Un lugar seguro (Privado) (Zaniah-Eerie) (CERRADO)

El unicornio la vio moverse, y pasar como un bólido a su alrededor, con el cabello azotándose contra sus muslos, tan tiesa como una bonita tabla. Y una sonrisa lánguida y cómplice se escondió en la esquina de su boca, limpiándose las manos, cogió únicamente los cigarrillos y algunos objetos que llevaba escondidos en los múltiples bolsillos de la capa, drogues especiales para cumplir con su propósito.

Le dio tiempo a que tranquilizara su cuerpo, consciente de la forma en la que el toque la había alterado, sacudió la cabeza pensando en lo peligroso que resultaba aquello, y aún así sin poder evitar mirar la punta de sus dedos y frotar el pulgar donde quedaba la huella de su boca, llevando este a sus labios para presionar sobre la sonrisa.—Tempus fugit—Susurro cuadrando los hombros para salir a su encuentro, moviéndose con desenvoltura alrededor, esquivando de vez en cuando a alguna hada curiosa de los alrededores o alguna planta o pequeña criatura, desacostumbrado un tanto a ello.

—Bien, bien mi linda aprendiz...—Susurró estrechando los ojos mientras seleccionaba uno de los cigarrillos pero sin encenderlo, extrayendo también un pequeño saco cocido en forma de un paquete rojo, dentro sus elementos se agitaban.—Alguna vez conocí a un erudito que afirmaba poder reconstruir un animal partiendo de un huesesillo...su nombre era Cuvier, y aunque sus métodos eran errados, con respecto a la simpatía no estaba del todo equivocado.—Empujando el paquetillo lo dejo en el suelo entre los dos, mientras su cuerno emitía una luz pálida, rasco la punta de su dedo hasta hacerlo sangrar y dejar una gota impresa en la drogue.—Sin embargo para esto hay que tener en cuenta los ingredientes que la ciencia humana no considera: el espíritu y el alma.— Mientras hablaba encendió el cigarrillo, que era de un color negruzco y olía tan fuerte que arrancaba lagrimas a los desacostumbrados. — Traigamoslo entonces.
Y con un psique, un soplo de humo la bolsa se tambaleo en el suelo, absorviendolo no tardo en obtener la forma de una pequeña bola peluda que se convirtió a su vez en un gato, pequeño y negro, con ojos verdes que parpadearon hacia ellos.

—Ve y tomarlo Roja, yo no puedo tocarle...tenemos que adivinar su nombre para que nos explique sobre la simpatía.

El unicornio la observo en silencio, disfrutando de dejarla hacer y de la maravilla que se expresaba en cada uno de sus gestos, de cuclillas desde donde había arrojado la drogue consciente de que algo parecía molestarla tras el breve toque, cierto es que era algo que había creado un pequeño secreto entre los dos, uno del que ella no se había percatado. Estrechando los ojos se concentro en la magia, generalmente para esa clase de encantamientos se necesitaba un compañero curador, sin embargo al ser una bestia con capacidades mágicas los riesgos se reducían a una posibilidad controlada. Mirando al gato, estiro la mano y aunque el minino ronroneo se alejo del toque, manteniendo el deleite en su ser. —No puedo tocar a la mayoría de las criaturas, al menos no a las más simples.

—"Si lo hiciera correría el riesgo de dejar de ser yo, pasaría a pertenecer y me perdería a mi mismo, si".—El gato habló disfrutando de las caricias ajenas, frotando la cima de su cabeza peluda contra la palma de ella.—Hay alguna pista si, porque soy un gato es que lo hay.

Poniéndose en pie, Eerie se unió a ellos con cuidado. —"Existen muchos mundos, pero estamos en esteurrr"—Maulló el minino clavando su mirada en la bicolor de ella. —"Y este no es ahora el tuyo...las palabras pueden escribirse y pronunciarse de mil formas, mil maneras...yo soy quien esta en este y en el otro mundo, cuatro letras en el tuyo, seis en el mio, nueve en todos... regalo, capacidad de los dioses..."

Eerie miro a la chica con tranquilidad y malicia misteriosa.—Pistas...

El gato ronroneo jugando con la punta de los dígitos ajenos, restregando la cara contra la parte interna de sus patas delanteras.—correcto, tienes uno...pero el más importante revelará algo másrrr—Con esas palabras el gato se volvió más voluminoso y sus ojos resplandecieron con inteligencia y audacia bajando del abrazo de la pelirroja se sentó frente a ella.

—Tienes mi naturaleza y la naturaleza del hechizo...uno más y sabrás mi esencia...¿que hace a un dios un dios?, ¿que hace al viento el viento?
Agregó lamiéndose las patas y levantando los bigotes con regocijo hacia el unicornio tanteando ir hasta él y alejándose apenas estuvo a la distancia de un toque, hundiéndose de hombros, Eerie miro a la chica y encendió un cigarrillo esperando por lo que viniera.

—Cada ser se compone de formas distintas, distintas cualidades, una que te representa por sobre todas las cosas...y no es "poder", querida Roja...nueve letras, casi lo tienes.
Le sonrió.

Eerie la observó en silencio disfrutando de su cigarrillo mientras ella pensaba, viéndola sudar para encontrar la respuesta, menear esta y cavilar de nuevo. Extendiendo la sonrisa ante las palabras que le escuchaba.—Tienes en demasiada estima a los dioses, ¿tan buenos que no existe una cualidad neutral, Roja?

Encogiéndose de hombros, en algún punto dentro de él, donde la luz a veces no podía alcanzarle, sentía algo de envidia por ella. Por la forma en la que veía las cosas y su ingenua preocupación así como el pasado lleno de miedos. Incluso esa clase de sentimientos poderosos le servirían, sin embargo cuando sólo existía la resignación o el pasado no había nada más frente a los ojos. Manoseando la colilla del cigarrillo exhalo el humo que repto por las comisuras, disfrutando del golpe del viento. Donde sea que el viento este, es tierra o es algo más. Sabía la palabra, y le había costado lo suyo adivinarla y suponía que a ella le costaría un poco más.

Arrancando la hierba suavemente jugo con esta armando dos hojas juntas para colocarla entre sus dedos y silbar. Volviendo a ella y al gato.

—Te daré una pista porque eres mi primer pupila, pequeña Roja.—Escudriñando el bosque de las hadas sus ojos miraban más allá de los arboles.— Lo que esta aquí y esta en todos los lugares...Encogiéndose de hombros volvió a su cigarrillo.—fácil...nueve letras.

A su lado sus cejas se arquearon nuevamente, dejándose caer también completamente entre el pasto, clavando la vista en el cielo abierto sin nubes, la briza era fresca y agradable.—No existe la humanidad en este lugar, solo los misterios y las cosas ocultas...no hay humanidad en Mirovia.

Agregó a ojos cerrados ya que la luz le molestaba un poco, sus pestañas se agitaban por los nervios que se agitaron en sus parpados. Sin compartir la forma en la que ella pensaba. —¿Es realmente así?, ¿que tanto de eso realmente lo tenemos por ellos?—Meneó la cabeza, no había lugar para poner sus propias dudas, que ella se hiciera de las suyas era lo mejor. Él no se sentía conectado a ellos más allá de la fuerza básica, energía sin personalidad ni sentimientos. Un rayo...

—Buen intento...pero se supone que los dioses no son débiles, la debilidad es para los mortales, para los arrojados a la tierra.—Apartando un mechón negro de su rostro con desdén clavo sus ojos en el cabello rojizo. —una deidad que está presente a un mismo tiempo en todas partes...ubīque

El gato le lanzo una mirada enfurruñada al unicornio, dejando de jugar con un trocito de paja que se agitaba frente a ellos entre ronroneos.
—Nay, mixmaak ni una mariposa tendría una lengua tan larga....

Sin responder inmediatamente a lo que ella decía, espero a que su cerebro hiciera las conexiones, soltando todas esas pequeñas descargas dentro hasta hacer sinapsis, ladeando la cabeza, estiro una mano para limpiar los restos de suciedad que tenia en el rostro, frotando con el dorso de la mano su frente y su mejilla. Asegurándose de dejarla limpia con toda suavidad de la que era capaz.

Una lenta y perezosa sonrisa se estiro en sus labios planos al escucharla, mirando el dedo que lo señalaba y dejándose caer de nuevo a su lado, cruzando los brazos tras la nuca. El gato salto hacia ella hinchando el pecho en un profundo ronroneo, sacudiendo las orejas.—Bien hecho....Ubic es mi nombre, si. Ubicuidad.

—Bien hecho, Roja.—Soltó mirando al minino y luego a los ojos bicolor de ella.—Tienes los tres elementos...los egipcios creían que existía un nombre bueno y un nombre malo, el bueno se usaba en publico...—Asintiendo hacia el gato estiro la mano sólo para que la bola de pelos negra la esquivara, dejándola caer.—Gato...el nombre largo y "malo": ubicuidad...y uno con un significado sencillo que encaja con el ambiente: Cuvier...

El gato habló en un grave ronroneo:
—"Querida Roja, usted ve un par de orejas puntiagudas como las mías, y una cola hermosa, esponjosa como la mía y dice: es un gato, no es una mariposa o una pelota; y la palabra gato cuenta con un significado que contiene todas esas características de las que usted está seguro. Y este espacio que se desprende del mundo humano al fin y al cabo puede ser similar; pero al ser un mundo que tampoco es humano debe saber que las cosas pueden ser un poco diferentes. En este lugar usted posee el significado y luego la idea toma la forma. Usted me ve como un gato pero yo puedo ser o no un gato y puedo o no lucir como un gato, en este mundo si usted quisiera escribir esa palabra no empezaría con una G sino con C, en su mundo tiene cuatro letras, en este seis. Lo que yo soy puede designarse con el nombre de otra cosa, sirviéndose de alguna relación significativa existente entre ambas.

—Simpatía—Agregó Eerie mientras se ponía en pie viendo al gato volverse humo de forma gradual, desapareciendo con la briza, sus ojos verdes se clavaron en los del unicornio y luego en los de ella.

Guardo silencio mientras el pequeño animal desaparecía hasta que no quedo de él más que el eco del ronroneo. Mirando el suelo durante un instante más, Eerie se pellizco los labios girándose hacia ella.—¿Con que te quedas después de esto?

Escucho todo entornando las cejas, con el mentón apoyado en un puño, sopesando lo que ella le decía con tanto ahínco, notando la seriedad de sus palabras en su tono y la forma suave y satisfecha con la que intentaba poner todo lo que había absorbido. Aguardando a que terminara, asintió una vez. Con la sensación de haber pasado algo de afecto, algo suyo que le era especial a su manera. Una parte que se quedaría entre los dos como un mutuo acuerdo o un torrente de emociones.

—Esto quizá no parezca demasiado útil o relevante, y claro que encontraras magias mucho más poderosas, más destructivas...más llamativas—.Una sonrisa ladina se extendió de nuevo jugando con la luz del sol que comenzaba a ponerse dando paso al atardecer en una media disculpa.—Pero lo que te he ofrecido...lo que he puesto en tus manos, será la más significativa que mi corazón pueda dar—Su mano toco sobre su pecho enfatizando sus palabras —...incluso aunque no pueda derrotar a tus enemigos, alejar tus temores o darle fuerza a tus convicciones...pero será lo que quieres que sea, crecerá contigo y cambiará como tu lo harás...para tu bien o tu mal.

Dijo aquello con voz profunda, cargada de una ronquera emotiva y suave, como una caricia. Porque era a fin de cuentas la verdad. No le diría que era algo que nunca había compartido con nadie; eso era suyo y de nadie más, sacudiendo la cabeza para echar a andar a su casa a por la capa.

—Vamos Roja, es tiempo de partir, este ha sido un encuentro interesante sin duda...