Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Dec 30, 2017 6:26:25 GMT
El hombre mantuvo silencio perpetuo al escucharle hablar. Cada palabra que penetraba en el silencio llegaba a sus oídos sin prisa ninguna, sus oídos las recibieron con mero detalle; y sonaba tan complicado como era la realidad: su mente, un mar de tormentas rara vez en calma ¿había manera de mantenerlo sereno? Raymond lo analizó por breves instantes, sus pensamientos fueron de nuevo interrumpidos cuando le sintió tomar su mano.
El suave contacto de las manos de la mujer era cálido, suave contra la dura piel que él poseía, sutil, calmado y apacible. Su mente había identificado cada detalle y los había disparado al resto de los sentidos al instante en una oleada de súbito calor; más allá de la carne, solo el contacto le había llevado tranquilidad momentánea, entregó silencio a sus pensamientos. Sus ojos centellearon en resolución y en un gozo que solo fue capaz de escaparse en el dorado de su mirada. Fue breve, necesario; entendió que encerrarse era lo que le estaba haciendo daño.
“Es dejar el pasado atrás, cerrarle las puertas y abrir otras para el futuro” eso fue lo siguiente que escuchó.
Luego, ella retrocedió, le cedió espacio. Él ya no quería espacio; y su cuerpo lo demostró antes de que su cerebro pudiera frenarlo. Raymond avanzó, en silencio y sin decir palabra, su única mano libre frenó las de la mujer “¿qué estás haciendo, Clive?” Se preguntó. Pero fuera lo que fuera, no quería ignorar esa sensación. El hombre fue tan cuidadoso como pudo, a la par que, en un gesto quizá torpe de su parte, alzó la mano de la sacerdotisa, bajó la cabeza hasta pegar la frente a sus nudillos. Ah, ahí estaba la calidez del tacto; no lo físico: lo emocional. Sintió libertad, la necesaria para hablar.
—me encantaría ser capaz de ello —pronunció— pero la sangre siempre alcanza mi presente de un modo u otro ¿qué puedo hacer...?
Alzó la cabeza, había algo más que quería preguntar. No tenía un modo directo de hacerlo, no sabía siquiera a que se refería tampoco, pero quería preguntar.
—si algún día tengo que regresar, arrastrarme de regreso a esta puerta como harán algunas horas ya ¿la cerrarías para evitar traiga piezas del pasado conmigo?
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Luna
Los Grises
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Post by Luna on Dec 30, 2017 6:58:20 GMT
Aquél contacto le tomó por sorpresa. De momento se quedó helada, con los labios apenas separados acallando un grito ahogado. No le asustaba la cercanía del hombre mas bien fue lo inesperado de su acción. Permitió reposar su mano sobre la frente ajena, dando entrada a las palabras que el lobo necesitaba pronunciar. El dolor de sus palabras era evidente, podía casi saborearlo en cada concepto que llegaba hasta sus oídos. La carga en su espalda parecía poseer un poder bastante arraigado en él y tal como le indicaba con el té... poner en práctica una nueva visión tomaría tiempo para causar impacto en su vida. Sonrió a pesar de la tristeza que éste despedía. Ladeó suavemente la cabeza para mirarle mejor el rostro. -Tendría que escuchar primero tu nombre para saber que eres tú- pronunció mientras su otra mano se apoyaba sobre su mejilla.
Recordaba aquellas épocas en las que su corazón se sentía pesado, la esperanza perdida y la vida tan frágil como un copo de nieve al caer de la ventisca. Entendía ese dolor y esa incertidumbre pero confiaba en que la fortaleza existía en cada ser vivo. En el caso del hombre frente a ella, parecía estar dando sus primeros pasos y eso sólo lo acercaba más a recibir el futuro con los brazos abiertos.
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Jan 1, 2018 3:50:54 GMT
Su nombre. Un nombre robado, usurpado; un nombre del que se había adueñado con el paso de los siglos tras dejar un pueblo en desgracia. Era el nombre con el que todos lo conocían; el anterior no importaba, el hombre que había existido antes estaba vuelto cenizas junto a sus seres queridos, y era mejor que así se mantuviera. Raymond suspiró, sus hombros bajaron; había encontrado una sensación agradable en ese contacto, en las palabras ¿luz, quizá? Luna había sabido como hablarle por mera casualidad tal vez, tal vez no, solo Dios podría decir aquello.
Pero, la confianza que ahora tenía en ella le asustaba. Apenas le conocía, apenas parecía entender sus razones para ser tan ridículamente amable con él, a duras penas sabía de ella si podía atreverse a decir que sabía algo ¿tenía derecho de ser lo suficientemente egoísta para siquiera pensar en poder acudir de nuevo a ella?
No. No lo tenía
Pero quería...
—Raymond Clive —contestó. Sus ojos de nuevo hablaron por él, mostraron una gratitud que sus palabras no eran capaces de expresar— es mi nombre.
Si. Le llevaría mucho más aún cerrar las puertas de su pasado, pero por lo menos ahora sabía por donde empezar. Su mente se había despejado un poco, cuanto menos.
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Luna
Los Grises
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Post by Luna on Jan 2, 2018 3:59:02 GMT
En el rostro de la selkie se dibujó una sonrisa al escuchar el nombre del lobo. Le era grato saber que aunque fuese un poco estaba compartiendo un pedazo de su vida. El concepto más básico que formaba la identidad: un nombre. Despegó sus manos del tacto, tanto de la mano ajena como de la mejilla que sostenía para entrelazarlas una con la otra frente a su cuerpo. -Mucho gusto Ray-ray-raymond- inclinó suavemente la cabeza dándole una seña de respeto antes de formular más palabras. -El pasado no te abandonará jamás, es parte fundamental de quién eres ahora p-p-pero es importante que no permitas que la carga sentimental te impida de crear un futuro digno de ti-.
La ventisca había parado, sin embargo, aquella no era una condición para la estadía del licántropo. El santuario era para todo aquél que en necesidad de encontrar guía y propósito, hiciera uso del aislamiento para eso mismo. Era un lugar en donde todo arcano podría encontrar un hogar fuese este por un par de horas, días, semanas o incluso años. Caminó hasta una pequeña chimenea dispuesta en una de las paredes de la habitación. Acercó leños y lo necesario para encenderla y así calentar el espacio que compartían. -Pero todo a su t-t-t-tiempo, por supuesto... No hay que perder la paciencia. Sea un año, diez años o todo un siglo pero vale la pena encontrar el equilibrio necesario para coexistir con todo aquello que nos hace lo que somos-. Usaba una pequeña rama para atizar el fuego que dejaba escapar pequeñas chispas que se consumían lentamente en aire, pronto, el espacio blanquecino comenzó a teñirse de tonos cálidos.
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Jan 9, 2018 3:18:41 GMT
Su nombre. Si, ese era su nombre ¿Por qué de pronto se sentía más identificado con él? Tantos años, tantos recuerdos y a duras penas estaba sintiéndose realmente aludido cuando lo nombraban. Igual que un perro, el ser llamado le hizo alzar la cabeza, de estar en su forma lupina sus orejas se hubieran mostrado atentas hacia el frente, sus ojos demostraron que ella tenía su total atención. No solía reaccionar de esa manera, al menos no fuera de la manada; se estaba sorprendiendo a si mismo a cada instante ¿era aquello posible?.
Distancia de nuevo, algo que Raymond apreció tanto como el contacto. Palabras que llegaron a lo más hondo de su consciencia. Era cierto, dejar atrás sus pecados, dejar atrás todo no significaba que no siguiera ahí. No significaba que pudiera pisotearlo y dejarlo ignorado como había intentado hacer durante tantos años... No significaba olvidar. Eso era algo que había entendido mucho tiempo más tarde de lo que sería mentalmente saludable. Él ya estaba roto, vuelto pedazos... ¿Que podría rescatar si intentaba repararse?
¿Cuantas cosas buenas podría sacar del montón de basura en el que estaba convertido su espíritu? ¿Cuantas malas se mezclarían entre ellas? No. No era cuestión de rescatar tampoco. Dejar atrás, Aceptar. Aún debía entender cómo dejar morir por fin al hombre que pudo haber sido, no intentar rescatarlo, aún debía entender tanto...
Fue el sonido que el fuego realizó al empezar a consumir los leños lo sacó de su cabeza de un modo tan rudo que por un momento se sobresaltó. La sensación de su corazón bombear sangre en ese momento lo hizo consciente de lo mucho que se había encerrado en su cabeza, de lo mucho que había estado pensando demasiado las cosas. De nuevo estaba ahí: en la relativa serenidad que lo apartaba de su mar en tormenta, de los varios huracanes que sus muchos pensamientos causaban. Tiempo. Solo necesitaba un poco más... Aún no se sentía listo para enfrentar todo aquello que lo perseguía sin descanso por décadas; le dio miedo la idea de haberse acostumbrado a vivir atormentado. No era algo que le desearía a nadie.
Pero la ventisca había parado, y ahí seguía él: con la súbita urgencia de echar a correr fuera, de regreso con los suyos. Antes tenía algo más que hacer, tenía unas últimas palabras que dedicarle. Si. Un par de frases, oraciones, quizá un párrafo entero... Pero sería breve.
—¿cómo lo hiciste? —cuestionó— ¿Cómo lograste que tocara un tema que evado incluso con quienes más aprecio en esta vida? ¿Cómo sigues logrando que hable sin siquiera pedirlo? No lo entiendo. —Raymond se movió, no acortó la distancia de nuevo, no de la manera casi hostil de antes. Su figura se encorvó casi buscando los ojos de la mujer— No lo entiendo, y sin embargo te lo agradezco. Encontraré la manera de regresarte el favor algún día.
Y era una afirmación, no una pregunta.
Pero de momento, solo necesitaba quizá unos cuantos minutos para prepararse y partir. No. La ventisca ya no era un requisito para partir para él; Había algo que lohabía frenado de obedecer a sus deseos de forma instantánea: había dudado. Había dudado y llegado a la conclusión de que no era el momento aún. Algún otro día, algún otro mes o año. No sabía cuando, pero volvería y le devolvería el favor siendo un hombre distinto... Solo tenía que entender cómo ser "ese hombre distinto"
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Luna
Los Grises
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Post by Luna on Jan 13, 2018 19:59:07 GMT
Luna se detuvo, permaneciendo frente al fuego sin mirarlo, sabiendo que éste buscaba respuestas pensando en ella como una fuente para parar a sus preguntas, tal vez. Apoyó sus manos sobre sus rodillas para ponerse nuevamente de pie. Seguía dándole la espalda, con las manos extendidas al fuego para sentir el calor en las puntas de sus dedos. -Me temo que no hice nada, Ra-raymond. Es la voluntad de tu verdad, queriendo salir y tomar su lu-lu-lugar en este mundo, plantearse como lo que es, como lo que fue, y como lo que será... Subestimas esa parte que has ocultado bajo llave-. Se dio la vuelta lentamente, escondiendo sus manos entre las largas mangas de su vestimenta. Le miraba serena, negándose ante tal declaración porque no veía algo tan simple como digno de ser pagado. -No pierdas el tiempo en buscar devolver un favor que ni siquiera fue otorgado; yo escucho a quien busque ser escuchado, es mi deseo pero principalmente, es mi deber- declaró.
Se acercó un poco más a él, extendiendo una de sus manos hasta el pecho del licántropo, donde la dejó reposar, sintiendo el palpitar ya cansado de Raymond. Enfocó sus grises ojos sobre su piel tostada. -Los secretos de tu pasado desean salir pero no para destruírte sino para darte más fuerzas a los pasos que darás de aquí en adelante-. Cerró los ojos, sintiendo esa fuerza en su cuerpo, la fuerza que podía percibir con sólo el tacto.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Jan 31, 2018 22:04:01 GMT
En un principio, el hombre pareció entender las palabras que acababa de escuchar. Solo al inicio, pues lentamente su ceño se apretaba a puntos en los que sería difícil decir si estaba solo confundido o incluso se había enfadado. Ni él mismo lo sabía. El nuevo contacto llamó su atención y él bajó su cabeza, sus ojos fueron a parar a la mano que asomaba de entre la tela de los gruesos ropajes de la fémina ante él. El licántropo entonces volvió a verle, sus palabras fueron de nuevo un eco en su cabeza que simplemente parecía no querer desvanecerse y tampoco parecía llegar a algún lado en específico. Entonces retrocedió. El hombre dio solo dos pasos atrás, se alejó del contacto que su pobre cuerpo ya empezaba a disfrutar demasiado para su gusto; se alejó también del calor del fuego con sus ojos dorados mirando fijamente el rostro de la sacerdotisa. Sus labios se apretaron, él tragó grueso antes de poder hablar de nuevo, sentía a garganta súbitamente seca. ¿Debía decir algo más? ¿Había algo que tuviera que decir por educación? Su silencio no le supo contestar esa duda. — uh... —se aclaró la garganta esta vez — yo... Gracias entonces por no dejarme tirado fuera.Y sin más, antes de que su cabeza se negara a la lógica y le pidiera que se quedara más tiempo, se retiró. Sus pasos sonaron por el pasillo y luego por la sala en la que había estado el día anterior, abrir la puerta fue una tarea quizá más agotadora que de costumbre cuando el lado opuesto de la misma había sido obstruido con la nieve. Pero lo hizo. Raymond dejó el lugar sin mirar hacia atrás, y dispuso su camino de regreso con los suyos. Solo le quedaba esperar no perder el camino en el proceso.
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Luna
Los Grises
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Post by Luna on Feb 5, 2018 20:13:54 GMT
El tacto se volvió nulo. Los pasos que alejaron a Raymond de su palma fueron ligeramente titubeantes, pero aquello no le resultó extraño. Sabía que tal vez tendría mucho que pensar y realmente, eso esperaba. Durante las pocas horas en las que lo conoció, pudo ver el peso de un pasado que estaba apretándole el corazón. Lo vio marcharse y escuchó el peso de la puerta al abrirse, dejando entrar la hostilidad del frío afuera. Y de nuevo, se encontró en soledad. En el silencio envolvente que se traía los ecos de sus recuerdos.
Volvió a sentarse sobre la mecedora, tomando la cobija que llevaba tejiendo desde hace ya tanto tiempo. No sabía si volvería a verlo pero comenzó a hilar su figura en su obra. A forma de diario, documentó su llegada y también su partida. Cada alma que se refugiaba detrás de esos muros, quedaría inmortalizada en ese pedazo de tela.
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