia. No podía dejarlo con la mirada y las palabras al aire por lo que respondió puntual a su pregunta. -Yo… no del todo bien – contestó. Hubo un silencio que los separó de momento pero su corazón sintió una frágil calidez a las palabras de cecaelia otorgándole perdón por el acto tan atroz cometido en el sótano de aquél establecimiento. Asintió, concediéndole el gusto de sentarse donde él quisiera y cuando ya lo había hecho procedió a responder a lo dicho anteriormente. -No tiene idea de lo mucho que me ha agobiado lo que sucedió – pronunció en un débil hilo de voz. Sus ojos reposaron sobre sus manos a un nivel bajo sin encontrarse con los ojos azules del muchacho. -Para mí es… antinatura lo que hice… Mi promesa con esta tierra era la de proteger a todo ser que encontrara refugio aquí y ahora siento que sólo he fracasado. No me merezco su perdón pero le agradezco que extienda su nobleza para mí -.
Levantó el rostro; triste, sombrío. Debajo de sus ojos podía verse el rastro de la tristeza y el pesar de todo lo que venía atormentando a Mirovia desde hace ya un buen tiempo. Marcas oscuras que le quitaban brillo a esa mirada que tanto había iluminado los rincones y las penumbras que ansiaban por algo de luz. -Pero por favor, dígame, ¿cómo está usted? - sonrió débilmente aún sintiendo la responsabilidad de otorgar un gesto de calidez aunque sintiera que no había pedazo de su cuerpo que poseyera ya tales características.
|
|
|
Post by Izrlo Miéville on Jun 29, 2018 8:05:48 GMT
Cada gesto fue observado con detalle y cada palabra fue escuchado con atención, los ojos del cecaelia solo se desviaban cuando la soberana no le observaba y muy levemente para observar a sus alrededores pues no deseaba a alguien que les interrumpiese como estuviese escuchando.
—Hizo lo que toda persona sensata hubiera hecho— Sus pequeñas y suaves manos se acercaron lentamente a las ajenas y con una leve sonrisa en sus labios tomo las delicadas manos de Aesther —No sé el por que mi amigo le ataco, usted no tan solo se salvo a usted misma si no a mi y a quienes nos encontrábamos en ese lugar. Gracias y no se sienta tan culpable por ello— Liberando las manos de la soberana dejo como recuerdo de su tacto un agradable calor en sus palmas.
—Y desde nuestro último encuentro…— Se dispuso a responder su pregunta, pero interrumpidos por una de las meseras el cecaelia tuvo que recibir su pedido el cual dejo a un lado por el momento al tener algo mucho mas interesante junto a él.
—No ha habido grandes cambios, tan solo la tensión en Mirovia que me a mantenido un tanto alerta sobre la situación en ambas ciudades… ¿Usted cree… que se desate la guerra?— En los ojos, el rostro del pequeño arcano la sombra del temor se vio reflejado, la mirada de alguien que no deseaba que tal acontecimiento se llevase a cabo, la mirada que Aesther había sido capaz de observar en otros arcanos.
Tan solo que el era indiferente a la guerra que se podría desatar, el podría sacarle provecho y ser indiferente en el fondo del mar, pero para tener alguna parte del pastel se necesitan aliados y Aesther, una soberana ¿Qué mejor situación que aquella, donde la arcana parecía tan vulnerable y cercana para entablar una amistad? No debía arruinarlo, debía ganarse su amistad.
|
|