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Post by Viktoria Íriell on Sept 4, 2017 5:11:21 GMT
No esperaba que se diera esa resolución de eventos. Aunque en su corazón se había decidido por el convencerle en caso de una negación, la aceptación del otro fue inmediata, tanto que la tomó desprevenida. Al ser envuelta en la figura del otro a raíz de los pasos del baile, sintió un familiar sentimiento de protección y confianza, distinta a las vibras que la mirada tan áspera y filosa que su rostro emitía.
Los movimientos del Lung eran suaves y sumamente contrastantes con aquello que se hubiera imaginado. La nephele no era exactamente una maestra en el baile, pero sabía uno que otro paso, lo básico como para que una dama se defendiense apropiadamente bajo una invitación de baile formal. Sus destrezas se mantenían mayormente en las artes musicales, por lo que la vasta mayoría del tiempo era la que generaba música para que otros bailasen, en vez de participar ella misma de la danza. Al escuchar al otro hablar, advirtiendo de sus límites, Viktoria le miró fijamente con ojos enternecidos -Esto es más de lo que me atrevería a desear- comentó en un tono lírico, con suma honestidad. Los pies de la mujer eran ligeros, y su cuerpo se mantenía deshinibido, como si la música estuviera inundando cada fibra del mismo. No encontró molestia alguna en el contacto con el cuerpo de su anfitrión- al contrario, su aroma y tosca calidez la llevaban a conocerle de una forma más íntima, pero sin pisar sobre el descaro o los límites de lo personal.
Se limitó a compartir silencios, los cuales se llenaban de un aura sensible y delicada, aunque elegante y confortante. A su manera, el baile permitía el poder transmitir sentimientos y decir más cosas que las mismas palabras tenían capacidad de. La dama se aferraba al cuerpo del contrario, sujetando la mano del otro a manera delicada aunque firme, y posando la otra sobre su hombro. La diferencia de altura era pronunciada, pero parecía no entorpecer mayormente sus pasos. Permitió que su pareja de pista dirigiera la danza, entregando su cuerpo para que el mismo lo maniobrara con sus hábiles manos. A todo momento, la dama compartía miradas con el hombre, como si estuviese explorar sus pensamientos por medio de sus ojos. Su intromisión era con intenciones buenas, y amarradas al ferviente deseo que conocerle más. La Nephele creía que la amabilidad y la cordialidad eran elementos claves para iniciar lazos entre seres, por lo que no desistía en demostrar con sus gestos, palabras y miradas que ella estaba ahí, dispuesta a vertir su aprecio y cariño de manera sincera, con el fin de abirle las puertas para entablar el inicio de una posible amistad.
A cierto punto la música se volvió solemne, por lo que la mujer aprovechó en descansar su mejilla sobre el pecho del arcano, inevitablemente escuchando los latidos de su corazón. Sonrió, cerrando los ojos por un segundo, para escucharle detenidamente.
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Post by Haoyang Lian on Sept 4, 2017 6:08:58 GMT
Bien; apreciaba su sensatez. Esperar más de lo que había dentro de sus capacidades era sumamente ingenuo por no decir estúpido por lo que estaba complacido con sus palabras. No despegaba sus ojos puesto que creía que el contacto visual era de importancia en actos como ése, sin embargo, comenzaba a sentir una dificultad haciéndose presente; no le estaba siendo tarea sencilla el mantener anclada su mirada con la de ella. Comenzó a sentirse de pronto inadecuado ante sí mismo. “La falta de práctica” pensó. Sus movimientos de pronto no eran tan fluidos, habiendo una ligera rigidez en sus pasos. Tantos años de mantener aquello en las sombras sin haber una oportunidad o evento en el cual saliera a relucir aquella habilidad suya.
No permitiría de ninguna manera delatarse ante ella; por ser una extraña principalmente. No podía negar que la mujer se movía con gracia y suavidad; haciéndole del baile una tarea un poco más sencilla de lo que había pensado. Era liviana y fresca como la brisa del otoño; pensó en un momento, pero alejó aquello a sacudidas con la voz de su consciencia. Más sorpresas lo atacaban. Se tensó un poco al sentir el rostro de la mujer reposar sobre su pecho. Sentía que en esa cercanía, los latidos de su corazón delatarían su incesante batalla interna pero le costaba trabajo enunciar las palabras y efectuar los movimientos necesarios para alejarla, al menos no en ese momento que comenzaba a perderse en la dulzura de su aroma. Flores cuyo aroma parecía ser más dulce que las de cualquiera que hubiera olfateado jamás.
Era brusco, sí, lo era, pero no mal educado. Muy a su pesar, continuó danzando esta vez con un ritmo más lento, sabiendo que en esa distancia tan corta sería bastante disparejo danzar de manera más veloz. ¿De qué iban esos gestos y contactos? Sabía que no había algo oculto ni sumamente profundo; recién se conocían, pero sí era distinta su manera de presentarse ante el mundo, como si le perteneciera… como si se lo mereciera. Haoyang comenzaba a preguntarse si realmente era así. Por primera vez en mucho tiempo experimento un nerviosismo un tanto ingenuo que lo remontó a momentos de su vida en los que aún existía la inocencia en su ser. Pero esos días… esa inocencia y entusiasmo por la vida se habían desvanecido hace muchísimo tiempo. Tensó la mandíbula, sin notar que el agarre en la mano de la contraria se había tensado un poco más. -¿Suele danzar así con extraños?- preguntó quebrando aquél silencio que él mismo había estado disfrutado tanto. Sentía una intriga tan necia que no le permitía pensar con claridad y que al mismo tiempo lo frustraban. Experimentaba molestia y frustración, deseos de hacerla a un lado y hacerle que se marchase para no verla nunca más. Empezaba a convencerse que Viktoria era de esas mujeres peligrosas, de esas que se clavaban en lo profundo de la mente.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 4, 2017 14:05:28 GMT
La dama estaba empedernida en al menos alcanzar a rascar la superficie de aquel amurallado corazón y así dejar tan siquiera una marca de su esfuerzo con su terso toque. Curiosamente, su personalidad y trato ayudaban de manera coherente el poder aflorar situaciones ideales donde la calma y la paz eran dos delicadas caricias que acariciaban las sensibilidades de aquellos en su proximidad. Desde siempre, aunque más recientemente de manera consciente, Viktoria siempre ha sentido la necesidad de esparcir la semilla de la amistad, especialmente en aquellos que demuestran moverse en soledad y ser duros consigo mismos. El mundo está lleno de horrores, por lo que su noble causa siempre se ha proyectado en compartir el cariño de una desinteresada amistad. Repartir amor por donde va, y nunca dejar a nadie irse sin estar en un mejor estado previo a conocerle. Después de todo, la soledad y el sentimiento de no ser necesitado es la pobreza más grande que un ser puede poseer.
Aquel breve contacto de su rostro presionado contra el pecho del Lung pareció eterno, a pesar de no ser mayor a un par de minutos. Se sentía cómoda y protegida en aquella posición, y el particular aroma que despedía la esencia de su anfitrión le llenaban un tanto de nostalgia, puesto que le remontaban a recuerdos cálidos y solemnes que hubiera deseado poder tener seguir perpetrando, mas se habían esfumado en una tragedia sanguinaria. El palpitar del otro parecía un tanto agitado, creando una curiosa melodía que provocaba que la mujer se atreviera a realizar más en acciones características de su noble naturaleza. Poco a poco, y bañada por un dejo de egoísmo otorgado por aquellas memorias que le asaltaron, su manos se deslizaron como seda del toque del dragón, y se amarraron a los costados del mismo, abrazándole con fuerza. Aunque por su figura y complexión su fortaleza física era prácticamente inexistente, había un vigor que derramaba del mismo espíritu y acciones de la dama. Permaneció ahí, tratando de ahogarse débilmente en dicha acción reconfortante, abusando completamente de la confianza que el otro había impuesto al presentarle límites de lo que podía ofrecer. Al escuchar las palabras del mismo, su garganta se anudó ligeramente, causando que las palabras se atoraran en su boca.
Tragó pesadamente. Realmente no había bailado con muchos seres aparte de su protector, y otros jóvenes de la casa de la que provenía del viejo continente. ¿Estaba fuera de lugar decir que se sentía segura en los brazos de un extraño? Podía quedarse ahí debatiendo que era adecuado o no, nadando en aguas agridulces de felicidad y profunda tristeza -Es el primer arcano con el que danzo en esta isla- comentó en un susurro frágil. Abrió los ojos e intentó recuperar su propia fortaleza- no se perdonaría si arruinaba la paz de Haoyang por simples caprichos de su parte. -Lo lamento- mencionó ahora con un poco más de fuerza, suavemente retirando sus brazos y creando un leve espacio entre ambos -No tiene que hacer esto por obligación- se excusó, tratando de devolverle su espacio personal. Mantuvo su mirada fuera de los ojos del dragón, y se resignó en sonreír con cierta sombra. Sacudió un poco su cabeza, tratando de calmar la atribulación en sus pensamientos. Levantó el rostro y le sonrió un poco más energética a su acompañante, tomando su mano brevemente entre las suyas y regalándole unas cuantas caricias -Gracias- le dijo con profundo agradecimiento y sinceridad, sin explicarse demasiado.
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Post by Haoyang Lian on Sept 4, 2017 14:56:22 GMT
De pronto las manos de la nephele lo rodearon, tocando con suavidad los extremos de su cuerpo. Ese tacto poseía una sensación más fuerte que las descargas que experimentaba al usar su elemento. El hueco en su estómago se hizo más grande, permitiendo que una maraña de emociones lo perturbaran de forma agresiva. Sentía fría la cabeza y su mandíbula cada vez más tensa. ¿Por qué no encontraba la voluntad suficiente para apartarla cuanto antes? Era un simple acercamiento físico, sí, seguramente que para la mujer era sólo eso y nada más, pero aquello desacomodaba y alborotaba sentimientos que guardaba bajo llave. Pensamientos y sensaciones que se había prohibido siquiera explorar hace ya muchos años. No toleraba sentirse vulnerable; sabía lo que eso traía.
La habría apartado pero le había hecho una pregunta. Por educación la escucharía y también, no quería admitirlo, pero no deseaba interrumpir ese contacto por mucho que su cuerpo respondiera de forma un tanto hostil. Entonces su voz resolvió sus dudas; ¿era el primero con quien hacía tal cosa en la isla? Quería decir tal vez que era una recién llegada… entonces… tal vez, sólo tal vez, esos recuerdos de la guerra de los que habían hablado antes permanecían frescos en su ser. La disculpa de la mujer interrumpió sus pensamientos; le tomó tiempo deducir por qué lo hacía o más bien, no pudo hacerlo. No fue hasta que ella misma agregó que supo de lo que hablaba. No estaba totalmente seguro si había sido obligación lo que lo llevó a aceptar su baile. Actuó por mero impulso sin reparar por completo; sólo había una negación que sin saberlo existía por mera costumbre y no por racionalidad.
¿Cómo alejarla? Su mente estaba operando de maneras distintas; estaba confundido. No estaba acostumbrado a lidiar con personas así: amables, pero sin caer en la insistencia y lambisconería. Había una reserva que despedía elegancia y mesura, incluso ligera sumisión. Si había dudas en él de que sus conductas fueran genuinas para ese punto se habían disipado casi por completo aunque aún quedaba una ligera incertidumbre no era nada comparado con el convencimiento que ahora habitaba en él.
Se dejó ser tomado de la mano, de nuevo. Era como si él mismo se probara a ver hasta dónde podría soportar. Recibió aquél agradecimiento sin saber cómo responder y aún más por la distracción que esas ligeras caricias le causaba. La miró en silencio, como si fuera ajeno al lenguaje que hablaba. Su rostro aún severo sin transmitir por completo las grietas de su alma pero en ese instante sus ideas se desbordaban y los comandos que se había puesto para sí mismo estaban siendo desobedecidos ante tal situación. -Yo no soy obligado por nadie para hacer nada- contestó. Era cierto; era un ser autónomo aunque por supuesto, obedecía a los Soberanos y al Lord de Draconia pero cualquier otro arcano común no tenía suficiente importancia como para acatar sin chistar, sin embargo, se encontraba perturbado ante el hecho de que se había movido por los deseos de la mujer precisamente de esa manera; obligado o más bien encantado por su voluntad.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 4, 2017 17:40:50 GMT
La aspereza con la que había compartido aquel comentario le recordó un poco a la rebeldía de los niños que ella cuidaba. No estaba del todo segura si sus palabras habían nacido a raíz de la confusión generada por sentimientos conflictivos, o porque había tocado alguna sensibilidad de manera imprudente. No obstante, el mero hecho que no le hubiera pedido que cesara, o la hubiese detenido en seco en sus actos amistosos, le generaban esperanza, tal cual como una puerta entreabierta en un pasillo oscuro. Quería entrar, quería explorar, sus intenciones eran honestas y sinceras, y aquella idea de que su brillo pudiese impregnar aunque fuese un simple destello en aquella vasta sombre que lo envolvía, estaría contenta. Sabía que aquello requeriría labor y paciencia, y ante todo, perseverancia. El goteo constante sobre una piedra no parece tener un efecto mayor, pero a largo plazo si este persiste, conlleva a erosionar las asperezas de la misma y ultimadamente, penetrando. Aquella imagen junto al lenguaje corporal del dragón le generaron un tanto de diversión, causando una pequeña risa ahogada manifestarse por medio de una exhalación alterada.
Le observó unos cuantos segundos antes de debatir tema alguno. Al mirarle, pudo presenciar que ahora se veía más tangible, accesible. Parecía ser más arcano de lo que lucía dentro del salón donde debatieron sobre la guerra. No necesariamente porque su rostro denotara amabilidad, si no, por la serie de sentimientos que parecían emanar debido al conflicto dentro de su ser. La nephele dejó una de sus manos ir, pero la otra se aferraba sutilmente a la del varón, al sujetarle por los dedos índice y medio únicamente. Había esa sensación de que se podían separar en cualquier momento si alguno de los dos fuera a tirar de sus palmas en dirección opuesta sin esfuerzo alguno, pero también había una fuerte calidez que complementaba el toque de uno y el otro. En ese instante, Viktoria aprovechó para desenmascarar su duda -¿Quiere decir que lo hizo por que así lo deseaba?- sugirió, intentado extraer la sinceridad y conexión con sus propios sentimientos del otro -¿Todo esto?- presionó un poco sobre la mano ajena, clarificando los pequeños actos que habían acontecido hasta el momento, eran por que el así lo había permitido. Aquello fue más que todo una retórica con poco espacio para deliberar, por lo que se tomó la libertad de asumir y hacer otra pregunta -Si me permite indagar… ¿Cuál es la razón?- aunque se daba una ligera idea, quería saber lo que tenía por decir al respecto, escucharlo de su propia boca.
Íriell sabía bien que el aventurarse en la delicadeza de los sentimientos, y el razonamiento de los mismos, podían resultar contraproducente. Tenía experiencia con sus jóvenes de que los mismos se terminaban sintiendo asediados y acorralados, al no poder entender las razones por las que hacían o escogían cosas. No obstante, en algunos casos aquello develaba la oportunidad de poder desmenuzar el alma y entrar en sintonía con la misma, logrando un avance a con los propios sentimientos. Conforme esperaba una respuesta del otro, le miró con detenimiento, acariciando suavemente con el pulgar tal si estuviese dibujando sobre la piel del dragón.
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Post by Haoyang Lian on Sept 4, 2017 18:45:12 GMT
La mujer no suspendía el contacto, ¿por qué? ¿qué era lo que adhería su mano a la suya? Frunció el ceño ante la pregunta que recibió mas no era ingenuo, sabía perfectamente que estaba diciéndolo como una afirmación mas estaba disfrazada en tono de pregunta pero ahora le cuestionaba sobre sus razones. Ni él mismo estaba del todo seguro y lo que figuraba en su mente no podría salir de ninguna forma ante ella; nunca. No podría decirle: “su presencia me es grata” que era lo que de momento pensaba y sentía. La miró con frialdad, obligándose a encontrar la motivación suficiente para al fin alejarla. Tardó en hacerlo… era difícil teniendo aquella suavidad sobre su piel, sintiendo la ternura tentando a la hostilidad de su ser para marcharse. ¿Cómo podía experimentar tal cosa en tan poco tiempo? ¿Sentía atracción a su contacto? No. Eso sólo significaría que estaba carente de aquello y eso no se lo permitiría; estaba comprometido a mantenerse ajeno a eso, a la vulnerabilidad, la fragilidad y sobre todo la ternura.
¿Debía responder? Aunque fuese a negarse a contestar pero decir algo. Sentía las palabras golpetear la boca de su garganta pero sólo el sonido; no hallaba qué decir. Comenzó a sentirse acorralado al punto en que su orgullo comenzaba a traicionarle, haciéndole pensar que ya había llegado a un punto en el que su dignidad estaba en juego. ¿Estaba haciéndolo a propósito? ¿Se estaba burlando de él? Tal vez Viktoria era más calculadora de lo que pensaba; tal vez su amabilidad no era del todo pura… Tal vez veía su fragilidad asomarse entre las grietas de su alma. Era peligrosa.
Respondió pero no con palabras. No las había porque no encontraba una respuesta que hablara por él. Se soltó del agarre de la joven en un movimiento arrebato que se hizo más brusco al momento en que la tomó de los hombros. Inevitablemente la acercó hacia él mientras que buscaba en su rostro por respuestas, aferrando su mirada a la de ella como si fuera capaz de sacarle el alma con los ojos. Tensó el gesto, viéndose sumamente molesto… molesto por la situación y molesto porque el saber que ya añoraba su tacto era muestra de que algo en él estaba quebrándose. Fuese por la fragilidad de la mujer que tal vez le inspiró a suavizarse… pero mientras tanto, se sentía expuesto y débil.
“Largo” era lo que debía decirle pero entre más se daba cuenta de que le estaba resultando imposible decirlo más se estaba frustrando. “Abre la boca, saca la voz; no es la dueña de tu voluntad ”. -¿Es esta su idea de fungir como pilar, Viktoria?- apretó la quijada, su boca saliendo apenas como un susurro ronco y profundo.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 4, 2017 19:46:42 GMT
Pensaba que lo había logrado. Tras su pregunta, el tacto ajeno no había cesado y los momentos de deliberación en el otro la hicieron cantar victoria antes de tiempo. Aquella mirada dura pero expresiva que buscaba la suya, tratando de espantarle, revolviendo en sus adentros, eso era lo que ella deseaba, que se conectara consigo mismo. En el rostro de la nephele empezó a crecer una sonrisa, no de picardía ni de burla, si no una de profunda alegría. Una vez más, la compresión y cariño desinteresado triunfaban, sobre aquello que le contrastaba.
Sin embargo, las riendas que intentaba dirigir en aquel encuentro se habían salido de su agarre, inclusive azotando sus manos, dejándola expuesta en un parpadeo.
El abrupto movimiento que arrancó su mano de la ajena, y el repentino agarre a por sus hombros la dejó fría y atemorizada. Se sobresaltó de tal manera como un ave sorprendida en la oscuridad, tiritando por aquel evento tan inesperado. No se había preparado para un escenario de la índole; estaba segura que a lo más iría a recibir una reprimenda verbal, puesto que Haoyang había demostrado tener una forma muy directa y honesta de hablar, quitando tapujo o delicadezas que le adornaran. Pero no. Su aparente triunfo había sido excesivo, saltado absolutamente sobre la raya. Ahora ella era la que había sido acorralada, se sentía como una presa indefensa ante la mirada y cercanía tan inquisitiva que el otro demostraba. Cada facción de su rostro se había torcido de la seriedad a la furia, desvistiendo un enojo puro al desnudo. Su aura se había encendido en llamas, denotando peligro en cada brote y sin señal alguna de cesar antes de que fuera víctima. Viktoria tenía miedo. Aquello no era algo que esperaba, o hubiese deseado en lo más mínimo que sucediese. Quería huir, refugiarse, pero estaba en bandeja de plata a completa merced del otro. ¿Lo había calculado mal? ¿Había sido demasiado ingenua? ¿Era un lobo en piel de oveja, midiendo el momento preciso para subyugarle? No podía pensar con claridad, y muchos de sus razonamientos estaban siendo alimentados de primera mano por el miedo que le besaba la médula.
Al sentir la respiración del contrario acariciar su piel, acompañada de una mirada que traía toda intención de estrangular sus buenas intenciones, las palabras simplemente se ahogaron en su garganta. Su mandíbula temblaba y su lengua tartamudeaba intentando encontrar algo adecuado que añadir a la situación. Su respiración se entrecortó y sus ojos anillados solo se mantuvieron perplejos y abiertos como tanto le era posible. Cada detalle en su rostro y cuerpo estaba empapado en temor y debilidad. Al escuchar la voz del otro sintió un respingo en su espalda, inconscientemente asumiendo lo peor. Pero aquel cuestionamiento escupido entre dientes apretados la dejó perpleja, tratando de articular sílaba alguna.
-¿Acaso es algo malo?- dijo con una voz quebrantada y débil, desconcertada, tratando de apelar pobremente a la humanidad del otro.
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Post by Haoyang Lian on Sept 4, 2017 21:37:47 GMT
¿Malo? De nuevo lo desarmaba con esa amabilidad y esas intenciones que comenzaban a encarnarse en su piel con el convencimiento de una bondad ajena al mundo real. Su mirada era trémula, moviéndose de un lado a otro como intentando leer el ámbar que aún brillaba de los ojos que tenía al frente. Sentía la vulnerabilidad de su cuerpo refugiada en las palmas de sus manos; aún se mantenía adherido a ella fuese por necedad de cortar el enlace o por mera necesidad de someterla y mostrarle que no estaba para juegos; tal vez eran ambas cosas. ¿Por qué seguía doblegando su consciencia con esa extraña? Bastaba con mandarla lejos y no verle nunca pero por primera vez admitió en el fondo de su ser que no deseaba aquello. Sin formular con exactitud esto con ideas concretas pero en realidad una presencia como la de la nephele le era necesaria. “No hay oscuridad sin luz” pensó. Aquello le hacía sentir rabia al saberse sucumbido de forma inevitable ante algo que se había negado rotundamente por experimentar de nuevo: añoranza por la compañía de alguien.
Liberó la tensión abriendo las palmas de sus manos para permitir a la joven huir ya que seguramente después de aquello saldría corriendo, viéndolo con una amenaza. Mejor así; no le convenía de ninguna manera enredarse con su persona por mucho que el dragón comenzara a caer en cuenta de las deficiencias que había en su vida. Le costaba trabajo comprender que la bondad que Viktoria ofrecía al mundo era inocente, pura, carente de motivos ocultos sin embargo era la escases de inocencia que había en el corazón de Haoyang que lo llevaba a pensar que la joven podía pretender burlarse o jugar con él. Vacilaba entre aquello; entre aceptar su bondad y rechazarla por no saber cómo recibirla. La cuestionó mil veces en silencio mientras sus manos reposaban a sus costados en puños, tensándose por la escena.
No… no era malo; al menos no se sentía de esa manera, sin embargo, no concebía la idea de saberse ahora con un deseo de verle otra vez. Se sentía intolerante consigo mismo y eso, sin quererlo en realidad se veía reflejado en cólera que terminaba por caer sobre la mujer quien era inocente de todo. Dejó escapar un respiro profundo por la nariz; una minúscula señal de derrota. No podía decirle que era algo negativo… no lo era. Por más que le costara admitirlo, lo que había sentido no lo había experimentado en mucho tiempo. Incluso entre la incomodidad e incertidumbre, sintió el ligero golpeteo de la felicidad chocando en su pecho. -No lo es- respondió al fin, luego de que el silencio reinara entre ellos, un silencio que a diferencia de los otros se respiraba pesado y frío, incluso para él. Veía el miedo en ella y sintió cómo su corazón se hizo más pequeño; justo acababa de desobedecer a lo que se había propuesto antes: resguardar el brillo de sus ojos. Eso no fue para él otra cosa que una confirmación que todo aquello que se viera expuesto a él terminaría carente de suavidad tarde que temprano. -Pero puede dejar de intentarlo conmigo; es un momento tardío en mi vida- puntualizó.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 5, 2017 0:40:20 GMT
El temor había cedido, mas no desaparecido por completo. Parecía como si sus palabras hubiesen encontrado la manera de apaciguar aquella mirada devoradora que arrinconaba su corazón contra el filo de un acantilado, pero... ¿qué tan efectivo había sido?
Al momento en que la presión de sus hombros se esfumó y las manos ajenas regresaron a los costados del otro, la nephele sintió como el aire regresaba a sus pulmones, al igual que la sangre a su rostro. Dejó una bocanada de aire escapar y sus hombros cayeron con pesadez, sintiendo cierto alivio de que el otro no hubiera seguido presionando en aquella circunstancia. Aún así, alcanzó a retroceder unos pasos, mientras sus palmas se aferraban en forma de puños sobre la tela de su bufanda que viajaba de muñeca a muñeca, colocándose en su propio torso y anteponiéndose contra cualquier cosa o ser que fuera a acercarse en aquel instante. Su lenguaje corporal se había vuelto defensivo y cohibido, a diferencia de momentos antes. Se encontraba cabizbaja reflexionando sobre lo que había hecho, tomando total culpa por haber presionado al otro de una manera tan egoísta, por el simple capricho de querer conectarse con él a un nivel más sensible.
La incertidumbre que carcomía el silencio fue detenida al momento que el contrario esbozó una respuesta. Tímidamente levantó el mentón, apenas lo suficiente como para alcanzar a mirarle fugazmente al rostro, aunque inmediatamente ladeando la mirada hacia la nada. Aquello que hizo no tenía nada de malo, o al menos las palabras de su anfitrión así lo confirmaban, muy a pesar de la contrariedad de sus acciones agresivas. Viktoria no se le daba bien en situaciones de fuerza, ya que además de tener una tremenda desventaja física, la violencia era algo que su delicadeza no alcanzaba a confrontar de manera grata. Sabía defenderse en argumentos y conversaciones, y manejar de cierta manera hasta los más recios en compartir palabra, pero más allá, eran terrenos en los que estaba completamente expuesta e indefensa.
Deseaba irse de ahí, para poder acomodar sus pensamientos y recobrar sus energías. Analizar lo sucedido, y llegar a una conclusión de que debía evitar en un futuro. Pero antes de atreverse a retirarse de ahí, el siguiente comentario del Lung la atrapó en seco, como si de repente raíces se hubieran atado a sus tobillos y sus piernas vuelto de piedra.
-No- musitó tan débilmente que fue inaudible. Un silencio únicamente interrumpido por el cacareo de aves y la caída de la catarata a distancia se alargó, antes de encontrar convicción en continuar con sus palabras -Escuché el palpitar de su corazón, y eso para mí es prueba suficiente de...- se detuvo, tragando un poco amargo -...de que aún hay tiempo.-
La dama alzó la mirada y se armó de valentía para observarle directo en aquellos irises magentas. Aquella breve conexión dejo ver que, a pesar de lo sucedido, la mujer no pensaba darse por vencida. Intentó sonreír, pero sus labios alcanzaron a alargarse apenas un poco. Asintió a modo de disculpa y finalmente se alejó del quiosco. Se hubo detenido por un momento sobre una área verde del jardín, teniendo una pequeña idea. De su cabello sacó uno de las flores que le adornaban tan vívidamente, siendo un iris blanco con tintes violeta en el interior de sus pétalos. Se agachó apenas para cavar un hoyo con sus manos, y plantar aquella flor ahí. Aquel brote era muy especial para su persona, ya que fue un regalo de su protector al cumplir cien años. Siendo Zurek un hombre diestro en la magia, había puesto un hechizo sobre esa y las otras flores que adornaban su cabello, otorgándoles tanta vida como baños lunares tuvieran diariamente, volviéndolas dependientes de la noche para ensalzar infinitamente su belleza y longevidad. No obstante, si llegaban a ser devueltas a la tierra, las mismas perderían la magia, y retornarían a ser flores comunes.
Íriell sintió la necesidad de dejar aquella planta en aquel hermoso jardín, como un simbolismo de promesa silenciosa. Si encontraba la forma de perdurar en aquel terreno, significaría que indudablemente, el destino de ella era el de ayudar al otro. Una vez hecho aquello, volteó momentáneamente sólo para mirar al Lung una última vez, antes de partir de sus dominios.
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Post by Haoyang Lian on Sept 5, 2017 6:12:14 GMT
Sus palabras parecían tener impulso suficiente para hacerlo retroceder; como si se tratara de un brusco empujón. Sin embargo logró controlar los impulsos de su rostro y mantenerse frío; no debía mostrar más su vulnerabilidad. Deseaba con todas sus fuerzas decir algo, negar sus palabras pero antes de que pudiera la joven se le adelanto a paralizarlo con el contacto de sus miradas. Aquella sonrisa que parecía domar los impulsos hostiles del dragón. La siguió con la mirada, conforme se alejaba, dejando tras de sí un sentimiento extraño que no era del todo bienvenido. No intentó detenerla a pesar de que sentía que no volvería a verla, incluso después de escuchar sus palabras; no creía que fuera a tomarse el tiempo de intentar penetrar su alma de nuevo. La vio detenerse y agacharse, acercándose a la flores pero se mantuvo a esa distancia, sabiendo que de acercarse mancharía lo que fuese que estuviera sucediendo. Capturó su mirada una última vez; Viktoria podría haber jurado que sus ojos eran suaves, ajenos de la severidad que le dedico en todo momento que se encontró frente a él. No podría saberlo con certeza… pero así fue. Absorto en la escena, Haoyang se perdió figurando lo que estaba pasando.
Una vez que la mujer abandonara el sitio, caminó hasta aquél punto sólo para observar la diminuta flor tomando su lugar en su jardín. Tal vez debía pisarla, matar lo que quedara de ella porque de no volver, su recuerdo sería como una espina enterrada en la piel… pero no hallaba las fuerzas para hacerlo. Miró por minutos hasta que al fin, retomó su andar de vuelta al interior. Tomó su lugar de nuevo en su estudio, en aquél sofá donde había estado sentado. Miraba con insistencia el otro mueble que había sido ocupado por la nephele; parecía que pretendiera traer de vuelta su imagen con sólo posar los ojos en ese sitio.
Su protegida había visto todo a través de la ventana, lo cual levantó en ella la sospecha de que su mentor se encontraba en un aprieto. Lo veía tenso; sabía cuando su mente maquinaba de formas que lo alteraban. Presionó sus labios al sentir el impulso de soltar palabras pero guardó silencio. Fue suficiente con intercambiar miradas; el lung parecía desolado de pronto, conmovido por la furia. La náyade esperaba que pasara pronto, que su humor volviera al mismo… al menos así sería callado y como siempre estático, de otra forma, sus arrebatos de enojo llegarían y esa dificultad que se cargaba la haría querer irse de casa más rápido de lo usual.
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