Descubriendo un Nuevo Mundo (1/1)

Se encontraba bien, mejor de lo que podría decir un año atrás.

Liberando el brazo de Dahlia se secó su rostro para sonreírle a su acompañante aun cuando en sus ojos se notaba la clara sombra de la melancolía.

—Si, solo me llego el reflejo de la luz a los ojos y soy algo sensible a la luz— En aquel momento pensó y recordó que no le había dicho de su naturaleza a la elfa, que bueno, era algo obvio por sus orejas, pero no por su singulares vestimentas, pues recordaba a los elfos usar ropas menos diseñadas para salir y más para la meditación, ceremonias y mostrar la elefancia de sus figuras, pero no por ello las prendas de la elfa le disgustaban, de hecho, le hacían pensar en sus propias vestimentas, algo que no hacia usualmente.

—¿Sabes que soy un vampiro, no?— Conocía a los elfos por su intuición, quizás había hecho mal en no comentarle su naturaleza, quizás no existiera prejuicio entre los Arcanos entre razas como antes o quizás nunca existió tal cosa y solo fue una idea que anido en su mente luego de años entre los humanos y su aversión no solo a los arcanos, si no, por sobre todos a aquellos Arcanos que bien tenían fama de alimentarse de ellos como si fueran un ganado.

—Si no lo mencione antes es porque por un momento pensé que era algo obvio, lo siento si te incomoda mi naturaleza— Mantuvo su mirada fija en la escena frente a ambos notando como entre todas aquellas lavandas crecía una Dahlia Martina y una bastante inusual, una amarilla.

Sus ojos permanecieron fijos en aquella flor y no tardo su compañera en notar como Hem camino hacia ella.

Sus pasos eran silenciosos y aunque pisaba las flores de lavanda parecían no recibir en realidad todo el peso del vampiro sobre ellas pues tan pronto quitaba el pie estas se levantaban nuevamente, apenas curvadas.

Acerco su mano al tallo bajo de la flor y de un solo movimiento la corto.

Volvió de igual modo, silencioso junto a Dahlia antes de entregarle la bella flor.

Quizás era un regalo o una despedida dependiendo de cómo tomara su naturaleza, de ambas formas, si se iba por temor hacia el no guardaría rencor alguno.

Pero solo quizás, todas aquellas ideas solo eran inseguridades en su cabeza, ecos de un temor pasado que no dejaban de llamarle en lo más recóndito de sus memorias.

—Alguien con un parasol negro y casi en harapos no es algo poco usual ¿No?— No podía evitar sonreír al hablar con Dahlia pues su aspecto inocente y actitud tan pacifica aun cuando le desvelo su naturaleza la cual realmente no quería ocultar, solo que por error y falta de educación, le recordaba a personas que en un pasado pudo considerar buenos conocidos.

—En realidad pensaría más que me lanzarías una flecha— El vampiro se encontraba débil, no lo demostraba, pero no comía hace semanas ni dormía debidamente, ambas por los fantasmas que le habían vuelto una criatura insegura, temeroso de cerrar sus ojos o aventurarse en la oscuridad de la noche y despertar entre gritos y hierro caliente.

—…— Por un momento no tuvo palabras que decir, se le daba bien conversar, platicar, crear un grato ambiente en el cual las palabras pueden fluir como la propia miel, pero ¿Cómo hacerlo? Hace tantos años que no había mantenido una conversación en la cual el dolor no fuera parte de ella le hacía dudar de que palabras decir, así que prefirió ir por la pregunta clásica.

—Y tu ¿Conoces otros lugares como este bosque?— Podría ser una pregunta burda, simple, pero la verdad es que Abraham desconocía en su totalidad a toda Mirovia.

No había logrado ver los arboles floreados del templo de la primavera, jamás había pisado las calles de la ciudadela, nunca había admirado las aguas del Lago de las Hadas, perdido en la frondosa jungla de Shangri Lax, admirado el templo del Verano o descubriendo la acogedora ciudad para los de su especie Reapergate como otras tantas ubicaciones de aquella tierra prometida.

Ante aquella pregunta no pudo evitar soltar una leve, pero sana carcajada.

Quizás no solo le había dado ocultado por un rato su naturaleza, sino que también pudo haber dado una impresión equivoca ante su amor por las flores.

—Te la e regalado, puedes hacer con ella cuanto quieras como lo harías con cualquier otra flor, estas flores a nadie le pertenecen así que no te preocupes por mi— Hace tanto tiempo que no sostenía una sonrisa sincera por tanto tiempo que sentía que su rostro llegaba a cansarse, aunque también el insomnio y el hambre pudieran ser igual de culpables.

—Si quieres hasta te puedo ayudar a buscar otras flores, como un favor— Sabia que Dahlia no las arrancaría por mero placer a destruirlas ya que veía con buenos ojos que la belleza de una flor fuera usada para crear otras obras de artes o como ingrediente para algún brebaje o alquimia, entendía que muchas flores tenían docenas de uso, nunca le dolería ver a una flor ser maltratada o destruida mientras no fuera por mera crueldad.

En efecto, las flores le eran especiales por la belleza que encerraban en su aspecto, en sus contornos y colores, pero algo que apreciaba aún mas era ver como las flores podrían llegar a crear cosas aún más hermosas.

Aun así, no pudo sentir cierta calidez en su pecho al ver como Dahlia guardaba su regalo.

—No te preocupes, sobreviviré— Bromeo ante la preocupación de la elfa, realmente resultaba conmovedor la forma en que se preocupaba por no llegar a ofender o lastimarle, era una persona noble, de buen corazón y aquello le trajo varios recuerdos la gran mayoría de tiempos mejores en que vivir entre los humanos resultaba algo placentero y no un temor diario por ser atrapado.

Miro la delicadeza con la cual aquellas manos desnudaron las flores que iba eligiendo solo quitándoles sus colores para enfrascarlos, pero aun intacta el resto de la flor así la flor aun sin pétalos podría dar sus semillas.

Siguió observando atento el actuar de Dahlia, como iba recolectando más pétalos y los iba estrujando y metiéndolos en aquel frasco hasta que luego de un par de minutos le mostro el resultado de su trabajo.

No pudo evitar la tentación e introdujo uno de sus dedos en la pasta, para ser más preciso el índice el cual quedo hasta la mitad tintado por el pigmento de la flor.

Se lo llevo a su boca, deseaba probarlo como un niño que ve curioso algo que solo quiere llevarse a la boca.

Saco su digito de su boca ahora limpio, ahora, pensativo, parecía querer descifrar el sabor, tenía un toque suave, pero realmente no sabría como describirlo, solo era suave.

—Estoy seguro de que el color de un girasol quedaría hermoso como pintura— Aquellas palabras no eran descuidadas, eran una proposición pues también noto el interés de Dahlia en aquella flor y ahora podía darse una idea del por que.

Y realmente no le importaría probar nuevamente el sabor de los pétalos de un girasol.

De cierta forma tenía razón, no sentía sabor, pero tampoco podía decir que fuera un sabor que le llegase a disgustar.

Aun así, su sonrisa se desvaneció por unos escasos segundos al escuchar aquellas palabras, aquella sensación que anidaba inquieta en el centro de su vientre y por las noches no le dejaba molestar, de suplicar por el hambre que crecía en su interior el cual podía ser menguado con manjares, pero realmente satisfecho con la sangre cálida de alguna victima desafortunada.

Volvió a sonreír, pero ahora con cierta incomodidad.

—Hoy no llegue a desayunar o almorzar, pero no se preocupe, seguramente cenare— Aquello tenía cierta verdad. Había visto que en el aquel bosque la vida silvestre era abundante y el sonido de animales tanto pequeños como grandes llegaban a sus oídos, su respirar, el mover de sus músculos, el palpitar de sus corazones bombeando aquel liquido carmesí que tan culpable le hacía sentir cada vez que lo veía brotar de un ser viviente.

—Pero aún no es hora de cenar y debemos aprovechar el día, así que ¿Por que no buscamos aquellos girasoles?— En esta ocasión Hem no le acerco su brazo a Dahlia, parecía ahora querer mantener cierta distancia, pero no una tan grande pues igualmente caminaba a su lado mientras recorrían el bosque y se detenía junto a Dahlia cada vez que observaba algún conjunto de flores del mismo color que le interesara de las cuales como antes, recolectaba sus pétalos para enfrascarlos y volverlos en un futuro bellos tintes.

—¿Tintes, para que, papel?— Se le asomo de improviso la pregunta al notar que si Dahlia sabia buscar tintes debería tener seguramente un pasatiempo o incluso una profesión.

Escucho con atención el uso que les daría a aquellos tintes y termino por detenerse por unos segundos mientras su compañera seguía caminando a su ritmo. Hem al escuchar el oficio de su compañera no puedo evitar mirar sus ropas e instintivamente las propias, desgarradas, gastada en los pliegues y las manchas de sangre seca las cuales se localizaban tanto en su espalda en forma de líneas y su pecho como punzadas de un pincel en un lienzo blanco. Su pantalón negro solo tenía al igual que su camisa rasguños que dejaban ver su piel expuesta.

Levanto su mirada rápidamente para volver a fijarse en la elfa, no quería que se preocupase por el sin mencionar que dinero era algo que carecía completamente en aquel momento. Apresurando su paso llego junto a ella, no se iba a subir a la roca en donde ella se encontraba pues parecía que estaba buscando algún punto de referencia ¿Se habrían perdido? No se había dado cuenta, pero él no había prestado hasta ese momento atención a su entorno, pero pronto la idea de perderse se esfumo de su cabeza pues el hecho de no tener un lugar al que volver o si quiera llegar a dormir resultaba en que no se podía perder si nunca tendría un lugar al que volver.

—Es un bello oficio, yo aun cuando no llegaba a estas tierras era un florista— De cierta forma esperaba que aquello no le resultara algo obvio a Dahlia.

—Cuando corto una flor está ya está muerta, les toma su tiempo que sus cuerpos como los nuestros se marchiten cuando dejen de latir. Además, tus solo les sacaste los pétalos, así que en realidad... más bien las desnudaste— La última frase termino en una muy leve risa, casi daba la sensación de pesadez que uno siente al hacer algo que hace mucho tiempo uno no hacía, como si los músculos hubieran olvidado aquella acción y se vieran algo resentidos en su actuar.

—Así que no te preocupes por ello Dahlia. Y si— Respondió a su última pregunta mientras le seguía ahora acelerando su propio paso para lograr quedar a su lado teniendo un pequeño tropezón pero logrando reincorporarse enseguida —Estoy intentando retomar mi profesión, soy relativamente nuevo en Mirovia así que creo que crear un jardín con el cual trabajar— "Y quizás también un nuevo hogar" pensó para si mismo mientras sus ojos como los de Dahlia observaba el color amarillo de las flores acercarse con cada paso que daban.

—Y tu ¿Cuantos años llevas siendo sastre?