Aesther
Soberana de la Primavera
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Post by Aesther on Dec 4, 2017 2:24:59 GMT
Había salido del Templo con órdenes precisas a sus cortesanos de no ser seguida bajo ninguna circunstancia; este viaje debía hacerlo sola. Necesitaba pensar, esclarecer su mente, llegar a un camino conclusivo. Desde la reunión con Lysander Velfast no había logrado conciliar el sueño ni tampoco hablar con sus hermanos. Asthur se encontraba aislado, totalmente desconectado del mundo; era prácticamente imposible hacer contacto con él... y Ajani... ni qué decir de él. Los términos en los que había quedado su amistad pendían del hilo más frágil. Ni siquiera estaba segura de que siguiera habiendo una relación qué arreglar.
Las noches habían sido pesadas y aún más por la falta de agua y alimento. Pero Aesther estaba decidida y confiada en que hallaría respuestas. Tentaba la superficie del amuleto que Black Stag le había dado meses antes del cual aún no tenía información concreta, sólo el vago comentario de su amigo Tristán quien le expresó que era una imagen un tanto familiar. Era difícil saber con el unicornio... viajaba tanto que era probable que en sus múltiples hazañas hubiese visto algo similar.
El Templo no era lugar para respuestas ni tampoco la Ciudadela... Reapergate, en cambio, poseía los secretos más oscuros de la Isla. De poder encontrar respuestas sobre aquél objeto sería en ese lugar. Después de días de viaje y de hacerse de los favores de la gente logró llegó al lugar. Pasaba desapercibida puesto que su largo cabello rosado se encontraba oculto en un largo peinado que lo mantenía amarrado debajo de una larga capa oscura. Sus ropas eran sencillas e incluso masculinas, haciéndola ver como un débil jovencito ante los ojos de cualquiera debido a la palidez de su rostro y profundas ojeras debido al mal sueño.
¿Por dónde empezar? Se detuvo en medio de uno de los caminos de piedra, donde la gente transitaba de un lado a otro sin prestar mayor atención en ella, gracias a los Dioses. Debía ser cuidadosa, no podía mostrarle aquél amuleto a cualquier persona. Recordaba bien las historias de su amigo quien siempre le contaba que en Reapergate casi te cobran por robarte. Por quedarse sólo quieta, recibió un par de empujones por un par de personas que le pasaron de largo que ni siquiera se detuvieron para disculparse. Sabiendo que seguramente estorbaba se hizo a un lado para recargarse en una de las paredes de los establecimientos... debía hacer algo.
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Post by Deleted on Dec 4, 2017 2:46:55 GMT
Rodrerick, conocido en Reapergate por su habilidad con las cartas y el cuchillo sus ojos dorados siempre afilados miraban a su alrededor, su piel gris contradecía por completo con sus orejas de elfo, vestía cual pirata camisa blanca manchada en las mangas, un chaleco negro que sobresalía encima sus manos cubiertas con guantes de cuero teñidos de vinotinto, pantalones negros igual que sus botas, en su cinto colgaba un fajín vinotinto, siempre vistiendo un sobretodo del mismo color que el fajín al igual que su tricornio negro, su rostro dejaba ver una delgada y bien definida barba que recorría el filo de su mentón, llevaba el pelo corto debajo del sombrero y siempre olía a sal.
Daba un paseo por el mercado negro terminaba un negocio de ojos encurtidos con uno de los comerciantes, sus ojos miraban de un lado a otro sin perder detalle siempre atento a al brillo de una puñalada trampera o de monedas que conseguir. En ese momento su mirada capto una presencia curiosa un joven de poco tamaño parecía simplemente enfermo o debilitado ese detalle le hizo mostrar una sonrisa sádica, el tipo de personas a quienes era fácil robar o estafar. Camino en silencio hasta llegar al lado de su objetivo, colocó sus manos en jarra notando la presencia de la pistola que cargaba en su cinto y de dos de sus tantos cuchillos.
-Un lugar intimidante ¿No lo crees así? -Pregunto agachando su rostro para ver a su víctima- Pareces ser de las personas que buscan donde no deben, deberías tener mucho cuidado aquí, hasta el mas minímo error podría costarte muchas monedas... o algo más -Agrego sin quitar aquella extraña y macabra sonrisa, se enderezo sin quitarle el ojo al jovencito- Dime muchacho que buscas, estoy de buen humor así que quizás pueda ayudarte.
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Post by Izrlo Miéville on Dec 4, 2017 3:21:14 GMT
Hay muchas cosas que no se pueden conseguir por uno mismo, objetos que por su rareza o el tiempo y lugares donde se pueden encontrar hacen que uno simplemente sea incapaz de adquirirlos por uno mismo y a veces, bueno, muchas veces, esos productos resulten tener cierta... prohibiciones. Por un modo de decirlo. Por lo que encontrar a vendedores dispuestos a vender aquellos productos aun con el temor de caer presos o peor resultaba ser una tarea igualmente de dificultosa, pero gratamente había un lugar donde aquello no ocurría, donde los productos que el necesitaban abarrotaban los puestos de los mercaderes colgados, guardados en mugrosos sacos o ensartados en los ganchos de acero que colgaban de las tablas maltrechas de sus puestos.
El mercado negro de Reapergate.
Había pensado muchas veces en mudar su tienda a aquel lugar, la cercanía de esta ciudad al mar, la gran clientela que tenía poseía en esa localización y sin mencionar que el mercado negro resultaba siempre ser el lugar donde encontraba de los ingredientes mas cruciales, por no decir, prohibidos la mayoría para sus pócimas hacían que la idea se barajara cada vez que llegaba a comprar a aquel lugar, pero esa idea siempre se disipaba por una sola y única razón.
Su pestilencia.
No podía negarlo, Reapergate a diferencia de la Ciudadela carecía de la limpieza en muchos de los lugares que el visitaba y el mercado no resultaba ser la excepción. Los charcos de agua estancadas y quien sabe que otras sustancias invadían el piso del mercado los cuales emanaban siempre un aroma no tan grato para el cecaelia el cual arrugaba su nariz en disgusto por este.
Bueno, también había otra razón y era que como siempre prefería ir el cecaelia en su forma intermedia a tener que tomar su forma humana completa por lo que su figura la de un muchacho con una gabardina negra la cual cubría toso su cuerpo dejando ver únicamente el rostro de un muchacho dieciséis años con una inocencia falsa plasmada en su dulce sonrisa no hacían que fuera lo único que desencajara en el ambiente en que se encontraban si no también el hecho que por debajo de la gabardina siete tentáculos de color negro arrastraban de forma ágil y silenciosa su cuerpo arrastrándose por sobre los pestilentes charcos de los pasajes.
Si, esa era la otra razón, tener que ensuciarse con la pestilencia de aquel lugar.
Pero aun así él debía ver detenida sus compras en aquel lugar, el mercado empezaba atestarse un poco mas de lo habitual y con su tamaño y frágil aspecto sabia que seria objeto de asalto por lo que buscando un lugar menos concurrido se aparto de las masas y apoyo cerca de las paredes donde encontró que no se hallaba solo si no que también había otros dos individuos junto a él, pero que por el momento se mantuvo en silencio observando con cierta detención.
Si fuera un gran matón lleno de cicatrices y armado con una gigantesca espada seguramente intimidaría con su curiosa mirada, pero el caso era otro y su mirada llena de “aparente” inocencia hacían que muchas veces las personas le ignoraran o en el mejor de los casos sintieran cierta simpatía.
No lo negaría, un rostro como el suyo ocultaban como la mejor mascara toda malicia que en su corazón existía para los ojos extraños y que desconocían su nombre que igualmente no era muy conocido.
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Post by Regis Salvatore on Dec 4, 2017 13:29:09 GMT
Era lamentable sin lugar a dudas que el mercado negro fuera el único lugar en el que Regis pudiera conseguir y retirar todos los encargos que hiciera a la ciudadela. El carruaje que contrataba para llevar tanto el licor como otros ingredientes, cobraba un alto impuesto cuando se trataba de ir a Reapergate, sin mencionar que, para mantenerse al margen debía llevar con él sus ropas mas oscuras y mejor preservadas. Pantalones de corte, camisa de seda blanca y abrigo tan negro como su cabello también -aunque la edad ya hubiera cobrado sus cuantas canas-.
El hombre, bien podía caminar resuelto entre los callejones que poco o nada le agradaban, que poco o nada le gustaba recorrer y que poco o nada preferiría tener que ver con ellos; su porte, su contextura robusta -mas no demasiado musculosa- y su imponente estatura le ayudaban a sentir seguridad de que pocos se atreverían a atacarle, pero detestaba con su alma ver estando ahí presente de los abusos que podían haber en cada esquina. Fue casualidad quizá haber tropezado con quien a su parecer, era un joven de aspecto demacrado. No habló, la tensión del ambiente que lo obligaba a no frenarse le impidió hablar, pero no le impidió volver la cabeza para ver con quien se había cruzado. Sus ojos pudieron apenas captar las ojeras, o el rostro paliducho antes de que entre el bullicio casi le perdiera de vista. Él estaba allí: como un pasmarote ¿estaría bien el chico? Apretó los labios, se conocía y sabía que más tarde tendría problemas con su consciencia si no hacía algo para ayudarle. Decidido. Sus talones le ayudaron a darse vuelta, el suelo de piedra resonó contra la chapa de sus zapatos mientras a cada paso, andando en contra de la multitud con la preocupación de pisar a alguien, Regis intentó acercarse.
Pronto vio cómo no era el único yendo tras el joven. La sonrisa en los labios del sujeto era sin dudas, la misma que reconocía desde haría muchos años en la boca de los peores delincuentes. Fue instintivo, su zurda se posó en los hombros de aquel hombre, que con sus brazos en jarra hablaba con una seguridad tan propia le hacía fácil decir que estaba más que acostumbrado a andar por el nido de ratas que resultaba ese lugar. Se encorvó un poco, su alta y robusta figura de más de dos metros se inclinó con lentitud, interponiéndose entre ambas figuras.
—joven ¿le están molestando? —cuestionó, su voz educada, gruesa, amable como de costumbre había mostrado rigidez, autoridad inclusive; algo que había aprendido a lograr en sus años entre humanos. Sus ojos azules se dirigieron al que había reconocido como un chico ojeroso, esperaba el chico supiera que decir, como actuar o reaccionar...
Por que debía admitir, fue sumamente imprudente de su parte acercarse sin siquiera una navaja de bolsillo a alguien que podría ser peligroso.
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Aesther
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Post by Aesther on Dec 6, 2017 5:42:53 GMT
Un extraño se acerco, de inicio no dándole mucha importancia pensando que tal vez como ella se había alejado de la multitud, sin embargo, el sonido de su voz le hizo girar el rostro para verlo. Se sintió inquieta de pronto al momento en que éste se acercara, sugiriendo los peligros de la ciudad. Y aunque parecía estar ofreciéndole ayuda, Aesther sintió algo de desconfianza. Sentía culpa por ello puesto que no deseaba juzgar a nadie por su lugar de origen o entorno pero era la primera vez que salía del templo tan lejos completamente sola. Se sabía vulnerable, eso era cierto. -Yo...- la voz le salió suave, apenas audible para el desconocido. Se perdía un poco entre el ruido de la muchedumbre. -Sí, supongo que es algo intimidante- contestó intentando sonreír para no mostrarse tan alterada, además, sería grosero no responder de buena manera, pensó.
Justo estaba por brindarle más detalles al hombre cuando vio en la vecinidad a otro jovencito pero sólo se mantuvo callado. Seguro que no tenía ningún interés por la conversación; no estaba segura si eso le tranquilizaba o inquietaba más. El intercambio entre el primer hombre y ella tuvo un giro distinto puesto que un tercero se había hecho espacio entre ellos mostrando aparente preocupación por su bienestar. Aesther levantó la mirada para verle bien el rostro, mientras el suyo, aún oculto entre la ligera sombra de la capucha que llevaba puesta, aumentaba su semblante sombrío y desvalido. -No, nada de eso- contestó con un ligero tartamudeo. -Justamente estaba ofreciéndome algo de ayuda- respondió. Alzó su mano y la movió con un gesto suave y delicado, como señalando al hombre en cuestión. Sus ademanes salían naturalmente aún entre el cansancio y el agobio. -Buscaba... buscaba un lugar en donde pudiese hallar pergaminos viejos y...- presionó sus labios, sabiendo que estaba soltando información muy delicada con un par de extraños pero... en realidad... era su única opción. -Viejos y prohibidos-. Entrelazó sus manos al frente, mientras recargaba su espalda contra la pared. Bajó un poco la cabeza al caer en cuenta de lo patéticas que sonaban sus palabras. Era ingenuo y totalmente estúpido creer que correría con tanta suerte. "Aesther... realmente vives en un mundo de fantasía" pensó recordando las miles de veces que Ajani le decía precisamente eso.
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Post by Deleted on Dec 7, 2017 3:49:09 GMT
En cuanto el individuo encapuchado le respondió un frío recorrió su cuerpo. "Esa voz se me hace familar ¿Donde he escucahdo una voz así antes?". Pensó el pirata, intentando disimuladamente ver mejor por debajo de la capucha cuando una figura se interpuso en el medio, Rodrerick no perdió la sonrisa que portaba desde hace rato y se enderezó para encarar al nuevo sujeto, realmente parecía serio por naturaleza pero había aprendido a no mostrarse reaccio desde el principio, sin embargo la silueta encapuchada hablo primero.
-Es cierto solo trato de ayudar amigo -Dijo sin quitar la sonrisa ni por un segundo, luego se hizo a un lado para pasar por el sujeto interfiriendo y escucho lo que buscaba el encapuchado- Pergaminos viejos mmm ¿De qué tipo? ¿Un mapa tal vez? -Posiblemente se tratara de magia y definitivamente allí era un campo en el que siempre tenía interés- ¿O acaso buscas magias malignas? ¿Eres un pequeño mago perturbado amigo? -Dijo como aguantando la risa, definitivamente habían mil y un lugares en un mercado de mala muerte como ese para buscar pergaminos pero la falta de detalles hacía difícil el pensar un sitio especifico- En cualquier caso necesitamos mas información, si quieres recibir información -Comento mirando al encapuchado y al metiche a ver su reacción.
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Post by Izrlo Miéville on Dec 7, 2017 19:52:48 GMT
Se mantenía lo suficientemente apartado de aquellos dos individuos, pero también lo necesario para escucharlos como para entender las intenciones del hombre que había abordado al joven encapuchado. Poco mas que ayudar era claro que iba a querer sacar algo de el por las buenas o las malas algo que en realidad en Reapergate es algo muy común y mucho mas en el lugar en el que se encontraban.
Preparándose para escuchar algún grito de ayuda por parte del encapuchado cuando el hombre que se le mostraba tan “amigable” viera conveniente asaltarle Izrlo noto como otra figura se les acercaba al par sintiendo que conocía aquel arcano hasta que al fin lo suficientemente cerca y libre de la muchedumbre pudo observarlo con completo detenimiento mas el escuchar su voz no hizo mas que hacer que se acercara ahora al trio para hacer de aquel abordaje a muchacho ahora un cuarteto.
—Regis, cuanto tiempo ♪— Llamo por su nombre al vampiro acercándose con una inocente sonrisa al trió.
—¿Qué haces por estos lugares? No esperaba que alguien como tu anduviera estos barrios tan peligrosos— Haciéndose un espacio entre los tres individuos cuidando que sus tentáculos no llegaran a ser pisados observo con detención a los otros dos arcanos esbozando una sonrisa a la joven que el otro hombre había abordado al cual al mirarle siguió con aquella adorable sonrisa dibujada en su rostro.
—Y joven, esta en el lugar indicado si busca aquellos… “conocimientos”, pero realmente debes estar desesperado si lo dices tan abiertamente a un grupo de desconocidos, pero creo ayudarte, mucho mas de lo que “ese”— Indico al primer arcano que le había abordado —Buen hombre podría hacerlo.
Su mirada se dirigió a la de Regis esperando que el confirmara sus palabras pues en realidad si conocía a una persona en aquel mercado que tenía muchos sobre pergaminos y mas sobre los tipos que parecía el muchacho buscar.
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Post by Regis Salvatore on Dec 9, 2017 23:43:55 GMT
Ayudarle.
Regis estiró los labios, nuevamente enderezándose sus brazos se cruzaron con lentitud. No le convencía la actitud del hombre, en absoluto. El Vástago tuvo que contener su carácter, tuvo que tomar una profunda respiración y cerrar los ojos por breves instantes "Estás juzgando pronto. Estás pecando de lo que tanto criticas" Sin embargo, aquella sádica sonrisa no le daba ningún tipo de tranquilidad. Mucho menos la vestimenta del hombre, o siquiera su actitud. No había nada que le diera ni un poquito de confianza de que no sacaría alguna de sus navajas y tomaría rehenes. Suspiró entonces, fue al instante siguiente que escuchó las palabras del joven.
Regis, realmente, no tuvo nada de qué sorprenderse. Incluso se lo había planteado, sin embargo, al hablar de "Prohibido" solo se le ocurría una sola alternativa: Estaban hablando quizá de magia negra, la mayor prohibición en la isla luego de "nunca matarás a otro arcano"... Y por ende, también uno de los productos con mayor demanda y mayor coste que conocía. Con una mano en el mentón, el hombre estudió la figura encapuchada, de pies a cabeza. Escuálido, quizá desnutrido, y sumamente pálido, eso era lo que podía ver solo por encima, era lo que era capaz de admirar con cierta levedad. No era el aspecto más saludable del mundo.
Pero habiendo algo que le mosqueaba...
—¿Cual es su definición de "prohibidos"? —inquirió.— y ¿Qué tan antiguos los estima?
Debería de reclamarse a si mismo por preguntar de semejante manera, casi acusadora, o como si supiera exactamente de lo que hablaba. Regis era un hombre cauto, quería saber con qué se estaba topando, con qué trataba para realizar planes de acción y planes de respaldo del tirón. "Mejor prevenir que lamentar" Eso, era algo que había aprendido a hacer a la fuerza... Algo que debía seguir perfeccionando.
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Aesther
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Post by Aesther on Dec 10, 2017 0:02:16 GMT
Sabía que a los oídos de los tres desconocidos su búsqueda sonaba peligrosa y tonta. Se sentía ingenua de pensar que conseguiría con tanta facilidad respuestas pero debía aferrarse a lo poco que tenía. Presionó sus labios sintiéndose nerviosa, usando aquello como un pequeño método para mantenerse lo más tranquila posible. Rebuscó en una pequeña bolsa que llevaba atada al bolsillo de su pantalón para sacar aquél amuleto que se le había entregado aquella noche, donde las llamas y el olor a carne quemada habían sido tan reales ante sus ojos. La piedra de color negro brillo contra las luces reflejadas sobre su superficie. En su pequeña y pálida mano el objeto se destacaba por una belleza atrayente y enigmática. -No tengo la seguridad que sean... escrituras malignas- dijo sin despegar sus ojos del amuleto. -La magia negra puede llegar a ser... malinterpretada tal vez- se atrevió a decir. Jamás pensó que se hallaría deslizando tales palabras por su lengua pero sus encuentros con el errante le habían ampliado la visión de las cosas... tal vez debía de asomarse a la oscuridad para entender mejor. Sabía que estaba en un terreno peligroso... muy peligroso. Con sus palabras pretendía resolver varias de las preguntas que se le habían hecho.
Cerró el puño ocultando el objeto detrás de la presión de sus dedos. Bajó la mano, ocultándola dentro de su capa para resguardar aquello en un lugar más seguro. -Desconozco qué tan antiguos puedan ser... Esa no es la pregunta en realidad... sino, ¿en dónde están?-. Por un momento la idea de que aquella información seguramente estaba a manos de Lysander Velfast le causó un gran escalofrío pero tenía la esperanza de que algo se hubiese salvado y hubiera quedado en manos de alguien que cobrara un precio más... blando.
Se despegó de la pared, pretendiendo caminar entre la gente del lugar. La noche ya hacía presa a la ciudad de sus sombras y aún así, Aesther avanzó como si fuese experta en cada rincón del mercado. -Digamos que prohibidos serían aquellos que son privados del ojo público- prosiguió al tener la certeza de que los hombres estaban acompañándola. -Desde que Mirovia se asentó esta información ha sido reservada de la gente por temor a... a que se use indebidamente-. Hubo una pausa al saber que ella misma había sido una de las principales causantes de que eso pasara. No se arrepentía del todo puesto que lo había hecho para proteger a los Mirovianos, de que no cayeran presa de una oscuridad irreparable pero eso sólo hacía de su búsqueda actual más difícil y extensa. -Hay... una fobia ante lo desconocido pero se ha presentado a mí un escenario incierto que necesito resolver-. Se ajustó la capucha, ocultándose de algunos arcanos que parecieron tomar un interés especial en su rostro. -No pretendo que me ayuden de forma gratuita; tengo disposición de pagarles por su cooperación-. Las calles cada vez eran menos acogedoras; los rostros de los arcanos que iban presentándose en su andar eran cada vez más sombríos mostrando sus malas intenciones en sus gestos y acercamientos hostiles. -También por su discreción-. Consciente de las palabras del hombre de aspecto más rudo, sabía que debía brindarles más información sobre su situación, pero desconfiada, esperaba al menos pagar por su silencio.
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Post by Deleted on Dec 10, 2017 3:43:00 GMT
La insinuación del hombre que recién se acercaba aumentaba sus ganas de desenfundar aquella pistola y pintar color sesos el pavimento, pero no era el momento ni el lugar, luego de que todos hubiesen preguntado por lo que aquella encapuchada persona buscaba esta saco un amuleto, un rápido vistazo fue suficiente para enteder que aquello iba en serio. El amuleto no parecía la gran cosa y aún así lograba ponerle algo nervioso ¿Quizás la emoción por las palabras del encapuchado?.
-Vaya parece que hoy hemos dado con algo curioso -En cuanto el encapuchado se despego de la pared Rodrerick lo siguió, no le quitaba la vista de encima seguía teniendo la sensación de haberle visto antes pero mientras se enfocaba más en su alrededor se notaba que aquella persona no tenía idea del lugar en el que caminaban pues cada vez se acercaban más y más a los lugares tan oscuros que la luz de la justicia jamás entraría allí. Muchos arcanos les miraban de manera amenazadora y peligrosa pero el pirata les devolvía una sonrisa, la misa sonrisa sádica junto con aquella mirada llena de deseo y riesgo la mirada de un loco que tenía fama de resolver las cosas con uno o dos heridos si había suerte. En cuanto la figura encapuchada menciono el hecho de un pago el pirata volvió a acercar su rostro al de él/ella tratando de mirar mejor aquél rostro- Te dire lo que haré, voy a ayudarte pero no te diré mi precio hasta que hayamos terminado, así en caso de que no consigamos nada no tendrás que pagarme nada ¿No es una gran oferta? -Pregunto aún con la sonrisa.
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Post by Izrlo Miéville on Dec 14, 2017 9:12:01 GMT
En el momento en que el joven saco aquel artilugio el cecaelia pensó dos cosas:
Una, que era una persona ingenua que bien podría creer que aquel amuleto realmente podría resultar algo importante siendo que ante sus ojos no le parecía más que otro artilugio de aspecto enigmático que bien se pueden conseguir en cualquiera de los puestos que los rodeaban en aquel momento en el mercado o bien que esa misteriosa figura que no por nada se estaba arriesgando en aquel lugar sin siquiera aparente idea de dónde encontrar las respuestas a sus preguntas llegando al punto de mencionar sus intereses a tres desconocidos de los cuales solo uno ellos bien tenía un aspecto confiable siendo Regis este ya que el mismo entendía que su infantil aspecto desentonaba en el entorno y el otro arcano prácticamente teniendo el aspecto de un asaltante, por no decir un pirata, hacían del vampiro el único que parecía estar allí con cierta “naturalidad”.
—Ese tipo de magia o conocimientos no deberían ser hablados ni si quiera en susurros en este lugar— El cecaelia que aun por su aspecto buscaba ser algo discreto siguió el paso del grupo ¿Pero ¿quién los guiaba? ¿Aquel joven encapuchado? Mas bien el vagaba por las calles mientras ellos les seguían el rastro escuchando sus palabras bajo las miradas de los arcanos que los rodeaban algo común realmente en aquel mercado pues a fin de cuentas uno allí siempre debe estar pendiente de las oportunidades y vaya que hoy él había encontrado la suya. Si aquel amuleto que llevaba el arcano en sus prendas resultaba ser al final algo en realidad tan relevante como para que él se arriesgara en pisar con aquella apariencia aquel mercado significando que sabía que bien podría estar poniendo en juego su vida, debía quizás realmente ser aquella baratija algo que realmente se podría sacar algún benéfico por su ayuda, quizás algo incluso mas allá de solo un par de Mirvos.
Aun así, podía ver como el otro arcano intentaba igualmente sacar partido de la situación ¿Regis? No, el desde la vez que le conoció en su posada y por la breve historia que le conto no llegaba a parecerle que fuera alguien capaz de sacar provecho sino más bien ayudar a otros e incluso protegerlos siendo incluso visible aquella cierta desconfianza que le tenía al tercero. Si, él debía actuar antes que esa oportunidad se le escapara entre los tentáculos.
—¿A escuchado de los piratas? ♫— Con un dulce tono y enternecedora sonrisa en sus labios la cual dedico al joven encapuchado mientras aceleraba su paso hasta quedar a su lado con el silencioso andar de sus tentáculos observando la imprudencia del pirata al acercarse tanto al joven encapuchado.
—Puedo decirle que ellos nunca son de fiar, no por algo son llamados los ladrones del mar y temo decirle que con quien habla si no lo ha notado… es uno de ellos— Aquel arcano que vestía cual pirata una camisa blanca la cual poseía unas burdas manchas en las mangas, un chaleco negro y cuyas manos se encontraban cubiertas por unos guantes de color vinotinto, un pantalón negro sujeto por un fajín de igual color que sus guantes en conjunto a sus gruesas botas negras le daban a aquel arcano, junto a su sombrero, la indiscutible imagen de un pirata, una que un arcano que ha vivido siempre en el mar se le haría más que irreconocible.
—Así que bien pondría en duda sus intenciones por lo que espero me escuche— Con agilidad tomo la delantera siendo ahora el quien los guiaba por las negras y pestilentes calles de aquel mercado lleno de males y secretos —Conozco "alguien" que tiene lo que bien estas buscando, solo quiero que me de su palabra de que me deberá un favor ya que si lo que tiene entre sus manos en verdad algo de gran interés…— Miro a sus alrededores y el lugar en que se encontraban aun estando un tanto mas apartado del mercado y ya mucho menos transitado aun se podía sentir que los arcanos que pasaban cerca de ellos escuchaban y veían cada uno de su actuar.
—Este no es un buen lugar para hablar aun, pero puedo darle mi palabra de con quien le llevare resolverá sus dudas— Izrlo observo a Rodrerick y Regis, esperaba que se mantuvieran al margen, aunque por parte del primero llegaba a dudarlo.
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Post by Regis Salvatore on Dec 19, 2017 0:23:46 GMT
Regis, por su parte, solo había podido permanecer sereno. Su rostro no se mostró alterable en ningún momento, permaneció seguro, permaneció inmutable. Aquel amuleto, no se parecía a nada que hubiera visto antes. La magia negra era magia negra, se pusiera donde se pusiera, y la verdad le sorprendió verse ante un panorama en el que, no era difícil adivinar que aquella figura se encontraba quizá en un debate interno. Regis le examinó de pies a cabeza cuando escondió de nuevo aquel objeto, su rostro mostró duda y sin dudas desconfianza. Luego, la voz de Irzlo se hizo presente en sus oídos. El cecaelia fue prudente al mencionar tales palabras; era verdad que en aquel lugar las propias paredes parecían tener vida para escurrir los chismes.
El artilugio sin duda, era algo de qué tener cuidado si aquella persona, fuera quien fuera, había decidido jugarse el pellejo con tales fachas en uno de los lugares más peligrosos de la isla entera. Regis tomó interés, más del que ya tenía antes pero no por el artilugio ¿Cuales eran las motivaciones de aquel ser encapuchado? ¿Qué lo había empujado a tal extremo? Tenía la obligación de preguntárselo, tenía el deber ser de velar por el bienestar o por el castigo divino. Era como había crecido por muchos años, era algo que, se había adentrado en su sistema a partir de la dura experiencia.
Sus pasos pues, volvieron a hacerse notar entre las calles cuando emprendió marcha. Le veía, le veía y quizá eran ideas suyas, quizá había estado alucinando, pero por más que lo que él había juzgado como un chiquillo perdido en el mercado tenía un paso tan seguro y firme que, por momentos le costaba mantener su juicio estoico como debía ser, estoico como la situación lo ameritaba. Regis tuvo la pronta necesidad de encarar semejante situación de una forma distinta a la que su carácter habitual lo haría.
—Su dinero, no me interesa —Aseguró. Sus alrededores en efecto se tornaban hostiles, fue así que con paso apresurado se hizo lugar a un lado, su figura robusta a modo de escudo contra toda mirada inclemente a la que él, poco o ningún caso hacía. Era impropio de él, era impropio de su costumbre el arriesgar tanto por alguien a quien no conocía, pero no podía estarse tranquilo. La poca información que tenía, era algo que sin dudas lo tenía preocupado ¿Estaba aquella persona segura de lo que tenía que buscar con exactitud? Quizá, pues la respuesta que recibió supo satisfacer lo más superficial.
Pero el otro hombre, parecía tener ideas distintas, parecía tener un juicio tan atraído por el dinero como las polillas a la flama. No era de su gusto, en lo absoluto, pero no iba a alzar su voz al respecto a no ser que fuera estrictamente necesario.
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Post by Aesther on Dec 21, 2017 0:58:52 GMT
Cada uno de sus acompañantes parecía moverse por distintas causas, cada uno tomando diferentes reacciones ante su disposición por pagarles por su compañía y discreción. La ninfa no era ingenua para esas alturas, sabía que el estar en Reapergate por sí sólo era un riesgo si se encontraba sola por lo que no hubo resistencia de su parte ni la habría al llegar la hora de sus ahora cómplices por cobrar el favor. Aceptó las condiciones de Rodrerick sin chistar mientras que el otro joven parecía tomar sus precauciones respecto al primer hombre con quien se topó. El rostro de Aesther era serio mientras las acusaciones del jovencito salían de su boca al mismo tiempo que afirmaba conocer a alguien que pudiera brindar respuestas. –Los tres son igualmente desconfiables ante mis ojos; en realidad no importa si se trata de piratas, ladrones… o cualquier otra clase de criminal… Yo sólo necesito respuestas y si alguno de ustedes puede ayudarme a dar con ellas, entonces tendrá mi agradecimiento-. Se sentía inadecuada diciendo aquello. Experimentar desconfianza no era algo a lo que estuviera acostumbrada… no lo veía con buenos ojos pero debía hacerlo ya que sin ello no podría sobrevivir por sí sola.
Finalmente el tercer hombre aseguraba no estar interesado en el dinero y en cambio se colocó frente a ella cual pared viviente. El gesto le hizo sentir segura por un momento pero aun así guardaba cuidado. –Pues bien… te seguimos- repuso hacia el cecaelia. Permitió que fueran ellos los que guiaran el camino ya que de ser ella quien tomara la delantera seguramente terminarían perdidos entre el mercado negro.
Doblaron varias esquinas entre las sombras. Los callejones apenas iluminados por lámparas de fuego verde que de pronto descubrían rostros siniestros que los veían pasar entre la oscuridad. Aesther intentaba no hacer contacto, de mantenerse oculta en la protección de su capucha. Estaba consciente de que estarse exponiendo de esa forma era peligroso. Por minutos había silencio, sólo el sonido de los vendedores, de algún pordiosero o de los charcos alterándose por el peso de sus pasos podían escucharse. La mujer sentía un hueco en el estómago; por más que hubiese firmeza y decisión por llegar al fondo de sus asuntos, sentía miedo.
Dieron al fin hasta una casa oculta entre ladrillos y otros establecimientos de aspecto sospechoso. Un letrero de madera, desgastado y apolillado colgaba de la entrada. Un ojo con pintura roja se encontraba dibujado sin embargo la pintura parecía haberse caído con el tiempo. Una luz morada sobresalía de forma tenue entre las cortinas que protegían la privacidad del lugar mas no parecía haber alguien cerca. La ninfa tragó saliva caminando entre sus compañeros hasta el escalón que permitía la entrada. Alzó la mano con intenciones de tocar la puerta con sus nudillos pero se detuvo un instante. Lo que fuese a pasar después probablemente cambiaría su vida por siempre. Estaba consciente de que probablemente sería vista con malos ojos al involucrarse en asuntos de ese tipo pero era justo ahí, en la oscuridad, donde sentía encontraría la verdad. Respuestas para lo que el errante le mostraba, respuestas para comprender lo que estaba sucediendo y estaría por suceder. Tocó.
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Post by Deleted on Dec 25, 2017 11:35:59 GMT
Los ojos de Rodrerick se desviaron hacía el pequeño pulpo al escuchar aquellos comentarios, su sonrisa no desaparecía pero su mirada estaba fija sin apartar los ojos de él su mano empezo a deslizarse hacía su cinto pero se detuvo a medio camino, luego se se enderezo y se acerco hasta estar cara a cara con el individuo- Deberías tener cuidado con lo que dices en voz alta no soy el único de los alrededores que podría sentirse dolido con tus palabras -Comento girando su mirar un momento hacía una esquina, un grupo de sujetos les miraban por su aspecto y sus ropas roídas se notaba podrían ser piratas. En cuanto la capucha curiosa dijo que ninguno era digno de confianza su sonrisa seguía esta vez mirando hacía ella. En cuanto partieron siguiendo al pulpillo Rodrerick se quedo a la retaguardia del grupo mirando con ojo fugaz hacía los lados, alerta a cada esquina y cada puerta un par de veces abrió su ropa para dejar ver el cuchillo a quienes parecían tener intenciones de acercarse, de esta manea desaconsejaba a los idiotas a hacerlo.
Cuando por fin llegaron al sitio el pirata miraba la edificación realmente lucía vieja y derruida como todo edificio que se hiciera respetar en aquél mercado- Bueno parece un buen lugar para empezar -Comento dandole una palmadita al pulpo en el hombro, iba a tocar primero pero la capucha curiosa se le adelanto, luego del golpe en la madera ocurrio un pequeño silencio no parecía haber respuesta del otro lado, algo inquieto por seguir allí parado mucho tiempo, rodrerick jugueteaba con sus dedos mientras miraba de un lado al otro.
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Post by Izrlo Miéville on Dec 30, 2017 6:12:58 GMT
Calles oscuras o con pésima iluminación, esquinas donde las sombras se juntaban al acecho de una presa sobre la cual abalanzarse, pestilentes vahos que emergían de las alcantarillas de Reapergate dejando en claro lo podrida que aquella tierra. Izrlo no pudo evitar esbozar una dulce sonrisa al momento de asentir a las palabras del joven encapuchado antes de darse media vuelta y reír hacia sus adentros por la reacción de aquel pirata ¿Acaso creía que le asustaba? Había cosas peores que él, con intenciones aún más oscuras y métodos mas terribles de lo que cualquiera e incluso Izrlo a veces podría llegar a imaginar. Estaban en el centro de la podredumbre y en la pestilencia siempre existe algo que uno jamás desearía llegar conocer.
Ignorando la amenaza de Rodrerick el cecaelia empezó con su andar, sus tentáculos hacían que su avanzar fuera silencioso y solo el paso de sus compañeros se escuchara al caminar sobre la baldosa de piedra y charcos en las descuidadas calles de aquella zona. Ventanas rotas y otras tapadas con tablas de maltrecho aspecto, puertas con salpicaduras de sangre y botellas de licor esparcidos por el suelo, lentamente iban dejando atrás aquellas zonas por las que el pequeño arcano les guiaba.
Quizás el joven no confiara en él, pero el cecaelia tampoco confiaba en el mas allá de tener cierta simpatía con Regis por haberlo conocido desde antes de aquel encuentro, aunque aun de forma muy vaga. Sus ojos de jade se fijaron en una casa de ladrillos bastante deteriorada por las décadas, el ladrillo rojo había perdido su colorido rojo y ahora estos poseían un aspecto marrón y mohoso por la humedad del mar que rodeaba aquella ciudad, observo al igual que el joven encapuchado al cartel, decolorado y difuso, apenas y ya podía ver la imagen que en un pasado tan bien se veía en el cartel.
Con intención de tocar la puerta Izrlo vio como el joven se le adelanto y toco la rasposa madera de la puerta del local, el solo espero por unos minutos observando la silueta del joven frente a la puerta y el cómo la luz morada del interior de la vivienda desapareció desde el momento en que fue tocada la puerta. Un rechinido de madera contra metal y oxido fue seguido por una luz morada que ilumino los rostros del grupo a excepción del joven encapuchado que pudo ocultar sus facciones gracias a la sombra de su prenda, una ronca y cansada voz provino de la luz la cual lentamente fue decayendo en su brillo al punto que ya no era molesto verla directamente.
Quien sostenía la lampara de mano en cuyo interior descansaba la luz morada protegida por un vidrio empolvado y cuya estructura estaba hecha de un bronce oxidado, permanecía parado frente al grupo en el marco de su puerta.
—¿Quiénes son y a que vienen?— Fueron las palabras del hombre el cual por las sombras que formaba aquella lampara hacia incapaz al grupo de ver sus facciones, ropas e incluso el color de la mano que sujetaba aquella lampara, solo era visto como la sombra de un hombre levemente encorvado el cual giraba su rostro para observar a cada uno de los integrantes del grupo, su silencio no se rompió hasta el momento en que llego a ver a Izrlo el cual le miraba en silencio y con una leve sonrisa en sus labios.
—Clientes. Pasen, pasen— Con tono de voz aun ronco, pero con una mezcla de amabilidad y cortesía invito al grupo a entrar, siendo el cecaelia el último, el hombre, aun como la silueta de una sombra, cerró la puerta con el sonido de una llave y el de la cerradura cerrándose.
Al momento de voltearse pudieron observar la figura de aquel hombre, o mejor dicho anciano pues ya no se encontraba envuelto en sombras y la lampara con la luz morada en su interior ahora descansaba en un pequeño espacio de un estante lleno de libros. La mano de Izrlo y el anciano se estrechaban con respeto y amabilidad pudiendo ver los rasgos y prendas de aquel arcano.
Su aspecto era el un humano de ya avanzada edad con una estatura de un metro setenta, levemente encorvado, su cabello blanco por las canas era notoriamente largo llegando a su espalda siendo este sujeto una pequeña cuerda que mantenía unido todo en una única trenza, su barba también blanca por su edad, tenía un largo que llegaba por debajo de su pecho y esta se encontraba sin ningún tipo de sujetador además que su abundancia hacía imposible ver la boca del arcano, sus cejas eran igual de abundantes, descuidadas y blancas ocultando aquellos hundidos ojos por las enormes ojeras que decoraban su rostro como las innumerables arrugas de su rostro que cambiantes como las dunas al menos dejaban observar la leve sonrisa que mantenía oculta bajo su barba mientras astenia la mano del pequeño cecaelia, al soltar la mano de este se dirigió al grupo con un semblante neutral al no parecer ni impresionado o incomodo por su presencia.
—Buenas, bienvenidos a mi humilde tienda— Respetuoso y claro, su voz ya no sonaba ronca, pero el cansancio no parecía abandonar el tono de este.
Vestía un sticharion de color café claro, semejante a la túnica de un sacerdote católico, pero el cual se encontraba bordado por hilos de plata los cuales se mostraban degastado por la edad como la prenda misma sujeta a la cintura del arcano por un cinturón de cuero, tanto el mismo cinturón que mostraba signos de desgaste como la propia prenda parecían tan viejas como su dueño.
—Creo que debemos ir al grano— Propuso observando al grupo mientras Izrlo viendo que ya no sería de ayuda empezaba a hojear los libros de las estanterías en particular los cuentos de niños en los que se veía implicado un hechicero o bruja —Si los trajo Izrlo seguramente no es para buscar un libro común y respuestas comunes ¿Qué buscan, en que puedo ayudarles?
El arcano inclino su cabeza, movimiento que le tomo tiempo por su edad, pero con el cual quedo al mismo nivel que el joven encapuchado el cual podía leer en su rostro una pregunta la cual no fue dicha por el anciano el cual volvió a su postura inicial, pero con la leve sospecha que bajo esa barba se dibujaba una pequeña y noble sonrisa.
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