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Post by Deleted on Jun 13, 2017 1:01:22 GMT
Habían sido un montón de días terribles desde que la Luna Roja había abandonado Mirovia, o al menos lo habían sido para la ninfa. Cada maldita hora, cada segundo le recordaba una y otra vez su triste situación. Se sentía abandonada... Se sentía sola y desamparada. Desde hace muchos años no tenía un lugar al cual llamar su hogar, y eso estaba bien... Pero ahora tampoco tenía a nadie cuya compañía la hiciera sentir en casa... Al menos ya no. Después de un intento estúpido por acabar con sus problemas "definitivamente" en la Cascada del Trueno, Eira decidió no hacer nada más respecto a su miserable existencia. Ahora sólo se dejaría llevar cual hoja que cayó en el río, navegando hacia un destino incierto hasta que por fin llegase al mar, donde seguramente sería tragada por las salvajes olas del mar, hundiéndose y perdiéndose en el abismal océano. Pero mientras tanto... Pues "Ajo(derse) y agua(ntarse)."
La ninfa, buscando el consuelo que su padre le había jurado que alcanzaría si caminaba y rogaba lo suficiente a los espíritus, caminó y caminó lo suficiente para como para que sus pies dolieran un montón y la hicieran temblar a cada paso que daba. Había recorrido la selva de Shangri Lax completita y había dado vueltas sin rumbo por el bosque de las hadas, lo cual fue relajante y entretenido, había que admitirlo... Pero también gracias a su aspecto moribundo había logrado atraer a un oso que pensaba comérsela. Sin embargo, después de una larga discusión entre él y la ninfa (Gracias, Lenguaje de las Bestias), terminaron convirtiéndose en amigos. Quizá para algunos el pasar tiempo con un oso salvaje no era nada mas que un riesgo innecesario, pero para Eira era la mejor de las compañías, ya que era suavecito y servía de almohada cuando dormía, le ayudaba a cazar e incluso le daba consejos llenos de sabiduría. El tener un apoyo aunque fuese animal, le hizo sentir alegría e hizo que un poco de esperanza volviera a su vida, por lo que pronto ya estaba haciendo sus actividades diarias con normalidad. En las mañanas salía a cazar, en las tardes recolectaba flores y hacía cosillas que la desaburrieran, mientras que en la noche jugaba y platicaba con quien ya consideraba algo así como su mascota. Incluso le puso nombre... ¡Ber-Ber! Ber porque Bear es oso en inglés y le recordaba a sus tiempos en Inglaterra y Ber porque repetir es cool.
La vida era buena aquellos días de libertad y relajación... Pero Eira no tardó en hartarse de comer sólo lo que ella cocinaba y de dormir en el piso frío, por lo que decidió arriesgarse y empacó sus cosas para ir a la ciudadela. A medio camino recordó que realmente le quedaba poco dinero, pues entre viajesitos a Reapergate y huesitos rotos, se había gastado la mayoría de sus ahorros. Realmente aquello no representaba un problema real, pues sólo era cuestión de llevar algunos animales frescos consigo y vendérselos a un viejo amigo que tenía en el mercado, el cual siempre la recibía con los brazos abiertos. Unas horas más tarde, la alta ninfa de cabellos verdes ya estaba caminando por el mercado, atrayendo las miradas de propios y extraños debido a que... Bueno, no era común ver a una mujer tan alta y hermosa cargando un jabalí en cada hombro y para rematar, acompañada de un oso tan lleno de animalitos muertos que se veía como la obra de un artista cuyo trabajo es bizarro y de muy mal gusto. A ella realmente no le importaba lo que pensaran las personas que la veían... Si les parecía bien, pues bueno y si no, que se jodan. No es como si ellos le fueran a dar dinero, ¿Verdad? Entonces que no se extrañaran de que ella se ganara la vida como cazadora, por más extraño que les resultara.
Tan pronto como llegó a la carnicería de su amigo, éste la miró un tanto extrañado debido a su "cambio", ya que él bien sabía que a Eira no le gustaba su forma verdadera... ¿Entonces por qué la usaba? Igual, ese no era el caso y decidió dejar el tema del lado, viendo con interés la jugosa mercancía que su querida ninfa le había traído ésta vez.
- ¿Y bien? - Dijo Eira después de una exhaustiva revisión que el centauro le había dado a sus presas. Mirando a su amigo con una sonrisa satisfecha.
- No lo sé.- Respondió el hombre mientras se acariciaba la casi inexistente barba que tenía, analizando detenidamente la situación. - Dos jabalís, ocho liebres y cuatro patos... Te doy 80 mirvos por todo. -
- ¡¿QUÉ?! ¿Cómo es que intentas tomarme el pelo así? ¡Creí que eramos amigos desde hace 20 años! Ésto al menos son 180.-
- 95. -
- Henry, por favor... Tú sabes que necesito el dinero y yo sé que necesitas la carne. -
- 120 y me estoy arriesgando. -
La ninfa miró severamente al centauro. ¿De verdad creía que se iba a ir con una miserable cantidad después del trabajo que le costó cazar y cargar a esos animales? No, y que ni lo soñara... Iba a quedarse allí plantada discutiendo toda la tarde si era necesario. Incluso podría jurar que ni siquiera la peor tormenta la iba a poder mover de allí hasta que llegaran a un acuerdo justo.
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Post by Melfaron Praoxhar on Jun 13, 2017 2:04:16 GMT
De acuerdo, sí, a Melfaron le encantaba la vida y la actividad del mercado, pero nadie disfrutaba de tener que hacer trámites. Andar de un lugar para otro, con un tonto y mísero papel en la manos y las monedas justas en los bolsillos, reclamando por altercados pasados y buscando cómo solventar las deudas... mierda, cómo le gustaría tener un ayudante de verdad en la taberna a quien pudiera mandar a hacer todo eso. Malditos prestamistas, malditos comerciantes que no cumplían sus plazos de envío y, sobretodo, malditos los arcanos que podían andar felices comprando despreocupados y disfrutando del día. Bueno, tampoco hay que amargarse tanto, la burocracia es parte del juego... pero ya le dolía la boca de tanto sonreír como imbécil.
Al menos ya solo tenía que arreglar una última deuda, y esa era la que tenía con el carnicero que le había fiado medio kilo de pollo la semana pasada, pero el destino parecía querer jugar en su contra. ¿Cuáles eran las probabilidades de que hubiera un OSO justo en frente del puesto donde el baphomet compraba sus comida? En serio, ahí se estaba vendiendo alimento, no debería dejar que bestias tan grandes, peludas y sucias se acercaran. Resignado, el tabernero se acercó más al puesto de carnes.
La segunda cosa que notó camino a pagarle al centauro carincero lo hizo detenerse en seco por un momento: había una mujer muy alta, con unos cuernos muy grandes y una cascada infinita de rebelde cabello verde de un tono de lo más familiar. Si eso no fue suficiente para convencerlo de que conocía a la hermosa ninfa (porque estaba seguro de que no podía ser otra más que ella) que estaba tratando desesperada de vender su mercancía a un mejor precio, entonces terminó confirmando su teoría al escucharla gritar indignada. Solo una dama podía tener una voz tan dulce, segura y melodiosa como esa, aunque en ese momento sonara indignada.
Se acercó con cuidado de no hacer mucho ruido, apoyando el bastón con suavidad en el piso al avanzar, y se posó unos dos pasos detrás de Eira, al lado contrario del oso. Se aclaró la garganta, adornó su cara con su mejor y más agotada sonrisa y le habló al hombre que se negaba a pagar por los animales muertos.
- Por favor, Henry, se supone que el estafador y mentiroso aquí soy yo. Ese lote de carnes vale como mínimo 200 mirvos y fácilmente puedes sacarle el doble -caminó hasta quedar al lado de su chéri-. Además, nunca antes te había ofrecido su mercancía alguien tan infinitamente encantadora.
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Post by Deleted on Jun 13, 2017 2:42:09 GMT
- ... Está bien, está bien. - Dijo el centauro al verse rodeado en su totalidad, ya que sabía que si no pagaba habían sólo 3 opciones para él. O se lo comía un oso, o le pegaba Eira, o el baphomet lo iba a agarrar a bastonazos. Resignado, Henry sacó dos bolsitas y se las ofreció a Eira. - 200 mirvos, ni más ni menos. Un gusto hacer tratos contigo, Eirita. -
Eira sólo estaba allí, petrificada. ¿Cómo es que tenía tan mala suerte? Ella sólo quería conseguir dinero e ir a dormir a alguna posada en una cama suave, no encontrarse al estúpido baphomet que le puso los cuernos. ¿Por qué la vida era así con ella? ¿POR QUÉ? Seguramente había hecho algo muy malo en una vida pasada y ahora lo estaba pagando, o al menos eso quería creer, pues de otra manera... Pues que perra era la vida con los inocentes. Sin pensarlo mucho, tomó los pequeños sacos de monedas y se los guardó en su morral, mirando por última vez al centauro. - Ajá. - Respondió de la manera más cortante posible y rápidamente se alejó del puesto, siendo seguida por el oso. Henry sólo se quedó allí, confundido. - ¿Qué hice ahora? - Preguntó al aire mientras veía como ella se iba, para luego adentrarse y perderse en su negocio.
La ninfa estaba caminando a un paso rápido, pues sabía que de ésta forma Melfaron no la podría alcanzar. No, no le iba a dar siquiera la oportunidad de que la viera enojada o triste, no se lo merecía. - ¡Vamos, Ber-Ber, MUEVE ESAS PATAS! - Ordenó mirando al oso entre enojada y seria, pero Ber-Ber sinceramente estaba muy cansado por cargar tanto tiempo a los animales muertos y también porque había caminado mucho. Ahora tenía hambre y sueño ¿Cómo quería que se apurara? ¿Y por qué le había hablado así de feo, pues quién se creía? Sólo por eso, el oso dejó de caminar y se quedó sentado a media calle, mirando hacia un lado muy dramáticamente mientras cruzaba sus patas delanteras. Eira ni siquiera se dio cuenta, ella siguió caminando hasta que dejó de oír los pasos del oso, lo cual hizo que volteara hacia atrás. - Ay no... Por favor nooooooo. - Dijo mientras regresaba y se ponía a espaldas del oso, intentando empujarlo. - No me hagas ésto, por favor... ¡Dijiste que no me ibas a obligar a enfrentarlo si no quería! -
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Post by Melfaron Praoxhar on Jun 13, 2017 4:51:03 GMT
Oh, por el amor de los dioses y Black Stag. - ¡Eira! ¡Espera!
Trató de agarrarle la mano para que no pudiera seguir huyendo de él, pero la ninfa era más ágil y se le escapó de entre los dedos. Melfaron agarró con fuerza el bastón y golpeó el suelo, frustrado; ya estaba harto de no entender nada y que la ninfa lo mirara como si fuera una peste. Iba a irse, rendido, maldiciéndose a sí mismo y de paso a media Mirovia, pero no alcanzó a mover un solo pie cuando vio que el oso se sentó en el suelo y... y Eira se puso a hablarle como si fuera de lo más normal. ¿Estaban discutiendo? ¿Su amada podía hablar con los animales? El baphomet arqueó una ceja, sorprendido. Bueno, todos los días se aprendía algo nuevo y eso explicaba por qué Eira estaba acompañada de semejante animal.
Caminó lo más rápido posible hasta donde estaban discutiendo los dos seres del bosque, uno con gruñidos y la otra con súplicas y empujones. Si no hubiera sido porque estaba molesto, la situación le hubiera dado risa. Se posó al lado de Eira. - ¿Ya terminaste de empujar a tu oso, querida?
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Post by Deleted on Jun 13, 2017 18:37:56 GMT
Como era de esperarse el baphomet no perdió el tiempo y se acercó a ellos, pero la ninfa estaba demasiado ocupada empujando con todas sus fuerzas a su oso como para fijarse en ello. Apenas y se dio cuenta de aquello cuando escuchó como Melfaron le habló, lo que hizo que Eira dejase de empujar al instante y solo se dejara caer de sentón al piso, derrotada. Todo el esfuerzo por no toparse con él había sido en vano... ¿Por qué? ¿Por qué nunca nada salía como ella planeaba? ¿Por qué siempre tenía que dar explicaciones que no deseaba y enfrentar situaciones que no quería?
Tan pronto como esas preguntas invadieron su mente, Eira comenzó a sollozar y bajó la mirada, escondiendo su rostro entre sus manos para ocultar su llanto. Ber-Ber volteó rápidamente hacia atrás al escuchar como su querida amiga lloraba, por lo cual hizo una conexión instantánea de los sucesos. Ciudad>Hombre>Escape. ¿Aquel hombre rojo era por el que su amiga siempre lloraba? No pensó mucho en ello realmente, sino que simplemente se levantó lleno de ira y le soltó un zarpazo con sus garras al tabernero, pero había sido tan lento y no se había fijado bien entre la distancia entre ellos, así que sólo un golpe al aire. Estaba enojado, estaba agitado. Cualquiera que le hiciera daño a su nueva familia iba a pagar.
El oso comenzó a acercarse más a él avanzando a dos patas (más que nada para imponer respeto y terror), preparándose nuevamente para atacar. Sin embargo, Eira rápidamente se levantó y se puso en medio de los dos, extendiendo los brazos. - ¡Basta, no le hagas daño! - Dijo en un tono fuerte y seguro. Sí, lo odiaba por romper su corazón, pero no por eso quería que muriera de una forma tan dramática. Eira y Ber-Ber se miraron, quedándose en silencio por unos momentos, hasta que Ber-Ber sólo dio un gruñido fastidiado y se dejó caer de sentón, apartando la mirada nuevamente.
Eira bajó los brazos y suspiró, pero ni siquiera volteó a ver al baphomet. No se alejó, pero tampoco planeaba hablarle por su cuenta.
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Post by Melfaron Praoxhar on Jun 14, 2017 3:57:36 GMT
De Melfaron se podían decir muchas cosas: que era vanidoso ("muy cierto"), egocéntrico ("pues sí"), hipócrita ("solo un poco"), cruel ("...discutible"), fácil ("eh, que te estás pasando")... pero, joder, cómo odiaba ser sensible. No tenía un gran corazón, no le interesaba en lo más mínimo la opinión que tuvieran los demás de él y por supuesto que no daba limosnas a nadie, pero Eira tenía una especie de hechizo sobre él que hacía que una palabra suya bastara para destrozarlo y reconstruirlo. Era algo terrible. Ay, se había enamorado.
Ver a Eira llorar hizo que la preocupación del baphomet alcanzara niveles desconocidos y su rostro quedó convertido en una máscara de tragedia. Se sentía culpable por no recordar nada de lo que hubiera ocurrido durante la Luna Roja, y sobretodo quería y necesitaba entender cómo podía dejar de herir a su amada con cada frase que decía. Era como caminar voluntariamente hacia una espada y enterrársela en el estómago. Se agachó estirando una mano hacia ella, tratando de alcanzarla (la sentía tan lejos y eso que estaban al lado), pero todo eso pasó a segundo plano cuando tuvo que echarse rápidamente para atrás, perdió el equilibrio y cayó de espaldas al suelo. Un grito de horror se le había escapado de entre los labios mientras caía. Vio cómo su bastón rebotó tristemente en el piso y se agarró el pecho; el corazón le iba a mil por hora. Casi, no, de hecho SÍ lo había atacado un oso, por los dioses, y ahora venía la bestia de vuelta.
Si no hubiera sido porque Eira detuvo a Ber-Ber, el tabernero probablemente hubiera vuelto a gritar. Bueno, al menos eso significaba que Eira no lo quería ver muerto (o que tenía un mínimo de moral). Como fuera, la situación estaba comenzando a superarlo un poco.
Ni siquiera se molestó en volver a ponerse de pie antes de comenzar a increpar a la ninfa. - ¡Eira, controla a tu oso...! -tomó su bastón y se levantó penosamente, "malditas piernas buenas para nada". Su mano se aferró como una garra a la muñeca de Eira antes de que la arcana pudiera siquiera pensar en volver a huir-. Y mírame, por favor. Al menos dime algo.
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Post by Deleted on Jun 14, 2017 4:45:19 GMT
- No quiero. - Fue la respuesta que automáticamente salió de sus labios.
- Y no me toques, ya tuve suficiente de tus toqueteos mientras te ayudaba en la taberna. - Murmuró de forma realmente molesta para luego safarse violentamente de su agarre, sólo para poder voltearse y soltarle una fuerte bofetada debido a la rabia que repentinamente sintió crecer en su interior. Tal vez no estaba tan mal el que lo tuviera allí enfrente, pues así al menos podría decirle a la cara la mierda que era y lo mucho que lo odiaba.
- ¿Te parece que voy a querer hablar con alguien que antes de intentar propasarse conmigo me puso bien los cuernos con el primero que se le pasó en el camino? ¿EH? ¿ME CREES ESTÚPIDA? ¿TENGO CARA DE TONTA? - Sin darse cuenta, estaba subiendo demasiado el tono de su voz, por lo que algunas personas que iban pasando se le quedaron mirando. A ella realmente no le importaba, sólo quería exteriorizar lo que sentía, escupir el veneno que se había guardado por tanto tiempo. - Seguro que fue divertido para ti, ¿Verdad? Robarte mi inocencia, tomarme casi por completo a la primera... ¡Seguro que fue muy divertido burlarte de los sentimientos que tenía por ti mientras te acostabas con ese estúpido de incubo! - Al decir lo último, Eira cerró fuertemente sus puños hasta tal punto que sus manos temblaban y nuevamente levantó su mano con intenciones de golpearlo, pero de sus ojos comenzaron a brotar nuevamente las lágrimas que tanto intentaba retener. La misma historia que vivió su padre, ahora la vivía ella... Que pesado era el cargar con un corazón roto, pero no era lo suficientemente pesado como para no seguir adelante, si su padre lo había logrado, entonces estaba segura de que ella también podría. - Si alguna vez, SI POR UNA JODIDA VEZ pensaste en mi más allá de un mero juguete, entonces me dejarás ir y nunca más me volverás a molestar... ¡No quiero volver a verte NUNCA MÁS! - Dicho aquello, la ninfa se dio la vuelta y le hizo una seña a Ber-Ber, el cual rápidamente se levantó y comenzó a caminar a un paso lento, siendo seguido por ella. Después de todo, había dicho lo que tenía que decir y ya no le quedaban motivos para quedarse.
- Adiós, Melfaron. -
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Post by Melfaron Praoxhar on Jun 20, 2017 1:10:00 GMT
Eira lo había abofetado. El dolor le crecía en la mejilla colorada pero Melfaron no hizo nada. ¿Qué iba a hacer? No estaba enojado... la sorpresa había sido demasiado grande como para dejarle espacio a cualquier otra emoción. Sus ojos violáceos estaban redondos como platos y abrió la boca como queriendo decir algo, defenderse o atacar... pero no pudo hablar. No sabía qué decir. Jamás, ni en mil años, se le hubiera ocurrido que la ninfa sería capaz de golpearlo. No terminaba de entender todavía qué estaba pasando, como si su cerebro estuviera trabajando especialmente lento ese día, pero los gritos y la furia de su amada fueron suficiente para hacerlo despabilar. Cada palabra era una daga de hielo que lo paralizaba, lo atravesaba y jugaba a unir los puntos con sus recuerdos borrados. Hilos calientes de sangre se entrelazaban y lo hacían reaccionar, dándose cuenta (por fin) de todo lo que había hecho.
La había traicionado. La había usado y después la dejó sola con su pena (¿o acaso había sido al revés y la había abandonado primero para luego volver sin vergüenza?). Había abusado de ella y no podía recordar nada. Su cuerpo se esmeraba en hacerlo sentir como una mierda inválida, y el estómago se le revolvió de puro asco. Ahora todo tenía sentido: su enojo con Baltorn y por qué... ay, ¿cómo había sido capaz de...? No, a quién trataba de convencer, se conocía y sabía que, en el fondo, era más que capaz de hacer algo como eso. Los huesos le dolían y se aferró con fuerza a su bastón. Sus dedos se pusieron pálidos y temblorosos, pero no fueron capaces de encontrar en aquel viejo pedazo de madera el apoyo que estaban buscando. Estaba solo; rodeado de gente, pero completamente solo. La culpa lo carcomía por dentro.
Y para colmo había ocurrido en Luna Roja. No sabía nada y a la vez lo sabía todo. Su mente estaba tan nublada como en esas malditas noches de locura, las memorias le eran inalcanzables.
La gente los miraba. Eran todo un espectáculo para los arcanos morbosos que avanzaban por el mercado, ella era puro fuego y el baphomet congelado. Lo único que quería era que su chéri fuera feliz, y era justamente en lo que más fallaba.
"Dioses, soy imbécil. "
Y todavía no recordaba nada. Era ilógico creer que bastaría con un montón de culpa y miedo para que un torrente de imágenes, voces y alucinaciones le hicieran rememorar las dos semanas que nunca sería capaz de recuperar, pero aquella vaga esperanza lo frustraba al probarse en vano. No llegó a alcanzar un estado de pánico, pasó directamente al desprecio a sí mismo.
- Lo siento... -"No sabía, no recuerdo, no pensé, no..." demasiadas palabras se le venían a la mente y ninguna era la adecuada. Terminó mordiéndose la lengua y escupiendo más disculpas torpes. Joder, cómo odiaba que le temblara la voz... para colmo, todavía estaba confundido-. Lo siento. De verdad lo siento.
Odiaba la Luna Roja. Odiaba no saber qué decir. Odiaba que Eira lo hiciera sentir tan débil e inútil. Tomó aire. Contó hasta tres. No sirvió de nada y sintió cómo la angustia en su pecho comenzaba a ser reemplazada por rabia.
Eira se estaba alejando de él. La persiguió hasta alcanzarla y su mano buscó desesperadamente la del amor que estaba perdiendo. Necesitaba paz y la perseguía donde no podía hallarla. ¿Qué tan idiota se podía llegar a ser?
- No recuerdo nada. Lo siento mucho.
Ni siquiera podía hablar bien.
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Post by Deleted on Jun 20, 2017 4:32:04 GMT
Una disculpa, y otra... Y otra..... Pero ella no les prestaba atención.
Había tenido suficiente, ya no quería más tristeza, más dolor... Más lágrimas corriendo por sus mejillas. Sabía que si se quedaba iba a perder su dignidad, pero si se iba seguramente sería infeliz por el resto de su vida.
Una parte de ella quería quedarse, quería decirle a aquel hombre al que dejaba que lo amaba, que todo estaba perdonado. Quería abrazarlo, quería besarlo... Quería que la abrazara hasta que los malos recuerdos se fueran y la felicidad volviera. Sin embargo, la otra tenía miedo y se ahogaba en tristeza... ¿Y si la engañaba de nuevo? ¿Si la hería una vez más? ¿Si después de todo prefería quedarse con Baltorn y no con ella? ¿Y si mentía?
Aquella escena era tan trágica... Tan triste. Cualquiera pudo haber dicho que aquellos dos eran el uno para el otro hace un tiempo... Pero ahora más bien parecían dos extraños que compartían recuerdos los cuales alguna vez los hicieron felices, memorias que ahora estaban teñidas en la más abrumadora melancolía. En el interior Eira luchaba consigo misma para poder alejarse tanto como fuese posible, aunque a decir verdad lo único que quería era quedarse y decirle que lo amaba porque sí, aún lo hacía... Sólo se sentía herida y era algo que no podía controlar.
Ella sólo caminaba y caminaba, ahogando los alaridos que emergían de su alma e ignorando las lágrimas que retenía en sus ojos y se atrevían a nublar su vista. Creyó que aquel era el fin, que el baphomet había aceptado el hecho de que no debía seguirla si es que en verdad llegó a quererla, lo cual la alivió y la hizo sentir desgarrada por dentro a la vez. Pero lo peor, por mucho, fue cuando sintió como su amado tomó su mano desesperadamente sin ninguna intención de dejarla ir. Unos grandes nudos en su garganta y en su estomago se vieron presentes, por lo cual sólo se quedó quieta y dejó las lágrimas correr nuevamente por sus ojos mientras permanecía en silencio. - Suéltame... - Murmuró con una voz totalmente quebrada cuando por fin pudo hablar. - Dejame ir... Por favor... - Todo su cuerpo comenzó a temblar, no aguantaba todo ese dolor en su pecho. Quería llorar, quería gritar... Pero la gente morbosa la estaba mirando y no podía darse el lujo de mostrarse débil frente a nadie. - No quiero estar aquí. -
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Post by Melfaron Praoxhar on Jun 22, 2017 3:40:25 GMT
Esperaba que Eira le gritara, que lo insultara hasta que el sol se escondiera por el horizonte y que lo golpeara como a un perro, pero... solo habló con apenas un hilillo de voz, como si fuera un fantasma de la muchacha alegre que él conoció. El enojo que había comenzado a nacerle en el estómago se apagó, ahogado por una pena profunda. Verla así le rompía el corazón, y las miradas chismosas de la gente a su alrededor iban aumentando. No quería que nadie la viera así, tan expuesta. ¿La ninfa se dejaría abrazar por un ser al que detestaba tanto? La angustia apretaba el pecho del tabernero.
Tomó mejor su mano, entrelazando sus dedos con los de su amada y acercándose un poco más, lentamente, con cuidado. No sabía si era capaz de lucir "humilde", pero así se sentía. - No... -respondió suavemente a la petición de su adorada. No podía irse y dejarla sola, sabía que, si se alejaba en ese preciso instante, nunca más la iba a ver.
Le hubiera gustado ser más alto para poder acurrucarla en su pecho. Tuvo que conformarse con acariciarle la mejilla para limpiar las lágrimas que le corrían por el rostro. Sin embargo, retiró rápidamente su mano, temeroso de que Eira lo rechazara... pero volvió a tomarle la mano, de manera casi inconsciente. Honestamente, no podría dejarla ir ni aunque quisiera.
Tragó saliva antes de volver a hablar.
- Vámonos de aquí -dijo en voz baja, para que nadie más pudiera escuchar. Hizo una pausa. Había tanto que quería decir, pero las palabras se le atoraban en la garganta y la amargura que sentía terminaba de matarlas. Tironeó débilmente la mano de la ninfa, para que lo siguiera lejos de la multitud que los observaba-. Por favor, mon chéri. Ven conmigo. No soporto que te miren así.
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Post by Deleted on Jun 22, 2017 5:00:19 GMT
Una vez más sintió las suaves y amables caricias del baphomet, las cuales tanto anheló y extrañó desde hace tiempo. No reaccionó de mala manera y tampoco le gritó... Simplemente no podía. Sólo lo miraba con unos ojos llenos de tristeza, de sufrimiento. Tantas cosas pasaban por su mente, quería decir tantas cosas pero ninguna palabra salía. ¿Qué estaba pasando? Ella estaba enojada con él, ¿No? ¿Entonces por qué no luchaba, por qué permitía que la siguiera tocando? ¿Por qué aquello la hacía feliz?
Sus manos estaban juntas y ella inconscientemente entrelazó nuevamente sus dedos con los de él mientras le miraba fijamente a los ojos. No hacía falta pensar mucho, esa manera en que la miraba, la manera en que no la dejaba ir... Él definitivamente la quería (O sabía fingir muy bien). Ella, por su parte, sabía bien desde el fondo de su alma que le tenía un gran aprecio, que su corazón dolía cuando no estaba con él y que sus pensamientos siempre estaban llenos de recuerdos e ilusiones que tenía a su lado. ¿Aún no era tarde? ¿Aún podían ser felices juntos? ¿Cómo confiar de nuevo? Todo estaba tan borroso, tan nítido... Las demás personas pasaron a segundo plano por un momento, pero al sentir como su amado la tironeó volvió en sí y trató de apartarse, pero al final terminó dejándose llevar debido a que en verdad era incómodo que todos la miraran, aunque no dijo ni una sola palabra al respecto.
El oso los miró a ambos alejarse y resopló. ¿Qué no estaban enojados? La gente igual no tardó en murmurar, haciendo comentarios realmente groseros y molestos al respecto, por lo que al escucharlos Ber-Ber se levantó a dos patas y les gruñó fuertemente, haciendo que la mayoría se asustara y se comenzara a dispersar. Todos se fueron... Todos, excepto un hombre alto y encapuchado, el cual observó atentamente a la ninfa y al baphomet para luego igual retirarse, no sin antes acercarse al oso y darle un "pat-pat" en la barriga, como si le estuviera agradeciendo. Ber-Ber ladeó la cabeza debido a ello y luego sólo se alejó de allí, siguiendo de cerca a Eira pero dándole su espacio.
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Post by Melfaron Praoxhar on Jun 22, 2017 6:06:53 GMT
Eira había entrelazado sus dedos con los de Mel. El baphomet quiso sonreír, pero todavía sentía ese disgusto interno que le impedía sentir nada sino culpa, preocupación y un infinito amor. Su boca se torció, pero no llegó a hacer ningún gesto en concreto y el tabernero desvió la mirada al piso. Volvió a levantar la cabeza y ver a su verdadera querida a los ojos, perdiéndose en la belleza triste de estos. Solo él podía verlos, solo él tenía el permiso de cuidarla, así que, sin dudarlo, la tomó del brazo y comenzó a caminar lentamente. Sentía las piernas incluso más pesadas que de costumbre, y hasta su cola le parecía un peso molesto, pero había que avanzar. No notó la figura que los seguía, estaba concentrado pensando en dónde esconderse junto con la ninfa
Conocía el mercado como la palma de su mano y finalmente se decidió a doblar a la derecha un par de calles más adelante. Después a la izquierda. Unos metros más adelante, a la derecha otra vez. Ambos arcanos terminaron en un callejón vacío en donde nadie podía molestarlos.
Ahora sí, había llegado el momento de la verdad. Melfaron dejó a un lado su bastón y tomó ambas manos de su chéri. Dejó escapar un amargo suspiro antes de mirarla y hablar. - Eira, lo siento, de verdad... pero no recuerdo nada, chéri. Recuerdo tu vestido rojo y que había un montón de sangre por todas partes, pero nada más. Todo son borrones, lagunas. Nunca quise hacerte daño -la voz se le quebró un poco al final, pero carraspeó para disimular-. No sería capaz, normalmente no sería capaz de... de nada de lo que haya hecho. Eres única para mí, mon amour, lo juro. Por ti sería capaz de todo.
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Post by Deleted on Jun 23, 2017 21:10:44 GMT
Aprovechando que se habían metido por un montón de pasillos sin gente, Eira decidió tomar su forma sellada en caso de que alguien llegara a verlos nuevamente, no sentirse tan observada. Había mucha diferencia entre una castaña bajita y una peliverde gigante, diferencias que en ocasiones como éstas resultaban muy útiles. Cuando llegaron a aquel callejón vacío la ninfa aún tenía esa expresión desanimada y los ojos llorosos, pero ahora se encontraba notablemente más calmada, por lo que escuchó atentamente lo que el baphomet quería decir.
Si bien aquellas fueron las palabras que ella tanto deseaba escuchar, no la convencieron. ¿Creía que con sólo disculparse y poner algunas palabras bonitas de por medio iba a reponer todo el daño que había hecho? Quizá ablandaban la ira que sentía, pero el dolor de aquella yaga de la traición que yacía en su corazón era implacable. - ¿Cómo creer en ti? Tú bien deberías saber que los hechos dicen más que las palabras y bueno... Hiciste mucho. - Al decir ésto, Eira apartó sus manos de las del tabernero y las llevó a su pecho, como intentando protegerse a sí misma mientras bajaba su mirada. - Ni siquiera lo dudaste, no te importó ¿Por qué ahora intentas detenerme entonces? ¿POR QUÉ MIENTES DICIENDO QUE SOY ÚNICA? -
Una vez más la ira se apoderó de ella, por lo que al levantar nuevamente su mirar volteó a verlo con desprecio y resentimiento puro, pero al ver aquella expresión sincera y humilde de su amado no pudo evitar voltear a otra parte, cambiando drásticamente su semblante agresivo por uno más dócil. - Si Lairion no me hubiera dicho lo que hiciste seguramente hubiese seguido actuando como una tonta sin dignidad. - Murmuró.
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Post by Melfaron Praoxhar on Jun 23, 2017 22:05:26 GMT
¿Por qué sería que cuanto más decía la verdad, más parecía le parecía a Eira que el baphomet mentía? Era como una maldición que no había podido quitarse desde que cenaron juntos por primera vez. Dejó que las manos de su amada se separaran de las suyas y aprovechó el momento para volver a tomar su viejo bastón, tragándose todos los argumentos que se le ocurrían para replicar las adoloridas palabras que le dedicaba la ninfa.
Melfaron frunció levemente el ceño al escuchar los susurros de la ninfa. Por supuesto que tenía que ser Lairion el que lo traicionara, ese elfo de mierda, patético y sin futuro. Por fin tenía un motivo realmente válido para echarlo de su taberna.
Dejó en segundo plano al elfo chismoso y volvió a concentrarse en su adorada. Todavía podían hablar sin ponerse a gritar, eso tenía que ser una buena señal.
- No miento. Tienes que ser una de las pocas personas en esta tierra a las cuales no me gusta mentirles -no volvió a tratar de tomar su mano, pero agachó la cabeza (porque la forma sellada de Eira era un poco más baja que él) para poder mirarla a los ojos y volvió a posar su mano en el rostro de la joven, para que no pudiera volver a voltearse-. Mon amour, Eira, no recuerdo nada. No tengo ni idea de qué hice y qué no. La Luna Roja (los dioses la maldigan) afecta a todos de manera diferente... y, por favor, no me hagas volver a repetirlo: No recuerdo nada. No puedo borrar el pasado, pero por supuesto que me importas, te quiero.
Había alcanzado su tope de disculpas por el día. Si decía una más, iba a vomitar. Volvió a suspirar, aunque esta vez sonaba levemente molesto, cansado. No le gustaba tener que rogar. Volvió a suavizar su voz para hablarle a Eira. - No se me ocurre una manera de enmedar las cosas si seguimos escondidos en un callejón, mon chéri.
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Post by Deleted on Jun 24, 2017 5:03:07 GMT
A pesar de que Melfaron había tomado su rostro para que lo mirara, Eira prefirió mirar hacia otra parte hasta que ya de plano cerró los ojos. No quería verlo, simplemente se había vuelto demasiado incómodo como para soportarlo. Lo escuchó, y bueno, sí, tenía razón, en parte no era su culpa, pero eso no quitaba el hecho de que aún así aquello la lastimara. - Yo sólo sé que quiero ir a la posada a dormir. - Dijo en un tono bajo, en parte porque sí estaba cansada y también para desviar el tema, ya que no sabía que decir con respecto a su delicada situación.
Ber-Ber se acercó desde el otro pasillo, acercándose demasiado a Eira y poniendo su cabeza bajo su mano para que lo acariciara, pues ya se había aburrido de esperar. La ninfa volteó hacia abajo y al ver al oso sonrió muy levemente y acaricio lentamente su pelaje. Por alguna razón su querido y salvaje amigo siempre sabía cuando intervenir. - ¿Puedo irme y hablamos después? - Preguntó sin mirarlo directamente ya que estaba concentrada en mimar a Ber-Ber, el cual al oír su pregunta tomó cartas en el asunto sin esperar una respuesta del hombre y prácticamente se pasó por debajo de ella, lo que causó que cayera recostada en la espalda del enorme animal y en cuanto lo hizo, el oso comenzó a caminar pesada y lentamente hacia la salida del callejón. Eira simplemente se acomodó quedando montada en el lomo de la bestia y se acercó rápidamente a abrazarle el cuello para no caerse. - ¡Ah! ¡Ber-Ber, espera! - [Gruñidos] - No, no estaba planeando eso. - [Más gruñidos] - ¡Te digo que no lo haré! - [GRUÑIIIIIDOOOOOS] - Ugh, eres tan sobreprotector... Y pensar que intentabas comerme. - [Resoplido.]
Ni hablar, Ber-Ber había hablado. No había fuerza poderosa que pudiera hacerle cambiar de opinión.
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