Pandora (+18)

La iniciativa por parte de Zaniah le parecía de lo más encantadora y no hacia más que despertar un deseo reprimido en el vástago. Se vio siendo empujado lejos del escritorio hasta un mueble cercano, quizas habría puesto algo de resistencia pero estaba más concentrado en el sabor de los labios de la arconte como para reclamar algo.

Ni bien la chica se sentó sobre su regazo, las grandes manos del vástago se posaron sobre la cintura de la contraria. Sus labios se separaron por unos segundos permitiéndole a ella tomar aire y a el tragar algo de saliva, la miro fijamente como un lobo cazando a su presa y sonrio. Una de sus manos abandono la cintura ajena y apartó los mechones largos de cabello anaranjados del rostro de la chica -Eres hermosa- ni bien había terminado la palabra sus labios se volvieron a unir con desesperación.

Después de unos cuantos segundos donde lo único que se ponía escuchar en la habitación eran suspiros y chasquidos por parte de las bocas de ambos. El vástago abandono el beso y sin esperar alguna replica coloco sus labios sobre el cuello de la arconte, lamiendo y besando con la misma intensidad de segundos atrás. Sus manos bajaron solo un poco, quedando paralizadas en las caderas de Zaniah.

Morder el cuello de la chica no era una opción, al menos no por el momento y mucho menos para alimentarse. Sin embargo y debido al calor del momento se permitio dejar pequeños mordiscos húmedos en la zona, escondiendo sus filosos colmillos. No solo el cuello de la chica fue atacado, también sus emplumadad orejas, que si bien eran de tacto suave a los labios del hombre, debía aceptar que era algo extraño.

Al sentir las manos de Zaniah tan agitadas sobre su cuerpo, abandono sus caderas y el mismo se deshizo de las capas de ropa que llevaba puestas, afortunadamente no había roto nada pues solo se necesitaba de algo de paciencia con los botones. Su torso quedó descubierto y podía sentir el calor ajeno en su fría piel.

Sus caderas se encontraron y fue ahí dónde el vástago volvió a tomar las caderas de la arconte como si fueran de su propiedad, moviendolas, acercándose más a ella. Su nombre siendo pronunciado por aquellos bellos y dulces labios eran la cosa más hermosa que había tenido la ficha de escuchar en mucho tiempo, sonrió abiertamente atacando de nueva cuenta el cuello de Zaniah -Dime pequeña, Puedes pedirme lo que quieras- su tono de voz era más grave y no parecía que tuviera muy buenas intensiónes

Los sonidos por parte de la arconte no hacian más que encender el frío cuerpo del vástago, podía sentir una leve punzada en su inservible corazón y como la sangre viajaba atravez de su cuerpo hasta la parte baja de su abdomen. No había experimentado algo similar por lo menos en los últimos 200 años y muy a pesar de perder algo de práctica, el deseo seguía ahí y parecía quemar su cuerpo.

Miro fijamente los ojos de Zaniah cuando tomo sus manos y las dejo justo donde comenzaban los botones de su camisa. Sin decir absolutamente nada y movido por su propia necesidad comenzó a desabotonar aquella prenda con algo de prisa, justo como lo había hecho con su ropa. La camisa estaba abierta y fue ahí dónde el trabajo del vástago había terminado, con una sonrisa en el rostro y volviendo a mostrar sus colmillos, descanso sus brazos sobre aquel mueble, dejando que Zaniah terminará el trabajo.

Por un momento, se perdió ante la imagen semi desnuda de Zaniah frente a el. Su figura en comparación a él era pequeña, delgada y parecía que con el más mínimo tacto fuera a romperse, cosa que era falsa pues en más de una ocasión la joven había demostrado ser más fuerte de lo que parecía realmente. Sus ansias por explorar el cuerpo de la chica no se hicieron esperar y poso una de sus manos sobre el abdomen de esta, sintiendo casi inmediatamente la diferencia de temperaturas.

Subió su mano lenta y tentativamente por su torso desnudo, disfrutando del tacto caliente de esta y de los gemidos provenientes de sus labios. -No es como si fuera del todo necesario, pero te vez muy entusiasmada por ayudar- verse devorado por la arconte era algo nuevo para el, era más que obvio que zaniah tenía muchas más urgencia que el vástago y no le desagradable en lo absoluto.

Recibió las caricias de la joven con gusto miéntras el mismo satisfacia su necesidad por tocar y conocer la piel caliente de su amante esa noche. Se vio volviendo a juntar sus labios con la contraria, disfrutando de su dulce y embriagante sabor

Con cada toque se hacia más evidente la desesperación de la chica, el deseo contenido y sus ansias por llevar las cosas al siguiente nivel. Sus manos calientes recorriendo todo su cuerpo se sentían demasiado bien, el calor que ella desprendia era absorbido por el cuerpo del vástago, que al pasar los segundos comenzó a desprender pequeñas gotas de sudor.

Su propia necesidad se veía reflejada sobre la tela de sus pantalones que poco a poco iba creciendo más y más. Su deseo por tocar, morder y poseer a la chica no hacian más intensificarse a cada segundo, sus manos se movían desesperadas por el cuerpo de la arconte, guiandose con los gemidos y jadeos de esta.

Sostuvo el rostro de Zaniah con sus dos manos, acercándo sus labios de nueva cuenta y acariciando el contorno de sus orejas tanto como le era posible. Sus labios comenzaron a bajar hasta el cuello de la chica, donde dejo varios besos húmedos y una que otra mordida inofensiva. arqueo su cuerpo lo suficiente para que su boca tuviera acceso a su pecho, su larga lengua saboreaba la piel caliente de la chica, centrandose casi de manera exclusiva sobre sus pechos.

Sus quejidos y la forma en la sus dedos se tensaban alrededor de su cabello le decían al vástago que estaba haciendo un buen trabajo. Sus grandes brazos rodearon la espalda de la joven, alzando aún más su cuerpo permitiendo así el poderla lamer apropiadamente.

Las palabras de Zaniah hicieron eco en su cabeza mientras un ligero escalofrío recorrió su cuerpo. Sonrió abiertamente y sus ojos parecieron obscurecerce ante su petición. Tomo a la arconte ente sus brazos por un momento, levantandola de su regazo y depositandola sobre aquel sofá. Izark se arrodilló frente a ella y acercó su rostro lo más que pudo a su pecho de nueva cuenta. Sin ningún tipo de pudor ni duda en sus movimientos, su habida lengua acarició el contorno de uno de sus pezones con urgencia mientras sus manos se posaban en las caderas de la arconte.