Fiesta de cumpleaños (abierto)

No estaba habituado a las fiestas de cumpleaños. La verdad, no estaba habituado a las fiestas de ningún tipo. Cada año, para conmemorar el día en el que nació, se le daban ofrendas a su padre, mientras él se mantenía entrenando. Un par de veces niños lo invitaron a sus fiestas, humildes comidas donde compartían obsequios con sus invitados. Más nunca pudo ir. Él era diferente.

El joven Wolfeimer era extremadamente joven, extremadamente inexperto, y le producía cierta compasión, de alguna forma. Tenía un buen corazón, y eso era apreciado por el león. Había comprado para él una capa de piel de conejo, y amarrada, la llevaba bajo el brazo.

Caminaba erguido, en armadura, pero solo llevaba sus garras metálicas, una a cada lado. Pensaba que sería mejor no ir tan armado para algo de ese estilo. También llevaba una capa de tela en la espalda, para verse algo más formal. Todas esas cosas se las habían dicho sus pupilos, que se llevaba un regalo, que se iba formal, que no se llevaban armas, o tantas. Era muy confuso para él, pero un rato no lo mataría.

Llegó al lugar que le habían señalado, y armado de orgullo, ajustó el regalo bajo el brazo, y entró buscando al cachorro con la mirada. Había música, muy ruidoso para su gusto. Muchos olores, aunque agradables por separado, eran muchos y lo sobrecogían, como el mercado. Parecía no había mucha más gente, y al localizar al joven en una silla, caminó hacia él con un paso firme. Al llegar a su lado, hizo un Námaste: Juntó ambas patas cerca de su vientre, y se inclinó levemente, a modo de saludo. "Es un honor acompañarle en esta celebración, joven Wolfeimer. Las estrellas sonríen a quienes honran sus tradiciones. Le traje un obsequio" Le ofreció la capa toda amarrada con cuerda y esperó le respondieran el saludo.

Miraba con su rostro sereno al muchacho abrir el obsequio. Hasta ahí llegaban los consejos de sus pupilos. Sin estar muy seguro de como proceder, acotó a lo que dijo el chico: "Les llevé yo las pieles, solo pagué la manufactura". Se quedó parado al lado de Wolfeimer sin saber que más hacer. No acostumbraba a sentarse en sillas, no acostumbraba a comer platos elaborados, ni beber vino. Sólo sabía bailar bailes tradicionales de su pueblo, y la danza marcial del Espectro Blanco. Aprovecharía de conversar con el cachorro, conocerle un poco mejor. "Es grato oír que le gustó el obsequio. ¿Todos por aquí hacen este tipo de fiestas en sus natalicios?". Preguntó para mantener una conversación.

"Mis progenitores eran dioses para los hombres. Yo debía entrenar a diario, nunca participé de nada como esto". Dijo solemne. Esperaba el chico le indicase que hacer, por lo que seguía a su lado, como esperando instrucciones. "Mencionó a su madre y a la madre de su madre cuando nos conocimos. ¿Están ellas en Mirovia?" Preguntó sin malicia, aunque con cierta seguridad de que no era una buena pregunta. Tampoco se le venían a la mente mejores con el ruido de la música.

La sonrisa del chico era agradable y cálida. Reflejaba sus buenos sentimientos y eso era respetado por el gran león. No tenía mucha hambre, pero supuso debía bailar luego de la demostración de Wolfeimer. Adoptó una postura similar a la que tomaba al combatir, y comenzó a dar pasos firmes y seguros alrededor del cachorro. Era una danza tradicional de sus tierras.



Sereno y calmado, tomaba con seguridad cada paso de la danza, y con mucha seriedad. No tenía sentido del ridículo, y su orgullo lo hacía disfrutar de lo que hacía, aunque se viera tonto. Le sonrió al muchacho cuando habló de su familia y mientras danzaba le murmuró: "Los humanos tienen sus tierras, ahora nosotros la nuestra. Sonríe por el gran amor que le tiene su madre, que dejó a su hijo buscar su destino sabiendo no lo volvería a ver".

Siguió dando los pasos de la danza, uno a la vez. Le costaba un poco más por la armadura, pero aún así era grácil y elegante. La compañía de Wolfeimer en el baile era agradable, y sus comentarios aunque poco recatados, no le molestaban. Era el día especial del cachorro y no se iba a ofender por algo tan pequeño. Terminando la danza, volvió a hacer un Námaste hacia Wolfeimer, y sonrió levemente. No era muy habitual ver al león sonreír.

Ya habiendo parado de bailar, el león movió sus brazos y patas en círculos pequeños, para relajar los músculos. La oferta de un jugo tropical no sonaba tan mal, y aunque no estaba acostumbrado, desde que había llegado a Mirovia había probado nuevas cosas a menudo. "Tomaré un jugo, muchas gracias joven Wolfeimer. Fue agradable bailar con usted" Ignorando casi por completo las rosas que le habían arrojado, caminó imponente hacia la mesa, a tomar un jugo.

Dandole la direccion al Señor Hiro donde se encontraba los jugos se fue con la mayor sonrisa que habia visto, al girarme me encontre con una joven señorita, que tiene unos ojos amarillos como el fuerte sol, su pelo blanco como la nieve de la montaña, de alguna manera tenia usa servilleta en su mano...

Buenas noches Joven señorita... es un placer verla aquí, espero que la este disfrutando de maravilla... ¿Por casualidad desea algo para comer? Por lo que veo, tiene una servilleta en su mano... si desea le puedo ofrecer varios platillos si gusta

Le ofrecí mi mano hacia ella para poder guiarla hacia la mesa de los aperitivos, era algo sorpresivo que nadie se lo había terminado de comer toda la comida allí, en ese mismo momento uno de los arcanos toco una música suave para tranquilizar el ambiente.