Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
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Post by Zaniah Neshmet on Nov 17, 2017 23:24:07 GMT
Cada mordida era un mar de sensaciones que Zaniah no terminaba de entender, el dolor de pronto se transformaba en excitación, y la poción removía con ferocidad los sentimientos como el aceite al fuego, lo avivaba, lo hacía querer más y prendía con un tumulto agresivo dentro de su ser. La arconte tan solo soltaba gemidos de excitación mientras Izark enterraba sus colmillos en diferentes partes de su cuerpo, tomó el largo cabello del vástago y entrelazándolo entre sus dedos lo apretó con cierta agresividad sin llegar a jalarlo o lastimarlo.
El cuerpo de la arconte se retorcía bajo el cuerpo del arcano, arqueando de vez en cuando la espalda, para luego remover sus muslos, pues los escalofríos que recorrían de la cabeza hasta los pies, no cesaban. La mujer respiraba agitado, sintiéndose levemente débil por la pérdida de sangre en varios puntos, sin embargo, la poción la obligaba a seguir, poniendo alerta todos sus cinco sentidos, los cuales, la guiaban directo a Izark. Zaniah volteó a otro lado, apretando sus piernas alrededor de la cintura del vástago, disfrutando la sensación de la lengua contra su piel.
Ooc: No hay problema
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Post by Deleted on Nov 25, 2017 5:39:10 GMT
El vástago se tomó su tiempo con cada herida. Pasaba su lengua de forma lenta y pesada una y otra vez hasta dejar completamente limpia de sangre la zona y que aquella sanará. Trazó un largo camino desde el cuello de la arconte hasta sus caderas. Una vez llegando a la parte inferior del cuerpo ajeno, Izark tomó los tobillos de Zaniah y comenzó a depositar pequeños besos. Aquello siguió hacia abajo, llegando incluso a la parte trasera de sus rodillas, donde de hecho se tomó cierto tiempo.
La estaba saboreando como si de un caramelo particularmente apetitoso se tratara. Muy a pesar de su incapacidad por degustar como los demás arcanos, ante los ojos y gustos de Izark la arconte desprendía un sabor más que exquisito y embriagante. Sostuvo ambas piernas ajenas con algo de fuerza y poco a poco la boca del vástago fue bajando de los muslos de la chica hasta su intimidad.
Sumamente decidido, el hombre escondió su rostro en medio de sus piernas y, después de inhalar profundamente, volvió a pasar su lengua por todo lo largo y ancho de la humedad que ella desprendía. Rodeando las piernas de Zaniah con sus grandes brazos y clavando sus dedos en sus muslos, Izark se aferró a ella, disfrutando de cada lamida y ocasionalmente uno que otro mordisco.
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Nov 30, 2017 5:55:38 GMT
El cuerpo de la arconte saltó bajo el tacto del vástago, sin poder ocultar el ligero temblor que sus manos y pies producían debido a la excitación del momento, Zaniah observó a Izark, tragando saliva mientras su cabeza aún retumbaba en conjunto con los latidos de su corazón. Todo se volvió penumbras, una deliciosa penumbra cuando la lengua de Izark viajó por lo húmedo de su ser, la arconte volteó hacia otro lado, soltando un gemido ahogado mientras rasguñaba el sillón, sus piernas intentaron apartarse, pero debido al agarre del arcano le fue imposible, por lo que solo sus muslos respondieron con pequeños espasmos y temblores.
Zaniah mordió su labio rojizo mientras su mirada en la oscuridad se perdía en los sentidos, los cuales, le prestaban una atención absoluta a los movimientos del vástago, con una sola mano, enredó la cabellera negra entre sus dedos y apretó con un poco de fuerza cada vez que sentía que el hombre rozaba los puntos más sensibles de su piel, sus pies sentían aquel cosquilleo de que la cúspide estaba cerca, pronto respiró agitado, sin poder evitar que lo único que saliera de sus labios fueran pequeños y dulces gemidos que le suplicaban al vástago que no se detuviera.
Pronto, todo se puso en blanco, quedando en un vacío en el que solo su propio placer importaba, se aferró al cabello de Izark mientras su cuerpo sucumbía ante el descenso, arqueando un poco su espalda, la arconte frunció el ceño, mientras sus labios se separaban para soltar algo que fue lo más parecido a un grito, y luego se perdió de nuevo.
―¡Izark! ―Soltó la arconte, ciega en la bruma del orgasmo mientras su cuerpo temblaba bajo el vástago. Cerró los ojos, aún respirando con agitación y el rostro encendido de un color rosa pálido.
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