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Post by Viktoria Íriell on Oct 10, 2017 1:35:40 GMT
La mujer siguió sumisa el andar de los demás, sin apresuro y solemne, sin poder desvestir aquella sonrisa alegre que le caracterizaba. Hubo emoción al momento que el otro le permitió entrada al jardín, exponiendo una reacción genuina de agasajo tal cual una paleta ofrecida a un niño. Antes de tomar la mano del dragón para descender por las gradas, recordó un pequeño detalle mas importante con respecto a aquello que quería ofrecerle a su benefactor. -Cómo olvidarlo- exclamó para sí misma, titubeando un segundo antes de posar su palma sobre la del dragón y chasqueando los dedos en sorpresa. -Permítame un momento, no me demoraré- se disculpó, a pesar que sus ojos sólo deslumbraban con un brillo pícaro, como si la emoción por ocultar algo no le daba cabida a mantener aquello secreto por más tiempo. Alzó la voz ligeramente para llamar a Ýr a que le acompañara en su pequeña travesía, dejando al Lung por su cuenta.
La nephele interceptó uno de los sirvientes que previamente habían cargado las pocas pertenencias de ellos, preguntando específicamente por maletines en cuyo cuero se marcaba una pronunciada luna menguante que era imposible olvidar una vez observada. Fue dirigida amablemente por la ama de casa a la locación de los mismos, por lo que Viktoria anunció un favor hacia la misma -¿Sería mucha molestia que me ayudara a llevarlos? Son cinco en total- esbozó con delicadeza, sin intención de sonar altiva o autoritaria. Aquellos maletines variaban en tamaño, uno siendo casi tan alto como la arcana, y otros tan pequeños como el largo de un extremidad. Íriell instó a la criada y a Ýr a llevar los artículos al jardín, mientras decidía vestirse de manera apropiada para la ocasión.
En la privacidad de su habitación, dirigió nuevamente su atención al ropero, ahora teniendo la libertad de sentir las texturas y calidad de las telas entre sus manos. Los tonos eran vibrantes y los bordados exquisitos, intuyendo la refinada mano de obra empleada en aquellas prendas. Hubo una pieza en particular que cautivó los sentidos de la dama. En ese momento tomó la decisión de despojarse de aquello que la cubría y adornar su piel con algo nuevo.
Mientras tanto, en el jardín, uno de los jóvenes se acercó a Lian, en un semblante curioso y perspicaz -Hola señor- mencionó, agitando su mano en saludo. Sus cabellos eran rubios y de ojos esmeraldas, anteriormente identificándose como Isaac. -¡Muchas gracias por todo esto, ehhhh!- sonrió pelando los dientes en exceso, demostrando una ingenua dentadura afilada que daba pistas a su naturaleza dracónica. -No lo digo por la comida y la casa, si no porque no había visto a Ma sonreír tan genuinamente desde que abandonamos el viejo continente- admitió, sin medir el peso de sus palabras. -¡Creo que todo es su culpa!- carcajeó, rascándose detrás de la cabeza y alborotando su melena dorada.
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Post by Haoyang Lian on Oct 10, 2017 2:20:33 GMT
De inmediato cerró su mano, al momento en que la joven se marchaba al recodar algo que él desconocía. Aquello trajo recuerdos que involuntariamente lo dominaron; teniendo ahora en su mente las imágenes de un pasado lejano. Miradas desde la lejanía, suspiros furtivos; no… No de nuevo. Sus ojos se perdieron al final del pasillo en donde la mujer desapareció. La curiosidad lo invadió junto con un sentimiento de impotencia al sentir cómo poco a poco perdía control de sí mismo.
Tuvo tiempo para alejar sus preocupaciones al menos por un instante cuando la voz de uno de los jóvenes que acompañaban a Viktoria demandaba por su atención. Lo miró sin expresar mucho, sólo escuchando, recibiendo sus palabras de agradecimiento. Aún no se acostumbraba a escuchar aquello… le sentaba de manera extraña… casi inadecuada. Como siempre que se hallaba en una situación diferente, alzó la barbilla, muy a pesar de que el gesto del chico era cálido, no lograba aún conectar por completo con tales emociones y reacciones. Separó sus labios para responder, sin embargo, algo de lo que el muchacho había dicho había logrado tomarlo por sorpresa. La expresión en su rostro por momentos reflejó su asombro… e incluso satisfacción al grado que casi se dibuja una sonrisa en su rostro.
-¿Qué te hace pensar que es por mí?- por más que aquello, por mucho fuese contra su voluntad, le causara gusto, no podía convencerse de que era cierto. Seguramente que el muchacho era ingenuo y poco perceptivo. No había forma de que sus palabras fuesen ciertas. Jamás había causado tal efecto en nadie; cuando lo intentó, falló rotundamente.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 10, 2017 2:44:30 GMT
Debido al corto tiempo de conocerle, no podía tomar las expresiones del otro como fuera de lo común, o siquiera leer las mismas de manera eficiente. Contrariamente, el rubio había compartido lo suficiente con Viktoria como para conocer sus estados de humor, y no era como si aquello fuese difícil- después de todo la mujer era muy expresiva y en conexión con sus propios sentimientos. Aunque no era una dama que relucía por pronunciar los negativos, el bajar de tono aquellos que eran cálidos era suficiente pista para entender que había algo que le molestaba o le incomodaba. Al abandonar el viejo continente bajo circunstancias trágicas, el brillo de la nephele había descendido, pero sin ser completamente opaco. Tanto ella como cada uno de los pequeños habían sido marcados por el dolor y los horrores, dejando marcas amargas en sus corazones. -MMmmmMMmm puesss... no sé- jugueteó con su tono de voz, llevándose un dedo a la barbilla mientras miraba al cielo tratando de encontrar una respuesta -Cuando está cerca suyo, parece que brilla.- comentó, un segundo consecuente cayendo en cuenta de un dato relevante -¡Ah! Y que accedió a su oferta sin pensarlo mucho- objetó con transparencia -Otros le han ofrecido hacerse cargo de nosotros y ella ha dicho que no... a saber por qué- se encogió de hombros, empuñando los labios en un gesto despreocupado. La expresión del joven cambió al ver como una de las sirvientas junto a Ýr se adentraban al jardín, posando una serie de maletines en un área espaciosa donde no interrumpiera la vegetación. La lobezna se podía notar dando indicaciones algo autoritarias a la mujer, de como y donde colocar cada cosa. En un momento a otro, la peliblanca alzó la mano y llamó al resto de jovencitos, los cuales estaban desperdigados a lo largo del jardín, observando y persiguiendo insectos entre otras cosas. -¡VENGAN DE UNA VEZ!- levantó la voz sin reparo, asustando algunas aves que se posaban cerca. -¡Uh Oh!- exclamó Isaac, rebosando con emoción. -¡No se va a querer perder esto!- advirtió con ingenuidad, al momento que guiñaba un ojo y sacaba la lengua hacia el Lung, el cual, a sus espaldas, se formaba la figura de Viktoria nuevamente en el umbral. La mujer vestía una prenda única alargada que se estrechaba a lo largo de figura, exaltando las curvas y adornando la longitud sin caer en la simpleza.
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Post by Haoyang Lian on Oct 10, 2017 3:20:20 GMT
El lung entrecerró los ojos al escuchar la vagancia con la que hablaba el chico, hasta que sus labios repitieron una palabra que se destacó entre el resto. -¿Otros?- fue más un susurro, una pregunta que se le escapó. No estaba seguro de querer saber la respuesta. Era obvio que una mujer con las cualidades de Viktoria poseyera a cualquiera dispuesto de brindarle de atenciones y hasta más. Fue en ese momento en el que cayó en cuenta que bien podría ser él considerado como uno más; aquello le causó un ligero malestar mas no podía precisar del todo por qué. Ahora sus preguntas aumentaban… ¿por qué con él? Se olvidaba de la sensibilidad de las mujeres, de su delicadeza y belleza. Ya había concretado que la mujer era peligrosa precisamente por sus cualidades, por su ternura y calidez.
No tenía idea de lo mucho que lo era ya que aún no la había visto envuelta en las telas que ahora adornaban su cuerpo y esencia. Se dio la vuelta siguiendo las advertencias del chico sólo para capturar en sus estrechas pupilas una visión que lo dejaría por instantes paralizado. Estaba consciente de la belleza de la mujer, había tenido oportunidad de apreciarla en secreto, mas esta muestra tan evidente, tan clara y sincera frente a sus ojos cobraba un valor distinto. Estaba tan enajenado por la figura de Viktoria que no había reparado en los maletines que ahora ocupaban lugar en el jardín.
Zoe por su parte se acercaba con los otros jóvenes hacia el punto donde Ýr los llamaba a reunirse, notando de reojo la fascinación del dragón con la nephele. Jamás lo había visto así; ni en sus momentos de profundo análisis fantástico habría imaginado verlo de esa manera. Siempre pensó que el dragón moriría antes de manifestarse de esa forma ante cualquiera.
Haoyang dio un par de parpadeos, obligándose a despertar de su repentina ausencia sólo para al fin cobrar consciencia de los maletines que ahora le hacían sentir de lo más curioso. Caminó hacia el umbral de la puerta, de nueva cuenta extendiendo su mano para ofrecérsela. Más que por ayudarle, era una excusa para sentir la suavidad de su piel contra la palma de su mano. Le miró a los ojos con cierta determinación más acallando los impulsos de destacar la belleza realzada por aquellas prendas.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 10, 2017 15:06:07 GMT
A la distancia, podía notar como Ýr y los demás abrían los maletines, algunos de formas curvas y otros de siluetas alargadas, para finalmente develar el misterio de los mismos- instrumentos musicales. Isaac y Turik sacaron lo que asemejarían flautas, las cuales captaban el ojo por la negrura del material del que estaban formados. Parecía que el rubio le dedicaba palabras al oído del pelirrojo, el cual respondía con sorpresa y picaría entre risas ahogadas. Al lado de ellos, estaba Sasha, la cual capturaba una viola entre sus delicadas manos, posicionándola con destreza contra su cuerpo, mas sin tocar una nota. Miraba con recelo sus alrededores y el agasajo de sus hermanos sobre temas que se le hacían no eran de su incumbencia.
Finalmente, Ajnar extrajo un violín, algo maltratado como si hubiera sido reparado tras un fuerte golpe, pero consciso para hacer su labor. El joven estiró la mano antes de tomar el arco, para acomodar el cabello de la peliverde detrás de la oreja. No hubo sonrisa, pero si había una mirada cálida en su rostro. Ýr se mantenía en medio de ellos, sosteniendo un violoncelo que le alcanzaba en tamaño, mas la forma en que lo sujetaba daba a entender que la misma no era la dueña. Observaba a la distancia el intercambio del Lung y la nephele, tratando de destruir aquella escena con su simple pensamiento y mirada acídica. Derek se sostuvo de la pierna de la náyade, y le miró con su timidez característica, pero con ilusión de lo que estaba sucediendo. -Mis h-hermanos son muy b-buenos- tartamudeó, lo cual era notorio de su impedimento -e-es un regalo para ust-t-tedes- murmuro, con cierta vergüenza, al momento que se aferraba con más intensidad en la extremidad de la arcana.
Paralelamente, Viktoria observó con intensidad, por unos breves instantes, la mirada ajena. Posó su mano decisiva sobre la contraria, haciendo su toque terso y dedicado. Envolvió la mano del lung con un suave abrazo de sus dedos, y se apoyó de manera firme para descender las gradas. Realmente no era necesario, pero apreciaba el gesto y la proximidad que aquel acto les otorgaba. Al sentir el césped en sus pies desnudos, una sensación de paz inundó su cuerpo, llevándola a respirar el dulce aire primaveral que expedía el escenario. Bajó la mano con la que se aferraba de la ajena, y en vez de ser de apoyo, la mantuvo ahí con la suya, dando la impresión de algo más ante las miradas ajenas. -Señor Haoyang, ¿le gusta la música?- preguntó, mientras extendía su mano libre en dirección de donde se reunían los chiquillos. -No somos expertos, pero entregamos nuestros corazones a la obra- justificó con modestia. Los chicos tenían un puñado de años de practicar, a diferencia de ella, que tenía cerca de un siglo de perfeccionar su técnica. Aún así, le tenía tremenda fe a los pequeños, los cuales había inculcado a lo largo de sus vidas. La mujer sonrió, posando su mano libre sobre el hombro del dragón, dándose la libertad de aquellos gestos íntimos -Considérelo un obsequio de tantos- añadió, usando un tono más suave.
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Post by Haoyang Lian on Oct 10, 2017 23:04:40 GMT
De nuevo su mano reposaba sobre la de ella en un tacto largo que comenzaba por aceptar. Caminó hacia el área donde se encontraban los jóvenes, ignorando las miradas llenas de recelo de la loba quien parecía estar en total desacuerdo de la cercanía profesada entre los dos mayores. No le despegaba la mirada a la nephele; por más interesante que sus alrededores fueran, por más radiante que se hallaran las flores del jardín, aún se encontraba deslumbrado por Viktoria de una forma que aún no sabía, pero iba más allá de toda condición visual.
La pregunta no le vino de sorpresa más no era algo en lo que pensara realmente. Nunca se había dado el lujo de apreciar piezas musicales puesto que su vida había siempre estado llena de la urgencia de la batalla, poco pudo pararse para oler las flores. Por protocolo aprendió a bailar para asistir a los Festivales que recién se dieron en Mirovia en sus inicios pero apenas duró un par de décadas; Haoyang jamás sintió la dicha de compartir una pieza con alguien… eso había cambiado semanas antes. -Sólo si la ocasión lo amerita- respondió permitiéndole a la mujer tomar su lugar frente a él. De inmediato tomó acción, dejando reposar su mano sobre la cintura de Viktoria. El ardor en sus dedos era tal que notaba grandes diferencias en cómo se sentía ahora desde la última vez que habían bailado. A diferencia de la primera vez, su impulso fue menos brusco y la acercó hacia él con mayor cuidado. Colocó su mano a media espalda, impidiéndole que tomara mayor distancia de él. La quería cerca y al menos, por medio de la danza, había una excusa que justificaba tal ambición.
La música comenzó y la náyade tomó lugar frente al grupo, mirando de reojo de vez en cuando al par que ya había comenzado a dar sus primeros pasos. Estaba sorprendida… confundida incluso. Sabía que a su manera, su protector era bondadoso pero en pocas ocasiones lo había visto ir más allá de su carácter para acomodar las necesidades y deseos de alguien más. De niña recibió su afecto más fue en breves ocasiones y de maneras muy mesuradas, en cambio, con Viktoria, era como ver detrás de una cortina. Se hallaba cruzada de brazos, con el mismo gesto serio y analítico pero era imposible de ignorar que una sensación cálida comenzaba a manifestarse en su vientre.
El dragón dominaba el baile, teniendo entre sus brazos a la mujer como si se tratase de una delicada flor cuyos pétalos corrían riesgo de caer al movimiento mínimamente brusco. Había algo en la danza que lo obligaba a anclar la mirada en ella, a pesar de sentir que estaba cruzando límites peligrosos que no hacían más que exponer sus puntos más vulnerables. Por más que hubiera querido apreciar la música habría sido imposible. Suficientes sonidos eran los de las voces que le cuestionaban si lo que estaba ocurriendo era lo mejor. ¿No estaba exponiéndose demasiado? Habían… otros… -No se sienta obligada a devolver mi caridad con obsequios ni favores- acotó en tono severo. Sin saber conscientemente lo que era, en Haoyang comenzó a manifestarse inseguridad. ¿Era acaso eso? ¿Bailaba con él porque creía que se lo debía? Se escuchó la pesadez de su respiración al soltar aire por la nariz pero a pesar de sentirse un tanto decepcionado al creerse sus paranoias, no hallaba fuerza para interrumpir la danza entre ellos.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 11, 2017 14:55:50 GMT
Originalmente, no tenía planeado danzar con el dragón, por temor a que la cercanía de sus cuerpos generaran una respuesta conflictiva por parte de él. Después de todo, debía reservarse de incomodarle o presionarlo especialmente bajo su propio techo. No quitaba que habría oportunidad para ello eventualmente, pero esperaba que fuera en un futuro no muy lejano. No obstante, al ser abarcada y acercada a la figura del contrario, por agarres firmes pero sin rayar en lo grosero, se generó una grata sorpresa evidenciada en el rostro de la nephele. Parpadeó un par de veces, tratando de leer el lenguaje y expresión de Haoyang, que contrastaba fervientemente en gestos y movimientos. Decidió responder de una manera similar, al presentir que dichas acciones serían bienvenidas.
Las manos de Viktoria se enlazaron en el cuerpo fornido de su pareja de baile, firmes y coscisas, como las raíces de una planta a con la tierra que la sostiene. Entregó el liderazgo de los pasos al varón, el cual denotaba seguridad y comodidad, muy diferente a la primera vez, donde sus gestos parecían limitarse a simplemente llevar a cabo lo necesario. Había sinergia en esa ocasión, por lo que disfrutaría de la oportunidad. Danzaron a pasos ligeros y diestros, con una cercanía íntima, donde las curvas de la figura femenina rozaban constantemente la complexión áspera y uniforme del lung. Su mirada permanecía clavada en la del contrario, intentando hallar con su corazón la manera de entrar al del contrario, suavizar la rudeza y dar calidez al frío. Una sonrisa tenue llena de armonía no se desvestía de sus labios, que osaban murmurar tonos líricos que corrían en sintonía con la melodía que expedían las manos de los habilidosos jóvenes.
-Al igual que usted, hago lo que deseo, sin ataduras ni obligaciones- respondió ante el comentario ajeno, siendo sincera al respecto. Aunque la naturaleza de la mujer era dócil y flexible, contaba con la seguridad de negarse si algo no era de su agrado. Claro, de una manera apacible para evitar roces, pero al fin y al cabo, esbozaba su consentimiento sin trabas. -Y me gusta danzar con su persona- añadió, cerrando los ojos por un momento conforme se estrechaba contra el pecho del contrario, eliminando cualquier distancia por más mínima que fuese, entrando en contacto directo únicamente separado por las prendas que vestían -¿Y usted?- preguntó, haciendo alusión al gusto por el baile con ella como compañía. Se había prometido mantenerse al márgen, pero siempre existía esa curiosidad por saber las intenciones del otro, más allá de lo que podía suponer o deducir de sus gestos y expresiones.
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Post by Haoyang Lian on Oct 12, 2017 0:44:07 GMT
Las palabras de Viktoria creaban respuestas en su rostro como si de un idioma extraño se tratara. Le costaba trabajo creer y comprender aquello que decía. No le creía… no le creía en lo absoluto. ¿Cómo podría? El cuerpo de la nephele se presionaba contra el suyo actuando como si de una pieza perdida de un gran rompecabezas se tratara. Como si siempre hubiera hecho falta. Apenas se permitió bajar ligeramente la barbilla, apoyándola sobre la suavidad del cabello de su pareja de baile. Sentía vergüenza de sólo sentir el fuerte latido de su corazón y ahora de saberse observado suspicazmente por la náyade quien ahora fingía estar atenta a los movimientos de los jóvenes músicos.
Tardó en responder. Le costaba sacar las palabras que afirmaban que se encontraba a gusto, incluso contento. Parpadeó un par de veces, por primera vez desviando la mirada hacia otra dirección que no fuera el ámbar de los ojos ajenos sólo para toparse con la mirada determinada de Ýr quien a pesar de liberar dulces notas por medio de sus dedos e instrumento se las ingeniaba para mantenerse con aquél carácter firme y necio. Entrecerró los ojos sintiéndose desafiado. Comenzó a sentir un nudo en el estómago a causa de la rabia que causaba el sentir que su orgullo pretendía ser pisoteado. Soltó la mano que sostenía la de Viktoria mientras la otra se mantenía sobre su cintura. Forzaba a la nephele a que se sostuviera de su cuello, mientras él, deslizaba sus dedos sobre las curvas de la mujer, hasta hundirse en ellas. Antes de cualquier movimiento, bajó la cabeza, por un instante causando que su mejilla rozara con la suavidad de la otra y su aliento se acariciara sobre el cuello de ella. En un instante, la alzó del suelo para hacerla girar brevemente en el aire y con gracias permitirle volver a poner los pies en un terreno firme.
Volvió a adoptar la posición que de un inicio tenían, mas esta vez su gesto era un tanto más severo. No lo retarían y menos en su casa. Miró fugazmente a la lobezna de nuevo para después darle la espalda por completo y continuar el vaivén entre los cuerpos que se envolvían en la danza. -No tengo quejas por ahora- respondió al fin. Para cualquiera, incluyéndola a ella, su respuesta podría ser de lo más insípida pero iba más allá de lo que el dragón había podido otorgarle a cualquiera como reconocimiento a las gracias de su presencia.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 12, 2017 21:17:54 GMT
Los movimientos y los roces del otro provocaban sensaciones nuevas pero amenas en cada fibra del cuerpo de la nephele. Estaba permitiendo embriagarse en aquellas sensibilidades que evocaban el tacto ajeno, la música y la sintonía de ambos cuerpos mediante la danza. La cercanía tenue de la respiración ajena acariciando su piel la hicieron sentir protegida, cómoda y encantada, por breves momentos en una burbuja de seguridad en la que no deseaba abandonar, y en adición, quería mantenerse en para continuar extendiendo aquellos sentimientos indefinidamente.
El vaivén de los cuerpos, la forma en que el otro la sostenía, con cuidado, firmeza y celo, la guiaban a un punto de alegría y paz interna, haciéndole olvidar, inclusive, todas las preocupaciones que ocupaban parte de su cabeza. Sólo él y ella, bailando al son de la música y el mimo de las brisas.
Las palabras de Haoyang esta vez fueron esperadas, apaciguando por completo el temor que tenía en antelación, con respecto el incomodarle con su constante presencia. Sentía que al fin, estaba otro estaba cediendo, permitiéndole la entrada en su fortaleza de rígidez. No era un victoria, pero si una gran señal de progreso, por lo que no pudo reprimir una sonrisa llena de emoción. -Eso me alegra de sobremanera- acotó, mientras por breves momentos posicionaba el costado de su cabeza sobre el pecho del dragón. Aquel corazón agitado era catártico para su alma, aflorando sentimientos puros dentro de la dama. No obstante, no dejo que aquel gesto se prolongara demasiado, puesto que sus ojos captaron, por un breve momento aquellos de la lobezna, la cual reprobaba con sumo desprecio lo que estaba sucediendo. En contraste, los otros chicos parecían sumamente curiosos y hasta contentos, de presenciar aquel baile y la pacífica armonía que despedía su cuidadora.
Derek, sujetándose tímidamente de las prendas de Zoe, jaló de las mismas con la intención de llamar su atención, susurrándole que tenía sueño. Los ojos se le notaban cansados y sus gestos letárgicos, prácticamente utilizando la pierna de la otra como apoyo para mantenerse en pie. No era muy tarde, pero solía tomar una siesta cerca de aquella hora. Por azares y coincidencias, la música también llegó a su fin, haciendo su conclusión de forma apropiada. Isaac y Turik eran expresivos en gesticular y exagerar ademanes, por lo que se reverenciaron esperando un elogio. Ajnar y Sasha simplemente bajaron la cabeza levemente con respeto, e Ýr no hizo nada más que poner el chelo en el suelo y a pisotadas retirarse del área. Ante ese gesto, Turik e Isaac corrieron para saltar sobre la joven, y revolcarse a carcajadas aunque la otra mostrara una disposición algo violenta al respecto. Aquel intercambio cesó al momento en que el rubio hubo sometido a la loba con su agarre, y con ayuda de Turik, la hubieron cargado fuera del jardín.
Viktoria rió por lo bajo, separándose de Lian conforme observaba aquella escena -No la resienta. Hemos vivido muchos... contratiempos, por lo que es natural su comportamiento territorial.- explicó con suavidad. Mientras tanto, Ajnar y Sasha miraban con prudencia, esperando alguna palabra. -¿Le gustó?- mencionó Íriell, ansiosa por la respuesta del dragón y la náyade, mirandolos a posicionándose al frente de ambos, justo al lado de los pequeños -¿Les gustaría escuchar algo más?- extendió la oferta.
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Post by Haoyang Lian on Oct 12, 2017 23:50:30 GMT
La música cesó pero el golpetear de su corazón aún no. Continuaba adherido al cuerpo y ojos de la nephele por mera vista, lo cual de momento no le permitió percatarse de lo que ocurría con los jóvenes. La justificación de Viktoria le pareció válida; de haber llegado recientemente a Mirovia, seguramente que sus trechos habían sido inconvenientes y muy seguramente violentos. Levantó la mirada sólo para alcanzar a ver cómo sus hermanos se la llevaban fuera del jardín. Mientras tanto Zoe se acercaba con el niño cuyos ojos comenzaban a cerrarse necios a caer presos de la hora y el sueño.
No se dio tiempo de responder a la pregunta de la mujer; el orgullo dominaba. Admitir su gusto lo consideraba peligroso; decirlo en voz alta lo haría real. Mientras Haoyang debatía internamente, Zoe, se acercó un poco más, ahora tomando de la mano a Derek. -Son chicos muy disciplinados- respondió. El cumplido de la náyade era tal vez seco pero en la mujer había una gran admiración por los muchachos que no lograba transmitirse efectivamente; era una mujer de pocas palabras. Miró a su protector, sin expresar en sus ojos urgencia tal que pudiera notarse pero el silencio del dragón comenzaba a hacerse notorio. Inclinó ligeramente la cabeza en dirección a Viktoria, para asentir sólo una vez. -No soy conocedor del arte- parecía disculparse por ello y tal vez lo hacía. Se sabía ignorante del tema por lo que no consideraba prudente acotar en cosas específicas.
Zoe sonrió suavemente ante la invitación de la nephele pero el tirón por parte del pequeño Derek era insistente. Parecía haberse adherido a ella con bastante rapidez, lo cual le parecía curioso, divertido incluso. -Creo que hay algo que amerita más mi atención- dijo refiriéndose al niño quien ya estaba abrazándose de su pierna, con las rodillas casi venciéndose al suelo. -Además, han de estar cansados por la mudanza tan abrupta- se atrevió a asumir. De ser algo que hubiese sido planeado Haoyang le habría informado de inmediato. El lung permanecía en silencio; Viktoria parecía contenta entre música lo cual hacía que en su garganta burbujeara una afirmación para que continuara pero su egoísmo se interponía, causándole un sentido de abandono al saber que seguramente se alejaría, siendo ahora turno de ella de entonar alguna melodía. -Es usted hacer libre cuanto guste y como guste- respondió, no hallando otra manera de contestar a tal invitación. De esa forma mantenía su postura neutral y alejada de un interés evidente. Le costaba admitir que deseaba permanecer ahí un poco más y mantener en sus ojos su figura adornada de aquél rojo.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 15, 2017 22:29:28 GMT
-¿Lo que yo quiera?- murmuró por lo bajo, manteniendo la vista firme en el Lung. La sonrisa en su gesto se pronunció, y se volteó hacia la naga y el joven harpía, inclinándose un poco para estar a la altura de los mismos. Tomó la mano de cada uno en la suya, y apretó con suavidad sus palmas -Me ayudaron con este gesto y se los agradezco. ¿Gustan de hacer algo más?- preguntó la nephele, tratándolos con respeto y autonomía. Sasha no tardó en responder, siempre guardando la decencia al hacerlo -Me gustaría retirarme a leer la colección que nos cedió Sir Haoyang, si no es una molestia- y consiguiente respondió Ajnar, develando sus deseos -Hay un dibujo que quiero terminar...- comentó, colocando su violín a su costado. Viktoria entendió que había robado mucho de su tiempo y permitió que los jóvenes se retiraran a sus asuntos- se lo merecían después de tan agradable acto y favor hacia su persona. -Muy bien- acotó a las necesidades de los jóvenes, mientras recobraba su postura erguida -permítanse el gusto- clarificó con una sonrisa, a la que en consecuencia, los pequeños se excusaron, y alistaron sus instrumentos junto a los que Turik e Isaac habían dejado atrás, poniéndolos en sus respectivas maletas para finalmente, retirarse.
Sólo había quedado el violoncelo postrado sobre el maletín respectivo, además de la náyade siendo asediada por la atención del pequeño ciervo. Íriell hizo un pequeño gesto de reverencia, y se excusó con la arcana de tez tostada -si siente que es mucha responsabilidad, no está en su obligación atenderlo- acotó, conforme miraba el pequeño exigir reposo con sus gestos somnolientos -Es mi labor después de todo- añadió al comentario anterior, tratando de no dejar aquello como una obligación para una de las anfitrionas de aquel hogar. Viktoria no se sentía como si tuviera autoridad alguna, por lo que mantenía la cabeza baja ante los dueños del lugar, guardando el respeto respectivo que merecían por educación.
No obstante, internamente deseaba un tiempo a solas con el dragón, el poder compartir un poco más y quizás, el continuar aquel relato de días atrás. Se mantuvo expectante de la reacción de la arcana, egoístamente cruzando los dedos por el que se tomara la tarea de poner a dormir al niño. Ahora con los chicos viviendo bajo el mismo techo que Lian, los tiempos de privacidad pintaban a ser escasos, y aunque no tenía nada que ocultar de ellos, había algo dentro de ella que la hacía desear tiempo a con el arcano que le había su techo por el momento.
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Post by Haoyang Lian on Oct 18, 2017 5:16:56 GMT
Con cada palabra de los jóvenes que prometían un momento a solas con Viktoria, el corazón de Haoyang parecía brincar de forma involuntaria. Carraspeó suavemente, intentando aparentar cierta indiferencia, incluso sus ojos se paseaban por otros lados dándoles la espalda a sus invitados, incluyendo a la nayade quien ya estaba notando las conductas, para ella tan evidentes, de su protector. La joven respondió a las palabras de la nephele, apenas con una sonrisa mientras dejaba reposar una de sus manos sobre la cabeza de Derek. Alzó la otra para detener a la mujer, agitando suavemente su cabeza. -No es problema- respondió de forma casi inmediata. Aunque Zoe era de pocas palabras, era perceptiva y lo que había logrado notar en el poco tiempo de estar expuesta a la compañía de los jóvenes y de ella, era que Viktoria estaba tan devota a ellos que seguramente no se daba ratos para hacer cuanto quisiera. Fuese en compañía del lung o no, pero se merecía momentos de quietud a su voluntad.
Sin decir más, ella y el niño, siendo los últimos en retirarse, dejaron por fin el jardín a merced de los más adultos. Haoyang sabía que Zoe se había marchado, conocía bien su andar, miró por encima de su hombro sólo para despedir a los sirvientes que se encontraban de pie en los umbrales que daban al interior de la casa con un corto movimiento de cabeza. Se giró a ella, dándole frente, refugiando sus manos detrás de su espalda, como siempre hacía para mantenerse a reserva. Cauteloso y sometido, la miraba de la manera más fría posible, por primera vez obligándose a mantener un gesto indeseado, por primera vez rechazando esa distancia que siempre creaba con su lenguaje corporal. Se veía, en mucho tiempo, en la necesidad de aislarse de sentir una calidez que creyó perdida por tanto tiempo. Se hallaba en un dilema; acorralado por un interés que amenazaba con crecer cada vez más y esa constante necedad de mantenerse ajeno y hostil ante el mundo.
La presión en su vientre comenzaba a escalar hasta su garganta, enmarañando su voz en un nudo que se mantenía al pico de su garganta. Tensó la mandíbula, no permitiéndose intimidar por la figura de aquella mujer cuya belleza brindaba un efecto en él que parecía quererlo paralizar. Insistía que Viktoria poseía un encanto peligroso y lo era más ya que seguramente no estaba consciente de ello. -Mientras se encuentre bajo este techo, tendrá la ayuda necesaria en todo lo relacionado con sus hijos- esto último le resultaba extraño pronunciar pero recordaba que ella le había mencionado que veía al niño enfermo como si fuese su hijo, asumió que era lo mismo con el resto. Se supo torpe y seguramente inadecuado para consentir el entretenimiento de la mujer. No era dotado para la palabra; nunca fue así. Recordaba vagamente los días en que al menos sonreía en respuesta a las palabras de sus compañeros en armas, incluso lo breve de alguna de sus más inocentes ilusiones... ¿por qué de pronto recordaba aquello? Se sintió tenso, más tenso de pronto, lo cual lo llevó a darse la vuelta de pronto, dispuesto a huir.
Lo había hecho recordar... recordarla. Su imagen, su presencia; su rostro visto desde la distancia entre las trincheras. La cálida sonrisa envuelta en los rayos de sol, brillando entre los plantíos. Apenas recordaba su cara. No es que tal persona le halla sido entrañable pero recordaba lo que había sentido y lo fugaz que aquello se tornó en dolor e ira. Tensó los puños deteniendo el paso de pronto. Se sintió expuesto ante ella; volátil y vulnerable. Volvió a mirarle. -El jardín...- hubo un silencio que predominó entre ellos; mientras sus miradas volvían a clavarse una con la otra. -Es libre de hacer suyo este jardín- puntualizó. El viento acariciaba su rostro y mecía sus cabellos con rebeldía; los sonidos de las hojas de los árboles al chocar parecían responder ante tal obsequio como pequeñas palmadas que se acompasaban para entonar victoria. Las aves comenzaban a cantar, anunciando la pronta llegada del atardecer que ya teñía de tonos rojizos el cielo.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 18, 2017 14:03:12 GMT
Al fin solos. Aunque había cierta culpa en aquella indulgencia, puesto que sentía que estaba descuidando a los jóvenes, las palabras de Haoyang sirvieron para regalar cierta paz a su punzante sentido de responsabilidad. Decidió abrazar el momento que se le fue permitido y miró al dragón, el cual, como ya era costumbre en el poco tiempo de conocerse, que estuviese en un semblante serio o de debate interno. La nepehele exhaló resuelta, conforme sus miradas se conectaban armoniosamente en un silencio únicamente irrumpido por el silbido de la brisa.
Sin permiso evidente, Viktoria sintió el impulso de hacer algo en ese preciso instante, por lo que no se frenó en tomar iniciativa- primero, sin palabra alguna, se agachó a cerrar el maletín en el que reposaba su chelo, tomando la maleta por el costado, de manera que era más fácil transportarlo, y seguidamente, se puso en pie y sujetó la mano del otro. -Sígame- dijo con una sonrisa dulce y recatada, conforme entrelazaba sus dedos con los ajenos. La dama caminó con cierto apuro, lo cual era interpretable como emoción. Su paso era ligero y su agarre terso- al no tener fuerza notable, su insistencia al tirar del brazo del otro para instarlo a que le acompañara era una sensación delicada y apenas perceptible. Liderando al frente, Íriell eventualmente se alejó del punto original y abierto donde se encontraban, y ahora habían invadido un área que descansaba a la sombra de un gran árbol, rodeado por pequeños arbustos que generaban una sensación de privacidad.
-Perfecto- musitó apenas de forma audible, en un tono lírico bañado en anticipación. La mujer colocó el instrumento a un costado del gran tronco de susodicho roble, y procedió a tomar asiento sobre el césped. El vestido que la cubría no daba mucha cabida al movimiento, por lo que se dio el atrevimiento de desprender unos botones del escote de la pierna, simplemente con la intención de poder reposar con más comodidad. La nephele levantó la mirada hacia el Lung, y con un ademán de su rostro y su mano lo instó a que se sentara junto a ella.-Quiero conversar- comentó, sin pesadez alguna en dicha afirmación -Quiero escucharte- añadió en una forma de habla informal y más amigable, dejando ver cierto brillo de inocencia relucir en sus orbes ámbar.
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Post by Haoyang Lian on Oct 18, 2017 16:27:41 GMT
Al estar tan dispuesto a huir, alejarse de ella quien traía dolorosos y frágiles recuerdos con su sola presencia, no esperaba el tacto de sus dedos sobre los suyos. Se vio totalmente dirigido por ella, dando paso por paso sin poner ni una pizca de resistencia. Sus ojos se mantenían fijos sobre la mano que lo guiaba al frente, estando completamente ajeno al camino, por momentos sólo concentrándose en la calidez del tacto que lo sometía a su merced. La acompañó hasta aquél rincon, donde las plantas confabulaban para crear un espacio íntimo en medio de la apertura tan acogedora del jardín. Un espacio que llevaba años sin visitar. Siendo honesto consigo mismo, el jardín no era más que un santuario que conservaba de aquellas ilusiones ingenuas del pasado; rara vez lo visitaba pero, curiosamente, se hallaba pasando tiempo cada ve con mayor frecuencia.
Se reservó de tomar asiento de momento, siendo sólo espectador de las acciones cometidas por la mujer quien con cuidado se colocaba sobre el césped sin preocuparse de manchar sus ropas y aún así, sus movimientos le parecieron llenos de delicadeza y cuidado. No pudo despegar su mirada de aquél ligero asomo de su piel; sintió un creciente calor en la base de su vientre lo cual lo tensó, de momento alterándolo para marcharse de nuevo, sin embargo, a cada deseo de Viktoria se veían interrumpidos sus intentos de escape. De la suavidad de sus muslos, sus ojos volvieron al ambar de su mirada. Deseaba negarse, sabiéndose a punto de quebrar, sin embargo, su curiosidad se encontraba tentada y cada vez más su voluntad se quebraba ante los deseos de la nephele.
Al fin tomó asiento sólo que recargando su espalda contra el tronco del árbol. Estaba sintiéndose totalmente extraño en tal postura. Sentía de cierta manera que perdía parte de su esencia, sin embargo, no culpaba a la mujer por aquello; no quería admitir que estaba exponiendo su voluntad ante ella. Giró ligeramente el rostro, mirando de reojo el de Viktoria quien se hallaba envuelta en un aire inocente, pacífico y lleno de dulzura. Volvió a mirar al frente. -No soy el tipo de hombre que converse, Viktoria- su tono como siempre distante mas había un ligero lamento en su voz. De todo lo que podría ofrecer para ella, una plática amena no se sumaba a lo que estaba en sus posibilidades darle. Elevó una de sus rodillas para apoyar su brazo, intentando mostrarse un tanto más relajado. -¿Qué desea saber?-. Sucumbió ante su propia ansiedad. De no encontrar algo que inmediatamente ofrecerle entonces preguntaría, sin embargo, de la misma forma que ella lo hacía con él, su preferencia habría sido la de recibir la dulzura de su voz en sus oídos, escuchar su historia, averiguar sobre su pasado.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 21, 2017 23:21:37 GMT
Al escuchar aquella negación inicial por parte del otro, no pudo evitar dejar una pequeña risilla escaparse de su boca, ligera, sin afán de burla. Estaba siendo modesto, o quizás no entendía que lo poco que podía llegar a decir, era agradable. Aún así, era algo irónico que olvidara la forma en que se conocieron originalmente- mediante una conversación. Aunque sus interacciones últimamente habían estando favoreciendo las acciones sobre las palabras, era esa precisamente la razón por la que la nephele gustaba de compartir más de manera verbal- siendo Haoyang un hombre tan misterioso, ensimismado y frío, generaba un aura que atraía a Viktoria como polilla al fuego. La dama quería conocer más de él, aunque fuera de maneras sutiles y simples. Observó el lenguaje corporal del otro, el cual era tenso y recio como siempre, aunque poco a poco relajándose, a lo que la dama esperaba que fuera su turno de tomar palabra. -Es mejor de lo que piensa- dijo en un tono dulce, cambiando el peso de su cuerpo sobre el lado que estaba en más cercanía al Lung, como forma de enfocar su atención completamente en su compañero de plática -Claro está, que si no quiere responder algo, no tiene que hacerlo- mencionó con educación, sabiendo que esto no era necesario de recalcar, mas siempre siendo amable con sus palabras. -Una por una, es lo justo- explicó, haciendo alusión a que cada uno tendría chance de preguntar algo del otro por turno. Tomó un poco de aire y se llevó su dedo índice y pulgar a su propia barbilla, desviando apenas la mirada con un suspiro risueño -Por dónde empezar...- murmuró, apenas de forma audible, su expresión serena siendo interrumpida por una fugaz idea -¿Hay algo que disfrute? Cualquier cosa- preguntó con ingenuidad. Podía ser un escenario, un recuerdo, algún gusto, realmente cualquier cosa. La pregunta fue vaga con dicha intención, para darle tiempo de pensar y rebuscar algo apropiado sin presionarlo.
Conforme el silencio se empezaba a alargar, un pequeño diente de león aterrizó en la melena azabache del dragón, su caída siendo únicamente observaba por Viktoria. Por inercia, la mujer se acercó al lado del arcano hasta desaparecer la mínima distancia, y llevó su mano a la frente del contrario, retirando aquel diente de las hebras negras que se acumulaban en su rostro. -Es solo una semilla- dijo con suavidad, tratando de no perturbar los pensamientos del otro.
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