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Post by Azarel Mstislav on Jul 4, 2018 22:01:46 GMT
—Bien, ese es el último —El arcano se sacudió las manos rasposas y sucias, para después bajar de la carreta con un techo de tela para que la frescura se mantuviera dentro y proteger las cajas y sacos de cualquier anomalía, más en estos días que parecían noches, donde las nubes eran espesas y podía llover en cualquier momento. El hombre paseó su mano por uno de los caballos, en total eran tres, todos de colores opacos y oscuros. —Los mejores caballos de todos los plantíos, son fuertes, aunque algo difíciles, ya me han pagado por adelantado, así que no es necesidad de que lo hagan ya —En cualquier otra ocasión hubiera cobrado extra por sus servicios y su gran habilidad por esconder mercancía ilegal en algo tan inocente como cajas de vinos, sacos de arroz y de papa, pero esta vez se trataba de un pedido de Azarel Záitsev, y no era lo suficientemente estúpido como para creer que podía engañar a sus trabajadores.
El arcano le entregó un mapa a uno de los cazadores, mostrando la ruta que podían tomar. —El otro comerciante los estará esperando en la calle de las cantinas y el mercado en la Ciudadela, cuando lleguen ahí, entren por la parte de atrás y toquen tres veces la puerta, su nombre es Baron, tiene un tatuaje en la frente, lo reconocerán fácil.
La tarea era remotamente sencilla: llevar la mercancía desde los plantíos a la ciudadela, pero no cualquier mercancía, pues bajo los tablones de madera y los sacos se escondían pequeñas cajas casi invisibles que contenían las más peligrosas pociones hechas de veneno de escorpión del desierto, dagas encantadas que, según algunos, contenían las cenizas puras de los monstruos de ceniza, o la sangre de aquellos que habían sido víctimas de la peste de Black Stag, haciendo la cortada más peligrosa de lo normal, algunos narcóticos poderosos, polvos de hada robados, cuernos de unicornio recién cortados, entre otras cosas más. Fuera de la vista, pero una mercancía mucho más pesada que lo que se veía a simple vista, pero, el hombre que los había envuelto era un experto, podía engañar hasta la misma alcaldesa o sus guardias.
Si lograban completar el trato con éxito, las ganancias serían muy beneficiosas para todos, en cambio, si fallaban, las consecuencias pagarían esas mismas expectativas.
Antes de comenzar el viaje, el hombre les entregó un saquito de polvos bien cerrado. —Espárzanlas sobre la mercancía cuando vayan a entrar a la Ciudadela o si se topan con guardias, algunos arcanos pueden oler el mercado negro, con esto no habrá problema.
Y en cuanto hubo terminado con su deber, se retiró, dejando a los Cazadores solos y preparados.
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Post by Salem Exitium on Jul 4, 2018 23:32:38 GMT
En cuanto el arcano anuncio el término del empaque del cargamento, desvió su mirada hacia el cielo, analizando las nubes, el ambiente, no era la primera vez que tenía una misión de ese tipo, pero considerando las circunstancias actuales de la isla no podían ir confiados; La orden había sido clara y concisa, no asesinar a los guardias a menos de ser absolutamente necesario, sabía que ella podía cumplir fácilmente esa regla, pero no podía confiar en sus compañeros aun, sabía que no la traicionarían por un mero aprecio a su vida o el temor al castigo de un hombre con demasiado poder, pero más allá de unos simples vistazos no les conocía, no tenía conocimiento de sus capacidades ni habilidades, ni siquiera de la forma de crear estrategias o de la misma experiencia en esas misiones; Si estaban allí era por sus capacidades, mas no todos poseen las mismas especializaciones, y aunque a ella le doliese en el orgullo que poseía… No era ciertamente la más agraciada en cuanto a conocimiento, le ardía, le molestaba, mas aprendía de eso, su madre hubiese encajado perfectamente en aquel ambiente, atractiva, letal, inteligente a un punto que ella no podría haber calculado con el poco tiempo que estuvo de vida a su lado, incluso se le hacía difícil aun hoy lograr descifrar los misterios del diario de aquella vampiresa. Retuvo un suspiro de resignación, miro a sus acompañantes una última vez antes de acercarse al arcano quien había ocultado de forma prolífica la mercancía
Acepto el mapa escuchando atentamente las instrucciones del hombre, observando el mapa que este le había otorgado, no consideraba que estuviera completo, pero tuvo la precaución de traer el suyo propio, el que había elaborado con los años que llevaba allí para… poder hacer ciertas cosas; y en esos momentos complementarlo con el que estaba en sus manos era ciertamente una ventaja aún mayor. Se tomó unos momentos más para memorizar la nueva información y complementarla, la probabilidad de que en realidad los caminos principales en los plantíos estuvieran siendo transitados era poca, era mejor no arriesgarse, conocía rutas no indicadas pero en un mal estado, más salvaje, y si aquellos caballos eran realmente difíciles de manejar no era sensato intentar utilizarlos, lo enrollo para guardarlo mientras observaba por el rabillo del ojo como el mercante hablaba con los demás, entregando otro pequeño objeto con una instrucción clara, , ajusto el cinturón de su pequeño morral para abrirlo y revisarlo por última vez, las pequeñas y finas agujas estaban en su posición y listas para ser utilizadas en caso de requerir combatir. No había traído su confiable guadaña, pero sabía utilizar otras armas mejores, ordeno sus ropas mirando sus botas, asegurándose que las dagas no se movieran, no podía darse el lujo de cometer un fallo así
El cabello tinto de la mujer estaba fuertemente amarrado, y los típicos cuernos en la figura femenina habían desaparecido para tomar una figura más agradable, se acercó a los caballos para observarlos, sintiendo como el semental la observaba de la misma forma, analizándola; Espero algún signo negativo por parte del animal, mas solo la observaba fijamente, sonrió con suavidad, acercando una de sus manos al caballo, este solo pareció olfatearla, sin dejar en realidad que le tocara –Eres un buen caballo –Comento suave, de forma melodiosa, aun manteniendo la sonrisa hacia el animal, tenía un poco de experiencia tratando con animales así y aunque no siempre se le daba, había aprendido un par de trucos, el aliento frio del animal se sentía en su piel. Volteo a ver a sus compañeros alejándose del caballo y asegurándose de que el mercader también se hubiera retirado - ¿Están todos preparados? - Pregunto con tono serio, mirándoles, el viento gélido de la noche no tardo en azotarles, advirtiéndoles de los posibles peligros que se encontrarían en los plantíos
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Yama
Los Grises
Profesional.
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Post by Yama on Jul 6, 2018 7:39:27 GMT
El pelirrojo observaba como aquel mercader les hacia entrega de un par de cosas mas antes de que fuera momento de partir, cubierto con su capucha y aparentemente desarmado, se subio a la carreta unos momentos solo para analizar las cajas desde fuera, ese era un trabajo bien hecho que habia que honrar haciendo que llegase a su destino tal y como su maestro les habia ordenado. Habia un par de cosas que no le parecian, como por ejemplo el hecho de tener que ser tantos para realizar una tarea relativamente sencilla y que con la apropiada planeacion no requeriria mas de dos para realizarla... Por otro lado tambien comprendia la necesidad de tomar medidas mayores para asegurar aquella carga, habia una guerra en puerta de la que tenian que sacar provecho cuanto antes y eso implicaba vender esa mercancia.
Bajó de la carroza tan solo para hacer un ademan con la cabeza cuando preguntaron si estaba listo y sin que nadie se lo pidiera se posiciono detras de la carreta, sentandose en el borde de esta para ir cuidando la retaguardia y actuar de ser necesario. Mientras tanto no habia mucho que él pudiera charlar con sus compañeros y de cualquier manera, sin la previa planeacion, no se le daba el iniciar una conversacion.
Era especialmente reservado y callado, solo prestando atencion a lo que los demas hacian o le decian para reaccionar a ello con un gesto, era evidente que tendria que cooperar con ellos independientemente de si confiaba o no en sus compañeros, ordenes eran ordenes y el maestro habia sido claro.
Esperó a que los demas estuviesen listos.
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Post by Izrlo Miéville on Jul 10, 2018 5:55:33 GMT
Pocas veces Izrlo había tomado una forma tan humilde como en aquella ocasión y aunque pareciese que lo hacia por el hecho de la importancia de esta misión encomendada a ellos en realidad las vestimentas y el hecho que estuviera caminando con los pies de un humano y no sus predilectos tentáculos a causa de su salud.
Las piernas eran mas firmes, sus fuerzas se habían desvanecido y con sus tentáculos tan solo era capaz de arrastrarse penosamente, al menos con las simples e inferior piernas humanas era capaz de apoyarse con ayuda de un pequeño bastón y hacer mucho menos evidente su decaído estado.
Su cuerpo estaba totalmente cubierto por telas negras y una capucha caía sobre su rostro ocultándolo perfectamente de las miradas ajenas gracias a la eterna penumbra en la que había caído Mirovia.
Un simple gesto de su mano, un saludo débil antes de subirse al carro donde se llevaría el cargamento ilegal oculto, aun con su tos que intentaba ocultar en lo mas profundo de su garganta el no pudo evitar admirar el cuidado en que simplemente se le hacia imposible llegar a notar algún articulo ilegal en el cargamento, algo sorprende y que debería preguntar luego de llevar a cabo este encargo el nombre de aquel contrabandista a Mstislav para contratar sus servicios para el mismo.
Eso si seguía convida.
Esperando que alguien tomase las riendas y partiesen a la Ciudadela el tan solo se sentó y cabizbajo intento no caerse del carro a la par que de su boca un hilo de humo negro escapaba continuamente por la comisura de sus labios.
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Post by Mod Vale on Jul 14, 2018 17:09:37 GMT
El viento soplaba a su favor, lo cual era considerado de buena suerte al menos para los marineros, sin más cosas que agregar, partieron a su viaje relativamente corto. El mapa indicaba un sendero en el bosque cerca de la ruta principal de comerciantes, pero lo suficientemente alejada para evitar sospechas.
Les habían llegado las noticias de que la reina Ast había hecho varias campañas de ayuda a los arcanos de la Ciudadela y alrededores, lo que significa que los caminos principales estarían rebosantes de carretas, comerciantes y guardias imperiales tanto de Aqualia como de la Ciudadela. No podían darse el lujo de toparse con tantos, más con los ojos abiertos de los líderes de la resistencia.
El bosque pronto se abrió ante ellos.
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Post by Salem Exitium on Jul 24, 2018 0:58:20 GMT
Su mirada se volvió filosa y aguda cuando vio aquello, se había acercado a la parte trasera cuando el otro hombre se alejó de la parte frontal y su otro compañero silencioso solo había tomado un puesto allí, pero lo había visto, estaba segura de lo que sus ojos habían detectado cual joya oculta entre las tinieblas, un pequeño vaho negro, casi imperceptible ¿Podría ser posible? Era difícil saberlo, habían sido apenas segundos lo que había observado aquel pequeño y minúsculo detalle de su compañero, no dijo nada, el silencio siempre era su mejor arma, después tendría bastante tiempo de cuestionarse más, vio al otro hombre acomodarse, supuso que ambos irían entonces en la retaguardia y ella tendría el control total de la carrera, asintió cuando vio la señal aprobatoria y se subió en la parte de adelante tomando las riendas con firmeza y dando la primera orden para que los caballos se adentraran contra su voluntad al bosque
Aunque el viento soplaba con confianza, el ambiente del bosque no era la mejor compañía, ni la eterna oscuridad de la profunda y maldita noche, la mujer abrió sus ojos observándolo todo, las enormes sombras de los arboles carcomidos, muertos. No cualquier viajero se adentraba en ese bosque, con todos los rumores sobre el mismo, los caballos se veían nerviosos de estar allí, no solo los ladrones podían ser un problema, las mismas criaturas del bosque lo eran, y considerando la cantidad de seres de ceniza de los que había escuchado hablar, no creía ahora que sería una entrega tan sencilla, pero al menos el camino estaba en mejores condiciones que los que ella había recorrido a pie y la carreta no daba brincos violentos, un mecer suave era más bien la descripción adecuada para el vaivén
El frio no se hizo esperar más, indicándoles que ya se habían adentrado más en la zona, no había retorno desde ese punto, y el silencio solo era roto por las pisadas fuertes de los animales y la madera de la carreta crujir levemente de vez en cuando, como si más que de madera se tratase de almas en pena que se escondían bajo esta, un escenario algo espeluznante si había que ser sinceros; volteo por momentos su mirada hacia donde debían estar los senderos principales de los plantíos, en aquella inmensa oscuridad era fácil ver hasta la más mínima luz, pero nada aun, seguramente estarían muy lejos del destino, el bosque y los plantíos podían volverse un digno laberinto si eras una persona despistada y con nulo sentido de la orientación, suspiro de forma silenciosa
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Yama
Los Grises
Profesional.
Posts: 56
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Post by Yama on Aug 24, 2018 0:39:49 GMT
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Post by Izrlo Miéville on Aug 30, 2018 16:09:17 GMT
Aunque suave la oscilación de la carreta por el estado del sendero que recorrían junto al frio del viento que lograba filtrarse por las telas de sus ropas no hacían que empeorar su estado de salud, el frio en las puntas de sus manos, el calor semejante a una caldero en su pecho, el sudor frio de su cuerpo que escurría por su espalda de forma tan tortuosa que hacían que su cuerpo se estremeciera por algunos segundos.
—Hmmfrr— Intentando ocultar su atrofiada tos el pequeño encapuchado sabiendo que si seguía así empezarían a preguntar si se encontraba bien saco de entre sus prendas un pequeño frasco, minúsculo, no mas grande que la punta del meñique de un hada y cuyo color similar a la obsidiana fue colocada en la palma del arcano y como una píldora tragada sin masticar.
—Urrrrgh... y aun así quiero vomitarlo— Se dijo a si mismo, pero aparentemente gracias a aquella minúscula pócima su estado había mejorado o al menos ahora era menos sensible a su incomoda situación. Incorporándose, observando ahora el vasto vació de los plantíos se sentó junto a quien había tomado las riendas de la carreta, junto a el tan solo guardo por unos minutos silencios unicamente roto por el silbido de del viento sobre las cosechas moribundas a falta de la luz y el tronar de los cascos de las bestias que tiraban del carro.
Tomando el mapa entre sus manos para hacer de copiloto en silencio estudio su ubicación.
—Debemos seguir el sendero sin salirnos pase lo que pase, en esta oscuridad alejarnos tan solo unos metros de nuestro camino resultarían en hacer este mapa inútil, así que pase lo que pase no debes parar— Nuevamente el silencio, no tenia mucho que hablar, no sentía ninguna curiosidad por sus compañeros, por el momento tan solo quería completar esta misión.
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