Luna
Los Grises
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Post by Luna on Sept 2, 2017 16:17:38 GMT
Tiritar... ¿alguna vez había temblado de frío? No... pero el llanto en su momento había estremecido su cuerpo, causando un desajuste en su ser. De los pies a la cabeza su alma chocaba en su interior, palpando los extremos para intentar salir. Algo... una rasgadura en la piel, algún tejido débil para poder escaparse y dejar atrás las cargas mortales de su existir... imposible. La tristeza fue necesaria y el desahogo el camino tan quebradizo que la amedrentaba. Recordó aquél día en que se quitó la piel para no ponérsela jamás; era la culpa de existir sin merecerlo realmente. Caminaba sobre la nieve, hundiendo sus pies protegidos por las botas que lograban mantenerla cálida. Se sentía suave, como si fuese un manto parejo, llamándola para descansar sobre su superficie. Blanco... nada... sólo el viento casi rasgando la piel; arrastrando la claridad del invierno entre sus caricias. Pero nada. Sólo a lo lejos pudo escucharse el aullido de un lobo; fue prolongado, triste pero firme mas no duró lo suficiente para hacerla sentir acompañada. Se había acostumbrado ya a la soledad, a estar sólo ella con el sonido de sus pasos, la sombra que de pronto era capturada entre la nieve y algunos de los animales que en ocasiones encontraban el Templo para quedarse algunos días. Pero... ¿arcanos? Ninguno. La última vez que había visto uno había sido hace un par de meses cuando visitó al Soberano Asthur pero después quedó aislada como un bloque de hielo desprendiéndose de la montaña El viento soplaba fuerte causando resistencia en su caminar pero no se detenía; ya estaba cerca del Templo, podía ver las antorchas que estaban a punto de consumirse. Bien... justo a tiempo. Parecía que una tormenta se avecinaba; podía percibirlo en el aire. Aunque en la tundra poco podía sentirse, tenía la sensación de que en cualquier momento la nieve comenzaría a caer con mayor fuerza. Apresuró su andar hasta adentrarse en el Templo cerrando la puerta detrás de sí.
Las paredes frías emanaban un vaho amenazante pero el fuego que encendía en la sala principal le hacía lucha para hacer del espacio acogedor en caso de que llegara algún visitante. Habían sido años tal vez desde que alguien había llegado a las puertas del lugar buscando un refugio entre la nieve; no todos se atrevían a explorar la tundra. ¿Por qué lo harían? Era inhóspita, con muy poco qué ofrecer. No había plantas en los alrededores o algún foco de interés... sólo un desierto helado, completamente desolado; muchos se habían perdido en un intento de explorarlo.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Sept 2, 2017 17:16:48 GMT
Raymond, llevaba ya algunos días totalmente perdido.
Haría un tiempo -a los inicios del festival del cortejo de hecho- había solicitado el permiso de Fauce para alejarse un poco, respirar de otra manera y despejar sus pensamientos. La manada era lo más importante para él, sí, pero todos necesitaban un rato en soledad de vez en cuando, y ese era el suyo. Condenado fuera su sentido de la orientación, entre los nubarrones oscuros y las nevadas constantes, el licántropo había perdido su ruta cuando se disponía a regresar. No era capaz de ver el sol o la luna, ni siquiera las estrellas y ya empezaba a sentir su pelaje demasiado pesado por la nieve como para poder correr y trotar con libertad como solía hacerlo; estaba exhausto. En un último intento, esperando que sus compañeros le escucharan, aulló desde lo más profundo de su pecho. Nada, ni el más mínimo sonido en respuesta además de el chocar de las nubes amenazando con tormenta. Maldita fuera su suerte.
Otra noche bajo la nieve no lo mataría, por supuesto que no. Los vientos agresivos y el silencio abrumador por la falta de cualquier otra ser vivo no lo asustaba. Las montañas se alzaban frente a él, a cada paso más cerca; incluso creyó que sus ojos cansados le estaban jugando una mala pasada cuando pudo observar finalmente una pequeña construcción casi incrustada en la piedra. De un simple y cansado andar, cuando estuvo seguro, había arrancado a correr. Con semejante frío le sorprendió poder moverse tan rápido.
"Cerrado" fue lo que pasó por su cabeza cuando llegó finalmente al frente; no regresaría a las dos piernas y al cuerpo sin pelaje para morir de frío en el momento que quisiera abrir. Rasgó el marco de la puerta gruñendo casi con desesperación, ladró y se lanzó de costado golpeando la madera como si su cuerpo se tratara en realidad de un ariete. Dudaba fuertemente que hubiera alguien dentro, y sin embargo ladraba y gruñía a la puerta en un arrebato furioso contra su propia suerte que en realidad parecía maldecir la edificación.
Sí, esos eran sus bellos ánimos ¿Por qué pensó que sería buena idea adentrarse en la Isla Helada? Cierto: Quería estar solo...
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Luna
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Post by Luna on Sept 3, 2017 5:13:00 GMT
Tomó los pedazos de carne que tenía envueltos entre telas con sal; ya era hora de sacarlos de conserva. Los acercó al fuego, sólo para calentarlos un poco pero se vio interrumpida por un sonido extraño. Rasguños, ladridos... Ah, seguramente alguno de los lobos de las montañas. Caminó hacia la puerta de nuevo, dejando los trozos de carne junto a la lumbre. Qué raro... usualmente los lobos no se acercaban si no venían en manada; eran más los osos y zorros de la nieve los que de pronto visitaban los alrededores. Sentía el peso de la puerta con bastante fuerza. Parecía que la ventisca afuera comenzaba a tomar mayor intensidad pero al fin logró abrirla a medias sólo para ver, en efecto, al animal. Parecía desesperado por lo que no lo hizo esperar más y le permitió la entrada.
-Por favor pasa... Siento que hayas tenido que esperar- comentó en un tono sumamente amable mientras apoyaba las manos sobre la madera de la entrada disponiéndose a cerrar muy bien la puerta para que no fuera a entrar más el frío. Se dio la vuelta para encaminarse de nueva cuenta al fuego, esperando a que el canino la siguiera. Estando completamente ignorante de que se trataba de un licántropo, la sacerdotisa se expresaba con soltura y cariño ante él. -¿Te separaste de tu manada? Ah... deberías tener más cuidado. Parece que se viene una gran tormenta lo bueno fue que encontraste este lugar-. Se acercó a los estantes que reposaban sobre la pared para tomar varias pieles y telas que se dispuso a extender sobre el suelo, frente a la fogata. Tomó asiento. -No tengo mucho qué ofrecer de carne fresca pero tengo lo necesario para que no pases hambre hasta que decidas volver a tu hogar-. Comenzaba a hablar más de la cuenta; sin estar consciente de ello, su aislamiento le afectaba lo cual era notorio si se observaba la forma en que tan desesperadamente se esforzaba por colmar al licántropo de atenciones y amabilidad. -Tengo todo eso dispuesto por si tienes frío-. Sostuvo entre sus manos un pedazo de la carne seca y la mordió con cuidado. Estaba perfecta; ni muy salada ni tampoco tan dura. Podía saborear ligeramente la sangre ya oxidada.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Sept 3, 2017 16:24:16 GMT
Realmente, no había esperado que la puerta se abriera, su postura a la defensiva lo había delatado en ese aspecto; tentado a saltarle a la yugular tan pronto entró de improvisto en su visión, su falta de fuerzas fue lo único que lo detuvo. No había dejado de gruñir siquiera cuando ella le ofreció entrar, ¿Por qué tenía que sentirse tan pesado? Antes de que pudiera frenarse a si mismo o recapacitar en lo que estaba haciendo, sus pasos lo traicionaron llevándolo al interior. En ese momento era más impulsivo que racional, más instintivo que pensador; y para su desgracia conocía perfectamente bien la terrible sensación que se estaba extendiendo desde sus entrañas hasta su garganta sin absolutamente nada que lo acompañara:
Nauseas por depender y estar a total merced de alguien en quien ni siquiera sabía si podía o no confiar. Si alguien más le viera, sobre todo si se tratara de la manada, perdería la dignidad que tanto se esforzaba en mantener con las orejas y la cola tan altas como podía.
Su amabilidad era excesiva para él, a un punto que dudó por un momento de que fuera buena idea realmente confiar en exceso; nadie podía ser tan... ¿Cómo decirlo? ¿Suave? no podía saberlo, el carácter que podía ver de momento era tan blando que le costaba creer que realmente fuera así. Un simple "entra" al abrir la puerta hubiera sido más que suficiente; ofrecerle carne o cobertura era demasiado, el suelo frente al fuego estaba mejor que bien a su parecer; de hecho fue justo ahí que se dispuso a acomodarse; con el lomo cerca de las llamas y la cabeza en alto, Raymond se recostó sobre las lonas siempre atento a lo que ella hiciera, no bajaría la guardia, no al menos durante un rato.
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Luna
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Post by Luna on Sept 3, 2017 18:51:42 GMT
Se sintió satisfecha de que el lobo se recostara; no tenía problemas con los animales en realidad pero eran precisamente los de esa especie los que de pronto eran más difíciles. Este lobo solitario, ajeno aparentemente a su manada, parecía llevar consigo un humor más hostil de lo normal. Los que habitaban en las montañas conocían el templo por lo que se acercaban a ella con un poco más de sumisión y algunos sí lo hacían con gran confianza, al grado de considerarla casi parte de su manada. Este lobo parecía distinto… no le había visto antes ahora que lo pensaba.
Mordía la carne mientras lo observaba con más atención. ¿Quién era? En seguida sintió un ligero burbujeo en el estómago; nervios. Al pensar que tal vez no se trataba de un animal sino de un arcano comenzó a sentirse algo avergonzada. Tragó saliva con dificultad, bajando las manos con las que sostenía el alimento que apenas comenzaba a disfrutar. -T-t-t-tú…-. Cada vez se convencía más de que había estado en un error y eso comenzó a tener sus efectos en ella y en su conducta. Respiró profundo, tratando de calmarse. -Seguro que estás hambriento- acotó con un volumen de voz más alto siendo traicionada por la ansiedad. Se puso de pie para volver a los estantes que tenía cerca. Tomó una olla de metal y una caja medianamente grande. La olla la instaló sobre el fuego con varias y la caja la abrió con algo de dificultad hasta liberar un olor bastante fuerte; a pescado y grasa, principalmente. Vertió el contenido sobre el contenedor y volvió a tomar su lugar mientras esperaban a que la comida estuviera caliente.
Observaba al extraño con cautela… Sin embargo su mente debía funcionar ahora en otro modo. Era la sacerdotisa del Templo Mayor; desde su perspectiva, todo aquél que llegara al lugar aunque fuese por coincidencia, estaba destinado a hacer cambios en su vida. Apretó los labios, refugiando su timidez en la simple tarea de terminar el pedazo de carne el cual ya era pequeño y terminaría por desaparecer en dos mordidas. Pensó en sugerir que podía tomar su forma sellada si eso gustaba pero se contuvo; tal vez ni siquiera se trataba de un arcano y de tratarse de uno las razones por las que se encontraba en su forma sellada le eran desconocidas. En todo caso prefirió intentar hacerlo sentir cómodo y en confianza de que se encontraba en un lugar seguro.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Sept 3, 2017 19:57:26 GMT
¿Qué pasaba con ella? ¿Nunca había visto un lobo con cicatrices? Era lo primero en lo que podía pensar viendo su actitud. Primero pareciera darle totalmente igual, luego tartamudeaba y por último alzaba la voz, vale bien que estuviera como estuviera su aspecto fuera una aberración: un rostro de asesino en su forma sellada y la de cicatrices que llevaba encima eran imposibles de esconder cuando no utilizaba ese débil cuerpo "humano". Bufando por la nariz, terminó optando por clavar la mirada en la comida; el olor del pescado le molestó la nariz por algunos segundos en los que se dio cuenta del hambre que tenía. Las viejas costumbres no morían; la piedra que su mente había creado en su estómago para evadir la sensación de hambre desapareció en cuestión de instantes y pronto sintió su paladar aguarse. ¿Qué tan débil se estaba portando? Era patético sin dudas, pero por una sola vez, no vendría mal aflojar un poco y bajar los humos. Era alguien orgulloso y obstinado, con el peor carácter que era capaz de levantar y así había aprendido a vivir; relajarse de vez en cuando no le haría daño ¿verdad?
Y hubiera sido mejor si no hubiera dejado sus cosas en el bosque, pensándolo bien su abrigo le vendría fenomenal en ese momento; la desnudez no lo molestaba en lo absoluto -era algo a lo que estaba ya acostumbrado- pero dudaba fuera lo más apropiado mostrarse con semejantes pintas frente a una mujer solo porque si. Si le notaba más lejos, regresaría a la forma bípeda que tanto detestaba para asegurarse de que sus manos y pies no hubieran perdido la sensibilidad por el tiempo que estuvo en el frío; un cambio rápido que le causaría dolor un dolor tremendo, pero temporal. Con las patas solo sabía que estaba pisando y que avanzaba, los dedos no captaban bien la sen Nada más. Respiró hondo y apoyó la cabeza sobre sus patas delanteras, ignoraría el comportamiento de la mujer de la que se había vuelto acompañante temporal aparentemente, fingiría ser un lobo más a su vista; mantendría cierta distancia solo para estar seguro.
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Luna
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Post by Luna on Sept 3, 2017 21:30:08 GMT
Sintió alivio al ver que el lobo comenzaba a relajarse más al apoyar su cabeza sobre sus patas delanteras. Menos mal. Los nervios empezaron a hacerse menos al punto en que sentía mayor comodidad de hablar, incluso si se tratara sólo de un animal. No le desagradaba la soledad pero estar acompañada siempre era bueno. Carraspeó un poco antes de comenzar a hablar. -Me llamo Luna-. Su voz era suave y estaba consciente de ello por lo que parpadeó un par de veces como si aquello fuera a brindarle la seguridad suficiente para continuar en una actitud más firme y decidida. -No te había visto antes… Por un momento pensé que eras de la manada que habita cerca de aquí pero ahora que te observo bien… n-n-n-n-no te reconozco-. Al tartamudear apretó los párpados, sintiendo la dificultad y traición de su lengua al no permitirle hablar con fluidez. -De cualquier forma todos son bienvenidos al Templo; espero que te sientas con la libertad de quedarte cuanto necesites-. Le sonrió un poco. No acostumbraba a hacerlo mucho por lo que estaba extremadamente consciente de que seguramente se vería de lo más extraña teniendo ese tipo de gestos faciales.
El guisado comenzaba a tomar un olor más agradable lo cual quería decir que estaba a punto de estar listo para ser consumido. En seguida, la selkie se levantó con la intención de encontrar un plato hondo en el cual pudiera servir la comida para el lobo. Se colocó de cuclillas mientras rebuscaba entre trastes viejos, papeles, telas y demás cosas el cazo indicado por lo que le dio la espalda al muchacho por varios minutos. -Sé que tal vez no será mucho de tu agrado comer pescado pero he notado que... que se conserva mejor que la carne- decía intentando rellenar el silencio mientras se daba a la tarea de brindarle todo lo necesario para su comodidad.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Sept 4, 2017 2:10:57 GMT
Raymond mantuvo su atención sobre el puchero; el olor mejoraba poco a poco, y su estómago le suplicaba que comiera algo de una buena vez. No le importaba lo que fuera, incluso si en un principio había considerado el pescado maloliente estaba dispuesto a comer hasta estofado de oso de hacer falta. Su nariz se movía conforme olfateaba, no tenía el mejor olfato entre los suyos ni por asomo, de hecho consideraba que en ese aspecto era una deshonra para su raza por lo pobre que era. Escucharla sin embargo, se le hacía un tanto curioso; de cierta forma le recordaba a una chiquilla tratando de hablarle al muchacho que le gustaba. Esa era la impresión que le daba cuando por casualidad parecía soltar la lengua y nuevamente volvía al tartamudeo; incluso le daba cierta gracia, más con la torpe sonrisa que ella se esforzó en mostrar. No estaba mal, al menos un diez de diez en esfuerzo sí que tenía y debía reconocerlo así fuera para sus adentros.
Se dio la libertad de bostezar, de estirarse un poco e intentar recuperar la sensibilidad de las almohadillas de ser posible. La realidad, era que incluso podría comer en el suelo ¿Ella iba a tratarlo como a alguien normal por más que pretendiera ser un animal en toda regla? Eso era o ser sumamente amable y adorador de la naturaleza, o simplemente pasar demasiado solo. No sabía por cual de esas dos opciones inclinarse si era honesto consigo mismo.
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Luna
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Post by Luna on Sept 4, 2017 4:09:41 GMT
Encontró el cazo adecuado por lo que volvió hacia el fuego. De pie, se asomó hacia la olla para olfatear el estofado y observar su color; parecía estar listo. Se arremangó las ropas para introducir el plato y llenarlo de comida. Se le mancharon los dedos pero eso no era problema para ella. Colocó lo que había preparado frente al cuerpo del lobo y se puso de cuclillas frente a él. Tomó un pañuelo que llevaba amarrado al cinturón para limpiar sus manos. -Sé que no es mucho pero además d-d-d-d-de que va a quitarte el hambre te va a dar calor-. Su mente divagaba entre el que fuera un lobo común y corriente o un arcano. No es que eso fuera importante, pero generalmente con los animales de los alrededores solía ser cariñosa y maternal. De cualquier forma, sometería los impulsos de acariciar las orejas del animal, al menos hasta que terminara de alimentarse. Sonrió un poco, observándolo hasta que llevara el hocico hacia el menjurje. Debía asegurarse de que recuperara sus energías; el frío era hostil y debilitaba con su siempre tan demandante fuerza.
-No recibo muchas visitas así que debes disculparme; n-n-n-n-n-no siempre me es posible tener… tener comida ya preparada- sentía una necesidad de llenar los silencios con sus palabras. La falta de costumbre y conocimiento sobre reglas sociales la hacían batallar en ese tipo de situaciones. De tratarse de un arcano, tal vez se aburriría estando sólo en silencio y aunque no fuera ese el caso, inevitablemente la chica manifestaba los efectos que la soledad provocaban en ella. -A veces hasta dejo esperando al S-s-s-soberano… creo que debería empezar a organizarme mejor- sentenció para sí misma. Apoyó sus codos contra sus muslos, aún estando en aquella postura frente a él. Miró hacia un lado, por un momento interrumpiendo el contacto visual con el lobo.
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Raymond Clive
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Post by Raymond Clive on Sept 4, 2017 18:23:18 GMT
Él, por su parte, tan pronto tuvo la comida delante hundió el hocico en el cazo. No sabía mal, al menos no comparado con otras cientos de cosas que había tenido que probar en el pasado; lo importante era que era comestible, eso a Raymond le era más que suficiente. Solo esperaba que por el tiempo que no recordaba haber comido, no sufriera de indigestión por llenar su estómago de golpe. Sus orejas se movían de un lado a otro, aún esperaba que alguno de sus compañeros estuviera cerca y le hubiera escuchado. Menuda decepción era como licántropo; incapaz de seguir su camino de regreso a la manada, eso era cuanto menos terrible para él; debía volver cuanto antes, y entre antes estuviera totalmente recuperado con mayor velocidad podría recorrer todo el camino de regreso. Ir en línea recta no podía ser tan difícil ¿Verdad?
Abstraído en el alimento, poca atención le prestó a lo que fuera que decía sobre las visitas o de tener comida "cocinada". Que se despreocupara, si era por la compañía tan arisca que resultaba ser. Le agradara o no que estuviera ahí, en lo que se sintiera con fuerzas retomaría su camino. Claro: para ello primero tendría que saber donde narices estaba y hacia donde ir; por más que Raymond no disfrutaría de lo que tenía que hacer, no había remedio. Para poder regresar tendría que preguntarle tarde o temprano en qué parte de la isla se hallaba.
Si... en un rato más lo haría.
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Luna
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Post by Luna on Sept 5, 2017 6:29:38 GMT
Por la forma en que el lupino movía las orejas en respuesta de sus palabras, confirmó casi en su totalidad que se trataba de un arcano. El hueco en su estómago permanecía pero sabía que su papel a representar era la de un guía y cuidadora de los que llegaban al templo por convicción propia o coincidencia. ¿Sería prudente decirle que lo sabía ya? No… se mantenía en aquella forma por alguna razón y no estaría cumpliendo con su rol si lo presionaba. Se levantó para poner las manos sobre el fuego; aunque poseía una habilidad que la protegía del frío, la sensación de calidez en su piel era sumamente agradable. -Si-si-si tienes más hambre t-t-t-t-e puedo servir más. Hay suficiente- recalcó mirándolo con una suave sonrisa desde su lugar. -Es bueno tener visitas- continuó esta vez posando su mirada sobre el fuego. -G-g-g-g-g-generalmente estoy sola pero siempre es bueno estar acompañada en ocasiones. El Templo e-e-es muy grande y siento que es demasiado para mí nada más. Si gustas puedo llevarte a las cámaras aisladas que es donde generalmente d-d-descansan quienes vienen hasta aquí-. Sabía que su conversación podía llegar a ser abrumadora si no se controlaba por lo que expuso aquello como sugerencia por si el arcano deseaba estar solo. Comprendía que el viaje espiritual muchas veces se realizaba sin guía; nadie que dictara los caminos más adecuados a seguir para encontrar un propósito. -Hay camas, abrigos, pergaminos… todo lo necesario para hacer de ese sitio un hogar temporal- continuó.
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Raymond Clive
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Post by Raymond Clive on Sept 5, 2017 17:57:32 GMT
No se quedaría mucho tiempo.
De haber encontrado el templo unos días atrás, con todo gusto se hubiera quedado en alguna de las cámaras de las que le escuchó mencionar; un refugio ante los días y noches de borrasca le hubiera sentado fenomenal, pero esa ya no era su prioridad (Aunque quizá tomaría prestado alguno de los abrigos). Con respecto a la comida, estaría bien de momento; si no sentía una posible indigestión comería un poco más. Alzando la cabeza pasó la lengua por los costados de su hocico al notarle acercándose al fuego. No acostumbraba estar tan cerca de nadie fuera de la manada, y sin embargo para su sorpresa algo así no le molestó. Vale, se había propuesto pretender ser un animal, pero la forma en que lo trataba le hacía dudar del pequeño teatro que se había montado ¿Tan terrible se le daba fingir ser un animal inepto? Aparentemente así era; al demonio con el pobre espectáculo que mostraba.
Empujó el cazo cerca del fuego y volvió a apoyar la cabeza sobre las patas bufando por lo bajo. Estaba entrando en calor, eso era bueno y debía estar agradecido por el mero hecho de sentir de nuevo la sangre fluyendo por su cuerpo; no perdería ninguna extremidad al menos. El pelaje en su lomo, antes levantado como las púas de un erizo por el frío bajaba poco a poco, el alivio que le provocaba esa sensación era tremendo; estando tan relajado como se lo había permitido, podría incluso dormir sin problemas de no ser por el insomnio que lo atacaba de a ratos. Le observó en mero silencio, de nuevo le prestó atención a cada cosa que decía; era lo poco que podía hacer en realidad. Sin poder hablar, que alguien más llenara en silencio que ya lo tenía casi aturdido era un pequeño gustito que se podía permitir; de esa manera también se quitaba del pecho cualquier emoción inútil al poner toda su atención en el exterior, en lo físico y tangible y no en algo inútil.
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Luna
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Post by Luna on Sept 9, 2017 19:55:36 GMT
El desconocido aún parecía encontrarse en desconfianza para hablar… o eso sentía. Tenía suficiente paciencia como para sólo disfrutar de su compañía. Suspiró. Los silencios llenados por sus palabras tal vez no era lo que el arcano necesitaba. Se acercó para tomar el plato que ya había dejado frente a él. Al tomarlo, le sonrió al animal y acarició por un breve instante su cabeza, ignorando si eso fuera a causar molestia en él o no. Supuso que no tomaría su invitación de tomar una de las recámaras por lo que no dijo más y aceptó que se quedaría ahí, frente a la fogata. Caminó hasta donde debía poner el plato sucio y de otro estante tomar una cobija que le había sido obsequiada por el Soberano. Estaba hecha de una tela que protegía del frío a cualquiera, creada para los arcanos con poca tolerancia a las bajas temperaturas. La extendió sobre el cuerpo del visitante esperando que eso fuera a confortarlo si se quedara dormido.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Sept 9, 2017 23:59:28 GMT
A Raymond, por más breve que fuera la caricia no pudría haber dicho que le agradó. El contacto era algo que se reservaba a pocas situaciones, la mayor parte del tiempo cuando no sabía qué decir terminaba comunicándose a golpes y desde que estaba en la manada trataba de no hacerlo (De ser así, probablemente se hubiera metido en mil y un líos con Fauce o algún otro miembro) Estaba ya condicionado a tragarse esos impulsos furiosos, y si le saltara al cuello de golpe... Sería un completo mal agradecido, y realmente no tenía los ánimos para comportarse como un maldito más allá de lo que ya hacía.
Con la manta sobre el lomo, alzó la cabeza de golpe a verle; realmente no se lo hubiera esperado. Había mencionado que rara vez recibía visitas, se lo había escuchado claro como el agua pero nunca esperaría que tuviera todo a la mano. Hubiera suspirado tan hondo como sus pulmones se lo hubieran permitido, un bufido fue lo que salió en su lugar. Bajo la tela, se sacudió. El pelaje cayó al suelo poco a poco a medida que sentía los huesos acomodándose lentamente; le llevó mucho más tiempo del esperado que sus piernas volvieran a la normalidad. Una vez en su cuerpo, gruñó al darse cuenta de que realmente no era capaz de sentir los pies; sus dedos no obedecían. Maldijo, gruñó, y finalmente con las piernas cruzadas a modo de loto, se sentó. Sus ojos brillantes nuevamente cazaron con insistencia a la mujer y por último con la mandíbula tensa habló:
—Gracias por el cobijo, pero por el bien de ambos: procura no tocarme. —fueron sus palabras. Había sonado duro y directo, realmente sus facciones no ayudaban en nada a dar ninguna impresión amigable por más que lo intentara.
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Luna
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Post by Luna on Sept 12, 2017 1:13:26 GMT
Miró cómo el lobo ante sus ojos tomaba una forma distinta; el crujir de sus huesos era tan fuerte que le hizo sentir un ligero escalofrío. Sin embargo, no era del todo una sorpresa que se tratara de un arcano por lo que observaba con calma dicha transformación, sintiéndose afortunada de presenciar una ante sus ojos. Consideraba a los licántropos de las razas más celosas que había conocido jamás. El poco entusiasmo que sintió burbujear en su pecho se desvaneció al escuchar el gruñido del joven y aún más al oír su voz. Se había excedido al parecer. Sonrió con suavidad, aunque tragando algo de saliva. Estaba arrepentida ya que no había sido su intención de causarle incomodidad o molestia. -L-l-l-l-lo siento m-m-mu-m-mucho...- contestó bajando la cabeza un poco en señal de respeto.
Luna se tomaba muy en serio su papel y era siempre un reto porque debía luchar con su timidez, con personalidad tan introvertida y sobre todo, con su soledad. En situaciones como esa, esos factores tomaban lo mejor de ella, haciéndola inadecuada para este joven en particular quien lo que menos necesitaba era tal vez de su cariño, por ahora. -No-n-n-no volverá a pasar. Lo prometo- continuó. Se sentía más nerviosa que antes pero al mismo tiempo con algo de alivio de poder escuchar una voz que no fuera la suya. Era hasta cierto punto reconfortante. -Yo sólo qui-quiero que estés cómodo. Este es un santuario y-y-y lo que más importa es que todo aquél que llegue s-s-s-s-se sienta cómodo aquí-. Deseaba preguntarle su nombre pero una de sus reglas era la de no sobrepasarse ni forzar a los visitantes a compartir información por obligación. El templo no era suyo, era de todos. Debía sentirse como en su casa porque eso era: su casa. -Si gustas puedo prepararte un té caliente… Sin tu pelaje seguro que sientes más frío- sugirió poniéndose de pie para darle más espacio al muchacho. Ahora que estaba segura de lo que era, debía de ser aún más considerada con él.
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