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Post by Desdemona Grimm on Apr 23, 2017 20:31:46 GMT
El negocio había estado algo lento... pocos casos llamaban su atención. Desdemona se encontraba sentada en una de las tabernas más populares de Reapergate, sumergiendo su aburrimiento en un tarro de cerveza. Acostumbraba más tomar vino tinto pero el sabor de la bebida que ahora se deslizaba por su garganta le traía buenos recuerdos. Apoyó su mejilla contra su mano, dejando escapar un suspiro. Tal vez sólo necesitaba unas vacaciones... Sí, seguramente era eso. Estaba cansada que llegaran a pedirle investigar estupideces o a buscar a criminales de talla tan baja. Tenía suficiente dinero como para darse el lujo de rechazar trabajos pero, ¿le convenía? Tal vez no ganaría grandes cantidades de dinero pero al menos se ocuparía en algo.
Cerca de su mesa podía escuchar que una conversación estaba subiéndose algo de tono. Los participantes, un centauro de gran tamaño y un orco con colmillos gigantescos comenzaban a hablarse con bastante agresividad. Desdemona no los miró, simplemente se dedicó a sonreír antes de darle un trago a su cerveza. Colocó el tarro sobre la mesa y se dio la vuelta suavemente, apoyando su antebrazo contra el respaldo de la silla. -Hey grandulón, parece que te quiere ver la cara de imbécil... Yo que tú no me quedaba así-. La baphomet sabía perfectamente lo que hacía... por fortuna los dos eran tipos de gran tamaño por lo que su comentario bien podía aplicar para ambos. En seguida, sobrecogidos por la ira y la habilidad de Desdemona para levantar la furia en cualquier ser viviente, el centauro y el incubo comenzaron a pelear sin medir su fuerza. Podían escucharse los gruñidos que entre ellos soltaban y los gritos de la gente dentro de la taberna que huían de los golpes y los objetos que de pronto salieron volando por el primer impacto. La mujer no se movió, se mantuvo sentada en su mesa como protegida por su propia maldad. Sonrió. ¡Qué bonita era la violencia!
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Denard Fantôme
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El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Apr 23, 2017 21:00:04 GMT
Los lugares tan lúgubres y violentos eran donde la gente más valiente o más estúpida, se decidía a meterse, un lugar perfecto para la gente que estaba buscando, a pesar de que varias personas le habían dicho que era una pésima idea meterse con aquella gente, no tenía otra opción, la mujer estaba desesperada, casi al punto de llegar a la locura por tanta tristeza. Nadie la había logrado ayudar, la policía de Mirovía le decía que hacían lo que podían, aunque la mujer sabía que en realidad no estaba pasando absolutamente nada. La mujer se acercó a Desdemona Grimm, con un aire de desesperación, pero alegre de haberla encontrado.
--Usted ha de ser la señorita Grimm --Dijo con un tono tembloroso, con sus manos juntas sobre su pecho y sus ojos llenos de lágrimas. Sabía que era ella, pues le habían dicho que era una mujer bastante peculiar, con una piel rojiza y un par de cuernos bastante llamativos, gente así, siempre atraía la atención. La señora traía una tarjeta de color perla en las manos, con un nombre escrito en letra cursiva a mano, apretaba ese pequeño pedazo de papel contra sus manos. --Necesito su ayuda --Ni siquiera esperó a que la mujer tomara la palabra primero, ya no había tiempo que perder. --Es.. es mi hijo.. por favor... --Sacó una foto de un pequeño niño, con detalles obvios de que se trataba de un unicornio. --Desapareció hace tres días, el nunca se iría así como si nada, era tan bueno --La mujer sollozaba por cada palabra que pronunciaba. --Ayúdeme por favor.
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Post by Desdemona Grimm on Apr 23, 2017 22:05:25 GMT
La paz que aquella violencia le brindaba a Desdemona se detuvo al ver a una mujer de lo más perturbada acercarse a ella con esas lágrimas y ojos llenos de sufrimiento. Inevitablemente su sonrisa se hizo más grande al ver tal dolor manifestarse frente a ella. No sabía qué era que le daba tanto placer de ver a los demás quebrarse por la tristeza y la desgracia. Sólo movió ligeramente su cabeza, asintiendo para afirmar que la mujer estaba con la persona correcta. Arqueó las cejas de manera un tanto petulante, tomando apenas la orilla de la tarjeta que llevaba en sus manos. Sus dedos oscurecidos tomaron aquella fotografía, la cual inspeccionó con cuidado. El chico se veía de lo más inocente y vulnerable; no pudo evitar bufar. Se recargó sobre la silla volviendo a colocar la fotografía sobre la mesa, mirando a aquella mujer con cierto cinismo. -Puedo buscarlo pero no aseguro encontrarlo vivo- contestó sin borrar aquella siniestra sonrisa de su rostro. Un joven unicornio con un aspecto de tanta pureza difícilmente sobreviviría en Reapergate por sí solo, no sin mantenerse en una forma sellada... Había posibilidades de encontrarlo... pero hecho pedazos esparcidos por todo el mercado negro. Qué desgracia... para ella.
Suspiró profundamente, arqueando sus cejas mientras se dejaba llenar por su respiración. Con los ojos cerrados meditaba la decisión que tomaría. ¿Cuánto dinero podría tener esta mujer? Seguramente que muy poco... apenas y unas cuántas monedas de oro que no le servirían ni para comprarse una docena de manzanas... Pero estaba aburrida. -¿Dónde fue la última vez que lo viste?- preguntó clavando sus penetrantes ojos rojos sobre aquella mujer, esta vez más determinada y dispuesta a tomarse con seriedad el asunto.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Apr 23, 2017 22:52:45 GMT
La mujer soltó un sollozo acomodando sus manos temblorosas sobre sus labios secos y partidos ante las palabras de Desdemona, respiró hondo y asintió con la cabeza, al menos encontrarlo muerto, era mucho mejor que no saber nada de él, por lo menos podían darle un entierro decente, despedirse una última vez. --Entiendo --Dijo la mujer --Vivo en los plantíos, pero le encargué que fuera por unas semillas de calabaza a la ciudadela, pero no regresó. --Le entregó la tarjeta que portaba, determinada a darle todo lo que fuera con tal de saber la verdad.
--Búsquelo, por favor, se lo suplico --La tarjeta brillaba de colores plateados si la movías de un lado a otro, y las letras escritas con tinta mágica brillaban de un color verde limón --Él le dirá más detalles --La mujer estaba claramente deshidratada, como si hubiera caminado por días sin descanso, solo para encontrarla --Mi esposo me dijo que entre más ayuda mejor... --No sabía si lo que hacía era lo correcto, pero, no tenía muchas opciones, quería toda la ayuda posible para hallar a su pequeño. --Se llama Barleem, mi pequeño... --La señora siguió lamentándose, con las manos en su pecho mientras salía lentamente de la cantina, no quería esperar a que la mujer le diera una respuesta congruente por temor a que le negara su ayuda, la mujer desapareció entre lamentos en la oscuridad de la noche.
Lo único que le dejó en las manos, fue la foto del muchacho, y la tarjeta con una inscripción en tinta mágica:
Zona de vivienda en la ciudadela Denard Fantôme Detective privado
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Post by Desdemona Grimm on Apr 23, 2017 23:35:22 GMT
Tomó la tarjeta de las manos de la miserable mujer, ignorando la manera en que le rogaba por encontrar a su hijo. Denard, claro, había escuchado de él, seguramente que lo había visto en algún momento pero no lo recordaba bien. Volvió sus ojos hacia aquella mujer, sólo mirándola mientras esta se sumía en su tragedia. Recargó su mano contra su mejilla, aburriéndose ya de aquello. Ya que se fuera... tenía toda la información que necesitaba. La vio ponerse de pie, mustia y desolada, mientras salía de la cantina dejándole a Desdemona un trago un tanto dulce. Violencia y tragedia; nada como eso para empezar bien el día. Sostuvo aquella tarjeta en sus manos, dándole vueltas contra la luz que se filtraba por la ventana. Se preguntaba qué pretendía aquella mujer usando a dos detectives para encontrar a ese niñato... No parecía tener suficiente dinero. ¿Denard estaría haciéndolo pro bono? ¿Estaría tan aburrido como ella? No lo sabría hasta no verlo.
Se levantó de la mesa, dejando el tarro de cerveza a medias. No pagaría por eso; sabía a orina. Al verla, el encargado de la taberna se acercó a ella, tomándola del antebrazo para detenerla. -Pague por eso, señora- comentó con los dientes apretados. Desdemona colocó su mano sobre la de aquél hombre, quitándola suavemente. Le sonrió con cinismo... no sabía con quién trataba. -Pero si ya lo hice-. Mintió pero aquél hombre creyó por completo lo que escuchaba, por lo que desistió e incluso hasta se disculpó, prometiéndole una ronda de cervezas gratis en su próxima visita. -Por supuesto- comentó, guiñándole un ojo antes de salir del establecimiento. Una vez afuera, las alas que antes llevaba ocultas, comenzaron a salir de su espalda. Por fortuna su ropa se encontraba ya adaptada para este tipo de cambios por lo que no hubo ningún tipo de pérdidas.
La ciudadela no se encontraba lejos si se tomaba una ruta aerea pero no era el tiempo lo que le causaba un tanto de hastío sino el tener que ser ella quien se moviese. De no ser por su aburrimiento habría mandado muy lejos a aquella mujer, dejándola sin una oportunidad de hallar a su mocoso. Los edificios de la ciudadela iban apareciendo en el horizonte por lo que Desdemona fue perdiendo altura para descender cerca de la zona de vivienda. Podía sentir las miradas de los habitantes de la ciudadela; admitía que le gustaba sentirse observada. Ocultó sus alas poco a poco, tomando su cabello con cuidado para que éste no se enredara en el proceso. Una vez lista, caminó mirando a la gente del lugar. Algunos se encontraban con las manos juntas, rezando al verla. Desdemona sólo reía y con mayor razón se sentía con ganas de hablarles. Se acercó al que se encontrara más asustado, un jovencito que se encontraba al lado de un corral lleno de ovejas. -Oye, ¿dónde vive Denard Fantôme?- preguntó llevándose las manos a la cintura mirando al chiquillo desde arriba. Las ovejas no dejaban de balar debido al Aura Caótica de la baphomet. El muchachito no pudo hacer más que señalar con su dedo índice, tembloroso y frágil. La mujer no hizo más que sonreírle para caminar hacia aquél lugar, dispuesta a tocar la puerta.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Apr 24, 2017 0:10:17 GMT
El edificio donde se encontraba la oficina de el Sr.Fantôme, no era más ancho que la puerta de entrada, que a penas medía unos sesenta centímetros por dos metros de alto, y la piedra blanca se extendía unos cuatro metros hacia arriba, dándole un efecto como si viviera en una pocilga de 4 x 4 centímetros. La tarjeta que la mujer portaba en sus manos se movió de un lado a otro, soltando un poco de humo, aquel material escupió un poco de cenizas a la cara de Desdemona, para luego, volverse de un color gris opaco, como un papel normal, sin brillo, el humo subió por el cielo, entrando a una de las pequeñísimas ventanas en lo alto.
"La cosecha de esta primavera ha sido la mejor de todo desde el año pasado" "Pequeño hombre de las nieves gana carrera, afirma que un troll lo perseguía" Cosas de la vida cotidiana en la tierra de Mirovia, "Que gran mierda" Pensó Denard mientras arrojaba el periódico sobre su escritorio de madera oscura. No había ocurrido nada desde hace tanto, ni siquiera un robo de algo en el periódico, se había tenido que conformar con llamadas desesperadas de señoras que no encuentran a sus maridos, pensando que estarían con otra mujer, cuando aparecían al día siguiente en un bar cercano, ebrio y sin dinero. Al menos le pagaban. Y había tenido tiempo para llevar a cabo sus nuevos inventos. Lo único interesante que le había sucedido, era la llamada de una señora desesperada por encontrar a un niño, en la mañana la había citado en un bar cercano para hablar sobre él y lo que tenía que buscar. Acarició con sus dedos una bolsa de lana, que, según la madre, era del niño, lo acercó a su nariz y cerró los ojos, hierba fresca, tierra mojada...
Un pájaro de humo distrajo su concentración, se posó en su hombro y soltó un pequeño sonido. Alguien había llegado. De seguro sería la señora, a ella le había dado la tarjeta para que avisara que estaba allí, dobló el periódico, dejándolo en su escritorio perfectamente arreglado, y agitó su mano, desapareciendo el humo, se acercó a una segunda puerta y tocó un pequeño timbre.
Allí afuera, donde Desdemona se encontraba, la puerta de la entrada se abrió por sí sola, dejando mostrar el interior, una fila de unas pequeñas escaleras, que daban a una puerta de madera negra.
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Post by Desdemona Grimm on Apr 24, 2017 1:11:55 GMT
El humo que de pronto impactó su rostro sólo hizo que Desdemona frunciera el ceño; atenta, elevó la mirada siguiendo el rastro de tan misterioso elemento desapareciendo a través de una de las ventanas del lugar. El edificio parecía un cuchitril realmente pero... estaba consciente de que no todos gozaban de su fortuna. "Cuánta faramalla" pensó aún con el papel, que ahora parecía sin chiste alguno, estando en sus manos. La puerta se abrió, dejando ver el interior del lugar; definitivamente se veía más grande por dentro que por fuera. Siguió los escalones del pasillo tan angosto para dirigirse por fin (o eso esperaba) a donde se encontraba el dichoso Denard.
Al fin giraba la perilla de aquella puerta negra, que al abrirla mostró a aquél hombre sentado detrás de un escritorio de madera oscura. El lugar no se veía muy ostentoso, sin embargo, Desdemona no notaba aquellos detalles o mostraba rechazo por cosas de ese tipo. Sería de lo peor, pero eso era algo que no estaba en su lista de prioridades. -¿Usted es Denard Fantôme?- preguntó alzando la mano con la que sostenía el papel que reposaba entre sus dedos. -Una mujer en desgracia acudió a mí, pidiéndome ayuda; me encomendó a venir con usted- mientras decía esto caminaba hacia aquél escritorio sobre el que dejó la tarjeta, la cual cubrió con la mano que usó para apoyarse contra la madera. -Usualmente no hago este tipo de trabajos y generalmente me es ofensivo que no me crean lo suficiente capaz de resolver un caso tan sencillo pero heme aquí, buscando algo de entretenimiento- sus labios rojos dibujaron una sonrisa un tanto sombría. La otra mano la apoyó contra sus caderas, mientras esperaba las respuestas de aquél hombre. La baphomet movió su cabeza inspeccionando brevemente el lugar... sí le creía que era un detective por cómo se encontraba todo acomodado en la oficina. -La pobre infeliz me dio un poco de información que me imagino usted ya sabe: el mocoso se llama Barleem, desapareció hace tres días y vivía en los plantíos... es muy poco para empezar una investigación pero no es imposible- se enderezó, esta vez dejando la tarjeta sobre la mesa para cruzarse de brazos, simplemente quedándose de pie frente al hombre, esperándolo por más información.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Apr 24, 2017 3:10:59 GMT
En cuanto vio a Desdemona cruzar su puerta, se quedó parado mirándola fijamente, con una mano en uno de los estantes repletos de libros y cuadernos, definitivamente no era la señora que había visto llorar tan desconsoladamente ese día en la mañana. --Así es --Respondió la pregunta de la mujer rojiza, mientras escuchaba la explicación de por qué ella estaba ahí en lugar de la que había pedido sus servicios, retiró su mano del estante, olvidándose de tomar el arma que había entre los libros, era más por pura precaución, pues no era la primera vez que venían a matarlo tocando a su puerta, aún así se rehusaba a cambiarse de lugar, su oficina era muy agradable, y no había cosas demasiado importantes que ver, la oficina solo la utilizaba cuando se iba a ver con un cliente o para pasar el rato de vez en cuando, pues, era silenciosa, con muros anchos para oídos curiosos y con pequeñas ventanas, la única luz que adornaba la habitación era la de las lámparas de fuego colgantes por toda la habitación, pues, si bien, demasiada luz de sol arruina la perfecta vista de un grifo.
Al terminar la explicación, Denard frunció el ceño metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, jugando con la cadena de oro que colgaba desde su cinturón hasta el extremo opuesto. Toda su vida había trabajado solo, ¿Por qué esa señora querría dos detectives en un solo caso? A veces la desesperación era un punto tan débil en las criaturas. Escrutó con la mirada a la mujer, sus ojos rojos se veían tan brillantes en la poca luminosidad de la oficina. --Si --No estaba seguro de soltar toda la sopa de una sola vez. --De familia de unicornios --Lo que significaba una gran venta en el mercado negro, sobretodo por los cuernos.
--¿Puedo saber quien es usted? --Miró cada detalle de su vestimenta, algo que le dijera más que solo un nombre.
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Post by Desdemona Grimm on Apr 24, 2017 5:12:30 GMT
Inmediatamente Desdemona bufó. Se había olvidado de presentarse; estaba tan acostumbrada que muchos la conocieran en Reapergate que ya daba por hecho ser popular y reconocida. -Por supuesto, olvidé mencionar mi nombre; Desdemona Grimm. Supongo que somos... colegas, si pudiera usarse una palabra. Un gusto- aquella mujer se acercó hacia él para extender su mano. Sí, realmente poco podía preocuparse por la vida de otros seres pero sus modales no los echaría a la basura. -Y sí... efectivamente. Dudo que el mocoso haya sobrevivido señor Denard. Seguramente el crimen viene de esa naturaleza tan... cautivadora que poseen-. Se llevó las manos a las caderas, sin despistar en la sonrisa de su rostro. No se sentía sentimentalmente atada al caso por lo que no reparaba en sus gestos tan fuera de lugar. -Al menos habría que darle un desenlace a esa pobre mujer- ni ella se creía aquellas palabras, esa "simpatía" simplemente no formaba parte de su naturaleza. Una cosa sí era cierto, llegar al fondo del asunto era importante. -Aunque el niño ni esté vivo... Estoy segura que podremos encontrar un pedazo de su cuerpo o de su cuerno... eso al menos haría que sus padres descansen en paz... O lo que sea que pueden tomar de una situación tan desagradable-.
Se acercó hacia el escritorio de nuevo, rozando sus dedos contra la madera de una de las sillas. Tomó asiento mientras con las manos echaba su capa hacia atrás para no sentarse sobre ella. -¿Tiene usted algo más en mente?-. Desdemona recargó su cabeza sobre el respaldo y giró su cabeza para mirar al hombre que aún se encontraba cerca de los libros. Llevó sus manos sobre los descansa-brazos, rozando sus dedos sobre ellos como si tanteara el material. -A menos claro que... como yo, sea usted más de trabajar solo; lo entendería perfectamente-. Eso era cierto, sin embargo, de no querer el hombre cooperar con ella, ya buscaría por sus propios medios dar con el mocoso. Realmente le interesaba poco hallarlo pero ahora era una cuestión de competir... A Desdemona le molestaba mucho perder.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Apr 24, 2017 5:34:08 GMT
Tomó la mano de la muchacha sin pensarlo, normalmente le besaría el dorso de la mano, pero ahora estaban hablando de negocios, por lo cual, la estrechó con firmeza para luego volver a sus asuntos. Denard tomó su famosa pipa y la encendió, comenzando a fumar, expulsó el humo por su boca, el cual se desapareció casi al instante para no hacer demasiado sofocante el ambiente. No le molestó que la mujer se sentara en su silla, aunque sí dudaba en decir todas sus ideas, normalmente las pensaba, y las hacía, pero solo para sí, para su alma, y uno que otro cuadernillo que llevaba consigo. Era algo difícil de hacer, pero no se iba a echar para atrás solo porque esa vez tuviera una "compañera", además, llegando al fondo del asunto, evitarían que tal criatura volviera a hacer de las suyas de nuevo (a pesar de que, en caso de ser traficante pongan otro en su lugar, pero uno menos era una victoria)
Denard se puso a pensar, mirando la bolsa que la madre desesperada le había dado.
--Primero lo primero --La voz de Denard sonaba rasposa, y fría --Bien se sabe que los unicornios son la primer vista del mercado negro, seguido por los minotauros, hadas, entre muchos otros... --Era bueno no perder el tiempo en preguntar a la gente, eso vendría después. --El tiempo máximo en el que una víctima puede ser encontrada viva, si es que la llevaron al mercado negro serían de dos días, el muchacho lleva desaparecido tres, por lo que en este momento ya estaría siendo empaquetado hacia muchos lugares lejanos --Se quedó pensando. --Sin embargo, puede que tenga contactos en la ciudad oscura --Hizo unas bolitas de humo con su pipa --Tal vez nos dé algo.
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Post by Desdemona Grimm on Apr 24, 2017 7:21:17 GMT
Desdemona inhaló profundamente, tratando de tomar cuanto pudiera de aquél humo que tanto le agradaba sentir en su nariz. Fumar era uno de sus placeres más grandes; lástima que no llevara uno de sus puros consigo. Observaba con atención los movimientos del humo al desaparecer en el aire, era como una danza, etérea y efímera, pero al final de cuentas hermosa. Recargó uno de sus codos sobre el descansa-brazos para apoyar suavemente una de sus mejillas con el dorso de su mano. Estaba poniéndose cómoda. Escuchaba atenta a los comentarios de su nuevo "colega" y asentía a la par de sus palabras. Sí, todo le parecía de lo más razonable... muy eficaz y coherente. -Señor Denard... la ciudad oscura es mi dominio; estoy segura que alguien del mercado negro podría darnos información valiosa- comentó con una risa, sin mirar al caballero.
Comenzó a rozar las yemas de sus dedos, levantando su mano al nivel de su rostro. Sentía un cosquilleo; de cierta manera deseaba que el chiquillo estuviera muerto. Hace mucho que no daba con algo macabro; le hacía falta. Sin embargo se guardó de aquello; conocía sus límites y no era algo muy profesional. -Concuerdo con usted... Si el chiquillo ya fue descuartizado, estoy segura que sus restos estarían ya siendo enviados por toda Mirovia; vaya qué desgracia- dijo con una risa un tanto burlona. -¿Sabe quiénes pueden llegar a ser de lo más hipócritas? Las hadas...-. Al decir esto una sonrisa maliciosa se dibujaba en su rostro. Cómo detestaba a las criaturas así... tan falsas... fingiendo bondad, dulzura... inocencia. Si tan sólo admitieran lo ruines que podían llegar a ser por absorber la magia de los más puros. -Seguramente que algún cargamento estaría llegando al Pueblecillo de las Hadas o al Bosque... no me sorprendería-.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Apr 24, 2017 21:15:35 GMT
Se le hacía interesante como al mujer tomaba incluso con aburrimiento el hecho de que un niño estuviera siendo descuartizado en estos momentos, supuso que la mujer había visto o vivido cosas horribles en su pasado para actuar con tanta naturalidad ante los hechos. No era la primera vez que veía a alguien así, y estaba seguro que tampoco la última, pero aún así, no le dejaba de sorprender la manera en la que las criaturas dejaban salir de alguna manera el dolor.
Pero bueno, ese no era lo más importante ahora, lo principal era resolver el misterio. "La hadas" Tenía razón, una vez una hada intentó guiarlo por el bosque, con esa voz melodiosa y esa sonrisa de ángel, caminó sin rumbo por horas, y no se detuvo hasta que sintió la arena movediza en su pierna, el hada al instante quiso ahogarlo, afortunadamente, un grifo vuela mucho más rápido que esas criaturas endemoniadas, Denard tuvo un escalofrío al recordar los enormes dientes que se encajaron en su piel con furia. Aún tenía una marca en el tobillo.
--Exacto, deberíamos preguntar en el mercado negro si ha habido entregas últimamente --Denard tomó su saco negro y se acomodó la corbata caminando hacia la puerta --Para tener una idea fija sobre los hechos --Denard abrió la puerta, dejando escapar el humo que quedaba en al aire. --¿Señorita? --Se hizo a un lado con la manija en la puerta, mirando a Desdemona con una sonrisa.
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Post by Desdemona Grimm on Apr 25, 2017 2:22:41 GMT
Se dio la vuelta al escuchar la voz de Denard llamarle; con movimientos lentos y gráciles se levantó de la silla, siguiendo al hombre hasta la puerta. Al pasar cerca de él, le devolvió el gesto; aquella sonrisa que en esa piel rojiza y marcada siempre parecía dejar asomarse algo oculto. -Yo creo que nuestro ángulo, Señor Denard, debe ser uno menos... inquisitivo- al decir esta última palabra sonrío por la ironía de que viniera de su boca. Acomodó el cuello de su capa mientras bajaba las escaleras, dando pasos lentos para no dejar atrás a su compañero. -Dudo mucho que nos den información tan fácilmente si nos ven que estamos haciendo tantas preguntas-. Descendió la escalinata hasta la puerta de la salida, para salir de nuevo a los callejones de la ciudadela.
-Sugiero que vayamos primero a los lugares más bajos de Reapergate, no directamente al mercado negro... Es probable que incluso fuentes más bajas que las escorias del lugar se peleen por un joven así- comentó sin sonar muy angustiada. Veía en todas direcciones, haciéndose el cabello hacia atrás puesto que de pronto comenzaba a invadir su rostro. -Puede que exista la posibilidad de que esté tal vez en otro tipo de contrabando, si es que entiende a lo que voy- agregó con un gesto de aburrimiento. Podía decir las cosas más horribles pero ninguna parecía mover la sensibilidad de aquella mujer.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Apr 25, 2017 3:32:51 GMT
Denard le otorgó una sonrisa sin exagerar, casi a medias, y arqueó una ceja. --Inquisitivo es mi segundo nombre --Contestó en un tono juguetón. Cerró la puerta tras de si, y dio un pequeño chasquido con los dedos, un pequeño "click" se escuchó del otro lado, dando a entender que la puerta se había cerrado con seguro, y que no dejaba pasar a absolutamente nadie mas que a su amo. Tenía razón, ya se había metido en muchos problemas por hacer más preguntas que las que debería, pero a veces no lo podía evitar, era tan absurdo como la gente quería ocultar algo tan obvio a la vista, que quería ponerlos en ridículo en frente de él, para ver la reacción de sus rostros, y darse cuenta de que estaban mintiendo. Eso le había costado muchas palizas, pero valía la pena.
Cerró la segunda puerta cuando ambos estuvieron en el exterior, y comenzó a caminar por las oscuras y vacías calles, la gente ya se había ido a dormir para descansar, o tal vez se refugiaban en el único lugar que tenían. La noche podía ser muy peligrosa, pues nadie sabía lo que tenía en frente, y en un parpadeo podías acabar en algún bote de basura cercano... o en las gélidas y sombrías calles de Reapergate.
--Vayamos entonces --Denard se acomodó su gabardina, y peinó su cabello hacia atrás. --¿Camino corto o largo? Por lo cómoda de tu vestimenta, supongo que tienes los instrumentos necesarios para alzar vuelo --El hombre sonreía, sin dejar de mirar hacia el frente.
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Post by Desdemona Grimm on Apr 25, 2017 21:10:15 GMT
-Camino corto Señor Denard; la vida es larga pero aún así no me gusta desperdiciarla- indicó mientras sus alas salían desde su espalda lentamente, dejando mostrar ante los pueblerinos una visión de lo más intimidante y horripilante que no hizo más que poner los cabellos de punta de quienes estaban observando. Desdemona sonreía con satisfacción ante aquellas reacciones que su forma causaba. Sin decir más, se elevó por los aires, dando por hecho que Denard estaba siguiéndola.
Sentía algo de hastío; acababa de llegar... le parecía de lo más molesto tener que hacerlo en tan poco tiempo pero, era necesario, o sino perderían la información tan valiosa. Comenzaba a aburrirse, de pronto bostezaba al sentir el aire en su rostro. De vez en cuando se giraba sobre su hombro para asegurarse de que su acompañante estuviera en vuelo con ella. Todo parecía en orden. Justo estaban por llegar a Reapergate cuando vio unos carruajes que le parecían bastante conocidos. Uno de los cocheros era un mercader que conocía a la perfección. Le hizo una seña al otro con la mano para indicarle que descendería.
Sus alas se movían con fuerza al tiempo que se acercaba a tierra firme. Estelas de polvo se levantaban por el aleteo grácil pero firme de la baphomet. En seguida, la carroza se detuvo y no porque los cocheros quisieran detenerlo. Los caballos reaccionaron ante el Aura Caótica de la mujer. Horrorizados, los caballos relinchaban y se paraban sobre sus patas traseras, provocando que el carruaje se moviera de manera un tanto errática. -¡Por los mil demonios, mujer! ¡¿Qué quieres?!- gritó uno de los cocheros que era un fauno con quien la mujer tenía una amistad un tanto compleja. Había sido ella la primera en decir que no debían ser inquisitivos pero la situación lo hacía un tanto necesario. Miró de reojo a Denard con una sonrisa para hacerle ver que le daba su cortesía; él podría hacer las preguntas primero.
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