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Post by Desdemona Grimm on Aug 2, 2017 23:20:41 GMT
Se dejaba llevar por la música, por los movimientos precisos de Denard que dominaba los pasos de la danza que ante el resto parecía tan simple, sólo dos cuerpos fundidos en el ritmo sin saber la profundidad de sus palabras, de las predicciones que compartían en cuanto al destino de Mirovia se trataba. -Dudo que eso suceda; ser arrastrados por la oscuridad ajena pero sería sumamente interesante-. Compartía la mirada, serena, como si su consciencia fuera incapaz de resguardar el caos que en ella habitaba.
La música continuaba y en Desdemona podía notarse los efectos que tenían en ella. Como si apaciguara su alma mas no era eso; la música era un vehículo para las pasiones de su corazón. Todas aquellas ideas que nadaban en su interior, esperando salir, esperando causar alboroto, provocar lo inimaginable. -Carezco de modestia Denard; sin embargo, esta vez permitiré que mi cuerpo responda... como en otras ocasiones mis palabras lo han hecho para mostrar mis demás talentos-. Se sostuvo de su mano para inclinar ligeramente su espalda hacia atrás, como si fuera a dejarse caer al suelo. Las formas de su cuerpo resaltaban mientras que sus ojos veían al resto de los arcanos en esa posición arrevesada.
Cuan miserable era la falta de amor, el rechazo, tan patético era el orgullo común que podía casi saborearse la tristeza. Aún en su postura, notó que un arcano se encontraba con cierta insistencia aferrándose a algo en su bolsillo; poseía una mirada perdida, cansada, pero la baphomet reconocía de inmediato la sed por la guerra. Sintió un mareo que en seguida se notó al momento en que dejó caer un poco el peso de su cuerpo. Buscó seguridad en los hombros del grifo al recobrar su postura más no se le veía tan plantada en el suelo como antes. Su piel ya clara, se veía aún más pálida, casi amarillenta. -El aura pacífica- masculló, riendo con la respiración ligeramente agitada. Detuvo su baile, aún con las manos puestas sobre Denard pero mirando al suelo, como si con aquello fuera a recobrar fuerzas y disipar el malestar.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Aug 7, 2017 0:26:20 GMT
―Para usted, señorita Desdemona, todo lo caótico le resulta interesante ―Le susurró Denard mientras le daba una vuelta, haciendo que el vestido de la Baphomet se ondeara con elegancia y delicadeza. La risa del grifo acompañó sus ojos grisáceos claros, aquellos que se acostumbraron a leer los pensamientos de los arcanos, conforme sus acciones y sus palabras, sin embargo, la mente de aquella mujer en frente de él, era tan difícil de descifrar… lo que le parecía mucho más llamativo, más misterioso, más… indagable.
No iba a negar que la vista que tenía desde arriba le parecía sumamente placentera, el cuello de la arcana se extendía por cada movimiento que ésta se dedicaba a hacer hacia atrás, la sostuvo sin mucha fuerza, pues a pesar de que la Baphomet casi era de su tamaño, era ligera, fácil de maniobrar… Denard tragó saliva, mientras apretaba los labios y fruncía el ceño. Su mirada se hizo más oscura.
Pero aquello se borró al instante cuando el peso entre sus manos se incrementó, su semblante cambió de una manera repentina a uno más preocupado.
―¡Ah! ―Soltó mientras apretaba a la Baphomet entre sus manos enguantadas y fruncía el ceño, recobró el aliento mientras Desdemona volvía a ponerse de pie, aunque aun buscando una manera de sostenerse.
―Señorita Grimm ―Denard frunció el ceño, tomando la barbilla de la mujer con cierto grado de rudeza para que pudiera verlo a los ojos ―¿Se encuentra bien? ―Al decir esto, su mirada vaciló por la taberna, con ojos de amenaza, intentando encontrar aquello que la había hecho desequilibrarse.
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Post by Desdemona Grimm on Aug 8, 2017 2:16:17 GMT
Estando sostenida se sabía segura. El mareo persistía pero no desprendía atención de lo que podía potencializarse en un encuentro complejo, imposible que se tornara violento, aún así... agresivo. Se llevó una mano a la frente, por un momento desviando la mirada hacia el suelo. -Lo siento Denard; un pequeño desajuste- comentó con una sonrisa que intentaba ocultar su orgullo ligeramente alterado. Sus ojos se alzaron para mirar al hombre que la había desajustado. Parecía estar atento en alguien, con la postura tensa, cual animal a punto de abalanzarse sobre su presa. Sentía el malestar apoderarse de ella; las ganas de susurrar en el oído de aquél infeliz e incitarlo a la violencia. Suspiró.
-Para mí es tentador buscar esos corazones rotos, los orgullos ultrajados y tomarlos en mis manos para arrojar caos-. Se encontraba aún agitada, dejando escapar de su boca un aliento pesado, que elevaba su pecho con el esfuerzo de su respiración. -Así que, no, no me encuentro del todo bien... No es extraño que los pensamientos de aquellos rechazados se conviertan en intentos de dañar a los demás-. Tomó las manos que la sostenían del rostro para señalarle con la mirada a quien había estado viendo antes. Un joven de aspecto extraño con la mirada perdida, a simple vista podía verse su mandíbula trabada y tensa por la rabia. Desdemona rió suavemente. -Al escuchar hablar de lo que eran capaces los humanos comparado con la fragilidad con la que los arcanos pierden los estribos, no veo mucha diferencia, ¿sabe?-. Sonreía, casi de manera burlona pero era más notar la hipocresía que constantemente percibía en todos los que la rodeaban, como si fuesen seres que estaban más arriba.
La música continuaba aunque ahora más tranquila. La nausea se calmó un poco mas no lo suficiente como para permitirle tener los pies ligeros y continuar su danza. -Es humillante- murmuró con un tono ligeramente rencoroso mas su gesto no se borraba, aquél que la hacía ver alegre e inmune ante las desgracias del mundo.
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Denard Fantôme
Los Grises
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Post by Denard Fantôme on Aug 10, 2017 0:40:53 GMT
Mantuvo su mirada fija en el rostro de Desdemona, quiso insistir en permitirle asiento, pero prefirió quedarse allí parado hasta que la Baphomet se mejorara por completo. Denard viró su mirada hacia aquel hombre, de hombros tensos y pensamientos turbios, no muy lejos de ellos.
―Quizás un hombre en busca de aquel que le arrebató a la mujer que creyó amar, es lo más común ―Comentó el hombre mientras se movía ligeramente hacia un lado, y hacía que Desdemona se sentara en uno de los banquillos cercanos, para evitar otro posible mareo. ―Pero no es nada que llegue a mayores, en busca de tu manera de provocar a los arcanos para hacer salir las riñas en el lugar y que termine en un caos, eso sería lo primero que pasaría ―Comentó el detective mientras observaba como el hombre llegaba hasta otro quien, sentado en una mesa alejada, ambos comenzaban a conversar, el hombre mantenía los puños apretados, y en su cuello se podían notar como algunas venas se resaltaban debido a un esfuerzo mayor.
―Pero con el aura, eso no va a ser posible ―Denard se quedó parado allí, con las manos en los bolsillos ―Es lo que la tiene tan mal, señorita Grimm… no se preocupe, solo serán un par de días más, y luego, podrá incluso buscar a estos dos hombres para que empiecen una riña en este mismo lugar ―Comentó, con una ligera pizca de broma en su ser.
―¿Qué? ¿Ya terminaron? ―Gritó un hombre borracho a unos metros de ellos ―¡A penas estaba comenzando a disfrutar la vista!
El semblante de Denard se oscureció, manteniendo una alta postura mientras apretaba los labios, soltó una pequeña risa ahogada mientras agachaba la mirada. En un día normal, se había acercado al hombre con amables palabras, y luego, antes de que si quiera pudiera contestarle, le habría estrellado su cabeza contra la mesa, para que así dejara de hablar; Más con el hechizo… uno no podía llegar más que a algunas fuertes palabras.
―Usted lo ha dicho, señorita Grimm, es humillante ―Denard se peinó el cabello hacia atrás ―Y una tortura...
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Post by Desdemona Grimm on Aug 28, 2017 0:15:57 GMT
Se permitió ser sentada sobre aquél banquillo mientras perseguía a esos hombres conforme las palabras de Denard parecían dar pie poco a poco a lo que estaba por suceder. Notaba la tensión, la furia, ese deseo de la violencia por desbordarse y apoderarse del cuerpo pero su acompañante tenía razón. Rió al escucharlo, al momento en que la posibilidad de buscar a esos desdichados para incitar a la lucha se hizo presente, como una luz cálida que de pronto la calmaba. Parecía venir en broma por parte del detective pero en ese momento el hambre por la guerra era tal que la idea no era tan descabellada.
Apoyó sus manos sobre sus propios muslos mientras cerraba los ojos permitiéndose dar un profundo respiro. El grito del hombre no la sobresaltó; la hizo sonreír. -Es la oscuridad, Denard... la oscuridad debe existir aunque haya luz- sus ojos se abrieron para mirarle; podía vérsele más tranquila pero el brillo en su mirada parecía encenderse cual llama inquieta. Observó al hombre que aún estaba pendiente del par, las ganas de hundir sus manos en su garganta eran tales que de nuevo sentía que sus sentidos la traicionaban. Se llevó una mano a la cabeza. -Usualmente son los borrachos los que logran satisfacer mis caprichos pero cómo los detesto ahora...- dijo entre dientes.
Las ganas de salir y tomar aire fresco comenzaban a querer mover su cuerpo para alejarse del ambiente tan pesado. Jamás pensó querer salir de una cantina con tanta premura pero en ese momento amenazaba con su balance y con cada segundo que transcurría en ese estado se sentía más y más humillada. -Salgamos de aquí- se apresuró a decir con un susurro casi suplicante mientras sus manos aún se encontraban colocadas sobre su frente, logrando cubrir la frustración que ahora invadía su rostro.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Aug 29, 2017 1:45:18 GMT
Denard ignore por complete a los estúpidos arcanos a su alrededor para centrar su atención en Desdemona, pues ésta no se veía nada bien, frunció el ceño, ocultando preocupación, pues sabía que el orgullo de la Baphomet era tan grande que no dejarían que sintieran lástima por ella, así que tan solo la tomó del brazo para que no cayera en caso de que volviera a marearse, pero aun así, no pudiendo evitar la cortesía, tomó la capa y la acomodó a los hombros de la arcana.
―Le puedo ofrecer un lugar más tranquilo, y con una bebida mucho mejor que la que acabamos de degustar, eso se lo aseguro. ―Y decisivo de que Desdemona no pudiera negarse, la rodeó por los hombros y no la dejó que se detuviera. Ambos arcanos caminaron un rato hasta que llegaron a las escaleras de la oficina del arcano, en el camino, Denard ahuyentaba algunas doncellas que buscaban sacarlo a bailar, y algunos arcanos curiosos que buscaban regalar algún listón a la mujer a su lado.
Cuando el detective cerró la puerta de su oficina, el silencio fue suficiente para que el Grifo volviera a sentirse en paz, hizo a un lado la mesita del té en frente del sillón de terciopelo rojo para que pudiera tomar asiento. Le retiró la capa de los hombros colgándola en el perchero de madera y se dedicó a buscar algún vino que pudiera quitarle el mal sabor de boca de la cerveza (o lo que sea que haya sido) de la taberna.
―Nada como el buen silencio de una oficina para pensar en cosas importantes ―Denard la miró de reojo, y una blanca sonrisa se mostró en sus labios. Se volteó hacia ella, con la botella de vino en su mano y dos copas de vidrio con detalles grabados.
―Y nada como un buen vino para una buena conversación.
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Post by Desdemona Grimm on Aug 30, 2017 12:33:41 GMT
Salieron de la taberna, al fin, alejándose de ese tugurio lleno de provocaciones que en ese momento sólo lograban causar un efecto nauseabundo en ella. -Eso se lo creo totalmente- respondió. La bebida de la taberna era realmente de muy baja calidad, eso no había manera de negarlo. Caminaron por las calles, rodeados de decenas de personas que se acercaban desesperados por algo de cariño y atención. Qué ganas de ahuyentarlos pero era imposible, su Aura Caótica estaba neutralizada por completo.
Entraron al fin a la oficina del detective en donde pudo tomar asiento en uno de los cómodos muebles. Apoyó espalda, sintiendo la suavidad del material brindándole soporte mientras poco a poco el malestar se disipaba. Extendió la mano para tomar la botella intentando sonreír y bebió. -Silencio es lo que a veces necesitamos, Denard. Para escuchar nuestros pensamientos- echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos por un momento.
Su mente aún divagaba en cientos de ideas, miles de pendientes que generaban preguntas. Él. Abrió los ojos, recobrando ligeramente la compostura. -Dígame Denard, ¿a qué se debe que usted, así como yo, no aprovecha los motivos de este Festival? Lo hablamos, cierto, pero, ¿hay alguna otra causa?-. Bebió otra vez. Apenas reparaba que el detective no llevaba ningún listón en su vestimenta. Debía despejar su mente; la culpa comenzaba a apoderarse de su consciencia de sólo tener la imagen retorcida y deprimente de quien se había perdido en el abismo.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Aug 31, 2017 1:03:39 GMT
Al verla mucho más tranquila y con una mejor actitud, Denard sonrió mientras se sentaba en un sillón continuo, cuando la Baphomet terminó de servirse, él hizo lo mismo, movió de un lado a otro la copa, acercándosela a la nariz y se embriagó con el delicioso y dulce olor del vino. Tan diferente a todo lo que estaba afuera…
―Concuerdo con usted, a veces los pensamientos son mejores que las palabras amenas ―Denard dio un sorbo a su vino y su cuerpo recibió con todo el gusto el sopor que éste le brindaba. Soltó un suspiro de alivio “Qué delicia”
La pregunta hizo que el detective dejara de lado el vino para centrarse en la mujer a su lado, la miró a los ojos, y se mantuvo en un completo silencio por algunos segundos.
―Yo… ―Era la primera vez en varios años que titubeaba al contestar una pregunta ―A parte de lo que ya le he dicho lo que pienso de este tipo de… ―Frunció el ceño ―…celebraciones, no creo ser el hombre que una mujer busque ―Denard recargó la espalda en el sillón para mayor comodidad ―Señorita Desdemona, siendo una detective, usted puede entender mejor que nadie que no puedo ser un caballero todo el tiempo ―La miró de nuevo con una media sonrisa, recordando aquella vez, investigando la desaparición de Barleem, cómo es que había agarrado al cochero y lo había tirado al suelo, sin compasión, sin pensarlo, y comparado con lo que siempre hacía, aquello solo suponía una caricia para ese pobre diablo. ―Además de que, buscar pareja sería ponerla en peligro al instante ―”Tanto de los demás como de mí mismo” pensó mientras bebía un largo trago de vino.
―¿Y usted? ―No quería que la conversación se centrara en él solamente ―¿Tiene alguna otra razón?
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Post by Desdemona Grimm on Sept 2, 2017 15:24:55 GMT
Parecía haber dado en un punto suave del detective. Observó atenta mientras cada palabra que era recibida por sus oídos era analizada con detalle. Le era extraño todo lo que decía; tenía tanto tiempo de no experimentar un sentir así el de querer proteger a alguien. Por un momento su sonrisa se borró y sólo permaneció un gesto serio en aquella piel blanca que la adornaba aquél día. -Bueno señor Denard, pero no todas las mujeres buscan un caballero- agregó. Giró ligeramente su cuerpo para colocar la copa sobre una mesa que se encontraba al lado del sofá. Apoyó su brazo sobre un extremo del mueble para relajarse un poco más. Suspiró.
Sabía que con su pregunta venía una para ella. A esas alturas no le molestaba compartir información con su colega ya que sabía que no recibiría de su parte lástima ni condescendencia. Cerró los ojos por un instante en el cual volvió a sonreír; pareciera como si estuviera siendo inundada por pensamientos positivos pero era todo lo contrario. -Llevo cargas que no permiten llevar a nadie más conmigo, además, siempre he pensado que todos esos asuntos no van con mi persona. El procurar a alguien, buscar su bienestar...-. El silencio que de pronto llenó el espacio le hizo traer al presente los recuerdos de su padre; perdido en sus afanes, totalmente distante a partir de cierto punto. El hombre más importante de su vida, de pronto borrándola de la suya para sumirse en la oscuridad. ¿Qué era más fuerte que el amor de un padre a una hija? Si aquello era tan frágil seguro que los demás peor. -Estamos muy rotos Denard; cualquiera que se deje vencer en nuestras manos caería porque las heridas no cierran... se hacen más grandes-. Lo dicho no tenía un rastro de amargura, ni tristeza, ni nada que pudiera parecer desdicha por ello. Desdemona tenía en claro sus propósitos; el amor hasta el momento no era uno de ellos.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Sept 4, 2017 3:42:48 GMT
Denard tan solo se mantuvo en silencio el tiempo en el que la Baphomet decía lo suyo, escuchándola y al mismo tiempo perdiéndose en sus propios pensamientos. Sus palabras eran tan ciertas, que le calaban en un espacio tan específico y tan profundo, que ni siquiera mostró una media sonrisa para ocultarlo, recordó entonces lo mucho que había sacrificado, lo mucho que había dejado ir para proteger… lo mucho que aún no podía olvidar. La mano derecha acarició su abdomen, donde debajo, la marca de aquel sacrificio era inminente. Su mirada divagó por un cuadro pintado al óleo de algunas montañas nevadas, con una cabaña a las faldas de éstas.
―Demasiado peligroso, como una cabaña a las faldas de una montaña nevada ―Musitó Denard con voz tranquila, al separar la mirada del cuadro, aquello le dejó un rastro de lo que parecía ser… dolor. El detective dio otro sorbo a su vino, dejándose llevar por su sabor, el cual ahora le supo un poco más amargo de lo usual.
―Pensando en otras cosas… ¿Ha encontrado algo acerca de la campana de aquella puerta? ―Los pensamientos dirigidos hacia Muérdago se le hacían mucho más reconfortantes que pensar en él mismo y dolores del pasado.
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Post by Desdemona Grimm on Sept 19, 2017 2:49:08 GMT
Parecía específico aquello; la analogía no poseía nada que le resultara familiar. Debía ser entonces un factor de su propia historia y lo confirmó a juzgar por la forma en que el hombre pasó su mano sobre su propio vientre. Observó el movimiento, sin delatar su suspicacia. Habría preguntado pero el detective tocó un punto que la hacía vacilar en sus ratos de paz, una paz que terminaba rota y alterada ante los recuerdos de aquél misterio que aún rondaba en las esquinas de su mente. -Nada- admitió con derrota incluso algo de vergüenza. Bajó ligeramente la cabeza, por primera vez mostrando tensión y disgusto en su rostro. Su ceño fruncido por la molestia y su mandíbula tensa por no tener las palabras que hicieran de su respuesta una más satisfactoria.
Alzó la mirada; clavó sus ojos en él. El rojo intenso que llenaba sus irises brillaba con determinación. -Sospecho que hay un rastro frente a nosotros, Denard. Algo que nos llevará al otro lado de esa puerta- contestó, aún visiblemente molesta mas su voz mostrando la disposición y pasión con la que deseaba llegar al fondo del asunto. -Sabe que no hay un motivo de justicia en mí; lo ha visto. Ante los arcanos soy un ser ruin, ajeno a toda causa noble… pero al menos no interrumpo el balance-. Parecía justificar su existencia, su carencia de bondad pero realmente un ser de total oscuridad, porque no podía ser más que eso en realidad, resultaba peligroso para el progreso de la vida. Por más que Desdemona renegara de aquellos que presumían de ser buenos y que se inclinaba por la maldad, no deseaba ver la destrucción de un mundo en donde el bien y el mal coexistían en aparente armonía.
-Usted ha pensado en ello tanto yo como yo- recalcó. Algo debía hacerse; las cosas no podían quedarse así. Aún quedaba pendiente el encontrar al unicornio y sospechaba que detrás de esa puerta encontrarían respuestas.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Sept 19, 2017 19:52:35 GMT
Denard afirmó con la cabeza, con el ceño fruncido aunque el rostro tranquilo, pues entendía perfectamente a la Baphomet; él tampoco tenía nada que decir al respecto, pues las respuestas que se le ocurrían, quedaban en el vacío cuando analizaba todas sus partes. “Balance” Resonó en la cabeza del detective.
―Está en lo cierto, señorita Grimm ―Denard se puso de pie, caminando hacia su escritorio, frente a un par de libreros atiborrados de libros y pergaminos, esculcó entre sus cosas hasta sacar una caja de madera, hizo a un lado algunos libros y, abriendo la tapa, sacó varias campanas del estuche; una pequeña de hierro, una mediana de plata y otra pequeña de bronce.
―Las campanas tienen un significado simbólico ―Denard tomó la primera campana, y la movió de un lado a otro, y como resultado, dando un tintineo más fuerte de lo que su tamaño puede aparentar ―Son símbolo de llamada, de cambio, de alarma ―Denard movió la segunda campana, provocando un sonido un poco más sordo y grave. ―Pero también se utiliza en algunas civilizaciones para alejar al mal, a los malos espíritus… El detective movió con su dedo la última campana, la de bronce, pero no la hizo sonar, tan solo la dejó allí, quieta.
―¿Cree usted que la campana que hace falta en esa puerta, sea la pieza faltante para que aquella… cosa… ―No tuvo un nombre apropiado para aquello en ese momento ―…tenga un equilibrio, ese balance?
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Post by Desdemona Grimm on Sept 30, 2017 2:49:13 GMT
Desdemona observó los movimientos de Denard sin decir palabra alguna. Escuchó sus palabras, sus conjeturas y conclusiones. El sonido de la primera campana fue como un despertar, algo que alertó sus sentidos. Su cuerpo se desprendió del respaldo del sofá, alentando a que la distancia se cortara mas no se levantó del mueble. -De ser así… el ente… puesto que no tengo otra manera de llamarle, nos está invitando… retando incluso- aquellas palabras se le salieron de la boca. Eran suposiciones más que afirmaciones. Desvió la mirada al buró que se encontraba a su lado, refugiándose en la luz de aquella vela que estaba apunto de consumirse.
Era imposible para la baphomet negar que había una chispa de emoción por desenmascarar al dueño de semejantes atrocidades. Ver el rostro de lo que no podía definir más que como maldad pura. Inevitablemente las comisuras de sus labios se elevaron, casi retorciéndose en una sonrisa que no guardaba bondad. En aquél estado, su rostro que ahora se encontraba ajeno de los elementos de su naturaleza no parecía del mundo real. Apoyó sus manos contra los cojines del sofá y se levantó al fin, tomando su lugar al lado del detective. Observó las campanas y de igual forma pasó sus delgados y delicados dedos sobre el objeto de cobre. -Sólo hay una forma de comprobarlo- su voz era casi un susurro, como una caricia que se movía en el aire. Su corazón golpeteaba en su pecho con insistencia. ¿Qué habría detrás de aquella puerta? Sentía que detrás del umbral encontraría algo de sí misma.
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Denard Fantôme
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Post by Denard Fantôme on Sept 30, 2017 23:21:00 GMT
Sabía lo que Desdemona sentía, pues lo llamaba tanto como a ella. Observó las campanas como si aquellas emitieran sonidos a pesar de estar inertes sobre la mesa, y acariciando con la yema de los dedos el cobre, llegó hasta la piel ajena, tomando la mano de la arcana con sumo cuidado.
―Estoy seguro de que el día de descubrir todo llegará pronto, querida señorita Grimm ―Denard apartó la mano de Desdemona de la última campana ―Pero debemos esperar ―Dijo aquellas palabras con sumo cuidado, sin afán de molestarla ―Pues, a veces las cosas prohibidas llaman, cantan melodías para que, alguien que pueda escucharlas, las liberen y así desaten el caos… ―Volteó la campana de bronce, dentro de ella una bola de tela detenía el badajo para así evitar que el sonido se propagara.
―Sé que algún día regresaremos a esa puerta, y se que tú lo deseas tanto como yo… espero que eso sea pronto, aunque no demasiado ―Denard guardó todas las campanas de vuelta a su lugar, cerrando la tapa con delicadeza, y regresándola a el lugar de donde la había sacado.
―La caja la compré en una ciudad en el desierto ―Se puso de pie, alejándose de la tentación de las campanas ―Un lugar bastante interesante por cierto ―Decidió alejarse un poco del tema, las cosas prohibidas siempre cargaban una advertencia consigo, las cuales el detective siempre estaba de acuerdo a escuchar.
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Post by Desdemona Grimm on Oct 9, 2017 20:50:22 GMT
Comprendió que el resolver tal misterio debía esperar por lo que no objetó al momento en que Denard volviera a guardar las campanas. Se mantuvo atenta, tomando su lugar de nuevo sobre el sofá. El desierto poseía artefactos de sumo interés, incluso se atrevía a pensar que habían reliquias que ni siquiera en el Mercado Negro pudieran encontrarse. -Cuanto antes mejor- recalcó, tomando de nuevo la copa que había dejado sobre la mesita. Bebió hasta la última gota.
-He ido en pocas ocasiones…- respondió. No podía quitarse de la cabeza la intriga y la curiosidad. Apoyó su codo sobre el descansa-brazos del sofá, mirando hacia otra dirección por un momento desviando la mirada. -¿Por qué posee esas campanas, Denard?-. De pronto una nueva incógnita atacó su consciencia. Sabía poco del detective en realidad y aunque no se sentía del todo encariñada con él, había respeto de su parte. Sin estar totalmente consciente de ello, el haber presenciado una escena de tanto impacto la había unido a él de cierta manera; era algo que nadie más podría comprender, al menos no sin ser testigo de semejante escena.
Apretó los labios antes de abordarlo de nuevo, esta vez devolviendo la mirada al rostro de Denard. -Olvídelo, no debe responder. Me temo que el alcohol me ha jugado una mala pasada esta noche- mintió. Su resistencia era excepcional sin embargo, no deseaba dejar entrever su evidente fisgoneo.
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