Nothing to worry about {Privado} {Zaniah - Santoris}

Estaba en su escritorio,sosteniendo en su mano izquierda una taza llena de oscuro café que desprendía humo que se esfumaba pocos centímetros después de que salía. En la otra mano,sostenía una pluma que llenaba de tinta y escribía sobre un cuaderno forrado en cuero cada vez que leía un párrafo de aquel enorme y viejo libro de mezclas con objetos de arcanos.Había estado horas así,ya tenía la mano de un color rojizo y manchada de la negra tinta,había estudiando cada objeto y haciendo posibles mezclas que transformarían esas flores que desprendían podredumbre en Reapeargate en hermosos pétalos de distintos colores con fresco polen.

Mientras se hallaba en esa actividad,al estar su escritorio cerca de la sala de estar (El cual se encontraba pasando una puerta al lado de las escaleras),el gran sonido del vampiro cayendo en el pórtico de su casa le hizo soltar la taza sobre las páginas del libro donde se regaría el caliente líquido el cual también le causaría unas pequeñas quemaduras en sus dedos,una mirada de furia se proyectaba en su rostro.Salió de su pequeño cuarto con una expresión fría,la cual solo tenía que resaltar su ceño fruncido para dirigirse a la puerta y abrir con fuerza.-¿Cuál es la razón de venir a estas horas de la noche?Mi padre no está...-Su frase y expresión se cortaron al ver a los dos en un estado deplorable,¿qué había ocurrido?Mil preguntas rondaban por su cabeza,pero no podía perder el tiempo preguntándolas.-Cielo santo...Padre.-Dijo con una voz temblorosa.No podría hacer todo el solo,tendría que usar la ayuda de sus sirvientes.-¡SIRVIENTES!¡Hay un caso de gran urgencia!¡Preséntense en el primer piso AHORA!-Gritó con el mayor tono que pudo dar aplaudiendo después de sus palabras para luego cargar a su padre tomándolo por el hombro y llevar de la mano a Zaniah intentando darle un apoyo por si caía.

Su cabeza estaba recargada sobre la ventana de una de las habitaciónes del segundo piso, mirando hacia afuera pérdido en las gotas de la lluvia, hasta que escuchó el gruñido de Izark. Eso significaba que había llegado y él corría rápido hacia la entrada para resivirlo cual mascota alegre. En ese momento escuchó el fuerte llamado de Abdon, por lo que solo apuró su paso extrañado. Resbalaba por los rincones de la casa debido a la rapidez en la que se desplazaba por los lustrosos pisos, bajando a tropezones por las escaleras. Al llegar sus ojos se abrieron con temor y tembló cuándo se dió cuenta de la situación. Caminó lentamente, encontrando un Izark todo magullado y casi inconsciente, junto a una chica también herida. ¿Qué había pasado? Raiden solo atisbó a mirarlos con incredulidad.

Su rostro siempre inexpresivo cambió a uno preocupado por el estado maltrecho del vampiro, ignorando a la muchacha con una habilidad casi innata. Esa mujer no pertenecía allí, quería que se fuera, ahora. Un gruñido bajo escapó desde lo profundo de su garganta, todo comenzaba a arder dentro suyo pero al momento recuperó la compostura sin ningún tipo de emoción en su rostro. - Abdon... - Susurró atónito por la conmoción del momento. Buscó con la mirada a Jago, confiado en que el hijo mayor sabría exactamente que hacer, quedándose a la espera de sus indicaciones.

Seguía ignorando a la joven hasta que escuchó un estruendo a sus espaldas y viró hacia la muchacha, que ahora se encontraba en el suelo - Murió, ¿ya podemos sacarla de aquí? - Dijo en voz baja e indiferente luego de ver el cuerpo inconsciente en el suelo, pero Abdon le gritó enfurecido mientras lágrimas recorrían sus mejillas, provocando que el cerbero bajara su cabeza sumiso, aceptando a la mujer en sus brazos a pesar de la repulsión que le causaba el tener que cargarla, pero si no ayudaba estaba seguro que recibiría una paliza luego. Sostuvo sin ningún cuidado a la mujer, sintiéndose contrariado por no saber que hacer y el estado histérico de Abdon.

Siguió al iracundo vampiro, sintiéndose confundido al llegar a la habitación, ¿enserio iban a dejar que ella estuviera cerca del amo? Miró con impotencia al pelinegro, quién se alejaba a paso apurado hacia otra habitación. En su cabeza era todo un caos y empezaba a sentir la brutal mezcla entre sus personalidades, quizás fue por eso que dejó "delicadamente" a la chica en el suelo. Y por delicado se refería a simplemente soltarla para que cayera de lleno en el piso, realmente no le importaba que le pasara. El pelinegro volvió a entrar a la habitación ignorando su travesura, con un notorio semblante preocupado y terminó por echar distintos líquidos de frascos sobre el cuerpo magullado de Izark. - Espera... - Musitó en un hilo de voz, recorriendo la habitación hasta llegar al desesperado vampiro. Lo tomó de su brazo delicadamente, sin ateverse a tocarlo o ejercer fuerza, tratando de que se detuviera y saliera del trance en el que se encontraba. -Esperemos al señor Jago. - Trataba de mantener la calma pero una parte él también quería echarse a llorar al lado del cuerpo reposando en la cama. Y también no estaba seguro de cuán efictivo sería echar las pociones sobre el cuerpo del herido, pero no parecía haber ningún cambio.

Cuando? – Pensaba el joven con desdén.- Cuando será el maldito día en el que pueda beber tranquilamente en el puto techo? . – Renegaba entre dientes mientras escuchaba la fastidiosa voz de esa zorra o lo que fuera taladrándole los oídos. – Podrías gritar más fuerte? Aun no te escuchan hasta Draconia. – le respondía a Neero con enfado mientras se cruzaba de brazos,  sentado en la silla donde había pasado con tanta dedicación toda la tarde, observando todo desde la altura del techo. Así debía ser, él debía estar arriba observando al resto y no al revés como ocurría en este punto de su vida. – Cuando es que todo se fue al carajo? – según sus sentidos lo había pensado para sí mismo, pero cualquiera que estuviera fuera de la casa se hubiera dado cuenta de que estaba gritando, quejándose y blasfemando a todo pulmón desde hace varias horas.

Se rasco la cabeza y en calidad de ebriedad estaba dispuesto a tomar otro tarro de un pequeño barril que había decidido “tomar prestado” hace unos días de algún bar de mala muerte en su último viaje a la ciudadela. Tomo el barril como si fuese la cosa más delicada y pura que había sostenido en sus cochinas manos hacía mucho tiempo, dispuesto a servirse de ese delicioso veneno y seguirse destruyendo poco a poco como lo había hecho todos los días desde hacía varios años, cuando al voltear el barril apenas si salían unas gotillas de aquel liquido tan vital para él. Se quedó mirando como idiota el interior por aproximadamente 5 minutos para al fin darse cuenta – Esta vacío…

Poco a poco y con la gracia de un mono se fue levantando de su silla, se encontraba semi desnudo, con el torso descubierto y sus diversos tatuajes cubriéndole la piel expuestos al aire. Se rasco la cabeza y la espalda, bostezo un par de veces y camino lento y descoordinado a la orilla del tejado. A como sus dioses prehispánicos le dieron a entender se bajó del lugar escalando, quedando al final en frente de la puerta. Tomo algo de aire y la pateo con toda sus fuerzas sin lograr hacerle nada… de hecho solo casi perdía el equilibrio. De nuevo volvió a patearla mientras decía –JA ¡ PUM! NENAS! YA LLEGO …. YA IEG... YOTZ… -se dejo caer al piso y se hizo bolita, sentía demasiado sueño y cansancio, el piso le daba vueltas y los parpados le pesaban – So..solo olvídenlo … - dijo con una voz casi inentendible, sin comprender absolutamente nada de la situación.

El vástago estaba completamente consciente, vaya que lo estaba, el único problema era aquel dolor en conjunto con la pesadez de su cuerpo lo cual no le permitieron moverse por lo que parecieron horas. Izark abrió los ojos de golpe, topandose con la imagen de sus dos hijos, Abdon parecía tener lágrimas en los ojos y jago mantenía su semblante tranquilo mientras sujetaba a su hermano. Se incorporó lentamente quedando sentado en la cama, aquellos líquidos en su pecho comenzaron a escurrir por todos lados —Que asco— dijo mientras miraba su pecho con el ceño fruncido. El vástago se despojo de las prendas superiores rotas que aún portaba y con ellas seco su pecho, si bien la herida aún punzaba y dolía, era más soportable para el.

Tiro las prendas al suelo y su mirada se alzó, sus ojos se abrieron en gran medida y en cuestión de segundos su semblante cambio, así como el ambiente en la habitación. Furioso, Izark se incorporó de aquella cama e ignorando la pequeña discusión de sus hijos se dirigió hacia el centro de su habitación donde zaniah se encontraba inconciente —No asesine a seis hombres y recibí una quemadura de tercer grado para que está chica terminará muerta en mi propia casa— dijo mientras la tomaba en brazos y la recostaba sobre su cama. Observó detenidamente a la chica, tomo su brazo y puso sus dedos sobre su muñeca... Aún tenía pulso, el vástago suspiro soltando su brazo —Me sorprende lo incompetentes que pueden llegar a ser... Esperaba más de ustedes muchachos— aquella queja era general, tanto para sus hijos como para los sirvientes, si no podían siquiera hacerse cargo ante un simple desmayo ¿Qué esperanzas había para su clan en esas tierras?, la sola idea asqueaba al propio Izark.

—El estado actual de la chica es debido a las espinas de los árboles de lo profundo del bosque— dio un rápido vistazo a sus hijos para después acercarse a uno de sus armarios —Abdon, confió en que tu sabrás como proceder con eso— dijo con voz suave mientras buscaba alguna otra prenda que ponerse —Estoy seguro de haber escuchado a esa largartija con plumas, llevenlo a su cuarto o denselo de cenar a las plantas carnívoras, lo que sea más facil— una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al imaginar tal escena, maldecia mentalmente la gran resistencia del chico. Una vez encontraba la prenda apropiada, regreso hasta la cama y se sentó en una silla justo al lado de zaniah, con su camisa desabotonada, sus brazos cruzados y una expresión sería en su rostro.