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Post by Robin Fitzalon on Jun 13, 2017 0:06:40 GMT
Rodó los ojos con resignación, tampoco pensaba hacer todo un alboroto por no aceptar aquellas hojas, pero tenía que mantener un orgullo que no se cuidaba sólo, que desgraciadamente en ese momento había perdido por un momento. Ya habrá oportunidad de devolverle el favor en cierta parte. Suspirando pesadamente mientras guadaba el sobre en un pequeño saco, admitía que no los iba a usar sólo por el simple hecho de que le daría la razón a Denard.
Soltó aire por la nariz en señal de gracia por el comentario, a pesar de que la gente solía decirle cosas parecidas aún no se terminaba de acostumbrar. Ya era bastante tarde y a pesar de que sus busquedas solían ser más largas tenía que admitir que no le gustaba estar en ese sitio. La luz roja cubrió de manera uniforme toda la calle, y eso no implicaba más que problemas.
-En efecto- acomodó su cabello detrás de su oreja mientras miraba hacia atrás, pensando en todo su esfuerzo no había sido en vano...tanto. y sólo pensaba en todo lo que tenía que recorrer de regreso. -Lo mismo digo- dándose media vuelta comenzando a caminar por donde llegó. -Gracias- Alzando una mano en forma de despedida sin lucir interesada en despedirse, sin voltearlo a ver, había una vida por salvar.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Jun 13, 2017 3:19:09 GMT
El detective sonrió satisfecho cuando Robin metió las hojas en sus ropajes, nunca le había gustado dejar deudas sin saldar, ni agradecimientos que dejar al aire. Denard asintió con la cabeza mientras se acomodaba su saco negro, tomando la daga, mientras le daba una vuelta con la mano y la guardaba en una pequeña funda amarrada a su muslo derecho.
--Gracias a ti --Contestó el detective mientras se quedaba parado en el mismo lugar, observando como la elfo se iba caminando, sin mirar atrás, como buena guerrera con orgullo de hierro, Denard sonrió para sus adentros, asegurándose con la mirada de que no hubiera nadie a sus alrededores. Frunció el ceño, se dio la media vuelta y peinó su cabello hacia atrás. Aún no había terminado. La niña iba a vivir.
Dos grandes alas negras salieron de su espalda, mientras el detective tronaba su cuello ladeando con fiereza su cabeza, se preparó, flexionando sus rodillas, y en un segundo ya estaba varios metros arriba del aire, soltando una pequeña brisa de aire al despegar, cuando estuvo a una altura segura, sus alas se extendieron por completo, y el detective desapareció tan rápido como había despegado, dejando solo el polvo que se había quedado atrás.
El charquito de sangre de la Flor Roja aún brillaba bajo la luz de la luna.
Dejando un poco de esperanza entre tanta desesperación.
--Fin del Thread--
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