Ephemeral Zehek
Los Invictos
Los sentimientos sólo son un obstáculo.
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Post by Ephemeral Zehek on Feb 26, 2018 13:17:11 GMT
El olor a sangre era inconfundible, la sobre-excitación que ello le provocaba era problemático por su naturaleza predadora; ansiaba probar siquiera un poco, pero sabía cuál peligroso podría resultar aquello. Abandonar lo que conocia era tentador, pero no ansiaba volver a revivir aquellos problemas que le aquejaban, aún sabiendo que las probabilidades de que volviese a ocurrir algo como ello eran nulas.
Se contradecia, ansiaba el cambio y la evolución misma, pero era preso del pasado. Era ilógico, un sentimiento estorboso que simplemente debía depurar ya que no tenía utilidad para él. Debía salir pero era el peor momento, y aunque era consciente de ello, lo tomaría como una prueba; si lograba sobrellevarlo lo afrontaria, si no, regresaría.
Asomó parte de su rostro por encima del agua, fijandose en la solitaria playa y unos cuantos animales heridos que yacían en la orilla. No había arcanos por ahí, pero el olor le atraía con suma facilidad a probar suerte. Sin dudar demás nadó, nadó a la orilla con un semblante tranquilo, enfocado en devorar aquel animal que sufría silenciosamente y desprendía un aroma apetecible para el tritón mitad tiburón. Enfocó su vista y sus pupilas se contrajeron, guardó la calma y, en un movimiento veloz, se abalanzó con fuerza y rudeza sobre dicho animal, clavando sus uñas en la piel del mismo, desgarrando con facilidad el cuello del pobre ser con sus colmillos sumamente afilados. Parte de su cuerpo seguía en el agua, instintivamente se adentró nuevamente al mar con aquel bocadillo, siendo seducido por el exquisito sabor de la sangre misma sobre sus fauces. Sus pupilas se contrajeron en un abrir y cerrar de ojos nuevamente, un ruido perturbó su calma; alguien lo estaba viendo devorar aquel pobre animal herido. Detuvo en seco sus mordidas, dejando correr la sangre por entre sus manos y la comisura de sus labios. Elevó el rostro y rebuscó entre la fauna que acompañaba la solitaria playa, relamiendo sus colmillos en busca de saciar aún más su hambre esperó silencioso. Quería más.
No había nadie, al parecer. Receloso regresó a lo que le acontecia; mordió con violencia aquella carne, desgarrandola fácilmente, triturando con sencillez unos cuantos pequeños huesos. Así duró unos minutos, hasta que por fin terminó. Arrojó por un lado los huesos que no podía comer y con lentitud sacó su enorme cuerpo del mar, arrastrándose con dificultad por la orilla. El tritón aferró sus manos a la arena, elevando parte de su cuerpo con cierta pesadez; el agua escurria de su cuerpo en basta cantidad, pero poco le importaba.
Giró su cuerpo y se dejó caer suavemente, sentándose con lentitud. Llevó sus manos a su prótesis y sin esperar demás la desabrochó con sumo cuidado. No fue capaz de hablar o pensar en ese instante, ver lo que había perdido le molestaba. Un suspiro lleno de pesadez escapó de sus labios, y en brevedad tomó su forma sellada. O al menos eso intentó.
Toda su parte baja apareció nuevamente, después de muchos años volvía a ver aquello que ofiaba más; su propia falla e impotencia en un sólo corte. Se reacomodó sobre la arena y se recostó lentamente, llevando sus manos a su rostro totalmente abatido; no podía mover correctamente sus piernas, o mejor dicho, su "pierna y lo que quedaba de una de ellas". Y de un momento a otro, respiró con nervios y sorpresa. Volvía a experimentar lo que era respirar el aire del ambiente; cosa que le resultaba "nuevo" por no estar acostumbrado. Palpó con cierto desespero su cuello y su pecho, intentando calmar dichosa respiración acelerada. No le gustaba, prefería mil veces el estar bajo el agua que ello.
Una vez que calmó su respiración y se acostumbró a tener aire dentro de su sistema se reacomodó; sentándose sobre la arena con cuidado. Se apoyaba en sus manos para mantenerse, y sus extremidades inferiores permanecían quietas. Agachó el rostro y miró con nostalgia la prótesis que reposaba por un lado... ¿Realmente necesitaba salir? ¿Qué haría? Preguntas llegaron a su cabeza, torturando su propia verdad; no tenía respuestas claras y eso le acomplejaba.
Guardó silencio, y únicamente se quedó mirando el mar que tenía justo al frente, escuchando gustoso aquel sonido tan maravilloso. El ruido de momentos atrás se le olvidó por completo y solamente se mantuvo quieto, palpando con la yema de sus dedos los finos granos de arena. ¿Qué estaba buscando exactamente?
Poco a poco sus ojos se fueron cerrando y sus labios se abrieron lentamente; de entre esto s surgió su voz, misma que él desconocía. Cantó, cantó después de muchísimos años, suave y en voz baja se mantuvo sereno. Buscando respuestas de quienes ya habían muerto, esperanzado de que recibirían su melodía. Daba una vista peculiar; aquella piel pálida con pigmentaciones negras, manos manchadas de sangre y parte de su rostro con un color rojizo.
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Azure
Los Invictos
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Post by Azure on Feb 26, 2018 14:53:05 GMT
Aquella playa cuyas corrientes y olas la abrazaron y la trajeron a la fina arena, cuyo cielo briló en un suave plata de luna llena, mostrando la tragica desesperanza en tonos de belleza absoluta, ahora era un escenario que generaba nostalgia dentro de su ser. En cualquier otra instancia, a raíz de tan terrible infortunio que precedió su llegada a la isla, una criatura estaría perturbada, si no hasta traumada. Bastaba con llevar una mano a su rostro, o el otro brazo, para sellar el razonamiento de temor infundado por dicha experiencia.
Pero no para Azure. Quizás era una bendición, o una terrible maldición, el ser incapaz de percibir el mundo de una manera realista y normalizada. En su mente nacían los hermosos momentos que alguna vez vivió en el viejo continente, y en su corazón se intensificaba el impulso de volver allá, explicarse, y nuevamente obtener el pequeño paraíso que apagaba el desasosiego en su alma. A pesar de que había pasado algún tiempo desde su arribo, y que sus heridas estaban en una condición favorable, no habían sanado por completo, por lo que no podía nadar de regreso a su antiguo hogar. Debía esperar el momento justo.
Su timidez aún permanecía ahí, por lo que se mantenía escondida de miradas ajenas, placidamente entre arbustos y palmeras, retratando paisajes en una pequeña libretilla de algas con el uso de una piedra especial para marcar las hojas. Era muy conveniente ya que podía llevarla tanto al agua como el aire fresco sin que sufriera ningún problema. La sirena por su parte, vestía si apenas unas telas rasgadas y en pobre condición amarradas a su figura que bien podrían denotar pobreza, mas simplemente radicaban en un desinterés absoluto en lucir adecuada.
Paciente, observante, clavó su mirada en la orilla, notando un espectáculo sanguinario aunque fascinante. Podría resonar fácilmente con sus fatídicas memorias recientes, pero el interés de la mantarraya viajó a un punto más técnico, conllevandola a voltear la hoja y dibujar aquella escena conforme se desarrollaba. Un tritón alimentándose de una forma un tanto feral, deshinibido, cauteloso. Hacían por un espécimen de estudio único ante los ojos de Azure. Lo que captó su atención, no obstante, fue ver la falta de una extremidad. Los ojos de la pálida raya en forma fated se abrieron como platos, dislumbrando una inocencia que latía al son de una coincidencia.
Su instinto la llevó a querer acercarse más, para tener un mejor vistazo de aquel extraño. Contaba con una agilidad favorable para moverse entre arbustos, mas fue inevitable que se cayera en algún punto al olvidar que no contaba con uno de sus brazos, torpemente apoyándose con su extremidad fantasma contra un tronco y cayendo de bruces en la arena. Su libreta rodó, cayendo a unos cuantos metros del tritón que ululaba traquilamente hacía el mar.
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Ephemeral Zehek
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Post by Ephemeral Zehek on Feb 26, 2018 18:01:26 GMT
El resonar de su voz se vio acallado en seco en cuestión de segundos, un ruido perturbó su calma y sus pensamientos. Giró su rostro en dirección opuesta, buscando que había provocado el ruido; rememorando que antes había escuchado algo semejante. Para su sorpresa vio una libreta cerca suyo y, un poco más lejos de esta, a una mujer sobre la arena después de una caída accidental.
Gracias a su desarrollada visión era capaz de percibir claramente, pero no pudo evitar llevarse una ligera impresión al ver a la ajena en una situación "similar" a la suya. No le sentó bien ello, un gesto de desagrado se dibujó en su rostro por un momento al ver que había más arcanos con una suerte semejante; no toleraba ver algo así de desafortunado, sentía ese complejo de buscar ayudar, aún cuando ni el mismo podía ponerse de pie. Sentía impotencia por otros que podían tener la misma situación. Era molesto y confuso.
Por un momento dudó, pues pensaba que ella podria acercarse fácilmente para recuperar lo que había soltado... quiá, pero de cualquier modo, el tritón hizo un esfuerzo; aferró fuertemente sus manos a la arena e impulsó su cuerpo hacia atrás, dejando caer su cuerpo con cuidado cada poco que se acercaba a la pertenencia de la extraña. Una vez estuvo cerca, estiró su mano y tomó aquel pequeño artilugio entre dedos, cuidando de no mancharlo demasiado de sangre. Dirigió su vista al frente, reacomodandose mejor sobre la arena, ya un poco más lejos del agua pudo analizar mejor lo que tenía ahora en posesión; un trazo captó su atención, parecía ser él.
Miró de reojo a la fémina, tentado de romper aquella página de alga; no era de su agrado ser ejemplo de estudio... Más no lo hizo, sabía que el interés por algo o la misma curiosidad eran aún más grande que la prudencia. Quería imaginar que se trataba de algo tan simple como ello. Soltó un suspiro y dejó caer ligeramente su cabeza por un lado, manteniendo aquella bitácora en sus manos.
- Tenga. - Murmuró con tranquilidad, colocando aquel objeto sobre la arena, justo por un lado de la extremidad herida. Luego de ello, giró su rostro y buscó con la mirada algún objeto que pudiese ayudarle, tenía que solucionar ese problema antes de hacerse ideas. Estaba más concentrado en lo que haría en dicho momento que en prestarle demasiada atención a la arcana, no fue hasta que se percató de como la marea arrastraba a la orilla su estuche, dejando que el mismo se quedara atorado entre un montículo de arena y unos cuantos crustáceos.
Chasqueó su lengua por ello, era demasiado lejos como para alcanzarlo en esa forma tan poco útil que utilizaba. En brevedad estiró como pudo su pie y jaló hacia él su prótesis. Una vez la tuvo en manos la colocó sobre su cuerpo y rebuscó su tableta arcana, sacándola así para buscar a prisa el mapa de Mirovia. Tenía que ver cuanto recorreria exactamente y cuanto le tomaría; fue un punto negativo en contra, se había dejado llevar por sus impulsos ferales antes que planear correctamente.
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Azure
Los Invictos
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Post by Azure on Feb 26, 2018 19:24:38 GMT
Como acto reflejo tras su caída, intentó escudarse en el arbusto más cercano. No obstante, aquello había sido futil tras que su mirada y la del tritón cruzaran, inevitablmente revelando su posición. Se mantuvo congelada, muy lentamente llevando su única mano a donde terminaba su extremidad contraria y apretando debilmente los vendajes que escondían la terrible sutura del miembro. Ardía un poco, mas no representaba mayor queja. Consciente de su propia respiración y los ojos ajenos, le observó, tal cual como un cervatillo sorprendido por las luces de un faro. No había señas de temor en su rostro, si no de completa neutralidad.
Parecía que su impertinencia no fue castigada, siendo la voz del contrario esa de ofrecerle su libreta de vuelta al colocarla de nuevo en la arena. Los ojos de Azure bailaban sin cesar, inspeccionando al contrario de arriba a bajo, esperando que el mismo se ocupara en alguna otra faena antes de intentar acercarse. Era parte de su naturaleza introvertida el mantenerse a raya de otros al menos iniciando, antes de deshinibirse por completo, por lo que aquella situación no era la excepción. Al momento en que el arcano hubo regresado a sus asuntos y ocupado con su Tableta Arcana, la mantarraya tomó la oportunidad para acercarse de manera lenta, casi cómica, hasta el sitio donde reposaba su libreta de apuntes.
Cada paso era extremadamente pensado y cuestionado antes de colocarse sobre la arena, por lo que la arena llegaba a marcar solo puntillas en las pisadas que daba la sirena.
Finalmente, llegando a donde se encontraba el contrario, no despegó la vista del mismo. Le miró directo a los ojos a pesar del que contrario no hiciera lo mismo y se agachó lentamente, muy lentamente, hasta tomar su libreta. Hubo unos segundos en que pareció quedarse congelada en aquella posición, simplemente observando, que fueron abruptamente interrumpidos a la hora en que Azure se dejó caer pesada sobre la arena, sentandose de golpe sobre la misma. Con la piedrecilla aún entre sus dedos y el cuadernillo colocado sobre la arena, continuó el dibujo de cuerpo completo casi finalizado. Agregó unos detalles al rostro, marcando la profundidad de la mirada ajena y una muy tenué y cálida sonrisa.
De un momento a otro la mujer pareció fruncir el ceño, por lo que levantó nuevamente la vista hacia el tiburón. Se acercó de forma invasiva en el espacio personal del otro, mas sin tocarlo, como si tratara de atrapar algún pequeño detalle. Sin permiso o noción de que aquello fuese incorrecto, estiró su mano y con el índice robó un poco de aquel rojo que adornaba el rostro del tritón, para prontamente regresar a su lugar y usar aquella sangre para pintar su ilustración. Más pronto que tarde, la sirena arrancó aquella hoja y se la ofreció al hombre, ahora vislumbrando una sonrisa enorgullecida.
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Ephemeral Zehek
Los Invictos
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Post by Ephemeral Zehek on Mar 3, 2018 17:26:07 GMT
Se encontraba tan sumido en lo que hacía en dicho instante que las acciones por parte de la sirena le tenían sin cuidado. Sus ojos denotaban cierto cansancio y fatiga, ver lo que tendría que recorrer con sólo una pierna le resultaba problemático y demasiado arriesgado, más aún considerando que había elegido un pésimo momento para aventurarse a ello. El escuchar el pequeño ruido que provocó la fémina al sentarse hizo que reaccionase brevemente, desviando su mirada sólo unos segundos para verla algo curioso; parecía continuar con aquel trazo. Le restó importancia y le permitió seguir en ello, regresando su vista a la tableta para ver si podía contactar a alguien que le brindará algún conocimiento sobre algún buen herrero. No fue hasta que la fémina invadió su espacio para que el tritón apartase un poco el artefacto, mirándola con cierta sorpresa mientras echaba para atrás parte de su cuerpo por inercia dado el imprevisto. En cuestión de segundos la mujer actuó, tomando con su dedo un poco de la sangre que tenía en el rostro para utilizarlo en su cuadernillo. A Zehek le pareció curioso y extraño, el que ella utilizase de esa forma un fluido; sin dejar de mirarla limpió con su brazo los restos de sangre de su mentón, relamiendo sus labios sólo un poco más para degustar de nueva cuenta aquel deleitable sabor. Una vez que limpió su rostro, notó como la extraña arrancaba la hoja y le ofrecía el trabajo que realizó con tanto esmero. Por su parte, el tritón no llegó a comprender demasiado esa actitud, la miró extrañado, redirigiendo su vista al alga que le ofrecían. - ¿Es para mi? - Cuestionó dudoso pero con el semblante serio, señalando con su índice la hoja; quizá solamente se lo mostraba, igualmente el tritón no estaba acostumbrado a recibir regalos por parte de otros, mucho menos tratándose de una desconocida. Pese a ello, y sin esperar respuesta, extendió su mano al frente, dando como respuesta afirmativa a que le entregase la ilustración; aceptando con una leve sonrisa dibujada en sus labios, un tanto añorante por tal acto tan "inocente".
-Gracias. - Murmuró mientras que observaba a detalle la hoja, apreciando los detalles con los que había sido retratado. Un pequeño suspiro escapó de sus labios, y sin dudarlo demasiado actuó inconscientemente; con cuidado acercó su diestra a la femina y en un sólo movimiento palpó la cabeza de la sirena, dando unas suaves caricias sobre esta para agradecerle por tal detalle. Una vez hizo ello, separó su mano y giró su cabeza hacia atrás para buscar nuevamente algo que fuese útil. Aquellos orbes color claro se fijaron en algunas palmas y árboles que había a la lejanía, pero no había ninguna rama lo suficientemente grande y gruesa como para soportar su peso.
- ¿Cuál es su nombre? - Le cuestionó como si nada a la ajena mientras regresaba su rostro hacia ella, acomodando sus manos sobre la arena por brevedad, sintiendo con un ligero desagrado el aire dentro de sus pulmones, aún no podía acostumbrarse a ello.
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Azure
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Post by Azure on Mar 5, 2018 2:07:03 GMT
Aquel toque sobre su cabeza fue inesperado aunque muy reconfortante. Sintió que había hecho algo bien, que había sido premiada por aquello, lo cual la llenó de dicha y marcó una sonrisa en sus labios. En un gesto similar a la de un felino acariciado, ladeó la cabeza hasta que aquel gesto por parte del contrario cesase.
Al escuchar la interrogante por parte del tritón, sin espera alguna cerró su libreta de golpe, mostrando el dorso de la misma cuya tapa estaba recubierta por una especie de cuero brillante e impermeable, que tenía escrito en una letra caligráfica muy peculiar la palabra "Azure", el cual era el nombre de la sirena. Ofreció un vistazo de aquello, esperando que el arcano pudiese leer. Pudo notar como en anterioridad en repetidas veces, el tiburón miró a sus alrededores en busca de algo, y releyendo las "pistas" que dejaba ver el lenguaje y acciones del contrario, hizo un análisis de que quizás necesitaba un punto de apoyo, debido a la fuerte evidencia de que carecía una extremidad.
Sin demorarse, la mantarraya dejó su libreta sobre la arena y corrió en dirección a donde los arbustos y palmeras se hacían más espesos. Ayudada de su agilidad y la lúcida inspiración de brindar ayuda, la agilidad que usualmente era opacada por su torpeza, relució con distinción, perdiéndose entre la oscuridad en un parpadeo. Azure ajustó la vista, y aunque no parecía ver nada de utilidad en el piso, pudo notar que habían árboles con ramas robustas que podrían actuar como un bastón formidable.
Si bien no podía escalar, o siquiera tenía la fuerza para arrancar algo como aquello, contaba con ingenio que le permitía valerse en una tarea del tipo. No había que buscar demasiado para dar con lianas en aquel bosque tropical, por lo que obtuvo una lo suficiente larga y se acercó nuevamente al árbol cuyo ramaje había llamado su atención. Con cuidado amarró una piedra a la punta de la liana, la tomó en su única mano y la giró con velocidad hasta que agarró la suficiente fuerza y la aventó sobre la rama. El peso de la piedra en la punta de la liana provocó que se amarrase en la rama, sosteniéndola con firmeza. El siguiente paso que tomó fue el amarrar el otro extremo de la liana al tronco de un árbol contiguo, haciendo una especie de polea para girar, poco a poco la hierba a forma de soga, creando presión en aumento en la rama hasta que eventualmente la misma se partiera y cayera al piso.
Al caer, la rama hizo un estruendo. Azure inmediatamente corrió hacia el objeto y desamarró la liana, y tomó la madera por un extremo y la arrastró de vuelta a la playa. Le costó un poco, pero se esforzó, esbozando una sonrisa alegre y hasta algo infantil, conforme empezaba a divisar la figura del tritón a lo lejos. Levantó el faltante de su brazo izquierdo, moviendolo de un lado a otro como si estuviese saludando, de tener la extremidad completa. sus labios parecían moverse mas ni un sólo sonido salía de su boca.
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Ephemeral Zehek
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Post by Ephemeral Zehek on Mar 5, 2018 13:07:12 GMT
Parpadeó repetidas veces al escuchar el ruido que provocaron aquellas algas cerrándose con fuerza de un momento a otro; miró ya más consciente lo que le era señalado, la tapa de aquella pequeña libreta mostrando unas letras un tanto peculiares. "Azure", el tritón pronunció aquel nombre internamente, dando la suposición de que ese era el nombre de la fémina; sin quererlo demasiado sus ojos se posaron en la sirena, intentando analizar que la llevaba a tener dichoso actuar, ligeramente cautivado por esa curiosidad que parecía desbordarse de la contraria, al igual que esa "ignorancia" que le mantenía sonriente aún tomando en cuenta la Luna color rojizo que se asomaba. En cuestión de segundos perdió a la mujer de vista, escuchando solamente algunos arbustos detrás de él. No pudo evitar sentirse asombrado por ello, pues realmente había sido una carrera veloz, cosa que le resultaba un tanto envidiable.
Un suspiro escapó de nueva cuenta, no comprendió del todo porque había salido corriendo sin dar señal de ello pero de cualquier modo el tritón aprovechó para moverse. Colocó su prótesis y su tableta justo por un lado de aquel cuadernillo que había dejado la fémina y, con cierto cuidado y cautela, impulsó su cuerpo hacia adelante para intentar gatear a donde se encontraba su estuche. Pese a la cercanía el tritón sentía que aquella extremidad le quemaba, resultaba sumamente doloroso siquiera tener que apoyarse en esta después de tantas décadas sin usarla; al final, terminó cayendo sobre la arena, humillado por la impotencia pero no derrotado. Arrastró con dificultad su cuerpo, aplicando todo su esfuerzo en sus manos para avanzar. Alividado llegó a su estuche, tomándolo a prisa antes de que el agua fuese traicionera e intentará llevárselo en la marea. Salpicaduras de agua salada llegaron a su rostro, tentativo y añorante fue el momento, pero sin intenciones de caer en ello regresó su vista a la playa y la fina arena, llevando a rastras su cuerpo de regreso a donde estaba sentado momentos atrás.
Con cierto desespero arrojó aquél artefacto que resguardaba su instrumento, y con la respiración agitada se dejó caer por completo en la arena; quedando su rostro hacia arriba, mirando el intenso color que les daba cobijo en ese momento. Se mantenía estoico pese al esfuerzo, respirando de forma forzada y agobiada; no fue hasta que un ruido le hizo girarse un poco para ver en dirección a los arbustos de la playa, dudoso de ello, preguntándose a sí mismo si la causante había sido Azure o solamente era una coincidencia. A los pocos segundos parecía que lo que vio al frente fue una respuesta clara; la mujer regresando con una rama con bastante potencial para él y una sonrisa sumamente gentil dibujada en sus labios.
Ligeramente enternecido pero con el mismo semblante lleno de sosiego la miraba acercarse, correspondiendo ese "saludo" con cierto desgano pero sin ser grosero. Y una vez que la tuvo al frente la miró desde abajo, apreciando con más atención y detalle aquellos vendajes que cubrían descuidadamente lo que quedaba de la extremidad de la mantarraya. No dijo nada, únicamente la miró curioso.
- ¿La ha traído para mi? - Reiteró en ello con una pregunta que resultaba un tanto innecesaria. Pese a ello, el tritón intentó reincorporarse un poco sobre la arena, avanzando a donde estaba la rama que le había sido llevada. - Se lo agradezco...- Murmuró, tomando dicho trozo de madera entre manos, acercandola con expectativa a sí mismo. Una vez que el tritón la tuvo cerca, con cierta fuerza clavó la rama dentro de la arena, sujetandola con ambas manos firmemente; a la brevedad, impulsó su cuerpo y arrastró la parte baja de su cuerpo a la misma rama, intentando colocar su única rodilla de manera correcta. Pequeños jadeos escapaban de sus labios por doloroso esfuerzo, pero aún así permanecía terco. Presionaba con fuerza aquel apoyo que le había sido llevado, tambaleandose un poco a la par que su cuerpo dejaba ver el tremor de su agonía interna.
- Maldición...- Refunfuñaba mientras poco a poco parecía ir logrando su cometido, elevando su cuerpo conforme aplicaba presión y se sobre-exigía hacerlo. Después de unos cuantos segundos, el tritón logró colocarse de pie, sujetandose con firmeza de aquella rama pero apoyando todo su peso en la misma. "Duele, duele demasiado" Se decía en sus adentros, mordiendo su propio labio con un gesto totalmente deplorable y doloso, agachando el rostro y abrazando con dificultar el trozo de madera. Fueron pocos los momentos de "victoria", pues en cuestión de segundos un tremor bastante notorio se apoderó de la única pierna del arcano, y en menos de lo que había tardado en colocarse de pie, se desvaneció por completo. Un quejido había escapado de entre sus labios, sus manos aún se aferraban a la rama pero su semblante demostraba irritación y cierto enojo; el haber estado de pie había sido casi igual de doloroso que aquel día en que cersenaron su aleta dorsal, pues era como sentir metal hirviendo en las venas.
En dichos momentos había ignorado la presencia de la sirena, su terquedad lo había cegado a más posibilidades. - Azure...- Murmuró su nombre entre jadeos de agotamiento, con la cabeza baja. - Concedame su ayuda una vez más, por favor. -Le pidió, a la par que elevaba su rostro y extendía su mano al frente de ella. Mantenía, pese a todo, la seriedad del principio, con poca expectativa realmente.
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