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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 8:19:15 GMT
Sintió una ligera punzada en su vientre en el momento que que Diana había apoyado su rostro sobre su media espalda, en una cercanía que no tenía contemplada y pero que era bien recibida. Se mantuvo silencioso, apretando la quijada y mirando a varias direcciones en el suelo, pensando en si... Ya no importaba más.
Dándose la vuelta y encarando a Diana, Fauce alzó sus manos para tomar las ajenas y llevarlas a sus costados, en una moción de guía para hacerle saber a Diana que no debía temer al tocarlo. - Hay cosas que hago por que quiero, y otras por que debo... - Inclinó su cabeza a la altura de la mujer para rozar su nariz con la de ella y abrirse paso para plantarle un beso en los labios, mientras inclinaba su cuello ligeramente y asi poderse embonar mejor con ella, al mismo tiempo en que sus manos se dirigían a su rostro y se deslizaban hacia su cuello, hombros y finalmente sus caderas, lo cual había abierto una puerta nueva de sensaciones. Prolongó aquel beso por unos momento más hasta que tuvo que tomar un poco de aire por la boca y asi entreabrir sus labios. ¿Estaba apresurando las cosas? No lo sabía, pues para Fauce era completamente normal, pero quería probar hasta dónde Diana le permitiría llegar.
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Diana
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Post by Diana on May 20, 2017 8:39:03 GMT
Sus manos, obedientes, se posaron en el lugar donde Fauce le indicaba con tanta determinación. Sus ojos se abrieron escuchando aquellas palabras que hicieron que su corazón diera un brinco liberando una ola de adrenalina en su cuerpo. Por la fuerza de aquél movimiento, Diana se encontraba más cerca de Fauce, estando a merced de aquella cercanía que se redujo por el sello de aquellos labios sobre los suyos. Presionó sus manos contra el cuerpo del lobo, sintiendo debajo de ellos la calidez de su piel. Sus labios respondían de manera certera, acariciando la suavidad de quien estaba llenándola de tanta emoción.
Aquellas manos que la recorrían con tanta delicadeza le causaban escalofríos. Podía sentir un cosquilleo constante por toda su piel, como si cada parte que no había sido tocada reclamara al menos por un ligero roce. Su respiración se entrecortaba, sintiéndose presa de la impaciencia pero también de una inseguridad. Tenía tanto tiempo de no experimentar un acercamiento tan íntimo pero era la primera vez que sentimientos como los que tenía, jugaban una parte importante. Temblaba un poco, era incontrolable. Era la emoción de encontrarse por fin a solas pero también de sentirse inadecuada y poco experimentada. Sus manos recorrieron lentamente su pecho, topándose de pronto con la textura de aquella cicatriz hasta refugiarse en la base de su cuello. Se presionó contra él dejándose rodear de su presencia y el tacto tan cálido de su cuerpo.
Al separarse de ella, Diana suspiró. Sentía que le hacía falta aire mas eso poco podía importarle en ese momento. Bajó sus manos para asentarse sobre la clavícula del lobo, respirando con pesadez aún con aquella cercanía entre sus labios, separados apenas por un pequeño roce. -¿Y qué crees que debas hacer ahora?- en un susurro que apenas logró salir de sus labios. Abrió los ojos para elevarlos suavemente hasta que se refugiaron en la profundidad que tanto definía esa mirada que tan característica era en Fauce del Norte.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 8:54:07 GMT
Con los ojos entrecerrados pero bien puestos sobre los de Diana, Fauce alzó un poco las cejas ante la pregunta realizada. ( Más bien que no debo hacer... ) Pensó para si mismo. Su piel estaba hirviendo, su cabeza hecha humo solo de imaginar todo lo que podría sentir esa noche. - Lo que sea necesario para hacerte saber que te quiero, Diana. - Aún con los ojos anclados sobre los de ella, Fauce bajó sus manos de las caderas de la chica hasta el área de su glúteos pero aquel movimiento no duró más que un par de segundos pues el motivo por el cual había hecho aquello era mucho más desenfrenado que simplemente tocar áreas nuevas.
Con la misma sencillez que levantó la bolsa de las cosas que había comprado, Fauce levantó a Diana y la pegó contra la pared, acortando la distancia entre ambos a un grado aun menor y atacándola nuevamente con un beso más subido de tono,uno en el que ya no se limitó a simplemente tener los labios cerrados y a contener su aliento.
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Diana
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Post by Diana on May 20, 2017 9:17:44 GMT
Esas palabras le dieron satisfacción y fue el detonante que terminó por liberar la tensión que aún sentía dentro de sí. Era la primera vez que escuchaba algo así salir de su boca. Presionó las yemas de sus dedos contra la piel que acariciaba al sentir aquél toque tan decisivo. No lo esperaba, sin embargo, no lo rechazaba; sólo hacía que su impaciencia fuera incrementándose. Sus ojos seguían en él, mirándolo con ruego, aún sin tener el impulso suficiente para pedírselo con palabras o tal vez... ni siquiera era necesario. En un abrir y cerrar de ojos, sintió cómo su cuerpo era manipulado con tanta facilidad. Por inercia y no por falta de confianza, volvió a prenderse del cuello del lobo, jalando con un mayor atrevimiento su cabello.
Al ser pegada con esa fuerza contra la pared, su respiración comenzó a acelerarse. Su pecho se movía con insistencia delatando que sus emociones ya no se encontraban en control. Ese beso tan inquieto comenzó a liberarla más y más. No podía seguir conteniendo a su cuerpo de responder a tales estímulos. Era demasiado; no podría someterse a sí misma de esa forma. Sus labios se presionaban con mayor fuerza a los de Fauce mientras que sus manos fueron deslizándose hasta su espalda, donde apretó con desesperación en un lenguaje tácito que indicaba su entrega ante el placer de aquél contacto. De pronto sus caderas se movían sólo un poco en respuesta al beso. Su cuerpo comenzaba a desobedecerla prendiéndose a un momento que tanto había añorado y del cual se había reprimido por tantos años. De pronto se separaba, suspirando con profundidad para tomar aire. Sus dedos se presionaron un poco más sobre su espalda causándole unos cuantos rasguños que no hicieron más que dejar unas marcas rojizas sobre su piel. -Lo siento- dijo en un momento en el que sus labios se separaron por un pequeño instante. No lo sentía mucho, al menos no lo suficiente como para interrumpir aquél beso por completo.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 9:33:47 GMT
Los muros se habían deshecho por completo por fin teniendo a ambos en una misma sintonía en la cual se despojaron de toda incertidumbre de que se deseaban el uno al otro. No existían más tensiones, y Diana lo dejó bien en claro mientras sus caderas se retorcían ligeramente en reacción a los besos y las caricias que el hombre le daba.
Entre labio y labio, el lobo pudo sentir la intensidad de las sensaciones de Diana en su espalda, jalando aire entre sus dientes al ser dibujados arañazos pronunciados en su piel. No le dolían del todo. Al contrario, aquel gesto hizo que Fauce se encendiera aún más. Meneó la cabeza de un lado a otro, negando la disculpa de Diana, No tenía por qué hacerlo, era completamente innecesario. Acercó su rostro nuevamente a los labios de Diana pero esta vez, besó su barbilla, su cuello. Aún teniéndola suspendida en el aire, Fauce aprovechó par despegarla de la pared y llevarla a aquella cama que tan fuertemente les imploraba a ambos que la usasen. La dejó caer por su propio peso, sin brusquedad pero tampoco con tanta delicadeza, sometiéndola a su merced aún devorando su cuello con esa boca que amenazaba bajar en base a sus reacciones, mientras que una de sus manos la tomaba de la muñeca y otra se deslizaba hacia su pecho, tentando aquella hermosa figura que se deshacía en placer.
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Post by Diana on May 20, 2017 9:53:48 GMT
Sintió la suavidad de aquella cama sobre su espalda rodeando su cuello con sus manos. Teniendo su boca libre de los roces de Fauce, sus suspiros se escapaban con mayor libertad, trayéndose consigo un poco de su voz que no hacía más que confirmar lo acertado que el lobo era con aquellos besos. Sus piernas se presionaban contra el cuerpo del otro, aferrándose con necesidad sintiendo en él las respuestas de su propio cuerpo. Enredó sus dedos entre el cabello de Fauce, sintiéndose sometida a aquellas caricias que comenzaban a estremecerle. Su corazón había estado al borde por tanto tiempo que el menor roce era suficiente para agitar sus sentidos.
Apretó su mano al sentir la de Fauce tomarla de esa manera y lo hizo aún más cuando la otra se posó sobre aquella área tan sensible y delicada. Su cuerpo tembló por un segundo por el tacto; se sentía culpable de estar sólo a merced de los cariños y la pasión de Fauce pero al mismo tiempo estaba tan cómoda dejándose tocar de aquella forma que se mantuvo un rato más sometida por aquellos besos. En su rostro comenzó a dibujar una sonrisa satisfecha. No podía ocultarlo; lo había deseado por tanto tiempo. Jaló su cabello, más no lo suficiente para hacerlo abandonar aquella parte que exploraba con tanta dedicación; quería dejarlo explorar cuanto quisiera.
Hacía calor, mucho calor. Su cuerpo comenzaba a reaccionar ante esa condición, sin embargo, no se movió. ¿Cómo podía? No se debía al peso del lobo sobre ella, sino a que su cuerpo se encontraba a total merced de sus besos.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 10:08:47 GMT
Su cabeza de hacía humo con el dulce sonido de la voz de Diana reaccionando ante aquellas caricias. Quería escucharla más, quería que se perdiera en ese mar de gemidos acuosos para que jamás olvidase lo mucho que la podía llegar a amar en carne. Sentía que ya no necesitaba preguntar por nada más, que tenía las puertas abiertas para hacer de su cuerpo lo que el quisiera. Aún al nivel de su cuello, podía oler su feminidad brotando de su piel, un perfume delicioso en el cual podría perderse una eternidad.
Después de atender el pecho de Diana con su mano, continuó bajando hacia su vientre, haciendo caminar sus dedos sobre su piel hasta llegar a aquella área en donde el calor y la humedad se concentraba con más pesadez. Se detuvo un momento antes de continuar, solo para regresar su boca a la de Diana y continuar con su oda de besos. Y así, mientras la besaba, sus dedos se deslizaban entre sus piernas, jugando con ella al compás de sus alaridos que podía sentir en su propia boca.
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Diana
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Post by Diana on May 20, 2017 10:24:39 GMT
Inevitablemente una de sus manos se colocó sobre el hombro de Fauce. Apretó con fuerza hundiendo un poco sus uñas en él como reacción ante aquella caricia tan esperada. Por un segundo cerró un poco sus piernas; era como si su cuerpo aún se aferrara a esa necedad de prohibirse sentir aquél calor. Pero no pudo luchar por mucho tiempo. Los dedos de Fauce se movían con tanta gracia sobre ella que vencida ante ellos, comenzó a relajarse dándole mayor libertad de movimiento, siendo la tela de su vestido la que de pronto se interponía un poco. A la par de sus caricias, sus besos estaban ahogándola entre su respiración y aquellos movimientos tan apasionados que seguían estimulando sus reacciones.
En un arrebato, mordió el labio de Fauce conforme sus movimientos se tornaban más constantes y placenteros. Tal vez era por su misma impaciencia o por la pasión desmesurada que sentía hacia él o incluso ambas, pero el sentir aquella suavidad entre sus dientes le hizo sentir un tirón en la base de su vientre. Su mano que aún se encontraba sobre su hombro se relajó al fin. No deseaba abandonar sus labios pero lo vio preciso en ese momento. Levantó ligeramente su cuello para dare la oportunidad de acercar su boca hasta uno de sus oídos. Fauce pudo sentir la calidez de su aliento sobre él y escuchar la profundidad de su respiración causada por el juego de sus dedos. Si bien, se encontraba totalmente inmovilizada, lo más que podía hacer en aquél momento era confirmar mediante sus suspiros y suaves gemidos que era completamente suya. Sentía un deseo ardiente por decírselo, pronunciar aquellas palabras tan cerca de su oreja pero no pudo más que decir su nombre entre un suspiro.
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Post by Fauce del Norte on May 20, 2017 20:38:49 GMT
El escucharla decir su nombre en un suspiro entrecortado que se disipó en el aire como si humo se tratara le hizo sentir una descarga de sentidos en la espalda, erizándole la piel, ocasionado una brusquedad notoria en sus movimientos. Sus dedos se hundieron en la carne expuesta de su acompañante, certeros de que eso era lo que sus suspiros y retortijones reclamaban. Después de eso, salió de ella, pausando para continuar con aquellos besos acomodados en su cuello y clavícula.
La presión y el calor acumulado en su propia entrepierna ya hacían de las suyas de igual modo. La necesidad de ser atendido llegaba a un extremo en el que comenzaba a doler y se podía notar en la manera en que sus expresión se arrugaban y su respiración se transformaba en algo similar a un gruñido. Estaba seguro de que Diana se pudo dar cuenta de aquel cambio de tamaño y dureza escondida debajo de la tela de sus pantalones. Sin embargo, era cuestión de esperar. Ya se había regañado a si mismo; Que las cosas vayan al paso de Diana, no al suyo.
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Diana
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Post by Diana on May 21, 2017 0:01:57 GMT
Con el aumento de aquellos movimientos la respiración de Diana se entrecortaba más y más, dejando escapar su voz con mayor volumen sin poder controlarla más. Sentía un ligero bochorno preocupada de que los sonidos que salían de sus labios fueran a ser escuchados por el resto de los inquilinos pero aquella angustia pareció jamás haber estado en su cabeza al momento que Fauce movía sus dedos de manera más certera y firme. Al hacer esto, se prendió con fuerza de su cuello, despegando su espalda de la suavidad del colchón que les brindaba soporte para su pasión. Sentía un temblor constante en sus piernas, consecuencia de aquellas sensaciones que hacía tanto tiempo no experimentaba y también por la incertidumbre de qué proseguiría.
Sintió el tacto de Fauce abandonar aquél sitio, dándole oportunidad de recobrar el aliento. La había llenado de necesidad y el deseo que se albergaba dentro de ella crecía más y más, con cada roce de sus manos sobre ella, los acercamientos de sus labios sobre su piel y la respiración cada vez más pesada del lobo llenándola de calor y exigencia por sentir mayor deleite. Aún refugiado en su cuello, Diana pasó su mano por el cabello de Fauce a la par que podía sentir la tensión del cuerpo ajeno imponerse sobre ella en momentos. Escuchar la manera en que respiraba comenzó a causarle un calor inmenso; debía hacer algo.
No pudo evitar dejar escapar una risa entre su respiración tan agitada. No estaba siendo injusta con él quien estaba siendo de lo más generoso con ella. Poco a poco fue perdiendo la fuerza del abrazo que ejercía alrededor de su cuello, posicionando sus manos sobre la mandíbula de Fauce. Usó un poco de fuerza para elevarlo a la altura de su rostro y mirarle. Podía verlo en sus ojos; su pasión y devoción, algo que ni en sus más espléndidos sueños se habría imaginado pero también sentía a través de aquella afilada mirada su impaciencia y pasión desbordándose sobre ella. Volvió a reír, incapaz de contener la dicha de su corazón. Apoyó sus manos contra los hombros de Fauce, usando algo de fuerza para empujarlo a un costado.
Al tenerlo reposando sobre el colchón, Diana comenzó a despojarse de la ropa que tanto calor estaba causándole además de que quería darle oportunidad al lobo de recorrer cada centímetro de su piel sin ninguna interferencia. Volvió a acercarse a él haciendo que su cabello cayera sobre él, cubriéndolos suavemente de la luz plateada que entraba por las ventanas. Se colocó a su lado permitiéndose recorrer con sus manos aquella piel que por tantos años había deseado conocer. Se detuvo en aquél lugar, donde se concentraba el deseo, la impaciencia pero sobre todo la pasión que Fauce del Norte sentía. Dejó que su mano acariciara suavemente por encima de la tela que interfería con un contacto más íntimo, consciente de que ello alteraría los sentidos de Fauce. Acercó su rostro hacia su cuello, dando unos cuántos besos que marcaron un recorrido hasta su oreja, donde se refugió con el suave roce de sus labios los cuales separó un poco para dejar escapar una pregunta que si bien era innecesaria, formaban parte del juego que siempre jugaba Diana con él. Un juego de provocaciones que ahora cobraba mayor profundidad. La loba sabía perfectamente lo que estaba haciendo. -¿Puedo?-.
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Post by Fauce del Norte on May 21, 2017 1:56:55 GMT
La repentina brusquedad con que Diana lo había tomado de los hombros para empujarlo y someterlo debajo de ella lo tomó por sorpresa. Era más fuerte de lo que pensaba, añadido a que el tampoco estaba oponiendo resistencia alguna. No pudo evitar entreabrir la quijada con asombro mientras la veía quitarse su vestido, quedando completamente desnuda ante el. Su piel morena era tan rara y hermosa, contrastante a la suya, tan opuesta y por esa misma razón, atrayente. No iba a mentir, siempre le había echado el ojo a su figura, pero nunca con tanto detalle, pues aunque en su manada no existiera mucho el pudor, ella siempre se reservaba para si misma, haciendo esta una vista especial. Aquella imagen se le quedaría grabada por el resto de su vida, estaba seguro. La juventud, la sensualidad y la feminidad encarnada en una sola persona. Tragó saliva, intentando ocultar su rostro de asombro, más le fué imposible.
Sus manos empezaron a deslizarse sobre su cuerpo. Cada caricia mandaba más y más señales a su cabeza de que la necesitaba. Su rostro ya se encontraba notoriamente rojizo, y era mucho más fácil notarlo con esa piel tan pálida. Sentía que la frente le estallaría del calor en cualquier momento. Se su garganta solo pudieron salir respiros largos, apreciando el cariño con el que la mujer le tocaba y de pronto, llegó a esa zona que palpitaba por atención. Fauce pudo sentir como una gota de sudor escurría por su sien, nervioso, ansioso. Podía jurar que sus pupilas se dilataban con cada roce y de pronto, Diana se detuvo, preguntándole aquella cosa tan necia. Era parte del juego, después de todo. Parecía disfrutar verlo así, sufriendo de anticipación. Dejó caer sus pobladas cejas sobre sus ojos, apretando un poco los labios y luego, esbozar una pequeñísima sonrisa. - No lo sé... ¿Puedes? - Preguntó retándola, era parte del juego.
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Diana
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Post by Diana on May 21, 2017 2:47:45 GMT
No pudo haber dado mejor respuesta. Por la manera en que Fauce le devolvía aquellas palabras como parte de su propio juego, ya no estaba segura si había caído en su propia trampa. La manera en que su cuerpo reaccionó al sentir las palabras del lobo acariciar sus orejas fue el provocarle un escalofrío que era notorio por la textura de su piel, resaltando entre la luz que se colaba por el cristal, traviesa como si quisiera echar un vistazo a lo que estaba ocurriendo en aquella habitación. Su mano apretó con algo de fuerza, concentrando la ansiedad en sus dedos. Podía sentirlo a la perfección esperando por su tacto y por su calidez; se estaba impacientando por la práctica de sus propios juegos pero consideraba que era más satisfactorio desarrollar la ansiedad de Fauce lo más que pudiera. Sentir y ver aquellas reacciones le daban mayor placer.
Diana se enderezó un poco para encontrarse con mayor libertad de hacer cuanto quisiera no sin antes mirarlo embellecido por el brillo de la luna sobre su rostro. Las pocas gotas de sudor que comenzaban a juntarse en su frente brillaban gracias a la Luna. La loba sonrió satisfecha; jamás se le habría ocurrido pensar que tendría a su alfa en semejante aprieto. Antes de atender aquella ansiedad latente en él, llevó una de sus manos hacia su mejilla que después se posicionó suavemente sobre sus labios los cuales acarició con cariño con su dedo pulgar. -Es mi deseo- respondió. Podía ver y sentir aquella tensión pidiendo a gritos ser liberada de su prisión. Diana decidió no hacerlo sufrir más, no jugar ya con aquella anticipación que quién sabe cuánto tiempo llevaba incubándose dentro de su ser, además de que, a ella ya estaba costándole trabajo continuar con semejante acto. Había esperado tanto.
Bajó con algo de torpeza aquellos pantalones que se habían estado interponiendo entre ellos; no le tomó mucho tiempo pero no fue cosa de un intento. Al estar su piel expuesta al fin a la vista de sus ojos, Diana no pudo evitar tragar saliva. Su mirada se movió de esa área al rostro de Fauce, como si necesitara buscar una explicación ante lo que estaba viendo. Por primera vez expuesta a una desnudez total, se dio el tiempo de apreciar esa figura que tan oculta había estado de su admiración. Si bien había visto la mayor parte de aquél cuerpo expuesto, ahora las situaciones eran diferentes. Ahora era suyo; sólo para ella. Podía sentir el palpitar de su corazón llegar hasta la boca de su garganta, apresurándola, pidiéndole que prosiguiera. No perdió más tiempo y llevó sus manos para frotar suavemente sin perder la vista del rostro de Fauce. Quería asegurarse de que estuviera siendo precisa, pero sobre todo, estar segura de que lo estaba complaciendo. Sus caricias comenzaron lentas, tanteando el terreno mientras la piel que cubría su virilidad subía y bajaba con el toque de sus manos. Sintiéndose culpable de que sus manos no fueran suficiente para acelerar aún más el corazón del otro, se inclinó lentamente hacia él apoyando el movimiento de sus manos con su lengua. Teniendo sus ojos cerrados, sus oídos eran los únicos guías que le indicaban que iba por el camino correcto, que sus movimientos y caricias estaban provocando gozo.
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Post by Fauce del Norte on May 21, 2017 19:56:53 GMT
Sus ojos no perdieron detalle de la manera en que Diana movía sus manos sobre él, tocando cada parte de su pecho, pasando sus manos por los relieves de sus tantas cicatrices. La manera en que deslizaba sus yemas sobre el era como si estuviese estudiando algo que siempre quiso haber explorado, y ahora lo podía hacer sin ninguna atadura. Estar a su merced era algo que el hombre también había deseado en lo más profundo de su mente. Podía recordar aquellas fantasías que guardaba bajo llave y solo se escurrían en sus sueños de vez en cuando.
La luz de la luna develó a la mujer serpenteando hacia abajo, hasta llegar al punto en donde aquella dolorosa tensión se gestaba para luego, liberarla. Decir que estaba sorprendida era poco, pues hasta tuvo que mirarlo a los ojos para cerciorarse de que lo que estaba viendo era completamente real. Lo único que pudo hacer el hombre en respuesta fue encoger los hombros. No era alguien que presumía ni advertía de sus ciertas virtudes. Alzó una ceja, curioso de si Diana continuaría, pero casi tan pronto como su pregunta se figuró en su mente, así desapareció cuando la chica ya estaba tomándolo con las manos, abarcando cada centímetro posible. No podía creer que por fin estaba sintiendo las manos de Diana sobre el, y cuando no se limitó a simplemente usar sus manos, tiró la cabeza hacia atrás. No había suficiente aire hacer inflar sus pulmones, pero si demasiada sangre invadiendo de color su rostro y cuello. Su cuerpo reaccionaba con cada movimiento de Diana y se podía notar en las expresiones de Fauce que aunque pareciera que estuviese sufriendo, lo que sentía era todo lo contrario.
En un acto de dominancia, llevó una de sus manos a la cabeza de Diana, hundiendo sus dedos en su cabello de una manera firme pero no agresiva. El placer era tan intenso que, a veces, a Fauce se le podía olvidar que no era un animal completamente.
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Diana
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Post by Diana on May 21, 2017 21:55:44 GMT
Las reacciones que estaba provocando en él la motivaban a moverse a una frecuencia más rápida. Si bien sus manos poseían mayor certeza y velocidad, su lengua trazaba suaves caricias sobre él, dejándose llenar por esa esencia que al fin empezaba a conocer bien. La respiración profunda de Fauce causaba que cada centímetro de su piel se erizara, reaccionando a él como si se tratara de un comando. Aún estando en control en ese momento se sentía totalmente entregada y sometida a lo que fuese que él deseara. Abrió los ojos por un momento, capturando en su mirada una vista que la llenó de satisfacción. El verlo luchando contra sus propias reacciones, sometiéndose ante su tacto era algo que no se habría imaginado que llegara a suceder. Sin embargo, en un arrebato infundido por las sensaciones que experimentaba en su cuerpo, Fauce se impuso ante ella con aquél gesto firme lleno de dominación.
La respiración de Diana se hizo profunda que al impulsarse fuera de sus pulmones se trajo consigo un suave pero audible gemido. Esos dedos que tiraban con tenacidad su cabello provocaban que la sangre comenzara a hervirle haciéndola sentir más sedienta y curiosa de ver hasta donde llegarían esas reacciones en el lobo y qué más las provocarían. Todo era nuevo; cada parte que exploraba con sus propios movimientos, roces y caricias le daban nuevas y sorprendentes respuestas. Aquél pensamiento la hizo sonreír e inevitablemente, cayendo presa a su propia ansiedad, mordió suavemente la punta de aquella parte que tanto consentía con su cariño. Podía sentirlo palpitar contra sus labios y lengua, era como si con cada pequeño impulso pidiera por más.
Las ganas de abandonar tal tarea y satisfacer su propia necesidad por llenarse de él eran inmensas, sin embargo, era más fuerte el compromiso y devoción que sentía de colmarlo del amor tan ferviente que sentía por él. Retiró una de sus manos para colocarla sobre el pecho de Fauce. Por mucho que estuviera dispuesta a continuar por darle placer, debía de alguna forma someter ese deseo y ansiedad que se iba acrecentando más y más en su interior, que le causaban temblores en las piernas y que alteraban su respiración. Hundió las yemas de sus dedos sobre la piel de su pecho de cierta manera comunicándole cuan impaciente estaba de entregarle su cuerpo y todo su ser.
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Post by Fauce del Norte on May 24, 2017 22:53:45 GMT
Las sensaciones de ensueño se detuvieron tan pronto como Diana decidió separarse de la entrepierna de Fauce, poniendo una mano sobre su pecho con una mirada de añoro. Si, ya había sido bastante tiempo solo para el y entendió de inmediato la plegaria en los ojos de Diana por continuar hacia aquella tan esperada consumación de ambos. Con el cuerpo listo y sediento por más, Fauce se enderezó para tomar a Diana de las caderas, pasando sus dedos suavemente por su piel y luego, aferrándose a ella con fuerza para acercarla y voltear los papeles.
Encima de ella, la vista era reminiscente a las fantasías que siempre había tenido. Tenerla sometida bajo su merced, ansiosa por tenerse dentro con aquella expresión sonrojada y perdida en absoluto placer. La tomó de la espalda para inclinarse y besarla en agradecimiento una vez más, antes de continuar con lo que a ambos se les quemaba la piel por hacer.
La miró a los ojos unos instantes después de haber despegado sus labios y se separó un poco de ella, paseando sus manos desde su espalda a su busto y luego posándose sobre sus caderas. Se tomó con una mano acercándose a Diana. Quería asegurarse que ella estuviese lista, pero la manera en que sus miradas se cruzaban y su respiración ya no era más que jadeos incesables, no esperó más. Entró en ella hasta donde sintió que no podía avanzar más, mientras de su garganta salía un gruñido seco pero sin perder de vista la manera en la que la mujer se retorcía. Se mantuvo quieto. Supuso que Diana tendría que asimilarse con el adentro primero antes de poder hacer otra cosa. Esperaba que no tardara demasiado, pues sus sentidos estaban a estallar.
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