Diana
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Post by Diana on May 18, 2017 23:57:24 GMT
Haberse despertado junto a Fauce había sido extraño mas no malo. Le costó trabajo volver a caer en cuenta de la realidad, de lo que había ocurrido la noche anterior y cómo una acción le dio un giro tan radical a la dinámica tan atropellada que tenían antes de eso. Su día transcurrió con esa sensación nueva en la boca de su vientre, sacándole sonrisas involuntariamente que levantaron más de una ceja entre los miembros de la manada antes de partir hacia la Ciudadela. Fauce se había acercado a ella para avisarle que partirían lo más pronto posible; habían acordado conseguir varias provisiones entre ellas frutas, verduras y algunas legumbres que Diana tenía tiempo queriendo conseguir para prepararles una comida especial a la manada. Las precauciones debidas se tomaron, se dejó a uno de los miembros más confiables a cargo mientras ellos hacían ese pequeño viaje. Fue un viaje largo y cansado pero que valió la pena una vez que llegaron a la Ciudadela. Diana no quiso perder tiempo y se apresuró al mercado a pesar de que ya estaba a punto de anochecer. Podía notarse en su rostro un entusiasmo incontrolable. Estar en aquél lugar le traía tantos recuerdos, algunos no tan buenos pero se aferraba lo más que podía a los positivos, especialmente ahora que no tenía razones para caer presa de la nostalgia. Caminó entre los puestos, algunos ya estando a punto de cerrar, llenándose de los olores de las especias y todo aquello que tenía tanto tiempo sin olfatear. Miró por encima de su hombro para mirar a Fauce quien seguramente se encontraba agobiado entre tanta gente rozando sus brazos por pasar apresuradas. Se preocupó un poco de que estuviera tan incómodo por lo que se propuso comprar lo más que pudiera lo más rápido posible. Por suerte el lobo se encontraba frente a uno de los puestos que tenían varias de las cosas que necesitaba. Caminó hasta él, colocando su mano sobre su brazo para dedicarla una sonrisa, disculpándose silenciosamente por tener que hacerlo esperar. Diana apuntó con su mano lo que ocupaba. Pidió unas cuántas hierbas para té; recordó que muchos le habían dicho por la tableta que ciertas plantas funcionaban bien como remedios si se tomaban en té. -También papas, camotes, un poco de espinacas por favor... y algunos pedazos de calabaza- dijo al joven que atendía la tienda que sólo constaba de un pequeño carretón con los productos que vendía. -Aquí tiene señorita- el joven sostenía un costal cargado de todo lo que se le había pedido. La loba sonrió, emocionada de sólo pensar que en poco tiempo cocinaría, algo que no había hecho en quién sabe cuántos años. Sacó unos cuántos mirvos de una de las bolsas que colgaba atravesando su pecho para pagar por los productos que sin pensarlo tomó y recargó sobre su torso.
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Post by Fauce del Norte on May 19, 2017 21:55:40 GMT
No iba a desperdiciar la oportunidad de pasar momentos a solas con Diana. Especialmente si eso se trataba de dejar a un lado la manada por un par de días, cosa que tuvo que meditar seriamente antes de haber escuchado primero a su corazón y no la razón por primera vez en mucho, mucho tiempo.
Con algo de desconfianza por que Wild Fang hiciera un buen trabajo, Fauce acompañó a Diana a la ciudadela a abastecerse de cosas que usualmente no conseguían en sus viajes. Al ser nómadas, era difícil poder hacerse de verduras que específicamente crecen en plantíos y no simplemente en un estado salvaje. Si, podían encontrar cosas muy interesantes en sus viajes, pero a veces, no venía mal un poco de alimentos civilizados, o eso era lo que pensaba Diana, quien muy entusiasmada ya se encontraba escogiendo las verduras y hojas de té que más le gustaban.
Entre tanta muchedumbre, Fauce del Norte era un individuo contrastante. Un hombre de 2.20 de alto con una enorme capa de piel y lobos a los costados no era algo que se viese todos los días. No mucha gente lo reconocía, y así era mejor. Al menos de ese modo podría tener un perfil bajo. Sin embargo, toda incomodidad era opacada por la clara felicidad que Diana irradiaba, desenvolviéndose con las personas de una manera tan natural y amable. ( Ella no siempre fué del bosque. Ella no siempre fué salvaje. )
Hastiado de tantos olores que llegaban a su nariz y aturdido de los tantos arcanos que había visto, Fauce caminó hacia adelante, acercándose a la mujer para curiosear aquello que había comprado. ( Y también para clamarla de aquellas miradas que se habían posado en ella. ) - Mujer precavida vale por dos. - Dijo, si no directamente a Diana, bien se refería al pequeño ahorro de Mirvos que ella guardaba.
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Post by Diana on May 20, 2017 1:35:50 GMT
Diana alzó la cabeza para mirar al lobo quien se asomaba por detrás de su espalda para curiosear. Le sonrió con calidez, sin poder quitarse la alegría que ya se había adherido a su pecho. -Son algunos de los ahorros que tenía de cuando viví aquí- dijo para justificarse mientras sostenía con cuidado el costal que cargaba. Agradeció al joven que la había atendido y comenzó a caminar entre la multitud. Una sensación la llenaba de gozo mezclada con la nostalgia de encontrarse de vuelta en la ciudad. Si bien, los años que vivió ahí fueron pocos, sus recuerdos más dolorosos residían ahí. Se pegó más a Fauce conforme la horda de personas se movía en diferentes direcciones; muchos buscaban regatear los últimos productos del día y no ayudaba que casi todas las tiendas estaban ya cerrando. Abrazó al costal cuidando de que no fuera a caerse entre tanto movimiento y roces de la gente que sin cuidado les pasaba por los lados.
De pronto un pensamiento llegó a su mente; apenas cayendo en la realización de algo muy importante. Era la primera vez que se encontraban solos, totalmente solos. Si bien, durante el viaje había estado al pendiente de comunicarse con Fang sólo para asegurarse de que todo estuviera en orden, en su cabeza aún no se asentaba la idea de que pasarían todo el día sin las miradas curiosas de la manada. Ese pensamiento comenzó a acelerar su corazón y colorear sus mejillas de rojo. Lo miró de reojo por un instante, elevando la mirada para ver su rostro. -¿Estás cansado?-. Debía quitarse ese nerviosismo que por alguna razón seguía asentándose en su cuerpo. -Hay una posada cerca de aquí. Tienen comida y podríamos pasar la noche ahí- carraspeó un poco. -Hay comida también... sé que no es algo a lo que estés acostumbrado pero sólo será por un día-. Dejándose llevar por un impulso, recargó su cabeza sobre su brazo por un momento para después volver a su misma posición.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 3:37:35 GMT
Se mantuvo lo más cerca a Diana posible, intentando evitar a la muchedumbre y sosteniendo a la chica del hombro, guiándola un poco para que no chocase con la gente que parecía no tener respeto al caminar. Parecían ganado sin dirección y eso lo ponía en un humor de perro.
Al ponerse el sol, habían parado en un sitio un poco alejados de la multitud. Con un rostro de fastidio, Fauce del Norte aun miraba a la gente con desaprobación, meneando la cabeza de un lado a otro y cruzando los brazos. La pregunta de Diana lo sacó de sus enjuiciados pensamientos y lo regresó a la tierra y a la situación en la que se encontraban. Estaba con Diana. A solas. La gente y sus prejuicios eran irrelevantes. La sugerencia de la loba no era descabellada. No habían comido en todo el día y Fauce era de un apetito monstruoso. ( Quizá por eso estaba tan malhumorado con la gente.) Sin embargo, al escucharla decir que podrían pasar la noche ahí, sus puños se tensaron y sus cejas cayeron con más peso sobre sus ojos. A si mismo, sintió que su rostro se calentó considerablemente, pero no había sido tanto como para que su sonrojo fuese de notar. - No estoy acostumbrado ni siquiera a caminar sobre este tipo de caminos empedrados. Anda, hagámos lo que gustes. - Dijo apoyándola a decidir a su agrado.
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Post by Diana on May 20, 2017 4:34:09 GMT
Ante la aprobación de Fauce, la loba continuó con aquella sonrisa en su rostro y esa coloracoón que adornaba sus mejillas. Suspiró sin borrar aquél gesto. -Te prometo que no será tan molesto; las camas son cómodas y lo que preparan tiene buen sabor-. Volvió a avanzar dirigiéndose hacia aquella posada que podía ver ya muy cerca de ellos. Se detuvo frente a la puerta, por un momento sintiendo una ola de emoción en su cuerpo. Era un terreno desconocido el que estaba a punto de pisar o eso sentía ella. Una intimidad que ni siquiera creía posible. El simple hecho de compartir momentos de rutina sólo ellos dos era una sensación muy lejana pero que le brindaba un nuevo sentido y mucha ilusión. Tocó a la puerta. Mientras esperaba por respuesta, sus ojos, tercos y ansiosos volvieron a mirar a quien tenía a su lado. Desobediente e impaciente, una de sus manos se retiró de aquél costal entre sus brazos para entrelazarla con la de él. La idea de estar en su compañía, aunque bastante nueva, con cada minuto se iba haciendo más y más familiar.
La puerta se abrió y detrás de ella una pequeña y simpática goblin se asomó. De modo hospitalario les saludó y los invitó a pasar una vez que Diana dejara en claro sus intenciones. Se veía vieja pero aún así sus movimientos eran fluidos y rápidos; en seguida la mujer tomó el costal que la loba llevaba entre sus manos para colocarlo sobre un rústico mostrador de madera sobre el cual tenía varias piezas de pergamino, velas y unos pequeños costales que Diana asumió eran mirvos. Aún sosteniendo la mano de Fauce, Diana se acercó hacia ese rincón para después soltarlo y apoyar sus manos sobre la madera. -Queremos...- hizo una pequeña pausa -Queremos una habitación. Y... y las comidas... ¿Las sirve a una hora en específico o...?-. La mujer no dio tiempo a que Diana continuara con su pregunta, alzó su pequeña mano y la agitó muy cerca de su rostro. -No, no guapa, la comida se sirve a cualquier hora. Usted y su esposo pueden hacer uso de la cocina y comedor a cualquier hora-. Aquél comentario provocó que sus mejillas se encendieran aún más, haciendo que su cuerpo se tensara por un momento. No iba a contradecirla. Sólo se quedó callada y bajó la cabeza en señal de agradecimiento.
Diana notó el precio de las tarifas en la pared por lo que buscó en su bolsa la cantidad de mirvos necesaria para pagar por el hospedaje. Colocó las monedas sobre el mostrador y se dirigió a Fauce; no quería actuar sólo en base a sus necesidades. Quería que él también estuviera lo más cómodo posible. -Hagamos lo que tú quieras primero- colocó su mano sobre su hombro. Ya había sido suficiente de cumplir con sus caprichos; el viaje se había hecho por deseo suyo así como decidir quedarse a pasar la noche ahí. Quería darle comodidad, que se sintiera a gusto a su lado a pesar del entorno fuera de su zona de confort.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 4:52:10 GMT
El agarre de la mano de Diana fué inesperado, pero bien recibido. Sin mirarla a los ojos, el hombre entrelazó sus dedos con los de la mujer y se dejó llevar hacia donde ella indicaba. Después de todo, estos terrenos eran un tanto desconocidos para el, así que tenía que confiar plenamente en su acompañante.
Al entrar a la posada, Fauce no pudo evitar arrugar un poco la piel de su nariz al ver a la goblin. Quizá era el olor que emanaba. No era del todo fétido pero el aroma a goblin nunca había sido de su agrado.Por suerte se había sabido comportar lo suficientemente bien para quedarse callado mientras Diana hablaba con ella y pagaba por los servicios. Se puso a curiosear el lugar, parecía estar bien construido. En su mente calculaba qué tan vieja era la posada juzgando la antigüedad y olor de la madera. También podía discernir que era un lugar popular, por todos los olores añejados de distintos seres. La súbita mención de la mujer goblin sobre ser el esposo de Diana lo dejó paralizado, pero, para suerte de el, se encontraba dándole la espalda a Diana, mientras inspeccionaba una pictografía colgada en la pared. Tragó saliva ruidosamente y se dió la vuelta, aún con los puños algo tensos.
Asegurándose de que la goblin no estuviese tan cerca, Fauce bajó un poco la cabeza hacia Diana. - Me da un poco de vergüenza que estés pagando por todo y que encima me preguntes que quiera hacer yo. - Dijo en un volúmen algo bajo, solo para oídos de Diana. No quería gritarle que se moría de hambre. Sin embargo, de una manera inoportuna, su estómago habló por el con un retortijón más audible que su voz inicialmente. Esta vez, sus mejillas si se habían puesto rosadas.
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Post by Diana on May 20, 2017 5:17:29 GMT
En seguida, la vieja goblin tomó las monedas y se alejó por un momento para guardarlas en otra parte de la posada. Las palabras de Fauce le enternecieron de sobremanera; no debía de preocuparse por ese tipo de cosas. En seguida, su mano acarició la mejilla del otro. Negó suavemente con la cabeza mientras sus ojos se posaron sobre los ajenos, por un momento perdiéndose en ellos. -Lo mío es tuyo- dijo con una gran sonrisa. El dinero no tenía ningún valor para ella ya además de que, invertirlo en él y en la manada, le daba demasiada gratificación. De todas formas aquellos ahorros habían sido para su familia y en ella estaba usándolos en ese momento. Su momento se interrumpió al escuchar el estómago del lobo darle una respuesta más concreta. No pudo evitar reír un poco. Tonto. -Vamos a comer-. Llevó su mano hacia el vientre del lobo, acariciándolo suavemente hasta que la mujer llegó de nuevo. Diana le avisó que pasarían primero al comedor antes de ocupar la habitación. -De acuerdo, aquí está la llave; dispongan de lo necesario. Los platos sucios van en los contenedores que se encuentran cerca de la ventana-. Al decir esto, la pequeña y delgada mano de la goblin se deslizó sobre la madera dejando una llave frente a la loba. Diana la tomó así como el costal con sus compras y caminó hacia la cocina, esperando ser seguida por Fauce. La cocina era un lugar bastante acogedor aunque algo apretado. Por fortuna el techo era lo suficientemente alto como para que Fauce pudiera encontrarse de pie sin sentirse totalmente sometido por la altura. Sobre la mesa más larga habían varias charolas, algunas tenían pedazos de ternera recién cocinados, otras con ollas que contenían sopa de mariscos, otras de vegetales y en otros contenedores verduras hervidas. En conjunto, los olores eran fuertes y algo pesados pero a pesar de eso, el apetito de Diana se despertó también. La loba caminó hacia una de las mesas que se encontraban vacías, simplemente sonriéndoles a las pocas personas que se encontraban también ahí. Tomó asiento, colocando el costal sobre el suelo mirando a Fauce expectante a sus reacciones. Habían visitado tantos lugares juntos pero pocas veces la ciudadela y cuando así había sido, Diana siempre se alejaba puesto que el lobo siempre se encontraba más malhumorado de lo normal pero esta vez podía satisfacer su curiosidad con toda libertad. Inspeccionar cada movimiento de su rostro aunque este se viera un poquito disgustado. Tomó un par de platos que se encontraban dispuestos sobre la madera y le extendió uno a Fauce.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 5:30:54 GMT
Ser acariciado de la mejilla y luego del estómago por Diana generó en el una mueca torcida, como si no aprobara de la situación pero no tuviera armas con que defenderse. Una vez llegados a la cocina, el sin fin de aromas deliciosos golpearon la nariz de Fauce. Apretó un poco la boca para asi evitar que la saliva se le escurriera por las comisuras. Estaba hambriento y hace mucho tiempo que no tenía a su disposición tanta comida distinta en el mismo lugar. Se comenzó a convencer a si mismo que este viaje no había sido completamente malo, bueno, sin mencionar que Diana ya lo hacía bastante mejor.
Se acercó junto con la loba, asintiendo en forma de saludo y "reconocimiento" a los presentes que se le quedaron mirando por unos instantes. Ver las cazuelas, ollas, cubiertos, tambos, barriles y demás lo llenó de un ligero sentimiento de nostalgia. Su lado de el que había vivido una vida humana extrañaba aquel calor de hogar y la sensación de saber que algo le pertenecía enteramente. Su burbuja de pensamiento volvió a reventarse en cuanto Diana le había ofrecido un plato el cual tomó con cuidado. Volteó a ver a Diana por un momento. No era claro si era para pedir permiso o simplemente avisar, pero justo cuando quitó los ojos de ella, el lobo ya se estaba sirviendo cantidades monstruosas de comida. Lo que sea que le cupiera en el plato.
Esperó a que Diana se sirviera lo suyo y caminaron juntos hacia una mesa desocupada para por fin sentarse a comer. Y de ahí, aquel lobo se dedicó a una sola cosa; Llenar su estómago que le imploraba ser alimentado.
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Post by Diana on May 20, 2017 6:13:44 GMT
No le sorprendía la cantidad de comida que Fauce llevó a su plato, incluso hasta pensó que era capaz de mucho más. Ya con su plato repleto de alimento comenzó a comer. Olvidándose de los modales que debía guardar estando entre seres más civilizados, masticaba sin preocuparse de ser observada por los demás. De pronto miraba a Fauce preocupada; aunque era más importante recibir los nutrientes de la comida, deseaba también que el sabor fuera de su agrado. Aunque no hubiera mucho que pudiera hacer puesto que la comida no la había preparado ella, no quería que ese viaje estuviera lleno de situaciones desagradables y momentos incómodos para el alfa.
Tenía mucho tiempo de no probar el sazón de un hogar; era una de las pocas cosas que extrañaba. La comida no le había desagradado pero sí consideraba que le había hecho falta algo de sabor. -Prometo que lo que prepare tendrá mejor sazón- dijo sintiendo algo de vergüenza. Seguramente que Fauce había estado esperando todo el día por probar bocado. -Ahora yo me siento avergonzada; el momento que más habías esperado del día tal vez no fue tan satisfactorio como tú deseabas-. Diana entrelazó sus manos frente a su rostro, esperando al lobo a que terminara. Poder disponer de cosas para su consumo le daba muchísimo gusto; sentía que de alguna forma estaba retribuyéndole tantos años de protección y consideraciones que pasó años sin notar. -Puedes comer todo lo que quieras- . Lo miraba fascinada mientras él daba ya sus últimos bocados, esperando para llevar los platos a donde pertenecían. No podía evitar sonreír, era demasiado evidente que ya se encontraba cómoda a su lado aunque aún permanecía un poco de nerviosismo que era notable en el pulso rápido de su corazón.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 6:48:41 GMT
La poca gente que se encontraba ahí , de vez en cuando les daba miradas apestosas, pues tanto a Diana como a Fauce les estaba importando muy poco los modales en la mesa. Y tenían justificación; Estando en las afueras, lo menos que les debía preocupar era comer educadamente. Pronto aquellos cuchicheos cesaron cuando Fauce captó una mirada desaprobatoria de uno de los comensales. En respuesta a ello, Fauce simplemente le gruñó y aquello había sido suficiente para que la gente presente dejara de prestarles tanta atención. Había sido una advertencia y más les valía mantenerse a raya o de lo contrario se las verían con aquel hombre que tenía cara de pocos amigos pero si de muchos enfrentamientos.
Levantó la mirada al escuchar lo avergonzada que se sentía Diana por algo que no le correspondía. Tragó el bocado que tenía en la boca y dejó salir un bufido molesto. - Diana por favor, esto es lo mejor que hemos comido desde hace mucho. Cualquier cosa que este pobremente sazonada con pimienta y sal es mucho mejor. - Tomó una jarra con agua para pasarse la comida de la garganta. - El que debería estar avergonzado soy yo... Por creer que este lugar no era tan bueno como decían. Supongo que.. no estaría mal hacernos de cosas de vez en cuando. - Ya había hablado demasiado. Se volvió a parar con su plato vacío para volver a servirse la misma cantidad de comida, la cual, engulló hasta más rápido de la vez anterior.
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Post by Diana on May 20, 2017 7:14:00 GMT
Diana sonrió satisfecha ante las palabras de Fauce que tanto le tranquilizaron. Lo siguió con la mirada al ponerse éste de pie, sintiéndose sorprendida de verlo tan dispuesto y abierto ante todo esto. Conocía poco sobre la vida del lobo, sólo lo escaso que dejaba mostrar de vez en cuando. No sabía si esto era algo nuevo o si eran elementos que pudieran encontrarse guardados en sus más viejas memorias. -Me alegra mucho escucharte decir eso; a veces hay que arriesgarse a las cosas nuevas- dijo una vez que volvió a sentarse junto a ella para abastecerse de más alimento. -Estoy segura que a la manada le gustaría visitar la ciudadela también; aunque... bueno... espero se comporten bien-. Suspiró de sólo pensar en que tendrían que poner bien a raya a los lobos más jóvenes pero consideraba que sería bastante estimulante para ellos. Se perdió por un momento en aquellas ideas que para cuando miró al lobo, su plato se encontraba ya vacío.
Limpió su boca con el dorso de su mano al fin cayendo en cuenta de lo descuidados que habían sido sus modales. Volvió su rostro con cierta urgencia hacia las otras mesas notando que el lenguaje corporal de muchos era algo tenso, incluso podía jurar que estaban dándoles la espalda ligeramente. Al caer en esa realidad, no pudo evitar reírse un poco; seguramente que ya se habían encontrado con la mirada de Fauce. -Vamos a llevar las cosas a la habitación-. De nuevo aquella sensación, sintió como si su sangre ardiera. Había sonado tal vez muy autoritaria, tal vez muy impaciente. Mordió el interior de su mejilla, sometiéndose de esos pensamientos. "Basta. Las cosas ya no son como antes". Tomó los platos ya vacíos para llevarlos a donde se le había indicado. Se apoyó por un momento sobre la madera del gabinete, asomando sus ojos a través de la ventana. La noche ya había caído y el movimiento en la ciudad se había reducido casi por completo. Suspiró profundamente y así, regresó hacia la mesa para tomar el costal que había dejado en el suelo. -Bueno, no tenemos que quedarnos ahí. Sólo para dejar nuestras cosas- rodeó el costal entre sus brazos, mirando a Fauce con una sonrisa y aquél color tan pronunciado en sus mejillas que no la abandonaba por más que quisiera.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 7:23:14 GMT
Después de haber dejado su plato en el lugar en que la goblin les había indicado, Fauce siguió a Diana hacia la habitación, no sin antes detenerla para quitarle el bulto de cosas de los brazos. Eran muchas y, por más que supiera que Diana era completamente capaz de cargarlo, no le parecía correcto. Lo levantó con una sola mano y sin mucho esfuerzo, la siguió hasta donde se encontraba la habitación que había rentado por esa noche.
- Sería un desperdicio de tu dinero no usarla para dormir ahí... - Dijo mientras la loba metía la llave dentro del candado para abrir. Pensó que decir eso quizá había sido imprudente, pero... Había algo en la mente de Fauce que no lo había abandonado desde aquel momento en que habían llegado a la ciudadela. - Si no es aqui... En dónde sugieres que descancemos? - Alzó una ceja. La pregunta obviamente era capciosa, dándole a entender a Diana que no tenían opción. - Aunque... - sus pensamientos se atropellaron unos con otros. - Si prefieres dormir sola, yo iré a buscar otro lugar. Sin compromisos. - Si, tal vez era eso. Cuán comprometida podía estar su intimidad en aquella habitación. Quizá Diana simplemente no estaba dispuesta ni lista para dar aquel siguiente paso, y por mucho que a Fauce se le quemara la piel de impaciencia, la respetaría hasta el fin de los tiempos.
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Post by Diana on May 20, 2017 7:42:51 GMT
Diana se dio la libertad de sentirse procurada por el lobo; sabía que en esos pequeños gestos se encontraba su cariño. Con una sensación agradable en su vientre, caminó hasta la habitación que pudo identificar gracias a un pequeño símbolo grabado sobre la llave. Escuchó la voz de Fauce hablando detrás de ella mientras quitaba el seguro de la puerta. Algo en particular le enfrió la cabeza, se dio la vuelta para encararlo con una angustia evidente en su mirada. -¡No!- exclamó de manera espontanea, tomando al alfa de su antebrazo con fuerza. -No... no por favor- agregó esta vez con un tono más suave en su voz. Sus dedos perdieron un poco de la presión que ejercían sin embargo acariciaron por un breve instante la piel sobre la que estaban. -Sabes que esa nunca ha sido mi preferencia de todas formas-.
Abrió la puerta lentamente escuchando el crujir de la madera; era algo ruidosa. La sostuvo para que Fauce entrara y después la cerró una vez que ya se encontraban los dos dentro de la habitación. El cuarto en sí no era muy grande pero de buen tamaño, lo suficiente para no sentirse tan encerrados. Sorprendentemente la cama no era tan pequeña, tal vez Fauce tendría que dormir con las rodillas dobladas; comenzó a preocuparse. El cuarto ya se encontraba iluminado por velas, seguramente la vieja goblin lo había preparado mientras cenaban. Dejó la bolsa que llevaba atravesada al pecho en uno de los percheros que se encontraban al lado de la puerta.
Hubo un silencio muy largo, Diana podía sentir cómo su garganta comenzaba a secarse y la impaciencia de su corazón al golpear su pecho. Le daba algo de vergüenza pensar que tal vez Fauce podía escuchar ese palpitar que tanto la delataba. Trataba de aparentar calma y mesura, pero podía sentir un calor que amenazaba con quemarle la punta de los dedos. Se dio la vuelta para caminar hacia Fauce, sus pasos eran lentos mas no inseguros. Se quedó frente a él por un momento con aquél gesto siempre tan cálido. Llevó sus manos hasta la piel que colgaba sobre los hombros del alfa y las dejó reposar ahí. -Muchas gracias por venir conmigo; me siento feliz y segura de que estés a mi lado-. Diana era capaz de cuidarse por sí sola, sin embargo, saberse protegida y querida por alguien como Fauce le hacía sentir sumamente especial. Debía decírselo, ya no quería desperdiciar más tiempo ocultando sus sentimientos.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 7:52:37 GMT
Al entrar a la habitación, lo primero que Fauce había hecho había sido olfatear los alrededores. Era algo ya instintivo, no lo hacía con premeditación ni a conciencia. Cuando sus presentimientos le indicaron que todo estaba en orden y no había nada por lo cual temer, fué cuando se dirigió a Diana, quien estaba expresando su gratitud por haberle acompañado hasta acá. -Lo hice porque quise Diana, lo sabes. - Vió de reojo las manos de la mujer posándose sobre los hombros de su abrigo y luego devolvió la mirada a los ojos de Diana. El silencio los invadió, había un aire de nerviosismo flotando entre ambos licántropos. Era palpable lo ansiosos y sedientos que estaban de cada uno, pero la incertidumbre de saber si era o no lo correcto los detenía.
Para romper aquella tensión, Fauce se quitó de los hombros su abrigo y lo dejó sobre una silla conjunta a una pequeña mesa de noche, dejándo su torso descubierto a excepción de su abdómen y vientre, que siempre estaban atados con vendas. Pasó un dedo sobre la cicatriz que tenía en su pecho para quitarle cualquier pelillo que se hubiese llegado a quedar encima y se quedó silencioso, dándole la espalda a Diana para no tener que lidiar con la intensidad de sus ojos que le daban ideas subidas de tono a su mente.
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Diana
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Post by Diana on May 20, 2017 8:07:45 GMT
Estaba tan nerviosa e impaciente por estar en semejante situación. Si bien no era el mismo tipo de tensión que habían vivido por años, esto no dejaba de ser algo que sacudía su consciencia de manera violenta. Cerró los ojos un momento mientras el lobo le daba la espalda para deshacerse de aquél enorme abrigo. ¿Qué era lo que deseaba? ¿Por qué se sentía tan inquieta? Un eco se hizo presente en su cabeza, recordando la noche anterior. "Nunca más" había sido la respuesta que Fauce le había dado al cuestionarle si la seguiría apartando de su lado. Respiró profundamente abriendo de nuevo sus ojos. Su vista aún bendecida por ver aquél cuerpo frente a ella, sin embargo, insatisfecha por no poder ver su rostro. Estaba limitándose mucho por el temor al que tan acostumbrada estaba; el temor a ser rechazada. Ya no debía de preocuparse por aquello... no más.
Dio un par de pasos hacia el frente, buscando una excusa para volver a tocarle. Sus manos se lo pedían como si tuvieran una consciencia ajena a la suya. Las apretó por un momento como para darse el impulso suficiente y colocarlas sobre su espalda. Sacudió con suavidad, deshaciéndose del excedente de cabellos que se habían adherido a su espalda. Las cicatrices que tenía eran evidentes y aunque no eran nuevas, permanecían sobre aquella piel, dejando que un poco de historia se asomara a través de ellas. Poco sabía de ese pasado y poco podría afectar en los sentimientos que ya tan asentados se encontraban en su corazón. Se acercó más a su espalda, recargando su rostro sobre aquella piel. -Sé que lo haces porque quieres; todo lo que haces es porque quieres. Aún así, muchas gracias por hacerme parte de esos deseos tuyos-.
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