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Post by Haoyang Lian on Oct 1, 2017 17:27:24 GMT
Había despertado ese día muy temprano, un poco antes del amanecer. No pidió a los sirvientes que prepararan su baño esta vez; quiso hacerlo por sí mismo. Tener la oportunidad de pensar en su soledad, ajeno a la compañía era tal vez lo que necesitaba. Le aterraba puesto que se había salido de su usual comportamiento por alguien relativamente extraño y ese alguien había tocado fibras muy sensibles de su ser. Debía alejarla pero siempre terminaba contradiciendo sus propias advertencias.
Al salir del baño los rayos del sol ya comenzaban a filtrarse a través de las cortinas, reduciendo un poco el aura tan sombría de la casona. En pocas horas el silencio dejaría de reinar en el lugar… de sólo pensarlo sentía algo de molestia pero sabía que su compromiso iba más allá del placer de su comodidad, o eso se obligaba por pensar.
Se dirigió a su estudio en donde revisaba documentos importantes y pertinentes de su negocio, era en esos ratos cuando se aislaba completamente del mundo exterior, ignorando si a su alrededor comenzaran las labores de la casa y si Zoe, su protegida, se encontrara en ese mismo espacio buscando pergaminos u otro tipo de documentos. Sin darse cuenta, el tiempo transcurrió hasta el momento en que el sonido de un carruaje sobresalía entre el bullicio de la gente del exterior. Alzó la mirada, para encontrarse con la de la joven náyade a quien por cierto había olvidado mencionarle de sus nuevos inquilinos.
-¿Espera visitas?- preguntó la mujer sin un rastro de incertidumbre en su rostro, sólo la curiosidad de que alguien tuviera el deseo de visitar a su hosco protector. Lian miró hacia afuera, viendo cómo el carruaje se detenía frente a la fachada de la casona. Respondió apenas con un sonido suave que hizo raspar su garganta antes de ponerse de pie y caminar hacia la entrada. Zoe lo siguió, enroscando el pergamino que tenía entre sus manos para dejarlo sobre el mueble. Había confusión en su mente pero a la vez demasiada curiosidad.
Uno de los sirvientes de la casa abrió la puerta principal al ver a su patrón acercarse con disposición de salir. Para cuando su presencia se manifestó ante Viktoria y sus niños, una hilera de sirvientes se encontraban ya desocupando el carruaje y transportando el equipaje en el interior de la casa. Haoyang sintió un tirón en el estómago; fuese emoción y nerviosismo, era innegable que la llegada de sus invitados estaba causando un impacto considerable en él. Por su lado, la náyade tomó la iniciativa de presentarse; aunque su carácter era reservado como el del lung, era un poco más abierta ante la presencia de gente extraña.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 1, 2017 18:48:38 GMT
La tarde anterior había sido laboriosa. Al momento en que el lung tomó su camino sentenciando la hora en que debían estar atentos, muchos de los chiquillos tomaron aquello de formas atribuladas. Viktoria en su defecto se había acostumbrado al tipo de trato directo y seco que manejaba su benefactor, mas para los jóvenes eso marcaba una extraña primera impresión. Puesto que no tenían más de una noche para alistarse, la nephele se puso en acción- siendo su mayor situación el tener que explicar, convencer y calmar las emociones de aquellos que cuestionaban aquel repentino cambio.
-PERO MA, ESTAMOS BIEN AQUÍ, NO SON LOS MEJORES MEDIOS, PERO ESTAMOS JUNTOS- vociferaba Ýr con hastío y resentimiento. Algunos de los otros chicos pensaban al respecto, asintiendo tímidamente, mientras que Isaac sacudía la cabeza -Cállate Ýr. Aquí esta feo, siempre huele por más que limpiemos, y los vecinos pasan haciéndonos la vida de cuadros.- explicó el rubio, a lo que Turik añadió -Y ya estoy cansado que me patee Sac mientras duermo- se quejó, denotando que compartía cama con Isaac por la falta de medios. El resto de niños vociferaban opiniones mixtas que eran difíciles de desenmarañar, pero que Viktoria muy pacientemente escuchó, para finalmente dirigirse a las inquietudes de cada quién -Entiendo que desde el incidente del viejo continente, tengan miedo al cambio- inició, siendo cautelosa con cada sílaba -Vivíamos en armonía y paz, juntos, nada nos faltaba- pausó, y dirigió su vista por una ventana, en la cual la noche se veía profunda y la luna imponente -Pero las cosas han cambiado. Sin embargo, lo único que se ha mantenido fuerte ha sido nuestra unión, y créanme que lucharé hasta mi último aliento para que eso se mantenga de esa manera- sentenció con determinación. Volteó su mirada y extendió una mano en dirección a la peliblanca, acomodando el cabello de la misma y acariciando su cabeza -Ýr, nadie va a reemplazar a Zurek, ni nadie va a apartarme de tu lado- fue directa, siendo tan dulce como su personalidad le permitía -Este incidente con Derek me abrió los ojos, y me dio a entender que por mi cuenta no puedo protegerlos a todos, mucho menos en estas condiciones- explicó, con cierta tristeza. La pequeña arcana intentó debatir aquello, pero la nephele la interrumpió -Sé lo que piensas, pero sé que muy dentro tuyo, entiendes nuestra necesidad. Obsérvalo como una prueba- después de todo, es algo temporal. Si las cosas se tornan grises, simplemente nos tomaremos de las manos y nos iremos a un mejor lugar- finalizó, dedicándole una sonrisa juguetona a la niña. Ýr desvió la mirada y murmuró entre dientes -Si veo que ese hombre o alguien extraño te hace, o nos hace, algo malo...- la arcana hizo ademán de golpear su palma con su puño cerrado, señalando que pelearía al respecto. Viktoria rió por lo bajo y le besó la frente. Dando por finalizada esa reunión se levantó e instó a los jóvenes a recoger sus pertenencias y alistarse para la siguiente mañana, puesto que debían ser puntuales.
El carruaje los recogió justo a la hora indicada, y el viaje no fue muy largo. Al reconocer la vivienda de Haoyang, la nephele dirigió su atención a los niños, dándoles directivas al respecto. -¿Tenemos que demostrar nuestros principios y valores, de acuerdo?- musitó con encanto, confiando plenamente en las actitudes de los pequeños. Muchos asintieron con emoción, mientras otros lo hicieron algo reluctantes, pero al fin y al cabo, aceptando la situación.
Al descender del carruaje, un grupo de sirvientes atendían sus pertenencias y las llevaban a los adentros del establecimiento, a lo cual los niños respondieron con fascinación y algo de cuchicheo entre ellos. Viktoria tomó la iniciativa y se presentó con la Nayade, que en ocasión anterior sólo había conocido de vista. Seguido a aquel acto, los jóvenes parecían por inercia acatar al la acción de su protectora, por lo que se formaron en una línea horizontal y se presentaron algo mecánicamente.
-Gracias Señor, soy Turik- se presentó el pelirrojo, encorvando la espalda a modo de saludo. -¡Y yo soy Isaac!- sonrió con fuerza el rubio, pareciendo que se le iban a desbordar los dientes de las comisuras de los labios conforme hacia su respectiva reverencia. -Ýr.- replicó la peliblanca, cruzada de brazos y mirando directamente al Lung con el ceño fruncido. -D-Derek... g-gracias- continuó el pequeño de cabello castaño -Mi nombre es Sasha, un placer- respondió una señorita de cabello verde y largo, alzando un poco su falda a modo de saludo. -Ajnar, a su servicio- terminó por mencionar un joven de cabello negro corto, siendo muy formal en su forma de hablar.
La nephele sonrió gustosa por aquel acto tan agradable que sus jóvenes acababan de dar, permitiendo la entrada a una buena primera impresión. Finalmente, Viktoria se dirigió al Lung llevando una mano a su pecho y otra a su falda, haciendo una reverencia -Gracias por esta oportunidad, Sire Haoyang- esbozó con infinita gratitud.
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Post by Haoyang Lian on Oct 1, 2017 19:45:13 GMT
Se llevó las manos detrás de la espalda mientras los jovencitos uno a uno se presentaban. Era sencillo reconocer sus personalidades por su lenguaje corporal y cayó en cuenta de que la niña de cabellos blancos sería tal vez un problema. Asentía a todos con un suave movimiento de cabeza mientras que la náyade a su lado sonreía de manera reservada. Miró por fin a Viktoria e inmediatamente un carraspeo se gestó en su garganta. No sabría si aquello podía llamarse una oportunidad o más bien… si era una oportunidad para ellos o para él mismo. Zoe tomó las riendas de la situación al darse cuenta de que su protector actuaba extraño. Eran cosas tan minúsculas que sólo alguien que lo conociera tan bien como ella podría notar. -Le aseguro que el gusto de tenerlos aquí es nuestro- expresó la chica en un tono frio pero no ajeno a la honestidad.
El lenguaje corporal de la muchacha era similar al del lung; rígido y formal. Extendió su brazo dándoles dirección a los nuevos inquilinos para que avanzaran por en medio de un camino de piedra que conduciría finalmente a la estructura de la puerta principal. Haoyang los siguió, aún en silencio figurando en su mente lo que diría. ¿Bienvenidos? ¿Es un gusto tenerlos aquí? ¿Estaba esperándolos? Por más que repasara tales frases en su cabeza no se hallaba en condiciones de expresarlo. Sentía un nudo en el pecho impidiéndole hacerse a las amabilidades que a cualquier persona no le costarían tanto trabajo proporcionar.
Los condujo hasta un comedor, dispuesto esta vez para estar bien iluminado. La mesa se encontraba ya colocada con cubiertos, platos y charolas con frutas, carne y demás manjares a disposición de los invitados. Zoe se adelantó al centro de la habitación, abriendo las cortinas de los ventanales que aún se encontraban cubiertos, permitiendo que la luz del Sol iluminara al fin toda la habitación. Las charolas de plata brillaban con intensidad, reflejando algo de luz en las paredes y el techo. -Pueden venir a comer aquí cuando gusten-. La náyade se atrevió a extender tal invitación, asumiendo que todo alimento que se encontrara ahí estaba para ser consumido por los chicos y la mujer.
Sin saber realmente lo que debía hacer, seguí a sus instintos, acotando a toda área que viera necesaria de introducir a los recién llegados. La casa era grande y disponía de varias alas, las cuales describió a detalle incluso yendo más allá al acotar detalles arquitectónicos. Al fin dio con una de las habitaciones que asumió estaría dispuesta para los niños. Abrió la puerta corrediza, dejando mostrar una gran habitación la cual antes había sido un estudio en donde había al menos tres camas lo suficientemente grandes para tres personas, una sala de estar, un gran librero y una ventana que daba a la Ciudadela. El lung se mantenía reservado, aún sin dar ninguna seña de total bienvenida. Observó por un instante el interior de la habitación, asegurándose de que al menos a simple vista no hubiera detalles que solucionar de manera inmediata. Giró ligeramente su cabeza hacia Viktoria quien permanecía a su lado. -Hay una habitación dispuesta especialmente para usted- acotó de pronto, quebrando su corto voto de silencio.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 1, 2017 23:54:06 GMT
La náyade fue muy educada, y más expresiva que la oportunidad breve en que la conoció de vista. Aunque mantenía un gesto neutral y hasta frío como el del Lung, tenía la delicadeza de hablar de forma oportuna y apropiada. Los niños y Viktoria siguieron sus indicaciones, entrando al establecimiento. Los jóvenes miraban con asombro y algo de sorpresa el lugar, encantados o extrañados de la simpleza y lo sobrio del mismo. Hubieron comentarios entre ellos, algunos tornándose en risillas y palabrerías que sólo entre ellos entendían. Cuando se les fue presentada la zona de comedor, vistiendo alimentos que raramente tenían la oportunidad de disfrutar, más de uno quedó boquiaberto. Inmediatamente los jóvenes voltearon a la nephele en busca de permiso o aprobación de poder acceder a aquel bufe predispuesto a sus personas. La arcana de cabellos castaños vestía flores en su cabello, suelto cayendo como cataratas sobre sus hombros, y un vestido blanco con rojo que se arrastraba en el suelo de no levantar el ruedo. En su cara se podía notar una sonrisa perpetua, aunque discreta, de la cálida bienvenida que estaban recibiendo. Cálida, por supuesto, a la manera de aquel benefactor. Aunque no hubieran palabras dulces de por medio, detalles como la comida, el espacio y la libertad que parecía otorgarles era suficiente para que ella se sintiera a gusto y segura.
La nephele asintió y se dirigió a la mujer de tez tostada -Espero no sea de mala educación si se adelantan a comer, realmente están hambrientos- explicó, viendo como cada uno se hacía a la mesa, acomodaba las servilletas en su regazo y tenían los modales suficientes para acomodarse, tomar cubiertos y servirse con el permiso de Íriell. Aunque se vieran muy caóticos y de personalidades contrastantes, todos compartían una educación arraigada que la dama siempre velaba por que perpetraran en momentos indicados. Dejándolos a la mesa, Viktoria continuó con Haoyang, prestando atención a todo aquello que el varón explicaba y mostraba. Se sintió en paz al notar el amplio cuarto en que estarían los pequeños, con acceso a libros y la frescura de una amplia ventana, además de camas que se observaban sumamente cómodas.
Al escuchar el comentario del dragón, se sorprendió- de cierta forma no esperaba que el adecuo de ella y los suyos llegaría a tal punto, donde recibiría su propio espacio. -¿Ah, sí?- dijo rápidamente, sin encontrar una respuesta apropiada -No sé qué decir, realmente. Es usted muy amable- comentó con cierta formalidad. Dejó un silencio corto propagarse antes de retomar la palabra -No sé qué tan acostumbrado estará de lidiar con niños- inició -pero si llegan a hacer algo que no considere apropiado, o que perturba su tranquilidad...- continuó, teniendo un poco de dificultad en acomodar sus pensamientos -Si llegamos a ser una molestia, o incomodidad en su diario vivir, siéntase en la libertad de expresarlo, tomar medidas que considere aptas- culminó, siendo sincera con aquello. Sabía, o al menos así pensaba, que Lian tendía a ser muy directo y seco, por lo que la comunicación de ese tipo no sería un problema. No estaba de más explicar que estaba en un punto realista y comprendería que si las cosas tomaban una ruta indeseada, estaría preparada para partir de así serlo. -Sé que es algo torpe de preguntar, pero... ¿realmente se siente cómodo con esto?- dejo la incógnita en el aire, tratando de descifrar si había algo en específico que conllevó al Lung a tomar dicha decisión, más allá de un sentido de responsabilidad.
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Post by Haoyang Lian on Oct 2, 2017 5:05:26 GMT
Zoe se dio la vuelta al momento de escuchar la voz del lung; observaba en silencio el intercambio entre ambos, de pronto sintiéndose impropia. Jamás había visto a Haoyang de esa manera, tan tenso que podía jurar que sus puños se encontraban trémulos; las narinas más abiertas de lo usual y la barbilla altiva a pesar de aquél lenguaje silencioso de las otras partes de su cuerpo. Pasó su lengua por encima de sus labios desviando la mirada por un instante hacia otro lado antes de toparse con la mirada del dragón quien con sólo un ligero parpadeo y un suave movimiento de su nariz le indicó que se marchara. -Iré a ver cómo se encuentran los niños- y así se alejó hasta desaparecer entre los pasillos, dejando al lung y la nephele solos.
Al fin era momento de responder a las preocupaciones de la mujer y su pregunta. No, no estaba acostumbrado a los niños y no, no estaba del todo cómodo con ello. La joven náyade jamás le dio problemas, era como si viniera ya hecha a su medida. Nunca batalló, siempre fue dócil y muy rápida para aprender. Volvió a llevarse las manos detrás de la espalda, ocultas de la vista de la doncella. Repasaba sus pulgares uno sobre otro, ocultando el nerviosismo y la ansiedad tan repentina que comenzaba a dominarlo. -Soy el dueño de esta casa, ¿o no?... Puede estar segura que externaré mis inconformidades de presentarse alguna- respondió. Se daba de topes por dentro, de ser tan escueto con tan poco tacto. Lo que menos necesitaba aquella mujer era una preocupación más qué cargarse en la espalda. Tensó ligeramente los labios, sólo una muestra fugaz de su repruebo hacia sí mismo.
Bajó ligeramente la cabeza dejando escapar un suspiro que de inmediato repuso al alzar los ojos y mirarla de nuevo. -Sígame; la llevaré a su habitación-. Se dio la vuelta, sometiendo las ganas de posar su mano sobre la espalda de la mujer para guiarla con mayor tacto. Pasaron un par de habitaciones hasta dar con la que sería la de ella. De igual manera, deslizó la puerta, esta vez para revelar una habitación con techos altos, muebles de sala; los cuales se componían de dos sofás y una mesa de té sobre la cual ya había una vajilla con detalles pintados a mano. La cama era espaciosa y estaba aislada por varias telas que la protegerían de los ojos de cualquiera, eso además de contar con una vista al jardín. En varias de las mesas y burós habían adornos de flores, gardenias blancas, claveles, peonias, por lo que toda la habitación tenía un fuerte pero dulce aroma.
No estaba del todo satisfecho, sentía que debía de haber algo más que pudiera ofrecerle pero guardó silencio, controlando sus impulsos de preguntar si todo lo que se encontraba dentro era lo suficiente para su disposición. Bajó la cabeza para mirarla sin reparar de inmediato en su reacción. -Tome lo que necesite de aquí-. Las palabras se arrastraban en su cabeza; “este es su nuevo hogar”. Entró en la habitación hasta dar a un mueble para tomar las perillas de dos pequeñas puertas y abrirlos. -Me tomé la libertad de proveerla de prendas así como a los jóvenes- agregó, repasando con sus dedos las telas finas que rozaban las yemas de sus dedos. Buscaba que no hubiera ningún hilo desprendido, nada que fuera lo suficientemente ineficaz para ser devuelto.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 2, 2017 13:09:17 GMT
Aquella habitación asemejaba una pequeña mansión para la dama. La diversidad de muebles, las flores, los detalles, la vista y la extenuante comodidad que aquello respiraba. -Esto es... mucho más de lo que me hubiera imaginado- mencionó con su aliento siendo robado por el asombro. Al momento que el Lung ingresó a la habitación, ella se permitió lo mismo, y caminó a lo largo del cuarto repasando su vista por cada cosa que su palma tocase. Aunque su mano estuviera un poco vendada por el incidente de la tarde anterior, no se detenía en explorar las flores y adornos que se posaban tan armoniosamente en cada repisa y rincón del cuarto.
Fue entonces cuando su benefactor deslumbró un detalle más que hubo cautivado a la mujer- ropas. Aunque la mujer era refinada debido a su crianza, se había despojado de la idea de lujos de ese tipo al llegar a Mirovia. No era una prioridad que se antepusiera sobre sus niños y sus necesidades, por lo que su subcosciente había reprimido el deseo y gusto latente por cuestiones del tipo. Al ver aquello que repasaba por el tacto del dragón, se sintió como una chiquilla. Emocionada, alegre e inocente. Quizás aquello sólo era una simple formalidad para hacerle sentir a gusto, pero para la nephele, todo aquello causaba un gran impacto dentro de su ser.
La mujer mantuvo compostura ante todo, pero tenía una sonrisa infantil que difícilmente podía ocultar. No quería sonar exasperante repitiéndose una y otra vez sobre que tan agradecida estaba al respecto, ya que su costumbre reposaba más a responder con acciones que con simples frases. Había una deuda imaginaria que incrementaba cada vez que el otro la sorprendía con detalles de la índole, que de cierta forma la mantenían ocupada pensando al respeto, mas la clavaban en una página de incertidumbre. Definitivamente, a raíz de aquella cercanía, tendría oportunidades de devolver todo el bien que el arcano le cedía. Viktoria se acercó al Lung y tomó una de sus manos entre las suyas -usted tiene un gran corazón- comentó, acariciando suavemente la piel ajena con uno de sus pulgares. Cada vez estaba más convencida de que, a pesar de los conflictos internos que parecían debatir constantemente dentro del otro, tal cual una impetuosa tormenta reventando en las paredes de su alma, había cariño y nobleza que se externalizaban en acciones, mucho más allá de frases o lenguaje corporal. -Si necesita algo, estoy a su servicio- añadió a sus caricias, sonriéndo al respecto.
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Post by Haoyang Lian on Oct 4, 2017 2:22:36 GMT
Ese tacto... tan cálido. No hacía frío en el exterior pero había un invierno dentro de su ser que parecía estarse marchando al sentir aquella mano tomar la suya. ¿Por qué algo tan simple e inocente como ello lograba alterarlo de aquella forma? ¿Era acaso la flaqueza de su orgullo quebrándose al permitirle a esa mujer acercarse tanto? A un lugar que pocos o mas bien, nadie que estuviera aún en esta tierra conociera. Sentía la presión de su corazón causándole aprietos. El impulso tan fuerte de dejar que sus emociones tomaran rienda de sus acciones. Explorar más esa cercanía que había conocido a ratos pero siempre anhelando por más. Miró su sonrisa pero desvió de inmediato aquellos ojos que parecía se mantendrían clavados a ella sino se cuidaba.
No hallaba de qué manera decirle que no esperaba su servicio, de qué forma explicarle que todo lo hacía por… ¿por qué lo hacía? Eran demasiadas las preguntas y muy pocas respuestas. Bajó la cabeza, mostrándose un poco frustrado para después mirarla. Seguía sin comprenderla, sin tener total aceptación de la forma tan familiar y tierna con la que se dirigía a él. Sus labios se separaron, por un momento sintiendo que uno de sus pensamientos cobrarían control mas hubo quietud y sólo palabras tomaron el aire. -¿Por qué Viktoria? ¿Por qué deposita su confianza en mí?-. La miraba con cierta suspicacia pero lo que realmente dominaba era una ferviente curiosidad.
¿Qué había hecho para hacerla confiar en él? ¿Qué había hecho bien? Bien… ¿En qué momento catalogaba tal cosa como algo positivo? ¿Por qué de pronto la aprobación de esta mujer le resultaba tan importante… casi necesaria? Debía decir algo pero no hubo nada que saliera de su boca, no al menos hasta escuchar lo que Viktoria tenía qué decir.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 4, 2017 14:42:06 GMT
Aquella pregunta realmente era simple si no se le inspeccionaba de una manera más profunda. ¿Por qué confiar en él? Demostraba ser una persona recia, tosca, volátil y grosera. En contraste a su persona, se podría decir que ambos eran polos opuestos. Pero muy a pesar de todas esas superficialidades de caracter, no había malicia ni vileza en su esencia, lo cual tuvo incontables oportunidades para hacer notar si hubiese sido ese el caso. Paralelamente, dentro de la naturaleza de la nephele estaba el tratar con cariño, aprecio y respeto hasta los seres más ruines que se presentasen en su camino, ya que la negatividad, violencia o agresión eran semillas que nunca fueron sembradas dentro de su alma, y que se negaba profundamente en siquiera permitirles entrada. Era esperado que Haoyang no estuviera exento de aquella delicadeza y dulzura propia de la dama, mucho más allá de una razón concreta que lo mereciera como premio.
¿Pero era acaso eso todo lo que había?
Sintió el impulso de responder de forma corta y conscisa, pero un sentimiento fugaz la detuvo. Duda. No dudaba de la reacción del otro, o de la veracidad de sus propias palabras, dudaba si en realidad aquello que tenía pensado explicar era lo único que había por develar. Bajó el rostro para observar la mano del dragón entre las suyas, explorando cada detalle con la vista y sus yemas. Se sintía áspera y pesada, pero cómoda y recomfortante. Por un momento la imagen de una palomilla viajando a las llamas se instaló en su mente, ofreciendo una perspectiva que no había considerado antes. Abrió la boca apenas para decir algo, pero en cambio tomó una bocanada de aire y cerró los ojos.
Apartó una mano de la ajena, y aún con la barbilla baja, la levantó en dirección al otro. Miró de reojo, como si estuviera esperando lo peor a raíz de ese acto, pero convencida de que tenía que hacerlo. Acercó su mano al rostro del Lung, primero acariciando con las puntas de sus dedos el costado, tímidamente, pero finalmente abrazando la mejilla del varón con su palma. El toque era un tanto torpe, por algunas heridas que adornaban la superficie de su tacto, mas el sentimiento de calidez era genuino. Su pulgar bailó incidentalmente por la barbilla, rozando el inferior de sus labios. Esta vez levantó su rostro y clavó su mirada anillada en los irises magenta del dragón, sonriendo suavemente. -Quisiera decir que es porque así lo dicta mi naturaleza, pero...- se suspendió en el momento, cortando su sonrisa a un tono más serio -Aún debo terminar la historia de la otra noche.- acotó, cambiando el tema conforme su mano resbalada del pómulo ajeno y su mirada regresaba a sus manos sostenidas.
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Post by Haoyang Lian on Oct 5, 2017 23:09:23 GMT
Se halló desconcertado por sentirse a total merced de esas caricias. Sus ojos se cerraron sólo por un momento, antes de abrirlos para toparse con una fuerte realidad. Todo se debía a su egoísmo, el tenerla ahí, el ayudarle; lo calificaba como buena persona pero en realidad, su presencia era requerida por el capricho de su necesidad. De estar expuesto al placer de su compañía. No se decepcionaba; no se creía bondadoso como ella insistía.
Correspondía a su mirada, atento, mostrando interés. Se había olvidado del relato mas su mención le trajo de nueva cuenta esa curiosidad e incertidumbre de conocer su final. La promesa de un desenlace era como escuchar su propia suerte. Reflejado por completo en el personaje principal de aquella historia, Haoyang esperaba que a sus oídos llegara una conclusión ventajosa… ¿pero qué era eso en realidad? Ni siquiera terminaba de comprender los límites de lo que lo pudieran hacer feliz. Aún, muy en su interior, era posible que existiese la minúscula fuerza para encontrar la dicha. Ignoraba por completo que tal egoísmo, el que lo llevó por justificar la presencia de la mujer que ahora ocupaba una habitación en su hogar, era esa chispa de voluntad.
Movió ligeramente el rostro, alejándose del tacto de la nephele más no de una forma que resultara en un rechazo. Sin embargo, hubo una pausa que lo dejó aún más intrigado. Alzó la mano, sometiendo a la de la mujer por un instante. -La historia puede esperar- sentenció. “Pero…” ¿Cuál era esa condición? ¿Esa alternativa que se había quedado guardada dentro de su pecho? -Sino es su naturaleza… ¿entonces qué es?-. Sus ojos se entrecerraron mientras su rostro se acercó un poco más al de ella. La observaba con cierta fascinación, como si intentara descifrarla; sacarle los secretos a través de la mirada.
La mujer era peligrosa para Lian. Comenzaba a despertar sentimientos que no harían más que ponerlo en riesgo, en un punto vulnerable; no quería tener algo qué perder. Sintió rabia de pronto. Sus memorias revueltas entre ecos dulces de su pasado y pesadillas que repetían sucesos trágicos, llenos de dolor. Su mirada se volvió más rígida al momento en que aquellos pensamientos comenzaban a apoderarse de su presente.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 6, 2017 1:07:58 GMT
Era evidente que el otro buscaba respuestas. Peto Viktoria no estaba completamente segura, o dispuesta, a entregar una de manera certera y concreta. Hubiera sido mejor si lo hubiera dejado hasta ahí, como una cosa inherente de su naturaleza y carácter. No obstante, no se era capaz de mentir o ocultar la verdad cuando esta era requerida, por lo que sentía un conflicto dentro suyo al respecto.
Al momento que el rostro ajeno se hubo acercado un poco más al suyo, su respiración se volvió más profunda, como si hubiera caído consciente de la misma y tuviera que seguir inhalando y exhalando por cuenta propia. La mirada inquisitiva del dragón la invitaban a que abriera su pecho y dejara al descubierto sus sentimientos, por más confusos y caóticos que estos fueran. Antes que pudiera siquiera decir pronunciar una palabra, el gesto de Lian cambió, sus ojos inundándose de aquella típica frialdad que le caracterizaba. No estaba segura del todo que era lo que estaba debatiendo en la cabeza del otro, pero sintió el impulso de aplacar el ajetreo en su subconsciente.
Acercó su cara a Haoyang, a pesar de la diferencia de tamaño tan marcada, suavemente se colocó en sus puntillas y con su mano instó a que el otro se encorvara apenas lo suficiente para poder aproximarse, a tal punto que rozó su mejilla con la del arcano. Descansó en esa posición por unos segundos, abriendo la puerta a un escenario delicado e íntimo, apto para revelar secretos de ser así deseado por alguno -El corazón es difícil de descifrar- murmuró con lírica, rozando sus labios sobre la piel del otro, en proximidad del oído. Sus manos descansaban en el pecho del Lung, poco a poco tomando un agarre de sus ropas entre sus tersos dedos -pero creo fervientemente que el destino nos ha puesto sobre el camino del otro con un propósito- pausó, tomando un respiro antes de proseguir -Quizás el mismo es...- no hubo acabado su frase, cuando notó que a espaldas del dragón, en el umbral de la puerta corrediza se hallaba Ýr, con su rostro torcido por el disgusto observando irritada la proximidad de ambos arcanos uno con el otro, conversando entre susurros.
La nephele al caer en cuenta de aquello, recuperó la compostura de forma que no se viera abrupta, pero si se notó apresurada. Aclaró su garganta y bajó el rostro en señal de disculpa a su benefactor.
-Aquí estas- reprochó con voz golpeada la adolescente, con la mera intención de llamar la atención. Caminó dentro de la habitación hasta clavarse en medio de los dos, y se instaló al lado de Íriell como un centinela, mirando de pies a cabeza a Lian con una mirada tan afilada como la suya. -Estoy aburrida- exclamó, tratando de disuadir la escena que estaba en pie.
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Post by Haoyang Lian on Oct 6, 2017 3:34:37 GMT
Por más que por lógica quisiera negarlo, el palpitar de su corazón delataba lo mucho que la cercanía comenzaba a alterarle mas no de maneras negativas. La gentileza de su tacto y el suave susurro que penetraba las murallas de su voluntad. Comenzaba a dudar… a suponer que no había ingenuidad tras sus acciones. Lo peor de todo es que comenzaba a sentirse perturbado por su propia ignorancia; el no saber si tal conducta era exclusiva… de ser así, parecía estar tan adherida a la cercanía entre ambos tanto como él. ¿Por qué de pronto una extraña comenzaba a filtrarse entre sus prioridades? No era prudente.
Su rostro se inclinó pretendiendo tomar mayor cercanía. Sus labios separados, dispuestos a soltar murmullos que hacían efervescencia desde la base de su vientre. Ahogado entre las contradicciones de su ser, las promesas hacia sí mismo. Ardía en emociones que rayaban entre la ira y la pasión. Su respiración pareció pesada por unos instantes, en los cuales tuvo suficiente para llenarse del aroma ajeno. Tan delicado, tan dulce… tan incitante al tacto. Por un momento, sus manos se elevaron, casi temblando ante el sometimiento de sus sentidos. Luchaba por mantenerlas para sí mismo pero era más la curiosidad y deseo por mantenerlas sobre el calor de sus curvas las cuales de pronto pasaban por fragmentos en su mente. Apenas pudo rozar con las yemas de sus dedos la suave tela que cubría la piel de Viktoria de su, ahora, furtiva mirada.
Un ruido y de inmediato sus sentidos recobraron un estado de alerta. Retomó su postura de inmediato y se giró en dirección del sonido de la puerta al abrirse. Se sintió decepcionado por la repentina interrupción pero también al caer en cuenta de lo que estaba ocurriendo consigo mismo. Tensó la mandíbula, observando a la jovencita entrar en la habitación para adoptar de pronto una actitud territorial. Haoyang devolvió la mirada; severa, fría y altiva. Alzó la barbilla mirando a quien ahora, estaba seguro, comenzaría a desafiarlo. De cierta manera su orgullo lo llevaba a responder a tal reto. -En su habitación hay una cantidad generosa de pergaminos y libros, jovencita- aunque su tono no era grosero, podía vérsele molesto e impaciente por deshacer a la niña de su vista. Miró a Viktoria de momento para después observar a la jovencita. Comenzaba a brotar su personalidad tan caprichosa y recelosa, una que había estado a flote en muchas situaciones… pero una como esta, no en muchísimo tiempo.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 6, 2017 4:30:56 GMT
-Eso es para ratas de biblioteca- objetó la peliblanca de manera cortante y pesada, desfiándolo con la vista y su lenguaje corporal. La pequeña arcana no le temía en lo más mínimo, y se podía notar por lo territorial de sus gestos. No era de leer, y de hecho, apenas y siquiera estaba aprendiendo a hacerlo con ayuda de sus otros hermanos y protectora. Hubieron unos segundos de tensión en que la chiquilla miró profunda en la mirada del otro y finalmente quebrantó el silencio -Me va a seguir viendo con esa cara de c- se detuvo en seco, sintiendo la mirada severa de la nephele sobre su persona mientras su tersa mano se posaba sobre los hombros de la pequeña, apretando con advertencia -...de comer limón-dijo en un tono apagado, con cierto conflicto en su rostro por el toque de Viktoria más que la grosería que estuvo a punto de escupir. Sintió como por la espalda la arcana se arrodillaba y le abrazaba suavemente, colocando su rostro sobre el hombro -Antes, era Zurek el que dictaminaba la fortuna de todos- susurró, aunque era lo suficientemente audible para que todos escucharan -Luego esa responsabilidad cayó sobre mi...- continuó, intensificando su abrazo sobre la niña -Y ahora, estamos a la merced de voluntad ajena. Ya no estamos solas-
Ýr sintió una punzada, el peso de un martillo caer sobre su ego y fracturándolo, pero no se atrevía a levantar la voz contra la nephele. Sentía que aquello, cada cambio, se debía a raíz del hombre que estaba frente a ambas, por lo que había un resentimiento creciente dentro suyo al respecto. Íriell retomó la palabra, tratando de disuadir la evidente tensión que se postraba en el aire -¿Ya desempacaron? Tienen que poner en orden sus cosas primero, luego veremos si damos un paseo, les cuento una historia, o sientas cuentas con Isaac- comentó en un tono pícaro, aunque sin malicia. Le plantó un beso en la cabeza peliblanca de la chiquilla y se volvió a poner en pie, aunque esta vez, dirigiendo su mirada en Haoyang. Aún mantenía sus manos sobre los hombros de la pequeña, esperando alguna reprimenda por parte de su benefactor antes que la Ýr regresara a sus asuntos.
En contraparte, la pequeña dama bajaba la cabeza algo frustrada esperando el permiso de Viktoria para retirarse. Se podía notar que tenía respeto por la misma, por lo que controlaba sus impulsos a regañadientes.
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Post by Haoyang Lian on Oct 6, 2017 5:20:47 GMT
Sus ojos se estrecharon dando pauta a que de sus labios saldrían palabras ácidas, llenas de reproche. Estaba dispuesto a poner a la chiquilla en su lugar, sin embargo la sorpresa de ver a Viktoria hincada en el suelo, acallando los desplantes de la jovencita lo dejaron helado a él también. Sometía los impulsos de su autoridad cerrando las manos en tensos puños. Atento a cada movimiento proveniente de aquellos labios que de pronto pronunciaban pedazos de una historia que era desconocida. Comprendía que aquello seguramente pertenecía a un pasado previo a Mirovia pero desconocía qué tan lejano era. Inevitablemente su curiosidad comenzaba a avivarse más y más, generando en su consciencia preguntas sobre ella.
Parecía que el poder que poseía Viktoria sobre la jovencita iba más allá que autoridad; era respeto complementado por la suavidad del cariño, algo de lo que el dragón carecía por completo. Miraba con cierta fascinación el sometimiento de la niña ahora cabizbaja y sumisa ante la familiaridad y dulzura de la nephele. El lung dio un paso, acercándose al par. Sus ojos se pasearon sobre la figura tan reacia de la chiquilla que sin pena se había impuesto ante él; como un perro. Acercó su mano al mentón Ýr y alzarlo para que le mirase. Sus ojos fieros a pesar del sometimiento de su postura. Haoyang podía ser territorial también; en sus territorios no había nadie que pudiera colocarse por encima de él, nadie. -Entonces va siendo hora que se convierta en una, señorita- replicó. Sus dedos abandonaron el rostro de la niña, volviendo hacia su costado, tensos. Aún sentía el cosquilleo de antes al haber tocado por encima a la mujer. Abrió y cerró la mano suavemente, intentando sacudirse de aquella sensación.
Por más que sus pensamientos le proporcionaran algo de esperanza, luchaba por no hacerles más espacio en su pecho. El riesgo de perderlo y más ahora que comenzaba a preguntarse de qué tan serios eran los acercamientos de Viktoria. Se atrevía a pensar que estaba ahora todo en su imaginación; se sabía tan frío y despreciable que no concebía la idea de alguien otorgarle semejante calidez en tan poco tiempo. A pesar de ello, sus pensamientos lo traicionaban, anteponiéndose a la seguridad de su corazón; serios o no, comenzaba a flaquear, a sentirse inútil ante la determinación de su bondad y cariño. Vencido a la voluntad ajena.
En el umbral apareció Zoe, o al menos así le pareció al dragón; como un fantasma. De pronto llevando a un niño en la espalda, acompañada de otros más próximos a su edad. -Ah, por un momento no vi a dónde se fue- dijo de pronto, con el mismo rostro neutro, a pesar de que sus cabellos estaban en manos del más pequeño quien comenzó a trenzarlo con muy poca destreza. Haoyang se giró un poco más hacia ella, incapaz de llamarle la atención ya que, por más que deseara adjudicarle la intromisión de la pequeña altanera, no había tenido tiempo de ordenarle que se encargara de mantener a los niños en su lugar. La náyade no era ingenua y podía darse cuenta del aire tan pesado que se respiraba en aquella habitación. Carraspeó sintiéndose de pronto completamente inadecuada, no sabiendo qué decir o cómo alivianar la tensión. Al igual que su protector, no era la persona más indicada para socializar. -Viktoria, me atrevo a asumir que padre no le ha permitido explorar la casa en su totalidad; comprenderá que estaba sumamente preocupado por disponerle de todas las comodidades necesarias. A usted y a los niños- agregó. Había hablado de más y lo supo muy tarde. En ese momento, cualquiera que hubiera visto al dragón, pensaría que sus ojos eran capaces de matar de sólo posarse en su objetivo.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 6, 2017 14:46:30 GMT
Encontró propias las palabras que le dedicó el Lung a la lobezna, manteniendo firmeza en su territorio y guardándose el ácido propio de su caracter. Quedó algo extrañada al respecto, mas encantada por aquella demostración. Viktoria desplazó sus manos a los costados de la jovencita, dando una pequeña palmada para permitirle la salida. Ýr por su cuenta estaba apretando los dientes, raspándolos unos contra otros y resoplando por la nariz tal cual un cachorro molesto. Al momento que se le dejó ir, abandonó la habitación a zancadas, solo para toparse de frente a Zoe, siendo acompañada por el resto de sus hermanos circunstanciales. Derek estaba ameno jugando con el cabello ajeno, murmurandose canciones mientras enredaba las hebras en un pobre intento de peinado. Los otros jovenes estaban con los ojos algo saltones, ignorantes de la pesadez del ambiente, pero sospechosos de la previa intromisión de Ýr en aquel momento. Se escucharon algunos cuchicheos y risillas, especialmente entre Turik e Isaac, de los cuales eran evidentes mantenían un estrecho lazo de amistad.
Al segundo que la náyade hubo confirmado aquello, el rostro de Íriell se plagó de sorpresa y agrado, soltando una enternecida sonrisa. No obstante, al tornarse en dirección al dragón, observó como este centraba su vista en la morena con intenciones turbias y severas, denotando hostilidad ante todo. No se dejó aplacar por dicho gesto, y más bien se instó a continuar el tema, dándole un pequeño giro para cambiar el aura -Supuse, pero no me atrevía a mencionarlo de forma tan directa.- respondió con suavidad y aún con una marcada sonrisa -Por lo cual le agradezco profundamente, y a su persona también por ser tan atenta.- elogió sin ser excesiva- el notar a la protegida de Lian desenvolviendose a con los niños de aquella forma, le daba esperanza que empatizarían y se hallarían más cómodos, generando un cambio más fluido y con mínimas asperesas.
Viktoria extendió los brazos a sus costados, posando la vista sobre los niños esta vez -Además, nosotros también tenemos varias sorpresas, ¿cierto chicos?- esbozó entre gestos risueños y llenos de emoción. Los jovenes se notaron impacientes y energizados, asintiendo efusivamente y hasta respondiendo positivamente con sus voces. Ante aquello, la nephele retomó la palabra -Hemos reservado uno de varios regalos para agradecerle a usted y a Zoe por la bienvenida, pero necesitamos tiempo para prepararnos.- expresó mientras miraba al Lung -¿Es posible que nos permita la entrada al jardín? Seremos cuidadosos. Claro, sería como para dentro de una hora más o menos- aclaró, con cierto brillo en sus ojos, cuidadosa de obtener el permiso del otro primero.
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Post by Haoyang Lian on Oct 9, 2017 19:34:17 GMT
La mirada del lung seguía siendo severa sobre Zoe quien no parecía mostrar señas de intimidación en su ser respecto a eso. La náyade apenas esbozó una pequeña sonrisa mientras desocupaba el espacio del umbral, suponiendo que sería hora de continuar el recorrido por la casona. Haoyang miró a Viktoria, una vez que le pidió permiso para dirigirse a los jardines. Acalló un momento, depositando la frialdad de sus ojos sobre la calidez del rostro ajeno el cual era capaz de derretir los glaciares de su mirar. Dejó escapar un suave resoplido por la nariz mientras tomó paso hacia la salida de la habitación. -Por supuesto- contestó, ya dándole la espalda a la mujer.
Recorrieron los pasillos hasta bajar una gran escalera que conectaba a un corredor que daba hasta el jardín. El lung tomó los extremos de la puerta corrediza que deslizó para darles entrada a sus nuevos inquilinos. El espacio contrastaba con el resto de la casa; tan lleno de vida y acogedor; de formas evidentes siendo una carta de presentación casi ajena al dragón. A lo lejos podía verse la flor que semanas antes la nephele había plantado sobre la tierra del lugar. Más rebosante que antes, rodeada de los arbustos y botones como si estuvieran envueltos en un gran abrazo.
Zoe fue quien dio el primer paso hacia el jardín y casi de inmediato el pequeño Derek bajó de su espalda de un salto, fascinado por la belleza de las flores. Por otro lado, los otros tomaron reacciones más modestas; caminando lentamente, como si tantearan el suelo debajo de sus pies. La náyade se incorporó al grupo de los más grandes para acotar en detalles dejando de nuevo solos a los más adultos. Haoyang dio un paso al frente, bajando el escalón para después girarse suavemente, extendiendo un poco su mano para ofrecérsela a la mujer sólo para que bajara con precaución.
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