Tamamo no mae (PRIVADO R-18 Rallis- Kouhei)

Kouhei veía que Rallis se encontraba adolorido, no entendía por qué, pero sabía que lo había causado él. Le dio un abrazo a modo de disculpas, moviendo sus colitas como si fuera un perrito.

Cuando se le ocurrió bañarse, la idea era que Rallis hablara con la casera, pero estando de ese modo se le haría bastante incómodo. Kou tendría que armarse de valor para bajar y hablar con la casera, que probablemente habría escuchado todo el alboroto del piso de arriba.

El zorro salió del cuarto y se dirigió a las escaleras. Comenzó a bajar lentamente, evitando hacer cualquier tipo de ruido con sus pasos o al apoyar sus manos a la baranda. Estando en el último escalón, asomó su cabeza un poco para ver si la señora se encontraba por ahí. Caminó un poco por la sala, ya que la casera no estaba a la vista, y decidió pasar a ver si estaba en la cocina.

La señora se encontraba ahí, barriendo, estando algo enojada por razones que Kouhei desconocía. Con su pena de siempre, se escondió detrás del borde de la puerta, dejando a la vista solo la mitad de su cabeza y una de sus manos sosteniéndose de la pared.

-Um... E-esto... ////// p-podríamos llenar una bañera?- preguntó, bajando sus orejas por lo apenado que estaba.

La casera subió la mirada, dejando de barrer, para sostener con ambas manos la escoba y acercarse corriendo para golpear a Kou con ella.

-Debajo-de-mi-techo-no-se-hacen-coshadas, pedazo-de-animal!- la casera alzaba la voz enojada, dándole un golpe por cada palabra.

-Auch! Ahhh! R-Rallis! Ayuda!- decía el zorro, cubriéndose con las manos los lugares en donde estaba siendo golpeado.

-Ándale, ponga su bañera! D:< Lávese todo ese cuerpo sucio y sudado! Más que un zorro pareces un cerdo!- dijo empujando a Kouhei hacia el segundo piso, dándole en las nalgas con la escoba.

Kou salió huyendo de la casera para refugiarse en la habitación con Rallis. Se subió a la cama y se escondió debajo de las sábanas, pero dejando sus colas temblorosas a la vista.

-L-Le pregunté a la casera, c-creo que me dijo que sí, pero yo no vuelvo a salir con ella enojada ;-; ¿yo qué le hice?-

Kouhei se sentó en la cama mientras veía sorprendido la actitud que el arconte tomó al salir de la habitación. Se le había pedido el favor de preparar la tina, así que se dirigió al baño y giró la llave para comenzar a llenar la bañera.

Estaba recostado entre la pared y el borde de la tina, esperando a que el agua tibia llegara al tope, pero por poco se resbala cuando escuchó la voz seria de Rallis hablando con la casera. Sonrió de los nervios porque temía que esa conversación generara más problemas y que la señora terminara sacándolos de la posada.

Al escuchar que Rallis terminaba de hablar. Kou se asomó en la puerta del baño para ver qué pasó.

-R-Rallis, todo bien?- preguntó algo nervioso -d-de verdad me asusté, no sabía que podías ser tan serio... p-pero gracias por defenderme /////- dijo esto último a la vez que sonreía un poco.

-el baño ya está listo, por si ya quieres... e-entrar conmigo ////////- dijo desviando la mirada y escondiendo la mitad de su cara detrás de la puerta para ocultar lo sonrojado que estaba. Ya se habían visto desnudos, así que después de lo ocurrido, un pequeño baño juntos no sería la gran cosa, pero igual le dio pena al sugerir eso.

-y-ya veo... Por lo menos eres capaz de resolver los problemas sin causar peleas- dijo mientras se despegaba del borde de la puerta y dejaba los nervios a un lado, reemplazándolos por un rostro sonrojado que fue causado al sentir el beso en su frente.

La cara de Kouhei se puso de un rojo más intenso al escuchar su propuesta siendo aceptada, y más aún después de recibir ese segundo beso. Sonrió apenado a la vez que acomodaba un mechón de su cabello para luego alejarse un poco y tener cerca un lugar para colgar su kimono después de quitárselo.

Comenzó a desamarrarse el kimono estando de espaldas a Rallis. La tela de deslizaba hacia abajo por su cuerpo, mostrando cada vez más piel. Se podían ver cómo se habían irritado los rasguños de su espalda, las marcas se encontraban del mismo color que su cara colorada. Ardían un poco, pero no era nada que no pudiera soportar, ni siquiera sabía que habían quedado marcas ahí.

Colocó su kimono en la misma baranda que sostenía la toalla, caminando un poco hacia la bañera para meterse en ella lentamente disfrutando la sensación del agua tibia envolviendo su cuerpo, soltando un pequeño suspiro para apoyar sus brazos en el borde de la tina.

Pasó su mano mojada por su cabello, echándolo para atrás y dirigiendo la mirada hacia Rallis, invitándolo a que entrara también, abriéndole las piernas dejando un espacio para él.

-R-Rallis! /////- dijo algo sorprendido. El arconte le estaba provocando muchas cosquillas en sus orejas, al punto de que empezara a sacudir su pierna como si fuera un perro, dando golpes en el fondo de la tina y haciendo que salpicara un poco de agua hacia afuera.

Agachó un poco su cabeza para facilitarle la limpieza a Rallis (y también evitar que le entrara jabón dentro de sus oídos) a la vez que le apoyaba las manos en los hombros para sostenerse de él, mostrando señales de que apreciaba el gesto.

Las suaves manitas de Rallis tocando la carita del zorro se sentían de maravilla. Kouhei se encontraba relajado con los ojos cerrados, enfocado en sentir cada caricia. Disfrutando luego cómo los dedos de Rallis frotaban su cuero cabelludo y se paseaban a lo largo de su pelo para lavar las puntas.

-El agua está muy buena~- dijo suspirando por lo bien que se estaba ahí, para abrir sus ojos de nuevo y notar que a Rallis se le escurría algo de su nariz. Se asustó mucho, su primera reacción al verlo fue tomar la toalla y limpiarle la sangre, sin importar que la mitad de esta se estuviera mojando por haber quedado dentro de la tina.

-Rallis! Estás bien?- dijo estando muy preocupado mientras seguía limpiándole su nariz. A Kouhei le provocaba grima la sangre, que éste líquido estuviera fuera del cuerpo siempre le pareció algo alarmante. Claro, que su reacción también dependía de qué cantidad de sangre estaba saliendo.

El zorro seguía cuidándolo, limpiándole toda la sangre con la toalla y dificultándole al arconte que se lavara tranquilamente. Se estaba estresando por el hecho de que Rallis no se percatara de las gotas de sangre que caían a la bañera.

Se le escapaba una que otra lagrimita por lo desesperado que estaba intentando de parar el sangrado del arconte. Separó por un momento la toalla de su nariz para fijarse muy de cerca si continuaba saliendo sangre.

Volvió a escurrirse otra gota, por lo que le colocó otra vez la toalla encima. -Rallis! No paras de sangrar! ;-;- dijo estando realmente preocupado por él.