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Post by Haoyang Lian on Jul 23, 2017 4:52:17 GMT
Flores, risas, música... Cada año lo mismo. Aunque la vista de los adornos que colgaban desde las casas, los listones de colores y todas las plantas que perfumaban la Ciudadela no le molestaban, era todo el significado del evento lo que le causaba hastío. Asomado desde una de las ventanas de su casa, observaba con un aire frío y distante, como si estuviera por encima de todo el escándalo y entusiasmo que podía verse en los rostros de cada Miroviano que pasaba por ahí.
Frunció el ceño. "Ingenuos" pensó al ver a una pareja joven compartiendo sonrisas y uno que otro beso. Desde los rincones más descuidados de su memoria, Haoyang se negaba a desenpolvar imágenes que en algún momento le hicieron arder el pecho de alegría. Ahora sin ninguna motivación por sentirse de esa manera de nuevo, se mantenía como un observador y crítico del Festival del Cortejo.
Dispuesto a marcharse a atender asuntos más productivos movió lentamente sus pies para darse la vuelta y dirigirse a su escritorio, sin embargo, sintió que le hervía la sangre al ver a un vendedor de postres pretendiendo instalar su negocio frente a su casa. Sus pasos fueron ruidosos, casi podían hacer moverse la fachada tan imponente de su hogar. Abrió la puerta con fuerza, bajando escalón por escalón con una gracia y rapidez digna de un caballero más en su rostro podía verse un gesto escalofriante.
-¿Qué cree que hace?- dijo con un tono calmado en el que su voz grave se lucía por la belleza de su tesitura sin embargo la frialdad de su mirada bien pudo haber espantado por sí sola al pobre arcano que no tenía ni idea de quién era la casa cuya vista estaba invadiendo. El joven tartamudeó, a duras penas pudiendo pronunciar palabra alguna. La gente que caminaba por ahí miraba con cierta curiosidad sin saber exáctamente de qué iba la escena que presenciaban. Haoyang se mantuvo quieto frente a él, con los brazos cruzados, esperando recibir una respuesta digna de su perdón.
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Post by Viktoria Íriell on Jul 23, 2017 5:17:25 GMT
Se respiraba un aire primaveral- el día estaba encendido, no sólo por la luz pero también por la colorida vegetación que se había colocado con toda la intención de adornar las venidas y rincones de la ciudadela. Aquello era un hermoso preámbulo a una celebración que la joven Néphele aún no entendía del todo, pero que podía dislumbrar poco a poco con las obvias pistas que reinaban en cada vuelta. Parejas cortejando, ventas y ofrecimientos de artículos referentes a la amistad y el amor, declaraciones de cariño y agradable música por doquier. Aquello conmovía el corazón de Viktoria, estremeciéndole con suma alegría. Su arribo a la isla había apenas y sucedido hace un puñado de semanas, y tenía la gran responsabilidad de cuidar de un grupo de arcanos adolescentes e infantes de momento, pero estos habían tenido la delicadeza de permitirle el asistir al festival mientras los mayores se encargaban de los mismos. Habían pasado tiempos oscuros, pero aquello no opacaba el risueño corazón de la dama. Vistió unas ropas recatadas sin ser demasiado formales, que destilaban tonos pasteles entre amarillos y rosados, que armoniosamente se mezclaban con su cabello recogido y unas florecillas blancas adornando su cabellera. Guiada por la música, la mujer caminó ligera como el viento entre la multitud, su vista siendo captada por cuanto objeto vistoso y brillante se topara. No obstante, hubo algo en particular que llamó su atención, siendo esta la voz de un hombre de larga cabellera azabache, que parecía reprimir a un jóven que temblaba en sus botas. Intentó analizar la situación, y lo poco que pudo recabar a base del rostro del frío hombre y el comportamiento temeroso del otro es que, posiblemente, el que se miraba asustadizo había hecho algo indebido. Íriell actuó sin pensarlo dos veces y se acercó al lugar, siendo discreta y evitando algún movimiento o frase fuera de lugar que agitara las emociones del momento. -¿Se encuentra bien?- mencionó la Nephele en un tono suave y lírico, conforme posaba su mano educadamente sobre el hombro del arcano que tartamudeaba. Viktoria esbozó una sonrisa tierna y empática, con la intención de calmar el nerviosismo aparente del hombre.
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Lyava
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Post by Lyava on Jul 23, 2017 5:22:37 GMT
Por diversas cosas en la vida, uno debía tomar decisiones que por más que lograran parecer desagradables, tenían que llevarse a cabo y asistir al baile de cortejo era una de ellas. La ciudadela que por lo regular era de su agrado se había abarrotado a mas no poder de arcanos provenientes de diversos lares de Mirovia, volteara a donde volteara se sentía rodeada por las personas que habían asistido al evento.
El semblante con el que cargaba era serio, frió, propio de un muerto, con un estoicismo que le hacía rayar en la neutralidad total y un paso firme, se abría lugar por entre los participantes en búsqueda de un lugar más agradable y solitario para ella. No era un secreto que le era difícil adaptarse a aquella clase de festividades, pero se encontraba a por el lugar por meros negocios, era simple, debía encontrarse con su patrón o alguien de su casa, y una vez finalizadas las festividades de cortejo pasaría a reunirse con ellos para realizar su cambio de vivienda.
Sin decir absolutamente nada, la gente se abría paso para no interrumpir el andar de la mujer y esta solo inclinaba un poco la cabeza para agradecer esta acción, en su mayoría esto era inspirado por el miedo o respeto , si no era por que conocían el trabajo que desempeñaba, era por el sentimiento que ella lograba proyectar. Siguió caminando por largo rato con aquel vestido blanco y cabello suelto que le parecía demasiado molesto, pero que iba acorde a él lugar , reflexionaba donde podría encontrarlos y si lo más apropiado era mandar un mensaje mediante su tableta arcana para conocer la ubicación de los miembros del aquel clan, cuando una voz llego hasta sus oídos.
-¿Qué cree que hace?– Pronuncio el hombre de cabellos negros con cierto tono que denotaba molestia. Lya se encontraba caminando por la misma acera y ambas personas bloqueaban el paso, fácilmente podría rodear por la calle y era la opción más viable y sensata sin embargo algo dentro de ella la detuvo. – Disculpe, ocurre algo? – pregunto a aquel hombre con su voz fría y dura la cual no podía suavizar aún si lo intentara. Se quedó de brazos cruzados mientras observaba al pobre vendedor, que en este momento era un manojo de nervios. – Se encuentra bien? –Escucho pronunciar a una señorita de cabellos castaños pero ahora dirigido al vendedor mientras ella arqueaba una ceja para encontrarse expectante.
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Post by Haoyang Lian on Jul 23, 2017 5:58:27 GMT
Sus ojos, afilados, llenos de juicio que si bien pudieran cortarían si fuera posible, no abandonaban la imagen frente a él. El joven aún no podía siquiera terminar una palabra, sólo sus labios temblaban liberando seseos torpes y patéticos entre hilos de saliva que hacían del porte del muchacho todavía más minúsculo y ridículo.
Una voz más gentil redujo un poco la tensión; sorprendido por un instante, Haoyang miró a quien recién llegaba al parecer al auxilio innecesario del invasor. Eso sólo hizo que el dragón se molestara aún más; como si el joven fuera la víctima. ¡Él era quien estaba en una situación injusta! ¡Estaban obstruyendo la vista de su casa! -Estará bien si se larga de aquí- su tono seco y sus palabras tan golpeadas que parecían tener impulso propio. Aunque lo dicho iba para el vendedor, no retiraba la vista de la nephele. ¿Exactamente qué pensaba mostrando simpatía por un extraño?
Como si fuera aún peor otra voz rozó la piel de sus oídos. Movió ligeramente la cabeza para encontrarse con una mujer de gran altura, a su lado. Sus ojos mostraban hastío y mucha, pero mucha molestia. No comprendía el afán de las personas por meterse en asuntos que no les correspondían. Sus labios se separaron con intenciones de lanzar más ácido por medio de su diálogo pero fue el vendedor quien esta vez rompió el silencio. -Se-se-se... señor... El comité organizador fue el que me asignó a este sitio... Di-d-d-d-di... dijeron que no habría problema si me instalaba aquí-. Haoyang no podía creer lo que acababa de escuchar. Sonaba a mentiras pero no había manera de comprobarlo. -¿Quiere pasarse de listo?- preguntó sin manifestar su rabia en su voz pero sus puños se encontraban apretados, rodeados de pequeñas chispas de electricidad que servían de amenaza para destruír aquél puesto de flores si semejante farsa continuaba.
-Por su bien... márchese de aquí. No soy benefactor ni patrocinador del Festival y no quiero una horda de arcanos imprudentes en mi propiedad- tensó la mandíbula esperando que sus palabras fueran lo suficientemente amenazantes para que el tipo comprendiera que no era bienvenido, ni sus flores. El vendedor con torpeza comenzó a guardar sus cosas, algunas de sus plantas cayeron al suelo por la prisa y sus manos que temblaban pero hacía lo posible por marcharse cuanto antes.
Mientras el muchacho preparaba su carretón para marcharse, Haoyang se cruzó de brazos. Las jóvenes seguían ahí, al parecer atraídas por la situación. -¿Ustedes también fueron enviadas por el comité?- preguntó con un ligero tono sarcástico. Podía vérsele molesto, indispuesto a quebrar esa pared tan gruesa que no le permitía al viejo dragón pasar un rato ameno.
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Post by Viktoria Íriell on Jul 23, 2017 6:33:00 GMT
Sus sospechas habían sido confirmadas, y en efecto, el joven florista había perpetrado un acto que disparó el desagrado y enfado del hombre de imponente mirada y porte. La discusión, si así siquiera podría llamarse puesto que la batuta del dialogo exclusivamente la tenía el arcano de cabellos oscuros, era un malentendido exponenciado meramente por el furor y ánimos hostiles del otro. Apenas y pudo notar la presencia de una dama de cabeza azulada, cuya altura la separaba del resto, que parecía involucrarse, ya fuera apropósito o incidental, a la situación que estaba dando pie en ese momento.
Los ánimos habían caído más que antes, y el temor inundó el rostro del arcano del puesto a tal punto que, al aceptar su derrota e intentar evacuar, la desesperación y los nervios habían provocado que torpemente tirara algunas de sus flores. Viktoria respiró un poco hondo, siendo paciente ante todo. Se agachó y con gentileza tomó entre sus palmas los objetos que habían caído, acariciando suavemente los pétalos de las plantas como si intentase limpiar la suciedad de las mismas, antes de ponerlas de vuelta en un lugar seguro en el carruaje del hombre -Todo está bien- comentó, sonriendo cálidamente para aplacar el miedo del vendedor -Todos nos equivocamos a veces y no hay transgresión en ello- afirmó, conforme colocada las últimas flores entre las pertenencias del arcano -Estoy segura que si le explica la situación al comité- continuó, esta vez tomando las manos del hombrecillo asediado por los nervios entre las suyas, tratando de transmitir la paz que en su corazón residia -este le dara una solución que lo dejará satisfecho tanto a usted, como al caballero- al mencionar eso último se volteó hacia el arcano de mirada afilada y le dedicó una sonrisa serena, a pesar del disgusto que demostraba por el haberse entrometido extraños en sus asuntos. Dejó ir las manos del florista, permitiéndole que terminara de ajustar sus pertenencias antes de partir.
Regresando su atención al hombre de brazos cruzados y la mujer de vistosa estatura, Íriell respondió prontamente a la incógnita que había generado el varón -Oh no, lamento si le di la idea equivocada, señor.- hizo una pequeña reverencia tomando parte de su ropaje para agacharse -Viktoria Íriell, un placer- pronunció con un tono suave y bienvenido, dejando lucir su amabilidad y modales ante todo. -¿Se encuentra usted bien?- preguntó de vuelta, tratando de empatizar con el hombre de seño fruncido. Indiferentemente de quién había estado en lo correcto o no, ambos arcanos tenían estados anímicos que debían ser atendidos, así fuese por una simple pregunta como esa.
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Lyava
Junior Member
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Post by Lyava on Jul 23, 2017 15:04:56 GMT
Lya estaba dispuesta ayudar a que el florista partiese lo más pronto posible, pero aquella mujer se adelantó a ayudarle, mostrando una amabilidad que no había visto en mucho tiempo, la cual si era fingida o no era algo que no le importaba mucho. En contraste con ello el dragón se mostraba molesto y colérico, de no haber sido por el aura pacifica puesta en la ciudad de seguro… - El aura pacífica. –pensó ella quedándose en blanco puesto que la había olvidado por completo. Paso una mano por una cien y suspiro con ligera exasperación - Error tuyo – pensó de nuevo reprendiéndose ella misma.
-Usted se encuentra bien y tiene su mercancía intacta….- comento con calma al vendedor permaneciendo aun con sus brazos cruzados, le dirigió una pequeña mirada que quizá congelaría a cualquiera, más sus palabras distaban de aquella actitud que aparentaba – Ande con cuidado. – Le comento sin más mientras levantaba un poco su mano izquierda a manera de despedida, se estaba preparando para partir y no le quitaría más tiempo.
De nuevo volteo para observar a ambas personas a las que solo podía definir como “peculiares” de momento; peculiares le parecían, puesto que no estaba acostumbrada a tratar con este tipo de personalidades tan contrarias una de la otra en el mismo lugar y momento. Ladeo un poco la cabeza para responder al sarcasmo del asiático el cual no le molesto para nada, pero cuyo efecto le había hecho recordar a un vampiro – No. Se equivoca.- dijo sin más seca y contundentemente para guardar silencio y no pronunciar palabra.
Volteo de nuevo mostrando un poco de interés al ver a la pequeña mujer de cabellos castaños y modos amables presentarse ella misma ante el hombre el cual igualaba su altura. En su cabeza se comenzó a plantear el si era necesario quedarse e introducirse a ella misma, solo había parado ahí por casualidad y aun que el hombre de cabello oscuro tenía un buen motivo para enojarse con aquel joven florista, ella torpemente había olvidado que él aura pacifica del lugar impedía que cualquier ser, fuera dela naturaleza que fuese entrara en conflicto, así que su motivo de “estar” en aquel lugar era meramente sin un propósito más que el alejarse de la muchedumbre.
-Disculpen mi intromisión- dijo tomando una postura más relajada pero con aquella actitud de estoicismo tan arraigada en ella – Mi nombre es Lyava…Tavalas. Pese a las circunstancias…- interrumpió ella misma su frase y apretó un poco sus manos. Iba a indicar que era un gusto? De verdad lo era? Dos extraños merecían cortesía? –…Pese a todo mejor dicho…supongo que la educación va primero, es un gusto. – señalo con tranquilidad y casi de inmediato al haber cortado su primera frase, puesto que fuera como fuera y tomasen las actitudes que tomasen,ella solo estaba pasando por ahí y se había metido en un asunto al que no le habían llamado. La mujer se sentía comprometida pese a su actitud de frialdad ,a mostrar la mejor educación posible, esto con el fin de honrar a la casa la cual sería parte, debía mostrar estar a la altura en cualquier ámbito posible con él fin de no hacer que sus amos pasarán un mal trago por algún inconveniente causado por ella.
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Post by Haoyang Lian on Jul 23, 2017 17:55:31 GMT
La manera en que la joven nephele se preocupaba por intentar apaciguar los temores del imprudente vendedor le podían mucho a Haoyang. No comprendía la insistencia de premiar con amabilidad las reacciones bien merecidas de un infractor; no lo aprobaba. La escuchaba justificarlo como si realmente se lo mereciera y la lengua comenzaba a arderle de deseo por contrariar totalmente sus palabras pero la necesidad de que el muchacho se marchara era más grande que cualquier oportunidad de comenzar un debate. La otra desconocida añadía una pizca de objetividad al menos pero parecía totalmente neutral ante la situación; de haber actuado de la misma forma que la pelirroja seguramente que la reacción del hombre habría sido explosiva y desagradable para ambas.
El vendedor agradeció agachando la cabeza hacia la señorita, aún tembloroso y con los ojos llenos de angustia ; le era difícil hacer contacto visual. Apenas pudo balbucear una disculpa entrecortada al dragón a quien no tuvo el valor de siquiera mirar y se marchó con su carreta, tropezando de pronto. Un ramo de gardenias cayó al suelo pero el chico ya no volvió por él; prefirió desaparecer entre la multitud.
Seguían ahí, a pesar del evidente disgusto que casi transpiraba por la piel del dragón. Sus ojos se encontraban con los de ambas al dejar escapar entre sus labios la entonación de sus nombres. Debía responder, por educación. -Lian, Lian Haoyang- pronunció alzando ligeramente el mentón con un gesto un tanto altivo más no lo suficiente para plantarse con demasiada arrogancia. En tiempos más gentiles habría inclinado la cabeza como era costumbre en sus tierras pero los años en Mirovia le habían quitado la delicadeza y endurecido su cuerpo al cuidado de las primeras impresiones. Sus manos permanecían a sus costados, relajadas, sin tensiones ya. Una de ellas reposó dentro del bolsillo de sus pantalones; aún había una ligera molestia mas no una tensión que lo hiciera querer reventar los puños en alguien.
La pregunta de Viktoria le tomó algo por sorpresa; su cuello se movió apenas para mirarla; era de baja estatura pero su personalidad la hacía notarse (para él no precisamente de la manera más ideal). Consideraba a la gente como ella vulnerable y totalmente ingenua ante los golpes de la vida pero no podía juzgarla del todo ya que en él residía aún aquél instinto protector infundido principalmente por el honor y la responsabilidad de haber servido a un Imperio. Apretó los dientes, remarcando lo afilado de su mandíbula. Tal cuestión era siempre constantemente hecha hacia su persona; ¿estaba bien? No se sentía perturbado ya, mas no podía decir que estaba bien. No recordaba lo que era y no lo deseaba puesto que el encontrarse en ese estado sólo significaba que en cualquier momento lo perdería. -Estoy bien- contestó de manera escueta con esa mirada tan ambigua que difícilmente se podría saber si mentía o no.
Un grupo de jóvenes pasaron detrás de ellos llenando la calle con la melodía de sus risas. En sus manos sostenían listones de colores que pintaban el aire con estelas brillantes que en un instante desaparecieron al doblar una esquina. Las siguió con los ojos hasta desaparecer. La juventud, tan ingenua, perdiendo el tiempo en nimiedades. No conocían el terror ni la tragedia de la guerra; eran débiles ante el quiebre de la moral y la justicia. Miró a las presentes; seguramente que de no haberse detenido estarían en un estado similar. -Vienen al festival- pronunció aunque debido a la monotonía de su voz era difícil colocar sus palabras dentro de una pregunta o un simple comentario.
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Post by Viktoria Íriell on Jul 23, 2017 19:05:27 GMT
La joven Nephele escuchó con atención la forma en que se presentaban los otros. Ambos tenían un lenguaje corporal reservado y autoritario hasta cierto punto, como si de soldados se tratasen. El contraste a con la personalidad de Viktoria era evidente, lo cual se tornó en un interesante reto para la arcana, la cual ahora tenía más intenciones que antes de conocerlos y descubrir más sobre los mismos. -Señorita Tavalas, señor Haoyang- repitió, conforme su sonrisa se pronunciaba un poco más y ambas de sus palmas se juntaban y se apoyaban a un costado de su rostro, denotando alegría ante aquel intercambio de nombres -El gusto es todo mio-
La forma en particular a la que respondió Lian su pregunta fue bastante seca, sin rastro de emotividad aparte del que su serio semblante derrochaba. No sería prudente indagar más en aquello, mayoritariamente porque no lo conocía lo suficiente y aún no existía una confianza entablada como para tocar algo del tipo. A pesar de que la joven era de corta edad, su tiempo previo al arribo de la isla había sido una grata experiencia para analizar, conocer y compartir con decenas de arcanos de muy variadas y distintas personalidades. Sabía que cada corazón podía cargar un complicado mundo de tribulaciones, penas, tragedias y heridas, por lo que era natural en su forma de ser el querer contraer una amistad con aquellos que demostraban ser recios hacia las interacciones sociales.
Regresó sus manos a los costados de su cuerpo, y con el rabillo del ojo alcanzó a notar un racimo de gardenias descansando pobremente en el piso, abandonadas a su suerte. Por instantánea inercia, la mujer se vio atraída por las mismas, recogiéndolas cuidadosamente entre sus palmas. Se hubo distraído por aquella simpleza, apreciando la belleza de aquellos delicados brotes que cargaban uno de sus colores favoritos, que el comentario del hombre con razgos asiáticos la devolvió a sus cabales. -¡Oh! ¿Ustedes también?- inquirió con sorpresa y encanto, malinterpretando las palabras del Lung -Vengo apenas enterándome del evento, guiada por la música alegre y las exuberantes decoraciones- conforme se expresaba de manera sincera y pacífica, apartó una de las flores en sus manos y la ofreció a la dama de cabellos azulados, extendiéndole una noble sonrisa -Mirovia parece ser un agradable lugar- comentó con prontitud, teniendo de base únicamente el cálido trato y efusividad de aquel Festival para juzgar dicha isla. -Las personas son amenas... y energéticas- puntualizó conforme escondía una risilla, al tiempo que le dedicaba una mirada directa al tosco hombre.
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Lyava
Junior Member
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Post by Lyava on Jul 24, 2017 6:22:30 GMT
Tomo con delicadeza la flor que la señorita había ofrecido para ella, la miro por un momento para después dirigir aquella mirada y clavarla directo en sus ojos, estos no le recriminaban absolutamente nada, pero tampoco dejaban ver qué pasaba por la cabeza de la licantropo. Sin más se acercó un poco a la mujer, puso la flor en el ramo y volvió a ocupar su lugar casi mecánicamente. Aclaro un poco la garganta antes de proseguir a hablar – Las flores son bellísimas, pero una vez cortadas…Me temo que no puedo aceptar su ofrecimiento por muy amable que sea. Me parece algo banal y sin sentido cortar tan bellas flores solo por un capricho….Ahora solo se marchitaran para morir por nada.
Las flores y toda esa clase de cursilerías no iban para nada con ella, no era esa clase de mujer. No entendía los gestos de amabilidad repetitivos de la pequeña arcana, pero desgraciadamente ella era así, bastante arisca; casi un cubo de hielo. El día que ella aceptará esa clase de gestos, sería el día que hubiese perdida la cordura o incluso en su lecho de muerte o tumba, cuando no tuviese voz ni voto o que no quedase de otra. Al escuchar las palabras del draconico se quedó pensativa por un momento, no estaba segura si responder o no, pero de nuevo….educación, debía aferrarse a ello. - Me temo que se equivoca señor, estoy en este lugar por meros asuntos laborales. – pauso un poco para mirar las calles abarrotadas, realmente le hacía sentir abrumada estar entre tantas personas a la vez, por lo que una ligera mueca de disgusto casi imperceptible se dibujó en su boca- Esta clase de festividades me parecen una pérdida de tiempo. No se necesita un festival para conseguir una pareja en caso de querer una. El necesitar de estos eventos solo denota falta de carácter – suspiro con algo de fastidio para terminar con ligera brusquedad – Y no, no estoy en contra… cada quien tiene derecho a perder el tiempo como le dé la gana, más me resulta poco conveniente. Gente perdiendo el tiempo, borrachos haciendo el ridículo en plena vía pública, confesiones “amorosas” de relaciones que terminarían en breve, toda la basura de las calles por la festividad y sus lugares favoritos…llenos. Nada bueno le había traído a ella el festival, más que dolores de cabeza y unos amos perdidizos a los que parecía que la tierra se los había tragado, de verdad quería disfrutarlo, quería verle el lado bueno pero no lo concebía o no lo encontraba por más que se esforzara. Miro con unos ojos que destilaban amargura y frunció ligeramente el ceño, la cabeza le comenzaba a dolor un poco. Se sentía como una tonta o incluso una ridícula, más sin embargo levanto un poco la cabeza en alto, no iba a dejar que nadie viera tras de ella, el vestido solo le hacía lucir un montón de marcas de batalla que contrastaban con el tono original de su piel, algunas antiguas y otras recientes, también se sentía desnuda sin su armadura o sostener un arma: Ella era un guerrero y de eso vivía, de la senda de la batalla, no era un adorno o un trofeo que se tuviera que pavonear con vestidos y arreglos para lucir más. Se detuvo a observar a un par de soldados y participantes del evento bastante ebrios, casi cayéndose, la risa estridente y burda de algunos sonaba incluso más fuerte que la propia música. Se encontraban dando todo un espectáculo bastante vergonzoso – Si hay un peligro para la ciudadela… esa clase de hombres defenderán a sus habitantes?- Escucho a la señorita Viktoria hacer un alago hacía los Mirovianos, más prefirió no comentar nada y dejar el asunto por la paz, solo la observo ladeando un poco la cabeza intentando analizarla y tratando de comprender los pensamientos de aquella mujer, al parecer su mente iba a lugares donde ella no podía ir.
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Post by Haoyang Lian on Jul 27, 2017 2:57:51 GMT
Le pareció frustrante que Viktoria haya tomado su comentario como una respuesta genuina; como si pensara que a él de verdad le importaban sus asuntos en el evento. A punto de contradecirla entreabrió la boca siendo este acto sumamente inútil porque ambas jovencitas se tomaron la molestia de informarle sobre sus intenciones en el lugar. Por la forma en que la nephele hablaba y se conducía tanto con él, como con la licántropo, deducía que era una mujer inocente con poca experiencia al dolor. Cuán equivocado estaba pero no podía ver más allá de sus propias experiencias, del propio dolor que habitaba en su ser que se había convertido ya en una apatía constante que lo aislaba del resto. -Bastante energéticas para mi gusto- contestó al capturar la mirada que era enviada hacia su persona. ¿Estaba siendo sarcástica con él? ¿O había sido simplemente una coincidencia que sus ojos se encontraran en ese preciso momento?
Al menos con la otra joven parecía concordar; a juzgar por sus palabras podía ver que tenían algunas similitudes, tal vez no de caracter pero de ideas. Se preguntaba si era una arcana más joven o si como él los años la habían llenado de experiencia para poder notar las sutilezas que otros, los más jóvenes, generalmente pasaban por alto. Le pareció que habían perspectivas interesantes, dignas de seguir escuchando. -Mh. Concuerdo con usted, señorita Lyava. Creo que eventos como éste sólo incitan a los arcanos a forzarse a crear lazos que terminarán siendo fracturados a la mínima provocación... El cortejo por lo general culmina en procrear; muchos arcanos no comprenden que es una decisión que requiere de madurez y responsabilidad-. Llevó ambas manos hacia atrás mientras su cuello se elevaba un poco. Como siempre mostrándose con un poco de arrogancia al soltar las verdades que habitaban en su mente, nunca preocupándose por hacerlas sonar más gentiles y digeribles a oídos extraños.
Así como la joven de cabellos azules, Lian miró a aquél grupo de jóvenes soldados que pasaron a pocos metros de ellos. Le pareció vergonzosa aquella muestra de simpleza, la falta de compromiso y deber. Imperdonable. De nueva cuenta concordaba con la joven y consideró que era razón suficiente para ser un poco más cordial, al menos con ella. -Sino se encuentran bajo un horario estricto, pueden pasar a mi estudio a beber algo-. Aunque su invitación no era del todo grosera no terminaba de ser una sumamente cordial. Haoyang no acostumbraba a hacer actos de ese tipo pero vio la oportunidad de tener una conversación interesante con ambas jóvenes; nunca se negaba a una buena plática, además, deseaba distraerse un poco del disgusto que el Festival generalmente le causaba. Su gesto permanecía como tal; difícil de leer mas sus palabras venían con buenas intenciones.
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Post by Viktoria Íriell on Jul 27, 2017 15:45:55 GMT
A pesar de la negatividad en general que los dos dislumbraban con sus actos y palabras, aparte del rechazo ante el ofrecimiento de la gardenia hacia la gladiadora, Viktoria supo que habrían más obstáculos de los que imaginaba. No obstante, la dama y el caballero habían musitado una serie de frases que conllevarían a la joven Nephele reflexionar al respecto- no porque aquello haya provocado algún tipo de eco en su perspectiva hacia Mirovia o su gente, si no por la dureza de corazón de ambos. Tal cual su protector, el cual vio por última vez hace un mes, y cuya imagen seguía viva y latiente en su memoria. Zurek era un ejemplo irrefutable (para su persona al menos) de que todas los muros gélidos en la coraza de un arcano pueden ser ablandados.
La sonrisa de la dama se había apenas y debilitado ante los pensamientos que rondaban en su cabeza, pero la gentileza de sus gestos continuaba aún muy presente. Una vez que el hombre hubo finalizado con una invitación a su hogar, Viktoria irrumpió educadamente, creando un paréntesis previo a dar una respuesta -Ese no tiene que ser el caso- comentó, un poco fuera de contexto pero con la intención de remontarse al tema anterior -Señorita Tavalas, estas flores pueden marchitarse dignamente si disfrutamos de su belleza y enaltecemos su gracia en el tiempo que les quedan- no tenían que "morir sin razón alguna". La importancia y motivo de las cosas tomaban relevancia a la hora de darles un propósito. Tal cual como guerreros entregando la vida por una causa incierta, el valor de sus corazones acrecentaba al filo de su determinación y valentía con respecto a una causa, y no necesariamente por la victoria de una guerra.
Con cuidado, extrajo un pin que llevaba en su cabellera y lo colocó en el tallo de aquella gardenia rechazada, para finalmente colocarlo en su vestimenta; justo en el lado izquierdo de su pecho. Esta vez le dirigió la mirada a ambos -Siempre tengo tiempo para una conversación interesante. Será un placer- aceptó con amabilidad la invitación, encantada por el gesto del Lung aunque este no fuera en un espíritu completamente positivo. La mujer dio unos cuantos pasos ligeros, con cuidado de no sobrepasar el andar de Lian hacia su casa -Es seguro decir que la llegada de muchos a esta isla está marcada por los horrores de una guerra- comentó, intentando formar una idea -Las celebraciones de este tipo ayudan a difuminar esas llagas en el alma- a pesar del delicado tema que estaba referenciando, la dama no parecía hacerlo en un tono melancólico o triste -Fuese risas en la mañana, amores de una tarde o música de una noche, son situaciones que prefiero atestiguar a que la extinción de los de nuestros- la doncella sonrió suavemente, tratando de transmitir su perspectiva que podría pecar de ingenua. Viktoria había elegido celebrar la vida, caminar en senderos donde la alegría debía ser protegida y, ante todo, remarcar la luz sobre la oscuridad.
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Lyava
Junior Member
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Posts: 56
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Post by Lyava on Jul 29, 2017 6:59:35 GMT
Se encontraba ligeramente extrañada de tener diversos puntos de vista similares al del arcano de cabello azabache, era rarísimo que encontrara a alguien con ideas que simpatizaran con las de a ella lo que le hacía mantenerse bastante interesada en el hombre, más sin embargo no esperaba gran cosa: podía ser solo una coincidencia. En cuanto a Viktoria, su perspectiva de las cosas era bastante amable y positiva, no la juzgaba pero tampoco entendía ese amor por la vida que iba pregonando: le resultaba ajeno a ella y posiblemente a cualquier pensamiento que emanara de su cabeza.
Miro al cielo azul por un momento y se quedó contemplándolo, buscando una especie de respuesta antes de continuar.-Si esa es su postura, la respeto. Más insisto en que no es necesario terminar con la vida de algo para poder tenerlo o admirarlo solo por un capricho. Por ideas como esas nos encontramos aquí, en Mirovia. – Suspiro para de nuevo para bajar la cabeza y observar a la mujer, quería ver la reacción ante su respuesta. Por qué tener que despojar a la naturaleza de algo que le pertenecía y que podía quedarse perfectamente intacto?, había objetos que por su uso cotidiano eran necesarias para hacer la vida más sencilla, así lo era la extracción de metal, la tala de madera, entre diversos,… pero las flores? Las flores eran mero capricho si no era para fines de estudio…
Su vista paso de Viktoria a Haoyang , quien había extendido una invitación para ambas arcanas. Se acomodó un poco algunos de sus cabellos rebeldes despejando su rostro y después de ello asintió positivamente mientras emitía con sequedad un –Se lo agradezco- y muy a pesar del tono, de verdad que lo hacía de corazón. Caminaba tras la señorita Viktoria rumbo a la morada de aquel hombre, su andar era firme pero a la vez calmado y se encontraba tranquila. Por lo regular no aceptaba ninguna invitación de ninguna tipo a desconocidos, pero prefería mil veces aceptar que el seguir un rato más entre toda la muchedumbre que le hacía sentir rodeada. – Me temo que ninguna fiesta calmará el dolor de nadie. Quizá de cierto placer que anestesie los recuerdos desagradables de algunos, pero no es una solución real- a pesar de no lucir así, en su tono de voz se percibía un ligero desagrado.
Por su parte Lyava había experimentado diversas clases de dolor a lo largo de su vida, el haber sido robada de su familia, privada de su libertad, sido criada como un esclavo, el perder su humanidad literalmente hablando y el tener que cargar con muchísimas cosas en su conciencia, habían logrado convertirla en una persona por lo regular critica, fría, y taciturna e introvertida, rayando entre la delgada línea de la antipatía y seriedad. Rara vez expresaba sus opiniones más profundas siendo tan abierta, o hablaba sin que se le dirigiera la palabra primero, con un poco de alcohol y la compañía correcta quien sabe que podría pasar.
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Post by Haoyang Lian on Aug 2, 2017 22:18:02 GMT
A paso lento pero seguro, Haoyang se adentró en su morada seguido de las dos jóvenes que acababa de conocer. El interior era bastante sobrio, sin muchos detalles que derrocharan un ostento evidente. La madera oscura de los suelos, a pesar de ser bañada por la luz que entraba por la puerta, permanecía opaca por su textura. Los acabados de las paredes concordaban con la paleta de colores; neutros, casi negros, como si la noche se bañara perpetuamente dentro de esos muros. El dragón avanzó por un pasillo amplio, apenas alumbrado por la luz de unas antorchas. Podían verse hilos de luz asomándose entre los espacios que las pesadas y largas cortinas no lograban someter del todo mas no lo suficiente como para allanar la penumbra.
El silencio dominaba permitiendo sólo el sonido de los pasos de los caminantes que llenaban los espacios vacíos del lugar. Entraron al fin a una habitación, ésta más iluminada, con ventanales que daban vista a un jardín inmenso, embellecido por árboles con frutos coloridos, una pequeña cascada y un estanque. Las paredes se encontraban tapizadas con garigoleados discretos, que no robaban la atención de ningún elemento en la habitación. Varios libreros se encontraban repletos de libros, refugiados entre una madera oscura; en sí, la habitación poseía una armonía irrefutable. El olor a madera era predominante y así lo prefería él.
Recargada sobre uno de los estantes había una escalera siendo usada por una joven de cabellos azules y piel tostada. Al momento en que los pasos del dragón se escucharon, descendió e interrumpió sus actividades para encarar al hombre. Su gesto servil, serio, dispuesto a atender cualquier deseo. -Señor-. Bajó ligeramente la cabeza, haciendo su cabello descender ligeramente cual arroyo quieto. -Zoe... el té-. No dijo más y la joven caminó hacia el pasillo oscuro, pasando de largo a las invitadas como si no se hallaran en el mismo espacio, como si la presencia de aquél dragón fuera la única que sus ojos pudieran reconocer.
Haoyang miró por encima del hombro a Viktoria y Lyava, alzando ligeramente la mano para indicarles que tomaran asiento en un juego de muebles que se encontraba a un costado de la sala; justo donde los rayos del Sol descansaban sin ser del todo hostiles. La tela era negra, aterciopelada, a simple vista podía sentirse la suavidad del material que invitaba a cualquiera a permitir reposar la piel en él. Mientras ellas se ponían cómodas en la privacidad de su estudio, él se dirigió a uno de sus escritorios de piedra, para tomar una caja de madera, la cual sostuvo entre sus manos hasta que se incorporó con ellas y tomara asiento. La colocó sobre una pequeña mesa que se encontraba en medio para disponer de cualquier clase de entretenimiento para las visitas. Deslizó la tapa para descubrir unos cigarrillos que contenían las hierbas más finas y aromáticas de toda Mirovia. -Sientánse en libertad de tomar lo que gusten; en seguida nos servirán el té-. Tomó uno, el cual no tardo en encender con ayuda de un pequeño rayo que rondó por su dedo índice. El destello azulado fue breve pero notorio para quien se encontrara cerca; su luz era fugaz mas imposible de ignorar. -¿Sabe usted mucho de la guerra, señorita Viktoria?-. Dejó escapar el humo de su boca mientras echaba lentamente la espalda contra el respaldo. Dejó reposar sus manos sobre los descansa-brazos del mueble, mientras sus afilados ojos se posaban sobre la nephele. ¿Qué podría saber una joven tan delicada sobre las tragedias de la guerra?
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Post by Viktoria Íriell on Aug 2, 2017 23:29:26 GMT
Ambas damas caminaron detrás del Lung, pero los últimos comentarios por parte de la arcana quedaron pendientes en la consciencia de la nephele. Viktoria no estaba intencionada en el cambiar la perspectiva de Lyava, más quería ofrecer un argumento que abriera una ventana de positivismo a las circunstancias que no podían ser cambiadas. Aunque la dama fue cortés, hizo un comentario que la nephele venía indagando desde que huyó de las tierras de los humanos. "Por ideas como esas..."
El miedo, la ignorancia y el odio eran las razones por la que las guerras se desataban. Simple y llana ignorancia, alimentada por el odio para generar temor, fácilmente manipulable por gente con poder y direccionado a atrocidades como batallas sin sentido.
Íriell sacudió su cabeza de forma ligera y cuidadosa -Creo que me malinterpretó. No estoy justificando el acto de extraer una planta de su hábitat- pausó un momento -El apreciar su belleza antes de marchitarse es una ofrenda noble que podemos brindar, ante la conclusión inevitable de su muerte-. Internamente, consideraba una grosería simplemente dejarlas morir sin propósito, por el que apreciar sus últimos respiros era una manera honorable de agradecer su partida.
Al liberar su mente, pudo notar la discreta elegancia de la morada de Haoyang, en la cual prevalecía las tonalidades oscuras, las cuales contrastaban armoniosamente con la luz que entraba determinante por los ventanales. Su mirada no pudo escapar el hermoso patio, además de la cantidad de libros que descansaban en los estantes. El arcano las invitó a sentarse, por lo que la doncella asintió con agradecimiento, sentándose de forma muy erguida y con postura que clama educación.
Inadvertidamente la pregunta por parte de Lian cayó de forma fría y pesada. Aunque la esencia de la incógnita podría abarcar un espectro amplio de temas, la mera razón por la que se encontraba allí, en aquella desconocida y alegre isla conocida como Mirovia, había sido a raíz del daño colateral de la guerra, provocada principalmente por la gran y despiadada caza. Nunca había servido de primera mano como un soldado o estratega en las líneas militares, y lo único que atestiguó en su pequeño paraíso con Zurek y los suyos, fueron las desgarradoras represalias que dejaban marcas en todos los jóvenes y niños que pasaban por casa de su protector, en consecuencia de aquel incesante derramamiento de sangre.
Su rostro y apenas había descansado en una expresión neutral, donde no se podían observar pizcas de tristeza o felicidad. Era un momento breve de introspección, en lo que elegía palabras correctas con las qué proceder -Me gustaría pensar que lo suficiente- comentó con suavidad, sin intención de sonar altisonante o atrevida. Tomó un breve respiro, para exhalar despacio y colocar sus manos cruzadas sobre su propio regazo. Recuerdos de dicha noche fatídica en el viejo continente amenazaban el intervenir en su cabeza y robar su alegría, pero al intentar esbozar otra palabra, el aire parecía faltarle, por lo que escondió el hecho con una tímida y corta aclaración de su garganta -¿Y ustedes? Parecen ser arcanos con vasta experiencia en la materia- devolvió la pregunta, acobardándose de acompañar el comentario anterior. Evitó mirar directamente al dragón y la loba, y posó su vista sobre las gardenias que descansaban en sus piernas, acariciando de forma tersa sus pétalos.
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Lyava
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Post by Lyava on Aug 12, 2017 19:27:28 GMT
No era propio de ella pero en su cabeza se había hecho una idea de cómo sería la casa por dentro y dado el tamaño de la propiedad había imaginado muchas cosas menos esto. Había creído que sería una casa llena de opulencia y detalles propios de una persona que parecía encontrarse económicamente, más que estable. Su sorpresa fue bastante grande cuando al momento de entrar la casa poseía mucha sobriedad: le quedaba bien, iba con él. La vivienda era hermosa pero sobre todo el jardín, parecía que este hombre había sido bendecido con abundancia. Pese a no tener sentidos tan aumentados como otros de sus iguales, el olor a madera era bastante predominante, no le desagradaba pero tampoco estaba acostumbrada del todo, aunque después de vivir rodeada de olor a azufre y otros tantos producto de los volcanes de Draconia, ya no muchos olores le eran desagradables. Observaba con curiosidad los libreros y de tanto en tanto miraba discretamente hacia el jardín, le recordaba mucho a su infancia. Se encontraba tan en si misma que le sorprendió el ver a aquella mujer de cabellos azules y piel morena frente a ellos, al escuchar a Haoyang dirigirse de ese modo a ella y pedirle el té, sin chistar o mostrar cualquier otra emoción fue directo a cumplir con su encomienda. Le parecía familiar, creía haberla visto en algún lugar pero no estaba del todo segura. No comento nada, solo la siguió con la mirada hasta verle desaparecer. Mientras tanto aquel hombre les indicaba con un gesto que tomarán asiento, por lo que se dirigió a aquel mueble junto a la señorita Victoria. Sientánse en libertad de tomar lo que gusten; en seguida nos servirán el té- Escucho decir al Lung, se limitó a asentir y quedarse en su lugar observando callada. En cuanto a ella respectaba, parecía ser casi un mueble, ahí en silencio y solo observando. Observaba con curiosidad más siendo discreta, los muebles, el lugar, a Viktoria, y Haoyang. Se preguntaba si la casa donde ahora moraría era remotamente parecida a esta que irradiaba calma. Al escuchar de nuevo la voz del Lung , quedo en silencio , era una pregunta interesante y estaba pendiente de la respuesta de la mujer, habían muchos tipos de arcanos pero había muchas maneras de dividirlos, las hembras, los machos, por especie, …los que conocían la guerra y los que no. De cierta manera no sabía cómo clasificarse en esta última pero le causaba curiosidad. Sabía de la guerra? si que lo sabía, había repercutido de una manera y otra durante toda su vida… había participado? Directamente tampoco lo había hecho, más si había recibido entrenamiento por parte de muchos soldados y guerreros. - Me gustaría pensar que lo suficiente- La respuesta de la arcana le había sorprendido, ella decía suficiente, era difícil de leer ente letras pero lo había dicho todo sin decir nada, esto le hizo sonreír un poco: era una mujer cuidadosa con sus palabras y eso se valoraba. La sonrisa que esbozo era una sonrisa arrogante, era una real, de las raras de ver en su semblante y que por lo mismo duro muy poco y fue borrada al escuchar la pregunta de ella hacia ambos. – Soy… un guerrero, sí. Pero pese a recibir entrenamiento de esa clase no soy un militar. Quizá sepa tanto como usted Viktoria – Admitió la mujer, que había participado en un montón de peleas y enfrentamientos, quien había matado infinidad de humanos y arcanos pero que jamás había participado directamente en una guerra. Cómo podía clasificarse ella misma? No tenía idea, no muchas veces había reflexionado acerca de esto.
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