Sólo fue un contratiempo (Privado. Ryu y Felicia)Concluido

"Qué repugnante". Nadie nunca la había rechazado de esa manera (?). Claro que no había empleado la palabra "comer" con la connotación sexual pero su mente trabajaba en formas distintas y extrañas.
Antes de poder hacer algún otro comentario al respecto el agua le entró a borbotones por la boca, tragando cuanto llegaba hasta regresar a la superficie; manteniéndose a flote, en vez de recobrar el aliento comenzó a toser y expulsar lo poco que podía del agua que ahora llenaba su estómago. Ya no tenía nada más qué decir o de lo qué quejarse y no porque la acción de haberla soltado en el agua hubiese de alguna manera afectado su buen humor... Había sido la profundidad. Desde muy joven sentía una aversión a las aguas profundas. Podía manejar los riachuelos o cualquier fuente de agua que no le llegara más arriba del pecho; cada que sentía aquella presión rodearle la garganta, el agua colarse entre su oxígeno y no ver más que motas de colores, entraba en pánico.

Regresó a su forma real en un tenue destello; a penas alcanzaba los 30 centímetros, no era más que una insignificante mota de polvo a lado de aquel majestuoso Lung.
Salió del agua y voló algo torpe hasta la orilla dejando un camino de destellos a su paso. Con las patas en la tierra sacudió su cuerpo, aventando pequeñas gotas a su alrededor.

Su cuerpecito volvió a iluminarse y en una erupción de polvillo volvió a ser como antes. Estaba arrodillada, empapada y con el cabello suelto y revuelto. Largó un suspiro y recogió todo su cabello para exprimirlo a un lado, formando un charquito de lodo. Al ponerse de pie se congela.. ¿y su bolso? ¿¡Dónde estaba su bolso!?
Veloz se acercó a la orilla, buscando si por suerte la corriente lo había empujado a un lugar seguro donde pudiese tomarlo pero no había sido así. No podía verlo.

— No no no no no...!

Dio un paso para adentrarse al agua pero a nada de tocar la superficie se detuvo y regresó el pie a tierra firme. Le frunció el ceño a su reflejo, pensativa. Podía pedirle ayuda al dragón..... Como si fuese a aceptar.... podía zambullirse en su forma Fae..... no quería volver a entrar al agua.
Soltó un gruñido exasperado admitiendo su derrota y decidió que no valía la pena, la mejor opción era quedarse un día más en aquel bosque e intentar conseguir los hongos pero primero se secaría, haría un pequeño campamento y descansaría.

Lo miró levemente confundido al escuchar su ofrecimiento pero inmediatamente después apartó la mirada, volteando los ojos. Por qué tuvo que agregar aquello último? Pudo haber pasado por buena persona en su mente a pesar de haberla soltado al agua. Iba a negarse pero ya su cuerpo lo había engullido una luz cegadora.

— ... — observó al dragón unos largos segundos antes de coger la bolsa. Parecía cansado, como si le costase mantener la forma terrenal.— Gracias... no era necesario — Acomodó la correa de la bolsa por su pecho; pesaba más de lo usual debido al agua pero ya no le molestaba, todo en ella estaba húmedo y frío.— Debe ser difícil mantener tu forma arcana con el tamaño actual que tienes... — comentó viéndolo por última vez, descanzando a la orilla. — Uhm... bueno... Supongo que gracias de nuevo.

Hizo un gesto con la muñeca para despedirse y dio media vuelta regresando al bosque a buscar un claro donde pudiera acampar.

Todavía era más grande que como lo estaba viendo? Bueno, ya no le sorprendía el porqué era tan alto.
Sonrió cuando se despidió de ella con aquella advertencia y sin voltear a mirarlo respondió con voz fuerte y clara

— No prometo nada, Soy un imán para ellos

Continuó su recorrido, alejándose en gran medida de aquella cascada hasta ya no escuchar más el golpeteo del agua. Decidió que aquel lugar estaba bien, habían arbustos suficientes para alertar la llegada de alguien indeseado y árboles cercanos a los cuales esconderse y evitar confrontaciones.
Cogió unas ramas y hojas secas y golpeó el filo de su arma contra unas piedras para crear una chispa que iniciara el fuego, alimentó el calor hasta lograr una gran flama y se quitó la ropa, la colocó a un lado del fuego junto con el contenido de su bolsa y se sentó de piernas cruzadas cerca de sus pertenecias con medio pan que iba desapareciendo poco a poco.
Quizá era demasiado temprano para alzar su improvisado campamento pero regresar en ese momento a la ciudadela imponía la posibilidad de resfriarse o perderse, estaba gotada mentalmente por su mal encuentro con el agua y además, tenía que aprovechar la luz del día pues encender una fogata en la noche resultaba ser más peligroso, no conocía aquellos lugares ni las criaturas que pudiese alertar con su presencia, mas que aquellos golems de piedra.

Sólo esperaba poder entregar el paquete a tiempo mañana a primera hora.

El tiempo pasó más rápido de lo que pudo haberse imaginado. De un momento a otro la luz se había tornado dorada y no había hecho nada más que estar sentada con las piernas contra el pecho, contemplando la danza de las llamas perdida en el pasado.
Ocultó el rostro entre los brazos sufriendo la pesadez del cansancio, ya no parecía tan buena idea exponerse al largo camino de regreso en el mismo día.

Rápidamente alzó el rostro y tomó uno de los extremos de su arma al escuchar las hojas secas quebrándose y avanzando en su dirección mas al ver el rostro del conocido relaja su cuerpo y vuelve a colocar el arma en el suelo.

— Creí que ya te habías ido

Comenta en un murmuro; con el silencio del bosque no era necesario alzar de más la voz.
Al percatarse que no la miraba a ella, sino al fuego, recarga el mentón sobre sus rodillas y se abraza por debajo de las piernas.

— No es una gran fogata pero te serviría para secarte

Dijo casual. Su orgullo le impedía extenderle una maravillosa y animosa invitación pero tampoco quería parecer desconsiderada.

Levantó la mirada ante el espectáculo de polvo y hojas alterándose y arremolinándose a su alrededor por la buscada posición del contrario. Fuera del agua lucía mucho más imponente. Su escamas obtenían cierto fulgor de las brazas y su cuerpo parecía nunca acabar de doblarse.
Miró a su costado, a la cabeza de la criatura e instintivamente su propio cuerpo se relajó y apartó los brazos de sus piernas, se sentía protegida y el calor que los rodeaba era mucho más cálido…

…Pocos segundos después recordó que se encontraba casi desnuda y una furiosa tonalidad carmesí pintó sus facciones, volviendo a abrazarse. Visualizó a unos metros su ropa tendida en el pasto; lo único que había conservado habían sido sus bragas.

– Uh.. sí, gracias… – Respondió por costumbre, monótona, mientras pensaba en la mejor manera para vestirse rápidamente. ¿Por qué ese día se había visto envuelta en tantas indeseables situaciones?
Volvió a mirar a su costado. Su acompañante parecía tener los ojos cerrados, deseaba que hubiese cedido ante el cansancio pero no podía confiarse. Pensó que si se transformaba momentáneamente para volar hasta sus prendas sería una solución pero seguramente el destello alertaría al guardia y terminaría viéndola expuesta. No le quedó de otra mas que cubrirse los pechos con un brazo mientras que con el otro se arrastraba de costado con ayuda del impulso de sus piernas y caderas. No quería mirar hacia atrás y encontrarse con la mirada del dragón si este estuviese despierto así que una vez logró tomar sus prendas se levantó y comenzó a vestirse.

Se vistió con lentitud a la poca luz que había. No quería que por sus apuros se pusiera algo donde no debía y terminara siendo la situación peor de la que ya era. Se acomodó los dobleces de la ropa, el cuello y las largas tiras de tela a sus caderas, continuó por abrochar sus accesorios y soltarse el cabello, de esa manera dormir resultaría más cómodo. Tomó sus pertenencias y las acomodó cerca de la cabeza del otro dragón por si debían actuar rápidamente.

Después de mucho meditarlo y razonarlo se acercó a la cabeza que miraba en sentido contrario a su presencia y se sentó con la espalda recargada a lo que sería el comienzo del cuello del arcano; sus acciones eran lentas, meticulosas y en ningún momento sus orbes abandonaron la expresión del mayor. Buscaba algún indicio de inconformidad a sus acciones para alejarse... pero no las hubo.
Soltó un suspiro y alzó la vista al cielo perdiendo su atención a la bóveda celeste hasta que sus ojos se acostumbraran a la negrura de la noche. Tras varios minutos sin escuchar más que el tronar de la madera por el fuego y uno que otro chirrido de animales del bosque, se durmió. No se despertó hasta la mañana siguiente cuando su estómago muy amablemente le recordó que necesitaba alimentarse.

Revisó el fuego con un palo, no había más que cenizas y ramas secas. Era imposible reavivar el fuego de esa manera. “Qué inconveniente… frutas tendrá que ser”. Ir a buscar leña y luego cazar consumiría demasiado tiempo con el que no contaba, lo más sencillo era treparse a los árboles y coger sus frutos.

– Oye gigantón…. no quieres que te consiga algo de fr…. ¡hey! – El arcano ya se había dado la vuelta y regresaba, al parecer, a la cascada. En realidad no esperaba que fuese su compañía más de lo que ya había sido la noche pasada pero le parecía descortés marcharse sin decirle nada. Bufó por lo bajo y caminó en sentido contrario, trepó a árboles cercanos con frutas que le parecían familiares y comestibles y regresó al campamento con ellas entre los brazos, justo a tiempo para ver que Ryu había regresado. Tan enigmático como siempre – . . . – separó los labios para cuestionar sus acciones pero en vez de formular la pregunta, un grito ahogado salió de ellos. Soltó las frutas por la conmoción y dio un paso hacia atrás por tanta agua que brotaba de las fauces del Lung. Fue entonces cuando se percató de los pescados que comenzaban a moverse con más lentitud con cada segundo fuera del agua. Por esos largos segundos miró en silencio la comida que le ofrecía– . . . . No me gusta el pescado – dijo sin ninguna clase de remordimiento–