Inshallah -privado-cerrado

La descarga eléctrica en lo alto lo sorprendió, ya que esperaba el conocido temblor estático que se ampliaba a su alrededor en el campo redondo de la tormenta eléctrica. Y sin el crujido de sus prendas ni el embote de los odios tuvo que apretar los dientes y estrechar los ojos negros ante la luz azulina que serpenteo el cielo negruzco.
—¿Que rayos?—Soltó sin pensar en lo absurdo que sonó apartando los mechones negros que se pegaban a su frente, entre su cuerno que tiritaba con una luz azulina parecida a la del rayo, como un pequeño corazón emocionado.

Frente a él, el largo cuerpo escamoso brillo como una oca fantasmal. No tuvo que pensar mucho para entender que se trataba de un dragón, y el dolor familiar en el pecho dio un respingo en reconocimiento.

Los dragones eran un tema difícil para el ch'i-lin. Difícil, doloroso y terriblemente esperanzador.

—¡Elohim!—Gritó al aire frío entre las gotas duras de agua desesperadas por lamer sus mejillas pensando en el nombre antiguo, él "vestido de viento", parpadeando a los largos cuernos y la cola serpenteante. Se encontraba sentado en el tronco con los pies desnudos colgando al vacío. —¿ traes mi destino sobre tus hombros o entre tus patas?...¿Buscas a marta?...¿quien eres Elohim?

El unicornio coloco la mano frente a su rostro a intento de visera y sacudió las pestañas que atrapaban las gotas entre las apretadas herdas. Sus ojos negros no se iluminaban ni siquiera con la potencia del rayo, eran un hueco a lo profundo, como si conectara con el abismo debajo. Ladeando la cabeza su rostro permaneció plano, pero sentía fuerte la emoción de la tormenta y el encuentro aunque no se reflejará tampoco en su rostro.
—Vestido con el viento de Elohim...un hombre con una profesía para transmitir del que nadie podía decir que vestía...hace mucho tiempo.—Se relamió la humedad de los labios irguiéndose una vez que lo tuvo cerca, tenso con la voz ronca, escuchar la voz del dragón se sentía como moler piedras.— ¿Que es lo que te arropa sino el viento que no puedo ver?..."Elohim".

Agregó como explicación al sobrenombre y en si a su naturaleza, hacia muchos años, muchos años, había chocado contra un dragón que cantaba, y entre ellos se anido un profundo repelús del que aún hoy no podía escapar. Sacudiendo la cabeza lo escucho, ladeando esta para agudizar el oído con gesto de concentración, moviéndose sobre el tronco doblado en "L", sobre la nada.

Tomó el nombre pero no lo pronunció, no podía si era una de sus reglas.

— ¿Como saberlo?, Las mariposas crean tornados con un aleteo, ¿como sabes que ese trueno que escupiste no era sino una pausa, un cambio o la muerte para alguien más?
Una ceja se alzó en lo alto, deteniéndose una vez que sintió el campo eléctrico a su alrededor, como una burbuja invisible y levantándose se giro sobre tierra, entre el granizo, clavando los dedos y espero, el rayo siempre avisa donde caerá, como una diana midiendo distancia, el relámpago azul cercano lo levanto unos centímetros del suelo pese a que se encontraba a distancia. El unicornio y el árbol aguantaron la respiración apretándose contra si mismos y por un segundo se olvido del dragón hasta que cayó de nuevo...y luego rugió.

—Una lastima, que no la busques...ella podría relatarte mejor lo hermoso que eres.—Agregó sin pretender, a ojos cerrados, bebía de la energía que quedaba fragmentada a su alrededor. En su forma antigua, esa que no poseía patas y que vivía en las esferas celestes, se alimentaba de esa manera, y ahora sólo era un intento...una escusa, un vestigio. Era poca la energía...la magia que podía tomar por su cuenta de la atmósfera. —Aquí arriba no encontrarás más que al cembro y a este viejo que habla... nada para expectativas...

Su rostro se suavizo un tanto al escucharle , abriendo un ojo lo observo moviéndose un paso hacia atrás mientras contemplaba al drakil. Nunca había visto uno en esa forma sino en la esencia de un fantasma. —No, tonto no, falta de costumbre igual...podría expresarme mejor, a veces asumo que a los años que compartimos va unido el mismo conocimiento...—Despegándose la capa húmeda sobre la piel.—Ha sido la emoción del reconocimiento...

La acción arrojo gotas sobre su cuerpo que lo hizo girarse un poco para evitar la mayor cantidad de salpicaduras aunque ya estaba completamente empapado.—Cualquiera teme a los rayos...pero al final son los solitarios quienes se atreven a experimentar cosas nuevas.

Irguiéndose de nuevo sus ojos negros se clavaron en la forma de la cabeza, en los bigotes oscilantes y en su complexión como si lo estudiara sin acercarse, recargándose en el tronco desnudo.

—Es de sabios buscar comprender...—Agrego apartándose de nuevo los mechones que se le pegaban a la cara, empujándolos hacia atrás sobre su cráneo hasta estar cómodo, cruzando los brazos sobre el pecho se tomo unos segundos antes de volver a hablar, no acostumbraba levantar la voz, pero en esa situación con la lluvia cayendo sobre sus cabezas y los rayos ocasionales no había forma de usar un tono normal.

—Elohim, los dioses...como una voluntad divina, una causalidad dispuesta por los grandes capataces... Se usa generalmente para decir que esto estaba destinado a ser...el rayo—Miró el manchón negruzco.—La tormenta y tú...pero si no te gusta esa idea, puedes desecharla...no es más que una palabra....una idea.

En tácito acuerdo escucho al dragón extendiendo la punta de los dedos al improvisado refugio peludo, sin tocarlo, apenas sentía irradiar la energía que el dragón fluctuaba a la atmósfera en forma de calor. No le tocaría, no le tocaría nunca porque no debía y por lo que eran. Eso era lo que había aprendido, con una sonrisa ladina recogió la mano guardándola bajo la capa al cruzar los brazos sobre el pecho, encogiéndose de hombros. Buscando en un hueco a salvo saco la pitillera y las piedras encendiendo un cilindro de papel, el humo blanco se froto contra su cuerpo.

Ladeo la cabeza meditando.—Despreocúpate, tu eres más inteligente...

Soltó en una bocanada de humo, mirando el pitillo entre sus dedos. La pregunta le hizo levantar la cabeza y parpadear un momento.—Soy un unicornio, en este mundo no tenemos esa facultad...—Relamiéndose el labio inferior pensó un tanto más buscando los enormes ojos, los rayos se volvían un destello lejano y de a poco la lluvia cedía.

—Pero una vez, alguien me elevo por encima de los edificios y también fue llevado sobre las nubes pero no me encontraba consciente para saber...pero no puedo volar.

Aquello volvió a poner la confusión a modo de ceño fruncido en su rostro, ladeando la cabeza mientras escudriñaba el cielo en silencio. Pellizcando entre sus labios el pitillo regreso su atención hacia el dragón.
—Me gustaría si... Pero no puedo tomarlo si viene de ti, pero te agradezco la oferta, muchacho.

Agregó pensando en la distancia, en las galaxias lejanas de donde los originales venían, donde el cuerno no era más que una antena para comunicarse con la manada. Moviendo el pitillo para dejar caer las cenizas casi invisibles al suelo, regreso la vista al cielo y con voz ronca pero un un tono más cómodo masculló. —¿Te gusta devorar?, eres el primero de los tuyos con quienes me he topado que no ha intentado devorarme...

Al resoplido le correspondió con una sonrisa ladina, mientras absorbía la vida del cilindro de papel y se restregaba las manos, apartando de nueva cuenta un mechón que caía sobre la frente. No sentía frío sino la electricidad que dejaba la tormenta en la tierra. En esos momentos se sentía revitalizado, casi pleno de nuevo.

—La comida es afecto después de todo...Corroboró a sus palabras mientras imitaba el gesto pero con la vista sobre el árbol, exprimiendo las orillas de las capas.—¿por que no?

Susurró con malicia enarcando una ceja negro cuervo para aplastar contra el árbol la punta del cigarrillo y guardar los restos en la pitillera. Relamiéndose los labios resecos. Volviéndose para mirar al dragón, como si contemplara un misterio. Su propio misterio...y un secreto, un viejo secreto.

—¿Por que comerías un pedazo de puerta?—Dice sin entenderlo, dejando caer los hombros.— Hace mucho tiempo...en los anales del tiempo se creía que en el centro de las esferas celestes yace un dragón que canta a las estrellas...y el ch'i-lin es su parásito... ¿Te sientes solo cuando vuelas?