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Post by Haoyang Lian on Oct 22, 2017 4:49:04 GMT
Su cuerpo firme y tenso incluyendo su mirada que no se desprendía ni por un instante de la figura de la nephele. ¿Por qué la curiosidad? ¿Por qué la necesidad de abordar sobre su persona? Respondería pero sólo por la tentadora posibilidad de ahondar en detalles sobre ella. Observaba con cierta reserva, intentando a toda costa disfrazar su interés en respuestas cordiales de corresponder al interés de la mujer. No estaba seguro qué tan sencillo sería ocultar aquello; él mismo se había puesto en una situación de riesgo al darle un espacio en su hogar. Apenas comenzaba a caer en cuenta de que la vería a diario; que lo que fuese que estuviera manifestándose en su ser crecería con cada segundo expuesto a su presencia.
La pregunta lo puso algo tenso ya que la respuesta se contestaba en su mente, azotando su realidad con cosas que sabía era imprudente y sobretodo peligroso responder. Se quedó en silencio, intentando encontrar cualquier cosa que no fuera hablar sobre la belleza de la mujer, ese aire inocente y frágil que tanto lo hacía sentir adherido a ella cual rocío a las mañanas. Tampoco hablar del timbre tan dulce de su voz que apaciguaba dureza de su ser. Pero sobretodo, no mencionar el carácter que tentaba al cuidado y ternura que jamás pudo externar con libertad. Separó sus labios apenas para responder cualquier nimiedad pero el repentino movimiento de Viktoria le tomó por sorpresa. Sus ojos se hallaron suavizados de pronto; rendidos ante esa cercanía que su cuerpo pedía a gritos acortar aún más.
La miró a los ojos volviendo al mismo gesto endurecido que más que sentir incomodidad por la cercanía de la mujer, era una frustración por no atreverse a reducirla. -¿Sabe qué es lo que no me gusta?- su voz más baja pero no menos profunda. Se acercó más, lo suficiente para sentir la respiración ajena sobre su rostro, percibir el aroma tan dulce que su cuerpo emanaba, pero no tanto como para experimentar la suavidad de la piel que tanto tentaba su curiosidad. -Dudar de mí mismo- acotó al fin. No pretendía que Viktoria supiera de lo que hablaba, era más bien el capricho de su sentir haciéndose presente fuera de su cabeza. -Jamás he sido entusiasta de las novedades; me rijo por la rutina y nada más- vaciló, puesto que sabía que aquello concluiría en que todo aquello caía después de tanto tiempo en tela de juicio. -Y aún así...- levantó una de sus manos que con cuidado removía un largo cabello que obstruía la perfección de aquél rostro frente a él. -No comprendo por qué usted, que reta todo aquello que rige mis días, no resulta desagradarme en lo más mínimo; me hace dudar-.
La luz del Sol se reservaba más y más, haciéndolos quedar casi en la oscuridad bajo la sombra y cobijo de los árboles y arbustos del jardín. Los últimos rayos de luz apenas iluminaban el contorno de sus siluetas que comenzaban a perderse entre la oscuridad de la noche que poco a poco reinaba. Haoyang tensó la mandíbula, frustrado ante semejante muestra de vulnerabilidad, sin embargo, una sensación agradable se gestaba en su vientre, incierto del por qué, sin siquiera pensar que Viktoria llenaba los espacios vacíos de su carácter, complementando aquello que lo hacía quien era. La luz y la oscuridad.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 22, 2017 18:10:02 GMT
Sin duda, el gesto y las palabras por parte del Lung la tomaron por absoluta sorpresa. Aquel tacto incidental que rozó su rostro de porcelana hasta posar su cabello en el lugar indicado, provocó que la piel de la mujer se erizara, aunque no por sensaciones negativas. Su rostro se tornó neutral, un pequeño rubor queriendo teñir sus pómulos por unos cuantos segundos. A pesar que la luz ahora era escasa, la mirada magenta que relucía sobre cualquier otro detalle de la cara tan rígida de Lian, era imperdible. Antes que el otro retirara su mano y perdiera aquella sensación, la nephele levantó la suya, para tomar la ajena y presionarla contra su propia mejilla suavemente. Al sentir el calor de la palma del dragón presionarse sobre su tez, sonrió tiernamente, interrumpiendo la conexión de sus ojos al suspirar algo encantada por el momento.
-En vez de darle cabida a que la duda carcoma su sanidad, debería permitir que su corazón lo dirija de vez en cuando- comentó con naturalidad, estirando su otro brazo y posicionando su palma desocupada sobre el pecho de Haoyang. Fue un contacto breve, donde alcanzó a notar el retumbo del corazón ajeno. Retornó su mano a su regazo, y la otra con la que acariciaba el contrario de la palma del dragón, la dejó resbalar hasta la muñeca del mismo, sin intenciones de detener aquel contacto.
-Quizás, esta es la forma en que su corazón exige ser liberado de los muros que usted le ha impuesto- añadió, apelando a la duda que torcía el raciocinio del otro. Del conflicto que lo mantenía atribulado y consternado. Conforme decía aquello, Viktoria suavemente volteó su cabeza, y con ayuda de su mano, posicionó la del Lung, de modo que la palma ahora abarcara su boca. Con una calidez íntima y sincera, la nephele depositó un beso en el interior de la mano de Haoyang, y dedicándole una mirada, llevo sus propias manos alrededor de la del varón, cerrándola en un puño para que conservara la sensación en su agarre. -El amor no traiciona, desalienta o esclaviza... te libera- explicó con una bondad y dulzura típicas de su naturaleza, pero ensalzadas por el sentimiento que empezaba a florecer dentro de la dama.
Iriéll sonrió, atesorando el puño del dragón entre sus palmas, mientras le miraba atenta con un gesto conmovido -Es su turno- acotó, preparándose para lo que su acompañante quisiese inquirir en.
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Post by Haoyang Lian on Oct 22, 2017 23:28:32 GMT
Los movimientos de Viktoria trazaban un camino cual mapa al marinero en la profundidad y vastedad del océano. Cada parte de su cuerpo que había sido tocada por la nephele conservaba un calor que no se desvanecía; era como si su esencia despertara en su piel una sensación que había esperado por el tacto preciso para traerla a la vida. Sus labios se separaron anunciando que palabras saldrían mas fue sólo en aspecto puesto que se había quedado totalmente callado. Pudo sentir la suavidad de los abultados labios de la mujer bajo la dureza de su palma, tan cálidos y tiernos que con su sola apariencia llamaban para ser explorados. Haoyang sintió un tirón en el vientre al caer en cuenta que su mente de nueva cuenta vacilaba hacia terrenos impropios y ajenos a lo que hubiese experimentado antes referente a los placeres de la carne.
No era una simple atracción hacia las curvas de su cuerpo y lo atractivo de su rostro. El magnetismo de su persona era lo que lo mantenía totalmente dócil ante ella, como si estuviese bajo un encanto que calmaba toda perturbación en su ser. El beso lo sintió fuerte e inmenso, como si todo él fuese cobijado por semejante calor y ternura. ¿Cómo era aquello posible?
Ante la mención de la palabra, la mirada del lung perdió su rigidez de nueva cuenta, por primera vez ante Viktoria, viéndose ingenua y confundida. Amor... ¿era eso acaso? ¿Cómo reconocer algo que jamás había experimentado? No era ignorante al suplicio de la carne, finalmente su cuerpo en ocasiones le llamó, pidiendo consentir un capricho que involuntariamente tomó siembra en su ser al momento de ser hombre pero esto... esto era algo que no estaba del todo seguro haber logrado conocer. Dejó escapar aire por la nariz de manera ruidosa, recobrando su aspecto de siempre. Turbado ante una sensación desconocida; una que brindaba suavidad y un efecto de esperanza que a duras penas logró sentir cuando su juventud apenas florecía. Un sentimiento que no logró cobrar profundidad en su pecho pero que dejó marcas por la oportunidad arrebatada. Sintió un malestar de sólo pensar que aquella mala experiencia pudiera repetirse y peor, que tal afecto que involuntariamente se sembró dentro de su ser, pudiese poner a la mujer en una postura vulnerable.
Habían varias dudas que de pronto llegaron a su mente. Tales eran por pequeños fragmentos de historia que la mujer había dejado asomarse entre palabras y susurros. Nombres de algunos que parecían tener gran importancia en su vida... en su pasado, ¿sería así en el presente? Eso sin contar la sugerencia de uno de sus hijos ante la existencia de otros que, como él, se habían acercado ofreciendo comodidades a la nephele. Y por último... el descenlace de la historia que lograba hacerlo volver a preguntarse, ¿cómo es que terminaría? Lo hacía sentir supersticioso, de cierta manera curioso de conocer su conclusión, pensando que tal vez él podría correr con la misma suerte, y al mismo tiempo temeroso de averiguarlo puesto que no estaba seguro si sería un final que fuese a tenerlo satisfecho. ¿Por dónde comenzar? ¿Quién era Zurek? ¿Qué lo hacía diferente a él de los otros? ¿Qué había sido del protagonista de aquél relato?
Sentía el puño tenso y no por sentir un sometimiento en él, al menos no por las manos de Viktoria, sino que sus manos concentraban un deseo naciente de abrirse y envolver en ellas caricias que de pronto le hacían palpitar más fuerte el corazón. Había una ternura latente dentro de él pero existía aún un muro que no permitía aquello desbordarse, corresponder a su tacto, envolver sus manos en las suyas y acarrear su cuerpo cerca del suyo para sentir su bondad y dulzura aún más cerca; más suya. Concentró toda su voluntad en recobrar la concentración y figurar en su cabeza una pregunta digna de la conversación que Viktoria tanto deseaba. -No quise escuchar...- dijo concentrando su mirada sobre las manos de la mujer que protegían la rigidez de su puño que poco a poco comenzó a destensarse, abriéndose un poco para permitir aún más del tacto ajeno. -Pero temo que por más que me reserve de aquello que no es de mi incumbencia, mis oídos son tercos y desobedientes-. Le miró, apenas pudiendo distinguir su rostro entre la oscuridad que ahora los rodeaba. La noche había caído sobre ellos, despertando los sonidos de los insectos nocturnos y el vuelo de las luciérnagas que de pronto se dignaban a alumbrarlos con su tenue luz. -Usted, no siempre estuvo sola cuidando a sus hijos- continuó sin despejar sus ojos de ella. En otra ocasión se habría arrepentido de semejante intromisión, sin embargo, era más la curiosidad y necesidad por conocer el proceder de la mujer que rebasaba sus propios límites. -Y ahora está usted, una velando por la seguridad de seis...- sus ojos se entrecerraron mas no de manera suspicaz sino como un reposo en sus párpados dejándose caer intentando conocer la calma. -¿Es esa su voluntad?-. Aún así no se atrevió a ser directo con su cuestionamiento; sería sólo por deseo de ella contarle de aquella persona, sin embargo, la duda de saber si la mujer deseaba llevar el curso de su vida sin compañía de pronto le inquietó.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 23, 2017 3:32:22 GMT
Conforme la palma ajena empezaba a abrirse suavemente ante su tacto, Viktoria entrelazó sus dedos con los de él, esta vez recostándose contra el tronco, pero apoyando su cabeza sobre el hombro del Lung. Aquella pregunta apuntaba en dirección a un tema delicado que en ocasiones anteriores intentó evadir debido a las circunstancias, pero que ahora era necesario develar, en pos de la transparencia y la convivencia que existiría entre ambos de ahora en adelante, por tiempo indefinido. En realidad, la mujer no era una de esconder secretos, ni mucho menos ocultar la verdad cuando esta era requerida- lo que la detenía era el temor de romperse, de permitir el dolor precedente a su nueva vida levantarse como una ola, arrasando toda paz y destruyendo lo poco que con el pesar de su corazón, había levantado para mantenerse ella junto a los suyos a salvo.
No obstante, ante la presencia de aquel arcano y la cercanía al mismo, sentía seguridad. Una difícil de explicar, que no sólo redundaba en protección física, si no una también del alma. Un complemento, una compañía, el contraste a su amanecer, la realidad ante sus fantasías. Estando tan conectada a sus propios sentimientos, sentía los impulsos de envolverse en un abrazo con el otro, de sentir el calor y cercanía, pero desistió, únicamente intensificando su agarre sobre la mano ajena con la propia. Respiró profundo, inhalando cuanto sus pulmones le permitían, y exhalando lentamente, analizando bien lo que iría a responder.
-Mi voluntad yace en respetar las promesas... promesas que acepté gustosa y sin duda en mi pecho.- mencionó en un tono suave, que a pesar de estar teñido por la lírica y agradecida voz de la nephele, escondía rastros melancólicos entre sílabas. -Hacía menos de un año, no me encargaba de seis, si no tantos, tantos como yo y ellos- inició, algo encantada por el cálido recuerdo de rostros familiares y vivencias alegres. -De la forma en que crío a mis pequeños, fue como me criaron... aunque con un poco menos de calidez, me atrevería a decir- rió la mujer por lo bajo. -A pesar de no conocer a mis padres, nunca supe lo que era la soledad. Fui adquirida bajo el título de 'criada' por un arcano de pocas palabras, pero de inmensurable bondad y benevolencia. Tuve la dicha y el lujo de crecer en un ambiente que muchos otros jamás podían soñar en tener, o vivieron para experimentar... resta decir, que tenía una buena vida.- relató, llenándose de expresiones dulces y tiernas conforme las luciérnagas tímidamente iluminaban su rostro en ocasiones. -Pero no eran las facilidades, ni los bienes o accesos que tenía, si no la compañía, el estar rodeada por tanto amor y calidez, y lo más importante, el ser necesitada, lo que me llenaba por dentro.- la mujer pausó, sintiendo un nudo en su garganta, al deparar en recuerdos tristes -Y me sigue llenando. Brinda un propósito a mi vida, si he de ser sincera.-
La mujer relajó su cuerpo y cerró sus ojos, aún tomada de la mano del contrario, y con la libre acariciando suavemente el dorso de la mano del dragón. -¿Es mi voluntad surcar este camino? Ciertamente. Prometí vivir, prometí proteger y prometí no dejar que el dolor de este mundo, las penas y estragos, cortaran la luz y calidez que en mi corazón existe para con otros.- Viktoria permitió que un breve silencio fuese adornado por el canto nocturno, antes de añadir unas últimas palabras -Mi deseo, sin embargo, no es hacerlo sola. ¿Acaso es eso un deseo egoísta?- cuestionó en retórica, un tanto perturbada.
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Post by Haoyang Lian on Oct 23, 2017 4:08:50 GMT
Al momento en que Viktoria apoyó su cabeza sobre su hombro cayó en cuenta que el peso que se ejercía encima de él era uno que estaba dispuesto a aceptar. Fuese de manera literal y también simbólica, en silencio aceptaba tal cercanía, esa que comenzaba a envolver su corazón. Miraba al frente, permitiendo que la mujer encontrara refugio entre su cuello y hombros, mientras las caricias que su mano recibía le causaban un ligero y agradable escalofrío. El aire comenzó a hacerse menos cálido pero de momento no deseaba interrumpir a la mujer de liberar su relato.
De cierta manera sintió un pinchazo de culpa al conocer la cantidad menos cálida en la que fue criada. Sintió la culpa al escuchar un ligero tono de... ¿tristeza tal vez? No sabía identificarlo del todo. Aún así, se disponía a expresar el compromiso y alegría que tanto le traía el encontrarse en compañía de arcanos a los cuales cuidar y proteger. Entonces... era ese su propósito. Sin embargo, el hecho de que fuese un camino que no planeaba andar sola... eso le brindó de pronto un sentir en su pecho y en su vientre, un salto, como si algo se moviera. Haoyang movió ligeramente la cabeza, mirando hacia abajo donde el perfil de la mujer resaltaba entre la poca luz que los rodeaba. ¿Egoísta? Para nada... no le parecía. Lo que sí lo era, era buscar cualquier excusa para retenerla a su compañía. Tensó el rostro, teniendo que cerrar los ojos para privarse de lo que tanto se plantaba en su consciencia con capricho. -No- contestó con un tono golpeado, no por molestia ante la mujer sino consigo mismo. ¿Cómo podía una criatura como ella pensar tal cosa?
Entonces volvió a su cabeza lo dicho con anterioridad: "con un poco menos de calidez". ¿Pretendía encontrar calidez en él? Se frustraba de tener que escarbar en lo profundo de su ser por algo que se semejara a eso. Por momentos la respuesta no llegaba a él, parecía perdida en el abismo, entre la oscuridad, en palabras olvidadas y promesas rotas. Fue así hasta que cayó en cuenta que esa mujer estaba brindándole la llave para abrir las puertas que él por tantos años había ignorado siquiera cómo es que se habían cerrado. -Diría que no, Viktoria- volvió a decir, esta vez intentando suavizar el tono de su voz.
Desprendió su espalda del tronco, de momento pareciendo que planeaba alejar a la mujer sin avisar, sin tacto ni consideración a su comodidad. Pero tal suposición, de haberse plantado en la mente de la nephele, debió de disiparse al momento en que el dragón la tomara de los hombros y la presionara contra el árbol. Sus manos se mantenían firmes sobre la tela tan suave que cubría a la mujer; por un instante se estremecieron, con intenciones de probar qué tan gentiles podían ser pero era complicado. Tal acción de por sí le estaba costando al lung, tanto que no había sido del todo delicado más no con intenciones de ser brusco. Sin embargo, sus ojos poseían toda la firmeza y determinación de las cuales su cuerpo carecía; poseía el control y dirección correcta que eran mirarla directamente. -Nadie que haga lo que usted hace debe considerarse egoísta... en cambio yo...- esto último dicho en un susurro. Su rostro se acercó al de ella, teniendo casi la punta de su nariz rosando con la de ella, pero fue hasta ahí que interrumpió su camino. Calló. -...su turno- dijo desviando por un instante la mirada hacia el suelo, pretendiendo remover sus manos del cuerpo de la nephele.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 23, 2017 16:02:08 GMT
La repentina lejanía por parte de Haoyang causó que Viktoria se tensara un poco, cuestionándose por un fugaz segundo si había sido impropia con sus acciones o palabras. Sin embargo, al ser tomada por los hombros y puesto en dicha posición provocó una sensación de incertidumbre. Sus ojos danzaron sobre el rostro ajeno, tratando de buscar respuestas en su expresión y lenguaje corporal en los nulos momentos en que había suficiente luz, mientras sus oídos se agudizaban para atrapar pistas entre entonaciones entrecortadas. Por un momento temió que aquello representaría otro incidente, como el de la primera vez en que danzaron. Contrariamente, el agarre era dócil, la atención dedicada y la cercanía casi íntima, sugiriendo una minúscula apertura en el corazón del otro. Al sentir la respiración del Lung encima suyo, su corazón dio un pequeño salto, y su respiración pareció detenerse, alojandose en sus pulmones por eternos segundos. No era miedo, si no anticipación ante lo desconocido y la inexperiencia práctica, entre otras cosas.
Al escuchar el permiso de Lian para hacer su próximo cuestionamientos, la dama se tomó unos momentos, tratando de ordenar su mente. Levantó sus palmas y las llevó a los costados del rostro de Haoyang, acariciando sus mejillas con sus pulgares. Sus dedos estaban algo fríos, pero no incomodaban al tacto. La oscuridad no permitía poder observarle con nitidez pero aún así intentó mirarle de manera directa, dándole su total atención en ese preciso momento. Sus movimientos eran suaves y tersos, a pesar de que su pecho estuviera ansioso por las circunstancias. La nephele tenía la manera de siempre mantener la calma, o por o menos de así aparentarlo, todo con el propósito de apaciguar sentimientos y exteriorizar paz con su aura. Levantó el rostro del varón para que se alineara con el suyo, y procedió a tomar su turno en aquel juego de preguntas -¿Alguna vez se ha enamorado?- preguntó peligrosamente, sabiendo que ello podría invadir privacidades o alborotar recuerdos indeseados. Fue una apuesta que estaba decidida en tomar, y asumir responsabilidad en caso que generara alguna respuesta negativa. Dentro suyo, habían sentimientos muy similares a aquellos que vivió hacia ya tantos, por lo que la curiosidad de que el otro, que siempre se mostro tosco y recio ante su persona, quizás había vivido alguna experiencia del tipo. De responder, podría ahondar en el caracter del arcano y conocerle mejor.
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Post by Haoyang Lian on Oct 23, 2017 18:12:17 GMT
Sentir el frío en los dedos de Viktoria que sin obligación le acariciaban le dieron un ligero cosquilleo. Comenzaba a preguntarse si tal tacto iba más allá de su naturaleza bondadosa y cuidadosa a todo ser vivo. Su cuerpo cooperaba ante los comandos de la mujer, sin oponer resistencia como guiado hacia un camino incierto pero del cual no sentía temor. La pregunta aunque difícil de responder, no le tomó por sorpresa. El ambiente comenzaba a cobrar cierto modo entre ellos que hacía concordancia con el tono de la pregunta de Viktoria.
Enamorado... Creía que sí... Respiró profundo por instantes, alargando el silencio entre ellos y haciendo la distancia que los separaba aún más dolorosa y demandante. Deseaba evadir responder, sin embargo, era un hombre de palabra y el trato era atender a los deseos de su invitada. -Eso pensé- contestó con la voz más suave que en otras ocasiones, sin embargo, esa dureza tan característica en él, luchaba por marcar su territorio, haciéndolo sonar no del todo vulnerable. -El sentimiento fue ingenuo y fugaz, no se compara a...- sabiendo que su lengua había tropezado calló. Los ojos de Viktoria le atraían a observarla, a pesar de que la noche no le hacía ni por un instante justicia a la belleza de su mirada.
Repasó cada detalle de su rostro, tocándole sin necesidad de usar las yemas de sus dedos para hacerse de explorar su físico. Podía ver en la mujer la anticipación, el nerviosismo y otras emociones que no se atrevía a suponer de qué trataban. La manera en que su pecho se elevaba ante la respiración ligeramente alterada le hacía dudar sobre qué tan quieto debía estar. -No se compara a lo que creo estar dispuesto a examinar más a fondo-. Sabía que había cruzado una línea, una que parecía haberse dibujado sobre la arena ya que fue tan breve lo que duró marcada, tan corta que sintió apenas una chispa de vergüenza por su debilidad, pero era más fuerte la curiosidad, más lo era la necesidad de tantear un terreno inexplorado, cuya brisa apenas pudo tocar en las tempranas primaveras de su existencia.
Había un impulso ardiente en sus manos que comenzó a cuestionarse con la determinación que había tenido por tantos años de reservarse de expresiones como la que le quemaba el vientre hacer. Empezar algo quería decir que inevitablemente tendría su fin. Era un conflicto similar al que tenía con el relato; no estaba totalmente seguro si deseaba conocer su final.
Estaba consciente de que era su turno; ¿cómo continuar con tal dinámica después de que la pregunta de la mujer? Separó sus labios, acercándose a los de ella más solo lo suciente como para sentir un ligero roce. Sus ojos entrecerrados, apenas capturando el rostro frente a él, el cual se encontraba casi rodeando en su totalidad por el suyo. Tan cerca estaba de la calidez de su aliento, de la ternura de su cuerpo, de la suavidad de su espíritu que estaba aferrándose con tanta firmeza al suyo que era difícil no atreverse a cruzar ese espacio. -¿Puedo?-. No era propio y de pronto la preocupación de que se viera presionada a corresponder lo invadió. Se alejó un poco para poder apreciar con mayor claridad su expresión. Ese permiso que pedía, de examinar, de averiguar qué era lo que comenzaba a surgir dentro de su interior.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 23, 2017 20:18:25 GMT
Cómo explicarlo... las palabras inconclusas y los pensamientos cortados que se asomaban en los labios del dragón, mas retrocedían derrotados por la duda creciente dentro del otro, provocaban una urgencia dentro de la nephele por rescatarlos. Aunque sus palabras fueron breves y únicamente sembraron pistas para armar a raíz de suposiciones el resto, fue la sugerencia que nació de la lengua dracónica la sacudió las fibras más sensibles dentro de Viktoria. Las manos de la dama detuvieron su caricia, y su mente se llenó de cuestionamientos, debates en los que su corazón, su mente y un fresco pasado batallaban por tomar relevancia ante la situación que se desenvolvía frente suyo. Su pecho clamaba por ahogarse en esas sensaciones tan puras y extasiantes que abarcaban cada centimetro de su piel. Su mente, rogaba por mantener la calma y reprimir impulsos que podrían dañar la confianza y respeto que acrecentaba entre ambos. Y por último, las memorias, que enterraban una dolorosa lección de pérdida y consecuencia, y se atrevían a avergonzar las intenciones de la doncella con respecto a sus deseos.
A pesar de que sus labios partían para expresarse, no había palabra que saliera de su boca. Los ojos rebuscaban en cada facción de Haoyang hambrientos por un indicativo que le otorgaran una respuesta a su guerra interna. Sus manos se adentraron a los costados de la cabeza del contrario, enredandose entre su cabello. Íriell dio un trago pesado, resistiendo la idea de cometer una imprudencia. Pero en sus dudas, un roce despertó sus labios y robó su aliento, entregándole una llave para abrir la barrera que se interponía ante ambos, apartándolos de la posibilidad de proceder a terrenos desconocidos. La pregunta por parte de Lian, a esas alturas, estaba de más- Viktoria ya había tomado una decisión, la de favorecer los deseos fervientes que afloraban en su corazón.
Ajena a palabras, acercó su rostro al del otro, y con una gentileza extrema hizo uso de sus manos para dirigirlo hacia ella, finalmente sellando aquel encuentro con un beso. Sus labios se presionaron contra los finos del contrario, abarcándolos con ternura e inocencia. Su corazón estaba golpeando acelerado las paredes de su interior, queriendo desbordarse. Su mente se había esclarecido de toda ansiedad, y las sensaciones empezaron a invadirla de forma armoniosa y recomfortante. Sólo en una ocasión había tenido la oportunidad de hacer un acto como aquel, pero las circunstancias que envolvieron dicha oportunidad no eran favorables. En dicho momento, en vez de dar bienvenida a la primavera en su alma, fue un desolado invierno lo que se sentó en su cuerpo. Un frío que através de sus labios alcanzó a besar la médula de sus huesos, dejando una marca que no sería capaz de borrar en tiempos venideros. Pero aquella entrega en aquella noche era distinta; los labios de Haoyang otorgaban una calidez que aplacaba sus temores, brindandole la confianza de tomar cobijo y liberarse de sus pesos. Un dulce néctar de la copa de la vida, cuyo sabor era divino para el corazón más abatido.
El deseo de alargar aquella interacción continuaba creciendo, pero la nephele se detuvo, separándose de forma progresiva y suave, aún lo suficientemente cerca para apreciar la respiración ajena, pero lo suficientemente lejos para observarle a los ojos.
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Post by Haoyang Lian on Oct 23, 2017 23:36:17 GMT
Viktoria había respondido a su pregunta con la firme decisión de cerrar sus labios con los propios, saciando una sed que apenas se daba cuenta llevaba toda su vida sufriendo. El beso fue suave, quieto haciendo un contraste notable en su palpitar que acelerado amenazaba con tomar poder de su pecho, arrancarse y presionarse contra el otro. Podía sentir la adrenalina recorrer cada parte de su cuerpo, generando una sensación fresca que bien podría confundirse con un intenso calor. Sus manos quietas, recargadas contra el tronco de aquél árbol, negándose a ponérselas encima. Deseaba probar si distracciones el sabor de aquellos labios. Su boca obedecía, apenas rozándole sin arrancarle los besos con la desesperación que de pronto sentía. Fue paciente y sereno, dándole oportunidad a la mujer de tomar total control de aquél acto. No podía compararse, el intercambio de caricias que alguna vez tuvo para calmar las necesidades que el cuerpo demandaba a ratos, no se comparaba con lo que había imaginado que sería besar los de aquella que alguna vez miró a la distancia, jamás culminando ni siquiera en tomar su mano. No... no era como nada que hubiese experimentado antes. Fue inesperado el momento en que el intercambió se interrumpió. Haoyang permaneció por breves instantes con los ojos cerrados, sin reaccionar a la conclusión del beso. Abrió los ojos, reaccionando de pronto; deseaba saber si algo había salido mal. Inundado por la incertidumbre y la frustración de pensar que había sobrepasado los límites, de que la mujer tal vez se había arrepentido de lo ocurrido, se separó aún más. Carraspeó. -Discúlpeme- le resultó complicado decir tal cosa, pero de pensar que había corrompido la esencia de alguien a quien veía tan puro, le hizo sentir culpable. Eso y el hecho de que estaba cayendo a su merced a una rapidez peligrosa. Frunció nuevamente el ceño mirándole como antes. -Con justa razón ha de pensar que es un huésped en esta casa por motivos impropios- se tensó de nuevo. Sí... era cierto, había algo en ella que lo atraía, de eso ya no tenía menor duda, sin embargo, no comprometería su integridad por un capricho y menos hacerla sentir obligada a pagarle de esa forma. Sin embargo, se detestaba, ya había probado sus labios y ahora se sentía más sediento que antes. -No tiene que sentirse obligada a corresponder ningún tipo de avance- sus palabras eran ciertas, mucho, pero sus manos desobedecieron. Tocó sus hombros, deslizando su toque por sus brazos cuya piel se sentía tersa más ligeramente alterada por el frío, o tal vez algo más. Se detuvo ahí, consciente de que sus acciones podrían contradecir lo que tanto deseaba que la mujer supiera y comprendiera. La miró a los ojos, deliberando si debía acercarse de nuevo o no; ella había marcado distancia y no deseaba ir en contra de su voluntad por ningún motivo. -No pretendo arrancar nada de usted, Viktoria- aquello se lo dijo en voz baja, casi en un aliento que escapaba de sus labios, cercanos a los de ella mas no tanto como antes. Volvió a acariciar los brazos de la mujer, cuidando de brindar calor a esa piel que parecía estar siendo afectada por el clima que de pronto ya no era tan generoso.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 24, 2017 14:45:01 GMT
Aquel cese no se había dado en consecuencia de algun acto o sentimiento inadecuado, mucho menos algo que pudiese considerarse erróneo. La nephele había creado un espacio entre ellos puesto que necesitaba validar en la mirada ajena que aquella libertad que se había tomado, de probar brevemente el sabor de sus labios, había sido bien recibida. Paralelamente le otorgaba la oportunidad de corroborar que aquello estaba pasando, que el gran temor que la mantenía conectada a un acontecimiento trágico estaba mermando. El dragón parecía consternado por límites y subjetivas líneas de lo propio y respetable, llenándose progresivamente de duda y suposiciones de lo que ella podría estar sintiendo, o imaginando. No obstante, no lo interrumpió- no necesariamente por que sus palabras pudieran ser ciertas, si no por que estaba engatuzada con la aspereza de las facciones del otro, de su profundo timbre de voz, la sensación de su piel sobre la suya, la calidez que trazaba caminos en su cuerpo.
Estaba embriagada por el éxtasis catártico que aquel beso había propinado, deseando poder continuarlo. Llevó uno de sus pulgares sobre la boca de Haoyang, y rozó sus labios con su terso toque. -No deje que su mente le imponga límites a su corazón- susurró con suavidad, acercándo su cara nuevamente y depositando un corto pero tierno beso -Permítame ser la que marque los excesos- pidió con sutileza, asumiendo la responsabilidad de vociferar su incomodidad de esta manifestarse en algín punto. Íriell era una criatura que se guiaba por su corazón, aunque mantenía presente la voz de la realidad que le otorgaba la razón. Aún a pesar de ello, luchaba por encontrar balance entre los opuestos. Quizás a raíz de la inexperiencia e ingenuidad, sumado al brote de sensaciones que invadían su cuerpo por primera vez en aquella noche, se había permitido la indulgencia de que su corazón, inocentemente, tomara riendas. -La brisa es fría. No hay necesidad de permitir que el invierno se propague- suplicó, conforme sus brazos surcaban por encima de los hombros de lian, y se amarraban para invitarlo a la cercanía que dulcemente, su piel exigía entre versos mudos.
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Post by Haoyang Lian on Oct 24, 2017 17:25:14 GMT
La voz de Viktoria era como una caricia para su alma. Antes preocupado por corromper la voluntad e inocencia de la mujer, ahora se encontraba tranquilo y decidido a tomar acciones sin frenarse por considerarse impropio a ella. La forma en que podía sentir esa necesidad en la voz de la nephele le hizo hervir la sangre, de momento sólo la observó apenas con los labios separados mientras era envuelto por los brazos de quien deseaba tener tan cerca, aún más de lo que la tenía en aquél momento. Su ternura y su bondad desvestían cada parte de su alma, exponiéndolo ante una vulnerabilidad que cada vez le resultaba más cómoda mostrar; aún así, existía una ligera reserva ante un camino desconocido. El acto en sí no le era extraño pero abundaba una sensación de novedad que le causaba cierta anticipación.
Fue entonces que sus manos recorrieron más allá del límite que se había impuesto con anterioridad, atreviéndose a caminar a lo largo de las curvas que enmarcaban la cintura de la mujer, profundizando con un beso del cuál ahora el hombre tomó mayor control. Entre los roces de sus labios podía saborearla, siendo una sensación de lo más placentera y satisfactoria. El calor generado en su vientre lo llenaba de impulso y determinación para continuar y ahondar en ese sentimiento que ahora con tanta convicción deseaba explorar. Sus labios jamás se habían sentido tan ansiosos y embriagados por los de alguien más; cada segundo deseaba aún más.
Su respiración se volvió más pesada, sabiendo que no bastaría con sólo acariciarle de esa forma. Era sumamente conflictiva la forma en que su ser deseaba colmarla de su tacto, ver en ella las respuestas que la llevarían a estremecerse. Apretó sus manos contra la cintura de la mujer, acercándola más hacia él de tal forma que pudiera reposar sobre su regazo. La sostuvo por la espalda, de manera cuidadosa, delicada, cuidando que no perdiera el equilibrio y además, asegurándose de que no se apartaría de él.
Le cuidaba por la espalda con una mano mientras que la otra volvió hacia su cintura, donde se sentía tan cómodo aferrándose a ella, sin embargo, hubo una ligera distracción al sentir uno de los botones que anteriormente había desabrochado. Se veía tentado a probar con sus dedos la suavidad de la piel que traviesamente se había asomado, de aquél muslo que había provocado en él la curiosidad y el deseo. Suspendió el beso por un momento para mirarle y después mirar hacia la mano que casi temblaba por la necesidad y capricho. -Es su turno- dijo de pronto, llevando una de sus manos sobre el muslo descubierto de la mujer, acariciando lentamente por encima, lo suficiente como para erizarle la piel. Se detuvo en la apertura por un momento, deslizando su mano hacia el interior, donde comenzaba su cadera, sólo para sentir una calidez tan agradable que no deseaba tocar nada más.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 24, 2017 20:25:37 GMT
La dedicada entrega por parte del dragón con la que pareció ceder ante su invitación, fue más que bienvenida por la nephele; era deseada. La falta de experiencia en el palpar de la dama fue prontamente opacada por las manos robustas y versátiles que la danzaban sobre sus curvas, acariciando terrenos que nadie antes se había atrevido a explorar. El cuerpo de la arcana respondía sincero ante aquellas incitaciones, y su palpitar aumentaba en son de aquel profundo y apasionado beso, junto al tacto que la dirigían a la cercanía del otro. No se oponía- al contrario, sus manos buscaban conocer las comisuras, hendiduras y relieves que se generaban en el pecho, costados y espalda del Lung. La libertad íntima que se le había concedido de acariciar al otro y saciarse de su esencia, clamaba por incrementarse, de excederse, de aventurarse más allá de lo imaginado y conocido.
Al encontrar un espacio en proximidad al otro, no dudo en apoyarse contra el mismo. Aunque la tela se interpusiera al tacto directo, su pecho se presionó contra el del otro, y sus brazos se amarraron sin intenciones de dejarle ir. El corazón de Íriell se desbordaba, ansioso, sediento, curioso, temeroso. Sus movimientos aún eran suaves y dedicados, sin rayar en la exasperación, a pesar de que cada fibra de su ser exigía deshinibirse.
Viktoria nunca dudaba de los clamores que provenían de su corazón, pero cuando los deseos de la carne difuminaban los límites con los del alma, era el momento para mostrar precaución. El sereno entre besos permitió que Lian extendiera el turno de la nephele, la cual decidió buscar refugio entre el cuello y el hombro del dragón, plasmando caricias con sus labios en aquella zona conforme acomodaba sus pensamientos.
Antes de decir algo, la intromisión inadvertida de la palma ajena bajo su ropa provocó que un suspiro apenas audible escapara de su boca. Hubo un momento de pena que le invadió, ante aquella respuesta involuntaria que escapó de lo profundo de su boca. Mientras con un brazo se aferraba al torso del varón, llevó la mano contraria hasta toparse con la palma que se aventuraba en su cadera, tocándola sobre la ropa. Se podía sentir el estremecimiento en la piel blanquecina de la mujer, los vellos erizados y el temblor de sus dedos.
No deseaba detenerlo. Su cuerpo demostraba un lenguaje que rogaba por la invasión ajena, pero su mente plasmaba la incertidumbre de las consecuencias de aquello generaría. Respiró pesada, buscando palabras que su lengua pudiera pronunciar entre aquel mar de nuevas sensaciones -¿Qué es lo que sientes?- dijo, en un timbre entrecortado y débil. El cuestionamiento era vago, y no necesariamente buscaba compromiso. La incógnita se generaba por la curiosidad de conocer si las sensaciones que agitaban a la dama como una fuerte tempestad, se alineaban con las de Haoyang.
Su pregunta, junto con toda su esencia, continuaban evidenciando la pureza y la inexperiencia de la mujer a con dichos temas.
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Post by Haoyang Lian on Oct 24, 2017 21:36:02 GMT
Por un momento pensó que era hora de detenerse puesto que la mano de Viktoria se había colocado sobre la suya, como si de una precaución se tratase, algo que advirtiese que estaba explorando terrenos que no le correspondían descubrir. Pero no dejó en ningún momento de besarle, de extender su consentimiento por medio de las caricias de sus labios sobre su cuello que tan tiernamente se posaban en él, siendo estas las primeras que transmitían algo tan cálido y sincero. No sólo estaba siendo su necesidad carnal satisfecha pero había algo en los recovecos de su espíritu que estaba de alguna manera sanando.
Su mano salió de su cálido y cómodo escondite para vacilar sobre uno de los botones del vestido de Viktoria. Debía primero responderle, mirar dentro de sí mismo para darle las palabras y sentimientos correctos. Había una lista enorme que podría nombrar, todas y cada una de sensaciones y sentires que se había prohíbido experimentar por cualquiera pero que al primer contacto con ella se revelaron, uno a uno, tomando soberanía en su corazón. -Es complicado asentarse en un sentir, Viktoria- comentó de pronto con un aire un tanto frustrado. Le miraba con decisión, permitiendo que sus labios le rozaran la piel, casi intercambiando aire uno con el otro, como si el espacio tan íntimo entre ellos fuera el único que existiera. -Es el acumulado de distintas emociones- su voz apenas acariciaba los oídos de la mujer; quedando en el aire sólo para ellos dos mientras eran acompañados por los sonidos de los árboles e insectos que habitaban el jardín.
Desabrochó un botón liberando un poco más la pierna de Viktoria de su encierro. La mano de Haoyang se movió lentamente pero de forma certera hasta el siguiente donde esperó. -Confusión fue lo que experimenté primero; frustración... incluso enojo-. Otro más. -Llegó retando todo característica de mi persona en los últimos años; clavando sus preguntas, su curiosidad... su delicadeza y su bondad sobre mí-. El tercer botón se venció ante los dedos de Haoyang quien con cada avance acariciaba la piel que era nueva bajo su palma. Antes de proseguir al cuarto, tuvo libertad suficiente para adentrar más su mano hasta colocarla sobre la espalda baja, forzando la figura de la nephele a prácticamente adherirse a él. Sus labios volvieron a pegarse sin embargo, la función de su movimiento fue para que más palabras salieran de su boca entre profundos suspiros. -Eso jamás se lo había permitido a nadie. Y no importa cuánto mi razón me advirtiera y anticipara lo ocurrido, usted me atrapó; se adueñó de mi voluntad-. Diciendo esto liberaba los botones restantes del vestido, descubriendo entre cada uno los secretos del cuerpo femenino.
Paseaba lentamente sus dedos sobre su piel, conociendo una a una sus partes que la envolvían en sensualidad y misterio. Deslizó su palma sobre su vientre hasta pasar por en medio de sus pechos donde sintió la agitación de su palpitar elevando su torso. Llegó hasta su cuello en donde hundió sus dedos entre el cabello castaño que descendía hasta el suelo, emanando un suave aroma. Besó el centro de su pecho con cuidado. -Supongo que muy burdamente quiero decir que dejo mi corazón en sus manos porque con usted desea ser libre; sin límites-. No perdió tiempo para besarle, haciendo aún más profunda su declaración y todavía más certera. Apoyándose de la mano que tenía aún en la espalda de la mujer, comenzó a impulsarse suavemente hacia adelante, asegurándose de que el cuerpo que sostenía reposara cómodamente sobre el césped. Estando encima de ella no pretendía dominarla ni hacerla sentir acorralada, su único propósito era el de permitirse colmarla del cariño que sus manos tan desesperadas estaban por expresarle. Con una de sus manos recorrió los hombros, pecho, cintura de la mujer, hasta deslizarse por su pierna. La sensación era placentera, tanto que su propio cuerpo cada vez se veía más afectado al estar expuesto ante el erotismo del momento; tan diferente y nuevo.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 25, 2017 21:46:27 GMT
El cuerpo de la mujer había sido expuesto ante el claro de luna, bañando en un suave plata acentuado en sus curvas y piel, mientras las frías caricias de la brisa sentaba reposo en sus partes más vulnerables. El tacto del contrario provocaban escalofríos que danzaban a lo largo de su espalda, provocando que esta se corvara ligeramente en respuesta. Estaría mintiéndo si esperaba que la situación hubiese terminado así, al momento que plantó aquel primer beso, y temía a cierta medida que su exposición sólo acotaría a una experiencia más para el contrario al amanecer. Sin embargo, aquello era un miedo infundando, puesto que confiaba en las palabras que tan honestamente develaban la atribulación que se desataba en su corazón. Había sido la primera en agitar, volcar y conmover aquel mundo tan frío y rígido que había creado como un encierro para sí mismo. Aislandose de lo que consideraba dañido y perjudicial a su caracter, petrificando su delicadeza, amor y bondad hasta el punto que cuando esta era demostrada hacia el, la confusión y el enojo eran la inmediata respuesta para corresponder cualquier tipo de sentir externo.
La nepehele sintió una enorme responsabilidad al ver como el otro había cedido su corazón a ella. Una sonrisa se marcó en su rostro, una de sinceridad y agradecimiento, aceptando gustosa de aquello que se le ofrecía, pero sin ser ajena a las implicaciones que aquello significaba. Después de todo, el amor es la única libertad en el mundo puesto que eleva el espíritu de forma que las leyes de la humanidad y el fenomeno de la naturaleza no alteran su curso. Aquello era precisamente lo que desbordaba del pecho de la mujer, puro, simple, transparente y benevolente amor. Uno que no obliga, que no oprime, que sana y suaviza las cadenas del alma. Extiende calidez y trae la primavera al desierto más vasto y pronunciado en las llanuras del corazón. Las manos de la mujer, al inicio tímidas y atribuladas, posadas sobre su propio cuerpo como si deseasen ocultar aquello que nunca antes había sido observado, se extendieron ansiosas por conocer el cuerpo del otro de forma mas directa, más personal e íntima.
Los dedos tersos como toque de seda, se desplazaron por los costados del torso, encontrando el límite de la prenda que cubría su pecho. Sus manos encontraron refugio debajo de la tela, y suavemente marcaron su ascenso, arrollando la prenda con la intención de retirarla. Habían tantas cosas que deseaba expresar, pero la anticipación la robaba de aliento. Se dignaba a descubrir aquella tez conforme las caricias incidentales de sus palmas dejaban las sensaciones más cálidas y dulces que aquel clima permitían. Los besos y los caminos que trazaban las manos y labios del dracónico provocaban que la dama se estremeciera como un blanco y pequeño lirio a la brisa noctura, frágil, delicado y hasta hermoso. Su propia piel reaccionaba ante el más mínimo roce y caricia, y de sus labios escapaban suspiros que representaban la melodía de entrega y deseo. Aquellas sensaciones, los sentimientos danzando lado a lado con estos. El caliz divino cuyo sorbo despertaba del letargo los muertos en vida y ponía a descansar la inocencia del incosciente, confabulando para que dos seres se unieran sin ataduras, sin lamentos o prejuicios.
-Su turno...- alcanzó a expresar Viktoria en un beso, conforme los labios que se rehusaban a separarse partían unos de otros.
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Post by Haoyang Lian on Oct 26, 2017 0:42:00 GMT
Cada suspiro liberado de los labios de Viktoria como respuesta del recorrido de sus manos, llenaba de orgullo al dragón. Extasiado por la manera en que su cuerpo contestaba y de esas frágiles y suaves manos que se dedicaban a conocer su cuerpo, dibujó una sonrisa en su rostro. Una visión que no se permitía tener con tanta facilidad pero que ahora era imposible controlar. Dejó escapar su cuerpo del sometimiento de aquella prenda que la nephele había comenzado por quitar de su camino, en un movimiento rápido que no interrumpiera el momento.
Al fin su piel reposaba sobre la de ella, sintiendo debajo de su tacto una suavidad tal que era como seda escapándose sobre su pecho. Reposó a su lado, liberándola de su peso, para acariciar con mayor facilidad su figura que se mostraba tan incitante a sus caricias. -Mi turno...- susurró atento al camino que su mano trazaba por uno de sus redondos pechos. Apretó mas con cuidado, sabiendo que tenía en su palma algo que veía como sagrado; tan delicado y especial como el primer capullo de primavera. Le miró con detenimiento, como si aquél permiso para continuar con sus cuestionamientos fuera caso de vida o muerte. Suspiró con profundidad, abrazándola para colocarla encima de él.
Sentía el peso de su cuerpo acomodándose sobre sus caderas, motivando las respuestas de su físico manifestarse en ella con mayor obviedad. El vestido, que aún se encontraba pendiendo de ella de las mangas, fungía como cortina que los privaba de vistas exteriores, cayendo hacia los lados, dejando entrar apenas un poco de luz. Aún así, Haoyang podía ver bien la figura de Viktoria; los detalles de sus curvas, de su pecho y caderas, que ahora tentaban aún más su voluntad. Deslizó sus manos por sus muslos hasta llegar al lugar donde la piel y los músculos se encuentran para formar esas curvas que ahora provocaban sus sentidos y su necesidad de permanecer y explorar. Usó aquél contacto para incitar el movimiento, aún por encima de la ropa el dragón estaba seguro que Viktoria podría sentirlo, mas quería que tanteara terreno, se sintiera segura con su cuerpo por más agresivo que quisiera ser debido a la ansiedad y sí, también por la espera, era de suma importancia para Lian que ella tuviera mayor control por el momento.
Comenzaron a escapársele profundos suspiros conforme el estímulo del movimiento despertaban aún más su pasión. Podía verse la tensión en sus músculos de estar sometiéndose a disfrutar y ser paciente. -Viktoria...- continuó con la respiración pesada. -Planeo necesitar de usted hasta que me lo permita... ¿Puedo llevar acabo lo que deseo?- sus ojos no se desprendían de los de ella, esperando atento para no perderse de su reacción por lo que haría en seguida. Dispuso a que una de sus manos se tomara a la tarea de consentir el área que rozaba sobre su entrepierna; cálida y húmeda, esperando a ser reconocida por sus dedos.
Jamás habría pensado semanas atrás que la mujer que había cruzado el umbral de su puerta, que retó sus ideas y que lo orillo a un rincón olvidado de su consciencia, sería aquella a quien le mostraría el camino a su corazón. Pensando en aquello atendía los movimientos de sus dedos; eran lentos pero con suficiente presión para ir despertando poco a poco sensaciones que tal vez la nephele jamás había experimentado. Se encontraba dichoso de tenerla en esa noche; su prioridad sería la de hacerla disfrutar cuanto fuera posible, bajo sus propios términos. Por más que la piel pareciera carcomérsele por fundirse en ella, su plan era mostrarle que estaba totalmente dispuesto a entregarse sin esperar todo a cambio.
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