La noche es joven [ABIERTO] [2/3]

El pequeño vampiro estaba sumido en su lectura cuando de pronto comenzó a distinguir los sonidos de una pala que cavaba, un sonido característico que se mezclaba con otros ruidos como el de la fuente o el de los pequeños animales nocturnos que por ahí rondaban. Alzó la mirada y comenzó a buscar el epicentro del sonido rodando sus alargados ojos grises, hasta que... bingo.

Había una figura encogida, algo o alguien estaba haciendo ese ruido... pronto se percató de que era un hombre... un hombre que además olía a sangre, pero no era sangre fresca... y su comportamiento era algo... excéntrico? le parecía raro que a tales horas de la noche alguien se dedicara a la jardinería... ¿Quizá estaba enterrando un cuerpo? ¿Un botín? ¿Una cápsula del tiempo? Sea lo que sea decidió acercarse a curiosear.

Se levantó de un salto y guardó el pequeño libro que leía entre sus ropas. Comenzó a levitar con la intención de ser lo más sigiloso posible, acercándose al desconocido por encima de este y quedando frente a él, a una distancia prudente y boca abajo.- A las buenas, caballero. Que grata y tranquila noche, ¿Cierto? -Dijo el pelinegro sonriendo, mostrando toda su blanca dentadura, lo que hacía achinar sus ojos. - Si no es molestia, ¿Puedo preguntar que hace cavando a altas horas de la noche?

Irenea era alguien que no dejaba las cosas a medias, una sola carta era la que le faltaba por entregar y se había tardado mas de la cuenta en dar con la dirección a la que iba dirigida. Era un mensaje urgente y no podía esperar un día mas para ser entregado, por lo que al hacerlo, ya era muy tarde y el lugar donde siempre solía pasar la noche ya estaba lleno.

Vaya suerte la suya pues a la parecer muchas de las posadas decentes y que conocía ya estaban llenas, por lo que se vio obligada a vagar un rato en busca de un buen lugar. Bien podría quedarse acampar en las afueras, pero ese dia estaba muy cansada y en verdad necesitaba un cama.

Caminó otro poco, evitando a los ebrios que iban por ahí, hasta que no muy lejos de donde estaba, logró ver a un par a los que parecía poder preguntarles- Buenas noches, siento interrumpir - pero calló de golpe al notar sus pieles tan pálidas, sumado a que uno estaba levitando. Tenia la sospecha de que podrían tratarse de vampiros... detestaba a los vampiros y de haberse dado cuenta antes los habría evitado pero ya estaba ahí, y pese a su desprecio por esta criaturas chupa sangre, su educación era la suficiente como para esperar una respuesta y sin mas irse- ¿Alguno de ustedes conoce alguna posada o buen lugar para pasar la noche? -Se limitó a preguntar, sin prestar mucha atención a lo que hacia el otro con la pala en la mano. 

—No soy muy fanático de las plantas carnívoras, aunque tengan cierta belleza peligrosa en sus formas— Con aquella respuesta busco evitar responder al estado de su atuendo, desde su llegada a Mirovia había tenido que soportar usar la misma prenda diariamente, pero el cuidado que le daba era el suficiente para que, de esta, aun con claros lugares donde la tela se encontraba desgarrada o manchada por sangre seca, su sangre, tuviera un grato olor a lavanda.

—Oh— Exclamo con cierta sorpresa en aquella vocal, pues aun ya teniendo una idea clara de que fuera un vampiro le resultaba curioso ya que hacía décadas no veía a uno de su propia especie. En cierta forma aquello le resultaba grato.

—Pues al igual que~ — Interrumpido por otra figura no pudo acabar su frase en la cual afirmaría sus sospechas, pero la presencia de lo que a sus ojos era una mujer mitad humana, mitad ciervo. No mentiría, había visto centauros en su vida, pero jamás con aquellas características al igual que su confusión con la de un ciervo y reno. No era un erudito de los animales, más allá de ser la única fuente de alimento que tomaba. Solo animales silvestres, ni humanos ni arcanos, aunque los humanos tampoco se podría actualmente.

—Lo siento mucho, pero soy bastante nuevo en la Ciudadela y apenas conozco lugares en los que podría descansar, pero— Se acerco a ella, guardando la pequeña pala de jardinería en su otro bolsillo mientras cargaba en su brazo derecho el aparente paraguas —Si desea puedo… podríamos ayudarle a buscar un lugar en el que descansar.

Una leve sonrisa se mostraba en sus labios, aunque sus ojos se mostraran severamente cansados se notaba una amabilidad sincera en ellos como en sus palabras, no quería parecer descortés ni intimidante, solo estaba mostrando algo de amabilidad.

En cuando a Enio parecía ignorarle un poco, no por mala educación o bien le cayera mal, solo que consideraba que la dama necesitaba algo de ayuda.

Enio sólo rodó los ojos ante el comportamiento del... "jaridnero". Era demasiado cortés, y él pensaba que no merecía la pena andar con finuras con gente de la calle... mucho menos de noche, todos saben que los que andan fuera de noche no tramaban nada bueno. Por algo él mismo estaba ahí... quizá. De cualquier forma, nono estaba en sus planes gastar el tiempo en ayudar a la plebe, pero de todas formas en caso de que ambos se fueran los acompañaría... podría perderse algo bueno.

- Oh, señorita... ¿Pero ya se va? Yo conozco un lugar donde podría pasar la noche, es un buen sitio.- Volvió a sonreir mostrando su dentadura y achinando los ojos... Le gustaba sembrar la duda en la gente a pesar de sus intenciones. Se acercó a esta paso a paso, despacio. Se fijó en que la otra ya quería retirarse y no lo iba a permitir, quería entretenerse un poco más.- Me llamo Enio Villiers, ¿Cómo se llama usted? -Entonces volteó hacia atrás para observar al otro vampiro.- Y... ¿Usted?

Sus cejas se fruncieron levemente ante la intrigante actitud del muchacho que le sonreía, quien no le inspiraba ninguna confianza pero su actitud le resultaba familiar, notando desde donde estaba esos colmillos tan característicos estando casi segura de que estaba tratando con un vampiro, tal vez con dos.

Suspiró internamente guardando la compostura y deteniéndose para presentarse. Villiers, de algún lado le sonaba ese apellido, pero no se detuvo demasiado a pensar en ello para prestarle atención a lo que decía el sujeto del paraguas.

Entendía que el otro tal vez tenia las mejores intenciones al ofrecerle su compañía pues parecía bastante sincero, pero no podía evitar sentirse ofendida. No quería juzgarlo pero él, con su aspecto, se veía incluso mas frágil que ella y que pensara que podría estar en peligro al andar de noche sola, era un flechazo directo a su orgullo, así que guardó silencio apretando ligeramente los labios y sin ninguna expresión en particular en su rostro que delatara sus pensamientos, buscaba las palabras correctas- Descuide, aceptare su compañía pero no por que crea necesaria su protección, si no por que aprecio sus buenas intenciones y por que en verdad deseo encontrar un lugar para descansar -dijo poniendo algo de énfasis en esas ultimas palabras, a la vez que miraba a Enio con cierta desconfianza, esperando que sus palabras fueran ciertas.

-Mi nombre es Irenea Novkrov, mensajera y a sus servicios- inclinó ligeramente su cabeza con aquella presentación que sonaba mas bien a un protocolo al que ya estaba acostumbrada a seguir, esperando a que alguno comenzara la marcha o que al menos Enio acotara algo mas antes de partir. 

No respondió ante la reacción del vampiro y su desdén hacia él, solo frunció levemente el entrecejo al escuchar aquellas palabras, pero aquel semblante desapareció de su rostro al momento de dirigirse al centauro. Irenea como se presentó.

—Es un gusto señorita Irenea— Aun así, antes de hacer un nuevo comentario Enio hizo gala de saber de un lugar al que podrían ir y el seria quien les guiara, no pudo aun así evitar nuevamente fruncir levemente el ceño, pero de igual modo comenzó a seguirle el paso junto a Irenea pues él no conocía las calles de la ciudadela por lo que debería confiar en aquel vampiro, hasta que bueno, soltó aquellas últimas palabras las cuales aun cuando no estaban dirigidas a el se vio obligado a responder.

—La jardinería nocturna es algo normal, no te ves sofocado por el calor y la luz del sol y sobre la sangre son manchas de hace años atrás como también... propia— La última palabra lo dijo con cierto dolor mientras se acariciaba levemente el antebrazo donde una mancha seca de sangre decoraba la blanca tela. Aun así siguió el paso del vampiro esperando que sus palabras no hubieran incomodado a la centauro.