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Post by Azarel Mstislav on Mar 31, 2018 21:34:53 GMT
El grito, los jadeos, el permiso y las lágrimas… Mstislav no pudo evitar dedicarle una sonrisa ante tales hermosas reacciones que la arcana le regalaba. Se acercó a su rostro, pasando los labios por las mejillas húmedas, saboreando el líquido salado sobre su lengua, respiró profundo mientras bajaba lentamente por su cuello hasta que llegó a las clavículas, levantadas delicadamente, contorneando la piel pálida ahora rosada debido a la sangre bombeando rápidamente por sus venas y la mordida. La sintió temblar bajo su cuerpo, y aquello le trajo un cierto vigor que hizo no poder detenerse, casi como un instinto voraz, salvaje.
Apretó con fuerza sus dedos contra el vestido, rasgándolo hasta que cada fibra de la tela se deshizo bajo sus garras, dejando a la mujer completamente vulnerable bajo su cuerpo. Mstislav besó cada tramo de la piel expuesta, llegando a mover la lengua húmeda contra el cálido ser que le acompañaba. Sonrió, dejando entre ver los colmillos mientras un gruñido gutural se escapaba de su garganta. En un acto rápido, tomó el muslo de la mujer, levantándolo con fuerza hasta que la obligó a rodear su cadera, para después, llevar su mano alrededor del cuello de la mujer, apretándolo con cierta fuerza, pero midiéndose de no asfixiarla, la miró con cautela, peinando su cabello hacia atrás con cuidado con la otra mano, mientras que los dedos sujetaban el cuello de Giselle como si fuera un ramo de rosas espinosas.
Se separó totalmente de ella, arrojando el vestido roto hasta el piso, evitando así un estorbo extra, poniéndose de pie en el suelo, acercándose al escritorio de donde tomó una jarra llena de agua fresca, no sin escrutar cada centímetro del pequeño cuerpo sobre la cama de la arcana.
―No necesitas la luz cuando vas a sumergirte en la oscuridad ―Acotó el hombre, derramando el líquido sobre la hoguera, la cual soltó un bufido antes de quedar a tan solo cenizas y humo. La habitación quedó en total oscuridad, tan solo siendo levemente iluminada por la luna y algunos quinqués que Mstislav fue apagando uno por uno, dejando el cuarto en tonos azules, morados y negros, hasta que el único brillo en la oscuridad, fue el del par de orbes azul claro que se movían por la habitación. La habitación se hizo más fría, estando a merced del único calor que el otro cuerpo podía proveerle.
―Solo tienes que seguir mi voz ―Masculló Mstislav, acercándose a la mujer de nuevo, con un objeto en las manos que no era notorio debido a la oscuridad. ―Y dejarte guiar por ella ―La potente voz del hombre se escuchó de pronto muy de cerca, haciéndose escuchar el rechinido de la cama a un cuerpo pesado. ―De rodillas ―Ordenó el hombre, observando con cuidado los movimientos de la arcana.
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Post by Giselle on Mar 31, 2018 23:20:18 GMT
Fue breve la ternura que experimentó su piel al tener el roce de los labios de Azarel sobre ella. La presión sobre su cuello fue furtiva, peligrosa, indicaba un chispazo de terror y dolor. Rodeó inútilmente la mano del hombre con las suyas, tan pequeñas e indefensas pero curiosamente no intentó por quitarla. ¿Y si moría? Tal vez era mejor; tal vez así las respuestas de sus preguntas serían resueltas y descansaría al fin. Cerró los ojos, experimentando una satisfacción que parecía ajena a la situación. El aprisionamiento de su ser bajo esa mano parecía adecuado, necesario incluso.
En la oscuridad se mantuvo esperando al regreso del hombre, guiada solamente por el sonido de sus pasos al ocupar terreno en la habitación. Sintió su peso sobre la cama, y su voz acariciando sus oídos. De pronto su comando le pareció extraño... su cuerpo se estremeció por alguna razón. En la oscuridad tembló, sin saber qué pasaría si se negaba sólo por querer saber el por qué de aquella orden. Palpó la cama con sus manos mientras movía su cuerpo de tal forma que pudiera sentarse. Había sido despojada totalmente de su ropa y con ello, el cuchillo que llevaba oculto seguramente se había ido entre las telas. Estaba ahí, donde ella estaba. El colchón se sometía al peso del otro y eso podía sentirlo. Al fin, sus rodillas se apoyaron contra las pieles debajo de ella; no podía ver bien, sólo percibía cerca esos ojos que lograban brillar en la oscuridad.
Esperó de frente a algo desconocido. Sentía frío, podía verse en los relieves de su piel la textura despertando al ambiente. Su cabello le cubría el pecho; una censura natural y caprichosa que la resguardaba. Se sabía indefensa por lo que no había caso resistirse... y en realidad no quería. Estaba asomándose a un abismo para descubrir lo que había en su interior. ¿Qué era lo que despertaba la pasión de aquél hombre? ¿Sus miedos? Era tan distinto de sus amantes previos que la buscaban por su cuerpo, por la fachada que mostraba ante ellos; hombres que desfilaron entre sus piernas, saciando la sed y la curiosidad por averiguar lo que ocultaba por debajo de la ropa. Pero Azarel parecía querer desnudar lo que habitaba debajo de la piel.
Se llevó las manos a los brazos para sentir el calor de sus palmas mientras esperaba a lo que ocurriría después. En ese momento su mente comenzó a arrojar imágenes y recuerdos involuntarios; los fantasmas y las voces golpeteaban sus memorias. Separó los labios para hablar pero no había palabra que se atreviera a pronunciarse en su boca y garganta. -¿A-así?- preguntó nerviosa, sintiendo la garganta seca por lo que pasó saliva con dificultad. No podía zafarse de la situación; no tenía la voluntad de hacerlo. Sabía que habría dolor, miedo y peligro pero era tal cual había dicho; sumergirse era necesario. Sonrió a duras penas, llevándose las manos al cabello para acomodarlo en su espalda y descubrir ante el hombre su cuerpo. Apoyó las manos a la cama nuevamente para dar unos pasos sobre sus rodillas hacia él, hacia donde podía percibir su aroma y ver a duras penas su silueta. Se colocó cerca de él, su pecho casi rozando con el de él, pero se reservó al tacto; esperaría a que él marcara el comienzo. -¿Estoy bien?- susurró entre la agitación de su respiración por la anticipación y el frío.
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Post by Azarel Mstislav on Apr 1, 2018 0:19:10 GMT
Observó el gesto obediente con una sonrisa en el rostro, notando como la mujer a pesar de los temblores de su cuerpo y las palabras tendidas, parecía buscarlo entre las sombras que a penas y se notaban con la luz de la luna. No respondió antes sus preguntas con palabras, tan solo con las acciones bastaría.
Pasó sus dedos por el largo de sus hombros, como tanteando las áreas sensibles de la vulpina, acarició con la yema de sus dedos la piel expuesta, centímetro a centímetro, observando con detenimiento los pliegues, dobleces, curvas y huesos que la adornaban, al final llegó a sus manos, y tomando ambas muñecas, las estiró un poco hacia él mientras dejaba mostrar el objeto que portaba en sus manos: Un cinturón pequeño de cuero, el cual utilizó para atar las suaves muñecas, hizo algunos amarres fuertes, haciendo cierta presión y pellizcando la piel ajena.
Se acercó a su cuello de nuevo, saboreando con su lengua el área femenina, primero ablandando la piel, besó con rudeza, succionando hasta provocar una sugilación, y cuando estuvo completamente conforme, clavó los dientes en la piel, alimentándose del dolor ajeno, de sus gritos, gemidos y suspiros. Mordió fuerte, dejando los dientes marcados alrededor del moretón color rojo intenso.
Mstislav observó como la mordida dada al principio comenzaba a desvanecerse lentamente, y tanteó los dedos sobre el área rosada. ―¿Desde cuando comenzaron estas visiones, estos fantasmas al dormir? ―Preguntó, mientras tomaba a la arcana de la cintura y la sentaba sobre sus piernas, tanteando sobre las costillas que se lograban sentir bajo el tejido.
Sus manos no se detenían en ningún momento, estas acariciaban, apretaban y rasguñaban todo lo que pudiese tocar mientras Mstislav se movía contra las caderas de la mujer, cediéndole parte de un placer que él estaba sintiendo a cambio de la información de su alma.
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Post by Giselle on Apr 1, 2018 6:06:51 GMT
Siguió con la mirada la mano que la tocó con detenimiento; aquello le erizó la piel puesto que estaba a mercer del clima y sus cálidos dedos que trazaban un camino incierto hasta que al fin culminó en sus muñecas. Hizo una mueca de molestia al momento en que sus manos fuesen atadas con aquél cordón mas no se resistió. En la base de su vientre el calor no podía ser más intenso.
Ladeó la cabeza, permitiéndole al mayor que explorara con su boca los espacios entre su cuello y hombros, dejando que su voz determinara el gusto tan extraño que sentía de tener a un extraño conociéndole la piel de esa manera. Al momento de la mordida, volvió a quejarse. Nuevamente su grito llenó los espacios de la habitación; el aire se escapó entre sus dientes y chilló pero el calor aumentaba. Apretó las manos ante el dolor, sus dedos presionándose contra su propia piel en un esfuerzo por contener el sufrimiento y el placer que se extendió hasta la punta de sus pies.
Quedó sentada sobre él, tanteando bajo de ella el tamaño del hombre quien con manos ansiosas y violentas se hacía posesión de cada parte cubierta por piel. Presionó sus manos contra su pecho, siendo sus brazos dos paredes que la separaban a ella de su interrogador. Gemía en respuesta de los rasguños y manos que apretaban pero también del roce de su parte más sensible y cálida que por encima de la ropa recibía las respuestas del cuerpo de Azarel. Le costaba responder puesto que la voz no obedecía, gemía al salir pero se esforzaba por recordar y responder a sus preguntas. -Reapergate...- susurró para después morderse los labios y controlar lo que su cuerpo demandaba por hacerle saber al otro; deseaba darle permiso a la razón de hacerse cargo por un instante. -Hace meses... Vi a alguien morir-. Entonces la imagen volvió; el alma saliéndose de aquél cuerpo, la visión de un ser oscuro y los sueños de las sombras manifestándose ante ella. Y los olores... tan específicos.
Volvió a gemir.
Inútilmente se presionó contra su pecho; su cuerpo buscando inconscientemente el abrazo ajeno por el dolor y la pasión juntas. Tenía los ojos cerrados pero los abrió para encontrarse con las orbes luminosas que parecían tener luz propia entre toda esa oscuridad. -Son fantasmas que no pertenecen a mi pasado- acotó con un poco más de compostura. Sus caderas comenzaron a responder a los movimientos de él, buscando un balance entre el placer y el dolor. -Pero quieren hablarme... usarme tal vez... como un vehículo o una voz más clara-. Comenzó a sonreír conforme sentía su cuerpo estimularse más y más. El calor de sus entrañas era cada vez más intenso, más demandante; se podía percibir en la agitación de su aliento, y en su cuerpo exaltándose en las áreas más particulares. Las cimas de sus pechos se hallaban tensas y la calidez de su entrepierna se acentuaba naturalmente pidiendo mayor cercanía aunque, comenzaba a darse cuenta de que, tal vez esa lejanía y ese trato era lo que la hacían permanecer ahí.
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Post by Azarel Mstislav on Apr 2, 2018 1:42:32 GMT
―El desprendimiento del alma del cuerpo ―Acotó Mstislav mientras escuchaba con atención el relato de la arcana. ―El sufrimiento de un alma que no pudo tomar el camino al más allá, y decidió alojar sus pensamientos y el miedo a la muerte en el cuerpo de una joven. ―Tomó su rostro entre sus manos, acariciando con los dedos las mejillas de la contraria. Era por eso que el placer resultaba ser tan delicioso, pues el dolor, el miedo y las voces que no se callaban nunca no solo le pertenecían a ella, si no, a alguien más. A un alma cobarde, o quizás varias que decidieron tomar posesión del corazón más débil y cercano que tenían: Un alma, quizás no pura, pero perdida en la ignorancia de la crueldad de la muerte.
Pasó sus dedos por sus pechos, delineándolos con sumo cuidado, como si, al sentir los latidos de su corazón debajo de la piel, pudiera también sentir todo lo que a aquella mujer la aquejaba. Una tabernera jamás tenía la vida tranquila.
―Tu alma ya estaba perturbada cuando la muerte decidió tomarte como su refugio ―Anunció el arcano mientras acariciaba con la yema de sus dedos ―Aprovecharon tu dolor, el cual ha permanecido escondido bajo la sensible pero fría mirada de una mujer sin nada que temer mas que a ella misma. ―Se irguió acercándose a la mujer mientras peinaba su cabello en una trenza de nuevo. ―Los haré callar por esta noche, con tu propio dolor, solo tuyo. ―La voz del hombre era serena, y fría, como una ventisca helada de las montañas nevadas, calaba hasta los huesos, pero al mismo tiempo te invitaba a saborear sus palabras.
La empujó hacia atrás, mientras volvía a acomodarse sobre ella mientras que al mismo tiempo se despojaba de sus prendas inferiores, mostrando cicatrices, piel y músculo. Pateó los pantalones lejos de él, dejando solamente el cinturón que sostenía anteriormente la prenda en su lugar.
―Serás libre mientras estés bajo mis manos ―Mstislav la tomó de los hombros, dándole la vuelta, tomando un extremo que había quedado suelto de sus muñecas, atándolo a la cabecera de la cama, manteniendo a la mujer boca-abajo. ―Y mañana, encontraremos a aquella sacerdotisa, como pago por el sufrimiento que me has ofrecido… y haga lo que tenga que hacer, no pido nada a cambio mas que aquello que te he pedido.
Se puso encima de ella, pasando sus manos por sus pechos hasta deslizarlas por sus caderas, notando las curvas de la mujer, se atrevió a acariciar ese punto tan sensible justo entre sus muslos con un solo dedo mientras replegaba besos por su espalda lisa y suave. Tomó el cinturón de cuero, preparándolo en su mano mientras pasaba el material por su piel apenas tocándola, pero dejándole el escalofrío necesario. Acarició un rato más entre sus piernas, dejándole sumergirse primero en el placer, y cuando escuchó los gemidos necesarios, apretó el cuero entre sus dedos. El primer golpe fue directo en medio de la espalda, dejando una línea gruesa de color rojizo, esperó a que el cuerpo dejara de temblar para acariciar de nuevo con rudeza y luego asestó el segundo golpe, en la espalda baja.
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Post by Giselle on Apr 2, 2018 4:37:29 GMT
Las caricias le llegaban sin la posibilidad de rechazarlas; no es que quisiera hacerlo pero ese sometimiento de una forma curiosa lograba que ansiera por más. Siguió el trazo de sus manos sobre su cuerpo mientras con la boca entreabierta se mantenía como a la espera de decir cualquier cosa que le viniera en mente. Sabía que habría algo más que sólo el tacto suave sobre su pecho, no era tonta ni mucho menos inexperta, pero se daba el tiempo de disfrutar el marcado contraste entre la ternura y la violencia.
-Espero no sea mucho pedir... no quiero endeudarme más con usted- respondía a sus palabras mientras el hombre cuidadosamente trenzaba su cabello. Dejó asomar una coqueta sonrisa permitiéndose saborear cada palabra por parte del mayor. Su cuerpo se vio forzado de nueva cuenta hacia la cama; desde su lugar pudo apreciar el descubrimiento del cuerpo del otro en todo su esplendor. Cada cicatriz y músculo que se exponía ante ella entre las sombras. Tembló puesto que anticipaba lo inesperado; fue así como su rostro se vio girado al lado opuesto, dándole solamente la espalda a un hombre que movía su cuerpo a su antojo sometida aún más al movimiento al ser atada a la cama.
Suspiró profundamente, no pudiendo contener la curiosidad y el ardor entre sus piernas que fue consentido en pocos instantes. La línea entre sentirse deseada era fina; no estaba segura si era su cuerpo lo que deseaba o su sufrimiento, y ella no sabía cuál opción exaltaba sus sentidos. Sintió el tacto de un objeto extraño el cual no pudo confirmar hasta no sentir el golpe de éste sobre su espalda. Un grito... llanto. Podía sentir el ardor en su espalda pero también el calor aumentando entre sus muslos, demandando por más. Un segundo golpe; aquél la hizo chillar más fuerte. La razón deseaba pedirle que se detuviera, el dolor era inmenso. No podía saber qué tan cerca estaba de sangrar pero podía sentir su piel palpitar por encima, tan necesitada de una caricia. Sin embargo, se vio impulsada a pedir por más, a gritos, casi tan fuerte como los chillidos a consecuencia de los golpes. -Creo que extrañaré de esta libertad- dijo suavemente con la cabeza agachada mientras buscaba balance entre sus rodillas. No daba espacio para si quiera recordar ni sentirse atormentada por voces espectrales o sombras al acecho, sólo podía pensar cuánto más tardaría en sentir dolor y placer, cuánto podría darle aquél hombre y cuánto estaba dispuesta a recibir. -Sumergirme a esta oscuridad... no tiene idea cuánto lo necesitaba y ni siquiera lo sabía- aquello lo dijo temblando, dejando que las lágrimas brotaran de sus ojos y cayeran sobre las sábanas, mojando con pequeñas gotas su superficie.
-Tengo miedo... pero no voy a vencerme ante él; sólo ante usted- murmuró. Las palabras se le salían de la boca, expresando lo que su cuerpo ansiaba con una pureza carente de filtro. No había necesidad de ocultar nada, de fingir, de pretender que no estaba disfrutando el sufrimiento voluntario; no iba a mentirse a si misma.
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Post by Azarel Mstislav on Apr 2, 2018 7:04:06 GMT
Los golpes continuaron conforme los gritos de la arcana se hicieron cada vez más fuertes, pudo sentir los sollozos, el temblor de su cuerpo al ser lacerado por el cuero, las palabras que solamente le invitaban a hacer el golpe siguiente más fuerte que el anterior.
Más…
Solo un poco más…
Los gritos que la mujer le ofrecían llenaban su cuerpo de estremecedoras sensaciones, aquellas que lograban perforar su propia piel.
Jadeó como una bestia a punto de abalanzarse ante su presa, y solo cuando algunas gotas de sangre resbalaron por su espalda fue cuando se detuvo. Su respiración se entrecortó, mientras arrojaba el cinturón lejos de él para no continuar hiriendo la piel femenina, sabía que aún tenían cosas que hacer, por lo que detuvo todos sus instintos carnales que el dolor ajeno le proveían y se acercó a la dama, lamiendo el líquido carmesí como pequeñas gotas de agua fresca. Sus ojos se parecieron volver más salvajes, y a pesar de haberse detenido en los golpes, no dejó descansar a la mujer. Tomó sus caderas con ambas manos, apretando con los dedos en los lugares delicados de las heridas recién impuestas. Se acercó a la oreja de Giselle, saboreando el salado olor de las lágrimas. ―Una buena acción siempre merece una recompensa ―Gruñó en un tono casi derretido, mientras acomodaba ambas rodillas sobre la cama y acercaba su virilidad completamente dispuesta ante sus deseos. Desató el cinturón de la cabecera, y tomando a la mujer de sus caderas, la volteó por completo hasta que pudo observar el rostro de la arcana; Sus ojos hinchados, la boca temblorosa y los párpados caídos debido al ardor de las heridas, era sumamente hermosa.
Clavó los dedos sus muslos con fuerza, y en un solo movimiento brusco se adentró en ella, sintiendo esa extraña calidez que el cuerpo ajeno le ofrecía, gruñó mientras se acercaba a ella, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, alcanzando a escuchar a hasta el más mínimo suspiro, comenzó a moverse, a embestirla mientras sus manos se movían alrededor de su cuello herido. Mientras sus caderas chocaban entre sí, Mstislav se atrevió a bajar la cabeza para mordisquear los aros rosados entre la piel pálida, besó, lamió, mordió y estiró, repitiendo el proceso mientras su cuerpo no dejaba de adentrarse y salir de ella, una y otra vez. Movimientos duros, salvajes, y violentos, buscando lastimar, gozar y espantar aquellos fantasmas que le robaban por completo la oscuridad que le pertenecía por esa sola noche.
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Post by Giselle on Apr 2, 2018 8:13:07 GMT
A cada golpe, la mujer dejaba escapar un grito, cada vez más desgarrador y cada vez más necesitado de una razón para continuar. A gemidos y forcejeos, que comenzó a hacer involuntariamente, sus muñecas comenzaban a lastimarse también, llevando el placer de dolor a lugares que no habría imaginado al inicio de aquella noche. Finalmente los azotes terminaron, dejándola con una sensación de alivio pero también de sufrimiento; las heridas se hallaban expuestas al aire, podía sentir delgados caminos cálidos caer por su espalda que en poco tiempo fueron detenidos por la lengua del mayor. Aquello le causo dolor; se estremeció sin quererlo, respondiendo a ese tacto inesperado.
Lo escuchaba jadeando, gruñendo, desesperado sin saber realmente hasta qué punto se detendría. Lo tuvo nuevamente de frente; lo miró acercarse a ella y entre sollozos esperó a la entrada de lo que tanto su cuerpo estaba pidiéndole. La humedad entre sus piernas era claro mensaje de lo que tanto necesitaba. Deseaba poder tener tener las manos desatadas, libres para fijarse en la espalda fornida del hombre, para poder clavar sus garras en él, rasguñar y lastimar igualmente pero se conformó con su propio sufrimiento y la sensación del miembro de Azarel tomando cada espacio de su intimidad como suyo.
Jadeaba entre cadencias, mordidas, besos y estirones que en conjunto con los movimientos de la cadera del hombre disparaban una ola de sensaciones que la llevaron a corresponder con un movimiento agresivo de su propio cuerpo, como si no fuera suficiente con las firmes embestidas del licántropo. -Más- lloriqueó mientras estiraba el cuello hacia atrás, tensándolo de tal forma que los bordes de sus venas se hacían más notorios; lo que era posible teniendo las manos de Azarel al rededor de él. Su cabello ya revuelto sobre el colchón, tendido en partes desiguales quebrándose de la perfección de aquella trenza y el sudor corriendo desde su frente hasta los huecos de sus clavículas, todo en conjunto un acto de sumisión, de completo desenfreno y entrega un placer distinto. -Si mi sufrimiento le complace y esto es lo que recibo a cambio, tome más- murmuró entre dientes.
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Post by Azarel Mstislav on Apr 3, 2018 22:12:35 GMT
Deseaba desgarrarla, estirar la piel hasta que ésta llegara a sangrar, escucharla gritar hasta que aquella mujer le pidiera entre gemidos que se detuviera, y luego que volviera a empezar, ahogándose en el dolor y la excitación. Sus movimientos de cadera se hicieron mucho más fuertes, llegando a hacer crujir la cama que se movía bajo sus cuerpos, se alimentó de las lágrimas y el eco de la voz de Giselle, la cual le pedía más y más cada vez, Mstislav no soltaba sonido alguno más que el susurro de gruñidos y jadeos toscos, su cuerpo se estremeció cuando la oleada de placer pareció golpear con fiereza su carne, provocando que sus movimientos fueran más rápidos y duros. De pronto se detuvo, sintiendo aquella ceguera por escasos segundos de la cumbre del placer; La petite mort.
Un escalofrío serpenteó por toda su columna vertebral, haciendo que el hombre tuviera que entreabrir los labios para respirar. Sus ojos aún salvajes, querían seguir satisfaciendo sus propios deseos y los de ella, pero se contuvo. Se separó de ella, aún mirándola desde arriba mientras desataba el cinturón de cuero fuera de sus muñecas, acercando la mano de la contraria a su nariz para disfrutar de la pequeña quemadura que los movimientos y el objeto le habían ocasionado.
Sabía él mismo que no se detendría hasta dejar el cuerpo adolorido, tembloroso y completamente débil hasta que no pudiera siquiera moverse. Una tentación demasiado grande que se le venía a la cabeza cada vez que observaba el cuerpo desnudo de la dama.
―Pequeña alma perdida ―Susurró Mstislav mientras pasaba los dedos por las mordidas, apretando el área sensible para provocarle ardor. ―Aún hay un camino por recorrer.
Aquello lo decía de forma sincera a pesar de que su mente en realidad tan solo buscaba hacer que la dama quedara a la mitad de un camino de las delicias que solo él podía ofrecerle, una puerta a abrir tan cerca, que, al alejarse, la impotencia, la desesperación y la inconformidad le acompañaran de regreso a casa.
―Duerme ―Ordenó mientras se acomodaba los pantalones para evitar cualquier arrebato carnal que el dulce cuerpo expuesto y magullado pudieran atraerle. ―Dentro de unas horas partiremos a la montaña. ―Mstislav caminó por la habitación, posándose frente a la hoguera apagada. Pasó sus dedos por la madera fría y húmeda, y como si en su piel se encontraran las fuertes chispas de un dragón, aquellos troncos se encendieron de un color negro casi morado, para luego esconderse tras el manto del rojo y el amarillo, como un fuego común y corriente. El cuerpo de Mstislav se hizo muy frío por escasos segundos, cerrando los ojos por un momento para retomar la compostura de la magia oscura. Las llamas dieron iluminación al lugar, en conjunto con la tibiedad que poco a poco el fuego llegaba a ofrecerles.
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Post by Giselle on Apr 4, 2018 2:57:13 GMT
A diferencia de lo que había hecho durante todo el acto, al momento en llegar a la cúspide del placer, Giselle solamente suspiró profundamente. Arqueó la espalda mientras sus labios se separaban para tomar aire y fue así, como al fin, sus manos fueron liberadas del encierro de aquél cuero. Se hallaba débil y suave pero aún así le permitió darse un último gusto con el aroma de su cuerpo después de haber sido tomado de aquella forma. Lo veía encima de ella, observándola, acariciando lo que sus manos habían magullado por horas. Apenas pudo quejarse; su cuerpo estaba en un extraño estado de éxtasis y dolor que no había experimentado jamás.
Al separarse de la cama, tomó las pieles que estaban tendidas sobre la cama para cubrirse el cuerpo que de pronto volvió a sentirse frío. Le ardía, le dolía, pero sentía una satisfacción inmensa que en sus labios se dibujo una frágil sonrisa. Como si fuera un comando sus ojos comenzaron a cerrarse, logrando capturar entre sus párpados entrecerrados la luz de la fogata que nuevamente volvía a pintar el espacio de tonos cálidos, como si nada de lo que sucedió en aquella habitación hubiera sido real.
No pudo decir más; esa noche, Giselle descansó como no lo había hecho en meses. Podría ser tal vez por el cansancio de su cuerpo que era tanto que no había energías ni siquiera para recibir las visitas forzadas de los fantasmas al dormir. Quedó rendida, sin la voluntad ni firmeza para quedarse con los ojos abiertos. No soñó absolutamente nada; su mente en completa oscuridad, una sombra perpetua que no expresaba ni maldad ni bondad: nada.
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Post by Azarel Mstislav on Apr 18, 2018 0:10:12 GMT
Mstislav solo la observó hasta que las pieles de animal cubrieron la piel enrojecida y pálida, mientras el fuego danzaba sobre la madera, carcomiéndola al mismo tiempo que daba calor a la habitación. Tardó un momento en dormitar, atento a los sonidos y olores de aquel hospedaje, con el cuerpo preparado ante cualquier situación que pudiera evitar sorprenderlo, pero cuando la noche le susurró al oído que sería una tranquila, se atrevió a cerrar los ojos por un momento, otorgándole al cuerpo el premio del descanso.
Cuando a penas el sol se asomaba por el horizonte, la tenue luz de la nieve en conjunto con los rayos blancos entró por la ventana de la habitación. La fogata ya estaba consumida, haciendo que de ella tan solo saliera una estela de humo casi imperceptible, y detrás de la puerta, el barullo de la mañana alcanzó a atravesar las paredes, entre pláticas lejanas y sonidos de muebles o utilería para preparar un nuevo día. Mstislav ya no se encontraba allí, al igual que las cosas que había acomodado en el suelo y en el escritorio, dejando la habitación extrañamente vacía y silenciosa. Inclusive, el vestido roto había desaparecido.
Lo único nuevo que podía percibirse era el conjunto de ropa que se hallaba acomodado sobre la cama de Giselle. Un Deel de color grisáceo casi azulado acompañado por un lazo que se amarraba en la cintura de color carmín caminando hacia el marrón, unos pantalones de lana, y unas Gutals de color negro con acabados aguamarina en las puntas entre otros preciosos grabados alrededor de la piel. Al lado, una capa gris oscuro colgaba de la cama, compuesta por un gorro. Sobre toda la ropa, la daga de Giselle estaba acomodada con cuidado, y en la mesa de noche, un tazón de madera, una jarra llena de agua fresca, toallas limpias, algunas hierbas masticables para el dolor y un par de vendas se acomodaban sobre ésta, esperando a que fueran utilizadas por la arcana.
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Post by Giselle on May 1, 2018 18:06:00 GMT
Despertó sin perturbaciones, tranquila, como si el sueño aún deseara aferrarse a su cuerpo. Se enderezó lentamente sintiendo los golpes y rasguños de la noche anterior hacer acto de presencia. Se quejó en voz baja, tocando sus muñecas que estaban marcadas por la presión y los tirones de la correa que la había sometido. De su boca se escapó un profundo suspiro mientras asimilaba lo ocurrido. Había estado en total control, lo ocurrido había sido porque quería, sin embargo, de recordar las escenas que se hallaban tan frescas en su memoria, se desconocía a ratos.
Sus ojos no tardaron en encontrar las ropas que habían sido dejadas al pie de su cama, así como todo lo que se hallaba dispuesto en la mesa para su uso. Cierto… su vestido había sido desgarrado por completo… Se puso de pie antes de echarse las prendas al cuerpo para tomar un poco de agua y masticar las hierbas que estaban ahí para mejorar su estado. La luz le acariciaba la piel y se hundía entre sus cabellos; sentía la calidez del sol apenas lo suficientemente suave como para hacerla sentir viva. Las hierbas le proporcionaron alivio casi inmediato por lo que su cuerpo ya no se entorpecía al dolor.
Estuvo vestida pronto, sin embargo, no había señal de Azarel por ningún lado; ¿se habría marchado ya? Tomó el puñal que durante en la noche no fue más que un accesorio y lo colocó en la seguridad de sus caderas, ajustándolo a la correa que atravesaba por su cintura. Salió de la habitación, caminando entre los demás inquilinos sin siquiera detenerse a pensar si estaban viéndola extraño por haber perturbado los sueños de los cercanos con sus gritos. Se dirigiría a la sala principal, donde habían estado aquella noche; miraría por la ventana en dirección a los establos donde buscaría a Nergüi para saber si el hombre la había abandonado en aquél sitio o no.
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Post by Azarel Mstislav on May 15, 2018 16:16:18 GMT
La cabaña estaba rebosante de sonidos tranquilizantes como lo era las pláticas matutinas, los platos siendo acomodados en el mostrador y el olor del estofado sobre el fuego, a esa hora de la mañana no había demasiada gente, tan solo viajeros preparando sus cosas para volver a su camino, trabajadores tomando la primer comida del día, y los mismos dueños de la posada hablando entre sí, las puertas estaban abiertas, haciendo que la brisa helada en conjunto con la luz del sol de la mañana inundaran el lugar, acompañados de largas mesas de hierro y madera prendidas para que el calor no llegara a escaparse por completo. ―Espero que haya tenido una buena noche de sueño, señorita Giselle ―Una voz resonó tras la mujer mientras esta aún miraba por la ventana, dejando entrever el reflejo de Mstislav en el vidrio. El arcano cargaba consigo sus pertenencias.
―Me he visto con la necesidad de entregarle ropas nuevas, a donde nos dirigimos el clima será más amenazante, ya que no cuenta con la humedad del fiordo. La protegerán del frío. ―Mstislav le entregó un cuenco lleno de estofado y un vaso de hidromiel. ―Cuando termine de desayunar búsqueme en las caballerizas. ―Comentó en el tono tranquilo de siempre, sin comentar absolutamente nada sobre lo que había pasado anoche, como si hubiese sido un sueño y una noche tranquila después del dolor, por lo que tampoco preguntó acerca de sus heridas o si había comido de las hierbas que le había dejado en la mesa, a pesar de que hubiese preferido verla con el placentero pesar de una noche como aquella, sabía que la necesitaba más despierta y sana que adolorida.
Al darle el mensaje y hacer acto de presencia, tan solo tomó sus pertenencias y la silla de montar de Nergüi, y se retiró.
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Post by Giselle on May 16, 2018 5:55:05 GMT
Se encontró con el reflejo de Azarel en la ventana antes de darse la vuelta para encararlo. -La mejor en mucho tiempo – respondió con una sonrisa casual. Tomó el cuenco en sus manos para beber de él y así verlo marcharse a las afueras del lugar. Tomó asiento cerca de la chimenea, no por nada en particular sino porque así estaría más alejada de la gente. Se dejó estar en paz en su soledad por un instante, sin cuestionarse absolutamente nada. La noche anterior había sido una oportunidad para desahogarse y atender necesidades que el cuerpo ya estaba pidiéndole. No había sido más que eso, una noche desenfrene en donde ambos tomaron algo que desearon y nada más.
No tardó mucho en comer, por lo que obedeció y fue a buscarlo en el lugar que se le había indicado. Lo vio ajustando lo necesario para tomar camino; parecía bastante dispuesto a marcharse cuanto antes. Se acercó a Nergüi para acariciar su lomo como un saludo. Gustaba de los animales los creía más confiables que los arcanos. -Estoy lista -.
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Post by Azarel Mstislav on May 28, 2018 5:22:34 GMT
Cuando dejó sola a la mujer de cabellos pálidos, Mstislav se destinó a entablar una conversación con sus propios pensamientos mientras arreglaba las cosas. Los demonios internos, la oscuridad, y la falta de sueño, culpa del remordimiento y la desesperación de la mujer fueron como alimento para su alma sumida en la penumbra. Por un momento pudo sentir sobre sus manos el ardor de su mano contra la piel ajena, hiriéndola, sacando de sus labios todo el dolor que ella tenía para darle. Respiró profundo, saciando sus pulmones del ambiente gélido, terminando de amarrar las correas de Nergüi. Una noche había sido suficiente. Y la mujer, para su sorpresa, lo había tomado demasiado bien, incluso para seguir el viaje con él, aquello le causó cierta curiosidad y admiración de su parte, pero no dijo nada, tan solo la esperó con suma paciencia, hasta que la mujer apareció en las caballerizas.
Y él estaba listo también.
No tardaron demasiado en salir, pues el pueblo era tranquilo a esa hora de la mañana, eso y el hecho de estar sobre el animal facilitaba las cosas, pero el hombre no se arriesgaría a cansarla demasiado, así que, cuando subió a Giselle a Nergüi, el hombre decidió andar a pie, a menos hasta que fuera necesario. Mstislav revisó el mapa por última vez, doblándolo hasta que quedó en un cuadro pequeño, guardándolo así dentro de sus pieles.
Cuando el bosque se cernió sobre ellos, fue cuando el frío se notó un poco más gélido, Mstislav tomó las riendas del animal, caminando como si sus pies conocieran a la perfección la nieve, pareciendo que aquel arcano flotaba en el frío.
―Las montañas no están demasiado lejos, llegaremos antes del anochecer ―Habló mientras no le quitaba la vista al camino, atento a cualquier sonido, olor y movimiento del bosque. ―Tendremos que buscar refugio cuando lleguemos ahí.
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